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CULTURA DE M.E.S.A.

INTRODUCCIÓN

¿Qué significa realmente desarrollar una Cultura de Mesa?

Desde una perspectiva humana, podríamos decir que nos referimos a estar reunidos
literalmente alrededor de una mesa y pondríamos foco en ella. Tal vez, le prestaríamos
atención a los materiales de la mesa. ¿Es una mesa de hierro, de madera?, otros podrían
prestar atención si está llena o vacía, bien preparada o no.
 
Lo importante de las mesas es que no solo representan un lugar de alimento para nuestro
cuerpo, sino también un lugar donde podemos nutrir nuestra alma y nuestro espíritu.
Permiten un espacio de conexión, donde podemos tener comunión y compartir lado a
lado con los demás. Un lugar donde nos conectamos al mismo nivel, sin jerarquías. Las
mesas, también son el espacio donde muchas decisiones son tomadas. Algunas
pequeñas que solo impactarán en nuestro quehacer del día, pero también otras que
definen caminos profundos de nuestro futuro.
 
Entender qué es la cultura de la mesa para Cristo, hace que automáticamente podamos
ver por qué desarrollarla es tan importante para nuestras vidas, para nuestras familias y
para la Iglesia.
 
En muchas cosas de nuestra vida cotidiana vemos que lo importante sucede o al
principio o al final. Por ejemplo, en las películas, el inicio es muy importante, porque
nos pone en contexto y te hace elegir si la vas a seguir mirando o no. El final por su
lado, va a ser probablemente lo que más recuerdes. Lo mismo pasa con libros, fotos,
canciones y muchas cosas más. Lo que queremos decir es que si algo está al principio o
al final, seguro que es algo a lo que debemos prestar atención.
 
Cuando leemos los evangelios encontramos estos dos momentos muy importantes en la
vida y ministerio de Jesús. “Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce.”

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S. Mateo 26:20 RVR1960. Por un lado, este capítulo cuenta la preparación de Cristo
para la crucifixión y justamente, habla de “la última cena”. Por el otro, en S. Juan
21:9-10, dice: “Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de
ellas, y pan. Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar.” Jesús, luego
de haber resucitado, se encontró con algunos de sus discípulos y hasta él mismo les
cocinó.
 
Sentarse en una mesa fue lo último que Cristo hizo antes de ser crucificado y lo primero
que preparó luego de resucitar. Debemos entender que las cosas más importantes
suceden alrededor de una cultura de la mesa y que en esos momentos, Jesús no prestó
atención qué tipo de mesa era, ni qué había sobre ella. Lo importante estuvo en el
ambiente que se produjo alrededor, en la conexión que hubo entre los que allí estaban.
 
Esta conexión con el Señor en las mesas no es algo que solo sucedió en el pasado, sino
que también El Padre sigue sirviéndonos su mesa hoy. “Aderezas mesas delante de mí
en presencia de mis angustiadores” Salmos 23:5. Las mesas, también son un símbolo
de altar y en el altar resolvemos nuestros problemas, es donde somos justificados. La
cruz es el mayor altar de la historia y es una mesa de la cual nosotros podemos disfrutar
y ser reconciliados con el Padre por siempre. Mientras nosotros disfrutamos de esta
mesa y somos impartidos y limpiados por la sangre de Cristo, Él se encarga de lo que
angustia tu corazón.
 
Una verdadera cultura de mesa implica ser vulnerables y profundos. Significa pasar
tiempo valioso y de calidad, donde nos conectamos con el Señor, pero también entre
nosotros. Hoy nuestros tiempos de mesa son amenazados e interrumpidos por cosas
urgentes que hacen que perdamos de vista lo importante. La tecnología, las
preocupaciones financieras, las obligaciones laborales desmedidas, y muchas otras cosas
han sido utilizadas por el enemigo para convertir nuestros tiempos de mesa en
momentos superficiales o incluso, para eliminarlos completamente.
 
Las mesas en las que Jesús participó tuvieron un impacto eterno pero al mismo tiempo
muchos no lo podían entender. Lo consideraban una pérdida de tiempo o algo

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inaceptable: “Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con
los pecadores, dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los
publicanos y pecadores?” Marcos 2:16. Sin embargo, esas mesas fueron tan
profundas y poderosas que encendieron el corazón de 12 discípulos que llevaron la
Buena Noticia por todo el mundo conocido. Jesús estuvo dispuesto a perder fama y
popularidad porque entendía que una mesa estratégica valía más que ser reconocido por
las multitudes. Discipular una generación alrededor de una mesa puede que impacte más
en la eternidad que tener nuestras redes llenas de seguidores.
 
