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Dolo Eventual Una Categor ¡A Al Margen de La Ley MANDADO PARA ENCUENTRO NECOCHEA
Dolo Eventual Una Categor ¡A Al Margen de La Ley MANDADO PARA ENCUENTRO NECOCHEA
Dolo Eventual Una Categor ¡A Al Margen de La Ley MANDADO PARA ENCUENTRO NECOCHEA
6. En general se entiende por “dolo eventual” una forma de dolo que consiste
en la producción indiferente de un resultado típico que el autor se representó
mentalmente sólo como de posible o de probable producción.
Esta es la acepción más generalizada de lo que la mayor parte del pensamiento
penal argentino califica como “dolo eventual”.
3
NUÑEZ, Ricardo C, Derecho Penal Argentino, Parte General, II, ps. 58 y ss.
4
NUÑEZ, Ricardo C, Manual de Derecho Penal, Parte General, 3º edición, 3º
reimpresión, Lerner, Córdoba, 1981, p. 228.
5
FONTÁN BALESTRA, Carlos, Derecho Penal, Introducción y Parte General, p. 358.
6
Eugenio Raúl ZAFFARONI, Alejandro ALAGIA y Alejandro SLOKAR, Derecho
Penal, Parte General, ps. 524 y 525.
cuenta la posibilidad de la lesión del bien jurídico, es decir, cuenta con ella y se
conforma con la misma’ (…)”7.
12. Precisamente por existir tan enorme similitud entre lo que suele llamarse
“dolo eventual” y la culpa con representación (que son categorías pretendidamente
distintas para el sector ampliamente mayoritario del pensamiento penal actual), se
procuró encontrar la diferencia entre ellas, para justificar la autonomía de cada una
respecto de la otra.
La dogmática penal argentina buscó, entonces, la diferencia entre lo que
entendía que eran dos formas de responsabilidad subjetiva tan semejantes, para
pretender explicar las consecuencias tan disímiles a que da lugar cada una de
ellas.
En líneas generales, se ha entendido que si alguien se representa mentalmente
esa posibilidad de producción del resultado típico y, a pesar de ello, actúa siendo
indiferente a dicha producción, no le importa la probabilidad, acepta o asiente esa
posibilidad o, entre otras fórmulas, no hace nada para evitarlo, actúa con lo que
muchos llaman “dolo eventual”.
Mientras tanto y a diferencia de ello, se ha expresado que quien, en la misma
circunstancia, confía en que ese resultado lesivo (representado como posible) no se
va a producir, debido a que posee alguna habilidad personal capaz de evitarlo (buen
conductor, buen tirador, etc.), habría culpa. En la culpa, entonces, el sujeto no acepta
la lesividad típica que se representa como posible, sino que trata de evitarla.
Para esta concepción teórica hoy generalizada, la diferencia entre dolo y culpa
dependerá, por lo dicho, de la apreciación judicial acerca de la “aceptación indiferente”
del resultado lesivo o bien de la “confianza” en su no producción.
CITAR AUTORES
9
Nota de José Arturo RODRÍGUEZ MUÑOZ al Tratado de Derecho Penal de Edmund
MEZGER, ps. 178 y ss.
13. En verdad, resulta sumamente dificultoso determinar cuándo el autor que se
representó mentalmente como posible un resultado lesivo aceptó indiferentemente su
producción y cuándo, en cambio, confió en que no se iba a concretar.
El criterio de distinción trazado entre el denominado “dolo eventual” y la culpa
es bien impreciso y no acuerda bases firmes para una solución razonable de los casos
de la vida diaria. Por eso es que Raúl ZAFFARONI ha considerado que esta cuestión
constituye una especie de “cuadratura del círculo”.
Esto último ha hecho decir a Mariano H GUTIÉRREZ que “el distingo que
proponen (entre “dolo eventual” y “culpa con representación) 10 es de imposible prueba
y, por tanto, por más que parezcan lógicamente perfectas, no serán de ninguna
utilidad”11.
Esta es, en líneas generales, la explicación que todavía hoy predomina en el
derecho penal argentino acerca de la supuesta diferenciación entre lo que la teoría
denomina “dolo eventual” y la culpa (y que puede extraerse de las obras de derecho
penal y de las decisiones judiciales).
