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10 Mentiras en La Nutricion PDF
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2. “Tomar leche es bueno para los huesos”. ¿Qué opina de esta afirmación?
a) Verdadero.
b) Falso.
7. Las grasas saturadas (carnes grasas, aceite de coco, mantequilla…) son malas
a) Verdadero, pues son responsables de enfermedades cardiacas.
b) Falso, no hay ninguna relación entre ambas cosas.
9. El azúcar…
a) Es el peor ingrediente de nuestra dieta, hay que intentar desterrarlo.
b) Es bueno para la salud, pero no hay que abusar porque son “calorías vacías”.
c) Aporta energía al cerebro, ¡hay que tomarlo a discreción!
10. Para perder peso, lo mejor es seguir una dieta pobre en…
a) Grasas, pues la grasa se acumula bajo la piel y nos vuelve gordos y blandos.
b) Hidratos de carbono, pues es más eficaz a largo plazo y ayuda a mantener una mejor
salud cardiovascular.
Sumario
1. El desayuno ideal ......................................................................................................... 5
Selección de textos sobre salud cardiovascular publicados en Tener S@lud. Si todavía no está suscrito
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Entre todas ellas, he preparado una lista de 10 grandes mentiras, mitos e ideas falsas. No son las úni-
cas, pero me parece que son ideas claras que tendrán un gran beneficio sobre su salud. Ahí va la lista:
Encontramos una variante de este mito en las cajas de cereales, que martillean a los niños diciendo
que su desayuno ideal debe estar compuesto, por ejemplo, de un “bol de corn flakes con leche (para
el calcio) y zumo de naranja (para las vitaminas)”.
Estos desayunos son bombas de azúcar: el zumo de naranja es rico en fructosa, el “azúcar malo” que
aumenta la glucemia y que se transforma en grasa mala; la leche contiene mucha lactosa, que es otro
tipo de azúcar. El pan con mermelada, o los cereales, también tienen muchos glúcidos y, en contacto
con la saliva, el almidón del pan se transforma en glucosa y así se dispara el nivel de azúcar en sangre
pocos minutos después de su absorción.
Tanto azúcar obliga al páncreas a producir un montón de insulina, lo que puede conllevar una crisis
de hipoglucemia hacia las 11 de la mañana, con una disminución de la energía y un aumento del peso
en forma de grasas malas, todo acompañado de una sensación de hambre que no desaparece.
Asimismo, sustituir los glúcidos por grasas buenas permite que disminuya la glucemia (el nivel de
azúcar en sangre) y aumenta la sensación de saciedad, lo que disminuye el apetito y, por lo tanto, se
deja de picar durante el día.
Por eso, un buen desayuno debe aportar las suficientes proteínas y grasas buenas. Lo mejor es que incluya
alimentos como huevos, tortilla, aguacate, una loncha de salmón, de jamón, aceitunas, queso de oveja,
nueces, almendras y otros frutos con cáscara o, incluso, unas verduras acompañadas de una vinagreta.
Esto le dará una verdadera sensación de saciedad, le aportará energía y tendrá un apetito moderado al
mediodía que, a fin de cuentas, beneficiará su salud y su línea.
Ingerir más leche durante la adolescencia supone más riesgo en los hombres a padecer fractura de
cadera. En las mujeres, el consumo de leche no supone ningún cambio1.
Además, según un estudio del año 2012 publicado en el American Journal of Epidemiology, los hom-
bres que durante la adolescencia tomaron más lácteos tienen un riesgo significativamente superior de
desarrollar cáncer de próstata2.
Según Thierry Souccar, uno de los mayores especialistas en nutrición, de renombre internacional
(además de responsable de Los Dossiers de Salud, Nutrición y Bienestar, de los que tanto les hablo),
asegura que “es necesario que las autoridades sanitarias reconozcan su error y asuman que se habían
equivocado al incitar a toda la población a consumir de tres a cuatro productos lácteos al día ‘con el
objetivo de prevenir las fracturas’”. “Deben abstenerse a partir de ahora de fomentar el sobreconsumo
de dichos alimentos y recomendar la moderación”, asegura3.
La industria agroalimentaria lo sabe y por eso, cuando fabrica un alimento light, añade otras cosas
para compensar la falta de grasas.