Hay 4 ambientes que debemos ser intencionales en desarrollar al momento de
compartir una mesa. A medida que los pongamos en práctica, estaremos logrando que se

conviertan en nuestra cultura. Toda mesa está construida con M de memorias, con E de
enseñanzas, con S de sanidad y con A de afirmación.
 
Cada vez que desarrollemos estos ambientes, los momentos que estemos compartiendo
comenzarán a resonar en la eternidad, afectando generaciones y el futuro de muchos.
Sin embargo, todo comienza en la sencillez de compartir una mesa de una manera
profunda y sincera.
 
PON EN PRÁCTICA:
 
Te desafiamos a que puedas identificar cuáles son los “momentos de mesa” en los que
tienes posibilidad de participar en tu vida. ¿Son con tu familia, con amigos íntimos, con
personas a las que acompañas en tu congregación, acaso con tus hijos o cónyuge?
¿Cómo son? ¿Crees que los estás aprovechando al máximo siendo profundo y
vulnerable?
 
Identifica si hay distracciones que interrumpen o degradan tus momentos de mesa.
¿Cuáles son? Escríbelas y desafíate a empezar a vivir enfocado en lo importante que
Dios te entregó. Recuerda, fuimos llamados a acumular tesoros eternos (Mateo 6:20).

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MEMORIAS

El primer ambiente que somos desafiados a desarrollar, es el de la creación de


memorias. “... y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi
cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo, tomó
también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en
mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues,
todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor
anunciáis hasta que él venga.” 1 Corintios 11:24-26 RVR1960.
 
Sentarnos a la mesa de Cristo, significa conectarnos con su memoria y con lo que es
verdaderamente importante para Él. Hacer memoria de lo que Él hizo en la cruz,
mantiene encendida nuestra fe y nuestra esperanza. Nos recuerda que estamos
reconciliados con El Padre y tenemos una vida que no solo es en la tierra, sino que es
eterna.
 
Cuando compartimos tiempo de mesa con otros, la mejor manera de crear memorias con
impacto eterno, es recordando en primer lugar lo que El Señor nos pidió:
 
- Recordemos siempre el sacrificio de Jesús: “Siempre recuerda que Jesucristo,
descendiente del rey David, fue levantado de los muertos; esta es la Buena Noticia
que yo predico.” 2 Timoteo 2:8 NTV
 
- Recordemos siempre hacer el bien: “No dejen que el mal los venza, más bien
venzan el mal haciendo el bien.” Romanos 12:21 NTV
 
- Recordemos siempre practicar la hospitalidad: “No se olviden de brindar
hospitalidad a los desconocidos, porque algunos que lo han hecho, ¡han hospedado
ángeles sin darse cuenta!” Hebreos 13:2 NTV
 
- Recordemos siempre a los maltratados y los presos: “Acuérdense de aquellos que
están en prisión, como si ustedes mismos estuvieran allí. Acuérdense también de los

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que son maltratados, como si ustedes mismos sintieran en carne propia el dolor de
ellos.” Hebreos 13:3 NTV
 
- Recordemos siempre los beneficios de la cruz: “Que todo lo que soy alabe al
SEÑOR; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí.” Salmos 103:2
NTV
 
En el ambiente de las memorias, tenemos la posibilidad de recordar los beneficios
eternos de la cruz. Esto es una poderosa herramienta para renovar nuestra fe. Los
milagros y testimonios de lo que Dios hizo en nuestra vida o en nuestras familias, son
semillas de fe que por ejemplo, nuestros hijos guardarán por el resto de sus vidas.
Aunque nuestra alma pueda olvidarse, cuando hacemos memoria del poder de Su Cruz,
inspiramos a nuestra familia a la fe.
 
