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MÓDULO IV: EL PROCESO LABORAL

1. Teoría General del Proceso Laboral1


Con el procesalismo científico se inició la sistematización de los elementos
comunes a las diferentes disciplinas del derecho procesal. Se evitó el casuismo
extremo de la exégesis del siglo XIX y la obsesión de aplicar la metodología de las
ciencias exactas a la problemática y sistema que definen las ciencias humanas,
como es el caso del derecho. En esta virtud, como bien explica en cátedra Fix-
Zamudio, considera que se procedió a realizar el estudio científico y general de los
elementos comunes del proceso, respetando las diferencias peculiares de cada
derecho procesal en especial. Se realizó, por lo mismo, un estudio sistemático y
totalizador del derecho procesal sin perderse en la particularización que manejaba
al proceso como una expresión o apéndice del derecho sustantivo. La teoría
general del proceso no propende a estudiar ni acogerse a la teoría particular del
proceso civil, del penal, del laboral, etcétera, sino a analizar los conceptos y tesis,
principios e instituciones comunes a todos ellos, en una forma integral2.

Ciertamente, la teoría general del proceso surgió de las reflexiones de los


tratadistas de derecho procesal civil para luego proyectarse en el estudio de las
otras disciplinas procesales. Sin embargo, reitera Fix-Zamudio, la identidad de los
principios, instituciones y categorías comunes no significa que la teoría general del
proceso imponga una absorción que discrimine las particularidades de las
diferentes disciplinas del proceso. Se amalgamó, de esta suerte, la metáfora
carneluttiana de considerar a la teoría general del proceso como el tronco de un
árbol frondoso del que se desprenden diferentes ramas con sus propias
peculiaridades, pero todo alimentado de una misma y fructífera savia.

Al conjuro de los tiempos nuevos la autonomía del derecho procesal se fue


gestando y logró enriquecer sus contenidos en la práctica tribunalicia, en la
doctrina y en la legislación positiva; por lo que a partir del desarrollo de la teoría de
la acción, la teoría general del proceso comenzó a consolidarse, desde los inicios
del siglo XX, ciertamente dentro del esquema del derecho procesal tradicional.

Dentro de este orden de ideas, la teoría general del proceso tiene autonomía
científica a diferencia de las otras disciplinas procesales que tan solo cuentan con
autonomía didáctica para fines de estudio y academia. Se pondera, de igual forma,
que la función esencial del derecho procesal es no tan sólo servir sino el hacer
eficaz el derecho material. Se trata de una autonomía similar a la del derecho
probatorio o la teoría de la acción que no integran, sin embargo, un derecho
procesal independiente.

1
Dr. Héctor Santos Azuela en http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/boletin/cont/101/art/art6.htm (consultado al
22 de Octubre de 2014)
2
Alcalá Zamora y Castillo, Niceto, Estudios de teoría general e historia del proceso (1945-1972), México, Universidad
Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1974, t. I, p. 511

1
En una impronta distinta se sostiene que el derecho procesal social 3 ha generado
por fuerza su propia teoría científica, emanada de la realidad y la injusticia
reinante, misma que, por otra parte, resuelta antagónica e irreconciliable con el
derecho procesal burgués. Se trata de una disciplina revolucionaria, inspirada en
la tutela y reivindicación de quienes laboran en la ciudad y en el campo, así como
de los grupos humanos homogéneos económicamente desvalidos. Se habla de un
derecho procesal general de nuevo cuño, inspirado y surgido de las guildas, las
cofradías, los colegios, las corporaciones y los gremios, cuando no de los propios
consejos de prudentes. Vistos los nuevos reclamos y el imperativo de alcanzar la
justicia social, su finalidad propende a la tutela y la reivindicación de la población
trabajadora.

La autonomía del derecho procesal social es consecuencia de la evolución de sus


instituciones en contacto con sus propias realidades, de tal suerte que sus ramas
no se entienden expropiadas del derecho procesal tradicional. Por lo mismo, ha de
entenderse que la originalidad de sus normas, técnica y procedimiento son no sólo
incompatibles sino sustancialmente diversos de los del derecho procesal
tradicional.

Gran aportación para el estudio de esta nueva disciplina fue la trilogía estructural
del proceso: acción, jurisdicción y proceso, obra de Ramiro J. Podetti, quien la
refirió primero al derecho procesal civil, pero que se ha hecho extensiva a todas
las ramas procesales. Por tal motivo, la acción se estudió como una figura común
a todas las ramas de enjuiciamiento, entendida como el derecho abstracto de
obrar en juicio, cuya naturaleza corresponde al derecho constitucional de petición;
en la especie, de administración de la justicia. Concretado en la pretensión
procesal que es la afirmación del actor de merecer la tutela del derecho, esta
potestad puede invocarse en todos los campos del proceso: civil, penal, mercantil,
administrativo, agrario, laboral o constitucional.

Como presupuesto de la jurisdicción y derecho fundamental de la persona para


adquirir la impartición de justicia, la acción constituye uno de los elementos
capitales dentro de la estructura del proceso4. La acción es considerada, dentro de
esta perspectiva, como el elemento dinámico del proceso, por lo que Alcalá
Zamora5 afirma que "la energía o principio anímico de la actividad procesal
realizada por las partes, proviene de la acción, que únicamente así, y no recluida
en la demanda, alcanza su pleno desarrollo y se erige, por su trascendencia, en
uno de los conceptos fundamentales de nuestra disciplina".

Aunque con matices particulares en cada rama de enjuiciamiento, otros aspectos


comunes del proceso6 son, desde luego, la relación jurídica procesal, las partes,
los actos procesales, las pruebas, la sentencia y la ejecución. Sin embargo como
3
Refiriéndose, claro está, al derecho procesal laboral
4
Cfr. Pina, Rafael de, Curso de derecho procesal del trabajo, México, Botas, 1952, pp. 7 y ss.
5
Alcalá Zamora y Castillo, Niceto, op. cit., nota 7, p. 350.
6
Al referirse en conjunto a esta trilogía, Couture integra el estudio de la constitución del proceso. Cfr. Couture, Eduardo
J., , Fundamentos de derecho procesal civil, Buenos Aires, Depalma, 1993, nota 4, pp. 25 y ss.

2
otra de las piezas puntales del proceso, la jurisdicción propende a la solución de
los litigios, dando cuerpo y cumplimiento a la función esencial del Estado que es la
administración efectiva de justicia. Su importancia, como otro elemento esencial
dentro de la estructura del proceso, resalta ante la misión de garantizar, con
eficacia, la observancia práctica del derecho objetivo 7. Por lo anterior, apuntó
Couture8 que la función de esta figura es asegurar con la justicia, la subsistencia
pacífica, así como los más altos valores jurídicos "mediante la aplicación,
mentalmente coercible del derecho".

Como concepto esencial, el proceso se entiende también, como otra institución


común a todas las ramas del derecho procesal en las cuales siempre cuenta con
las mismas características esenciales. Se le explica de esta suerte, como la
sucesión de actos jurídicos encaminados a obtener la solución del litigio mediante
la intervención de un órgano jurisdiccional, imparcial y superior a las partes.

El proceso constituye así, la vía jurídica más desarrollada para dar solución
institucional a los litigios, mediante la aplicación de la voluntad autárquicamente
vinculatoria de la ley, al caso controvertido, por obra del juzgador 9. Por lo mismo,
como cauce de las pretensiones de las partes, el proceso constituye un
instrumento importante para la realización de la justicia y de esta suerte un
baluarte del Estado de derecho.

Ha de ponderarse, en fin, que son cuestiones basilares de la teoría general del


proceso el estudio del litigio, de la acción, la pretensión, de los tipos de proceso y
las formas de procedimiento, así como el procurar las orientaciones metodológicas
y didácticas para el estudio del derecho procesal 10. Constituye, por lo mismo, la
exposición científica de los conceptos, principios e instituciones comunes, en su
dinámica, a las diferentes disciplinas procesales o ramas de enjuiciamiento 11.

A. El derecho procesal del trabajo


Para la dogmática jurídica, el derecho procesal del trabajo regula los litigios
derivados de las relaciones individuales y colectivas de trabajo: su contenido
comprende dos tipos de procesos: el que soluciona los litigios del llamado trabajo
en general, y aquél que resuelve, en cambio, los litigios generados en las
relaciones de trabajo entre los órganos de la administración pública federal y sus
trabajadores.

Su reglamentación procesal se encuentra comprendida en la Nueva Ley Procesal


del Trabajo, Ley N° 29497.

A juicio de Fix-Zamudio, en su reflexión en cátedra, el derecho procesal


burocrático regula y promueve la solución de los conflictos laborales generados
7
Cfr. Alcalá Zamora y Castillo, Niceto, op. cit., nota 7, p. 50.
8
Couture, Eduardo J., op. cit., nota 4, p. 34.
9
Alcalá Zamora y Castillo, Niceto, op. cit., nota 7, p. 419.
10
Cfr. ibidem, pp. 517 y ss.
11
Cfr. ibidem, p. 533.

3
entre los empleados y los funcionarios públicos con las entidades de gobierno, ya
centralizadas o descentralizadas.

2. Principios del proceso laboral y deberes procesales

2.1. Principios del proceso laboral


La Ley 29497 inicia su regulación procesal con el título preliminar, que contiene 4
artículos. El primero de ellos establece y presenta los principios del proceso
laboral. La experiencia en la implementación de la NLPT a más de cuatro años de
su vigencia, refleja efectos positivos en la utilización de dichos principios en las
distintas etapas del proceso laboral, especialmente: la oralidad12.

Los principios laborales son definidos como «aquellas directrices que informan
algunas normas e inspiran directa o indirectamente una serie de soluciones, por lo
que pueden servir para promover y encauzar la aprobación de nuevas normas,
orientar la interpretación de las existentes y resolver los casos no previstos» 13.
También son concebidas como aquellas líneas directrices o postulados que
inspiran el sentido de las normas laborales y configuran la regulación de las
relaciones de trabajo con arreglo a criterios distintos de los que pueden darse en
otras ramas del derecho14.

Para el Tribunal Constitucional, los principios son aquellas reglas rectoras que
informan la elaboración de las normas de carácter laboral, amén de servir de
fuente de inspiración directa o indirecta en la solución de conflictos, sea mediante
la interpretación, aplicación o integración normativas. La relación laboral se
caracteriza en sí misma por la desigualdad, lo que hace que el empleador
devenga en la parte «fuerte» e «imponente» y el trabajador en la parte «débil» e
«impotente». Asimismo, señala que en el campo jurídico procesal se constata la
capacidad intimidatoria que se puede crear para impedir los reclamos en vía
litigiosa y la extensión de la posición predominante en materia de prueba por parte
del trabajador; por tal motivo, es que frente a ello se afirman los principios
protectores o de igualación compensatoria, por el cual, al reconocerse la
existencia asimétrica de la relación laboral, se promueve por la vía constitucional y
legal la búsqueda de un equilibrio entre los sujetos de dicha relación15.

Así, de las definiciones anteriores, la doctrina coincide en señalar que los


principios cumplen una triple función16: función informadora, cuando inspiran al
legislador y sirven de fundamento del ordenamiento jurídico; función normativa,
cuando actúan como fuente supletoria, en caso de ausencia de ley, lo que además
permite utilizar los medios de integración del derecho; y función interpretativa, al
momento de aplicación de las normas (como es el caso del principio in dubio pro
operario) por parte del juez o intérprete del derecho. Sin embargo, también
12
Ver anexos de la presente obra.
13
Plá Rodríguez, Américo (1998). Los principios del derecho del trabajo. Tercera edición. Buenos Aires: Depalma, p. 14.
14
Alonso García, Manuel (1960). Derecho del trabajo. Tomo I. Barcelona: Bosch, p. 247.
15
Expediente 008-2005-PI/TC, del 12 de agosto del 2005. Fundamento 20.
16
Plá Rodríguez 1998: 11.

4
cumplen una función finalista, al «permitir orientar hacia fines más amplios de
política legislativa»; una función de delimitación, al poner «un límite al actuar de la
competencia legislativa, judicial y negocial»; y una función de fundación, al
«ofrecer un valor para fundar internamente al ordenamiento y dar lugar a
creaciones pretorianas»17.

Artículo I.- Principios del proceso laboral


El proceso laboral se inspira, entre otros, en los principios de inmediación, oralidad, concentración,
celeridad, economía procesal y veracidad.

En la NLPT se contemplan como principios del proceso laboral los siguientes:


inmediación, oralidad, concentración, celeridad, economía procesal y veracidad.
Pasaremos a desarrollar cada uno de ellos.

2.1.1. Inmediación
A través de este principio se garantiza que el juez esté en contacto directo con las
partes y las pruebas durante el desarrollo del proceso, a fin de asegurar que el
juez cuente con mayores y mejores elementos de convicción para expedir una
decisión justa y arreglada a lo que realmente ocurrió en los hechos 18. De esta
manera, «la activa y directa participación del juez, le permitirá a este resolver los
juicios con prontitud y eficiencia, apreciando con criterio crítico y de conciencia los
casos concretos»19.

Este principio constituye la condición básica para lograr, en la medida de lo


posible, la determinación de la verdad de los hechos. La información, el examen
de la prueba, debe realizarse con la presencia, comunicación e interacción de los
jueces y de las partes intervinientes20. Asimismo, implica que el juez debe presidir
personalmente las audiencias respectivas y actuar directamente las pruebas.
Adicionalmente, con el principio de inmediación se busca también que las partes
puedan apreciar la personalidad e idoneidad del magistrado que debe juzgar la
causa encomendada21.

En resumen, las características fundamentales de la inmediación son: i) la


presencia de las partes y demás sujetos procesales ante el juez, ii) la ausencia de
un intermediario entre las cosas y sujetos procesales y el juez, y iii) la identidad
física del juez que estuvo en contacto directo con las partes y quien dictará la
sentencia22.

17
Podetti, citado en De Buen Lozano, Néstor (1997). Instituciones de derecho del trabajo y de la seguridad social. México
D. F.: Universidad Nacional Autónoma de México, p. 140.
18
Monroy Gálvez, Juan (2009). Teoría general del proceso. Lima: Communitas, p. 197.
19
Acevedo Mena 1989: 42.
20
Gamarra Vílchez, Leopoldo (2011). «El título preliminar de la nueva Ley Procesal del Trabajo». En Ávalos Jara, Oxal
Víctor (director). Estudios sobre la nueva Ley Procesal del Trabajo. Lima: Jurista, p. 149.
21
Romero Montes, Francisco Javier (2011). El nuevo proceso laboral. Doctrina, legislación y jurisprudencia. Lima: Editora
Jurídica Grijley, p. 45.
22
Quintero, Beatriz y Eugenio Prieto (2000). Teoría general del proceso. Temis: Bogotá, p. 131.

5
Analizando la norma procesal antecesora, el artículo I de la Ley 26636, en ese
sentido, señaló lo siguiente: «Las audiencias y actuación de los medios
probatorios se realizan ante el juez, siendo indelegables bajo sanción de nulidad».
Esta disposición no ha sido replicada expresamente en la NLPT, pero debe ser
considerada plenamente aplicable, según se desprende de otros artículos de la
propia norma.

El predominio de la oralidad en el nuevo proceso laboral va de la mano con la


inmediación. Según Pasco Cosmópolis, «oralidad e inmediación conforman el
binomio clave que permite al juez conocer las interioridades del proceso en forma
directa, sin dilaciones y sin intermediarios, lo cual resulta vital para la apreciación,
valoración e interpretación de la prueba». Paredes Palacios, por su parte,
considera que en los sistemas orales, a diferencia del proceso escrito, «existe una
relación directa entre el juez y el material probatorio, ya que las pruebas se
presentan, fundamentalmente, en la audiencia y el juez presencia la declaración
de los testigos y la exposición que las propias partes hacen respecto de los
hechos en litigio. En esta forma el juez se encuentra en mejores condiciones para
valorar la cuestión controvertida»23.

La NLPT destaca la importancia del principio de inmediación y su relación con el


diseño oral de un proceso por audiencias, regulando expresamente en su artículo
12, inciso 1, lo siguiente: «Las audiencias son sustancialmente una debate oral de
posiciones presididas por el juez, quien puede interrogar a las partes, sus
abogados y terceros participantes en cualquier momento».

2.1.2. Oralidad24
La oralidad y la escritura son las dos formas externas que, de manera general,
pueden adoptar las actuaciones procesales. De ahí que se defina a estos
principios como aquellos en función de los cuales la sentencia debe basarse solo
en el material procesal aportado en forma oral o escrita, respectivamente. Sin
embargo, en la actualidad no existe un sistema puramente oral o escrito, sino
procesos con tendencias a uno u otro sistema. En este horizonte, la oralidad no
significa ausencia absoluta de la escritura, un procedimiento totalmente oral es
imposible jurídicamente, además hay que aceptar que ni la oralidad ni la escritura
sirven por sí solas para garantizar una decisión justa, siendo necesaria una
combinación de ambas. La oralidad (proceso oral) y escrituración (proceso escrito)
no son términos necesariamente antitético o que mutuamente se rechazan, ya que
ninguno de ellos es absoluto25.

Se suele señalar que nos encontramos ante un proceso oral cuando existe un
predominio de la palabra hablada como medio de expresión, aún cuando ello
puede atenuarse a través del uso de escritos de alegaciones y de documentación,
y la existencia de audiencias en las que exista un contacto directo del juez con las

23
Paredes Palacios, Paul (1997). Prueba y presunciones en el proceso laboral. Lima: ARA Editores, p. 443.
24
Principio del proceso laboral introducido con la nueva Ley Procesal del Trabajo.
25
Sagardoy Bengoechea, Juan (2003). Prontuario del derecho del trabajo. Sexta edición. Madrid: Civitas, p. 830.

6
partes tanto para debatir oralmente cuestiones jurídicas o fácticas, como para
apreciar directamente los elementos sobre los que deberá fundamentarse la
sentencia.

A través de la aplicación del principio de oralidad se propicia el intercambio de la


información entre los sujetos procesales y el juez, el cual se realiza de manera
dinámica y efectiva, pues la oralidad permite al juez, como director del proceso,
conocer la controversia desde que las partes exponen sus pretensiones y
contradicciones, lo que genera convicción en el magistrado de manera progresiva,
la cual es desarrollada de manera simple y célere. Esto le permite absolver dudas
y aclaraciones sin recurrir a mayores formalidades. Asimismo, le permite apreciar
las actitudes de las partes, su expresión corporal, las contradicciones en las que
incurren, etcétera, lo que contribuye a una mejor apreciación de los hechos.

Por tal razón, hemos señalado supra que el principio de oralidad se encuentra
íntimamente ligado con el desarrollo de los principios de inmediatez,
concentración, sencillez e, incluso, celeridad, los cuales se encuentran presentes
cuando el juez recibe las declaraciones de las partes, testigos, apreciación de los
medios probatorios de manera directa, por cuanto se desarrollan en una sola
audiencia varias diligencias, lo que permite una apreciación conjunta de los
medios probatorios y convierte al sistema en uno más fluido y preciso. Incluso se
ha sostenido que oralidad en sentido amplio significa «inmediación, concentración,
publicidad, unidad de instancias, libre valoración de la prueba, celeridad y
simplificación de formas»26.

El principio de oralidad es pues «aquel que propicia que el juez en las diligencias
del proceso participe directamente con intervención de las partes y donde las
exposiciones y articulaciones se realicen mediante la palabra hablada” 27. En un
trabajo anterior28, destacamos que son consecuencia del principio de oralidad las
siguientes: a) la concentración, b) el carácter irrecurrible de las resoluciones
interlocutorias, c) predominio de la palabra hablada y d) la inmediación o identidad
física del juez.

Pasco Cosmópolis, señala que lo que caracteriza al proceso oral no es solo que
las cosas, en vez de escriturarse, se verbalicen, sino que todo el trámite se realice
en audiencia, con la presencia indispensable e insustituible del juez, quien se
convierte en verdadero protagonista al dirigir, enrumbar y conducir todas las
actuaciones, en el menor número de actos procesales29. Agrega este autor que
para que el principio de oralidad cumpla sus objetivos de sencillez, celeridad,
concentración e inmediatez, es necesario que se cumplan los siguientes
presupuestos: 1) las actividades centrales del proceso deben ejecutarse en

26
Paredes Palacios 1997: 108.
27
Acevedo Mena 1989: 40. Se destaca como antecedentes de la oralidad la diligencia de comparendo y la inspección
ocular y las de investigación que el juez promovía sobre la base de su atribución inquisitiva prevista en el artículo 48,
inciso a, del Decreto Supremo 03-80-TR.
28
Ibídem.
29
Pasco Cosmópolis 2010: 57.

