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UNIVERSIDAD NACIONAL “PEDRO RUIZ GALLO”

Facultad de Medicina Humana

HISTORIA MÉDICA: SIGLO


HISTORIA MÉDICA: SIGLO XIX

I. INTRODUCCIÓN..............................................................................................2

II. COMPETENCIAS...........................................................................................4

III. CONTENIDO...................................................................................................5

III.1. CARACTERÍSTICAS DE LA ÉPOCA...................................................5

III.2. DEFINICIÓN DE SALUD......................................................................7

III.3. DEFINICIÓN DE ENFERMEDAD.........................................................8

III.4. EDUCACIÓN MÉDICA.........................................................................9

III.5. PERSONAJES RESALTANTES........................................................12

III.6. ENFERMEDADES DE LA ÉPOCA....................................................22

IV. CONCLUSIONES......................................................................................... 29

V. APORTES.....................................................................................................30

VI. REFERENCIAS BIBILIOGRÁFICAS............................................................31

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I. INTRODUCCIÓN

La medicina moderna es un sistema complejo de conocimientos especializados,


procedimientos técnicos y formas de conducta construidos en un proceso de
varias centurias, pero es también inequívocamente, un mundo de poder, en el
que algunos tienen más probabilidades que otros de recibir premios y las
recompensas. Lo que originalmente fue una profesión secundaria, débil y de poca
importancia se ha convertido en un sistema extenso de hospitales, clínicas,
postas de salud, centros médicos, planes de salud, compañías de seguros y otras
organizaciones que emplean una fuerza de trabajo importante. Esta
transformación se ha debido no solo al avance de la ciencia y la satisfacción de
las necesidades humanas sino también a su autoridad en la sociedad. La historia
de la medicina es una epopeya del progreso, pero también un relato de conflictos
con el poder político de turno, con las creencias y tradiciones, con los nuevos
mercados, y los vínculos sociales, culturales y económicos que establecen con
los gobiernos.

El poder de una profesión aun en el nivel más rudimentario se ocasiona en la


dependencia respecto de sus conocimientos. El conocimiento especializado del
profesional crea la base para el prestigio y la distancia social entre el experto y el
usuario. La base del conocimiento es la racionalidad cognitiva según la cual la
posición privilegiada de una profesión se fundamente en una disciplina científica.
En algunos casos esta dependencia será subjetiva, pero es real. Para el común
de las personas este poder parecer cosa legítima, cuando los médicos afirman
que tienen autoridad para hablar de la naturaleza de una enfermedad o un
problema de salud que afecta a una colectividad generalmente la sociedad se
atiene a su juicio o es poco debatido.

La profesión médica tiene una pretensión especialmente favorable a la autoridad.


A diferencia del Derecho y de los eclesiásticos mantiene vínculos estrechos con
la ciencia moderna, y durante el siglo XIX ha ostentado una posición de privilegio
en el saber de la salud y la enfermedad. Entre las ciencias que se desarrollaron
en el Perú durante el siglo XIX su jerarquía fue notoria. Adicionalmente quienes la

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practican están en contacto directo e íntimo con las personas en sus vidas
diarias. Los médicos son los intermediarios entre la ciencia y la experiencia
privada, interpretando problemas personales en el lenguaje codificado de los
conocimientos médicos. Durante los episodios de dolor y enfermedad los
enfermos viven una condición en la cual confían en el juicio del médico y son
propensos a creer y obedecer. La función terapéutica de la profesión también
conduce a su aceptación como líder soberano que dicta los estilos de vida,
normaliza la vida personal y familiar y condiciona quehaceres cotidianos
(levantarse, y acostarse a determinadas horas, practicar tal o cual ejercicio,
comer o no comer alimentos, etc.), es decir a través de una práctica se llega a
engendrar dominios del saber y hacer nacer formas nuevas de sujetos y sujetos
del conocimiento.
II. COMPETENCIAS

II.1. Analiza, basándose en el estudio histórico, a la Medicina en el desarrollo


de su ejercicio, en sus relaciones y su contribución a la salud de las
personas.

II.2. Caracteriza los niveles de interrelación y proyección de la experiencia


histórica de los problemas del proceso Salud-Enfermedad
contemporáneos.

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III. CONTENIDO

III.1. CARACTERÍSTICAS DE LA ÉPOCA


El siglo XIX d. C. fue el noveno siglo del II milenio en el calendario
gregoriano. Comenzó el 1 de enero del año 1801 y terminó el 31 de
diciembre de 1900. Es llamado el «siglo de la industrialización».
La característica fundamental de este siglo es la de ser un período de
grandes cambios. La ciencia y la economía se retroalimentarían, el término
‘científico’, acuñado en 1833 por William Whewell, sería parte fundamental
del lenguaje de la época; la economía sufriría dos fuertes revoluciones
industriales, la primera acaecida entre 1750 y 1840, y la segunda entre
1880 y 1914. En política, las nuevas ideas del anterior siglo sentarían las
bases para las revoluciones burguesas, revoluciones que se explayarían
por el mundo mediante el imperialismo y buscaría alianza con el
movimiento obrero al que, para evitar su triunfo, le cederían el sufragio
universal; en filosofía, surgirían los principios de la mayor parte de las
corrientes de pensamiento contemporáneas, corrientes como el idealismo
absoluto, el materialismo dialéctico, el nihilismo y el nacionalismo; el arte
demoraría en iniciar el proceso de vanguardia pero quedaría cimentado en
movimientos como el impresionismo. A finales de este siglo surgieron la
cinematografía y la animación gracias a los grandes avances tecnológicos
de la época.

Sabemos que desde sus inicios la medicina se fue desarrollando a


continuidad y merced del arte y podemos ver que en este siglo ya se va
separando a su totalidad para ser considerada propiamente como ciencia.
La medicina del siglo XIX todavía contiene muchos elementos de arte (ars
médica), especialmente en el campo de la cirugía, pero empieza a
vislumbrarse, merced a la imparable consecución de conocimientos y
técnicas, un modo de ejercerla más científico y, por tanto, más
independiente de la "habilidad" o la experiencia de quienes la practican.
Este siglo verá nacer la teoría de la evolución, expresión antropológica del
positivismo científico que le es propio. La realidad puede medirse,
comprenderse y predecirse mediante leyes, que a su vez van siendo
corroboradas por los sucesivos experimentos. Por ese camino avanzan la
astronomía (Laplace, Foucault), la física (Poincaré, Lorentz), la química
(Dalton, Gay-Lussac, Mendeleiev) y la propia medicina.

Podemos enmarcar 3 avances para la medicina que permitieron su


desarrollo completo. En primer lugar, se produce la fusión de la medicina y
cirugía, pasando ésta a ser considerada como una ciencia, con todas sus
implicaciones. En segundo lugar, el inicio y el desarrollo de la anestesia
permite realizar una cirugía enfocada a los resultados, más que a la
rapidez. En tercer lugar, el desarrollo de la asepsia y la antisepsia posibilita
una cirugía más segura. Por último, el descubrimiento de los rayos-X, al
finalizar el siglo.

