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Agorafobia

Problemas de la página

La agorafobia es un trastorno de
ansiedad que consiste en el miedo a las
situaciones cuya evitación es difícil o
embarazosa, o donde no se puede recibir
ayuda en caso de sufrir una crisis de
pánico.
Agorafobia

Las calles transitadas y los espacios abiertos suelen


provocar gran pánico en los agorafóbicos.

Clasificación y recursos externos


Especialidad Psiquiatría, psicología
clínica y psicoterapia
CIE-10 F40.00 Sin trastorno
de pánico, F40.01 Con
trastorno de pánico
CIE-9 300.22 Sin trastorno
de pánico, 300.21 Con
trastorno de pánico
 Aviso médico  
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Etimología
La agorafobia está especialmente
relacionada con el temor intenso a los
espacios abiertos o públicos en los que
pueden presentarse aglomeraciones. La
palabra procede de los términos griegos
"ágora", "plaza", y Φόϐος ("phobos"),
"miedo", está estrechamente relacionada
con el trastorno de pánico, y no es raro
que ambos trastornos sean comórbidos
es decir que ambos trastornos se
manifiesten e interactuen, ejemplos de
los miedos que experimenta el
agorafóbico están el de vivir una crisis, a
desmayarse, a sufrir un infarto, a perder
el control, a hacer el ridículo, entre otros.
La agorafobia es miedo al
miedo. Los agorafóbicos temen
las situaciones que puedan
generarles sensaciones de
ansiedad, miedo a la propia
activación fisiológica y a los
pensamientos sobre las
consecuencias de
experimentarlas, como la idea
de morir.[1]

Posibles causas
El trastorno se genera probablemente
por alguna experiencia negativa por parte
de la persona, quien al evitar las
situaciones parecidas está desarrollando
un mecanismo de aprendizaje que hace
permanecer el problema. Entre los
factores de riesgo se pueden incluir
episodios relacionados con intensos
niveles de pánico o experimentar eventos
estresantes, incluido el abuso sexual o
físico durante la infancia. El tratamiento
cognitivo-conductual de la agorafobia es
el más exitoso entre los utilizados y se
basa en someter al paciente a una
exposición gradual a las situaciones que
típicamente le provocan la ansiedad.

La agorafobia suele incluir o desarrollar


en la persona afectada otras fobias más
específicas, tales como estar o quedarse
solo/a (anuptafobia), fobia a los lugares
cerrados (claustrofobia), a las alturas
(acrofobia), al agua (hidrofobia), a estar
rodeado de gente (enoclofobia), a las
enfermedades (hipocondría), al día o a la
noche (nictofobia), al tiempo/clima
(cronofobia) o al sexo (erotofobia).

Conducta característica
El agorafóbico tiende a evitar situaciones
potencialmente ansiógenas, como lo
pueden ser salir de casa, usar
transportes públicos, ir de compras,
comer en restaurantes, entrar al cine,
hacer deporte, viajar, estar en lugares
públicos o áreas amplias, etc. Estas
situaciones pueden representar un grave
problema en la vida del agorafóbico,
pudiendo llevar a la persona afectada a
casi no salir de su casa con el fin de
tratar de evitar la gran cantidad de
ansiedad causada por el pánico.

Este trastorno tiene un mayor porcentaje


de pacientes mujeres que hombres.
Entre un 1% y un 5% de la población
española ha desarrollado un episodio
psicológico relacionado con la
agorafobia durante su vida.

Al igual que otras fobias, el tratamiento


más habitual es de tipo conductual o
cognitivo-conductual.
Síntomas
La gran mayoría de las personas
agorafóbicas experimentan una serie de
emociones desencadenadas por la
respuesta de ansiedad al ser sometidas
o expuestas al estímulo causante. El
afectado siente intensas sensaciones
fisiológicas que aparecen súbitamente o
como venidas de la nada, aumentando
gradualmente y apareciendo una tras
otra o varias combinaciones a la vez,
según la persona entre en un estado
emocional agudo.

Estas sensaciones generalmente son:

taquicardia.
ráfagas de calor/frío.
calor, sudor, sofoco.
temblores.
ahogo o falta de aire; hiperventilación.
mareo y vértigo.
sensación de irrealidad.
dolor u opresión en pecho.
astenia: fatiga o cansancio.
náuseas, dificultad para tragar,
sensaciones extrañas en el estómago
(como mariposas en el estómago).
visión borrosa o sensación de ver
luces.
pinchazos, calambres,
entumecimiento, tensión, piernas
débiles, pérdida de sensibilidad,
palidez.
sensación de orinar o evacuar, entre
otros.