7
audiencia presencial continua con asistencia forzosa de las partes y bajo la
presencia inexcusable del juez; 2) todas las actuaciones deben ejecutarse en
forma oral (interrogatorios, testimonios, peritajes, etcétera), lo que debe ser
registrado no solo en actas escritas sino a través del uso de las nuevas
tecnologías, y; 3) la sentencia debe ser dictada en la propia audiencia en forma
casi instantánea, cuando el juez está todavía bajo el impacto intransferible de lo
que acaba de vivir.30

Para Jorge Toyama Miyagusuku y Luis Vinatea Recoba, los efectos de


encontrarnos frente a un proceso eminentemente oral son los siguientes: a) mayor
celeridad, b) real eficacia al principio de inmediación, c) mayor publicidad del
proceso, d) favorecimiento del poder de dirección del proceso del juez, e) evita en
mayor medida el proceso escrito, la inconducta procesal y f) favorece el principio
de concentración. Asimismo, consideran que este principio de oralidad se viabiliza
y exterioriza en 1) la realización de las audiencias, que deben darse de manera
oral; 2) el registro en audio y video de estas; 3) la oralidad de la audiencia de
juzgamiento; 4) el interrogatorio de las partes, testigos y peritos; 5) la oralidad en
los alegatos y sentencia, y 6) la interposición y resolución de los medios
impugnatorios31. Precisamente respecto de esta última característica, ahora tanto
en primera o segunda instancia, así como en la Corte Suprema, los litigantes
pueden conocer el fallo en seguida; y en segunda instancia, además de este, las
razones que la sustentan de modo lacónico. En estos supuestos —además— se
cita a las partes para que, dentro del quinto día de realizada la audiencia, las
partes acudan al local del juzgado o sala a fin de ser notificados con el íntegro de
la resolución emitida.

En efecto, la NLPT ha pretendido cambiar la estructura del proceso a fin de


convertirlo en uno con tendencia predominante a la oralidad, en el que «las
exposiciones orales de las partes y sus abogados prevalecen sobre las escritas
sobre la base de las cuales el juez dirige las actuaciones procesales y pronuncia
sentencia». En ese contexto, «las audiencias son sustancialmente un debate oral
de posiciones presididas por el juez», en las que el juez se constituye en el
principal protagonista del proceso, contando para ello con la facultad de interrogar
a las partes, sus abogados y terceros participantes en cualquier momento de la
audiencia. Las actuaciones realizadas en la audiencia, salvo la etapa de
conciliación, son registradas audiovisualmente para garantizar la fidelidad,
conservación y reproducción de su contenido, todo lo cual se contempla en el
artículo 12.1 de la NLPT.

Asimismo, con la Ley 29497 se pretende introducir el principio de oralidad en el


proceso laboral a través de dos tipos de procesos: el ordinario y abreviado laboral.

30
Ibídem.
31
Toyama Miyagusuku, Jorge y Luis Vinatea Recoba (2010). Comentarios a la nueva Ley Procesal del Trabajo: análisis
informativo. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 28 y 29.

8
2.1.3. Concentración
A través de este principio se busca reunir el mayor número de actos procesales en
el mínimo de diligencias, para propiciar así la continuidad y unidad de dichos
actos, a fin de que estos no se vean afectados por dilaciones que alarguen
innecesariamente la duración del proceso. Como he señalado en otro trabajo, «la
concentración, que es un correlato del principio de oralidad, permite que en el
proceso laboral se realicen el máximo de actuaciones en un mínimo de
diligencias»32. Por otro lado, Ciudad Reynaud señala que a través de este principio
«se pretende reunir los actos procesales de una manera tal que en un breve lapso
se cumpla con la sustanciación del procedimiento, realizando la mayor cantidad de
actos procesales en una misma audiencia con el propósito de evitar retardos
innecesarios»33.

En consecuencia, el principio de concentración significa que el proceso laboral


reunirá en actividades procesales unitarias, muy numerosos y variados actos
procesales, que se suceden los unos a los otros sin solución de continuidad y sin
plazos ni términos de tiempo que los separen34.

La Ley 26636, en su artículo I, define este principio señalando que a través de


este «el proceso se realiza procurando que su desarrollo ocurra en el menor
número de actos procesales». La NLPT pretende darle eficacia real a dicho
principio concentrando el menor número de actos procesales en el diseño de las
audiencias previstas tanto en el proceso laboral ordinario como el abreviado
laboral, y procurar así que el proceso laboral sea más rápido, breve y sencillo, lo
que contribuirá finalmente a hacer efectivo el principio de celeridad 35, el cual
desarrollaremos en el apartado siguiente. Así, en el proceso ordinario laboral, la
concentración se manifiesta en la audiencia de juzgamiento, la cual concentra las
etapas de confrontación de posiciones, actuación probatoria, alegatos y sentencia;
todas las que se llevarán en un solo momento, en un solo día. Sin embargo, el
legislador permite al juzgador que disponga, cuando la actuación no se hubiese
agotado, que la actuación probatoria continúe y concluya dentro de los cinco días
hábiles siguientes al día de inicio (artículo 46, numeral 6, de la NLPT). Por su
parte, en el proceso abreviado laboral existe una audiencia única, que también
concentra todas las etapas anteriores.

2.1.4. Celeridad
Este principio no figura en la Ley 26636. Con la NLPT, la especial naturaleza que
revisten los derechos sociales, que en la mayoría de casos tienen carácter
alimentario, impone que el proceso laboral cuente con plazos cortos y perentorios
a fin de que el proceso sea resuelto a la mayor brevedad posible, sin que eso
implique limitar o desconocer el derecho de defensa y debido proceso que

32
Acevedo Mena 1989: 42.
33
Ciudad Reynaud 2008: 568.
34
Alonso Olea, Manuel y Alonso García, Rosa María (2008). Derecho procesal del trabajo. Décimo quinta edición.
Madrid: Thomson-Civitas, p. 139.
35
Como también señala Adolfo Ciudad Reynaud (2008: 568): «En el proceso laboral, la oralidad, conjuntamente con la
inmediación y la concentración deben contribuir a la celeridad necesaria, y así a la justicia laboral propiamente dicha».

9
corresponde a la parte demandada. El principio de celeridad es el principio en
virtud del cual el proceso laboral debe gozar de la mayor agilidad de plazos y
sencillez en su tramitación36.

La NLPT, a diferencia de la Ley 26636, contempla plazos más cortos para la


realización de los actos procesales entre uno y otro, lo que va de la mano con el
principio de concentración de los actos procesales desarrollado precedentemente
que asegura una mayor celeridad de los procesos. La celeridad también se
consigue haciendo del proceso uno esencialmente oral y menos formalista, que
evite dar trámite a recursos y maniobras dilatorias sobre incidentes
intrascendentes que entorpezcan el proceso.

A ello debe agregarse que la NLPT busca promover mecanismos alternativos para
la conclusión del proceso, distintos de la emisión de la sentencia, como la
transacción y la conciliación, que contienen una regulación especial en la NLPT e
incorporan el denominado test de disponibilidad de derechos, con el cual se busca
propiciar que trabajadores y empleadores puedan arribar a acuerdos fuera o
dentro del proceso judicial, con los límites que la propia norma impone, lo que
permitirá acuerdos prontos y oportunos, para coadyuvar así a la tan deseada
celeridad procesal.

Pero, definitivamente, la gran diferencia de la NLPT con la anterior es que la actual


propone imperativamente que los jueces sentencien de manera inmediata en la
audiencia respectiva: de juzgamiento en el proceso ordinario y única en el proceso
abreviado, y debe ser notificada a las partes en el plazo de 5 días, bajo
responsabilidad. Este mecanismo también se aplica a nivel de segunda instancia,
según se desprende de lo regulado en el artículo 33, inciso c, de la norma
procesal, y en sede casatoria, conforme lo previsto en el artículo 37, cuarto
párrafo.

2.1.5. Economía procesal37


Este principio tampoco figuraba como tal en la Ley 26636. Exige, además, que
tanto la estructura del proceso como los deberes, facultades y actuaciones de las
partes y del juez deben realizarse bajo una lógica de eficiencia que permita reducir
costos directos e indirectos, o lo que doctrinalmente se ha llamado economía del
gasto, y que se refiere a los costos patrimonialmente cuantificables de forma
directa que se sufragan en un proceso; economía del esfuerzo, para referirse al
número de actos procesales que deben llevarse a cabo; y economía del tiempo,
en alusión a la duración del proceso38.

A través del principio de economía procesal, conforme se encuentra regulado en el


artículo V del título preliminar del Código Procesal Civil, aplicable supletoriamente
a este proceso laboral, se procura que el proceso se desarrolle en el menor

36
Montoya Melgar, Alfredo (2009). Derecho del trabajo. Trigésima edición. Tecnos: Madrid, p. 762.
37
Principio introducido con la nueva Ley Procesal del Trabajo.
38
Monroy Gálvez, Juan (1996). Introducción al derecho procesal civil. Bogotá: Temis, p. 79.

10
número de actos procesales. En ese sentido, la NLPT contempla procesos con
menores audiencias, como en el caso del proceso abreviado laboral en el que se
contempla una sola audiencia única, que se estructura a partir de las audiencias
de conciliación y juzgamiento del proceso ordinario laboral. Asimismo, en lo que se
refiere a la propia audiencia de juzgamiento, la NLPT subraya expresamente la
necesidad de que esta se realice en acto único, concentrando las etapas de
confrontación de posiciones, actuaciones probatoria, alegatos y sentencia, de
manera tal que el proceso se realice en el menor número de actos procesales y
que representa para las partes del proceso un mayor ahorro de tiempo, gasto y
esfuerzo.

El privilegio del fondo sobre la forma también es un supuesto del principio de


economía procesal, de acuerdo con lo establecido en el título preliminar de la
NLPT.

2.1.6. Veracidad
Por el principio de veracidad, también denominado de primacía de la realidad, se
persigue que el juez resuelva sobre la base de la realidad de los hechos,
privilegiando la verdad de estos por encima de la apariencia formal, lo que se
encuentra íntimamente vinculado con el principio de irrenunciabilidad de derechos
en materia laboral. Ello porque los documentos que pretendan eliminar o disminuir
beneficios laborales, aun si estuvieran suscritos por el trabajador, no tendrían
validez ante la evidencia de los hechos, en razón además de que la calificación del
contrato de trabajo y la relación laboral no es una facultad de las partes sujeta a la
autonomía de la voluntad, sino que corresponde efectuarla al juez en cumplimiento
de preceptos constitucionales y leyes que son normas de orden público, de
ineludible cumplimiento. Por ello, este principio tiene como correlato la facultad
inquisitiva del juez laboral, que dirige el proceso en busca de la verdad real 39.

Para tal fin, la NLPT, en el artículo III de su título preliminar, señala expresamente
que los jueces laborales deben evitar que la desigualdad entre las partes afecte el
desarrollo o resultado del proceso, para cuyo efecto procuran alcanzar la igualdad
real de las partes, privilegiando el fondo sobre la forma. Asimismo, para cumplir
con tal cometido, se le reconoce al juez laboral una serie de facultades que le
permitirán recabar la mayor cantidad de información necesaria para alcanzar la
verdad real, de la mano de reglas en materia probatoria que coadyuvan a esta
finalidad del proceso laboral, a lo que debe agregarse el deber del juez de
sancionar la conducta de las partes que resulte contraria a los deberes de
veracidad, probidad, lealtad y buena fe de las partes, sus representantes, sus
abogados e incluso terceros, según el penúltimo párrafo del precitado artículo III,
sin perjuicio de la apreciación negativa por parte del juez de dicha conducta.

2.2. Deberes procesales

Artículo III.- Fundamentos del proceso laboral

39
Acevedo Mena 1989: 39.

11
En todo proceso laboral los jueces deben evitar que la desigualdad entre las partes afecte el
desarrollo o resultado del proceso, para cuyo efecto procuran alcanzar la igualdad real de las
partes, privilegian el fondo sobre la forma, interpretan los requisitos y presupuestos procesales en
sentido favorable a la continuidad del proceso, observan el debido proceso, la tutela jurisdiccional y
el principio de razonabilidad. En particular, acentúan estos deberes frente a la madre gestante, el
menor de edad y la persona con discapacidad.
Los jueces laborales tienen un rol protagónico en el desarrollo e impulso del proceso. Impiden y
sancionan la inconducta contraria a los deberes de veracidad, probidad, lealtad y buena fe de las
partes, sus representantes, sus abogados y terceros.
El proceso laboral es gratuito para el prestador de servicios, en todas las instancias, cuando el
monto total de las pretensiones reclamadas no supere las setenta (70) unidades de referencia
procesal (URP).

En el artículo III del título preliminar se recogen también principios que inspiran
este nuevo esquema procesal laboral, además de los deberes que se le imponen
a las partes. Así, en el primer párrafo pueden identificarse principios como el de
socialización del proceso, al evitar que las desigualdades entre las partes afecte el
resultado del proceso; el de veracidad, cuando se privilegia el fondo sobre la forma
y que se asimila a lo que se conoce como principio de primacía de la realidad;
principio pro actione, que procuran la continuidad del proceso por sobre los
inconvenientes procesales existentes, claro está, siempre que estos no afecten el
debido proceso; pues es precisamente este y la tutela jurisdiccional efectiva los
pilares de este nuevo proceso laboral, según se lee del texto expreso del párrafo
primero del artículo en comento. Por otro lado, alude al principio de razonabilidad,
que es aquel que dirige la actuación del juez en atención a su razón o criterio de
justicia. Estos principios, que a su vez acarrean deberes para con el juez en su
actuación como director del proceso, tienen especial énfasis cuando se ventilan
conflictos en los que se encuentren involucrados madres gestantes, menores de
edad o discapacitados.

En el segundo párrafo pueden identificarse los principios de dirección del proceso,


que otorgan un rol protagónico al juez, en su conducción, premuniéndolo de
facultades sancionadoras a fin de obtener de las partes una conducta acorde con
sus deberes de veracidad, probidad, lealtad y buena fe. Estos, precisamente,
también constituyen principios que sirven de sustento al proceso laboral regido por
la NLPT. Finalmente, en el último párrafo se enfatiza en la necesidad de
establecer la gratuidad para acceder al proceso laboral, precisando que esta se da
siempre que el monto pretendido no supere las 70 unidades de referencia
procesal.

A continuación abordaremos detalladamente cada uno de ellos.

2.2.1. Principio de socialización del proceso


Este principio reconoce lo que en doctrina se denomina igualdad por
compensación. Así, en el campo del derecho del trabajo, debido a la disparidad
evidente que existe entre trabajador y empleador, sea por razones de índole
social, económica y principalmente como consecuencia del vínculo de
subordinación del primero respecto de su patrón, a nivel procesal, la NLPT

12
introduce basándose en el principio protector, instrumentos de carácter procesal
que implementan un conjunto de normas adjetivas a favor del considerado poco
suficiente, a modo de compensación, con la finalidad de que el trabajador pueda,
en igualdad de posibilidades, hacer frente al proceso respecto de su empleador.
En claro ejemplo de ello, es la reciente introducción de la presunción de
laboralidad, mediante la cual, «acreditada la prestación personal de servicios, se
presume la existencia de vínculo laboral a plazo indeterminado, salvo prueba en
contrario» (artículo 23); o la gratuidad para el trabajador cuando su pretensión no
supere las 70 URP, e incluso la posibilidad de que acuda al proceso laboral sin
intervención de un abogado defensor, cuando este monto no supera las 10 URP.
Ello es así, porque la gratuidad procesal es expresión de la acción tuitiva por parte
del Estado a favor del más débil de la relación laboral, el trabajador, cuando surge
un conflicto en el cual la facultad o poder del empleador haría que el trabajador
sea siempre el perdedor, para conseguir así la igualdad real y efectiva de
trabajadores y empleadores40.

Otras de las manifestaciones del principio de socialización del proceso es el


especial énfasis que incide en la protección a la madre gestante, al menor de edad
y a los discapacitados.

2.2.2. Principio de veracidad


Nuevamente el artículo III del título preliminar, antes glosado, recoge el
denominado principio de veracidad, que es consecuencia directa —como principio
procesal— del principio de primacía de la realidad. En el proceso laboral, y
conforme se anotó supra, no hay discusión en que el juez de trabajo debe hacer
prevalecer la verdad real frente a la verdad aparente; para tal efecto, está dotado
de facultades para verificar la exactitud de las afirmaciones o negativas
manifestadas por las partes, como la contenida en el artículo 22 de la NLPT sobre
“pruebas de oficio” (que tuviera como antecedente el artículo 28 de la Ley 26636),
la cual le confiere al juez la facultad de actuar pruebas de oficio cuando los medios
probatorios ofrecidos por las partes resultan insuficientes para producirle certeza y
convicción. Por otro lado, en función de este principio, el juez de trabajo puede
disponer el pago de sumas mayores a las demandadas, si es evidente y notorio el
error en el cálculo (facultad ultra petita). Asimismo, se comprende también la
facultad de libre valoración razonada de la prueba en atención a los medios de
pruebas aportados por las partes.

Anótese además que, bajo el principio de veracidad se imponen reglas por las que
se impone como obligación de las partes el ayudar al juez a que emita una
decisión que resuelva la litis a través de un juicio de certeza respecto de los
hechos, decisión que debe ser racionalmente contrastable sobre la base de los
medios probatorios actuados, sin que sea posible la expedición de una sentencia
definitiva meramente intuitiva o bajo un juicio de probabilidad 41.

40
Gamarra Vílchez 2011: 156.
41
Priori Posada, Giovanni F. et ál. (2011). Comentarios a la nueva Ley Procesal del Trabajo. Lima: ARA Editores, p. 42.

13
2.2.3. Principio de favor processum o pro actione
Este principio de favorecimiento del proceso recogido hoy en la NLPT, tiene su
antecedente directo en el artículo III del Código Procesal Constitucional, que
obliga que ante una duda razonable respecto de si el proceso debe declarase
concluido el juez debe preferir su continuación. De la misma manera, en el artículo
2, inciso 3, de la Ley del Procedimiento Contencioso Administrativo. Comprende
también el principio de vinculación y elasticidad, y entiende que las normas
procesales, aun cuando son imperativas, no son necesariamente de orden público,
razón por la que el juez laboral está facultado a adecuar la exigencia de las
formalidades impuestas las normas procesales a los fines del proceso, esto es, la
efectiva resolución de la materia controvertida42.

2.2.4. Debido proceso y tutela jurisdiccional efectiva


El derecho al debido proceso está establecido en el artículo 139, inciso 3, de la
Constitución Política del Estado y comprende, entre otros derechos, el de obtener
una resolución fundada en derecho de los jueces y tribunales, y exige que las
sentencias expliquen en forma suficiente las razones de sus fallos, esto es, en
concordancia con el artículo 139, inciso 5, de la Carta Magna, que se encuentren
suficientemente motivadas con la mención expresa de los elementos fácticos y
jurídicos que sustentan las decisiones, lo que viene preceptuado además en los
artículos 122, inciso 3, del Código Procesal Civil y 12 del Texto Único Ordenado
de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Además, la exigencia de la motivación
suficiente constituye también una garantía para el justiciable, mediante la cual, se
puede comprobar que la solución del caso en concreto viene dada por una
valoración racional de los elementos fácticos y jurídicos relacionados con el caso y
no de una arbitrariedad por parte del juez, por lo que una resolución que carezca
de motivación suficiente no solo vulnera las normas legales citadas, sino también
los principios constitucionales consagrados en los incisos 3 y 5 del artículo 139 de
la Constitución Política del Estado. Asimismo, comprende el derecho de defensa y
derecho a la prueba de las partes, así como el derecho a la pluralidad de
instancia, que permiten que estas transiten las dos instancias existentes en
nuestro ordenamiento nacional así como el acudir a la Corte Suprema
interponiendo, en forma extraordinaria, el recurso de casación.

Por su parte, el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva es el derecho que tiene


todo sujeto de derechos de acceder a un órgano jurisdiccional para solicitar la
protección de una situación jurídica que se alega que está siendo vulnerada o
amenazada a través de un proceso dotado de las mínimas garantías, luego del
cual se expedirá una resolución fundada en derecho con posibilidad de ejecución.
La «efectividad» de la tutela jurisdiccional sin duda constituye el rasgo esencial de
este derecho, de forma tal que una tutela que no fuera efectiva, por definición, no
sería tutela.

42
Monroy Gálvez 1996: 104.

14
2.2.5. Principio de razonabilidad
La razonabilidad es un criterio íntimamente vinculado a la justicia y está en la
esencia misma del Estado constitucional de derecho. Se expresa como un
mecanismo de control o interdicción de la arbitrariedad en el uso de las facultades
discrecionales, exigiendo que las decisiones que se tomen en ese contexto
respondan a criterios de racionalidad y que no sean arbitrarias. Así lo ha sostenido
el Tribunal Constitucional, al señalar que la razonabilidad «implica encontrar
justificación lógica en los hechos, conductas y circunstancias que motivan todo
acto discrecional de los poderes públicos»43.

En el marco de la NLPT, el principio de razonabilidad, que consiste “en la


afirmación esencial de que el ser humano, en sus relaciones laborales, procede y
debe proceder conforme a la razón. Se trata, como se ve, de una especie de límite
o de freno formal y elástico al mismo tiempo, aplicable en aquellas áreas del
comportamiento donde la norma no puede prescribir límites muy rígidos ni en un
sentido ni en otro y, sobre todo, donde la norma no puede prever la infinidad de
circunstancias posibles”44, permite que el juez del proceso valúe las pruebas
ofrecidas como sustento de las pretensiones sobre la base de las específicas
circunstancias que rodean el conflicto.

2.2.6. Principio de dirección del proceso


El juez, en el marco de la NLPT, tiene un rol protagónico en la prosecución del
proceso laboral. Así, si bien el proceso laboral tiene rasgos predominantemente
dispositivos (verbigracia, es el trabajador el que inicia el proceso al presentar el
escrito de demanda y quien además está obligado a acreditar sus afirmaciones
atendiendo a la nueva redistribución de las cargas de la prueba establecidas en el
artículo 23, entre otras disposiciones), es el juez en su calidad de director del
proceso quien tiene el deber de impulsar procesalmente lo que la NLPT le impone.
En este mismo sentido se ve reflejado en lo dispuesto en el artículo 12, inciso 1,
de la NLPT.