14. Para comprender las razones por las cuales el mal denominado “dolo
eventual” no es una especie de dolo, sino de culpa, es importante tomar en cuenta
cuál es la base legal del concepto de dolo Y CULPA en Argentina.
15.1.1. De acuerdo con ello ¿cuáles son los elementos del dolo? Los mismos
autores que basaron su concepto en la disposición legal contenida en el artículo 34
inc. 1 del Código Penal reconocieron en el dolo dos elementos: el cognoscitivo y el
volitivo.
Según SOLER, para el dolo “basta, pues, que haya tenido conciencia, ello es,
representación de lo que su acto significaba objetivamente y haya obrado a pesar de
esa representación; basta haber querido el acto, cuando su criminalidad haya sido
conocida (…) Conforme con nuestra ley, existe dolo no solamente cuando se ha
querido un resultado, sino también cuando se ha tenido la conciencia de la
criminalidad de la propia acción y a pesar de ello se ha obrado” 12.
Para NUÑEZ, “el dolo, con arreglo a la ley, es la determinación de la voluntad
hacia el delito. Implica una resolución delictuosa, la cual, como tal, exige que el autor
10
Añadimos el texto entre paréntesis para mayor claridad.
11
Mariano H. GUTIÉRREZ, Contra el dolo eventual, en Cuadernos de Doctrina y
Jurisprudencia Penal, Criminología, Nº 1, Ad-hoc, Bs. As., 2002, 1º edición, p. 248.
12
Sebastián SOLER, Derecho Penal Argentino, ps. 98/9.
comprenda la criminalidad de su acto y que diriga su acción (C.P., art. 34, inc. 1º y
2º)”13.
FONTÁN BALESTRA no dice que “obra con dolo quien en el momento de la
acción se representa un resultado criminoso como cierto, probable o posible, que
quiere o acepta, pues su producción no le detiene en su obrar” 14.
Como vemos, tales autores reconocen en el dolo, junto a un elemento
cognoscitivo, otro volitivo.
15.1.2.1. Los autores que reconocen esa fuente legal del concepto de dolo se
contentan con el conocimiento de dicha posibilidad (por lo que aceptan el “dolo
eventual” como dolo).
15.1.2.2. Sin embargo (para quienes compartan esa base legal del concepto de
dolo), resulta claro que, si se toma en cuenta que el error de hecho sobre los
elementos del tipo penal significa la falta de conocimiento de los hechos típicos,
entonces el reverso de tal error es el conocimiento efectivo de la concurrencia de los
elementos objetivos del tipo (y no el conocimiento de la simple posibilidad de que ellos
se presenten en el caso). Lo contrario a no conocer un elemento del tipo es el
conocerlo y no meramente saber que es posible su producción. No saber que mato no
es lo mismo que saber que mato (y esto último no sucede cuando tengo dudas sobre
si mato o no).
15. 1.3. De conformidad con el texto del artículo 34 inc. 1 del Código Penal
argentino, el dolo sería, entonces, el obrar con conocimiento efectivo de la
concurrencia de los elementos objetivos del tipo penal y, por ende, con conocimiento
efectivo de la producción de la lesividad típica, además de la voluntad de actuación
con tal conocimiento.
13
NUÑEZ, Ricardo C, Derecho Penal Argentino, Parte General, II, p. 48.
14
FONTÁN BALESTRA, Carlos, Derecho Penal, Introducción y Parte General, p. 360.
Si el autor no sabe si se va a producir el resultado típico y tiene dudas al
respecto (o, en otros términos, sabe que puede ocasionar o no dicho resultado), el in
dubio pro reo obliga a tratar el caso como un error de tipo, que elimina el dolo.
Igualmente, si el autor conoce el peligro concreto de realización de los
elementos típicos, pero no quiere producirlos y trata, entonces, de evitar su
realización, no habrá dolo por falta de voluntad de realizar los elementos objetivos del
tipo penal (ya que la voluntad de realización requiere el conocimiento de la efectiva
producción de la situación típica y no el conocimiento del mero peligro o la simple
posibilidad de concurrencia de los elementos típicos –y mucho menos cuando esta
última va acompañada de una voluntad de evitar la lesividad típica-).
