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I. INTRODUCCIÓN..............................................................................................2
II. COMPETENCIAS...........................................................................................4
III. CONTENIDO...................................................................................................5
IV. CONCLUSIONES......................................................................................... 29
V. APORTES.....................................................................................................30
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I. INTRODUCCIÓN
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practican están en contacto directo e íntimo con las personas en sus vidas
diarias. Los médicos son los intermediarios entre la ciencia y la experiencia
privada, interpretando problemas personales en el lenguaje codificado de los
conocimientos médicos. Durante los episodios de dolor y enfermedad los
enfermos viven una condición en la cual confían en el juicio del médico y son
propensos a creer y obedecer. La función terapéutica de la profesión también
conduce a su aceptación como líder soberano que dicta los estilos de vida,
normaliza la vida personal y familiar y condiciona quehaceres cotidianos
(levantarse, y acostarse a determinadas horas, practicar tal o cual ejercicio,
comer o no comer alimentos, etc.), es decir a través de una práctica se llega a
engendrar dominios del saber y hacer nacer formas nuevas de sujetos y sujetos
del conocimiento.
II. COMPETENCIAS
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III. CONTENIDO
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Las revoluciones burguesas, promotoras de ciudadanos librepensadores,
construyen a una nueva medicina científica y empírica, desligada de lo
místico y artesanal. Se culmina con la opresión de los viejos cánones
éticos del absolutismo y el catolicismo instaurando nuevos cánones,
nuevos calendarios. El siglo XIX verá nacer la medicina experimental de
Claude Bernard, la teoría de Omnia cellula a cellula de Rudolf Virchow, la
teoría microbiana de la enfermedad, la teoría de la evolución de las
especies de Charles Darwin, y la genética de Gregor Mendel.
Al identificarse a los microorganismos como causantes de numerosas
enfermedades, la medicina avanzó enormemente, de una forma mucho
más rápida que en cualquier otra época anterior de la historia. Al
conocerse esto, empezaron a emplearse métodos como los antibióticos, la
esterilización, además empezó a haber un aumento considerable de la
higiene. Todos estos avances lograron que la esperanza de vida que era
de tan solo 30-40 años a inicios del siglo XIX aumentara a 50-60 años a
inicios del siglo xx, siendo un avance tan rápido y eficaz nunca antes
logrado en la historia de la medicina.
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SALUD: “El estado de completo bienestar físico, mental y social y no
solamente la ausencia de enfermedad” 1946 (OMS).
Antes de esta definición, se consideraba sano al individuo que no
presentaba molestias o síntomas, es decir, a quien estaba libre de una
enfermedad visible.
Los siglos XVIII y XIX pueden ser considerados como los del triunfo del
discurso racional. La defensa de la salud se adapta perfectamente al
proyecto racional moderno. Se va introduciendo una visión optimista en el
progreso humano ilimitado que puede llevar a vencer la enfermedad, se
cree en una política sanitaria universal a favor de la salud. Los estados
nacionales y burgueses intervienen cada vez más en la vida pública y a
través de ella en la vida privada, la ciencia y la técnica se sienten más
capaces de dominar el mundo natural.
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Durante los siglos XVIII y XIX se produjo una gran transformación de
los hospitales europeos.
Médicos y cirujanos encontraron en estos hospitales nuevas
oportunidades y estímulos para el aprendizaje gracias a una
confluencia de factores:
Los fundadores, patronos y administradores buscaban que sirvieran
para formar médicos, y sobretodo cirujanos.
Las autoridades universitarias vieron la necesidad de contar con
hospitales asociados. (teoría-practica).
Los médicos encontraron nuevas vías y nuevos estímulos para adquirir
una experiencia hospitalaria.
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trombosis (término acuñado por él) y que porciones de trombos se pueden
desintegrar para formar émbolos (igualmente es su término). Un émbolo
libre en la circulación puede, eventualmente, quedar atrapado en un vaso
estrecho y conducir a una lesión seria en los tejidos vecinos.