2.2.7. Principio de buena fe procesal


La buena fe procesal puede definirse como aquella conducta exigible a toda
persona, en el marco de un proceso, por ser socialmente admitida como
correcta45. En este sentido, Díez-Picazo y Gullón destacan que la buena fe es «un
modelo de conducta social o, si se prefiere, una conducta socialmente
considerada como arquetipo, o también una conducta que la conciencia social
exige conforme a un imperativo ético dado»46.

En la actualidad, el reconocimiento de la buena fe procesal como pauta de


conducta a la que deben acomodarse los litigantes aparece actualmente recogido
en distintos textos legales. Así, en los artículo 109 a 112 del Código Procesal Civil,

43
Expediente 0006-2003-AI/TC. Sentencia del 1 de diciembre de 2003. Fundamento 9.
44
Plá Rodríguez 1998: 364-365.
45
Picó i Junoy, Joan (2003). El principio de la buena fe procesal. Barcelona: J. M. Bosch Editor, p. 19.
46
Díez-Picazo, Luis y Antonio Gullón (2001). Sistema de derecho civil. Volumen I. Décima edición. Madrid: Tecnos, p. 424.

15
se regulan como deberes de las partes, de sus abogados y apoderados el de
proceder con veracidad, probidad, lealtad y buena fe en todos sus actos e
intervenciones en el proceso; no actuar temerariamente en el ejercicio de sus
derechos procesales; abstenerse de usar expresiones descomedidas o
agraviantes en sus intervenciones; guardar el debido respeto al juez, a las partes y
a los auxiliares de justicia; concurrir ante el juez cuando este los cite y acatar sus
órdenes en las actuaciones judiciales; y prestar al juez su diligente colaboración
para las actuaciones procesales, bajo apercibimiento de ser sancionados por
inconducta con una multa no menor de 3 ni mayor de 5 unidades de referencia
procesal. Asimismo, se regulan los supuestos en los que existe temeridad o mala
fe, lo que posibilita que, en caso de incumplimiento, que el juez imponga las
multas estipuladas.

De la misma forma, en el artículo 11 de la NLPT, se prevén una serie de reglas de


conducta en las audiencias, entre las que destacan el especial énfasis en
establecer como principal pauta, la de respeto hacia el órgano jurisdiccional y
hacia toda persona presente en la audiencia. En efecto, se prohíbe a las partes
participantes de las audiencias (sea de conciliación, juzgamiento o audiencia única
en el proceso abreviado laboral), agraviar, interrumpir mientras se hace uso de la
palabra, usar teléfonos celulares u otros análogos sin autorización del juez,
abandonar injustificadamente la sala de audiencia, así como cualquier expresión
de aprobación o censura. Por otro lado, se impone como deber imputable a las
partes el de colaboración en la labor de impartición de justicia.

2.2.8. Principio de gratuidad


La actividad de administrar justicia es un servicio público indispensable para la
consecución de la paz social. Consecuentemente, el acceso a ese servicio de la
búsqueda de justicia debe ser gratuito. Así, «las limitaciones económicas de los
Estados, se sostiene que la gratuidad no debe ser absoluta sino excepcional» 47.

En el mismo sentido ha sido recogido en el artículo 139, inciso 16, de la


Constitución Política del Estado, y artículo 24 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, aprobada por Decreto Legislativo 767 y cuyo texto único ordenado ha
sido aprobado por Decreto Supremo 017-93-JUS.

En el desarrollo de tal principio, la ley procesal anterior establecía la gratuidad del


proceso para todo tipo de trabajadores demandantes, en aras de garantizar su
acceso a la justicia, pero bajo el paradigma de una diferenciación de clase entre
los trabajadores y los empleadores. Sin embargo, la NLPT solo contempla la
gratuidad del proceso laboral —traducida como exoneración de costas y costos en
caso del trabajador sea vencido en juicio— si la cuantía de la pretensión fuese
menor de 70 URP. Incluso en dicho supuesto se quiebra la gratuidad si se
evidenciara temeridad y mala fe48.

47
Romero Montes 2011: 36.
48
Priori Posada et ál. 2011: 49.

16
La gratuidad procesal se presenta como una acción tuitiva por parte del Estado a
favor del más débil de la relación laboral, es decir, el trabajador, quién en casi
todos los casos no tiene los medios económicos suficientes para afrontar los
gastos que genera un litigio49. Así, las manifestaciones del principio de gratuidad
son: i) la defensa pública a cargo del Ministerio de Justicia para la madre gestante,
el menor de edad y la persona con discapacidad que trabajan; ii) la posibilidad de
que los prestadores de servicios, cuando reclaman montos no superiores a diez
URP, comparezcan al proceso sin necesidad de abogado. En caso de que lo
reclamado sea lo contrario, menor o igual a setenta URP, es facultad del juez,
atendiendo a las circunstancias del caso, exigir o no la comparecencia con
abogado.

3. Competencia
Antes de entrar a definir lo que se entiende por competencia, primero tenemos que
entender qué es lo que se conceptualiza como jurisdicción, considerando que
muchas veces ambos conceptos son tomados como símiles. Así, la jurisdicción
proviene de dos palabras latinas: ius, derecho y dicere, que significa, decir; en
consecuencia, etimológicamente la jurisdicción es definida como “decir el
derecho”. Doctrinariamente, jurisdicción es aquella potestad dimanada de la
soberanía del Estado, ejercida exclusivamente por tribunales independientes y
predeterminados por la ley, de realizar el derecho en el caso concreto, juzgando
de modo irrevocable y ejecutando lo juzgado para satisfacer pretensiones y
resistencias50. Asimismo, se la define como la facultad que tiene el Estado para
administrar justicia en un caso concreto por medio de los órganos judiciales
instituidos al efecto51. Couture la define como aquella “función pública, realizada
por órganos competentes del Estado, con las formas requeridas por la ley, en
virtud de la cual, por acto de juicio, se determina el derecho de las partes, con el
objeto de dirimir sus conflictos y controversias de relevancia jurídica, mediante
decisiones con autoridad de cosa juzgada, eventualmente factibles de
ejecución”52. Néstor de Buen, define a la jurisdicción laboral como aquella potestad
constitucionalmente establecida para que los tribunales laborales, de integración
tripartita, resuelvan los conflictos de trabajo con facultades para ejecutar, por sí
mismos, sus resoluciones53.
Como se aprecia de las definiciones antes reseñadas, es posible advertir algunos
elementos característicos de la jurisdicción. En efecto, esta posee notio (facultad
para conocer una determinada cuestión litigiosa), vocatio (facultad para compeler
a las partes para que comparezcan al proceso), coertio (facultad de emplear la
fuerza pública para el cumplimiento de las medidas ordenadas dentro del
proceso), judicium (facultad de resolver el litigio con efecto de cosa juzgada) y

49
Toyama Miyagusuku y Vinatea Recoba 2010: 43.
50
Montero Aroca, Juan (1979). El proceso laboral. Tomo I. Barcelona: Bosch, p. 23.
51
Alvarado Velloso, Adolfo (1997). Introducción al estudio del derecho procesal. Primera parte. Buenos Aires: Rubinzal-
Culzoni, p. 136.
52
Couture, Eduardo (1958). Fundamentos del derecho procesal civil. Tercera edición. Buenos Aires: Depalma, p. 40.
53
De Buen Lozano, Néstor (1988). Derecho procesal del trabajo. México D. F.: Porrúa, p. 160.

17
executio (facultad de ejecutar, mediante el uso de la fuerza pública, la sentencia
no acatada espontáneamente por las partes)54.

Hay que precisar que la noción de jurisdicción implica, atendiendo además a la


regulación constitucional prevista en el artículo 139 de la Constitución Política, que
esta es indivisible en la medida en que es atribuida por el Estado a todos los
órganos jurisdiccionales para “decir el derecho” al caso concreto. Sin embargo,
esta potestad no es suficiente para que estos se avoquen a conocer determinadas
causas en determinadas circunscripciones territoriales. Para ello hace falta una
atribución específica a cada uno de ellos. En estos casos, se necesita la atribución
de competencias específicas.

En este horizonte, la competencia, concepto que es consecuencia directa de la


jurisdicción y que se “asocia con la idea de legitimidad del órgano jurisdiccional
para conocer un determinado conflicto planteado por la vía del ejercicio de una
pretensión.”55, es definida como aquella potestad de jurisdicción para una parte del
sector jurídico: aquel específicamente asignado al conocimiento de determinado
órgano jurisdiccional56. En consecuencia, es unánime afirmar que la competencia
es atribuida por ley a un determinado órgano jurisdiccional para que este conozca
de un conflicto judicializado en determinados asuntos, constituyéndose así en el
límite directo que tiene el juzgador para decidir sobre el proceso.

En los ordenamientos procesales, sean estos de naturaleza civil o laboral, se


disgregan tipologías de competencias con la finalidad de sistematizar los asuntos
que pueden ser objeto de conocimiento por los órganos jurisdiccionales. Esta
clasificación obedece principalmente a razones de orden práctico. En el caso
peruano, en la NLPT se han regulado —al igual que su predecesora—
competencias por la materia, funcionales o de grado, por la cuantía y por el
territorio. A continuación analizaremos cada una de ellas.

3.1. Competencia material


La competencia por razón de la materia “tiene que ver con el modo de ser del
litigio”57; es decir, está determinada por la naturaleza de las pretensiones y/o
relaciones jurídicas que son sometidas a la jurisdicción ordinaria; razón por la que,
además, se afirma que este tipo de competencia es objetiva y tiene por finalidad
hacer eficaz y eficiente la administración de justicia, mediante la especialización
de los magistrados58.

Una de las novedades que más salta a la vista, es la amplitud con que se regula la
competencia asignada a los jueces especializados, y la modificación efectuada a
la competencia asignada a la justicia de paz letrado “laboral”. Precisamente,

54
Alvarado Velloso 1997: 136.
55
De Buen Lozano 1988: 183.
56
Couture 1958: 29.
57
Carnelutti, Francesco (1944). Sistema de derecho procesal civil. Tomo II. Buenos Aires: Uteha, p. 311. En el mismo
sentido, véase Toyama Miyagusuku y Vinatea Recoba 2010: 56 y ss.
58
Romero Montes 2011: 92.

18
atendiendo al tipo de pretensiones que son de conocimiento de los juzgados
especializados, se pretende clasificarlos como conflictos laborales propios e
impropios59. Los primeros relacionados con los conflictos provenientes
directamente de la relación laboral básica; y, los segundos, que no teniendo origen
directo en ésta, están relacionados con aspectos conexos a esta como el
incumplimiento de normas de seguridad social en los que el obligado sea el
Estado, una compañía aseguradora, o incluso el empleador.

A. Juzgados de paz letrado laborales


Artículo 1.-
Competencia por materia de los juzgados de paz letrados laborales
Los juzgados de paz letrados laborales conocen de los siguientes
procesos:
1. En proceso abreviado laboral, las pretensiones referidas al
cumplimiento de obligaciones de dar no superiores a cincuenta (50)
Unidades de Referencia Procesal (URP) originadas con ocasión de la
prestación personal de servicios de naturaleza laboral, formativa o
cooperativista, referidas a aspectos sustanciales o conexos, incluso
previos o posteriores a la prestación efectiva de los servicios.
2. Los procesos con título ejecutivo cuando la cuantía no supere las
cincuenta (50) Unidades de Referencia Procesal (URP); salvo tratándose
de la cobranza de aportes previsionales del Sistema Privado de
Pensiones retenidos por el empleador, en cuyo caso son competentes con
prescindencia de la cuantía.
3. Los asuntos no contenciosos, sin importar la cuantía.
a.1. En

proceso abreviado laboral, las pretensiones referidas al cumplimiento de


obligaciones de dar no superiores a cincuenta (50) Unidades de Referencia
Procesal (URP) originadas con ocasión de la prestación personal de
servicios de naturaleza laboral, formativa o cooperativista, referidas a
aspectos sustanciales o conexos, incluso previos o posteriores a la
prestación efectiva de los servicios
Como se aprecia de la glosa que antecede, la principal novedad introducida en la
competencia de los juzgados de paz letrado, es quizá el del aumento de la
cuantía. En efecto, bajo los alcances de la Ley 26636, estos conocían procesos
laborales cuyas pretensiones no superasen las 10 URP60; mientras que con la
vigencia de la NLPT, esta cuantía se ha incrementado hasta 50 URP. La razón
principal que impulsa ese cambio, gira en torno a considerar a los juzgados de paz

59
Toyama Miyagusuku y Vinatea Recoba 2010: 56 y ss.
60
La unidad de referencia procesal para el 2012 es de S/.365,00, conforme a lo aprobado por el Consejo Ejecutivo del
Poder Judicial mediante Resolución Administrativa 009-2012-CE-PJ.

19
letrado como de especialidad “laborales”, pues constituyen la llamada justicia
laboral de base que conoce, en su mayoría, los conflictos laborales más comunes.

Sin embargo la competencia tiene limitaciones. En principio, solo está referido a


obligaciones de dar, entendidas por aquellas las que tienen por objeto el
otorgamiento de un bien, principalmente sumas de dinero. Sobre este mismo
punto, y refiriéndose específicamente a las obligaciones de dar de naturaleza
laboral, se ha indicado que son aquellas que «provienen de adeudos surgidos con
ocasión del incumplimiento patronal de honrar la prestación convenida por la
ejecución el contrato de trabajo realizada por su dependiente, urgidos de una
sentencia que condene al deudor de estos61».

Este tipo de pretensiones de dar se tramitarán bajo un proceso abreviado, con la


celeridad que este supone, pues concentra la audiencia de conciliación con la
audiencia de juzgamiento en una única audiencia.

a.2. Los procesos con título ejecutivo cuando la cuantía no supere las 50
URP, salvo si se tratara de la cobranza de aportes previsionales del sistema
privado de pensiones retenidos por el empleador
Son dos los supuestos que contiene el inciso 2 del artículo 1 de la NLPT. Así, los
juzgados de paz letrado conocen los procesos con título ejecutivo siempre que la
cuantía no exceda de 50 URP (siguiendo a su homóloga el Código Procesal Civil,
que regula lo similar en el artículo 696); así como los procesos de cobranza de
aportes impagos previsionales del Sistema Privado de Pensiones sin importar la
cuantía.

Sobre el primer supuesto jurídico, la NLPT en su artículo 57 señala cuáles son los
títulos ejecutivos, y se indican: las resoluciones judiciales firmes, acta de
conciliación judicial, laudos arbitrales que resuelven un conflicto jurídico de
naturaleza laboral, resoluciones de la autoridad administrativa de trabajo firmes
que reconocen obligaciones, documento privado de transacción extrajudicial, actas
de conciliación extrajudicial y liquidación para cobranza de aportes previsionales
del Sistema Privado de Pensiones. Todo proceso que pretenda ejecutar estos
títulos se conocerán conforme a las reglas del proceso de ejecución, cuyo análisis
será desarrollado más adelante.

Respecto al segundo supuesto, para la cobranza de aportes previsionales ha de


estarse a lo regulado en el artículo 38 del Texto Único Ordenado de la Ley del
Sistema Privado de Pensiones, aprobado por Decreto Supremo 054-97-EF, y que
fuera modificado por la Segunda Disposición Modificatoria de la NLPT.

a.3. Los asuntos no contenciosos, sin importar la cuantía

61
Gómez Valdez, Francisco (2011). «La competencia en materia laboral de acuerdo con la nueva Ley Procesal del
Trabajo». En Ávalos Jara, Oxal Víctor (director). Estudios sobre la nueva Ley Procesal del Trabajo. Lima: Jurista Editores,
pp. 198-199.

20
Relacionados con aquellas pretensiones tramitadas en la vía del proceso no
contencioso, y cuya regulación en la NLPT está dispuesta en el Capítulo VI:
consignación, la autorización judicial para ingreso al centro laboral y la entrega de
documentos. Todas las pretensiones relacionadas con las materias que anteceden
serán tramitadas en la vía del proceso no contencioso.
Los procesos no contenciosos o de jurisdicción voluntaria son aquellos en los que
se ventilan asuntos en los que no existe, al menos en teoría, conflicto de intereses
o litigio, vale decir, no hay sujetos que asuman la calidad, propiamente dicha, de
demandante y demandado sin que ello obste que, dentro de nuestro sistema, se
presente la figura de la oposición. En tales procesos o procedimientos quienes los
promueven solicitan, por lo general, en sede judicial o notarial, que se preste
autorización para llevar a cabo ciertos actos jurídicos, o que se homologuen o
aprueben estos, o que se documenten, certifiquen o declaren determinadas
situaciones también de orden jurídico, o, finalmente se pide que se fijen plazos o
se dispongan medidas de producción62.

B. Juzgados Especializados de Trabajo

Artículo 2.-
Competencia por materia de los juzgados especializados de trabajo
Los juzgados especializados de trabajo conocen de los siguientes
procesos:
1. En proceso ordinario laboral, todas las pretensiones relativas a la
protección de derechos individuales, plurales o colectivos, originadas con
ocasión de la prestación personal de servicios de naturaleza laboral,
formativa o cooperativista, referidas a aspectos sustanciales o conexos,
incluso previos o posteriores a la prestación efectiva de los servicios.
Se consideran incluidas en dicha competencia, sin ser exclusivas, las
pretensiones relacionadas a los siguientes:
a) El nacimiento, desarrollo y extinción de la prestación personal de
servicios; así como a los correspondientes actos jurídicos.
b) La responsabilidad por daño patrimonial o extrapatrimonial, incurrida
por cualquiera de las partes involucradas en la prestación personal de
servicios, o terceros en cuyo favor se presta o prestó el servicio.
c) Los actos de discriminación en el acceso, ejecución y extinción de la
relación laboral.
d) El cese de los actos de hostilidad del empleador, incluidos los actos de
acoso moral y hostigamiento sexual, conforme a la ley de la materia.
e) Las enfermedades profesionales y los accidentes de trabajo.
f) La impugnación de los reglamentos internos de trabajo.
g) Los conflictos vinculados a una organización sindical y entre
organizaciones sindicales, incluida su disolución.
h) El cumplimiento de obligaciones generadas o contraídas con ocasión
de la prestación personal de servicios exigibles a institutos, fondos, cajas
u otros.
i) El cumplimiento de las prestaciones de salud y pensiones de invalidez, a
favor de los asegurados o los beneficiarios, exigibles al empleador, a las
entidades prestadoras de salud o a las aseguradoras.

62
Hinostroza Mínguez, Alberto (2007). Comentarios al Código Procesal Civil. Análisis artículo por artículo. Segunda
edición. Lima: Gaceta Jurídica, p. 1431.

21
j) El Sistema Privado de Pensiones.
k) La nulidad de cosa juzgada fraudulenta laboral; y
l) aquellas materias que, a criterio del juez, en función de su especial
naturaleza, deban ser ventiladas en el proceso ordinario laboral.
Conoce las pretensiones referidas al cumplimiento de obligaciones de dar
superiores a cincuenta (50) Unidades de Referencia Procesal (URP). (...)

b.1. EN PROCESO ORDINARIO LABORAL


Serán de conocimiento en el proceso ordinario laboral todas las pretensiones
relativas a la protección de derechos individuales, plurales o colectivos, originadas
con ocasión de la prestación personal de servicios de naturaleza laboral, formativa
o cooperativista, referidas a aspectos sustanciales o conexos, incluso previos o
posteriores a la prestación efectiva de los servicios. Nuevamente aquí se plasma
la concepción de una justicia laboral omnicomprensiva, y que no es sino el reflejo
del acontecer jurisdiccional que se había suscitado al interno de los órganos
judiciales laborales.

Se consideran incluidas en dicha competencia, sin ser exclusivas, las pretensiones


relacionadas con los siguientes:

b.1.1. El nacimiento, desarrollo y extinción de la prestación personal de


servicios; así como a los correspondientes actos jurídicos

La protección jurisdiccional de los derechos de los «prestadores de servicios» (que


incluye los de naturaleza laboral, formativa o cooperativista) no se circunscribe a la
duración misma del vínculo, sino que puede estar relacionada —incluso— con
aquellos actos de nacimiento de la prestación. Piénsese por ejemplo, en la
existencia de actos de discriminación en la convocatoria para cubrir un puesto de
trabajo. Asimismo, está relacionada con el desarrollo mismo de la prestación,
verbigracia o incumplimiento de obligaciones laborales; o, a pretensiones
relacionadas con la extinción de la prestación de servicios, como por ejemplo, la
determinación de una suma compensable al término de la relación laboral o la
existencia de una pretensión de indemnización por despido arbitrario.

Este cambio sustancial en las materias —y momentos— que son de conocimiento


de los juzgados especializados de trabajo no es sino la respuesta legislativa para
llenar un vacío jurisprudencial que venía rechazando peticiones de reconocimiento

22
laboral, por ejemplo, para reconocimiento de contratos no ejecutados por “voluntad
patronal”63.