15.1.5. De todos modos, para los que reconocen esta base legal del concepto
de dolo, este último necesitaría del conocimiento de la efectiva producción de la
tipicidad objetiva y de la consiguiente voluntad de realización (el querer la lesividad
típica) y ello es incompatible con lo que mayoritariamente se denomina “dolo
eventual”.
15.2. Mucho más clara se presenta la cuestión (o se debiera presentar) para los
que definimos el dolo a partir del artículo 42 del Código Penal argentino, que
contempla la punición de los casos de tentativa. El artículo 42 es, entonces, la regla
legal en la que debe apoyarse un concepto de dolo en Argentina.
15.2.1. De acuerdo con lo dispuesto por el artículo 42 del Código Penal, comete
tentativa y es punible con menos pena que el delito consumado “el que con el fin de
cometer un delito determinado comienza su ejecución, pero no lo consuma por
circunstancias ajenas a su voluntad”.
15.2.4. Como puede advertirse con meridiana claridad, obrar con determinado
fin significa hacerlo con el objetivo de lograr algo; con cierta y determinada finalidad;
para conseguir algo predeterminado; con la intención o con el propósito de dirigir los
medios hacia la obtención de algo propuesto; con el objeto de producir cierto efecto;
determinando la voluntad en orden a un objetivo.
Ese es, precisamente, el alcance que debe reconocerse al “fin de cometer un
delito determinado” al que alude al artículo 42 del Código Penal argentino.
15.2.5. Resulta obvio, a mi criterio, que el texto del citado artículo 42 no admite
posibilidad alguna de tipicidad culposa ni con lo que en general se viene denominando
como “dolo eventual”.
La tentativa debe ser siempre dolosa y el dolo es siempre dolo directo.
15
Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, Madrid, 1992, vigésima
primera edición, p. 685.
16
Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, ob. cit., p. 685.
17
Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, ob. cit., p. 1034.
18
Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, ob. cit., p. 1190.
19
Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, ob. cit., p. 831.
En el dolo de primero o de segundo grado el autor obra con el fin de cometer un
delito determinado, porque lo hace con el fin o propósito de matar a quien mata (tanto
por ser esa la meta principal de su acción como por ser él un resultado necesario para
lograr esa meta).
Para dar un ejemplo comúnmente brindado por las obras generales de derecho
penal, alguien puede tener la meta de matar al presidente con una bomba en el auto
pero, además, conoce que seguro se va a morir también la primera dama que iba a su
lado. Al conocer la muerte de la mujer como de segura producción, el autor tiene el fin
de producir ambas muertes (a las que quiere como meta y como medio necesario
para lograr ese objetivo). Si, por el contrario, supiera que la muerte de la mujer es sólo
posible, podría cometer un homicidio culposo respecto de ella, pero nunca doloso.
Dentro de este concepto de dolo puede incluirse, entonces, tanto el resultado
perseguido como meta como el resultado de segura producción que sea la
consecuencia necesaria de dicha meta, pero, por el contrario, no queda incluido el
resultado de posible producción.
15.2.7. Obra con dolo el que con el fin de cometer un delito determinado dirige
su conducta hacia la producción de la lesividad típica, representándose a esa
lesividad típica como de segura producción (siempre, claro está, que tal lesividad no
exista sólo en la imaginación del autor, sino que sea, además, posible debido a la real
capacidad lesiva de la conducta realizada).
Sobre el tema nos dice Ricardo C. NUÑEZ: “El lenguaje de la ley habla
claramente a favor de que la tentativa requiere que su autor tenga por objeto o motivo
de su acción el logro de un determinado delito. Este contenido especial del dolo sólo
es compatible con el dolo directo”20. La tentativa “requiere el dolo directo, consistente
en la intención de cometer el delito. El que obra sin prever o querer el delito (culpa),
así como el que lo hace previéndolo como probable (dolo eventual), no tiene al delito
de que se trata como objeto o motivo de sus actos y, por consiguiente, no actúa con
el fin propio de la tentativa” … Sólo intenta algo el que lo quiere hacer; no el que no lo
quiere hacer, pero admite que suceda ese algo” 21.
Al respecto sostiene Carlos FONTÁN BALESTRA: “La exigencia que la acción
se ejecute con el fin de cometer un delito determinado es inconciliable con el dolo
eventual”22.