Cuando nosotros somos fieles a su llamado y recordamos con otros de dónde El Señor
nos ha rescatado, Él hace justicia y reafirma su promesa en nosotros. “También hagan
sonar las trompetas en tiempos de alegría, en sus festivales anuales y al principio
de cada mes. Además, toquen las trompetas cuando entreguen las ofrendas
quemadas y las ofrendas de paz. Las trompetas le recordarán a su Dios el pacto
que hizo con ustedes. Yo soy el SEÑOR su Dios».” Números 10:10 NTV
 
Recordar lo que El Señor ya hizo, mantiene las experiencias vivas en el presente. Pero
ser dependientes de Él y perseverar en su llamado hoy, transformará nuestro futuro y el
de nuestras generaciones. Así como Él siempre recuerda su pacto, “Él ha sido
misericordioso con nuestros antepasados al recordar su pacto sagrado,” Lucas
1:72 NTV, perseveremos en recordarlo nosotros también. Lo que Él prometió, lo
cumplirá, por eso seamos firmes en conocer en intimidad su corazón y tener acceso a
esas promesas.
 

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PON EN PRÁCTICA:
 
¿Puedes identificar cuáles son las memorias que gobiernan tus tiempos de mesa? Esas
memorias son las semillas que se están sembrando en el corazón de tus hijos, de tu
familia, de tus compañías.
 
Recuerda y registra experiencias que reflejen el pacto de reconciliación y perdón que
Dios hizo con nosotros. Ten en cuenta estas memorias para tus tiempos de mesa.

ENSEÑANZA

Cuando nosotros mantenemos un ambiente vivo de memorias, se genera enseñanza por


naturaleza. »¡Pero cuidado! Asegúrate de nunca olvidar lo que viste con tus propios
ojos. ¡No dejes que esas experiencias se te borren de la mente mientras vivas! Y
asegúrate de transmitirlas a tus hijos y a tus nietos. Deuteronomio 4:9 NTV
 
En nuestros hogares y familias es importante desarrollar hábitos de enseñanza para
memorizar e incorporar principios y fragmentos de la palabra de Dios. Sin embargo, en
nuestros tiempos de mesa, queremos enfatizar en producir ambientes de aquella
enseñanza que imparte vida.
 
Las más grandes enseñanzas en las que Jesús impartió vida, sucedieron mientras
compartía mesas en su vida cotidiana, donde explicaba las parábolas y los misterios de
su Reino. Somos desafiados a producir un ambiente de enseñanza del Reino, donde más
que transmisión de información es impartición de vida:   Solo el Espíritu da vida
eterna; los esfuerzos humanos no logran nada. Las palabras que yo les he hablado
son espíritu y son vida. Juan 6:63 NTV
 
Nosotros compartimos de lo que sabemos, pero impartimos de lo que somos. La
enseñanza del Reino no busca hacer más grande nuestro conocimiento, pero sí, construir
fundamentos eternos en nuestros espíritus. Hoy cada vez más está tomando relevancia el

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impacto visual en la comunicación y en la enseñanza. Eso significa que en nuestras
mesas, las nuevas generaciones aprenderán más de lo que nos vean hacer que de lo que
les podamos decir.
 
Las preguntas son una herramienta que Jesús nos mostró para crear ambientes de
enseñanza. Las preguntas son poderosas porque abren una puerta para establecer
principios eternos en quienes nos rodean. Jesús las utilizaba como llaves para que las
personas puedan ver las intenciones y fundamentos de sus propios corazones. El
ambiente de la enseñanza se enfoca en construir principios eternos en los corazones: 
“El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos
hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.” Malaquías
4:6 En las mesas, se enseña desde la intimidad. Recuerda que un tiempo de mesa real,
significa volvernos vulnerables y humildes para enseñar y ser enseñados.
 
Muchas veces confundimos este ambiente con un modelo estructurado de transmisión
de conceptos donde el adulto es el responsable enseñarle al niño. Sin embargo no
olvidemos que de los niños es el Reino de los Cielos haciendo que muchas veces 
seamos nosotros, los adultos, que debemos volvernos vulnerables para aprender de
ellos. Nuestro desafío es estar dispuestos a ser lo suficientemente vulnerables para ser,
muchas veces, impartidos por nuestros propios hijos.
 
Una reciente estadística, establece que el 90% de los jóvenes que ingresan a la
universidad pierdes su fe en los primeros 6 meses. Lo que la ideología humana le
impartió en ese poco tiempo, fue lo suficientemente fuerte para barrer con su
conocimiento sobre Dios. Si nosotros no enseñamos en nuestras mesas la Cultura del
Reino, el sistema de este mudo se encargará de hacerlo. Sin embargo, el ambiente de
enseñanza no es un modelo de transmisión de contenidos o conceptos. No es solo la
teoría, sino que tiene que ver con la impartición de vida del Espíritu De Dios que más
que un listado de normas lo que más desea es una relación de amor.
 