El desarrollo de la medicina tiene relación directa con los fenómenos


migratorios, los hacinamientos en las ciudades y las precarias condiciones
de vida de la clase trabajadora propias de la Revolución Industrial. La
consecuencia fue la proliferación de enfermedades infecciosas (sífilis,
tuberculosis) o relacionadas con la mala alimentación (pelagra, raquitismo,
escorbuto). Dichas problemáticas son cruciales para entender el origen de
la medicina social de Rudolf Virchow y el nacimiento del sistema de salud
pública de Edwin Chadwick que darían lugar a la actual medicina
preventiva. La misma Revolución Industrial, con el agregado de las
numerosas guerras y revoluciones, generarían un desarrollo científico
generalizado que contribuiría en la instauración de condiciones técnicas
para el triunfo de la asepsia, de la anestesia y la cirugía.

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Las revoluciones burguesas, promotoras de ciudadanos librepensadores,
construyen a una nueva medicina científica y empírica, desligada de lo
místico y artesanal. Se culmina con la opresión de los viejos cánones
éticos del absolutismo y el catolicismo instaurando nuevos cánones,
nuevos calendarios. El siglo XIX verá nacer la medicina experimental de
Claude Bernard, la teoría de Omnia cellula a cellula de Rudolf Virchow, la
teoría microbiana de la enfermedad, la teoría de la evolución de las
especies de Charles Darwin, y la genética de Gregor Mendel.
Al identificarse a los microorganismos como causantes de numerosas
enfermedades, la medicina avanzó enormemente, de una forma mucho
más rápida que en cualquier otra época anterior de la historia. Al
conocerse esto, empezaron a emplearse métodos como los antibióticos, la
esterilización, además empezó a haber un aumento considerable de la
higiene. Todos estos avances lograron que la esperanza de vida que era
de tan solo 30-40 años a inicios del siglo XIX aumentara a 50-60 años a
inicios del siglo xx, siendo un avance tan rápido y eficaz nunca antes
logrado en la historia de la medicina.

III.2. DEFINICIÓN DE SALUD


En la edad moderna, con el auge de la ciencia, se desarrolló de forma
significativa la ciencia anatómica y se produjeron grandes avances en el
descubrimiento de principios anatomofisiológicos, y químicos, entre otros,
vinculados a las alteraciones de la salud. En este mismo período parece
abandonarse la creencia de que en dichas alteraciones hay una relación
causal con el castigo de los dioses, los malos espíritus y los demonios. En
suma, se puede decir que, en la edad moderna hay un privilegiado interés
natural por el cuerpo humano.
El invento del microscopio, a finales del siglo XVII, permitió profundizar en
los aspectos biológicos de la enfermedad. Por otro lado, con el
advenimiento de la Revolución Industrial y los avances técnico-científicos
de la época, se identificaron causas en el medio ambiente y se empezó a
tener en cuenta, no sólo los aspectos biológicos y físicos, sino los
económicos, sociales y políticos relacionados con la salud.
Con el surgimiento de la teoría microbiana en 1876, se reforzó la idea
según la cual, la enfermedad estaba determinada por aspectos
medioambientales y, en este caso, por la acción de un agente externo de
tipo biológico. Cuando el hombre descubrió la causa microbiana de la
enfermedad, con éste creyó haber encontrado el origen de todos los
procesos patológicos. Así adquirió un nuevo concepto con base en el cual,
le atribuyó una causa a la enfermedad. Esto le permitió hablar de la
“unicausalidad”.
Durante el siglo XIX, las ideas de la Revolución Francesa, el surgimiento
del socialismo y los aportes de Virchow y Pasteur, hicieron que la
perspectiva biologicista comenzara a tomar en cuenta la dimensión social y
política de los fenómenos de enfermedad.
Entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, el
desarrollo de los conceptos sobre agentes infecciosos e inmunidad,
condujo a una transformación del enfoque de los estudios médicos, lo que
llevó a hacer especial énfasis en las fuentes ambientales de
microorganismos y las formas de transmisión de las infecciones.
Los avances propiciados por las ciencias naturales, influyeron de manera
significativa en la concepción sobre la salud y la enfermedad, de tal
manera que, para el diagnóstico, el tratamiento y el control de la
enfermedad, primaron los criterios de objetividad y validez planteados por
los positivistas y el interés se centró en las relaciones de deducibilidad
entre los enunciados, a partir de los cuales se describen observaciones, se
refutan o confirman leyes, hipótesis o teorías. Esta perspectiva está
sustentada en las posibilidades de explicación, predicción y control, propias
de las ciencias naturales.
A finales del siglo XIX y comienzos del XX, se empieza a observar un
desplazamiento de la concepción biológica de la salud, hacia una idea de
salud como un factor de desarrollo. El proceso biológico se empezó a mirar
como un hecho ligado a las condiciones que rodean la vida humana, y la
epidemiología se vio abocada a cambiar de la unicausalidad hacia la
multicausalidad.

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SALUD: “El estado de completo bienestar físico, mental y social y no
solamente la ausencia de enfermedad” 1946 (OMS).
Antes de esta definición, se consideraba sano al individuo que no
presentaba molestias o síntomas, es decir, a quien estaba libre de una
enfermedad visible.

III.3. DEFINICIÓN DE ENFERMEDAD


Es a partir de finales del siglo XVIII y sobre todo durante el siglo XIX,
llegando hasta la primera guerra mundial, en el primer tercio del siglo XX,
cuando se produce una definitiva ruptura con los restos antiguos del saber
y se inicia una nueva y revolucionaria etapa. La creciente estimación de la
vida terrena, rasgo característico de los siglos modernos, da lugar a una
importante mutación en la consideración de la vida, la muerte y la
enfermedad. Frente al pensamiento medieval, surge ahora el ansia de vivir
sobre la tierra y la conciencia de que el arte de dirigir la vida puede llevar
hacia este fin.

Los siglos XVIII y XIX pueden ser considerados como los del triunfo del
discurso racional. La defensa de la salud se adapta perfectamente al
proyecto racional moderno. Se va introduciendo una visión optimista en el
progreso humano ilimitado que puede llevar a vencer la enfermedad, se
cree en una política sanitaria universal a favor de la salud. Los estados
nacionales y burgueses intervienen cada vez más en la vida pública y a
través de ella en la vida privada, la ciencia y la técnica se sienten más
capaces de dominar el mundo natural.

Los años que siguen inmediatamente a la revolución francesa vieron nacer


dos grandes mitos; el de una profesión médica nacionalizada, organizada a
la manera del clero, e investida, en el nivel de la salud y del cuerpo, de
poderes parecidos a los que éste ejerce sobre las almas; y el mito de una
desaparición social de la enfermedad en una sociedad sin trastornos y sin
pasiones. Más o menos explícito, un nuevo pensamiento surgirá en la
conciencia histórica de muchos hombres del siglo XIX, la sustitución de la
idea del progreso indefinido, por la doctrina de un estado final de la
historia, en el cual la humanidad llegaría a la plena posesión de su
naturaleza propia. La sociedad de fines de siglo XIX y principios de siglo
XX aspira a la curación de las enfermedades, la prevención del enfermar y
cierto saber científico acerca de lo que es el hombre. "La medicina es una
ciencia social, y la política no es otra cosa que la medicina en gran escala".