En lo anterior se vio influenciado por muchos otros trabajos; entre ellos por
las observaciones de John Goodsir de Edinburgh y por las investigaciones
de Robert Remak, un neuroanatomista y embriólogo alemán, quien en
1852 fue uno de los primeros en señalar que la multiplicación de células
para formar tejidos está acompañada de división celular. En ese año
Remak concluyó que también en los tejidos enfermos las nuevas células
provienen de células ya existentes. Esta es la idea expuesta por Virchow
en omnis cellula e cellula y por lo tanto no es una idea del todo original.
Aunque se le debe a él la importancia en el contexto de la patología
celular.
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El año 1875 marcó también el inicio de su doctorado y de su vocación
científica. Santiago se compró su primer microscopio antes de ganar, en
1876, una plaza de ayudante de guardias, llevaba también los enfermos
privados de cirugía de su padre, en el Hospital Nuestra Señora de Gracia
de Zaragoza.
También en 1877 se encuentra documentado su ingreso en la logia
masónica Caballeros de la Noche, perteneciente al Gran Oriente Lusitano,
con el número de miembro 96 y el nombre simbólico de Averroes, el
médico andalusí.
En estos años comenzó para Ramón y Cajal una época de altibajos, con
un 1878 terrible, marcado por la enfermedad de la tuberculosis, y un 1879
de logros, con la obtención de la plaza de Director de Museos Anatómicos
de Zaragoza y su boda el 19 de julio, por amor y contra la opinión de sus
padres y amigos, con Silveria Fañanás García, con la que a lo largo de
cincuenta y un años de tranquila y colaboradora convivencia tendría siete
hijos: Santiago, Felina (Fe), Pabla Vicenta, Jorge, Enriqueta, Pilar y Luis,
de los que dos (Santiago y Enriqueta) fallecieron antes que él.
Ganó la cátedra de Anatomía Descriptiva de la Facultad de Medicina de
Valencia en 1882, donde pudo estudiar la epidemia de cólera que azotó la
ciudad el año 1885.
Descubrimiento de las neuronas.
En 1887 se trasladó a Barcelona para ocupar la cátedra de Histología
creada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. Fue en
1888, definido por el propio Cajal como su «año cumbre», cuando
descubrió los mecanismos que gobiernan la morfología y los procesos
conectivos de las células nerviosas de la materia gris del sistema nervioso
cerebroespinal.
En mayo de 1888 publicó en la Revista Trimestral de Histología Normal y
Patológica que los tejidos cerebrales no eran compuestos de conexiones
continuas como se creía hasta la fecha dadas las investigaciones de
Camillo Golgi, que si bien permitían ver los nervios y los tejidos cerebrales
su precisión no permitía evidenciar las neuronas.
Su teoría fue aceptada en 1889 en el Congreso de la Sociedad Anatómica
Alemana, celebrado en Berlín. Su esquema estructural del sistema
nervioso como un aglomerado de unidades independientes y definidas
pasó a conocerse con el nombre de «doctrina de la neurona», y en ella
destaca la ley de la polarización dinámica, modelo capaz de explicar la
transmisión unidireccional del impulso nervioso.
La doctrina de la neurona es la idea, fundamental hoy en día, según la cual
las neuronas son la formación básica y funcional del sistema nervioso.
Postula que las neuronas son células discretas (no conectadas para formar
un tejido), entidades genética y metabólicamente distintas, que tienen
cuerpo celular y expansiones (axón y dendritas), y que la transmisión
neuronal es siempre hacia la derecha (desde las dendritas al soma, y luego
a las arborizaciones del axón).
Entre 1897 y 1904 publicó, en forma de fascículos, su obra magna
Histología del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados.