El aprendizaje verdadero se produce cuando el conocimiento de tu mente, pasa a tu
corazón y comienza a formar parte de quién eres. Te cambia no solo por fuera, pero por

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dentro: Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación
de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y
aceptable y perfecto. Romanos 12:2 NBLA
 
PON EN PRÁCTICA:
 
Las preguntas son una herramienta poderosa, ¿Qué ambiente crean tus preguntas?¿Son
llaves que abren los corazones a la enseñanza o son dardos que hieren al juzgar a los
demás?
 
Busca intencionalmente producir enseñanzas que produzcan vida y no solo una
transmisión de conceptos. Tomar la posición de vulnerabilidad, y permitir ser enseñado
es el primer paso.

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SANIDAD

En cuanto a la sanidad, queremos compartirte la historia del ciego, el cual es sanado tras
un encuentro con Jesús. En Marcos 10:51 Jesús le pregunta al hombre “Qué quieres que
haga por ti” y él le responde Quiero ver. Esta pequeña conversación hasta podría
resultar insólita. ¿Qué otra cosa cosa hubiese querido ese hombre? La realidad es que
Jesús fue muy específico al hacer esa pregunta. Antes de sanar cualquier condición de
los ojos del hombre, lo que él quería era sanar era su voluntad.

Los ambientes de sanidad que Jesús quiere producir no solo sanan nuestros cuerpos,
sino también nuestras emociones y nuestro espíritu. En los tiempos de mesa, es donde
las sanidades más profundas suceden. Un ejemplo claro, es ver la historia de los
discípulos camino a Emaús (Lucas capítulo 24).Estos discípulos estaban tan inmersos
en su tristeza, que no pudieron reconocer que Jesús estaba caminando a su lado. Sin
embargo, al sentarse en la mesa y partir el pan, la Palabra dice que sus ojos fueron
abiertos y pudieron reconocer a Jesús. Estos discípulos no habían resuelto todas sus
aflicciones en los “encuentros masivos” de Jesús, pero cuando se dispusieron a
compartir en intimidad, experimentaron la sanidad profunda.

Queremos compartirte un principio que desata el ambiente de sanidad en los tiempos de


mesa: El principio del acuerdo. Muchas de las frustraciones en nuestras familias y en
nuestras iglesias, suceden porque vivimos conducidos por las expectativas. Estamos
pendientes de lo que esperamos del otro y cuando esto no sucede, nos frustramos, nos
enojamos y hasta quebramos relaciones. Las expectativas, no son acuerdos porque no
involucran una comunicación con el otro. Esto mismo sucedió con los discípulos del
camino a Emaús que se encontraban angustiados por la expectativa: “Pero nosotros
esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo
esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.” Lucas

Si embargo, Jesús se acercó a ellos para restaurar el acuerdo. Un acuerdo de salvación y


redención eterna. Si te encuentras frustrado, es posible que hayas estado viviendo bajo
expectativas. Abre tu corazón a la sanidad y restaura los acuerdos con tus padres, con
tus hijos, con tus pastores, con tus hermanos en Cristo. En el principio del acuerdo,
todos los involucrados deben estar elegir ser vulnerables, amar al otro y dejarse amar.
La única manera de desatar ambientes de sanidad es quebrantando nuestro ego, así
como Jesús partió el pan con sus discípulos: “Y aconteció que estando sentado con
ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron
abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. Y se decían el
uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el
camino, y cuando nos abría las Escrituras?” Lucas 24:30-32 RVR1960

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PON EN PRÁCTICA:

¿Has estado viviendo en frustración por tus expectativas con los demás?¿Cuáles son los
acuerdos que el Espíritu Santo te está impulsando a restaurar?

¿Hay alguna barrera de tu propio orgullo que te esté impidiendo de restaurar los
acuerdos con los que tienes a tu alrededor?