III.4. EDUCACIÓN MÉDICA


Durante los siglos 18 y 19, las universidades sufrieron una especie de
estancamiento, siendo las academias científicas las que cumplieron la
tarea de generar conocimiento de vanguardia. Con ellas surgió la
educación médica a través de encuentros y congresos, hasta hoy la forma
más común de educación médica continua. Por otro lado, durante este
tiempo, el hospital se incorporó a las universidades, con el fin de unir la
enseñanza teórica a la práctica. Así, se generaron cambios incluso en la
manera de concebir la enfermedad, desarrollándose el modelo
anatomoclínico, con métodos pedagógicos coherentes, como:
 Experiencia práctica junto al lecho del enfermo.
 Lecciones clínicas, hasta ahora sobre aspectos teóricos.
 Disecciones anatómicas.

El nuevo ideal pedagógico anatomoclínico otorgó un lugar central al


hospital y a la sala de autopsias. Prosperó principalmente en París durante
las primeras décadas del siglo 19, y aún se puede apreciar en algunos
currículos y mentes. Pronto surgió una mentalidad fisiopatológica,
recomendando el cultivo de las ciencias básicas -fisiología, química, física
y patología celular- y, consecuentemente, la investigación de laboratorio.

De manera natural, surgió entonces el debate sobre la mejor manera de


educar a los médicos, esgrimiéndose argumentos por ambos bandos. Unos
sobrevaloraban la habilidad práctica y otros, la capacidad investigadora.
Esto derivó en la elaboración de dos modelos docentes, el clínico o francés
y el básico o alemán. El primero se caracterizó en la organización de la
facultad alrededor de un hospital. El segundo, por la organización
alrededor de institutos de investigación.

Creciente uso de los Hospitales

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 Durante los siglos XVIII y XIX se produjo una gran transformación de
los hospitales europeos.
 Médicos y cirujanos encontraron en estos hospitales nuevas
oportunidades y estímulos para el aprendizaje gracias a una
confluencia de factores:
 Los fundadores, patronos y administradores buscaban que sirvieran
para formar médicos, y sobretodo cirujanos.
 Las autoridades universitarias vieron la necesidad de contar con
hospitales asociados. (teoría-practica).
 Los médicos encontraron nuevas vías y nuevos estímulos para adquirir
una experiencia hospitalaria.

Consecuencias pedagógicas de las mentalidades científicas del siglo


XIX
El florecimiento hospitalario del siglo XVIII creó las condiciones materiales
para que pudiera formularse y desarrollarse la nueva mentalidad
antomoclínica. Esta, a su vez, aconsejaba métodos pedagógicos
coherentes con sus propios postulados: experiencia práctica junto al lecho
del enfermo, lecciones clínicas y realización de disecciones anatómicas.
Estos cambios se observaron ya en el programa de la Escuela Central de
Salud establecida en París en 1794 por la Convención Nacional
revolucionaria.
El nuevo ideal pedagógico anatomoclínico, que otorgaba un lugar central al
hospital y a la sala de autopsias, prosperó de forma incuestionada durante
las primeras décadas del siglo XIX.

Pronto surgió una mentalidad fisiopatología capaz de suministrar una


nueva alternativa teórica. Esta nueva concepción aconsejaba cultivar
sobretodo, as ciencias básicas: fisiología, química, física y patología
celular.
Como consecuencia a mediados del siglo surgió un debate sobre la mejor
forma de educar a los médicos. La polémica culminó en la elaboración de
dos modelos docentes distintos. Uno liderado por Francia y el otro por
Alemania.
 Modelo clínico (francés). Se elaboró bajo la influencia de la mentalidad
anatomoclínica y de los prestigiosos médicos clínicos franceses. En
este país las facultades de medicina estaban organizadas alrededor de
un hospital. Y la enseñanza estaba encauzada hacia la clínica. Era un
modelo más pragmático, pero menos científico.
 Modelo básico (alemán). Se elaboró bajo la influencia de la mentalidad
fisiopatología y de los prestigiosos científicos de los institutos de
investigación.
A ello se sumó después la influencia de la mentalidad etiopatológica. Las
escuelas de medicina se organizaban alrededor de institutos de
investigación. Primero eran las materias científicas básicas y las materias
clínicas se impartían en los últimos años. Este modelo se exportó a EE.UU.
De esta forma, en las primeras décadas del siglo XX se llegó a
universalizar una enseñanza de la medicina configurada alrededor de las
ciencias naturales básicas. Y todas las facultades de medicina aspiraban a
contar con grandes hospitales terciarios dotados de alta tecnología, buenos
laboratorios y profesores que al mismo tiempo fueran investigadores.

III.5. PERSONAJES RESALTANTES


La figura médica por excelencia de este período fue Rudolf Virchow.
Rudolf Ludwig Karl Virchow (Schivelbein, Pomerania, Prusia, 13 de
octubre de 1821 - Berlín, 5 de septiembre de 1902) fue un médico y político
alemán. A menudo es considerado el "padre de la patología moderna"
porque su trabajo ayudó a refutar la antigua creencia del humorismo.
También es considerado uno de los fundadores de la medicina social y fue
pionero del concepto moderno del proceso patológico al presentar su teoría
celular, en la que explicaba los efectos de las enfermedades en los
órganos y tejidos del cuerpo, enfatizando que las enfermedades surgen no
en los órganos o tejidos en general, sino de forma primaria en células
individuales. Asimismo, acuñó el término omnis cellula e cellula (toda célula
proviene de otra célula).
En 1848 Rudolf Virchow demostró la falsedad en la creencia de que la
flebitis (inflamación de las venas) causa la mayoría de las enfermedades.
Demostró que “masas” en los vasos sanguíneos son el resultado de una

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trombosis (término acuñado por él) y que porciones de trombos se pueden
desintegrar para formar émbolos (igualmente es su término). Un émbolo
libre en la circulación puede, eventualmente, quedar atrapado en un vaso
estrecho y conducir a una lesión seria en los tejidos vecinos.

Hacia 1800 el anatomista francés Xavier Bichat, demostró que el cuerpo


está compuesto por 21 tipos de tejidos y consideró que en la enfermedad
de un órgano solo algunos de los tejidos se ven afectados. Los eventos
posteriores de la compleja historia de la teoría celular tuvieron lugar
durante la juventud de Virchow; y en Würzburg él empezó a realizar una de
las formas de la teoría celular, en la cual postulaba que las células se
originan a partir de células preexistentes y no de material amorfo (omnis
cellula e cellula, «toda célula proviene de otra célula»). Punto de partida
también de la teoría del plasma germinal de Weismann.

En lo anterior se vio influenciado por muchos otros trabajos; entre ellos por
las observaciones de John Goodsir de Edinburgh y por las investigaciones
de Robert Remak, un neuroanatomista y embriólogo alemán, quien en
1852 fue uno de los primeros en señalar que la multiplicación de células
para formar tejidos está acompañada de división celular. En ese año
Remak concluyó que también en los tejidos enfermos las nuevas células
provienen de células ya existentes. Esta es la idea expuesta por Virchow
en omnis cellula e cellula y por lo tanto no es una idea del todo original.
Aunque se le debe a él la importancia en el contexto de la patología
celular.