Gracias a los detallados exámenes histológicos de Ramón y Cajal se
descubrió la hendidura sináptica, un espacio de entre 20 y 40 nanómetros
que separa las neuronas; este espacio sugería la comunicación mediante
mensajeros químicos que atravesaban la hendidura y permitían la
comunicación entre las neuronas, estudios continuados por el fisiólogo
inglés Henry Hallett Dale quien descubrió el primer neurotransmisor, la
acetilcolina, sentando así las bases de la comprensión del funcionamiento
tanto a nivel del Sistema nervioso central como del Sistema nervioso
periférico de la mayoría de drogas existentes y de las que se desarrollarían
posteriormente.
Propuso la existencia de las espinas dendríticas, una pequeña
protuberancia en la membrana del árbol dendrítico de ciertas neuronas
donde, típicamente, se produce la sinapsis con un botón axonal de otra
neurona, y en ocasiones contactan varios axones. La prueba de esto
mismo sólo llegó una vez desarrollada la microscopía electrónica durante
la segunda década del siglo XX.
Santiago Ramón y Cajal descubrió también el cono de crecimiento neural,
una expansión cónica del extremo distal de axones y dendritas en
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desarrollo, descrita por primera vez por él, que constituye la extensión de
un axón en desarrollo para conseguir una conexión sináptica adecuada a lo
largo del sistema nervioso.
Después de crear excelentes descripciones de las estructuras neuronales y
su conectividad, y proporcionar descripciones detalladas de los tipos de
células, descubrió un nuevo tipo de célula, la célula intersticial de Cajal
(ICC). Estas células se encuentran intercaladas entre las neuronas
incrustadas dentro de los músculos lisos que recubren el intestino,
sirviendo como generador y marcapasos de las lentas ondas de
contracción que mueven el material a lo largo del tracto gastrointestinal,
mediando la neurotransmisión de las neuronas motoras a las células
blandas del músculo liso.
Bibliografía:
Histología del Sistema Nervioso del Hombre y de los Vertebrados.
Reglas y consejos sobre investigación científica, publicada en 1897 y
una de las más difundidas de Cajal. Subtitulada Los tónicos de la
voluntad, fue traducida al alemán (1933), al japonés (1958), al húngaro,
portugués e inglés (1951) y al rumano (1967). En ella pueden leerse
desde consejos para la elección de esposa adecuada a un joven
investigador hasta sentencias como esta: "Para la obra científica los
medios son casi nada y el hombre es casi todo".
Recuerdos de mi vida, autobiografía literaria, que se publicó en
capítulos sueltos en la Revista de Aragón, entre 1901-1904, y le sirvió
de base para las posteriores ediciones de su colección de textos
autobiográficos.
Cuentos de vacaciones, subtitulados Narraciones pseudocientíficas y
publicados por primera vez en 1905. El libro está compuesto por cinco
cuentos titulados: "A secreto agravio, secreta venganza", "El fabricante
de honradez", "La casa maldita", "El pesimista corregido" y "El hombre
natural y el hombre artificial".
Psicología de Don Quijote y el quijotismo, breve ensayo literario que
escribió como discurso en la Facultad de Medicina de San Carlos el 9
de marzo de 1905.
Charlas de café (pensamientos, anécdotas y confidencias), publicado
en 1920 como Chácharas de café, un libro de máximas y aforismos,
muy popular como demuestran las diez ediciones que ya había
alcanzado en 1978.
El mundo visto a los ochenta años (subtitulado Impresiones de un
arterioesclerótico), la última obra literaria de Cajal, conclusa en 1934,
poco antes de su muerte. Está distribuida en tres partes: "Delirio de la
velocidad", "Degeneración del arte" y "Consuelos de la senectud".
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sus diagnósticos brillantes, certeros e inmediatos. A él se debe la
recuperación y expansión de las técnicas diagnósticas a través de la
percusión (adelantadas por Leopold Auenbrugger un siglo antes), y crea
en 1841 el primer departamento dermatológico junto a Ferdinand von
Hebra, el maestro de la dermatología del siglo XIX.