Estos alimentos hacen que la sensación de tener ganas de comer apriete con fuerza. Las grasas, por
el contrario, dan una sensación duradera de saciedad porque se quedan más tiempo en el estómago
mientras las digieren los jugos gástricos.
Por lo tanto, es difícil adelgazar cuando se comen productos con bajo contenido en grasas.
La yema de huevo, según ellos, es poco menos que veneno, ya que es terriblemente rica en colesterol
y, por lo tanto, factor de enfermedades cardíacas.
Es cierto que una gran yema de huevo contiene 212 mg de colesterol, que es mucho en relación con
otros alimentos.
Sin embargo, también es cierto, tal como se ha demostrado, que el colesterol alimentario no aumenta
el colesterol sanguíneo. El colesterol sanguíneo lo fabrica el hígado a partir del azúcar. ¿Cuántas veces
habrá que repetirlo?
Cabe destacar también que la yema de huevo es muy rica en luteína y zeaxantina, dos antioxidantes
extraordinarios que protegen magníficamente los ojos contra las cataratas y la degeneración macular5.
A largo plazo, comer proteínas vuelve a los huesos más sólidos y disminuye tremendamente el riesgo
de fracturas, según un gigantesco trabajo de síntesis llevado a cabo recientemente por investigadores
de la Universidad de Connecticut (Estados Unidos). Restringir el consumo de proteínas se describe
incluso como “peligroso” para las personas con los huesos frágiles, según este estudio6.
En cuanto a los riñones, se trata de nuevo de otro mito. Estudios realizados en profundidad no han
demostrado ningún vínculo entre las dietas ricas en proteínas y los problemas de riñón en las personas
que gozan de buena salud7.
Pero ¡atención!: estamos hablando de personas sanas, sin problemas de riñón. En el caso de padecer
insuficiencia renal se ha demostrado claramente que una disminución del aporte de proteínas preserva
mejor la función renal en declive.
Comer más proteínas y menos cereales disminuye la tensión arterial, el nivel de colesterol y el riesgo
de enfermedades cardíacas8.
En definitiva: deje de tener miedo a las proteínas, basta con acompañarlas siempre de generosas can-
tidades de verduras por su efecto alcalinizante, que normaliza el pH.
No obstante, aquí hay un enorme malentendido, y es que no todos los ácidos grasos poliinsaturados
tienen esas propiedades.
Los ácidos grasos poliinsaturados omega 6 tienen un efecto inflamatorio (malo para las arterias),
mientras que los omega 3 son antiinflamatorios (buenos para las arterias).
El ser humano necesita consumir los omega 3 y los omega 6 de forma proporcional: si ingiere más
cantidad de uno debe ingerir también más del otro. Se necesitan entre dos y cuatro veces más omega 6
que omega 3. La alimentación moderna es mucho más rica en omega 6 (presente en el aceite de girasol
y el de maíz) y demasiado pobre en omega 3 (presente en el aceite de nuez y en el aceite de pescado,
entre otras fuentes), lo que explica en parte el ascenso de las enfermedades cardíacas. La relación es
a menudo de 1 a 20 ó incluso de 1 a 30.
Así pues, para mejorar su relación omega 6/omega 3, debe intentar disminuir el consumo de aceite de
girasol y de maíz y aumentar a su vez el consumo de aceites ricos en omega 3. El aceite de oliva, rico
en omega 9, también debe formar parte de su dieta.
¡Cuidado!: los ácidos grasos poliinsaturados son muy inestables, ya que se oxidan con facilidad y se
vuelven tóxicos y dañinos para la salud. Esta oxidación se produce cuando los aceites se almacenan
en botellas transparentes, expuestas a la luz, cuando las botellas se dejan abiertas sin el tapón y, con
más rapidez si cabe, cuando se calientan.
Por lo tanto, hay que conservar como un tesoro las botellas de aceite vegetal en la oscuridad, en un
lugar fresco y con el tapón puesto. Si vive solo o en pareja, elija botellas pequeñas para evitar tener
una misma botella abierta varias semanas. Piense en tomar cápsulas de aceite de pescado (muy rico
en omega 3) para mantener la buena relación omega 6/omega 3.