Cada persona experimenta toda una


serie de respuestas fisiológicas en cada
uno de sus ataques de pánico, y lo que
hace es buscar ayuda de la manera
posible e inmediata para salir de tal
situación, para disminuir o cortar las
emociones y que a su vez le mantenga a
salvo.

No obstante con los síntomas, a todo


esto aparecen automáticamente
"pensamientos negativos o
catastróficos" que por obvias razones,
hace que aumente la respuesta
fisiológica, convirtiendo su ansiedad en
un verdadero pánico, volviendo así un
caos la estabilidad emocional del
afectado, ya que se siente
extremadamente fuera de control y
asegura que su estado físico-emocional
no terminará y culminará en algo
catastrófico (morir posiblemente).

Es importante resaltar que los


pensamientos negativos o catastróficos
aparecen automáticamente y como
venidos de la nada, aún cuando la
persona se esfuerce en no tenerlos, lo
que a su vez aumenta la respuesta
fisiológica. Dependiendo de la sensación
más aguda que se experimente, es el
pensamiento que su sistema nervioso
autónomo (cerebro) dará; donde
frecuentemente aparece el miedo a:

Tener un ataque al corazón: Aunque


es el miedo más común, es la reacción
más corriente provocado por el pánico.
Quienes sienten esto, generalmente
aparece en su cerebro la creencia de
que van a morir de un infarto.

Para que suceda un infarto o accidente


cardíaco, se necesitan características
muy específicas, como: lesiones graves
en el corazón o arterias cincundantes,
exceso de ácidos grasos en la sangre,
sobrepeso, vida sedentaria, consumo
excesivo de alcohol, tabaco u otras
drogas, antecedentes genéticos, edad
avanzada. Debe quedar claro que el
estrés por sí solo no causa accidentes
cardíacos, aunque se esté en el peor de
los ataques de pánico y reuniendo
algunas de las características antes
mencionadas la posibilidad es muy baja.

Lo que sucede en realidad es que


aparece una subida brusca en la
frecuencia cardíaca para enviar más
oxígeno a los tejidos y músculos del
cuerpo, ya que nuestro organismo se
prepara para correr o luchar. Por lo tanto,
más que provocar un accidente cardíaco,
lo que hace las subidas bruscas en la
frecuencia cardíaca es fortalecer el
corazón. Así, la próxima vez que se note
esta sensación se debe pensar que se ha
iniciado un entrenamiento de nuestro
corazón.

Ahogarse o asfixiarse: La única forma


de que una persona muera asfixiada es
que no llegue oxígeno a los pulmones,
y lo que sucede en un ataque de
pánico es completamente opuesto a la
asfixia; el nivel de oxígeno es superior
a lo normal. En este caso se está en un
estado antagonista a la asfixia.

Como parte de la respuesta de ansiedad,


nuestro organismo acelera el ritmo
respiratorio, haciendo la respiración más
profunda y rápida. La explicación ya se
conoce: se necesita más oxígeno en el
cuerpo para luchar o correr. Sin embargo,
si no se realiza una de estas actividades
caemos en un estado de
"hiperventilación". En nuestro organismo
hay más oxígeno del que se necesita, y
paradójicamente uno de los efectos que
esto produce es la sensación de asfixia o
falta de aire. En este caso se emplean las
técnicas de relajación y respiración.

Desmayarse: Este miedo es muy


habitual para quienes notan
sensaciones de mareo, vértigo,
debilidad o piernas flojas. Su temor es
el de un inminente desvanecimiento o
pérdida de la conciencia en pleno
ataque de pánico.

Fisiológicamente, los desmayos son


producidos por una bajada brusca de la
presión arterial. Si de pronto se
desacelera el ritmo cardíaco, la sangre
no llega con suficiente fuerza a nuestro
cerebro; entonces se produce un
desmayo. Sin embargo, cuando se está
en un ataque de pánico, ocurre todo lo
contrario: el corazón late con mayor
fuerza y aumenta la presión, con lo cual
es muy difícil desmayarse en ese estado.

Algunas personas que tienen este miedo,


quizás hayan pasado por algún desmayo
real. Si su caso es uno de estos, es
interesante que compare cómo un
desmayo es un alejamiento progresivo
de la realidad, como caer en un sueño
profundo, mientras que en el pánico es
todo lo contrario; el cuerpo se encuentra
«ultraacelerado» y lo que nunca ocurrirá
es desmayarse; si la adrenalina vaga
libremente por las venas.