Virchow expuso nuevas e importantes teorías al proceso de inflamación,


aunque rechazó erróneamente la posibilidad de la migración de los
leucocitos. Mostró gran interés en la patología de los tumores; aunque la
importancia de sus artículos sobre tumores malignos fue desprestigiada
por su errónea concepción de que son malignos por una transformación
(metaplasia) de tejido conectivo. En 1874 introdujo una técnica
estandarizada para practicar autopsias, en la cual todo el cuerpo era
examinado en detalle, a menudo revelando lesiones no sospechadas.
También descubrió la neuroglía en la vaina de las arterias cerebrales.

La actitud de Virchow hacia la nueva ciencia de la Bacteriología era


compleja. Era antagonista de la idea de que las bacterias provocaran
enfermedades. Alegaba que el descubrimiento de algunos
microorganismos en ciertas enfermedades no siempre significa que el
organismo sea parte de la enfermedad. Sugirió, mucho tiempo antes de
que las toxinas fueran descubiertas, que algunas bacterias podrían
producir esas sustancias. Igualmente, Virchow fue antagonista a la teoría
de Darwin por selección natural y llegó a expresar sus dudas sobre sus
evidencias. Por mucho tiempo argumentó que no había suficientes
evidencias científicas para justificar su aceptación total. En su opinión, el
hombre de Neandertal, descubierto en 1856, no había sido un humano
primitivo sino más bien un individuo deforme, por la forma de su cráneo,
raquítico y artrítico, por la forma de sus huesos.

Bibliografía: El principal testamento de la teoría de Virchow son una serie


de 20 artículos hechos en 1858. Las lecturas fueron publicadas en 1858 en
forma de libro con el nombre de Die cellularpathologie in ihrer Begründung
auf physiologische und pathologische Gewebenlehre (Patología celular
basada sobre Histología patológica y fisiológica.

Santiago Ramón y Cajal (Petilla de Aragón, 1 de mayo de 1852-Madrid,


17 de octubre de 1934) fue un médico español, especializado en histología
y anatomía patológica. Compartió el premio Nobel de Medicina en 1906
con Camillo Golgi «en reconocimiento de su trabajo sobre la estructura del
sistema nervioso». Mediante sus investigaciones sobre los mecanismos
que gobiernan la morfología y los procesos conectivos de las células
nerviosas, desarrolló una nueva y revolucionaria teoría que empezó a ser
llamada la «doctrina de la neurona», basada en que el tejido cerebral está
compuesto por células individuales. Humanista, además de científico, está
considerado como cabeza de la llamada Generación de Sabios.

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El año 1875 marcó también el inicio de su doctorado y de su vocación
científica. Santiago se compró su primer microscopio antes de ganar, en
1876, una plaza de ayudante de guardias, llevaba también los enfermos
privados de cirugía de su padre, en el Hospital Nuestra Señora de Gracia
de Zaragoza.
También en 1877 se encuentra documentado su ingreso en la logia
masónica Caballeros de la Noche, perteneciente al Gran Oriente Lusitano,
con el número de miembro 96 y el nombre simbólico de Averroes, el
médico andalusí.
En estos años comenzó para Ramón y Cajal una época de altibajos, con
un 1878 terrible, marcado por la enfermedad de la tuberculosis, y un 1879
de logros, con la obtención de la plaza de Director de Museos Anatómicos
de Zaragoza y su boda el 19 de julio, por amor y contra la opinión de sus
padres y amigos, con Silveria Fañanás García, con la que a lo largo de
cincuenta y un años de tranquila y colaboradora convivencia tendría siete
hijos: Santiago, Felina (Fe), Pabla Vicenta, Jorge, Enriqueta, Pilar y Luis,
de los que dos (Santiago y Enriqueta) fallecieron antes que él.
Ganó la cátedra de Anatomía Descriptiva de la Facultad de Medicina de
Valencia en 1882, donde pudo estudiar la epidemia de cólera que azotó la
ciudad el año 1885.
Descubrimiento de las neuronas.
En 1887 se trasladó a Barcelona para ocupar la cátedra de Histología
creada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. Fue en
1888, definido por el propio Cajal como su «año cumbre», cuando
descubrió los mecanismos que gobiernan la morfología y los procesos
conectivos de las células nerviosas de la materia gris del sistema nervioso
cerebroespinal.
En mayo de 1888 publicó en la Revista Trimestral de Histología Normal y
Patológica que los tejidos cerebrales no eran compuestos de conexiones
continuas como se creía hasta la fecha dadas las investigaciones de
Camillo Golgi, que si bien permitían ver los nervios y los tejidos cerebrales
su precisión no permitía evidenciar las neuronas.
Su teoría fue aceptada en 1889 en el Congreso de la Sociedad Anatómica
Alemana, celebrado en Berlín. Su esquema estructural del sistema
nervioso como un aglomerado de unidades independientes y definidas
pasó a conocerse con el nombre de «doctrina de la neurona», y en ella
destaca la ley de la polarización dinámica, modelo capaz de explicar la
transmisión unidireccional del impulso nervioso.
La doctrina de la neurona es la idea, fundamental hoy en día, según la cual
las neuronas son la formación básica y funcional del sistema nervioso.
Postula que las neuronas son células discretas (no conectadas para formar
un tejido), entidades genética y metabólicamente distintas, que tienen
cuerpo celular y expansiones (axón y dendritas), y que la transmisión
neuronal es siempre hacia la derecha (desde las dendritas al soma, y luego
a las arborizaciones del axón).
Entre 1897 y 1904 publicó, en forma de fascículos, su obra magna
Histología del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados.
Gracias a los detallados exámenes histológicos de Ramón y Cajal se
descubrió la hendidura sináptica, un espacio de entre 20 y 40 nanómetros
que separa las neuronas; este espacio sugería la comunicación mediante
mensajeros químicos que atravesaban la hendidura y permitían la
comunicación entre las neuronas, estudios continuados por el fisiólogo
inglés Henry Hallett Dale quien descubrió el primer neurotransmisor, la
acetilcolina, sentando así las bases de la comprensión del funcionamiento
tanto a nivel del Sistema nervioso central como del Sistema nervioso
periférico de la mayoría de drogas existentes y de las que se desarrollarían
posteriormente.
Propuso la existencia de las espinas dendríticas, una pequeña
protuberancia en la membrana del árbol dendrítico de ciertas neuronas
donde, típicamente, se produce la sinapsis con un botón axonal de otra
neurona, y en ocasiones contactan varios axones. La prueba de esto
mismo sólo llegó una vez desarrollada la microscopía electrónica durante
la segunda década del siglo XX.
Santiago Ramón y Cajal descubrió también el cono de crecimiento neural,
una expansión cónica del extremo distal de axones y dendritas en