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ejercida hasta ese momento: De origen humilde, se formó en Pest y
posteriormente en el Hospital General de Viena, donde entró en contacto
con Skoda, Virchow, Hebra y Rokitansky, estudiando junto a este último los
procesos infecciosos en relación con las intervenciones quirúrgicas. De ahí
nacerá la obsesión que le acompañará toda su vida, y que le llevará,
durante su trabajo en una de las Maternidades del Hospicio General de
Viena, a establecer la fuerte sospecha de que la mortalidad materna por
una infección contraída durante el parto se debía a que los estudiantes no
se lavaban las manos antes de asistir a las parturientas. Obtuvo sus
evidencias mediante un rudimentario pero correcto estudio epidemiológico:
comparando las salas donde las mujeres eran asistidas sólo por matronas,
con las salas en las que los estudiantes ayudaban al parto, y en las que la
mortalidad era muy superior (hasta un 40% de las mujeres que daban a luz
en ellas morían por dicha infección). En realidad, y así lo postulo
Semmelweis, el origen de la infección se encontraba en que los
estudiantes acudían a los partos después de asistir a las sesiones de
disección de cadáveres, portando en sus manos un agente infeccioso
procedente del material putrefacto de los mismos. Y la solución, propuesta
y corroborada con un nuevo estudio por él mismo, se basaba en el lavado
de manos previo al parto con una solución de cloruro cálcico. Sin embargo,
y salvo contadas excepciones, el estamento médico oficial rechazó sus
evidencias, tildándolo de farsante.
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en un determinismo climático cuya influencia en la salud de los habitantes
era decisiva, argumentada en una teoría miasmática que concibe que las
enfermedades son producto de emanaciones pútridas de las aguas, del
aire y de sustancias orgánicas condicionadas por los cambios del tiempo
atmosférico, especialmente por las lluvias y las altas temperaturas; es por
ello que se habla de «calenturas estacionales». Se ponían, por este
motivo, productos aromáticos en ventanas y habitaciones. O bien la
enfermedad se originaba por un desequilibrio de alguno de los cuatro
humores (bilis negra, bilis amarilla, flema y sangre). Los tratamientos
estaban basados, al igual que en el siglo XVIII, en la «trina ordenación de
Celso»: dietética, cirugía y farmacoterapia. Tuvieron un gran predicamento
los vomitivos y purgantes; y una enorme difusión la práctica de las sangrías
(flebotomía y sanguijuelas).
Durante los primeros años del siglo XIX, los métodos terapéuticos básicos
empleados consistían en regímenes dietéticos generales, ejercicio físico,
reposo, baños y masajes, sangrías, escarificaciones, empleo de ventosas,
cauterización, transpiración, eméticos, purgantes, enemas y fumigaciones.
Se disponían de multitud de plantas medicinales y remedios minerales,
pero sólo un pequeño número tenían un fundamento fisiológico o incluso
empírico: la quinina para la malaria, la digital para la insuficiencia cardiaca,
la colquicina en la gota y los opiáceos para el dolor. Se utilizaban
compuestos arsenicales para el tratamiento de la fiebre intermitente, la
parálisis, la epilepsia, edemas, raquitismo, enfermedades cardíacas,
cáncer, úlceras. El antimonio era utilizado para las infecciones parasitarias.
Las enfermedades infecciosas
Eran las enfermedades más frecuentes y mortales a principios del siglo
XIX. La guerra propiciaba un medio idóneo para su desarrollo de forma
epidémica.
En la expansión de estas epidemias tenía un papel decisivo el escaso nivel
de vida de una población básicamente agrícola, de auto subsistencia, con
bajo nivel cultural e higiénico, escasez de médicos y escasa demanda de
sus servicios por una población que consideraba la mortalidad como un
parámetro natural e ineludible en muchos casos (Pérez Moreda, 1980).
