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Transformación de la realidad socio-histórica en material estético.

Las manifestaciones literarias latinoamericanas obtienen un cambio en cuanto a


que dejan de ser dependientes para ser autónomas, pero esto no ocurre de un
momento a otro, sino que es todo un proceso que inicia desde la transculturación
narrativa –tratada por Ángel Rama- y la revolución cubana –que tuvo gran
influencia-, es decir, a través de la dinámica cultural distintos autores
seleccionaron intencionadamente ciertos materiales externos para su
reelaboración por medio de la narrativa; retomando aspectos de una región
cultural local sin renunciar a los aportes de modernización. Mientras que la
revolución cubana abrió el espacio para que distintos autores se integraran con un
sentido unánime en cuanto a América Latina y el Caribe, permitiendo el desarrollo
de un proyecto revolucionario que genera un antes y un después en la literatura
latinoamericana.

Partiendo de lo anterior, nos situaremos concretamente en el caribe colombiano,


donde diversos autores toman estéticas y aspectos del exterior para hablar desde
su propio entorno, y además, veremos cómo estos recurren en múltiples
ocasiones a un mismo hecho histórico; la masacre de las bananeras, que como
bien es sabido ocurrió el 5 y 6 de diciembre del año 1928, donde el ejército
colombiano asesinó a un gran número de trabajadores en el municipio de la
Ciénega-Magdalena, para proteger los intereses de la multinacional extranjera
United Fruit Company,

Hay un gran número de autores que retoman explicita o implícitamente en sus


obras literarias la masacre -desde cuentos hasta novelas-, entre ellos nos
encontramos con Francisco Gnecco Mozo con su cuento Lenine en las bananeras,
José Francisco Socarrás que en su libro Viento de Trópico escribe más de tres
cuentos que recurren a este hecho histórico, Zig zag en las bananeras de Efraín
Tovar Mozo, La casa grande de Álvaro Cepeda Samudio, La hojarasca y Cien
años de soledad del nobel Gabriel García Márquez, entre otros autores.

Como hemos visto, múltiples autores rememoran incluso más de una vez en sus
obras literarias la masacre de las bananeras -pero en este caso solamente
hablaremos un poco acerca de La casa grande, La hojarasca y Cien años de
soledad- lo que nos lleva a recordar a Bajtín cuando nos habla acerca de las
huellas que dejan las condiciones sociales en la obra de arte; en cuanto a la obra
literaria afirmó que ésta tiene en su interior un carácter sociológico inmanente,
donde convergen las fuerzas sociales vivas, y cada elemento de su forma está
impregnado de valoraciones sociales vivas. “Por eso también un análisis
puramente formal ha de ver cada elemento de la estructura artística el punto de
refracción de las fuerzas vivas de la sociedad, cual un cristal fabricado
artificialmente cuyas facetas se construyeron y se pulieron de tal manera que
puedan refractar los determinados rayos de las valoraciones sociales y refractarlos
bajo un determinado ángulo”

Es decir, que en toda obra literaria está refractada la sociedad, pero como ya
sabemos una obra a pesar de que tome ciertos aspectos de la realidad inmediata
no deja de valerse por sí misma, entonces no refleja directamente las condiciones
sociales, sino que refleja determinadas valoraciones de la misma desde una visión
de mundo. Lo que hace el autor es tomar elementos de la realidad socio-histórica
para ofrecer una serie de valoraciones transformadas en material estético.

Por lo tanto, en las obras La hojarasca, La casa grande y Cien años de soledad
sus autores retoman la masacre de las bananeras para mostrar diversas visiones
de mundo que se tienen en torno a este suceso, entendiendo que la obra literaria
puede ser plurivalente y dar paso a la convergencia de dos visones de mundo que
coexisten y se oponen.

La hojarasca -publicada en 1955- se trata en manera general sobre el entierro de


un hombre, un médico misterioso y odiado por el pueblo, al que sus vecinos no
quieren sepultar. Al mismo tiempo es la historia del odio acumulado durante
veinticinco años en Macondo. La narración de la obra es innovadora, en cuanto a
que deja atrás el narrador omnisciente y se le da voz a tres personajes: el abuelo
(el coronel), Isabel (hija del coronel) y un niño (hijo de Isabel). Esto está
precisamente ligado con la búsqueda que presentaban distintos autores para
encontrar una independencia literaria y darle un valor plurivalente a la obra; donde
no solamente se partiera de lo dicho por un narrador omnisciente, sino que se dan
múltiples voces para que el lector sea capaz de visualizar distintas visiones de
mundo; cada personaje tiene una concepción diferente acerca de la misma
persona (el medico), y además, en el momento en que se le da voz a los
personajes se nos muestra el ángulo desde el que éstos observan cada una de las
acciones y sucesos que acontecen.

La obra es situada desde un inicio en Macondo, donde llega la hojarasca: “De


pronto, como si un remolino hubiera echado raíces en el centro del pueblo, llegó la
compañía bananera perseguida por la hojarasca. Era una hojarasca revuelta,
alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros
pueblos; rastrojos de una guerra civil que cada vez parecía más remota e
inverosímil. La hojarasca era implacable. Todo lo contaminaba de su revuelto olor
multitudinario, olor de secreción a flor de piel y de recóndita muerte. En menos de
un año arrojó sobre el pueblo los escombros de numerosas catástrofes anteriores
a ella misma, esparció en las calles su confusa carga de desperdicios.”