De otro lado, conceptualizado el acto jurídico como aquella manifestación de


voluntad destinada a crear, regular, modificar o extinguir relaciones jurídicas, como
en el caso de toda prestación personal de servicios, nada obsta al juez laboral a
conocer de aquellas en donde se discuta un “acto jurídico laboral”, como es el
caso de la declaratoria de nulidad o anulabilidad de algunas cláusulas de un
convenio colectivo; así como de su interpretación64.

b.1.2. La responsabilidad por daño patrimonial o extrapatrimonial, incurrida


por cualquiera de las partes involucradas en la prestación personal de
servicios, o terceros en cuyo favor se presta o prestó el servicio

Este inciso está relacionado con la pretensión de daños y perjuicios por


enfermedad profesional (daño patrimonial y daño extrapatrimonial); y que tiene
antecedente directo en una interpretación contrario sensu del artículo 4 inciso 2
literal j) de la Ley 26636 y corroborado con los acuerdos del Pleno Jurisdiccional
Laboral 2000, realizado en la ciudad de Tarapoto, en el que se acordó “Es
competencia de los Jueces de Trabajo conocer y resolver las demandas de
indemnización por daños y perjuicios originadas por el incumplimiento de las
obligaciones derivadas del contrato de trabajo.”; y, del Pleno Jurisdiccional Laboral
2008, llevado a cabo en la ciudad de Lima, en el que se acordó: “El juez laboral es
competente para el conocimiento de las acciones de indemnización por daños y
perjuicios derivados del contrato de trabajo”; plenos que tienen la virtud de
procurar el establecimiento de un estándar decisorio que poco a poco ha ido
marcando una tendencia mayoritaria en la judicatura nacional en esta materia.

Asimismo, respecto de los daños ocasionados a terceros, indudablemente se


encuentran relacionados con la figura de la exteriorización de servicios
(intermediación o tercerización), que son fenómenos productivos originados en la
introducción de nuevas formas de organización de la producción y del trabajo. Por
tal razón, se afirma que esta implica una serie de cuestiones jurídico-laborales,
debido a la especial sensibilidad del Derecho del trabajo ante los cambios
económicos y sociales, lo que justifica el estudio de sus repercusiones en esta
rama del Derecho65.

b.1.3. Los actos de discriminación en el acceso, ejecución y extinción de la


relación laboral
En principio debe señalarse que toda persona tiene derecho a ser tratada con
igualdad; este derecho fundamental opera tanto respeto de la ley y los poderes

63
Término utilizado por Gómez Valdez 2011: 200.
64
Toyama Miyagusuku y Vinatea Recoba 2010: 64-65.
65
Racciatti, citado por Ermida Uriarte, Óscar y Colotuzzo, Natalia (2009). Descentralización, tercerización y
subcontratación. Lima: OIT/Proyecto FSAL, p. 10.

23
públicos, como inter privatos (entre particulares); en el ámbito laboral, la garantía
de igualdad de trato, constituye un principio que informa la disciplina.
Nuestra Constitución, en el ordinal 1 de su artículo 26, prescribe lo siguiente: “En
la relación laboral se respetan los siguientes principios: 1. Igualdad de
oportunidades sin discriminación”; no obstante, la falta de tecnicismo en la
redacción de este aludido precepto podría denotar, en estricto sentido, que el
principio citado solo opera en el acceso al empleo y no propiamente en la fase de
la ejecución del trabajo; empero, una correcta interpretación de este nos indica
que tal principio rige no solo en el momento de la constitución de la relación
laboral (acceso al empleo), sino también a lo largo del desenvolvimiento de ella;
esta comprensión más amplía de sus alcances es adecuada en tanto ofrece la
posibilidad de excluir “todo tipo de discriminación, desde el acceso al puesto de
trabajo a todo aspecto de la relación de trabajo”66. Asimismo, normativamente
encontramos la prohibición de no discriminación en la Ley 26772, modificada por
la Ley 27270 (Ley contra actos de discriminación), y su Reglamento aprobado por
Decreto Supremo 002-98-TR, cuyo artículo 8 que asignaba competencia a los
jueces civiles para que conozcan las pretensiones de indemnización por daños
sufridos productos de la acción discriminatoria, fue derogada por el literal a) de la
Segunda Disposición Derogatoria de la NLPT.

Como se puede apreciar, en nuestro sistema jurídico, el trato diferenciado está


permitido a condición de que tenga una justificación objetiva y razonable; ergo, en
caso de que esta no exista, la distinción efectuada respecto de dos personas que
ostenten similar statu quo, la medida resulta arbitraria y resiente el principio de
igualdad y la prohibición de no discriminación. Razón por la que, todas las
pretensiones relacionadas con existencia de actos de discriminación en cada una
de las etapas de la relación laboral (acceso, ejecución y extinción), serán objeto de
protección judicial a través de la justicia ordinaria laboral. Novedad que, con la
competencia asignada en la Ley 26636 no era posible, debido a que solo eran de
conocimiento las pretensiones laborales relacionadas directamente con la
ejecución o extinción misma de la relación laboral, más no las referidas al
momento anterior a esta; vale decir, el acceso al empleo.

b.1.4. El cese de los actos de hostilidad del empleador, incluidos los actos
de acoso moral y hostigamiento sexual, conforme a la ley de la materia
La competencia asignada a los juzgados laborales en lo referido a los «actos de
hostilidad» tiene directa relación con lo previsto en los artículos 3 y 35 del texto
único ordenado de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral (Decreto
Supremo 003-97-TR). Así, en caso de que se den los supuestos previstos en el
artículo 3067, el trabajador puede optar por las alternativas previstas en el artículo

66
Cfr. Neves Mujica, Javier (1993). «Los derechos y principios laborales en la Constitución de 1979 y 1993». En Revista
del Foro. Año LXXXI. Número 1.
67
Artículo 30.- Son actos de hostilidad equiparables al despido los siguientes:
a) La falta de pago de la remuneración en la oportunidad correspondiente, salvo razones de fuerza mayor o caso fortuito
debidamente comprobados por el empleador.
b) La reducción inmotivada de la remuneración o de la categoría.

24
35 de la citada norma. En tal caso podrá acudir a los jueces especializados de
trabajo para solicitar que «cesen los actos de hostilidad» o que se la pague la
respectiva «indemnización por despido arbitrario», siempre que previamente se
cumpla con el procedimiento previo previsto en la norma.

El acoso moral, o también conocido como mobbing, es aquella conducta abusiva


que atenta debido a su frecuencia o sistematización, contra la dignidad o la
integridad psíquica o física de una persona, haciendo difícil el óptimo desempeño
del trabajador o degradando el ambiente de trabajo 68. Esta incluye conductas
como incidir en las cosas negativas de una persona o criticarla constantemente,
asilar a esa persona del grupo o alejarla del contacto social, chismear o esparcir
información falsa sobre una persona o ridiculizarla constantemente 69. Por su parte,
el hostigamiento sexual comprende un vasto conjunto de comportamientos y
conductas que denigran, ridiculizan, son intimidatorias o físicamente abusivas
hacia un trabajador. Este también es el caso de los insultos despectivos o
degradantes o los insultos que están relacionados con el género y los comentarios
ofensivos acerca de la apariencia o vestido70.

En la legislación nacional, la Ley de prevención y sanción del Hostigamiento


Sexual, Ley 27942, publicada con fecha 27 de febrero de 2003, modificada por
Ley 29430, publicada el 08 de noviembre de 2009, regula dos tipologías de
“hostigamiento sexual”; así, el hostigamiento sexual típico o chantaje sexual
consiste en la conducta física o verbal reiterada de naturaleza sexual o sexista no
deseada o rechazada, realizada por una o más personas que se aprovechan de
una posición de autoridad o jerarquía o cualquier otra situación ventajosa, en
contra de otra u otras, quienes rechazan estas conductas por considerar que
afectan su dignidad, así como sus derechos fundamentales; mientras que, el
hostigamiento sexual ambiental, consiste en la conducta física o verbal reiterada
de carácter sexual o sexista de una o más personas hacia otras con prescindencia
de jerarquía, estamento, grado, cargo, función, nivel remunerativo o análogo,
creando un clima de intimidación, humillación u hostilidad.

b.1.5. Las enfermedades profesionales y los accidentes de trabajo

c) El traslado del trabajador a lugar distinto de aquel en el que preste habitualmente servicios, con el propósito de
ocasionarle perjuicio.
d) La inobservancia de medidas de higiene y seguridad que pueda afectar o poner en riesgo la vida y la salud del
trabajador.
e) El acto de violencia o el faltamiento [sic] grave de palabra en agravio del trabajador o de su familia.
f) Los actos de discriminación por razón de sexo, raza, religión, opinión o idioma.
g) Los actos contra la moral y todos aquellos que afecten la dignidad del trabajador.
El trabajador, antes de accionar judicialmente deberá emplazar por escrito a su empleador imputándole el acto de
hostilidad correspondiente, otorgándole un plazo razonable no menor de seis días naturales para que, efectúe su
descargo o enmiende su conducta, según sea el caso.
Los actos de hostigamiento sexual se investigan y sancionan conforme a la ley sobre la materia.
68
Curay Méndez, Frady (2011). «Reglas de competencia en la nueva Ley Procesal del Trabajo». El nuevo proceso laboral.
Manual operativo N° 03. Gaceta Jurídica, Primera Edición, Octubre 2011, p. 49.
69
Chappell y Di Martino 2006: 22 (traducción libre).
70
Curay Méndez 2011.

25
La Ley 26790, Ley de modernización de la Seguridad Social en Salud, aprobada
por Decreto Supremo 009-97-SA, define a la enfermedad profesional como todo
estado patológico permanente o temporal que sobreviene al trabajador como
consecuencia directa de la clase de trabajo que desempeña o del medio en el que
se ha visto trabajar. En los procesos laborales, es común observar que gran
número de demandas interpuestas por indemnización por daños y perjuicios
deriven precisamente de enfermedades profesionales en la actividad minera:
neumoconiosis, silicosis, lumbalgia, hipoacusia, entre otros.

Es unánime a nivel doctrinario que, al referirse este inciso a la competencia de los


juzgados laborales en caso de enfermedades profesionales y accidentes de
trabajo, no se está refiriendo a las infracciones cometidas por el empleador en
materia de seguridad y salud en el trabajo, pues estas son de competencia en
principio en sede administrativa del Ministerio de Trabajo (Ley 28806, Ley General
de Inspección del Trabajo y su Reglamento aprobado por Decreto Supremo 019-
2006-TR), y en sede judicial, por los juzgados en los contencioso administrativo 71.

b.1.6. La impugnación de los reglamentos internos de trabajo


La regulación del reglamento interno de trabajo se encuentra contenido en el
Decreto Supremo 039-91-TR, promulgado con fecha 31 de diciembre de 1991, y
que lo conceptualiza como aquel instrumento que determina las condiciones a las
que deben sujetarse los empleadores y trabajadores en el cumplimiento de sus
prestaciones; este, merced a lo regulado en el artículo 2, necesariamente deberá
contener disposiciones sobre admisión o ingreso de los trabajadores, jornadas y
horarios de trabajo; tiempo de la alimentación principal; normas de control de
asistencia al trabajo, normas de permanencia en el puesto conteniendo: permisos,
licencias e inasistencias; modalidad de los descansos semanales; derechos y
obligaciones del empleador; derechos y obligaciones del trabajador; normas
tendientes al fomento y mantenimiento de la armonía entre trabajadores y
empleadores; medidas disciplinarias; persona o dependencia encargada de
atender los asuntos laborales y su tramitación; normas elementales que se deben
observar dentro del desarrollo de la actividad laboral, con la finalidad de cautelar la
higiene y seguridad en el trabajo, e indicaciones para evitar accidentes u otros
riesgos profesionales, así como las instrucciones respectivas para prestar los
primeros auxilios; y, las demás disposiciones que se consideren convenientes de
acuerdo a la actividad de la empresa.
La obligación de la existencia de un reglamento interno de trabajo se produce
cuando en el centro de trabajo existan más de cien trabajadores; sin embargo,
nada obsta para que el empleador disponga su redacción en caso contrario. En
ambos supuestos, en caso de que los trabajadores consideren que las normas del
reglamento violan disposiciones legales o convencionales vigentes en el centro de
trabajo, podrán accionar judicialmente antes los jueces especializados de trabajo.

b.1.7. Los conflictos vinculados a una organización sindical y entre


organizaciones sindicales, incluida su disolución

71
Curay Méndez 2011: 51. En el mismo sentido, Toyama Miyagusuku y Vinatea Recoba 2010: 68.

26
Los conflictos sindicales pueden dividirse en conflictos intrasindicales y conflictos
intersindicales. Los primeros son definidos como aquellos conflictos que se
producen al interno de la organización sindical; mientras que los segundos, son
aquellos que se producen entre dos o más organizaciones sindicales distintas, sea
por ejemplo, las que surgen porque se reclaman tener la legitimidad de
representación del conjunto de trabajadores (ejemplo: si existen sindicatos
minoritarios dentro de una misma empresa, el conflicto podría surgir al momento
de determinarse la organización sindical más representativa.) 72

Se suele clasificar73 a los conflictos intrasindicales en los siguientes:


i) Conflictos entre dos Juntas Directivas elegidas en un mismo sindicato, que
se reclaman la representatividad y legitimidad para negociar colectivamente
con su empleador y que se presentan ante la Autoridad Administrativa de
Trabajo, para fines de registro y toma de conocimiento, conforme a lo
señalado en la Ley de Relaciones Colectivas;

ii) Conflicto entre la Junta Directiva del sindicato versus sus trabajadores
afiliados, por la aplicación del estatuto o por el incumplimiento del convenio
colectivo y;

iii) Conflictos entre trabajadores que integran facciones de dos Juntas


Directivas distintas de un mismo sindicato, que acarrea la interposición de
demandas entre los trabajadores ante las vías judiciales correspondientes.

Estas controversias de naturaleza eminentemente colectiva también serán de


conocimiento de la judicatura laboral. Adicionalmente, la norma también incluye
dentro de su competencia aspectos relacionados con la disolución del ente
sindical; supuesto fáctico que se origina por las causales previstas en el artículo
20 del Texto Único Ordenado de la Ley de Relaciones colectivas de Trabajo,
aprobado por Decreto Supremo 010-2003-TR.

b.1.8. El cumplimiento de obligaciones generadas o contraídas con ocasión


de la prestación personal de servicios exigibles a institutos, fondos, cajas u
otros
Es evidente que, este supuesto de competencia, no está relacionado con una
relación laboral típica empleador-trabajador; pues, la norma prevé la posibilidad de
exigir el cumplimiento de obligaciones a institutos, fondos o cajas (entre otros).
Así, en el caso nacional, encontramos —por ejemplo— la regulación laboral
específica asignada a los pescadores, así como la dispensada a los artistas.

En relación con el trabajo pesquero, la Caja de Beneficios y Seguridad Social del


Pescador se rige por sus estatutos, el primero de ellos formulado y aprobado por
el Decreto Supremo 001, del 28 de enero de 1965, y la Resolución Suprema

72
García Cochagne, Manuela E. (s/f). «Reflexiones sobre el conflicto intra e intersindical». En Ministerio de Trabajo,
<http://www.mintra.gob.pe/archivos/file/difusion_laboral/pub_05.pdf>. Consultado el 22 de abril del 2013.
73
García Cochagne (s/f). En el mismo sentido, vide Curay Méndez 2011: 52.

27
número 011-93-TR, del 21 de julio de 1993, y el segundo —actualmente vigente—
aprobado por el Acuerdo 012-002-2004-CEMR-CBSSP. Sobre la base de estos,
es claro que la entidad emplazada no tiene la condición de empleadora, sino de
administradora y depositaria de los fondos de los beneficios compensatorios y
sociales de los pescadores, hasta el 31 de diciembre de 2004. Así, a partir del 1
de enero de 2005, conforme el artículo 9 del Decreto Supremo 014-2004-TR, el
pago de tales beneficios (compensación por tiempo de servicios, gratificaciones y
vacaciones) corre a cargo de los armadores pesqueros (empleadores).

Ya antes, a través de la dación de la Ley número 28193, del 20 de marzo de 2004,


modificada por el artículo único de la Ley número 28320, reglamentada por el
Decreto Supremo número 005-2005-TR, del 11 de agosto de 2005, se dispuso la
incorporación a ESSALUD de los afiliados de la Caja del Pescador; así, pues, a
partir del año 2005, la emplazada tiene la calidad de administradora, gestora y
depositaria de los aportes que los trabajadores y los armadores realizarán para
fines pensionarios; dicha realidad y funciones ha quedado plasmada con claridad
en los artículos 2, 4, 6, 10, 11, 13, 24 y 31, en los que se establece que la “CBSSP
administra únicamente el Fondo de Pensiones”, que tiene por finalidad “brindar el
servicio de administrar eficientemente los recursos provenientes de los aportes al
Fondo de Pensiones de los trabajadores pescadores activos y pensiones”; en este
sentido, el estatuto de la demandada, prevé que esta es una persona jurídica de
derecho privado, cuya finalidad social es la de administrar pensiones de seguridad
social y beneficios compensatorios del universo de los trabajadores pesqueros; la
cual está reconocida por el Estado; y, similar criterio es el establecido por el
Tribunal Constitucional en la sentencia recaída en expediente 011-2002-AI/TC.

Otro ejemplo de responsabilidad en el pago de beneficios sociales a cargo de


terceros es el de los trabajadores artistas, conforme a lo dispuesto en la Ley
28131, promulgada con fecha 19 de diciembre de 2003, que prevé en sus artículos
34, 35, 36 y 37 el abono de los beneficios sociales que les corresponden a estos
trabajadores a cargo del Fondo de Derechos Sociales del Artista. Esta entidad que
conforme a lo previsto en el artículo 25 del Reglamento de la Ley 28131, aprobada
por Decreto Supremo 058-2004-PCM, de fecha 29 de julio de 2004, tiene
naturaleza privada y es administrado por Essalud, y es la encargada de abonar a
sus afiliados, la remuneración vacacional acumulada, la compensación por tiempo
de servicios y las gratificaciones por Fiestas Patrias y Navidad. El monto de dichos
beneficios proviene de la obligación de aportar que le corresponde el empleador, y
subsidiariamente al organizador, productor y presentador, en cuanto son
obligaciones derivadas del contrato de trabajo, celebrado entre el trabajador y el
empleador (artículo 26 del Reglamento).

b.1.9. El cumplimiento de las prestaciones de salud y pensiones de invalidez,


a favor de los asegurados o los beneficiarios, exigibles al empleador, a las
entidades prestadoras de salud o a las aseguradoras.
Se entiende por prestación social a la retribución que se otorga en forma temporal
y/o vitalicia a los trabajadores asegurados y extintivamente a los familiares de
estos (derechohabientes) por los servicios prestados y las aportaciones
28
efectuadas74. Sin embargo, conviene precisar que en la mencionada competencia
no se incluyen los supuestos de prestaciones de salud exigibles a los empleadores
en el marco del seguro “regular” que brinda EsSalud, ya que, como es sabido,
estas reclamaciones son tramitadas vía administrativa, en una primera fase, y
luego a través del proceso contencioso administrativo75.

En este caso, las prestaciones de salud y pensiones de invalidez están


directamente relacionadas con las provenientes de la contratación del Seguro
Complementario de Trabajo de Riesgo, conforme lo previsto en el Capítulo 8 del
Decreto Supremo 009-97-SA, Reglamento de la Ley de Modernización de la
Seguridad Social en Salud, que es aquel contratado por un empleador que
contrata a trabajadores en centros de trabajo en donde se realizan labores de
riesgo, como es, por ejemplo, el de la actividad minera en el país.

Sea cual fueren los supuestos, en caso de incumplimiento, podrán accionar


directamente contra la entidad empleadora por cualquier diferencial de beneficios
o prestaciones no cubiertas y/o por la omisión de la inscripción en el registro por el
íntegro de las prestaciones correspondientes a las coberturas de invalidez,
sobrevivencia y gastos de sepelio. En sentido contrario, si el empleador ha
contratado el seguro en mención y ocurriesen algunas de los supuestos para el
pago de las prestaciones, el obligado dejará de ser el empleador y pasará a ser la
empresa aseguradora o la entidad prestadora de salud quien es la responsable de
cumplir con las prestaciones contratadas.

b.1.10. El Sistema Privado de Pensiones


Hay que precisar que la competencia asignada a los juzgados laborales para
conocer pretensiones referidas al «sistema privado de pensiones» se encuentra
relacionada con las prestaciones brindadas en este, mas no se encuentran
orientados a resolver conflictos, por ejemplo, originados en la cobranza de aportes
previsionales, cuya competencia es asignada a los juzgados de paz letrado 76. Así,
conocerán entre otras materias las relacionadas con la pensión de invalidez y
sobrevivencia.

b.1.11. La nulidad de cosa juzgada fraudulenta laboral


Existe un proceso fraudulento cuando este es el resultado del fraude conjunto o de
la colusión de las diversas partes (demandante y demandada en el contencioso o
los interesados concurrentes en el de la jurisdicción voluntaria); quienes se
confabulan para obtener una resolución (sentencia o auto) en determinado sentido
o de contenido específico con el fin de producir efectos jurídicos sustanciales
ilícitos e ilegales que, generalmente, no conseguirían mediante actos
extracontractuales de voluntad unilaterales o bilaterales para darles mayor eficacia

74
Anacleto Guerrero, Víctor Ruperto (1998). Manual de seguridad social. Lima: Editorial San Marcos, p. 222.
75
Toyama Miyagusuku y Vinatea Recoba 2010: 70.
76
Romero Montes 2011: 100.