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desarrollo, descrita por primera vez por él, que constituye la extensión de
un axón en desarrollo para conseguir una conexión sináptica adecuada a lo
largo del sistema nervioso.
Después de crear excelentes descripciones de las estructuras neuronales y
su conectividad, y proporcionar descripciones detalladas de los tipos de
células, descubrió un nuevo tipo de célula, la célula intersticial de Cajal
(ICC). Estas células se encuentran intercaladas entre las neuronas
incrustadas dentro de los músculos lisos que recubren el intestino,
sirviendo como generador y marcapasos de las lentas ondas de
contracción que mueven el material a lo largo del tracto gastrointestinal,
mediando la neurotransmisión de las neuronas motoras a las células
blandas del músculo liso.
Bibliografía:
 Histología del Sistema Nervioso del Hombre y de los Vertebrados.
 Reglas y consejos sobre investigación científica, publicada en 1897 y
una de las más difundidas de Cajal. Subtitulada Los tónicos de la
voluntad, fue traducida al alemán (1933), al japonés (1958), al húngaro,
portugués e inglés (1951) y al rumano (1967). En ella pueden leerse
desde consejos para la elección de esposa adecuada a un joven
investigador hasta sentencias como esta: "Para la obra científica los
medios son casi nada y el hombre es casi todo".
 Recuerdos de mi vida, autobiografía literaria, que se publicó en
capítulos sueltos en la Revista de Aragón, entre 1901-1904, y le sirvió
de base para las posteriores ediciones de su colección de textos
autobiográficos.
 Cuentos de vacaciones, subtitulados Narraciones pseudocientíficas y
publicados por primera vez en 1905. El libro está compuesto por cinco
cuentos titulados: "A secreto agravio, secreta venganza", "El fabricante
de honradez", "La casa maldita", "El pesimista corregido" y "El hombre
natural y el hombre artificial".
 Psicología de Don Quijote y el quijotismo, breve ensayo literario que
escribió como discurso en la Facultad de Medicina de San Carlos el 9
de marzo de 1905.
 Charlas de café (pensamientos, anécdotas y confidencias), publicado
en 1920 como Chácharas de café, un libro de máximas y aforismos,
muy popular como demuestran las diez ediciones que ya había
alcanzado en 1978.
 El mundo visto a los ochenta años (subtitulado Impresiones de un
arterioesclerótico), la última obra literaria de Cajal, conclusa en 1934,
poco antes de su muerte. Está distribuida en tres partes: "Delirio de la
velocidad", "Degeneración del arte" y "Consuelos de la senectud".

El sanitary movement británico, liderado por Edwin Chadwick y


fundamentado en los planteamientos de su Sanitary Report (1842), fue el
movimiento de salud pública más importante e influyente de la primera
mitad del siglo xix. En un momento en que los problemas asociados al
empeoramiento de las condiciones de vida en las ciudades industriales se
hacían cada vez más acuciantes, su principal objetivo fue neutralizar la
peligrosa radicalización obrera y la creciente agitación social y evitar la
degradación moral de la clase trabajadora, así como generar significativas
ventajas económicas. Por su parte, en estos mismos años centrales del
siglo xix, arrancaba y se consolidaba en España la higiene como disciplina
moderna, con figuras como Mateo Seoane, Pedro Felipe Monlau y
Francisco Méndez Álvaro. Este trabajo pretende analizar las conexiones,
similitudes y diferencias entre el higienismo español y el sanitary
movement británico.

Las últimas décadas del siglo XIX fueron de gran trascendencia para el


desarrollo de la medicina contemporánea. Joseph Skoda y Carl von
Rokitansky fundaron la Escuela Moderna de Medicina de Viena (Neue
Wiener Schule), cuna de la nueva hornada de figuras médicas de este
siglo. Skoda es considerado el principal exponente del “nihilismo
terapéutico”, corriente médica que propugnaba abstenerse de cualquier
intervención terapéutica, dejando al cuerpo recuperarse sólo o a través de
dietas apropiadas, como tratamiento de elección frente a muchas
enfermedades. Fue un notable dermatólogo y clínico, alcanzando fama por

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sus diagnósticos brillantes, certeros e inmediatos. A él se debe la
recuperación y expansión de las técnicas diagnósticas a través de la
percusión (adelantadas por Leopold Auenbrugger un siglo antes), y crea
en 1841 el primer departamento dermatológico junto a Ferdinand von
Hebra, el maestro de la dermatología del siglo XIX.

Rokitansky es considerado por Rudolf Virchow «el Linneo de la anatomía


patológica» debido a su meticulosidad descriptiva, lo que acabó dando
nombre a varias enfermedades descritas por él (tumor de Rokitansky,
úlcera de Rokitansky, síndrome de Rokitansky).

Claude Bernard (Saint-Julien Ródano, 12 de julio de 1813 – París, 10 de


febrero de 1878) fue un biólogo teórico, médico y fisiólogo francés.
Fundador de la medicina experimental, entre sus aportaciones a la
medicina, destaca su estudio del síndrome de Claude Bernard-Horner.
Entre las contribuciones de Bernard a la ciencia, cabe destacar el
descubrimiento de la función digestiva del páncreas, el de la función
glucogénica del hígado, el mecanismo de acción del curare, del óxido de
carbono y de los anestésicos, el establecimiento de los principios
generales sobre los que se asienta la farmacodinamia moderna y las
funciones del sistema nervioso. En este sentido, han pasado a la historia
de la fisiología sus estudios acerca del carácter único de los nervios
sensitivos y motores, la sensibilidad recurrente, la estructura de la médula
espinal, la vasomotricidad y las circulaciones locales, el origen medular del
gran simpático, su función vasomotora, y su acción sobre la temperatura
corporal, sobre las secreciones y sobre la glicemia. Otras aportaciones de
menor importancia son sus estudios acerca de la secreción salival, la
fisiología pulmonar, el efecto de la nicotina y del uranio sobre el organismo,
la disección química en fisiología, la coagulabilidad de la sangre, el tono
muscular y los mecanismos inflamatorios. Mención aparte merecen sus
estudios sobre la asfixia y sobre los fermentos, que le valieron una histórica
polémica con Pasteur, aludiendo que su teoría era falsa.
Bernard introdujo el concepto de homeostasia (constancia del medio
interior) alrededor de 1860, si bien el término no es suyo, sino de W. B.
Cannon. Dicho modelo señala como cualidad definitoria de los seres vivos
la capacidad para mantener las condiciones físico-químicas del medio con
el que están en contacto. En sentido inverso, son dichas condiciones físico-
químicas del líquido que baña las células (medio interno) las que, al entrar
en contacto con ellas, determinan la aparición de los fenómenos
fisiológicos. Este sencillo esquema pretende dar razón (hasta donde ello es
posible) del "quid" propio de lo vivo.
Entre sus contribuciones a la terapéutica hay que destacar las relativas al
tratamiento de la diabetes, las indicaciones de la sangría, el tratamiento de
la intoxicación por monóxido de carbono mediante ventilación mecánica, el
tratamiento de la anemia con lactato de hierro, el descenso de la
temperatura corporal mediante medios físicos, el estudio de los
mecanismos de antagonismo entre fármacos, el tratamiento de la
intoxicación etílica, las aplicaciones de la morfina, los efectos del anhídrido
carbónico, la administración intravenosa de suero fisiológico, las técnicas
de reanimación cardiopulmonar y la oxigenoterapia.
Bernard también realizó contribuciones importantes en el ámbito de la
cirugía, pues, además de sus trabajos sobre la anestesia, diseñó nuevos
instrumentos quirúrgicos, propuso nuevas técnicas de incisión y de sutura y
describió la hiperglicemia post-hemorrágica.