El aceite de linaza, pese a su consumo muy limitado en nuestro país, tiene interesantes propiedades
nutricionales. Se obtiene de la semilla del lino, y es muy rico en ácidos grasos omega 3, omega 6 y
omega 9. No sirve para freír (pues el calor lo descompone), sólo se debe consumir crudo. Debe con-
servarse en la nevera.
Esta novedad procedía de estudios sesgados y de decisiones políticas que se han demostrado ser un
desastre.
Una gran revisión de artículos científicos publicada en 2010 concluyó de manera definitiva en una
ausencia total de relación entre las grasas saturadas y las enfermedades cardíacas9.
Por lo tanto, no hay ninguna razón para privarse de las carnes grasas, del aceite de coco o de palma,
muy ricos en ácidos grasos saturados, ni incluso de la mantequilla o la nata líquida si le sientan bien
los productos lácteos.
Los alimentos grasos le aportan una sensación fuerte y duradera de saciedad, ya que tardan mucho en
digerirse. Se mantienen más tiempo en el estómago que los glúcidos y las proteínas. Así pues, permi-
ten regular mejor el apetito, limitar el picoteo entre horas, sentirse mejor, ser más activo y le ayudan
a recuperar su peso natural.
La revolución agrícola, a partir de la cual el ser humano empezó a comer cereales, se produjo hace
relativamente poco tiempo, si tomamos como referencia toda la evolución, y nuestros genes no han
cambiado prácticamente desde entonces. El ser humano moderno es, ni más ni menos, un cazador-
recolector con traje y corbata.
El tubo digestivo sigue siendo el mismo y no está hecho para digerir cantidades importantes de ce-
reales.
Los cereales son pobres en nutrientes esenciales, en comparación con las verduras. Los cereales inte-
grales también son ricos en ácido fítico, que se une a los minerales en el intestino, lo que impide que
sean asimilados10.
El cereal más extendido en los países occidentales es, con diferencia, el trigo, que puede provocar en
el ser humano todo tipo de problemas de salud, algunos menores y otros más graves.
El trigo moderno contiene grandes cantidades de una mezcla de proteínas llamada gluten, que una
parte importante de la población no tolera y se manifiesta en forma de alergias, intolerancias e hiper-
sensibilidades.
En ese caso, comer gluten puede dañar la pared intestinal, provocar dolores, gases, diarreas y fatiga11.
El consumo de gluten también se asocia, según varios estudios muy serios, a la esquizofrenia, que es
una enfermedad mental grave12.
De esta forma, reducir el consumo de cereales de la alimentación puede resultar excelente para la
salud, siempre que, por supuesto, se sustituyan las calorías que se pierden por un consumo mayor de
verdura, fruta, frutos con cáscara (como nueces, avellanas, almendras, nueces…) y otros alimentos
ricos en nutrientes.
Los especialistas llaman sacarosa al azúcar de mesa. La sacarosa está formada por una molécula de
glucosa y una molécula de fructosa.
Ahora bien, la fructosa es un azúcar malo si se consume aislado. En lugar de utilizarse para aportar
energía a las células o al cerebro, como la glucosa, la fructosa la metaboliza el hígado, que la trans-
forma en triglicéridos, que son grasas que circulan por la sangre y que aumentan el riesgo de enfer-
medades cardíacas.
Comer mucha fructosa provoca resistencia a la insulina y a la leptina, la primera etapa hacia el sín-
drome metabólico, la obesidad y la diabetes. Así pues, el azúcar de mesa es el principal responsable
de los problemas de peso y, sin ninguna duda, el peor ingrediente de nuestra dieta alimentaria. Como
es muy barato, es uno de los ingredientes que más utiliza la industria agroalimentaria. Constituye
incluso la principal materia prima de sectores industriales enteros como la confitería, la pastelería, la
industria de las mermeladas y la de bebidas.
Más que ir contra las grasas en la alimentación, hay que ir contra el azúcar… y verá cómo la aguja de
su báscula vuelve tranquilamente a su peso normal, sin hacer nada más.