29
antes terceros, en virtud de la fuerza de cosa juzgada que pueda gozar la
sentencia y en los efectos que ella produce frente a estos77.

Este proceso, en principio regulado en el artículo 178 del Código Procesal Civil,
constituye en nuestro sistema procesal un remedio excepcional, de naturaleza
residual y extraordinaria, que permite efectuar un nuevo examen de la sentencia
definitiva, esto es, la que adquirió la autoridad de cosa juzgada, obtenida sobre la
base de un engaño o a una simulación que agravie a tal punto el espíritu de
justicia que mantener la cosa juzgada sería una aberración78.

Nuestra legislación procesal civil lo regula como un proceso autónomo que se


tramita en la vía del proceso de conocimiento, y tiene por fin remediar una
situación viciada por fraude procesal que ha afectado el debido proceso,
retrotrayéndose las cosas al estado anterior al que produjo el fraude procesal,
anulando todos los actos afectados por tal inconducta79.

En el ámbito laboral, la competencia para conocer la nulidad de cosa juzgada


fraudulenta había sido asignada mediante la Ley 27021, que modificó la Ley
Procesal del Trabajo 26636, y que en su artículo 2 dispuso lo siguiente: «Los
juzgados de trabajo son competentes para tramitar las demandas sobre nulidad de
cosa juzgada fraudulenta laboral a que se refiere el artículo 178 del Código
Procesal Civil, en vía de proceso ordinario laboral». Aquella, al igual que la NLPT,
le asigna competencia al juez laboral para conocer pretensiones sobre esta
materia, específicamente si la sentencia con calidad de cosa juzgada proviene de
un proceso laboral; ello por su estrecha vinculación con la rama de derecho que
ejerce y conoce.

b.1.12. Aquellas materias que, a criterio del juez, en función de su especial


naturaleza, deban ser ventiladas en el proceso ordinario laboral.
Este inciso de competencia «abierta» atribuida a los juzgados especializados de
trabajo, se justifica en que, por regla general, es este órgano jurisdiccional quien
por su especialidad en la materia es el llamado a conocer cualquier tipo de
conflictos que se deriven de esta. En este sentido, se le otorga facultad
discrecional para que, en caso de duda acerca de su competencia material, sea
avoque a la solución del conflicto ante la prohibición —además— de no dejar de
administrar justicia ante vacío o deficiencia de la ley.

Precisamente a raíz de la realización del Primer Pleno Jurisdiccional Supremo en


materia laboral realizado en el mes de mayo del 2012, los jueces supremos
integrantes de ambas Salas de Derecho Constitucional y Social Permanente y
Transitoria acordaron en el punto b) del Tema 01 que “Los jueces de trabajo están
facultados para conocer de la pretensión de reposición en casos de despido
77
Gómez Valdez 2011: 235.
78
Arrarte Arrisnabarreta, Ana María (1996). «Alcances sobre la nulidad de cosa juzgada fraudulenta». Ius et Veritas.
Número 13, Lima, 1996, , p. 173-184
79
Arrarte Arrisnabarreta, Ana María (1999). «Alcances sobre la nulidad de cosa juzgada fraudulenta». En Ticona Postigo,
Víctor (compilador). El debido proceso y la demanda civil. Tomo II. Segunda edición. Lima: Rodhas, p. 236

30
incausado o despido fraudulento, en el proceso abreviado laboral, siempre que la
reposición sea planteada como pretensión principal única.” Líneas seguidas
desarrollaremos esta postura.

b.2. EN PROCESO ABREVIADO LABORAL


Artículo 2.-
Competencia por materia de los juzgados especializados de trabajo
Los juzgados especializados de trabajo conocen de los siguientes
procesos: (...)
2. En proceso abreviado laboral, de la reposición cuando esta se plantea
como pretensión principal única.
3. En proceso abreviado laboral, las pretensiones relativas a la
vulneración de la libertad sindical. (...)

b.2.1. Reposición cuando esta se plantea como pretensión principal única


La norma procesal antes aludida —según se desprende de su redacción— habilita
a la jurisdicción laboral vía proceso abreviado laboral, el conocimiento de una
demanda que contenga como pretensión principal única la reposición en los
supuestos de despido nulo, incausado o fraudulento, estos últimos que aunque no
contengan una regulación normativa específica, son plausibles de ser conocidas
en sede judicial laboral por vulneración de los artículos 22 y 27 de la Constitución;
conclusión que ha sido ratificado por el primer Pleno Jurisdiccional Supremo en
materia laboral del año 2012, publicado en El Peruano con fecha 17 de julio de
2012; y además recogida en el reciente Segundo Pleno Jurisdiccional Supremo en
materia laboral, publicado en El Peruano con fecha 04 de Julio de 2014.

b.2.2. Pretensiones relativas a la vulneración de la libertad sindical


El derecho a la libertad sindical, no solo tiene un reconocimiento constitucional en
nuestro ordenamiento jurídico, en el artículo 28 de la Constitución Política del
Estado; y a nivel legal en la regulación indirecta de este al tipificarlo como causal
de despido nulo (artículo 29 del texto único ordenado de la Ley de Productividad y
Competitividad Laboral, aprobado por Decreto Supremo 003-97-TR) así como en
lo dispuesto en el Texto Único Ordenado de la Ley de Relaciones Colectivas de
Trabajo, aprobado por Decreto Supremo 010-2003-TR; sino que trasciende a este,
ubicándose, en el centro del repertorio de derechos humanos del trabajo,
reconocido en declaraciones de principios, derechos y convenciones
internacionales de los que el Perú es parte; entre ellos los Convenios 87 y 98 de la
OIT, ratificados por el Estado Peruano a través de las Resoluciones Legislativas
números 13281 y 14712, del 02 de marzo de 1960 y del 13 de marzo de 1964
respectivamente; la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobado
por Resolución Legislativa número 13282, del 15 de diciembre de 1959 (artículo
23); Convención Americana sobre Derechos Humanos “Pacto de San José de
Costa Rica” aprobado a través del Decreto Ley número 22231, del 11 de julio de
1978 (artículo 16); Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales “Protocolo
de San Salvador”, aprobado mediante Resolución Legislativa número 26448, del
07 de mayo de 1995 (artículo 8); y, el Pacto Internacional de Derechos

31
Económicos, Sociales y Culturales, aprobado mediante Decreto Ley número
22129, del 29 de marzo de 1978 (artículo 8); por tanto, su trasgresión no solo
resiente el ordenamiento jurídico nacional sino también normas de carácter
supranacional.

Es por la dimensión y trascendencia que el legislador ha previsto que, sea en el


proceso abreviado laboral, que el juez especializado de trabajo conozca toda
pretensión que encierre en sí misma una vulneración al ejercicio o goce de la
libertad sindical.

b.3. EN PROCESO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


Artículo 2.-
Competencia por materia de los juzgados especializados de trabajo
Los juzgados especializados de trabajo conocen de los siguientes
procesos: (...)
4. En proceso contencioso administrativo conforme a la ley de la materia,
las pretensiones originadas en las prestaciones de servicios de carácter
personal, de naturaleza laboral, administrativa o de seguridad social, de
derecho público; así como las impugnaciones contra actuaciones de la
autoridad administrativa de trabajo.(...)

Estas pretensiones se tramitan conforme a las reglas del proceso contencioso


administrativo que se regula, actualmente, por la Ley 27584, publicada con fecha
07 de diciembre de 2001, modificado por Decreto Legislativo 1067; y por el Texto
Único Ordenado de la Ley que Regula el Proceso Contencioso Administrativo,
aprobado por el Decreto Supremo 013-2008-JUS, publicado el 29 agosto 2008.
Pues bien, la norma contiene cuatro supuestos de competencia:

b.3.1. Prestaciones de servicios de carácter personal de naturaleza laboral


de Derecho Público
Referidas a aquellas relaciones laborales en donde el empleador es el Estado, y
que rige la actividad laboral de sus dependientes conforme a las reglas del
régimen del Decreto Legislativo 276 y su Reglamento, aprobado por Decreto
Supremo 005-90-PCM. Así, cualquier controversia que surja de dicha relación
laboral, será competencia del juez laboral vía proceso contencioso administrativo,
siempre que, previamente agote la vía administrativa requerida.

b.3.2. Prestaciones de servicios de carácter personal de naturaleza


administrativa
Indudablemente se refiere a aquellas prestaciones enmarcadas dentro de lo que
se conoce como contrato administrativo de servicios (CAS). En efecto, con la
promulgación del Decreto Legislativo 1057, conforme a su Cuarta Disposición
Complementaria Final, vigente al día siguiente de su publicación en el Diario
Oficial “El Peruano”, es decir, desde el 29 de junio de 2008, se crea y regula el
Régimen Especial de Contratación Administrativa de Servicios en el sector público
laboral de nuestro país; este, conforme reza el propio texto íntegro de la norma, no
es asimilable ni al régimen laboral privado regulado por Decreto Legislativo 728, ni
por el régimen laboral público, en el marco de lo normado por el Decreto
32
Legislativo número 27680. En efecto, este decreto que regula una nueva forma de
concebir los servicios del personal “dependiente” adscrito a una entidad estatal, se
dio en el marco de sendas promulgaciones de decretos legislativos originados en
la firma del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos de Norteamérica 81
y que tenían por finalidad “regularizar” diversas materias de índole laboral al
interior del aparato estatal.

Así, la contratación administrativa de servicios es definida, según el artículo 1 del


Reglamento del Decreto Legislativo número 1057, aprobado por Decreto Supremo
número 075-2008-PCM, en su texto originario, como el tipo de contratación que
vinculaba a una persona natural con el Estado de manera “no autónoma”,
disposición que fuera posteriormente modificado por artículo 1 del Decreto
Supremo número 065-2011-PCM publicado con fecha 27 de julio de 2011, en
donde se conceptualiza al CAS como “(…) un régimen especial de contratación
laboral para el sector público, que vincula a una entidad pública con una persona
natural que presta servicios de manera subordinada. Se rige por normas
especiales y confiere a las partes únicamente los beneficios y obligaciones
inherentes al régimen especial. (…)”, modificación hecha a raíz de la sentencia
emitida por el Tribunal Constitucional en el expediente número 00002-2010-PI/TC,
de fecha 07 de septiembre de 2010.

Asimismo, conforme al artículo 16 de su reglamento: “Los conflictos derivados de


la prestación de los servicios regulados por el Decreto Legislativo 1057 y el
presente reglamento son resueltos por el órgano responsable al que se refiere el
artículo 15 del presente Reglamento. Contra la resolución emitida por dicho
órgano cabe interponer recurso de apelación, cuya resolución corresponde al
Tribunal del Servicio Civil, cuando se trate de materias de su competencia, o, en
caso contrario, al superior jerárquico del órgano emisor del acto impugnado.
Agotada la vía administrativa, se puede acudir a la sede judicial conforme a las
reglas del proceso contencioso administrativo.”

b.3. 3. Prestaciones de seguridad social


La Ley 26636 modificada en su artículo 4 por la Ley 27242, había asignado
competencia a las Salas Labores de las Cortes Superiores el conocimiento de la
acción contencioso administrativa en materia laboral y seguridad social; sin
embargo, con la promulgación de la Ley 27584, Ley que regula el proceso
contencioso administrativo, al crear los juzgados contencioso administrativos, son
estos los que reemplazan al órgano jurisdiccional laboral en el conocimiento de
este tipo de causas. Posteriormente, es con la dación de la Ley 29364, de fecha
28 de mayo de 2009, que nuevamente se asigna competencia sobre esta materia
a los juzgados especializados de trabajo, y en grado de apelación a las Salas
Laborales de cada Corte Superior. La NLPT ratifica esa competencia, lo que

80
Expediente número 00002-2010-PI/TC, fundamentos jurídicos 31 y 33.
81
Gamarra Vílchez, Leopoldo (2010). «Finalidad del régimen especial de contratación administrativa de servicios». En
Ávalos Jara, Oxal y Edwin López Trigoso (coordinadores). Comentarios al régimen especial de contratación administrativa
de servicios. Lima: Jurista Editores, p. 20.

33
significa una clara orientación al refuerzo por la especialización de los juzgados
laborales en el conocimiento de pretensiones que se pueden tramitar vía proceso
contencioso administrativo.

b.3.4. Impugnaciones contra actuaciones de la Autoridad Administrativa de


Trabajo

Esta competencia ya había sido establecida en la Primera Disposición


Complementaria del Texto Único Ordenado de la Ley del Proceso Contencioso
Administrativo, aprobado por Decreto Supremo 013-2008-JUS. Esta versa
básicamente en aquellas pretensiones dirigidas a cuestionar, por ejemplo, la
imposición de multas por parte de los inspectores del Ministerio de Trabajo, o,
como en otros casos, la impugnación de Actas de inspección que contengan
conclusiones contrarias a lo constatado. Todas ellas, serán de conocimiento del
juez laboral en lo contencioso administrativo.

b.4. EN PROCESO EJECUTIVO


Artículo 2.-
Competencia por materia de los juzgados especializados de trabajo
Los juzgados especializados de trabajo conocen de los siguientes
procesos: (...)
5. Los procesos con título ejecutivo cuando la cuantía supere las
cincuenta (50) Unidades de Referencia Procesal (URP).
Finalmente, el artículo 3 inciso 5 le asigna competencia a los juzgados de trabajo,
bajo las reglas del proceso ejecutivo —que será objeto de desarrollo en detalle en
el capítulo siguiente—, de aquellos procesos con título ejecutivo siempre que la
cuantía supere las 50 URP, ya que, recordemos, cuando este sea inferior será de
competencia de los juzgados de paz letrado laborales.

Ya habíamos mencionado anteriormente que la propia NLPT en su artículo 57


señala cuáles son los títulos ejecutivos, y se indican: las resoluciones judiciales
firmes, acta de conciliación judicial, laudos arbitrales que resuelven un conflicto
jurídico de naturaleza laboral, resoluciones de la autoridad administrativa de
trabajo firmes que reconocen obligaciones, documento privado de transacción
extrajudicial, actas de conciliación extrajudicial y liquidación para cobranza de
aportes previsionales del Sistema Privado de Pensiones.

C. Salas Laborales Superiores


Artículo 3.-
Competencia por materia de las salas laborales superiores
Las salas laborales de las cortes superiores tienen competencia, en
primera instancia, en las materias siguientes:
1. Proceso de acción popular en materia laboral, a ser tramitado conforme
a la ley que regula los procesos constitucionales.
2. Anulación de laudo arbitral que resuelve un conflicto jurídico de
naturaleza laboral, a ser tramitada conforme a la ley de arbitraje.

34
3. Impugnación de laudos arbitrales derivados de una negociación
colectiva, a ser tramitada conforme al procedimiento establecido en la
presente Ley.
4. Contienda de competencia promovida entre juzgados de trabajo y entre
estos y otros juzgados de distinta especialidad del mismo distrito judicial.
5. Conflictos de autoridad entre los juzgados de trabajo y autoridades
administrativas en los casos previstos por la ley.
6. Las demás que señale la ley.

La regulación competencial por razón de la materia asignada a las Salas


Laborales Superiores trae, principalmente, dos novedades. La primera de ellas,
relacionada con la regulación diferenciada —ahora— del conocimiento de
conflictos referidos a la anulación de laudo arbitral que resuelve un conflicto
jurídico y que será tramitada conforme a las reglas de la ley de arbitraje; y, la
segunda, dada por la eliminación de la competencia de las Salas Laborales para
conocer pretensiones de “homologación” de conciliaciones privadas. Esto último,
en el marco de la NLPT se encuentra justificado en el énfasis que esta ha
consignado en la promoción de las formas alternativas de conclusión del proceso,
y guarda coherencia con lo ahora regulada respecto de esta materia.

Así, se elimina esta competencia por cuanto en el artículo 30 parte in fine se


señala que “(…) Los acuerdos conciliatorios y transaccionales también pueden
darse independientemente de que exista proceso en trámite, en cuyo caso no
requieren ser homologados para su cumplimiento o ejecución. (…)”
A continuación desarrollaremos cada unos de los supuestos de competencia por la
materia asignada a las Salas Superiores.

c.1. Proceso de acción popular en materia laboral


El proceso de acción popular, como proceso constitucional fue regulado —por
primera vez— en la Constitución Política del Perú de 1933. En nuestra actual carta
magna, el artículo 200 numeral 5) incluye dentro de las garantías constitucionales
a la Acción Popular, la cual procede contra los reglamentos, normas
administrativas y resoluciones y decretos de carácter general, cualquiera sea la
autoridad de la que emanen, por infracción de la Constitución y de la ley. A nivel
legal, esta se encuentra regulada por el Código Procesal Constitucional en los
artículos 84 a 97. El artículo 76 del Código Procesal Constitucional prevé que “La
demanda de acción popular procede contra los reglamentos, normas
administrativas y resoluciones de carácter general, cualquiera sea la autoridad de
la que emanen, siempre que infrinjan la Constitución o la ley, o cuando no hayan
sido expedidas o publicadas en la forma prescrita por la Constitución o la ley,
según el caso”.
35
Ello es así porque, los procesos de acción popular y de inconstitucionalidad tienen
como finalidad la defensa de la Constitución frente a infracciones contra su
jerarquía normativa, que puede ser directa o indirecta, de carácter parcial o total y
tanto por la forma como por el fondo. La infracción a la ley puede darse del mismo
modo que la infracción a la carta magna. Es decir, la vulneración puede ser
directa, o indirecta, de carácter total o parcial y tanto por el fondo como por la
forma82. Por tal razón, es que la acción popular puede ser interpuesta por
cualquier persona, conforme lo reza el artículo 84 del Código Procesal
Constitucional.

La tramitación de la acción popular, como la misma norma lo indica, se realiza


conforme a las reglas previstas en el Código Procesal Constitucional.
c.2. Anulación de laudo arbitral que resuelve un conflicto jurídico de
naturaleza laboral, a ser tramitada conforme a la ley de arbitraje
Las partes, por iniciativa propia o a propuesta del juez, en cualquier estadio del
proceso, pueden acordar derivar a arbitraje una controversia de naturaleza
disponible conforme a derecho o cuando la ley o los tratados o acuerdos
internacionales lo autoricen, para lo cual deberán formalizar un convenio arbitral.
En tal sentido, una vez originado este, y de conformidad con el Decreto Legislativo
1071, publicado con fecha 28 de junio de 2008, norma que regula el arbitraje,
contra aquel laudo arbitral solo cabe plantearse el recurso impugnatorio de
anulación.

La norma precisa que este laudo resuelve conflictos «jurídicos» de naturaleza


laboral, y los entiende como aquellos conflictos en los que la controversia versa
sobre el incumplimiento o la interpretación de la norma que debe ser aplicada a
una situación concreta y, por consiguiente, su solución residirá en que la autoridad
competente decida acerca de la aplicación de aquella o realice su interpretación 83.

Teniendo en consideración ello, es que en el artículo 63, el impugnante puede


alegar como causales de nulidad: que el convenio arbitral es inexistente, nulo,
anulable, inválido o ineficaz; o que una de las partes no ha sido debidamente
notificada del nombramiento de un árbitro o de las actuaciones arbitrales, o no ha
podido por cualquier otra razón, hacer valer sus derechos; que la composición del
tribunal arbitral o las actuaciones arbitrales no se han ajustado al acuerdo entre las
partes o al reglamento arbitral aplicable; que el tribunal arbitral ha resuelto sobre
materias no sometidas a su decisión; o que ha resuelto sobre materias que, de
acuerdo con ley, son manifiestamente no susceptibles de arbitraje, tratándose de
un arbitraje nacional; entre otros supuestos previstos en el citado artículo.

82
Castañeda Otsu, citada por Romero Montes 2011: 108.
83
Blancas Bustamante, Carlos (2011, noviembre). «La naturaleza del arbitraje en la negociación colectiva». Boletín del
Viceministerio de Trabajo. Número 11,
<http://www.trabajo.gob.pe/boletin/documentos/documento_naturaleza_arbitraje_negociacion_colectiva_CB.pdf>.
Recuperado el 22 de abril de 2013.

36
c.3. Impugnación de laudos arbitrales derivados de una negociación
colectiva, a ser tramitada conforme al procedimiento establecido en la
presente ley
El laudo arbitral a que se refiere este inciso de la NLPT, a diferencia de lo
analizado precedentemente, viene dado en el marco de un proceso de
negociación colectiva, de conformidad con el artículo 66 del Decreto Supremo
010-2003-TR, que aprueba el Texto Único Ordenado de la Ley de Relaciones
Colectivas de Trabajo.

El laudo arbitral adoptado tiene su origen en un conflicto “económico”, definido


este como aquella en la que la divergencia no gira en torno a la aplicación o
interpretación de una norma pues esta no existe, de modo que el conflicto gira en
torno a los intereses contrapuestos de ambas partes. En estos conflictos, típicos
del Derecho Laboral, lo que está en juego es la aspiración de los trabajadores,
representados por los Sindicatos, de mejorar sus ingresos y condiciones de
empleo para lo cual los ordenamientos jurídicos reconocen el derecho a la
negociación colectiva, el cual, además, se encuentra amparado por el Convenio
98 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)84.