Como vemos, desde su primera página nos remite a La Compañía Bananera -que
hace referencia a la United Fruit Company- que es perseguida por la hojarasca; la
cual se puede entender como la “modernidad”, ésta se encuentra “alborotada” y
formada por desperdicios humanos que ha encontrado en otros pueblos y que al
llegar a Macondo trae con ella catástrofes. En la obra se puede decir que nos
encontramos con dos momentos, el primero cuando Macondo está lleno de
prosperidad; donde llegan escuelas, hospitales y médicos. Si nos ponemos a
buscar posibles motivos del porqué el medico no quiso atender a las personas
heridas cuando se le suplicó, se puede tener como posibilidad el hecho de que al
haber llegado nuevos médicos el pueblo dejó de buscarle, y su indiferencia surge
como consecuencia al abandono del pueblo hacia él. El segundo momento está
ligado a lo anterior, que es cuando en Macando habita el desastre y la ruina. Todo
esto se desenvuelve a partir de la influencia de La Compañía bananera, es con
ella que llega la “prosperidad” y es con ella que Macondo termina en catástrofe.
La United Fruit Company era una multinacional estadounidense que producía y
comercializaba frutas tropicales -especialmente banano- cultivados en América
Latina, además tuvo una gran fuerza política y económica por lo que influía
decisivamente sobre gobiernos y partidos para mantener las ganancias,
prometiendo un desarrollo social y económico que nunca se logró concretar.
Gabriel García Márquez retoma la llegada de La Compañía Bananera a Colombia
y la reconfigura en La hojarasca, aquí podemos observar un énfasis en el
regionalismo, corriente que está relacionada con el “compromiso social”, es decir,
García Márquez al recurrir a acontecimientos –en este caso- de su entorno
refracta la sociedad y ofrece a partir de su narración singular una actitud frente a la
realidad.

Por otra parte, en La casa grande –publicada en 1962- se evidencia con mayor
vehemencia la masacre de las bananeras. “La novela da cuenta de un drama
familiar que sustenta la idea de la casa grande, que remite a un recinto domestico;
pero a la vez se convierte en el espacio del relato de los sucesos de las
bananeras. Así, la casa grande es el espacio familiar, el pueblo, la zona bananera
y la nación.” Uno de los capítulos más interesantes de esta obra es el primero,
titulado “Los soldados”. Álvaro Cepeda Samudio al igual que García Márquez
realiza una innovación a nivel narrativo, no encontramos no sólo con monólogos
sino también con diálogos:

“- Tú tienes miedo.
- ¡Qué vaina! Que no tengo miedo, lo que pasa es que no me gusta eso de ir a
acabar con una huelga. Quién sabe si los huelguistas son los que tienen la razón.
- No tienen derecho.
- ¿Derecho a qué?
- A la huelga.”
En este capítulo se realiza un dialogo entre dos soldados donde se confrontan
ideas; hay un soldado que se cuestiona acerca de lo que está ocurriendo y del
porqué deberían obedecer a ciertas ordenes sin conocer completamente la
situación, mientras que el otro soldado piensa que su cuestionamiento es
solamente porque tiene miedo de lo que le pueda ocurrir. Aunque también
podemos observar algo interesante, y es que justamente el que más se cuestiona
es el primero en disparar y el que más cuida su arma.

Entonces, como vemos no se nos cuenta una única visión del hecho, sino que al
igual que en la hojarasca a través del dialogo y del monologo se les da voz a los
personajes.

En cuanto a Cien años de soledad –publicada en 1967- sólo la traigo a colación


para establecer ciertas relaciones. Gabriel García Márquez en la hojarasca nos
inserta en Macondo y nos habla acerca de La Compañía de las Bananeras, pero
es en Cien años de soledad donde le dedica todo un fragmento, y dentro de ella
nos muestra cómo el pueblo tiene una memoria a corto plazo y olvida un hecho
que marcó permanentemente a Macondo, lo que relaciono directamente con el
interés de múltiples autores al rememorar en sus obras ya sea desde la literatura,
la pintura o el teatro, como una forma de recordarle al pueblo Colombiano el
pasado para que no siga cometiendo los mismos errores –cosa difícil-.

Como hemos observado, autores no sólo del caribe sino de Colombia a partir de
una renovación literaria, de nuevas estéticas y recursos literarios hablan acerca de
su entorno, como diría Bajtín “el texto como reflejo subjetivo de un mundo objetivo,
el texto como expresión de una conciencia que refleja algo”, es decir, Gabriel
García Márquez y Álvaro Cepeda Samudio expresan a través de sus obras porque
tienen algo que decir y lo dicen con respecto a su propia realidad, pero lo hacen
por medio de una pluralidad semántica, donde no se le dice al lector una sola
posición frente a lo sucedido en la masacre, sino que se le muestra por medio de
la construcción de cada personaje distintos ángulos, dándole paso al lector a
tomar la posición que mejor considere.

Bibliografía:
Capítulo 2.Modernidad y transiciones del Caribe Colombiano: Las apuestas poéticas de
Luis Carlos López, Oscar Delgado Y Jorge Artel. Recuperado de:
http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/dctd/rodriguez_g_hn/capitulo2.pdf

Fontal, Laura. (2015) La reinvención del pasado. La masacre del as bananeras en la


producción cultural de los años sesenta. Recuperado de: file:///C:/Users/HP%2014-
BA003/Downloads/0508859-S-P-15.pdf

Bueno, Julian. (2012) Con la Compañía Bananera llegó la Hojarasca a Macondo.


Recuperado de https://www.lectura-abierta.com/compania-bananera-llego-hojarasca-
macondo-garcia-marquez/
(2014) La casa grande, Álvaro Cepeda Samudio Recuperado de:
https://www.revistaarcadia.com/impresa/especial-arcadia-100/articulo/arcadia-100-la-
casa-grande-alvaro-cepeda-samudio/35049

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