En 1848 comienza a emplearse el éter para sedar a los pacientes antes de


la cirugía y a finales de este siglo Luis Pasteur, Robert Koch y Joseph
Lister demostrarán inequívocamente la naturaleza etiológica de los
procesos infecciosos mediante la teoría microbiana. En Francia y Alemania
se desarrolla la bioquímica, rama de la biología y de la medicina que
estudia las reacciones químicas implicadas en los procesos vitales. De
aquí surgirán los estudios sobre vitaminas y se pondrán los cimientos de
la nutrición y dietética modernas.

Ignaz Semmelweis (1818-1865) fue un médico húngaro que representa el


paradigma de la ruptura definitiva de la medicina contemporánea, de índole
empírica y sometida al método científico, con la medicina "artesanal"

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ejercida hasta ese momento: De origen humilde, se formó en Pest y
posteriormente en el Hospital General de Viena, donde entró en contacto
con Skoda, Virchow, Hebra y Rokitansky, estudiando junto a este último los
procesos infecciosos en relación con las intervenciones quirúrgicas. De ahí
nacerá la obsesión que le acompañará toda su vida, y que le llevará,
durante su trabajo en una de las Maternidades del Hospicio General de
Viena, a establecer la fuerte sospecha de que la mortalidad materna por
una infección contraída durante el parto se debía a que los estudiantes no
se lavaban las manos antes de asistir a las parturientas. Obtuvo sus
evidencias mediante un rudimentario pero correcto estudio epidemiológico:
comparando las salas donde las mujeres eran asistidas sólo por matronas,
con las salas en las que los estudiantes ayudaban al parto, y en las que la
mortalidad era muy superior (hasta un 40% de las mujeres que daban a luz
en ellas morían por dicha infección). En realidad, y así lo postulo
Semmelweis, el origen de la infección se encontraba en que los
estudiantes acudían a los partos después de asistir a las sesiones de
disección de cadáveres, portando en sus manos un agente infeccioso
procedente del material putrefacto de los mismos. Y la solución, propuesta
y corroborada con un nuevo estudio por él mismo, se basaba en el lavado
de manos previo al parto con una solución de cloruro cálcico. Sin embargo,
y salvo contadas excepciones, el estamento médico oficial rechazó sus
evidencias, tildándolo de farsante.

Los avances en el conocimiento de los diferentes órganos y tejidos se


multiplican durante todo el siglo. Theodor Schwann, Purkinje, la ley de
Frank-Starling, François Magendie, el conducto de Volkmann, la angina de
Ludwig, la enfermedad de Graves Basedow, la enfermedad de
Addison, Santiago Ramón y Cajal, la lista de médicos insignes se hace
interminable, cada uno especializado en un órgano o territorio específico.
Fuera de este grupo, aun sin ser médico pero de gran trascendencia para
la ciencia médica, hay que destacar a Gregor Mendel, padre de
la genética.
Louis Pasteur tampoco estudió medicina, pero puede considerarse uno de
los investigadores más influyentes en la historia de la medicina del siglo
XIX. Su formación como químico le llevó a diseñar un método de
observación de sustancias químicas mediante luz polarizada, lo que le
abrió las puertas para el estudio de los microorganismos (inicialmente
levaduras), demostrando que en los procesos de fermentación no se
producían fenómenos de "generación espontánea" sino de proliferación de
microorganismos previamente presentes.

Joseph Lister aplicaría posteriormente este conocimiento desarrollando


mediante calor la práctica quirúrgica de la asepsia y la antisepsia, y
consiguiendo así disminuir drásticamente las tasas de mortalidad tras las
operaciones, principal obstáculo para el definitivo despegue de la cirugía.
El golpe definitivo a las enfermedades infecciosas (tras las vacunas y la
asepsia) lo dará Alexander Fleming a comienzos del siglo XX con el
descubrimiento de la penicilina, el primer antibiótico.

El 8 de noviembre de 1895 Wilhelm Röntgen, un físico alemán, consiguió


producir un nuevo tipo de radiación electromagnética en las longitudes de
onda correspondientes a los actualmente llamados Rayos X. Por ese
descubrimiento recibiría el Premio Nobel de Física en 1901. Es la primera
de las técnicas de diagnóstico por imagen que permitirán observar el
interior del cuerpo humano en vivo.

III.6. ENFERMEDADES DE LA ÉPOCA


Tratamientos de las enfermedades
El médico a principios del siglo XIX atendía a los enfermos sin lavarse las
manos, incluso después de manipular una herida en diferentes pacientes,
pues lo ignoraba todo acerca de los gérmenes.
No se conocían las causas microbiológicas de las enfermedades
infecciosas y por lo tanto su adecuado tratamiento. Ni siquiera se distinguía
claramente entre unas enfermedades y otras con clínica parecida. La
ignorancia de las causas de la fiebre amarilla y del paludismo, así como de
otras «calenturas» en el siglo XIX, tenía su origen en la creencia arraigada

23
en un determinismo climático cuya influencia en la salud de los habitantes
era decisiva, argumentada en una teoría miasmática que concibe que las
enfermedades son producto de emanaciones pútridas de las aguas, del
aire y de sustancias orgánicas condicionadas por los cambios del tiempo
atmosférico, especialmente por las lluvias y las altas temperaturas; es por
ello que se habla de «calenturas estacionales». Se ponían, por este
motivo, productos aromáticos en ventanas y habitaciones. O bien la
enfermedad se originaba por un desequilibrio de alguno de los cuatro
humores (bilis negra, bilis amarilla, flema y sangre). Los tratamientos
estaban basados, al igual que en el siglo XVIII, en la «trina ordenación de
Celso»: dietética, cirugía y farmacoterapia. Tuvieron un gran predicamento
los vomitivos y purgantes; y una enorme difusión la práctica de las sangrías
(flebotomía y sanguijuelas).
Durante los primeros años del siglo XIX, los métodos terapéuticos básicos
empleados consistían en regímenes dietéticos generales, ejercicio físico,
reposo, baños y masajes, sangrías, escarificaciones, empleo de ventosas,
cauterización, transpiración, eméticos, purgantes, enemas y fumigaciones.
Se disponían de multitud de plantas medicinales y remedios minerales,
pero sólo un pequeño número tenían un fundamento fisiológico o incluso
empírico: la quinina para la malaria, la digital para la insuficiencia cardiaca,
la colquicina en la gota y los opiáceos para el dolor. Se utilizaban
compuestos arsenicales para el tratamiento de la fiebre intermitente, la
parálisis, la epilepsia, edemas, raquitismo, enfermedades cardíacas,
cáncer, úlceras. El antimonio era utilizado para las infecciones parasitarias.
Las enfermedades infecciosas
Eran las enfermedades más frecuentes y mortales a principios del siglo
XIX. La guerra propiciaba un medio idóneo para su desarrollo de forma
epidémica.
En la expansión de estas epidemias tenía un papel decisivo el escaso nivel
de vida de una población básicamente agrícola, de auto subsistencia, con
bajo nivel cultural e higiénico, escasez de médicos y escasa demanda de
sus servicios por una población que consideraba la mortalidad como un
parámetro natural e ineludible en muchos casos (Pérez Moreda, 1980).
Dependientes de las condiciones de vida, las enfermedades infecciosas se
presentaban, en el siglo XIX, como enfermedades sociales típicas. La
inexistencia, o ineficacia, de la actuación pública que ayude a combatirlas,
contribuye a reforzar el carácter discriminador que las distingue. La
infección hacía estragos entre las clases bajas y solía respetar a los
núcleos privilegiados (Nadal, 1988).