En consecuencia, las partes al recurrir al poder judicial pretendiendo la


impugnación del laudo arbitral, pueden deducir las siguientes causales de
conformidad con el artículo 66 del Decreto Supremo 010-2003-TR, que aprueba el
Texto Único Ordenado de la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo: i) Por razón
de nulidad; y, ii) Por establecer menores, de conformidad con lo establecido en el
artículo 26 inciso 1 de la Constitución Política del Estado y el artículo 65 de la Ley
de Relaciones Colectivas de Trabajo.

c.4. Contienda de competencia promovida entre juzgados de trabajo y entre


estos y otros juzgados de distinta especialidad del mismo distrito judicial

La contienda de competencia es una discrepancia entre dos magistrados,


formalizada procesalmente, a petición de parte o de oficio, acerca de su
competencia para conocer en un asunto determinado85. Este conflicto puede ser
clasificado como positivo o negativo. Será positivo cuando dos jueces se
consideren competentes para conocer un proceso; y, por el contrario, será
negativo, cuando aquel juez que se considere incompetente remita los autos a
aquel que considera debe conocer el proceso. En ambos supuestos, será de
conocimiento de las Salas Laborales, quienes son los responsables por resolver la
contienda de competencia sometida a su conocimiento.

c.5. Conflictos de autoridad entre los juzgados de trabajo y autoridades


administrativas en los casos previstos por la ley
Los conflictos de competencia no solo pueden darse a nivel de órganos
jurisdiccionales, sino también entre estos y las autoridades administrativas; el que,

84
Ibídem.
85
Couture 1958: 173.

37
en el caso laboral, puede ser el Ministerio de Trabajo. En ese sentido, debe
estarse a lo previsto en el artículo 64 de la Ley del Procedimiento Administrativo
General, Ley 27444.

c.6. Las demás que señale la ley


Nuevamente, la norma deja abierta la posibilidad de que la Salas Laborales
superiores conozcan otras pretensiones no especificadas directamente en la
NLPT.

3.2.2. Competencia por Función


Denominado también competencia por grado, este criterio competencial se
relaciona con el nivel o jerarquía de los organismos jurisdiccionales pues existen
juzgados de paz letrados, juzgados especializados, Salas Laborales y las Salas
Constitucionales y Sociales de la Corte Suprema que ejercen su función dentro del
marco de las otras competencias. Por lo general están considerados gradualmente
y por órganos superiores que actúan como sede de instancia o como órgano de
apelación. Un claro ejemplo del primer supuesto lo constituyen las demandas de
acción popular que son competencia como primera instancia por las Salas
Laborales.

Se indica que esta competencia tiene directa relación con el principio de doble
instancia. En efecto, “es el medio para evitar en lo posible el error judicial”, ello
debido a que existen magistrados cuya función es revisar las decisiones de
instancias inferiores para confirmarlas o revocarlas86. Adicionalmente, se refiere
que la idea que sustenta este criterio de competencia por la función o grado, es
que resulta difícil que se produzcan resoluciones injustas coincidentes en dos o
más instancias87. Empero, se agrega que, en muchas ocasiones este “doble
conocimiento” de un mismo proceso, “puede producir uno de los más perniciosos
defectos de la administración de justicia. Justicia que se retrasa, no es justicia.” 88

En el ordenamiento jurídico nacional, el Texto Único Ordenado la Ley Orgánica del


Poder Judicial, aprobado por Decreto Supremo 017-93-JUS, publicada con fecha
02 de junio de 1993, regula la competencia por la función o grado expresa en sus
artículos 32, 35 y 42. Por su parte, la NLPT regula la competencia por la función
en el artículo 4:
Artículo 4.-
Competencia por función
4.1 La Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de
Justicia de la República es competente para conocer de los siguientes
recursos:
a) Del recurso de casación;
b) del recurso de apelación de las resoluciones pronunciadas por las salas
laborales en primera instancia; y
c) del recurso de queja por denegatoria del recurso de apelación o por

86
Romero Montes 2011: 115.
87
De Buen Lozano 1988: 184.
88
Ibídem.

38
haber sido concedido en efecto distinto al establecido en la ley.
4.2 Las salas laborales de las cortes superiores son competentes para
conocer de los siguientes recursos:
a) Del recurso de apelación contra las resoluciones expedidas por los
juzgados laborales; y
b) del recurso de queja por denegatoria del recurso de apelación o por
haber sido concedido en efecto distinto al establecido en la ley.
4.3 Los juzgados especializados de trabajo son competentes para conocer
de los siguientes recursos:
a) Del recurso de apelación contra las resoluciones expedidas por los
juzgados de paz letrados en materia laboral; y
b) del recurso de queja por denegatoria del recurso de apelación o por
haber sido concedido en efecto distinto al establecido en la ley.
Como se
aprecia, la NLPT
regula la competencia por la función clasificando a los órganos jurisdiccionales de
manera piramidal o vertical. Siendo la Sala de Derecho Constitucional y Social de
la Corte Suprema de la República el órgano que conoce del recurso de casación
(recurso extraordinario y que no origina una tercera instancia), así como del
recurso de apelación de las resoluciones emitidas por las Salas Laborales como
órgano de primera instancia (ejemplo: proceso de acción popular), y del recurso de
queja por denegatoria del recurso de apelación —o haber sido concedido con
efecto distinto—.

Lo mismo sucede, en orden descendente con la competencia asignada a las Salas


Laborales. Así, esta conoce del recurso de apelación en contra de las resoluciones
emitidas por los juzgados de trabajo, así como del recurso de queja planteado
contra la denegatoria del recurso de apelación —o haber sido concedido con
efecto distinto—. Y, respecto de los juzgados de trabajo, estos no solo actúan
como órgano de primera instancia conforme a la competencia material asignada
en el artículo 2 antes analizado, sino que también —y funcionalmente— conoce
del recurso de apelación contra las resoluciones expedidas por los juzgados de
paz letrado laborales y del recurso de queja por denegatoria del recurso de
apelación o por haber sido concedido en efecto distinto al previsto en ley.

A manera de colofón diremos que, con las modificatorias introducidas en la NLPT


ha desaparecido —en la práctica— la figura procesal de la queja contra la
denegatoria del recurso de casación, que era regulada en el artículo 60 de la Ley
26636. Ello es así porque, con la NLPT, es la propia Sala de Derecho
Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema quien califica tanto los
requisitos de admisibilidad como de procedencia de los recursos de casación
planteados.

3.2.3. Cuantía
Artículo 5.-
Determinación de la cuantía
La cuantía está determinada por la suma de todos los extremos
contenidos en la demanda, tal como hayan sido liquidados por el

39
demandante. Los intereses, las costas, los costos y los conceptos que se
devenguen con posterioridad a la fecha de interposición de la demanda no
se consideran en la determinación de la cuantía.

La cuantía de la pretensión es un criterio para determinar la competencia. Se trata


de la especificación económica del asunto disputado en juicio, ya sea por el valor
de los bienes, el monto del crédito o la estimación ficta de los primeros, hecha por
la ley o las partes89. Dicho de otro modo, el criterio de la cuantificación del asunto
o conflicto de intereses para fijar la competencia abarca por un lado de la cuantía
propiamente dicha y, por otro, el procedimiento en el que se debe sustanciar en
cada caso concreto.

En efecto, tratándose de sumas de dinero, en la Ley 26636 el índice de la Unidad


Referencial Procesal (URP) determinaba que hasta un máximo de 10 URP son
competentes los juzgados de paz letrados y más de 10 URP los jueces
especializados laborales. Con la nueva ley procesal conocen hasta 50 URP los
juzgados de paz letrados (vía proceso abreviado laboral) y más de 50 URP los
juzgados especializados laborales (vía proceso ordinario laboral). Precisándose
que, esta cuantificación de la pretensión es únicamente viable tratándose de
obligaciones de dar, a fin de que estas sean conocidas por los juzgados de paz
letrado laborales.

Pero no solo esta cuantía opera a nivel de juzgados de paz letrado y juzgados
especializados de trabajo. A nivel de Salas Laborales, dependerá del monto de lo
sentenciado en primera instancia —se entiende en juzgados de trabajo—, para
determinar si quien conocerá de la apelación es la Sala Superior o el Tribunal
Unipersonal. Esta disposición se encuentra contenida en Sexta Disposición
Transitoria de la Nueva Ley Procesal de Trabajo 29497, que previó: “El Poder
Judicial dispone el desdoblamiento de las salas laborales en tribunales
unipersonales que resuelvan en segunda y última instancia las causas cuya
cuantía de la sentencia recurrida no supere las setenta (70) Unidades de
Referencia Procesal (URP).”, siendo que, dicho dispositivo fue efectivizado
mediante la Resolución Administrativa 182-2010-CE-PJ del veinte de mayo de dos
mil diez, en la que, ratificando el mandato anterior, el titular del Poder Judicial
dispuso que aquellas causas cuya cuantía no supere las setenta unidades de
referencia procesal, debían ser conocidas por cada uno de los Jueces que
conforman el Colegiado de las Salas Laborales, quienes respectos de aquellas
asumirían el rol de juez unipersonal de segunda y última instancia; sentencias que,
para cuya validez únicamente requerían la conformidad —a través de la rúbrica—
de quien asume la titularidad de dicho Juzgado.

89
Couture 1981: 189.

40
Finalmente, este monto de la cuantía opera también a nivel de Corte Suprema. En
efecto, tratándose de cuantía deben tenerse en cuenta que tratándose de una
demanda con solo pretensiones cuantificables, el monto total reconocido en la
sentencia de segundo grado debe superar las cien Unidades de Referencia
Procesal (100 URP), sea el demandando o demandante quien interponga el
recurso90, y solo cuando la sentencia apelada desestima íntegramente la
demanda, tratándose de obligaciones de dar suma de dinero, debe tenerse
presente el monto del petitorio señalado en la demanda que debe ser superior a
100 URP para que el recurso de casación sea admitido, conforme a la
interpretación sistemática del artículo 35, numeral 1 de la Ley 29497, y artículos I,
III y IV del Título Preliminar de dicha Ley, en atención a los principios de igualdad y
razonabilidad que privilegian los derechos fundamentales a la tutela procesal
efectiva y al debido proceso, más aún en un proceso laboral que establece
principios y garantías de protección laboral.

El mencionado artículo 5 de la NLPT dispone que la cuantía está determinada por


la suma de todos los extremos contenidos en la demanda, tal como fueran
liquidados por el trabajador (a) demandante. Señalando, a diferencia de lo
regulado en el Código Procesal Civil, que los intereses, costas y costos y demás
conceptos que se devenguen con posterioridad a la interposición de la demanda
no se consideran en la determinación de la cuantía.

Un estudio comparado a nivel de las legislaciones en América Central, Panamá y


República Dominicana, elaborado por Adolfo Ciudad Reynaud 91 en un trabajo
apoyado por la OIT, nos indica que, nuestra legislación nacional, ha otorgado
competencia a los juzgados de paz letrado laborales, asignándoles una cuantía
mayor (50 URP que equivale al año 2012 en 18,250 soles) a la que, otras
legislaciones han dispensado a tribunales de similar jerarquía. Así, en Costa rica
los Tribunales de “menor cuantía” conocen procesos cuyas pretensiones no
superen los 2 millones de colones (equivalente a $3,820 dólares americanos);
mientras que en El Salvador, los juzgados de paz locales conocen procesos cuya
cuantía no exceda de $380 dólares americanos. En menor cantidad, Honduras
establece que aquellos procesos cuyas pretensiones sumen $10.55 dólares, se
tramiten en única instancia. Por su parte, Nicaragua ha optado porque los
procesos cuya cuantía no exceda de $1,500 dólares, sean conocidos por Juntas
de Conciliación y Decisión; mientras que, en Republica Dominicana, no se exige
una cuantía determinada para que se acceda a la justicia laboral.

3.2.4. Competencia por el territorio

90
A diferencia de lo que sucedía en la Ley 26636, en la que cuando el recurso casatorio era planteado por el
demandante, solo se admitía este, si su pretensión superaba las 100 URP, sin considerar el monto de lo sentenciado en
primera instancia (artículo 55, inciso b).
91
Ciudad Reynaud, Adolfo (director) (2011). La justicia laboral en América Central, Panamá y República Dominicana.
Organización Internacional del Trabajo.

41
Artículo 6.-
Competencia por territorio
A elección del demandante es competente el juez del lugar del domicilio
principal del demandado o el del último lugar donde se prestaron los
servicios.
Si la demanda está dirigida contra quien prestó los servicios, solo es
competente el juez del domicilio de este.
En la impugnación de laudos arbitrales derivados de una negociación
colectiva es competente la sala laboral del lugar donde se expidió el
laudo.
La competencia por razón de territorio solo puede ser prorrogada cuando
resulta a favor del prestador de servicios.

Se

entiende por competencia territorial las normas procesales que, en atención a la


demarcación judicial, asignan el conocimiento en primera instancia de los objetos
litigiosos entre los distintos juzgados de un mismo grado92. En efecto, esta
competencia por razón del territorio, supone que el proceso de lleva ante aquel
juez que por su sede resulte ser el más idóneo para conocer de una pretensión en
concreto93.

La razón de ser de este tipo de competencia es la circunscripción territorial del


juez recogiendo el vigente Código Procesal Civil el criterio subjetivo y objetivo; en
primer caso tiene en consideración el domicilio de la persona o litigante
demandado o por excepción el demandante, como por ejemplo en procesos sobre
prestaciones alimenticias. En el segundo prima el organismo jurisdiccional de la
sala o tribunal como por ejemplo las salas de la corte suprema tienen competencia
en toda la republica, en tanto que una sala superior solo en el distrito judicial
correspondiente y un juzgado correspondiente y un juzgado de provincia tan solo
ella. En la NLPT la competencia por territorio se da de la siguiente forma:

A. A elección del demandante


Se le otorga la facultad de elegir al trabajador, el lugar en donde demandará el
reconocimiento de sus derechos laborales; ello, entre las dos opciones que le
brinda la NLPT. Tal reconocimiento, se entiende, viene dado por la naturaleza
insuficiente del trabajador que se encuentra en un plano de desigualdad social,
económica y probatoria en relación con su contraparte, el empleador, para lo cual
se han erigido herramientas de equiparación, tales como el principio protector o de
desigualdad compensatoria, el principio de facilitación probatoria, la redistribución
de las cargas de la prueba, entre otras tantas.

92
Gimeno Sendra, Vicente (2007). Derecho procesal civil. El proceso de declaración. Parte general I. Volumen 1. Segunda
edición. Madrid: Colex, p. 85.
93
Calamandrei 1962: 172 y 177.

42
Así, la NLPT le permite al trabajador demandante interponer su demanda en:

a.1. Domicilio principal del demandado


Por tal se entiende aquel que aparece consignado en sus estatutos o en la partida
contributiva del negocio, así como, a aquel en el que se concentran o centralizan
los órganos de dirección que toman las decisiones corporativas que marcan los
lineamientos a seguir por la totalidad del negocio, vale decir donde se focaliza la
información medular de la actividad u objeto social de la empresa, verbigracia la
información administrativa, económica, financiera, tributaria, laboral. En la
localidad donde se encuentre ubicado este, asumirá competencia el juez de
trabajo, según sea el caso.

a.2. Último lugar donde se prestaron los servicios


A diferencia de la Ley 26636, que señalaba competencia por el territorio a aquel
juez donde se encuentre “El centro de trabajo en el que se haya desarrollado la
relación laboral.”. La NLPT, acertadamente indica que es competente, a elección
del trabajador, el juez del último lugar donde se prestaron los servicios. Ello es
conveniente, ya que, por reglas de la experiencia es común —aunque no
exclusivo— que los trabajadores domicilien cerca del lugar en donde prestan sus
servicios.

B. Domicilio del prestador de servicios


Cuando la demanda se dirija contra el prestador de servicios, la norma procesal
prevé como competencia exclusiva y excluyente, aquella donde domicilie el
prestador de servicios. Nuevamente con esta disposición se refleja el carácter
protector del Derecho Laboral, el que determinando los límites al ejercicio del
derecho de acción, permite que en aquellos casos en los que el trabajador sea
demandado por su empleador (piénsese por ejemplo en las demandas de
indemnización por daños y perjuicios por inconducta del trabajador, causante de
daño a la empresa), el juez competente sea aquel en donde el trabajador
domicilio, por ser más accesible a efectos de seguir el proceso en su contra.

C. En la impugnación de laudos arbitrales derivados de una negociación


colectiva
Para este supuesto específico, la NLPT prevé que la Sala Laboral es competente
aquella del lugar donde se expidió el laudo; impugnación que, como dijéramos,
observa las reglas procesales previstas en la NLPT en sus artículos 50 a 53. Esta
competencia por el territorio es acorde con lo señalado en el artículo 66 del Texto
Único Ordenado de la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo, aprobado por
Decreto Supremo 010-2003-TR, que prevé: “El laudo, cualquiera sea la modalidad
del órgano arbitral, es inapelable y tiene carácter imperativo para ambas partes.
Es susceptible de impugnación ante la Sala Laboral de la Corte Superior (...)”

D. Prórroga de competencia
Inicialmente, los supuestos recogidos por la norma para la determinación de la
competencia, no son de naturaleza dispositiva ni para las partes ni para el juez,
sino por el contrario, son de carácter imperativo, por lo que las partes deben
43
adecuarse a ellos obligatoriamente, debiendo el Juzgador, como director del
proceso, velar por la observancia de tales criterios; lo que debe ser extensivo,
inclusive para los casos de prórroga de la competencia por el territorio (única
procedente en nuestro ordenamiento jurídico-procesal), ya sea expresa o tácita.

La prórroga de la competencia territorial consiste en la alteración o modificación de


la competencia de un juez, dentro de los términos admitidos por la Ley 94.
Asimismo, algunos opinan que la prórroga de la competencia consistente
técnicamente en un acuerdo de los litigantes por virtud del cual no presentan su
litigio ante el único juez que es natural e inicialmente competente sino ante otro
que no lo es95. Sin embargo, como enseña el profesor Alzamora Valdez, “no
significa que los litigantes atribuyan al juez una facultad de la que carecía; ya que,
los interesados no otorgan competencia al juez, sino que le prestan una ocasión
para que pueda ejercer las funciones de su ministerio.” 96, las cuales realizará
siempre en estricto cumplimiento de lo que la norma procesal prevé.

La NLPT prevé el supuesto de la prórroga de competencia, siempre que esta


resulte a favor del prestador de servicios.

4. Admisión y procedencia

4.1. Requisitos de la demanda

Artículo 16.- Requisitos de la demanda


La demanda se presenta por escrito y debe contener los requisitos y
anexos establecidos en la norma procesal civil, con las siguientes
precisiones:
a) Debe incluirse, cuando corresponda, la indicación del monto total del
petitorio, así como el monto de cada uno de los extremos que integren la
demanda; y
b) no debe incluirse ningún pliego dirigido a la contraparte, los testigos o
los peritos; sin embargo, debe indicarse la finalidad de cada medio de
prueba.
El demandante puede incluir de modo expreso su pretensión de
reconocimiento de los honorarios que se pagan con ocasión del proceso.
Cuando el proceso es iniciado por más de un demandante debe
designarse a uno de ellos para que los represente y señalarse un
domicilio procesal único.
Los prestadores de servicios pueden comparecer al proceso sin
necesidad de abogado cuando el total reclamado no supere las diez (10)
La Unidades de Referencia Procesal (URP). Cuando supere este límite y NLPT
remite a hasta las setenta (70) Unidades de Referencia Procesal (URP) es facultad la
norma del juez, atendiendo a las circunstancias del caso, exigir o no la procesal
civil comparecencia con abogado. En los casos en que se comparezca sin para
abogado debe emplearse el formato de demanda aprobado por el Poder
regular, Judicial.

94
Couture 1958: 485.
95
Alvarado Velloso 1997: 158.
96
Citado por Hinostroza Mínguez 2007: 85.

44
supletoriamente, los requisitos de admisibilidad de las demandas. Así, el Código
Procesal Civil en sus artículos 424 y 425 establece una serie de requisitos que
debe cumplir la demanda, entre los que se anotan: designación del juez ante quien
se interpone; nombre, datos de identidad, dirección domiciliaria del demandante o
del representante o apoderado de este; nombre y dirección domiciliaria del
demandado; petitorio, que comprende la determinación clara y concreta de lo que
se pide; hechos en los que se funde el petitorio, enumerados y expuestos en
forma precisa, con orden y claridad; fundamentación jurídica del petitorio; etcétera.

Las novedades introducidas con los requisitos de admisibilidad de la demanda son


fundamentalmente tres:
i) La posibilidad de poder pedir el pago de los honorarios del abogado
patrocinador con ocasión del proceso; ello con la finalidad de determinar,
una vez finalizado el proceso, los parámetros de cuantificación de los
costos procesales;

ii) El deber de indicar al momento de señalar los medios de prueba


anexados, cuál es la finalidad de cada uno de ellos; dicho de otro modo, en
qué medida contribuyen a sustentar el petitorio o defensa esbozado.
Precisándose que, en el caso de las declaraciones de parte e interrogatorio
de testigos y peritos, no debe incluirse ningún pliego interrogatorio dirigido a
estas. En efecto, este es un acto de libertad de formas, como se anotó
precedentemente97;
iii) Quizá la novedad más importante en este acápite la constituya el hecho
de que, ahora, el prestador de servicios cuyo petitorio no supere las 10
URP puede comparecer al proceso sin necesidad de abogado ya que
constituye una facultad inherente a este y cuyo ejercicio finalmente
depende de su voluntad; mientras que para los que superen este límite y
hasta 70 URP, queda a juicio del juzgador decidir si exige su
apersonamiento al proceso con abogado; para tal efecto, deberá analizar
las circunstancias e implicancias propias de cada caso. Esta disposición
indudablemente tiene por finalidad facilitar el acceso a la justicia (tutela
jurisdiccional efectiva) a todos los ciudadanos, especialmente para aquellos
cuya situación económica no les permita afrontar los gastos que implica
contar con una defensa letrada a lo largo del proceso.