Dependientes de las condiciones de vida, las enfermedades infecciosas se
presentaban, en el siglo XIX, como enfermedades sociales típicas. La
inexistencia, o ineficacia, de la actuación pública que ayude a combatirlas,
contribuye a reforzar el carácter discriminador que las distingue. La
infección hacía estragos entre las clases bajas y solía respetar a los
núcleos privilegiados (Nadal, 1988).
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fénico, quemar los focos contiguos al puerto y extremar la limpieza de las
calles.
Difteria (garrotillo)
Es una enfermedad infecciosa aguda epidémica, debida a la exotoxina
proteica producida por Corynebacterium diphteriae (bacilo de KlebsLöffler).
Puede afectar a todas las edades pero es más frecuente en la infancia. Se
caracteriza por la aparición de falsas membranas (pseudomembranas)
firmemente adheridas, de exudado fibrinoso, de color gris, que se forman
principalmente en las superficies mucosas de las vías respiratorias y
digestivas superiores, pudiendo producir obstrucción respiratoria,
ocasionando incluso la muerte por asfixia, parecido al método de ejecución
de reos conocido como «garrote vil». Usualmente afecta las amígdalas,
garganta, nariz, miocardio, fibras nerviosas o piel. Se transmite de persona
a persona por medio del contacto directo de las secreciones emitidas por
los estornudos, tos, piel u ojos. La difteria también se puede diseminar por
objetos o alimentos contaminados. Los síntomas generalmente se
presentan de 2 a 5 días después del contacto: secreción nasal acuosa y
sanguinolenta. Problemas respiratorios: dolor de garganta, ronquera,
dificultad respiratoria, respiración rápida, coloración azulada de la piel, paro
respiratorio. Tos similar a la de crup (perruna). Babeo (indica una
obstrucción inminente de las vías respiratorias). Fiebre. Lesiones en la piel.
También puede cursar de forma asintomática. Se confundía con otros
cuadros de anginas sépticas, escarlatina. La difteria ocasionaba, por
asfixia, el fallecimiento de la cuarta parte de los nacidos. Entre 1879 y 1885
provocó 80.879 muertes. La teoría galénica atribuía esta enfermedad a un
espesamiento de los humores por el frío, causantes de la obstrucción de
las venas del cuello, con acúmulo de los mismos, produciendo la
hinchazón y ulceración a nivel de las fauces y, en caso de descender y
progresar, una inflamación de la vía aérea y la muerte por sofocación. El
tratamiento estaba basado en la teoría de los humores: así pues, la
terapéutica recomendada se basaba en la sangría local para disminuir la
hinchazón, y los remedios tópicos y sistémicos que calentaran y
fluidificaran los humores, incluyendo emplastos calientes y secos, laxantes
y bebedizos de plantas de propiedades «secantes» para poder expulsar las
membranas. No fue hasta 1886 cuando se descubrió el agente causal por
Löffler. En 1888 Roux y Yersin descubren la toxina; von Behring y Kitasato
elaboran la antitoxina, y en 1923 Gastón Ramón desarrolló el toxoide
antidiftérico pudiendo elaborarse la vacuna. Sarampión El sarampión es
una infección viral, altamente contagiosa, que afecta predominante a la
población infantil y adultos jóvenes. Clínicamente se caracteriza por ser un
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cuadro con fiebre alta y la aparición de un exantema maculopapular junto
con síntomas de rino-querato-conjuntivitis. En ocasiones, en fases iniciales
de la aparición del exantema puede confundirse con la rubéola. Aunque
diferentes autores durante la segunda mitad del siglo XIX hacían
referencias a lesiones blanquecinas en la mucosa oral en pacientes con
sarampión, fue el pediatra americano Henry Koplik quien en 1896 publicó
un artículo sobre este tipo de lesiones que son exclusivas del sarampión y
que desde entonces se conocen como manchas de Koplik; suelen
aparecer en las fases iniciales de la infección y desaparecer poco después
del comienzo de la erupción cutánea. En el último tercio del siglo XIX se
produjeron varias epidemias de sarampión. Causaba una gran mortalidad
infantil; a lo largo del siglo provocó 80.629 fallecimientos. El virus fue
aislado en 1954 y la vacuna está disponible desde 1963.