De modo análogo se expresa Carlos CREUS, para quien “(…) el que quiere
consumar un particular delito y actúa con esa finalidad, lo hace con dolo directo (…),
pero no con dolo eventual y que en éste su querer no puede contener el fin de
cometer un delito, sino la previsión de cometerlo: el autor no se dirige a la ‘comisión’
20
NUÑEZ, Ricardo C, Derecho Penal Argentino, Parte General, II, p. 317.
21
NUÑEZ, Ricardo C., Manual de Derecho Penal, Parte General, p. 266 a 267.
22
FONTÁN BALESTRA, Carlos, Derecho Penal, Introducción y Parte General, p. 427.
con su conducta, sino que sólo admite la perpetración del delito como una
contingencia de la actividad que despliega en procura de otro fin. En nuestro derecho
al menos, dado lo estricto de la definición legal del art. 42, C.P., la tentativa aparece
incompatible con el dolo eventual (…) … la expresión fin del autor constituido por un
delito determinado es una ecuación que nos da como resultado interpretativo la
exigencia del dolo directo, porque el autor tiene que querer el delito, no sólo prever su
ocurrencia (…) … con mayor razón … ni existe una tentativa culposa, ni puede darse
una tentativa de delito culposo; en nuestra legislación surge expresamente así de la
descripción de la tentativa hecha por el art. 42, C.P., pues el querer el delito no
coordina con la simple previsión de un resultado, que, como vimos, es de la esencia
de la culpa, que en este aspecto tiene una base común con el dolo eventual” 23.
Es también la opinión de Jorge FRÍAS CABALLERO, Diego CODINO y Rodrigo
CODINO, para los cuales la tentativa con dolo eventual “(…) parece constituir una
contradictio in terminis ya que aquí no resulta admisible decir que alguien obra con
una finalidad indirecta, esto es, no querida o no deseada. El intentar hacer algo que no
se quiere hacer configura una torturada y retorcida imagen que no se compadece con
la lógica de los hechos. Finalidad es querer inmediato, esto es, dolo directo” 24.
Ya lo había dicho Francesco CARRARA: “Para afirmar que ciertos actos fueron
preordenados por el agente con el fin de obtener un efecto diverso del que ha
resultado, no basta estar en grado de considerar que el resultado no obtenido fue un
efecto que fácilmente lo podían producir los mismos actos, y que se podía prever con
facilidad, pues también es necesario estar seguros de que el agente no sólo pudo
preverlo, o que lo previó vagamente, sino que precisamente quería producir el efecto
no obtenido, antes que el efecto que obtuvo. Así, por ejemplo, es necesario estar
seguros de que quería matar y no sólo herir, cuando en realidad hirió y no mató. Esa
voluntad explícita, firmemente dirigida a conseguir un fin determinado, no se puede
sustituir por una previsión vaga, por la incertidumbre en que se encuentre el agente
acerca del efecto que producirá; en una palabra, no basta la situación del dolo
indeterminado”25.
15.2.9.c. Por razones diferentes admite también la tentativa con dolo eventual
Maximiliano RUSCONI, quien “parte de aniquilar la idea … de que la tentativa
minifiesta una imagen similar a la del error de tipo al revés. La tentativa no exige
conceptualmente a un tipo objetivo con déficit; no necesita un tipo objetivo incompleto.
En realidad, es posible pensar en ilícitos tentados que ostentan tipos objetivos
perfectamente manifestados (…). Claro que a la tentativa algo le falta, y es por ello
que se justifica la oferta punitiva: se requiere la ausencia de un resultado culpable. Es
por ello que sabiamente el art. 42 remite a la idea de la no consumación de un delito
(…). Es por ello que la falta de consumación de un delito puede provenir de la
ausencia de un resultado típico (aquí sí error de tipo al revés), de la presencia de un
resultado típico, pero no antijurídico, o de la presencia de un resultado antijurídico,
pero no culpable. Ello demuestra que la manifestación del defecto que lleva a la
tentativa puede operar luego de que ya se ha justificado la presencia del tipo subjetivo
(…). Es decir, ya se ha confirmado la presencia del dolo (directo, eventual o de
consecuencias necesarias), y luego descubrimos que el resultado se ha producido en
el marco de la presencia tardía de una causa de justificación, o que el sujeto activo se
ha transformado en un incapaz de culpabilidad, o ha aparecido un error de prohibición.