Así las cosas, conviene resaltar que mediante Resolución Administrativa 198-
2010-CE-PJ de fecha 02 de junio de 2010, el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial
aprobó dos formatos de demandas laborales. La primera, relacionada para
aquellos procesos en los que se pretenda el pago de menos de 50 URP; y, la otra,
para aquellos cuya cuantía oscile entre las 50 URP a 70 URP. En el primer
supuesto, el conocimiento de la causa corresponderá a los juzgados de paz

97
Para Toyama Miyagusuku y Vinatea Recoba (2010: 117), «esta regulación se encuentra acorde con el principio de
oralidad que regula este nuevo proceso laboral, pues el interrogatorio a las partes, testigos y peritos es realizado
directamente por el juez de manera libre, concreta sin seguir ninguna fórmula preconstituida en la misma audiencia,
otorgándole dinamismo al desarrollo del proceso».

45
letrado laborales; mientras que, el segundo, a los juzgados especializados de
trabajo98.

4.2. Admisión de la demanda

Artículo 17.- Admisión de la demanda


El juez verifica el cumplimiento de los requisitos de la demanda dentro de
los cinco (5) días hábiles siguientes de recibida. Si observa el
incumplimiento de alguno de los requisitos, concede al demandante cinco
(5) días hábiles para que subsane la omisión o defecto, bajo
apercibimiento de declararse la conclusión del proceso y el archivo del
expediente. La resolución que disponga la conclusión del proceso es
apelable en el plazo de cinco (5) días hábiles.
Excepcionalmente, en el caso de que la improcedencia de la demanda
sea notoria, el juez la rechaza de plano en resolución fundamentada. La
resolución es apelable en el plazo de cinco (5) días hábiles siguientes.

La NLPT, establece un plazo de cinco días hábiles a efectos de que el juez


proceda a evaluar los requisitos de admisibilidad —antes reseñados— y de
procedencia de la demanda. Estos últimos que, de conformidad con lo previsto en
el Código Procesal Civil, están relacionados con la legitimidad para obrar, interés
para obrar, caducidad del derecho, competencia, conexión lógica entre los hechos
y el petitorio, así como que el petitorio sea jurídica y físicamente posible; y,
acumulación de pretensiones adecuada.

Conforme se aprecia, la NLPT exige “notoriedad” de la causal de improcedencia;


disposición de la que válidamente puede interpretarse la posibilidad de que el juez
laboral busque otras alternativas para el saneamiento procesal, y así evitar la
declaratoria de improcedencia de la demanda interpuesta.

Esta disposición guarda concordancia con los principios que inspiran el nuevo
modelo procesal, entre los que se anotan: el principio pro actione y el de
prevalencia del fondo sobre la forma. Con la NLPT no se prevé la admisión
provisional de la demanda que fuera dispuesta en el artículo 17 de la Ley 26636.

4.3. Liquidación de derechos individuales

Artículo 18.- Demanda de liquidación de derechos individuales


Cuando en una sentencia se declare la existencia de afectación de un
derecho que corresponda a un grupo o categoría de prestadores de
servicios, con contenido patrimonial, los miembros del grupo o categoría o
quienes individualmente hubiesen sido afectados pueden iniciar, sobre la
base de dicha sentencia, procesos individuales de liquidación del derecho
reconocido, siempre y cuando la sentencia declarativa haya sido dictada
por el Tribunal Constitucional o la Corte Suprema de Justicia de la
República, y haya pasado en autoridad de cosa juzgada.
En el proceso individual de liquidación del derecho reconocido es
improcedente negar el hecho declarado lesivo en la sentencia del Tribunal
Constitucional o de la Corte Suprema de Justicia de la República. El
98
Ver anexo. demandado puede, en todo caso, demostrar que el demandante no se
encuentra en el ámbito fáctico recogido en la sentencia.
46
Esta disposición es una regulación novedosa introducida por la NLPT y que tiene
directo antecedente en lo dispuesto en el Código Modelo de Procesos Colectivos
para Iberoamérica99. Así con esta disposición se permite que los miembros de un
grupo o categoría de prestadores de servicios, cuyos derechos patrimoniales
hayan sido afectados, puedan demandar en un nuevo proceso, la liquidación de
sus derechos.

Ahora bien, la norma es clara al limitar los supuestos fácticos en los que procede
dicha liquidación directa de los derechos que fueran reconocidos en un proceso
judicial (constitucional u ordinario) previo. Así, se dispone que la sentencia tenga
la calidad de cosa juzgada, es decir, que contra ella no proceda recurso
impugnatorio alguno; y que esta haya sido emitida por el Tribunal Constitucional o
la Corte Suprema de Justicia de la República.

Asimismo, la norma delimita las actuaciones procesales de las partes dentro de


este proceso. En este horizonte, señala que la parte demandada no podrá negar el
hecho declarado lesivo en la sentencia con calidad de cosa juzgada, sino que
únicamente tendrá la posibilidad de demostrar que el demandante no se encuentra
dentro del ámbito de la sentencia declarativa del derecho del grupo o categoría,
dicho de otro modo, no pertenece este o su afiliación se produjo con posterioridad
al hecho lesivo declarado.

En el marco de lo dispuesto en el artículo 18 de la NLPT, se prevén dos supuestos


distintos sobre la eficacia de la cosa juzgada. Así, cuando la sentencia declaratoria
estime el derecho, la sentencia con calidad de cosa juzgada tendrá eficacia
únicamente erga omnes, esto es, en el plano colectivo más no en el individual, en
tanto serán los propios trabajadores (o prestadores de servicio) que formen parte
del grupo o categoría de servicio quienes tienen la obligación de iniciar un proceso
individual de liquidación del derecho reconocido. Un claro ejemplo de ello, lo
encontramos cuando el sindicato reclama el pago de una bonificación por cierre de
pliego a favor de sus afiliados. Así, una vez reconocido dicho derecho, los afiliados
deberán iniciar un proceso ordinario laboral a fin de que le sea liquidado el monto
por concepto de bonificación por cierre de pliego.

En sentido contrario, cuando la sentencia desestima la pretensión, la institución de


la cosa juzgada también se relativiza. En efecto, el artículo 18 al no regula el
supuesto desestimatorio de una demanda donde se discutan derechos
individuales homogéneos; razón por la que nada obsta para que cada afectado
99
Aprobado en Caracas el 28 de octubre de 2004, y que dispone en su artículo 2.1 dispone la posibilidad de demandas
sobre derechos individuales homogéneos, al señalar que «para la tutela de los intereses o derechos individuales
homogéneos, además de los requisitos indicados en los numerales I y II de este artículo, es también necesaria la
demostración del predominio de las cuestiones comunes sobre las individuales y de la utilidad de la tutela colectiva en el
caso concreto».

47
individualmente acuda al órgano jurisdiccional a fin de que se dilucide su
pretensión —y eventualmente— esta se ampare. En el mismo horizonte apunta el
artículo 33 del Código Modelo de Procesos Colectivos para Iberoamérica, al
señalar que “En los procesos colectivos de que trata este Código, la sentencia
hará cosa juzgada erga omnes, excepto cuando la pretensión fuere rechazada por
insuficiencia de pruebas, caso en el cual cualquier legitimado podrá intentar otra
acción, con idéntico fundamento, si se valiere de nueva prueba.”, añadiendo
“Asimismo, en la hipótesis de rechazado basado en las pruebas producidas,
cualquier legitimado podrá intentar otra acción, con idéntico fundamento en el
plazo de 2 (dos) años contados desde el conocimiento de nueva prueba
superveniente, que no hubiera podido ser producida en el proceso, siempre que
ella sea idónea, por sí sola, para modificar el resultado del proceso”.

Que, esta posibilidad en modo alguno contraviene las disposiciones


constitucionales sobre la cosa juzgada, en tanto al tratarse de derechos
individuales propiamente dichos que han sido tramitados conjuntamente debido a
la existencia de un hecho base que los une, su justificación viene dada por los
principios de economía y celeridad procesal, a fin de otorgarles una protección
jurisdiccional efectiva; sin embargo, nada impide que estos individualmente y
utilizando las herramientas que les brinda el nuevo proceso laboral, planteen
demandas para el reconocimiento de su derecho.

4.4. Requisitos de la contestación de demanda

Artículo 19.- Requisitos de la contestación


La contestación de la demanda se presenta por escrito y debe contener
los requisitos y anexos establecidos en la norma procesal civil, sin incluir
ningún pliego dirigido a la contraparte, los testigos o los peritos; sin
La embargo, debe indicarse la finalidad de cada medio de prueba.
La contestación contiene todas las defensas procesales y de fondo que el
demandado estime convenientes. Si el demandado no niega
expresamente los hechos expuestos en la demanda, estos son
considerados admitidos.
La reconvención es improcedente.

contestación de demanda es aquel acto postulatorio mediante el cual el


demandado se opone a la pretensión incoada en su contra. A través de este, no
solo se pronuncia respecto de los hechos y fundamentación alegados por la parte
contraria, sino que también formula los medios de defensa que considere
oportunos.

En el presente caso, la NLPT remite la regulación de los requisitos de la


contestación de demanda a lo dispuesto en el Código Procesal Civil; señalando —
además— expresamente, que la obligación del demandado de pronunciarse sobre
cada uno de los hechos expuestos en la demanda, previendo como consecuencia
jurídica en caso de que no se cumpliese con ello, con considerar como “admitidos”
estos.

48
Al igual que en la demanda, en este escrito postulatorio, no es exigible que al
ofrecer declaraciones de parte o testimoniales, se adjunte el pliego interrogatorio
respectivo; reiteramos, debido a la libertad de formas en esta actuación probatoria
prevista como modelo en la NLPT; privilegiando así la oralidad al permitir la
apertura de preguntas libres y espontáneas formuladas por las partes o el juez,
este último en todo momento a lo largo de la realización de las audiencias
respectivas. Asimismo, se exige únicamente que al ofrecer los medios de prueba
que sustenten su defensa, se cumpla con indicar la finalidad de cada uno de ellos.

Consideramos que la improcedencia de la reconvención, esto es, rehusar la


contrademanda formulada por el demandado al demandante en el mismo proceso,
se justifica en la necesidad de contar con un proceso laboral oral simple, sencillo,
ágil y eficiente; características que no podrían cumplirse si se estableciese la
conjunción de dos pretensiones contrapuestas de ambas partes.

Anótese además que la NLPT no establece un plazo perentorio específico similar


al establecido en la Ley 26636 a fin de presentar la contestación de demanda. Los
artículos 43 y 48 establecen que en el caso del proceso ordinario laboral, la
oportunidad para la presentación de la contestación de demanda se da luego de
finalizada la audiencia de conciliación y siempre que no se haya llegado a un
acuerdo total sobre las pretensiones planteadas. En efecto, una vez finalizada la
Audiencia de Conciliación, el juez del proceso requerirá al emplazado la
presentación de la demanda y sus respectivos anexos (verificando, claro está, el
cumplimiento de los requisitos de admisibilidad y procedencia); término al cabo del
cual entregará una copia es este al demandante y fijará día y hora para la
realización de la Audiencia de Juzgamiento.

En el caso del proceso abreviado laboral, y debido a la existencia de una


audiencia única, la contestación de demanda se presenta a los 10 días hábiles de
recibida la notificación con la resolución de admisión. Lo mismo sucede en los
procesos de impugnación de laudos arbitrales económicos.

4.5. Caso especial de procedencia

Artículo 20.- Caso especial de procedencia


En el caso de pretensiones referidas a la prestación personal de servicios,
de naturaleza laboral o administrativa de derecho público, no es exigible
el agotamiento de la vía administrativa establecida según la legislación
general del procedimiento administrativo, salvo que en el correspondiente
régimen se haya establecido un procedimiento previo ante un órgano o
tribunal específico, en cuyo caso debe recurrirse ante ellos antes de
acudir al proceso contencioso administrativo.

El

49
Anteproyecto de la Nueva Ley Procesal del Trabajo 100 establecía, en el originario
artículo 20101 el carácter opcional del agotamiento de la vía administrativa.
Siguiendo la misma línea y atemperando el carácter optativo del agotamiento de la
vía previa, el Grupo Revisor del Anteproyecto de la Nueva Ley Procesal del
Trabajo102, en el que participé como representante titular del Poder Judicial, acogió
el carácter optativo del agotamiento de la vía administrativa previa, salvo que
existiese un procedimiento administrativo previo regulado en el respectivo régimen
laboral aplicable. Esta decisión se sustentó en el hecho que, con fecha 21 de junio
de 2008, mediante la publicación en el Diario Oficial El Peruano, se publicó el
Decreto Legislativo 1023 se creó la Autoridad Nacional del Servicio Civil y con él,
del Tribunal del Servicio Civil.

Esta disposición procesal permite concluir que como regla general no es exigible
el agotamiento de la vía administrativa; y, como excepción, que esta sí resulta
exigible únicamente en aquellos casos en los que exista norma imperativa que
prevea el establecimiento de instancia administrativa previa a la judicial, es decir,
un tribunal específico.

Así las cosas, es evidente que para el caso de los servidores públicos sujetos al
régimen laboral público (Decreto Legislativo 276 y su Reglamento aprobado por
Decreto Supremo 005-90-PCM), sí resulta exigible el agotamiento de la vía
agotamiento de la vía administrativa, conforme al artículo 125 del Decreto
Supremo 005-90-PCM. En el mismo sentido, establece el artículo 32 del Decreto
Legislativo 276; lo mismo sucede con el régimen de contratación administrativa de
servicios, cuyo Decreto Supremo 075-2008-PCM que aprueba el Reglamento del
Decreto Legislativo 1057, con la modificación introducida por el artículo 1 del
Decreto Supremo 065-2011-PCM, publicado el 27 de julio de 2011, prevé que en
segunda instancia administrativa sea el Tribunal del Servicio Civil quien conozca
de la controversia.

Precísese que el supuesto del CAS antes indicado está relacionado con aquellos
trabajadores cuya contratación no se encuentra desnaturalizada al encontrarse
precedida —en la práctica y aplicando el principio de primacía de la realidad— de
un contrato de trabajo a tiempo indeterminado103.

100
Mediante Resolución Ministerial 058-2008-TR, del 20 de febrero del 2008, durante la gestión como ministro de
Trabajo del doctor Mario Pasco Cosmópolis, se designó a la Comisión encargada de elaborar el Anteproyecto de la
Nueva Ley Procesal del Trabajo, la que estuvo conformada por Luis Vinatea Recoba, Giovanni Priori Posadas y Javier
Arévalo Vela, en la que actuó como secretario técnico de esta Paul Paredes Palacios.
101
Artículo 20. Caso especial de procedencia.- En el caso de pretensiones referidas a la prestación personal de servicios
de naturaleza administrativa o de derecho público no será exigible el agotamiento de la vía administrativa establecida
según la legislación general de procedimiento administrativo o según normas especiales.
102
Dispuesto mediante Resolución Ministerial 006-2009-TR de fecha 12 de enero de 2009, que también estuvo
integrado por representantes del Ministerio de Trabajo, Ministerio de Justicia, Asamblea Nacional de Rectores y el
Colegio de Abogados de Lima.
103
Son ilustrativas para el tema en mención sobre desnaturalización del contrato CAS las Casaciones 7-2012, 38-12,
1642-2012, entre otras emitidas por la Sala de Derecho Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema de la
República y que han sido sumilladas en el anexo de la presente obra.

50
En sentido contrario, para los servidores públicos sujetos al régimen laboral de la
actividad privada (Decreto Legislativo 728 y su Texto Único Ordenado aprobado
por Decreto Supremo 003-97-TR) no lo es. Ello es así porque la propia norma
procesal únicamente exige como requisito de procedencia el agotamiento de la vía
administrativa para dos grupos diferenciados: i) aquellos trabajadores sujetos al
régimen laboral público; y, ii) aquellos prestadores de servicios sujetos a una
relación de derecho administrativo (como el régimen CAS antes anotado).

5. Actuaciones procesales

5.1. Reglas de conducta en las audiencias


Artículo 11.- Reglas de conducta en las audiencias
En las audiencias el juez cuida especialmente que se observen las
siguientes reglas de conducta:
Las a) Respeto hacia el órgano jurisdiccional y hacia toda persona presente en reglas
de la audiencia. Está prohibido agraviar, interrumpir mientras se hace uso de
la palabra, usar teléfonos celulares u otros análogos sin autorización del
juez, abandonar injustificadamente la sala de audiencia, así como
cualquier expresión de aprobación o censura.
b) Colaboración en la labor de impartición de justicia. Merece sanción
alegar hechos falsos, ofrecer medios probatorios inexistentes, obstruir la
actuación de las pruebas, generar dilaciones que provoquen
injustificadamente la suspensión de la audiencia, o desobedecer las
órdenes dispuestas por el juez.
conducta son aquellas líneas directrices que orientan el comportamiento de las
partes al interior del proceso, para que este logre los fines por los cuales fue
instaurado. Con la NLPT, se refuerza la idea de que las partes tienen el deber no
solo de respetar al órgano jurisdiccional, estándoles prohibido agraviar al juez o
interrumpir la audiencia sea mediante el uso de celulares o expresando agravios,
censura o aprobación a lo informado; sino que también, en concordancia con las
nuevas reglas procesales sobre carga de la prueba, ahora se les impone
explícitamente el deber de colaboración con el órgano judicial en lo relacionado
con la actuación probatorio.

Aquí cobra crucial importancia, debido a las consecuencias jurídicas que ello
acarrea (multas), el alegar hechos falsos, obstruir la actividad probatoria (por
ejemplo, negándose a cumplir una exhibicional) y provocar la suspensión de las
audiencias (al no asistir por ejemplo, y luego pedir su reprogramación). Razón por
la que, con toda certeza, el rol de las partes y los abogados de las partes en este
nuevo esquema procesal laboral debe darse en el marco de la buena fe y
probidad.

5.2. Prevalencia de la oralidad en los procesos por audiencias

51
Artículo 12.- Prevalencia de la oralidad en los procesos por
audiencias
12.1 En los procesos laborales por audiencias las exposiciones orales de
las partes y sus abogados prevalecen sobre las escritas sobre la base de
las cuales el juez dirige las actuaciones procesales y pronuncia sentencia.
Las audiencias son sustancialmente un debate oral de posiciones
presididas por el juez, quien puede interrogar a las partes, sus abogados y
terceros participantes en cualquier momento. Las actuaciones realizadas
en audiencia, salvo la etapa de conciliación, son registradas en audio y
vídeo utilizando cualquier medio apto que permita garantizar fidelidad,
conservación y reproducción de su contenido. Las partes tienen derecho a
la obtención de las respectivas copias en soporte electrónico, a su costo.
12.2 La grabación se incorpora al expediente. Adicionalmente, el juez deja
constancia en acta únicamente de lo siguiente: identificación de todas las
personas que participan en la audiencia, de los medios probatorios que se
hubiesen admitido y actuado, la resolución que suspende la audiencia, los
incidentes extraordinarios y el fallo de la sentencia o la decisión de diferir
su expedición.
Si no se dispusiese de medios de grabación electrónicos, el registro de las
exposiciones orales se efectúa haciendo constar, en acta, las ideas
centrales expuestas.
Sin duda alguna la oralidad es el elemento que, por excelencia, permite al
juzgador acercarse a la realidad de lo acontecido; en efecto, en sentido amplio,
oralidad significa inmediación, concentración, publicidad, unidad de instancias,
libre valoración de la prueba, celeridad, simplificación de formas”.104

A través de la aplicación del principio de oralidad se propicia el intercambio de la


información entre los sujetos procesales y el juez, el cual se realiza de manera
dinámica y efectiva, pues la oralidad permite al juez, como director del proceso,
conocer la controversia desde el momento en que las partes exponen sus
pretensiones y contradicciones y generan la convicción en el magistrado de
manera progresiva, la cual es desarrollada de manera simple y célere, lo que le
permite absolver dudas y aclaraciones sin recurrir a las formalidades burocráticas.
Asimismo le permite apreciar con claridad la «comunicación no verbal», es decir
las actitudes de las partes, la expresión corporal que en sus diferentes
manifestaciones prevén una mejor apreciación de los hechos, constituyendo la
oralidad una herramienta importante en la relación magistrado-partes.

Por su propia estructura, el principio de oralidad se encuentra íntimamente ligado


con el desarrollo de los principios de inmediatez, concentración, sencillez e incluso
celeridad, los cuales se encuentran presentes en el momento en que el juez recibe
las declaraciones de las partes, testigos, apreciación de los medios probatorios de
manera directa, por cuanto se desarrollan en una sola audiencia varias diligencias,
lo que permite una apreciación conjunta de los medios probatorios y convierte al
sistema uno más fluido y preciso.