Fiebre amarilla (Plaga Americana o vómito negro)


Es una enfermedad tropical producida por un Flavivirus que transmite un
mosquito (Aedes) propio de zonas marítimas cálidas. Las primeras
epidemias de fiebre amarilla fueron descritas, durante el siglo XVI, en los
puertos del Caribe, probablemente introducidas por el comercio de
esclavos. El intenso tráfico comercial con las Indias colocó América como
foco principal de importación de la enfermedad. No se conocía su causa,
pero Carlos J. Finlay, en 1881, plantea por primera vez la hipótesis de que
un mosquito transmite la fiebre amarilla. Posteriormente, en 1901 Walter
Reed comprueba que la fiebre amarilla era transmitida por el mosquito
Aedes Aegypti. Es una enfermedad de ciudades portuarias y de las riberas
de los ríos navegables, y por tanto de aparición muy localizada: hubo
brotes en Cádiz (1800), Cartagena, Málaga (1800-1804), Granada (1804),
Sevilla, Alicante, Valencia, Barcelona (1821-1870), Palma de Mallorca
(1870). Las más devastadoras fueron las declaradas en las primeras
décadas del siglo. Se incuba durante 3-7 días. La forma grave o clásica
comienza con escalofríos, fiebre elevada, cefalea, mialgias, náuseas y
vómitos. Aparecen hemorragias nasales y de encías. Evoluciona con
ictericia (fiebre amarilla) e insuficiencia hepato-renal. En fase más
avanzada se agravan las hemorragias, con la aparición de vómitos de
sangre coagulada (vómito negro). El tratamiento si existía «fetidez del
aliento» consistía en administrar el vómito purgativo (Ipecacuana + tártaro
emético) y en todos los casos: buenos caldos, ración generosa de vino y
ropa de abrigo. En la Barcelona de 1870 las medidas preventivas
consistían en aislar la Barceloneta, fumigar los buques sospechosos con
ácido hipoazoico y carbonizarlos. Lavar el resto de los buques con acido

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fénico, quemar los focos contiguos al puerto y extremar la limpieza de las
calles.

Cólera (Cólera morbo)


Es una enfermedad aguda diarreica, provocada por una infección intestinal
por el bacilo Vibrio Cholerae. Se contrae por aguas y alimentos
contaminados. Durante las epidemias, el principal foco de contaminación
son las heces de los enfermos. Se caracteriza por una diarrea muy profusa
(30-40 deposiciones diarias) en «agua de arroz», acompañada de vómitos
que llevan rápidamente a la deshidratación y muerte de los pacientes.
Suele cursar sin fiebre ya que el cuadro lo provoca la enterotoxina del
germen con acción local sobre el intestino. A lo largo del siglo XIX asoló,
procedente de la India, a extensas zonas de Europa y América. Penetró en
España por el puerto de Vigo. En 1833 se declaró la primera epidemia en
nuestro país. Hubo a lo largo del siglo cinco brotes, afectando al
Centro/Norte y Valencia (1854-1855). Ocasionó 600.000 muertos. No
existía tratamiento específico y la alta mortalidad ocasionó también en la
población un «pánico epidémico». En la epidemia de Madrid, en julio de
1834, se produjo una matanza de frailes, acusándoles de causar la
enfermedad por envenenamiento de las aguas. Las principales teorías
patogénicas sobre el morbo eran la nerviosa, espasmódica, humoral y
gastroentérica o inflamatoria. En 1883, Koch descubrió el bacilo causante.
Jaume Ferrán consiguió preparar una vacuna que aplicó con éxito en la
epidemia de Valencia en 1885. No obstante, la controversia científica
creada determinó que el Gobierno prohibiera continuar con la vacunación.
Los métodos utilizados para su tratamiento eran la sangría, los vomitivos,
purgantes, diaforéticos, estimulantes externos y narcóticos, resaltando la
gran anarquía imperante en cuanto a la indicaciones para su aplicación.

Difteria (garrotillo)
Es una enfermedad infecciosa aguda epidémica, debida a la exotoxina
proteica producida por Corynebacterium diphteriae (bacilo de KlebsLöffler).
Puede afectar a todas las edades pero es más frecuente en la infancia. Se
caracteriza por la aparición de falsas membranas (pseudomembranas)
firmemente adheridas, de exudado fibrinoso, de color gris, que se forman
principalmente en las superficies mucosas de las vías respiratorias y
digestivas superiores, pudiendo producir obstrucción respiratoria,
ocasionando incluso la muerte por asfixia, parecido al método de ejecución
de reos conocido como «garrote vil». Usualmente afecta las amígdalas,
garganta, nariz, miocardio, fibras nerviosas o piel. Se transmite de persona
a persona por medio del contacto directo de las secreciones emitidas por
los estornudos, tos, piel u ojos. La difteria también se puede diseminar por
objetos o alimentos contaminados. Los síntomas generalmente se
presentan de 2 a 5 días después del contacto: secreción nasal acuosa y
sanguinolenta. Problemas respiratorios: dolor de garganta, ronquera,
dificultad respiratoria, respiración rápida, coloración azulada de la piel, paro
respiratorio. Tos similar a la de crup (perruna). Babeo (indica una
obstrucción inminente de las vías respiratorias). Fiebre. Lesiones en la piel.
También puede cursar de forma asintomática. Se confundía con otros
cuadros de anginas sépticas, escarlatina. La difteria ocasionaba, por
asfixia, el fallecimiento de la cuarta parte de los nacidos. Entre 1879 y 1885
provocó 80.879 muertes. La teoría galénica atribuía esta enfermedad a un
espesamiento de los humores por el frío, causantes de la obstrucción de
las venas del cuello, con acúmulo de los mismos, produciendo la
hinchazón y ulceración a nivel de las fauces y, en caso de descender y
progresar, una inflamación de la vía aérea y la muerte por sofocación. El
tratamiento estaba basado en la teoría de los humores: así pues, la
terapéutica recomendada se basaba en la sangría local para disminuir la
hinchazón, y los remedios tópicos y sistémicos que calentaran y
fluidificaran los humores, incluyendo emplastos calientes y secos, laxantes
y bebedizos de plantas de propiedades «secantes» para poder expulsar las
membranas. No fue hasta 1886 cuando se descubrió el agente causal por
Löffler. En 1888 Roux y Yersin descubren la toxina; von Behring y Kitasato
elaboran la antitoxina, y en 1923 Gastón Ramón desarrolló el toxoide
antidiftérico pudiendo elaborarse la vacuna. Sarampión El sarampión es
una infección viral, altamente contagiosa, que afecta predominante a la
población infantil y adultos jóvenes. Clínicamente se caracteriza por ser un

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cuadro con fiebre alta y la aparición de un exantema maculopapular junto
con síntomas de rino-querato-conjuntivitis. En ocasiones, en fases iniciales
de la aparición del exantema puede confundirse con la rubéola. Aunque
diferentes autores durante la segunda mitad del siglo XIX hacían
referencias a lesiones blanquecinas en la mucosa oral en pacientes con
sarampión, fue el pediatra americano Henry Koplik quien en 1896 publicó
un artículo sobre este tipo de lesiones que son exclusivas del sarampión y
que desde entonces se conocen como manchas de Koplik; suelen
aparecer en las fases iniciales de la infección y desaparecer poco después
del comienzo de la erupción cutánea. En el último tercio del siglo XIX se
produjeron varias epidemias de sarampión. Causaba una gran mortalidad
infantil; a lo largo del siglo provocó 80.629 fallecimientos. El virus fue
aislado en 1954 y la vacuna está disponible desde 1963.