En ese caso, ¿qué debemos hacer? ¿volver a verificar la intensidad del dolo?
Evidentemente no, el tipo subjetivo ya se encuentra confirmado y el funcionamiento
27
Enrique BACIGALUPO, Derecho Penal, Parte General, Hammurabi, Bs. As., 1987,
ps. 291 y 292.
sistemático de la teoría del delito debe bloquear este regreso a la tipicidad, en
consecuencia: tentativa con dolo eventual. La tentativa y la intensidad del dolo se
definen en planos diferentes y autónomos”.
No concuerdo en absoluto con tal razonamiento. Que la tentativa sea posible
con la tipicidad objetiva completa, con un resultado típico pero no antijurídico o con un
ilícito no culpable nada tiene que ver con la exigencia legal de un determinado
elemento subjetivo para la tentativa. Este requerimiento legal de actuación con el fin
de cometer un determinado delito no puede desconocerse en ninguno de los casos
mencionados por el autor citado, aunque sea cierto que pueden aplicarse las reglas
de la tentativa cuando el resultado lesivo se produjo en forma justificada o inculpable
(en la medida en que, a su vez, concurra el mencionado propósito). En otras palabras,
para los que defienden la extraña categoría del “dolo eventual”, la circunstancia de
haberse comprobado la concurrencia de los elementos subjetivos del tipo penal no
significa que pueda haber, con ello, tentativa punible de ese tipo en particular, pues
todavía resta verificar si tales elementos subjetivos son los que exige la ley penal para
la tipicidad de la actuación tentada.
15.2.10. Las razones por las cuales no es punible en Argentina la tentativa con
dolo eventual son más que suficientes para excluir, directamente, al mal llamado “dolo
eventual” del ámbito del dolo.
Eso es así porque, como dijimos, la base legal del concepto de dolo en
Argentina se encuentra en la fórmula legal de la tentativa (en el artículo 42 del código
penal).
En otros términos, si el concepto de dolo se construye sobre la base de la
fórmula legal de la tentativa (del artículo 42 del código penal) y si la tentativa no
comprende su comisión con lo que muchos llaman “dolo eventual”, entonces el
concepto de dolo en Argentina no admite este último, el que sólo puede ser tratado
como un supuesto de culpa grave o temeraria (al menos mientras la ley penal no
contemple una categoría intermedia entre el dolo y la culpa a los efectos de
establecer, para dicha categoría, una escala penal intermedia entre ambas formas de
tipicidad subjetiva).
15.4. Uno de los temas más difíciles que se presenta hoy a la teoría penal es la
distinción entre lo que erróneamente se denomina “dolo eventual” y la culpa con
representación.
15.5. En cambio, la diferencia entre el llamado “dolo eventual” y el dolo directo
es mucho menos dificultosa, pues en el dolo directo el autor, además de quererla, se
representa mentalmente la lesividad típica como de segura producción (y no sólo
como posibilidad).
15.6. Lo que no puede discutirse es, como mínimo, la mayor cercanía del
llamado “dolo eventual” con la culpa que con el dolo, por cuanto en él el autor no
busca el resultado típico, sino que este último se produce por haber actuado el autor a
pesar de representarse como posible dicho resultado (que para el autor podía
ocasionarse o no) sin hacer nada para evitarlo.
Para el autor, el resultado típico podía o no darse, representándose en la mente
la mera posibilidad de su producción.
15.7. Tanto se parece más a la culpa que al dolo que, aún para los partidarios
de la categoría del “dolo eventual”, siempre resultó enormemente dificultosa su
diferenciación con la culpa conciente o con representación.
Tan es así que, incluso para la posición más generalizada, tal diferenciación
necesitará resolver la intrincada problemática de establecer cuándo el autor aceptó la
lesividad típica y cuándo, por el contrario, confió en su no producción, ya que en
ambos supuestos la realización de la tipicidad de su conducta fue representada como
posible para el sujeto.
