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Mi querido Tom:

La verdad, incluso en el momento de escribir estas líneas no estoy seguro de si deseo que las
leas o no algún día porque, si llega ese día, significará que yo ya no estaré y que tú habrás
llegado hasta aquí impulsado por la necesidad.
Has de saber, Tom, que estas monedas están manchadas de sangre. Es por ello que deseo que lo
compartas con el enano que sin duda te acompañará. Muchos, hombres y enanos, han sufrido
por la posesión de este tesoro. Úsalo bien.

Tu tío,
Timeas

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