Perder el control o volverse loco: Esta


creencia aparece como resultado de
notar anomalías en la visión, como "ver
lucecitas", sensación de irrealidad, o
pensamientos acelerados de querer
escapar.

Cuando se está en pleno ataque de


pánico, el organismo se prepara para
correr o luchar; así activa todo nuestro
cuerpo para una mejor reacción ante el
peligro y sobrevivir. En este caso
aumenta el campo visual dilatando
nuestras pupilas para un mejor alcance
visual de nuestro enemigo. Como esto
no sucede, la luz ambiental es
demasiada para las pupilas dilatadas,
dando a su vez la peculiaridad de ver
esas "lucecitas" vagas.

Por otro lado, cuando se cree que se va a


perder la razón pensado cosas como "me
siento mal", "¿dónde estoy?", "aquí no hay
salida", "algo me va a dar", "¿si hago el
ridículo?", "tengo que salir", "¿y si corro?",
"pediré ayuda ¡ya!", "voy a tener...", etc. A
partir de ese momento la persona piensa
que se está volviendo loca, que será un
enfermo mental, o quizás un
esquizofrénico.

Otras personas creen que harán


conductas extravagantes, ridículas o
violentas que pongan en peligro la
integridad física de otras personas o de
sí mismos, como: gritar, tirarse al suelo,
patalear, golpear, agredir o suicidarse.
Esta sensación aparece por la
percepción de descontrol que se tiene al
estar en pleno ataque de pánico.

Lo peor que puede pasar en esta


situación es que la persona escape a un
lugar seguro, "poniéndose a salvo", y esto
es algo que suele hacer voluntaria y
conscientemente. En el próximo ataque
de pánico, no hay de que preocuparse,
los músculos harán lo que solo se decida
hacer.

Miedo al miedo: Cuando se han


sufrido otros ataques de pánico, la
persona desarrolla otro miedo: el
miedo a sufrir otro ataque.

El verdadero miedo es que el ataque siga


y siga y no pare; otras personas temen
que el próximo ataque no tenga fin. En
este caso, es un buen momento para
emplear la terapia cognitiva-conductual;
el pánico es fruto de malas experiencias,
de aprendizajes inadecuados. El sistema
nervioso autónomo (cerebro) está
diseñado para trabajar a alta intensidad
pero en cortos periodos de tiempo.
Cuando el sistema simpático se activa,
también lo hace el parasimpático, que lo
controla y lo frena. Un ataque de pánico,
aún sin técnicas de control, solo durará
unos minutos.

Así que cuando se crea que nunca se


superará el problema o que se quedará
estancado en el clímax del pánico,
recuerde que es muy poco probable que
esto suceda.

¿Cómo surge el pánico en


una persona agorafóbica?
Lo primero a resaltar es que la ansiedad,
pero sobre todo el pánico, solo aparece
en ciertas condiciones, provocado por
situaciones, estímulos ambientales o
corporales muy específicos; siendo que
las principales situaciones que existen
en una persona agorafóbica son las
siguientes:

1- Ataque de pánico en una situación


agorafóbica. Este es un ataque de modo
previsible provocado por el estímulo
externo (lugar), ya que la persona ha
tenido ataques en la misma situación y
cree que hay muchas posibilidades de
sufrirlo nuevamente, lo cual hace que
aumente su temor, y al final termina
teniendo el ataque. Generalmente la
persona estimula su miedo
inconscientemente, sugestionándose al
momento de estar en tal situación, por la
que se ve obligado a huir del lugar.

2- Ataque de pánico previsible en una


situación segura. Este ataque surge a
raíz de estar muy activado
emocionalmente, ya sea por alegría,
estrés, tristeza, enfado o preocupación,
sin importar si se está en una situación
donde la persona se sienta segura. El
miedo aumenta al sentir que no se puede
tener un control repentino para cortar las
emociones y regresar a la normalidad.
3- Ataque de pánico imprevisible en una
situación segura. En este caso, el pánico
sucede cuando la persona se encuentra
en un sitio catalogado por ella misma
como “seguro” o de “antipánico” y su
estímulo disparador es interno. De
pronto y sin previo aviso el cuerpo toma
ciertas funciones fisiológicas o cambios
corporales vitales que hacen que la
persona los malinterprete con
pensamientos catastróficos
(autovigilancia), produciendo una gran
cantidad de ansiedad y al final termina
con el ataque. Estos cambios se
producen ya sea por el ambiente
(calor/frío), por esfuerzo físico o
ejercicio, digestión, cansancio o
enfermedad.