Eso que se acumula bajo la piel y que nos vuelve gordos y blandos es la grasa. Así pues, se piensa de
forma simplista que al comer grasa se tiene que aumentar a la fuerza la capa de grasa corporal.
Sin embargo, no es tan sencillo. Es cierto que las grasas contienen más calorías por gramo que los
glúcidos y las proteínas, pero por otro lado tenemos un cierto rechazo natural a comer muy graso por-
que la grasa provoca rápidamente una sensación de saciedad e incluso de hastío, ya que la digerimos
con menos facilidad, sobre todo si se consume sola. Eso no pasa con el azúcar, que podemos comer
en grandes cantidades sin darnos cuenta, sobre todo cuando lo absorbemos en forma de alimentos que
no tienen un gusto azucarado, como son el pan, la pasta o las patatas.
A la hora de adelgazar, no hay casi ninguna diferencia entre una dieta pobre en glúcidos y una dieta
pobre en grasas.
Por el contrario, las dietas pobres en glúcidos parecen más eficaces a largo plazo. Además, mantienen
una mejor salud cardiovascular13.
Con esta lista en la mano de 10 grandes mentiras y mitos sobre alimentación, le propongo que se trace
algunos buenos propósitos para alimentarse mejor. ¿Se apunta al reto?
Fuentes:
1. Feskanich D, Bischoff-Ferrari HA, Frazier AL, Willett WC. Milk Consumption During Tee-
nage Years and Risk of Hip Fractures in Older Adults. JAMA Pediatr 2013 Nov 18.
2. Torfadottir JE. Milk intake in early life and risk of advanced prostate cancer. Am J Epidemiol
2012 Jan 15; 175(2): 144-53. Epub 2011 Dec 20.
3. “Boire du lait ne protège pas des fractures : nouvelles preuves”. Lanutrition.fr. 21.11.2013
4. Egg consumption and risk of coronary heart disease and stroke: dose-response meta-analy-
sis of prospective cohort studies”. : BMJ 2013;346:e8539
5. “Plasma Lutein and Zeaxanthin and Other Carotenoids as Modifiable Risk Factors for Age-
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Martine Delage, Investigative Ophthalmology & Visual Science (IOVS).
“Lutein and Zeaxanthin Status and Risk of Age-Related Macular Degeneration”. Catha-
rine R. Gale, Nigel F. Hall, David I. W. Phillips and Christopher N. Martyn. Investigative
Ophthalmology & Visual Science (IOVS).
“Evidence for protection against age-related macular degeneration by carotenoids and an-
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6. “Dietary protein and skeletal health: a review of recent human research”. Kerstetter JE,
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7. “Dietary protein intake and renal function”. 2005. William F Martin, Lawrence E Arm-
strong and Nancy R Rodriguez. Nutrition & Metabolism
8. “Effects of Protein, Monounsaturated Fat, and Carbohydrate Intake on Blood Pressure and
Serum Lipids Results of the OmniHeart Randomized Trial”. Lawrence J. Appel, MD, MPH;
Frank M. Sacks, MD; Vincent J. Carey, PhD; Eva Obarzanek, PhD; Janis F. Swain, MS,
RD; Edgar R. Miller, MD, PhD; Paul R. Conlin, MD; Thomas P. Erlinger, MD, MPH; Ber-
nard A. Rosner, PhD; Nancy M. Laranjo; Jeanne Charleston, RN; Phyllis McCarron, MS,
RD; Louise M. Bishop, RD; for the OmniHeart Collaborative Research Group JAMA. 2005;
294(19):2455-2464. doi:10.1001/jama.294.19.2455.
9. “Meta-analysis of prospective cohort studies evaluating the association of saturated fat with
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ter Lopez, Fanny Leenhardt, Charles Coudray and Christian Remesy. International Journal
of Food Science & Technology. Volume 37, Issue 7, pages 727–739, October 2002
11. “Gluten causes gastrointestinal symptoms in subjects without celiac disease: a double-blind
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12. “The gluten connection: the association between schizophrenia and celiac disease”. A. E.
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“Low-carbohydrate nutrition and metabolism”. Eric C Westman, Richard D Feinman, John
C Mavropoulos, Mary C Vernon, Jeff S Volek, James A Wortman, William S Yancy, and
Stephen D Phinney
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