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AFIRMACIÓN

Nuestras palabras tienen el poder de fortalecer o debilitar nuestras relaciones. Muerte y


vida están en poder de la lengua, Y los que la aman comerán su fruto.” Proverbios
18:21 NBL. Las mesas que nosotros compartimos son espacios ideales para afirmarnos
los unos a los otros. Esto consiste poder mirarnos a los ojos y expresar en palabras lo
bueno que veo en la otra persona. En el relato de la creación, a lo largo de Génesis 1,
cada vez que Dios contemplaba lo que había creado, reconocía que era bueno. Cuando
creó al ser humano, pudo ver que era MUY bueno. Afirmarnos no es solo decir palabras
bonitas, sino reconocer esas cualidades que Dios reconoció al crear a los que te rodean.
Si te encuentras en un tiempo en donde afirmar a alguien te está dando trabajo, te
compartimos la ayuda que el Apóstol Pablo escribió en la carta a los Filipenses 4:8:
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo,
todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna,
si algo digno de alabanza, en esto pensad.”
 
Dios Padre fue el primer interesado en afirmar a su hijo en público: “Y hubo una voz
de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.”
Mateo 3:17 RVR1960. Mientras El Padre afirmaba a su hijo, el poder del Espíritu
Santo descendía sobre él. Esto puede ser desatado en nuestros hogares y vidas si
hacemos de nuestras mesas un ambiente de afirmación. Los que nos rodean serán
empoderados en el Espíritu Santo. En nuestras vidas y relaciones, la afirmación hace
que todo aquello que estaba débil, se fortalezca. Por eso, el desafío es comenzar a ser
generadores de mesas de afirmación para fortalecer aquellas relaciones que estaban
débiles por las frustraciones y llenarnos los unos a los otros con el poder del Espíritu
Santo.
 
Los tiempos de mesa son perfectos para ejercitar la afirmación, porque son momentos
donde compartimos con más de una persona. Afirma a en tus momentos de mesa, y
corrige en los ambientes más privado. En nuestra cultura se ha fortalecido el hábito
resaltar lo malo en público. Sin embargo, cada vez que nosotros afirmamos lo bueno, lo
malo pierde su fuerza. Esto no quiere decir que la corrección no sea necesaria, pero

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queremos desafiarte a recuperar la cultura de afirmación en tu casa, con tus amistades,
familia e incluso con aquellas personas que necesitan corrección.
 
PON EN PRÁCTICA:
 
En tus tiempos de mesa, ¿Han sido más los momentos de corrección o de afirmación?
Piensa en 7 afirmaciones de aquellas personas con las que más pasas tus tiempos de
mesa y compárteselos la próxima vez.
 
Desafíate a no solo ser un generador de momentos de afirmación, sino de tiempos de
mesa, donde abunden ambientes de memorias, enseñanza, sanidad y afirmación.

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CONCLUSIÓN
 
Una verdadera cultura de mesa implica ser vulnerables, profundos, dejar a un lado las
expectativas, abrir nuestro corazón y restaurar nuestros acuerdos. Por eso, te
compartimos este consejo que nos han dado alguna vez: “Por cada corrección que vayas
a hacer, di siete afirmaciones sobre la otra persona”. Así, te asegurarás de estar
realmente reconociendo al otro como El Padre lo hace. La afirmación es el lenguaje de
Dios, y cada vez que lo hacemos nos ayuda a ver como Él ve.
 
Muchas veces miramos con lentes de tristeza y amargura pero te invitamos a que puedas
orar, compartir un tiempo de mesa con Jesús y pedirle al Espíritu Santo que sane tu
voluntad y tu mirada espiritual. Que puedas ser afirmado  en ver lo bueno que es Él, en
todo lo bueno que Él está haciendo en tu vida y en ver lo bueno de Dios en los demás.
El fruto de una cultura de mesa donde hay memorias, enseñanza y sanidad, es que
salgan de nuestra boca palabras de afirmación: Que Dios es bueno y que todo lo que Él
hace es bueno.
 
Te honro por haber llegado hasta aquí. Sin embargo, este e-book es solo el comienzo de
lo que el Espíritu anhela edificar en tu vida y en tu hogar. La obra que Él ha comenzado,
será fiel en completarla, si nosotros somos diligentes en aportar los materiales
necesarios para que Él la haga. Oro para que Dios tome su lugar en tu vida y que tú
puedas tomar tu lugar en su propósito eterno. Nuestra plataforma de entrenamiento y
nuestro equipo de entrenadores está disponible para que sigas avanzando en este
camino.
 
Que Dios te bendiga,
Marcos Brunet.

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CULTURA de m.e.s.a.
MARCOS BRUNET

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