Viruela
Es una enfermedad altamente contagiosa causada por el virus variola.
Desde tiempos milenarios afectó a la humanidad en forma de epidemias.
Se contagia por contacto directo del enfermo, sus fluidos y la ropa. Tenía
una mortalidad del 30%. El último caso conocido en el mundo fue en 1977.
La OMS la declaró extinguida en 1979. Tras un periodo de incubación de 7
a 17 días cursa con fiebre alta, cefalea, mialgias y la aparición de pústulas
en la cara, brazos y piernas, evolucionando a costras que se desprenden
en tres semanas, dejando cicatrices permanentes. El enfermo es
contagioso hasta que se desprenden las costras. No tiene tratamiento
específico y la medida preventiva es la vacunación. Edward Jenner en
1795 descubrió la forma de vacunarse (inoculación de material pustuloso)
sin saber la causa de la enfermedad y sin conocer exactamente cómo
funcionaba. En 1803 se inició una de las primeras expediciones
humanitarias del mundo: un grupo de 22 niños expósitos españoles
partieron hacia América en la corbeta Maria Pita, capitaneados por el
médico Francisco Xavier Balmis, transmitiendo la vacuna de brazo a brazo
entre ellos mismos y la población americana. Napoleón en 1805 ordenó
vacunar a sus tropas. En España, en cambio, durante la Guerra de la
Independencia se dejó de lado la práctica de la vacunación.
Paludismo (malaria)
Enfermedad producida por parásitos del género Plasmodium y transmitida
por mosquitos hembra del género Anopheles. Actualmente se producen
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200 millones de casos anuales en todo el mundo. No se descubrió el
parásito hasta 1880 por el médico militar francés Laveran. En España
afectaba a la cuenca de Llobregat, Delta del Ebro, Levante, Andalucía,
Extremadura y las dos Castillas; respetaba el Norte de España. Los
síntomas son variados con fiebre de 8 a 30 días, acompañada o no de
cefalea, dolores musculares, cansancio, sudoración nocturna, tos, diarrea.
Existe una forma de fiebre intermitente con intervalos de tres días (fiebres
tercianas). Para el tratamiento se conocía la eficacia de la corteza del árbol
Cinchona procedente de Sudamérica. En 1820 se extrajo el principio activo
(la quinina) por Pelletier y Caventon. Actualmente se detectan casos
importados. Está en fase de experimentación final una vacuna eficaz.
IV. CONCLUSIONES
V. APORTES
INVENTOS
Estetoscopio: René Laennec,1816.
Anestesia: William Morton, 1846.
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Termómetro Clínico: Thomas Clifford Allbutt, 1866, los termómetros anteriores
tardaban una o más horas en establecer la temperatura.
Aspirina: Felix Hoffmann, 1899.
Método de la pasteurización: Louis Pasteur
ACONTECIMIENTOS IMPORTANTES
Crawford Long lleva a cabo la primera intervención quirúrgica con anestesia,
1842.
Publicación del artículo de Gregor Mendel Experiments on Plant Hybridization,
que da inicio a los estudios sobre genética, 1865.
TEORÍAS
Teoría Celular: Rudolf Virchow, 1839.
Teoría de la Evolución: Charles Darwin, 1859.
Doctrina Neuronal: Santiago Ramón y Cajal, 1889.
Teoría microbiana: John Snow, Luis Pasteur, Robert Koch y Joseph Lister, 1870.
DESCUBRIMIENTOS
Síndrome de Rokitansky.
ADN: Friedrich Miescher, 1869.
Neuroglia: Rudolf Virchow, 1874.
Rayos X: Wilhelm Röntgen, 1895.
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