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Criaturitas

Estaba feliz, contentísima, chocha.


(Despues de leermelo por segunda vez me di cuenta, que utilizas la palabra chocha, para dar idea
de demencia senil, pienso que la palabra chocha no vasta)
El aire olía a pino y limón. Las hornallas eran espejos.
Los rayos de sol que atravesaban las cortinas rosadas con moños rojos se reflejaban en los utensilios
bruñidos y la mesada impoluta.
Los azulejos le devolvían su imagen, de delantal con volados, camisa con cuello de encaje, rulos y
sonrisa.
(Me choca un poco la idea de tanta pulcritud, mas bien me inclino por una anciana, que ha
perdido todo contacto con la realidad y que la casa deberia estar mas bien abandonada y
descuidada)
Se miró las manos un poco regordetas, en las que alguna vez llevó una alianza de oro, pero que durante
mucho tiempo solo recordaron el tacto de las cosas de su casa, cacerolas, sartenes y escobas, por
muchos, muchos años.
(Muy buena esta imagen de la soledad que ella siente)
Desde que su marido se fue. Desde que sus hijos la abandonaron.
Pero eso ya había pasado.
(Es muy brusco este fatalismo de la anciana, no deberia decirlo el narrador, mas bien deberia
inducirse a traves de algun dialogo o descripcion)
Sacó del microondas su nueva camada de “criaturitas”. Los observó detenidamente. Sabía que no
empezarían a moverse hasta pasados unos segundos.
(Me gustaria que antes de pasar a las criaturitas, se describiera un poco mas la psicologia del
personaje, porque se refugia en las criaturitas)
Perfectos. No, casi perfectos. Eran mas redondos, mas robustos. Definitivamente habían perdido ese
apéndice que parecía una cola.
Comenzaron a agitarse. Les brindó su primer alimento con un gotero. Tres dulces lágrimas para cada
uno. Lágrimas de amor, de madre.
Emitieron ese sonido, entre gorjeo y suspiro. Su corazón se arrugó y sus ojos se humedecieron. Se
corrió para que no cayeran sobre ellos. Sabía que la sal no les hacía bien.
(Primero mencionas tres dulces lagrimas y luego hablas de sal, esto me confunde)
A su memoria volvió la primera experiencia. El frío que corrió por su espalda cuando descubrió que los
brownies se movían.
(Hasta ahora hablas de criaturitas y ahora saltas para brownies)
No puede ahora decirse que aquellos estaban vivos. No se estaban quietos, pero no emitían sonidos,
estaban lejos aún de reconocer su voz, o de cubrirse, luego, con ese pelusón verde-azulado.
El proceso había sido largo, difícil. Estudió y se esforzó. Probó. Con mucho trabajo y bastante suerte.
Sólo el descubrir la inconcebible cadena inicial de errores había sido casi un milagro.
El cambio de la sal por el bicarbonato, la luz ultravioleta en el microondas, la esencia de vainilla en mal
estado, fueron solo el principio.
(Pienso que la explicacion del proceso no aporta mucha, para mi es un cuento de personajes, y
toda la intensidad esta en como se vaya delineando la anciana ante el lector)
Se le hinchaba el pecho de orgullo por SU obra. Mas propia que sus propios hijos. Que a fin de cuentas
la maltrataban, la insultaban, la dejaban. Cuando ella solo quería cuidarlos, amarlos.
(Nuevamente el narrador nos da la explicacion de lo que la pasa, esto debia narrarse a traves de
algun dialogo o descripcion, que el lector lo pueda palpar directamente)
La soledad, la imposibilidad de compartirlo con alguien había sido, a fin de cuentas, un aliciente.
Ni su mejor amiga lo aceptó. Salió caminando para atrás sin dejar de mirar la bandeja. No llamó más.
Aún eso la empujó a seguir fortaleciendo su obra.
(Deberia describirse mas esta escena)
Obra que llena su vida: sus chiquititos, sus criaturitas. Que hay que cuidar, atender, alimentar. Que la
esperan y cantan cuando se acerca. Que iluminan sus mañanas, entibian sus tardes, enternecen sus
anocheceres.
(Alguien en el taller dijo que a la narracion le faltaba poesia, se equivoca)
Todo cobra sentido cuando los toma entre sus manos, los acaricia, los escucha susurrar, los lleva a la
boca, los siente sacudirse en el esófago, deja de percibir el gorjeo cuando llegan al estómago.
Y luego, a los veintiocho días exactos, la femineidad de sus setenta y cinco años estalla cuando emite
camadas de cinco a siete de sus hijitos.
(El dato de la edad debio haber aparecido desde el principio, ya a estas alturas no aporta nada)
Cada vez mas fuertes. Tanto que en muy poco tiempo dejará de ser necesario usar el microondas como
incubadora.
Y ese será el momento de enviarlos como regalo a los hogares de menores abandonadas. Para que
ellas también sientan la imperiosa necesidad de ser madres, de tragarlos y llevarlos a sus vientres . Para
que la ciudad, el mundo, se pueble de seres que valen la pena.
(Encaja mas con la logica del cuento, en lugar de hacer referencia a menores abandonadas,
referirte a ancianas solitarias o al menos a ambas)

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