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VACUNACIÓN
Enfermedades que estaban erradicadas gracias a las vacunas, ahora han vuelto a
resurgir. Y la causa principal de este aumento no es que no haya suficiente
inmunización para todos, sino la creencia de algunos pocos, conocidos como
movimiento antivacunas, que señalan a estas como causantes de enfermedades y
trastornos, como puede ser, por ejemplo, el autismo (TEA). Y esta creencia es falsa,
así lo concluye un estudio realizado en Dinamarca a más de 600.000 niños. No es el
único que ha echado por tierra esta afirmación, pero sí el último. La investigación se
publicó ayer lunes 4 de marzo en la revista Annals of Internal Medicine.
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"La gente en las redes sociales sigue a quien quiere seguir o a quien se ajusta a lo
que cree o quiere", explica por teléfono Celso Arango, jefe de psiquiatría infanto-
juvenil del hospital Gregorio Marañón. "Los antivacunas no van a desaparecer.
Gente que cree en el concepto natural a la hora de vivir. Pero hay algo que deben
saber, toda decisión es respetable mientras no dañe a terceros. En el momento en que
estas personas no se vacunan y reaparecen enfermedades, hasta ahora erradicadas,
de forma que afecta a la población, su decisión provoca un problema de salud
pública", añade Arango.
Con el fin de averiguar la verdad, los expertos del estudio danés evaluaron si dicha
vacuna incrementaba el riesgo de padecer autismo. Midieron las características de
los pequeños y el tiempo transcurrido desde la vacunación. En total estudiaron a
657.461 nacidos en Dinamarca desde 1999 a 2010, y les siguieron desde el primer
año de vida hasta agosto de 2013.
En todos los casos se evaluó si los pequeños fueron vacunados, si habían sido
diagnosticados con autismo, si tenían algún familiar con este trastorno
neurobiológico o si tenía algún otro factor de riesgo para padecerlo. Se siguieron en
total a más de cinco millones de personas, de los que tan solo 6.517 menores fueron
diagnosticados con autismo, una incidencia, según explican los autores, de 129,7 por
cada 100.000 habitantes. No se observó ninguna diferencia entre los niños
vacunados y los que no, y no se determinó ningún riesgo añadido para padecer TEA
entre los vacunados.
"Lo que hay que saber es que la esperanza de vida ha mejorado gracias a las
vacunas, que han hecho que disminuyan las tasas de mortalidad infantil", continúa
Arango. "Y dejar de hacerlo puede tener consecuencias graves", incide. "En
California, en los colegios públicos del Estado, las autoridades han decidido tomar
cartas en el asunto de los antivacunas y han decidido que no se podrá escolarizar a
ningún niño que no esté inmunizado". A febrero de este año, ya se han
diagnosticado 206 casos de sarampión en ese Estado, según datos del Centro de
Prevención de Enfermedades de EE UU (CDC, por sus siglas en inglés). Es solo un
ejemplo. "Los expertos sanitarios tenemos la obligación de informar a los padres, a
la sociedad, de la evidencia científica, no de nuestras creencias", explica el experto.
En EE UU, todavía en 20 de los 50 Estados más Washington DC proponen no
vacunar por motivos religiosos y personales. Solo tres, California, Mississippi y
Virginia Occidental, no permiten exenciones no médicas.