Tuberculosis (tisis, consunción, escrófula, mal de Pott, plaga blanca)


Es la enfermedad infecciosa más prevalente en el mundo. Causada por
diversas especies del género Mycobacterium Tuberculosis. No fue hasta
1882 cuando Koch descubrió el bacilo causante de la enfermedad. Se
transmite por vía respiratoria y digestiva (leche de vacas infectadas).
Puede cursar con localizaciones extra pulmonares: sistema nervioso
central, meninges, oftálmica, cardiovascular, genito urinaria y diseminada
(tuberculosis miliar). A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX afectaba
más a los jóvenes siendo vista la muerte en el Romanticismo como una
liberación; y el suicidio o el abandono total hasta contraer la Tisis constituía
una meta admitida y deseada. A lo largo del siglo XIX permanecía vigente
la doctrina anti contagionista. Era una enfermedad hereditaria que
amenazaba con degenerar la raza y despoblar el mundo, y que
permanecía latente hasta que afloraba por componentes climáticos,
alimentación insuficiente, aire viciado en casa o en el trabajo,
hacinamiento, trabajo excesivo, onanismo y causas morales (pasión de
ánimo deprimente). La sociedad se atemorizó ante ella y trató de ocultarla.
No obstante, en la España del siglo XVIII, a diferencia de Europa, se
pensaba en una causa contagiosa, promulgándose ordenanzas avanzadas
de higiene pública que fueron abolidas con las conquistas napoleónicas.
Hasta mediados del siglo no se realizaron estudios epidemiológicos en
diversas ciudades españolas para conocer el alcance de la enfermedad. La
prevención y el tratamiento consistía en buena alimentación, habitaciones
sanas, trabajo moderado, salubridad en grandes poblaciones, inspección
de colegios para evitar el vicio del onanismo, y el alejamiento de los
enfermos para su recuperación en colonias escolares y sanatorios.
También se seguían utilizando medicamentos de lo más diverso e ineficaz
como el arsénico, el tanino, el yodo, las inhalaciones de alquitrán, la
creosota y la ingesta de alcohol.

Viruela
Es una enfermedad altamente contagiosa causada por el virus variola.
Desde tiempos milenarios afectó a la humanidad en forma de epidemias.
Se contagia por contacto directo del enfermo, sus fluidos y la ropa. Tenía
una mortalidad del 30%. El último caso conocido en el mundo fue en 1977.
La OMS la declaró extinguida en 1979. Tras un periodo de incubación de 7
a 17 días cursa con fiebre alta, cefalea, mialgias y la aparición de pústulas
en la cara, brazos y piernas, evolucionando a costras que se desprenden
en tres semanas, dejando cicatrices permanentes. El enfermo es
contagioso hasta que se desprenden las costras. No tiene tratamiento
específico y la medida preventiva es la vacunación. Edward Jenner en
1795 descubrió la forma de vacunarse (inoculación de material pustuloso)
sin saber la causa de la enfermedad y sin conocer exactamente cómo
funcionaba. En 1803 se inició una de las primeras expediciones
humanitarias del mundo: un grupo de 22 niños expósitos españoles
partieron hacia América en la corbeta Maria Pita, capitaneados por el
médico Francisco Xavier Balmis, transmitiendo la vacuna de brazo a brazo
entre ellos mismos y la población americana. Napoleón en 1805 ordenó
vacunar a sus tropas. En España, en cambio, durante la Guerra de la
Independencia se dejó de lado la práctica de la vacunación.

Paludismo (malaria)
Enfermedad producida por parásitos del género Plasmodium y transmitida
por mosquitos hembra del género Anopheles. Actualmente se producen

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200 millones de casos anuales en todo el mundo. No se descubrió el
parásito hasta 1880 por el médico militar francés Laveran. En España
afectaba a la cuenca de Llobregat, Delta del Ebro, Levante, Andalucía,
Extremadura y las dos Castillas; respetaba el Norte de España. Los
síntomas son variados con fiebre de 8 a 30 días, acompañada o no de
cefalea, dolores musculares, cansancio, sudoración nocturna, tos, diarrea.
Existe una forma de fiebre intermitente con intervalos de tres días (fiebres
tercianas). Para el tratamiento se conocía la eficacia de la corteza del árbol
Cinchona procedente de Sudamérica. En 1820 se extrajo el principio activo
(la quinina) por Pelletier y Caventon. Actualmente se detectan casos
importados. Está en fase de experimentación final una vacuna eficaz.

IV. CONCLUSIONES

IV.1. A partir de la mitad del siglo XIX la medicina científica se establece en


forma definitiva como la corriente principal del conocimiento y la práctica
médica.
IV.2 La ciencia química y biológica permanecía sumamente vinculada al
quehacer médico.

V. APORTES
INVENTOS
Estetoscopio: René Laennec,1816.
Anestesia: William Morton, 1846.

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Termómetro Clínico: Thomas Clifford Allbutt, 1866, los termómetros anteriores
tardaban una o más horas en establecer la temperatura.
Aspirina: Felix Hoffmann, 1899.
Método de la pasteurización: Louis Pasteur

ACONTECIMIENTOS IMPORTANTES
Crawford Long lleva a cabo la primera intervención quirúrgica con anestesia,
1842.
Publicación del artículo de Gregor Mendel Experiments on Plant Hybridization,
que da inicio a los estudios sobre genética, 1865.

TEORÍAS
Teoría Celular: Rudolf Virchow, 1839.
Teoría de la Evolución: Charles Darwin, 1859.
Doctrina Neuronal: Santiago Ramón y Cajal, 1889.
Teoría microbiana: John Snow, Luis Pasteur, Robert Koch y Joseph Lister, 1870.

DESCUBRIMIENTOS
Síndrome de Rokitansky.
ADN: Friedrich Miescher, 1869.
Neuroglia: Rudolf Virchow, 1874.
Rayos X: Wilhelm Röntgen, 1895.

VI. REFERENCIAS BIBILIOGRÁFICAS


J.Sutcliff. N. Duin. Ed. Barner and Noble. A history of Medicine. 1992.
Ruy Pérez Tamallo. Conceptos de Salud y Enfermedad. Fondo de Cultura
Económica, 1990.

Suárez, R. Salud-enfermedad: una categoría a repensar desde la antropología.


En R. Suárez (comp.), Reflexiones en salud: una aproximación desde la
antropología. Bogotá: Universidad de los Andes, 2001.

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