15.9. Es que, de otro modo, se llega al absurdo de tratar un caso limítrofe con
la culpa con una escala penal demasiado superior a la prevista para la forma
culposa de comisión del hecho, mientras que, al mismo tiempo, otro caso también
ubicable en esa zona gris, por ser calificado como culposo, resulta punible de un
modo demasiado menor que el primero.
Para dar un ejemplo: si el homicidio es doloso puede ser penado con privación
de libertad de 8 a 25 años o con pena carcelaria perpetua (arts. 79 y 80 del Código
Penal argentino); si es culposo con pena privativa de libertad mínima de 6 meses o de
2 años, según el caso (art. 84 del Código Penal argentino).
¿Puede entenderse que dos casos no demasiado distintos sean sancionados
con penas tan diferentes? ¿Puede entenderse que uno sea condenado a la pena
mínima de 6 meses de cárcel, mientras que otro, en un supuesto muy similar pero
calificado como doloso con “dolo eventual”, resulte condenado al mínimo de 8 años de
la misma pena o, incluso, a perpetua? Los casos son muy parecidos pero las penas
demasiado diferentes.
19. Al mismo tiempo, Adrián TENCA, en nuestro país, se pronuncia también por
la inconstitucionalidad de la creación de la categoría del “dolo eventual”. El autor
sostiene que “el dolo eventual es una creación dogmática en perjuicio del imputado,
que importa la negación de todos los principios del derecho penal moderno y las más
elementales garantías constitucionales, pues, teniendo la estructura del tipo culposo,
se le aplica, haciendo una interpretación equívoca de lo que significa la política
criminal, la pena del delito doloso (…) … el dolo eventual es una invención y, en
realidad, no se trata más que de un tipo culposo (…) Aquellos que sostienen que el
dolo eventual es dolo, lo que hacen es redefinir el concepto de dolo en perjuicio del
imputado. O lo que es lo mismo: llaman perro a un animal de tres patas que maúlla
(…) … en éste no hay finalidad y … sin finalidad no hay dolo” 31.
El problema de esta posición es que su cuestionamiento a esta categoría,
aunque con ropaje reductor, ha sido formulada para sostener que los casos incluidos
en el llamado “dolo eventual” son, en verdad, ejemplos de dolo directo (y no de culpa).
Con ello no se entiende que la creación teórica del “dolo eventual”, para este autor,
perjudique al imputado, pues de todos modos él incluye los casos de “dolo eventual”
en la categoría del dolo directo, con lo cual su conducta resulta penalizada, en
Argentina, con la misma escala penal. Más bien su postura tiende a incrementar el
30
Mariano H. GUTIÉRREZ, Contra el dolo eventual, en Cuadernos de Doctrina y
Jurisprudencia Penal, Criminología, Nº 1, Ad-hoc, Bs. As., 2002, 1º edición, ps. 235 y ss.
31
Adrián TENCA, Dolo eventual: una creación dogmática en perjuicio del imputado.
Razones para su eliminación , en la ley on line, del 29/04/2012
poder punitivo, a través de la propuesta de tratar como dolo directo los casos
tradicionalmente comprendidos en el llamado “dolo eventual”.
22. No hay, entonces, tres clases de dolo, sino dos: el dolo (directo) de primer
grado y el dolo (directo) consecuencias necesarias. El dolo es siempre directo, pues
requiere siempre la dirección de la conducta hacia la producción de la lesividad típica.
23. Debe recordarse, en Argentina, el texto del artículo 278 inc. 2 del Código
Penal argentino relativo al encubrimiento (texto vetado por el decreto Nº 370/2000, B.
O. 10/5/2000), en cuanto hacía expresa mención a la categoría de la “temeridad o
imprudencia grave”, que comprende lo que usualmente se presenta hoy como “dolo
eventual”. Más allá del veto del Poder Ejecutivo, su sola mención en el texto inicial de
la ley 25246 (B. O. 10/5/2000) muestra la voluntad del legislador de acuñar, con una
escala penal mucho menor a la prevista para el mismo acto doloso, una categoría
comprensiva de aquella cuestionable clase de “dolo” pero considerada aquí como
“culpa grave”. Esto cobra relevancia en la medida en que no existe, en nuestro país,
fórmula legal alguna en la que pueda apoyarse el llamado “dolo eventual” como forma
de dolo, no quedando otra interpretación posible que considerarlo como una forma
grave de culpa.