4- Ataque de pánico por anticipación.


Aquí la persona asegura que sufrirá un
ataque si es expuesta al estímulo
disparador de ansiedad, lo cual hace que
sufra el ataque aún sin antes haber sido
expuesta al estímulo. Esto sucede
debido a que la persona siente ansiedad
momentos antes de su exposición al
factor desencadenante, por lo que se
anticipa a éste instantes previos a
enfrentarlo, y su ansiedad es tal, que
culmina en lo que intenta evitar, pánico.

Terapia cognitiva-
conductual
El tratamiento no es más que un
enfrentamiento cara a cara con el
problema y consta de 3 pasos
básicamente. Aquí se reeduca al
paciente con teoría y conocimientos
sobre el tema central, se hacen
exposiciones interoceptivas (in vitro) y
exposiciones reales (in vivo). En pocas
palabras, hacer esta terapia cognitiva es
como jugar a ser científico, se observa la
realidad, se recopilan datos de lo que se
conoce, se analiza, se crea una hipótesis,
se experimenta y por último se obtiene
una ley.
Esto quiere decir que la terapia consta de
un análisis completo estudiando el
origen de la ansiedad, cómo surge, para
qué sirve, cuáles son sus componentes,
cómo se manifiesta y en qué nos
beneficia. Comprendiendo cómo la
ansiedad funciona y cómo ahora está
afectando la vida del paciente, este
deduce la razón del por qué su cuerpo
reacciona de esa manera, y del por qué la
mente le protege del supuesto peligro.

Con bases fijas de cómo surge la


ansiedad, pero sobre todo el pánico;
comienza la exposición interoceptiva (in
vitro), esto es provocándose
voluntariamente situaciones que le
generen ansiedad o pánico.

El objetivo de la exposición “in vitro”, es


que el paciente experimente estímulos
que desaten su ansiedad o pánico en
situaciones donde "supuestamente esta
a salvo"; para lograr comprender que sus
pensamientos automáticos son falsos,
que no vendrá una catástrofe como creía
desde un principio, que no sucederá
alguna tragedia, y que podrá enfrentar
una situación real que implique reto o un
comportamiento distinto. También aquí
se enseña al paciente a eliminar tensión
de su cuerpo, con ligeros ejercicios de
respiración y relajación (comúnmente).
Cuando el paciente está convencido de
que puede al sentirse apto y seguro de sí
mismo para enfrentar la realidad,
comienza la exposición “in vivo”, es decir,
se enfrenta cara a cara a su temor,
afrontando sus pensamientos y sus
sensaciones en la situación temida, y
comprobando aún más que no hay
peligro inminente que ponga en riesgo su
vida, que no vendrá la catástrofe que su
mente había creado.

Es importante que permanezca en tal


situación tanto tiempo como el paciente
lo necesite y lo soporte, para que poco a
poco desaparezca el malestar y
compruebe que las sensaciones son
totalmente inocuas e innecesarias; y si
se insiste más, llegará un momento en
que la situación no generara ningún tipo
de ansiedad, y la terapia habrá
funcionado.

Los primeros ensayos, pero sobre todo


las exposiciones "in vivo" serán largas y
duras. No se debe obligar al paciente a
hacerlo por la fuerza o bajo amenaza. Si
se desea ayudar, es mejor estimularlo
con ideas positivas, haciéndole ver
cuáles serán sus logros y beneficios
obtenidos cuando finalice su exposición
"in vivo". Por eso es importante que el
paciente lo haga voluntariamente; de
esta manera sentirá mayor satisfacción,
alivio, desahogo y confianza, pero sobre
todo capaz de hacerlo por sí mismo al
sentirse una persona sana.

Notas
1. José Pedro Espada Sánchez, "La
agorafobia", pág. 14.

Fuente bibliográfica
Espada Sánchez, José Pedro, "La
agorafobia", Mente y Cerebro, 37, 2009,
págs. 12-20.

Véase también
Ataque de pánico
Trastorno de pánico
Trastornos de ansiedad
Terapia cognitiva-conductual

Enlaces externos
Fobia Club, institución de lucha contra
las fobias (Argentina)
Asociación Madrileña de Agorafobia
Asociación Catalana contra la
Ansiedad
Fobias: Los miedos incontrolables

Obtenido de
«https://es.wikipedia.org/w/index.php?
title=Agorafobia&oldid=107083728»

Última edición hace 8 días por Gus…


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