La oralidad como un nuevo sistema constituye el aspecto medular que va incidir


en la decisión del proceso, pues por propia naturaleza la persona puede hablar

104
Paredes Palacios 1997: 108.

52
pero no siempre sabe leer, por ello lo convierte en un proceso sencillo, en el
entendido que el juez va a escuchar a las partes (demandante y demandado) de
manera directa, pudiendo verificar en esencia la verdad material, no dejando de
lado el rol importante de los abogados que como hombres de leyes, contribuirán
en una acertada defensa de los derechos en controversia. Asimismo, es necesario
recalcar que en el proceso oral “el mero conocimiento del derecho por sí solo no
es suficiente, requiere la correcta integración del derecho sustantivo, procesal y de
la prueba, mediante la adquisición de destrezas y habilidades en litigación oral,
como la construcción de la teoría del caso, la ejecución de interrogatorios o contra
interrogatorios, la objeción de preguntas, la formulación de alegatos de apertura y
de clausura, así como la introducción de evidencias en el juicio oral” 105; lo cual
plantea nuevos retos tanto al juez como a las partes y sus abogados.

En ese sentido se propicia técnicas de litigación oral con una sistematización a


efectos de recibir las declaraciones testimoniales dentro de un orden que permita
la eficacia de dichos testimonios y aclaren las circunstancias de los hechos en
controversia, iniciando el juez con una narración previa de hechos, a fin de facilitar
el contrainterrogatorio.

Otra de las reglas innovativas y de cumplimiento obligatorio para garantizar el


normal desarrollo de las audiencias es: a) el respeto hacia el órgano jurisdiccional
y hacia toda persona presente en la audiencia, b) la prohibición de agraviar,
interrumpir mientras se hace uso de la palabra, usar teléfonos celulares u otros
análogos sin autorización del juez, abandonar injustificadamente la sala de
audiencia, así como cualquier expresión de aprobación o censura, c) la
colaboración en la labor de impartición de justicia, d) la prohibición de mentir,
ofrecer medios probatorios inexistentes, obstruir la actuación de las pruebas,
generar dilaciones que provoquen injustificadamente la suspensión de la
audiencia, o desobedecer las órdenes dispuestas por el juez. (Art. 11 NLPT).
Estas infracciones son sancionadas en la audiencia con multa no menor de media
(½) ni mayor de cinco (5) Unidades de Referencia Procesal. (Art. 15 NLPT). Existe
así responsabilidad solidaria entre las partes, sus representantes y sus abogados
por las multas impuestas a cualquiera de ellos. No se extiende la responsabilidad
solidaria al prestador de servicios (artículo 15 NLPT).

Así, el artículo en comento refiere —además de resaltar la oralidad como uno de


los elementos centrales de la reforma procesal— que el juez es quien dirige las
actuaciones procesales, y en tal actuar, privilegia el fondo sobre la forma al
momento de emitir sentencia; es decir, privilegia lo manifestado por las partes al
momento de la audiencia (juzgamiento o única según sea el caso). Lo antedicho
no equivale afirmar que estas puedan modificar sustancialmente los términos en
los que ha sido planteada la controversia; por ejemplo, al plantear otras
pretensiones no demandadas inicialmente. No, lo pretende indicar la norma
procesal es que si bien se privilegia “el fondo” sobre “la forma”, es que, estas

105
Ávalos Cisneros, María (2009, 20 de octubre). «La práctica de la litigación oral». Jurídica. Suplemento de análisis legal
de El Peruano. Año 6. Número 273, p. 2.

53
alegaciones orales de las partes tienen, necesariamente, deben estar ligados a la
litis. De otro lado, la norma procesal también es clara al señalar que, los
formalismos utilizados recurrentemente en la antigua Ley Procesal del Trabajo, ya
no serán utilizados en este nuevo modelo procesal. En este sentido, se plantea la
libertad de forma en el interrogatorio a las partes y testigos y la posibilidad de que
el juez, en todo momento, pueda interrogarlos.

Otro de los aspectos resaltantes es la introducción de herramientas de


modernidad y tecnología. En esta virtud, se prevé la necesidad de que las
actuaciones procesales realizadas en Audiencia de Juzgamiento se registren en
audio y video, o medios análogos, de tal forma que se garantice su fidelidad,
conservación y reproducción de su contenido. Esta sola posibilidad de que el juez
del proceso, y en general las partes, puedan acceder a lo acontecido en el
proceso tantas veces sea necesario con posterioridad a la fecha de su realización,
permite que no solo se cristalice el elemento de la oralidad al posibilitar la
reproducción fiel de lo acontecido; sino que también constituye sin duda alguna
una clara proyección del principio de publicidad.

Esta grabación constituye una pieza del expediente principal; y, existe la


responsabilidad de levantar un Acta consignando: identificación de todas las
personas que participan en la audiencia, de los medios probatorios que se
hubiesen admitido y actuado, la resolución que suspende la audiencia, los
incidentes extraordinarios y el fallo de la sentencia o la decisión de diferir su
expedición.

Asimismo, se prevé que ante la imposibilidad de que en el distrito judicial no se


cuenten con los elementos tecnológicos que permitan la grabación en audio o
video de lo acontecido en audiencia, se disponga que el registro de lo acontecido
en el Acta de su propósito.

5.3. Notificaciones

Artículo 13.- Notificaciones en los procesos laborales


Las notificaciones de las resoluciones que se dicten en el proceso se
efectúan mediante sistemas de comunicación electrónicos u otro medio
idóneo que permita confirmar fehacientemente su recepción, salvo cuando
se trate de las resoluciones que contengan el traslado de la demanda, la
admisión de un tercero con interés, una medida cautelar, la sentencia en
los procesos diferentes al ordinario, abreviado y de impugnación de
laudos arbitrales económicos. Las resoluciones mencionadas se notifican
mediante cédula.
Para efectos de la notificación electrónica, las partes deben consignar en
la demanda o en su contestación una dirección electrónica, bajo
apercibimiento de declararse la inadmisibilidad de tales actos
postulatorios.
La notificación electrónica surte efectos desde el día siguiente que llega a
la dirección electrónica.
En las zonas de pobreza decretadas por los órganos de gobierno del
Poder Judicial, así como en los procesos cuya cuantía no supere las

54
setenta (70) Unidades de Referencia Procesal (URP) las resoluciones son
notificadas por cédula, salvo que se solicite la notificación electrónica. Las
notificaciones por cédula fuera del distrito judicial son realizadas
directamente a la sede judicial de destino.
Las resoluciones dictadas en audiencia se entienden notificadas a las
partes, en el acto.

Entre las principales innovaciones que se han introducido a raíz de la vigencia de


la NLPT, están qué duda cabe, la del uso de las notificaciones electrónicas,
basadas en la digitalización de las resoluciones y anexos que son emitidos por los
juzgados y salas laborales, y que posteriormente son notificados a una casilla
electrónica con la misma efectividad que la notificación con cédulas de papel, y la
cual permite a las partes procesales representadas por sus abogados, quienes
previamente consignaron su casilla electrónica en el escrito y la contestación de la
demanda, conocer de manera oportuna e inmediata el contenido de autos y
decretos expedidos en el proceso; resaltando además el hecho de que el acceso
de los abogados a las casillas electrónicas, tanto para su creación vía la página
web del Poder Judicial así como para su consulta, es gratuito. Resulta preciso
señalar en este punto que, el sistema de notificaciones preferentemente
electrónico, es utilizado para la comunicación de la mayoría de actos procesales,
salvo cuando se trata de las resoluciones que contengan el traslado de la
demanda, la admisión de un tercero con interés, una medida cautelar, la sentencia
en los procesos diferentes al ordinario, abreviado y de impugnación de laudos
arbitrales económicos que deben notificarse mediante cédula, según se desprende
del texto expreso contenido en el artículo 13 de la Ley número 29497; ello debido
a la necesidad de contar con la certeza de la recepción de estos documentos.

En este sentido, el sistema de notificación electrónica, merced a lo dispuesto en la


Primera Disposición Transitoria de la Ley número 29497, que regula: “El Poder
Judicial implementa una red electrónica que permita la notificación de las
resoluciones mediante correo electrónico y publicación simultánea en la página
web del Poder Judicial. Los interesados solicitan al Poder Judicial la asignación de
un domicilio electrónico, el cual opera como un buzón electrónico ubicado en el
servidor. El acceso al buzón es mediante el uso de una contraseña localizada en
55
la página web del Poder Judicial. De igual modo, implementa un soporte
informático para el manejo de los expedientes electrónicos.”, permite colegir con
meridiana claridad que, la red electrónica a través de la cual se envían y
almacenan las notificaciones de los juzgados y salas de trabajo, en primer término
es administrada por el Poder Judicial, quien es el responsable del soporte técnico
de las redes informáticas y de su mantenimiento; y, en segundo lugar, se entiende
que una vez producida la cédula de notificación —que lleva adjunto la resolución
emitida— es enviada tanto a la casilla electrónica como en la página web de esta
institución (a través de la opción “consulta expedientes judiciales”) en forma
simultánea; con lo que, los destinatarios pueden visualizarla sea en su dirección
de correo personal o a través de la página de internet, a la cual se accede sin
necesitar de clave de acceso —a diferencia de la primera—.

Con este nuevo sistema procesal, que introduce la oralidad como elemento
distintivo y predominante en los procesos laborales, las partes procesales así
como la defensa letrada de estas están compelidas a asumir una actitud acorde
con los cambios que impone el sistema. En efecto, esta nueva postura requiere,
entre otras cualidades, la especialización en la defensa (considerando que con
este nuevo modelo es en la audiencia de juzgamiento donde son sustentadas las
pretensiones demandadas); asimismo, la diligencia y eficiencia en el patrocinio de
las causas son otras de la cualidades requeridas, ya que con la NLPT se viene
implantando un nuevo sistema de notificación electrónica, que sustituye a la
notificación por cédula que, por años, era utilizada tanto en procesos laborales
como civiles; en este extremo, no solo se necesita que se cuente con aparatos
electrónicos (computadoras) con el debido sistema operativo, sino que también
requiere que este posea una configuración local sin restricciones para elementos
emergentes (que son los anexos de las resoluciones notificadas), pues de este
modo será posible tanto la visualización del correo electrónico emitido con la
cédula de notificación así como de los anexos enviados con esta (resolución
emitida).

6. Comparecencia
Comenzaremos definiendo algunas instituciones que se ven reflejadas en el
artículo 8 de la NLPT, el cual trae como novedad la posibilidad de intervención en
el proceso laboral, a los menores de edad sin necesidad de representante legal;
así como a la participación de los sindicatos en la defensa de sus derechos como
ente jurídico, y de los derechos colectivos y plurindividuales de los trabajadores
afiliados; en este último caso, también sin necesidad de representación especial.
El término “capacidad” en el ordenamiento jurídico, clásicamente, ha dado origen a
dos acepciones. La primera, conocida como “capacidad jurídica”, que es aquel
atributo de las personas que las habilita para constituirse en titulares de derechos
y obligaciones; y, la segunda, “capacidad para obrar”, que es aquella mediante la
cual estas personas pueden realizar válidamente actos jurídicos. Precisamente
estas dos acepciones, en el marco de un proceso judicial, tienen sus correlatos en
lo que se conoce como “capacidad para ser parte” y “capacidad procesal”,
respectivamente.

56
Así, se entiende por capacidad para ser parte, a aquella aptitud para ser titular de
situaciones jurídicas procesales106; o dicho de otro modo, a aquella capacidad
jurídica que facultad a aquel que la posee a ser considerado como sujeto de una
relación jurídico procesal, y por ende, pueda ser titular de derechos, cargas y
obligaciones que se derivan del proceso107.

En nuestro ordenamiento procesal, el artículo 57 del Código Procesal Civil (y en su


oportunidad el artículo 8 de la Ley 26636) regularon quiénes están facultados para
ser “parte” de un proceso. En efecto, se señalan a las personas naturales,
personas jurídicas, órganos o instituciones, sociedades conyugales, sucesión
indivisa y otras formas de patrimonio autónomo; precisándose, en el caso laboral,
que hayan tenido sea la condición de trabajador o empleador a fin de poder
participar en un proceso laboral. Esta exigencia de que las partes gocen de
“capacidad” para participar en un proceso, se justifica en el hecho que este “no
será válido si quienes en él participan como partes no gozan de la necesaria
«personalidad jurídica» o «capacidad», tanto para ser titulares de los derechos,
intereses y obligaciones en conflicto, cuanto para decidir válidamente sobre la
realización de los distintos actos procesales.”108

La NLPT, contiene la siguiente regulación respecto a lo antes anotado:

6.1. Intervención de menores de edad

Artículo 8.-
Reglas especiales de comparecencia
8.1 Los menores de edad pueden comparecer sin necesidad de
representante legal. En el caso de que un menor de catorce (14) años
comparezca al proceso sin representante legal, el juez pone la demanda
en conocimiento del Ministerio Público para que actúe según sus
atribuciones. La falta de comparecencia del Ministerio Público no interfiere
en el avance del proceso.
(...)

El artículo 8.1 de la NLPT contiene similar regulación en comparación con su


predecesora la Ley 26636. En efecto, con la antigua ley procesal del trabajo, los
menores de edad podían comparecer por sí mismos a un proceso laboral,
“conforme a las disposiciones vigentes sobre la materia” (artículo 10, segundo
párrafo); norma que nos remitía a la ley sobre la materia, la cual, de conformidad
con lo previsto en los artículos 65 a 68 del Código de Niños y Adolescentes,
regulaba la intervención de estos sin necesidad de apoderado judicial.

Y, es que atendiendo a este trato diferenciado entre adolescentes menores y


mayores de 14 años, la NLPT ha precisado en la parte in fine del artículo antes
glosado que, si se trata de menores de 14 años, el juez pondrá en conocimiento
106
Priori Posada et ál. 2011: 87.
107
Toyama Miyagusuku y Vinatea Recoba 2010: 91.
108
Garberí Llobregat, José (2011). El nuevo proceso laboral. Comentarios a la Ley 36/2011, de 10 de octubre, reguladora
de la jurisdicción social. Madrid: Thomson Reuters-Civitas, p. 95.

57
del Ministerio Público la demanda interpuesta; se entiende a efectos de que en su
calidad de defensor de la legalidad, los derechos ciudadano y los intereses
públicos, así como la representación de la sociedad en juicio, para los efectos de
defender a la familia, a los menores e incapaces y el interés social, así como para
velar por la moral pública (artículo 1 del Decreto Legislativo 52, de fecha 18 de
marzo de 1951), intervenga en el proceso laboral que se hubiese iniciado en
calidad —considero— de tercero con legítimo interés, de conformidad con lo
previsto en el inciso 2 del artículo 113 del Código Procesal Civil. Precisamente,
atendiendo a dicha condición la NLPT no sanciona con nulidad su falta de
intervención en el proceso judicial.

6.2. Intervención de sindicatos


Artículo 8.-
Reglas especiales de comparecencia
(...)
8.2 Los sindicatos pueden comparecer al proceso laboral en causa propia,
en defensa de los derechos colectivos y en defensa de sus dirigentes y
afiliados.
8.3 Los sindicatos actúan en defensa de sus dirigentes y afiliados sin
necesidad de poder especial de representación; sin embargo, en la
demanda o contestación debe identificarse individualmente a cada uno de
los afiliados con sus respectivas pretensiones. En este caso, el empleador
debe poner en conocimiento de los trabajadores la demanda interpuesta.
La inobservancia de este deber no afecta la prosecución del proceso.
La representación del sindicato no habilita al cobro de los derechos
económicos que pudiese reconocerse a favor de los afiliados.

Como se aprecia la intervención de los sindicatos, en el marco del nuevo proceso


laboral, se da en tres supuestos. Esta facultad de comparecer al proceso viene
respaldada por la inscripción en el registro correspondiente, de conformidad con el
artículo 17 de la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo; en tanto, es con dicho
acto de inscripción que se le confiere personería gremial para los efectos previstos
en dicha norma (artículo 18); entre los que se incluye, la participación del ente
sindical en el ámbito jurisdiccional.

6.2.1. En defensa de los intereses propios


Los derechos por los que asume la defensa el ente sindical están directamente
relacionados con aquellos que le son atribuidos como persona jurídica; y que
como tal, lo hacen sujeto de derechos y obligaciones. Aquí, es unánime la posición
doctrinaria al afirmar que esta intervención no es sino el reflejo del ejercicio de la
legitimidad para obrar ordinaria que posee el sindicato. Esta legitimidad directa o
propia, le permite al titular de una relación jurídica material actuar para sí su
condición de parte procesal en defensa de aquella109. Ya la Ley 26636 regulaba
109
Palomeque López, Manuel-Carlos (1979, abril-junio). «Sindicato y proceso de trabajo». Revista de Política Social.
Número 122, Madrid, p. 57. En el mismo sentido Priori Posada et ál. 2011: 90. Espinoza Escobar, Javier H. (2010).
«Algunas cuestiones relacionadas con la regulación de la legitimidad para obrar de los sindicatos en la nueva Ley
Procesal del Trabajo». En Retos del derecho del trabajo peruano: nuevo proceso laboral, regímenes especiales y
seguridad y salud en el trabajo. IV Congreso Nacional SPDTSS. Lima: SPDTSS, p. 191. Y Pizarro Díaz, Mónica (2010). «La

58
esta legitimidad ordinaria de los sindicatos en el artículo 9; y en el mismo sentido
lo ha efectuado la NLPT.

El profesor español Palomeque, citando a Camerlync y Lyon-Caen menciona


algunos ejemplos de esta comparecencia procesal en defensa de sus intereses
propios. Así, indica el caso de una escisión en el seno de un sindicato, o las
acciones tendientes a reivindicar un elemento del patrimonio sindical originario, o
de las que derivan del contenido obligacional110 de un convenio colectivo; o, en fin,
de las relaciones materiales entre sindicatos de trabajadores y asociaciones
empresariales111.

6.2.2. En defensa de los derechos colectivos


Uno de los elementos de clasificación de los conflictos es aquel determinado por el
tipo de interés discutido. En efecto, y conforme lo anotáramos en el capítulo
precedente al hablar de competencia, el conflicto individual es aquel que se
genera entre un trabajador y su empleador y que está referido al reconocimiento
de un derecho subjetivo de carácter singular 112; tenemos, por ejemplo, aquellas
reclamaciones sobre el pago de una indemnización por despido arbitrario o
aquellas que versen sobre el pago de beneficios sociales. Por el contrario, un
conflicto colectivo aquel que afecta indiferenciadamente a grupos o categorías de
trabajadores (de una empresa, rama de actividad, sector profesional, etcétera)113.
Como ejemplo de conflicto colectivo podemos mencionar aquel surgido de la
discrepancia en torno a la forma de calcular la compensación por tiempo de
servicios, y si la remuneración computable para su cálculo comprende la
bonificación pactada en el convenio colectivo celebrado. Como se aprecia, este
actuar del empleador afecta a la totalidad de trabajadores de la empresa.

En tal sentido, la NLPT confiere la defensa de los derechos colectivos al sindicato,


de tal forma que, su intervención procesal se realiza en virtud de esta legitimidad
para obrar extraordinaria, que es aquella que corresponde a quien demanda sin
afirmar la titularidad del derecho subjetivo o a quien es demandado sin que se le
impute la titularidad de la obligación, siendo la ley que concede tal legitimación
sustentándose en causas de diversa índole.114 En el presente caso, esta
regulación encuentra correlato en lo dispuesto en el inciso a) del artículo 8 del
Texto Único Ordenado de la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo.

legitimidad para obrar de las organizaciones sindicales en la nueva Ley Procesal del Trabajo». En Retos del derecho del
trabajo peruano: nuevo proceso laboral, regímenes especiales y seguridad y salud en el trabajo. IV Congreso Nacional
SPDTSS. Lima: SPDTSS, p. 287. Solo por citar algunos.
110
Las cláusulas de obligaciones, en contraposición con las cláusulas normativas, son aquellas cláusulas y estipulaciones
que pretenden asegurar la eficacia del convenio, a través de la atribución de derechos y obligaciones a los sujetos o
agentes negociadores, normalmente de carácter negativo. Entre la tipología de estipulaciones se señalan aquellas
cláusulas que contienen un deber de paz, deber de ejecución leal, cláusulas de organización de la actividad contractual y
las de administración del convenio (Palomeque López 1994: 324-325).
111
Palomeque López 1979: 58.
112
Montoya Melgar, citado por Espinoza Escobar 2010: 185.
113
Ibídem: 186.
114
Montero Aroca, Juan (1994). La legitimación en el proceso civil (intento de aclarar un concepto que resulta más
confuso cuando más se escribe sobre él). Madrid: Civitas, p. 36.

59
6.2.3. En defensa de sus dirigentes y afiliados
Es una de las más novedosas modificaciones introducidas con la NLPT. Este
supuesto se encuentra referido a aquellos conflictos plurindividuales en los que,
aún cuando la titularidad del derecho no le corresponda al ente sindical, este se
encuentra facultado para comparecer al proceso en nombre de sus “dirigentes y
afiliados” para la defensa procesal del derecho material discutido. Se trata de una
suerte de representación procesal, quedando entendido que, el titular del derecho
(trabajador) puede en cualquier estadio del proceso incorporarse a este. Esta
disposición encuentra antecedente directo en lo dispuesto en el artículo 8 inciso c)
del Texto Único Ordenado de la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo, que
regula: “Son fines y funciones de las organizaciones sindicales: (...) c) Representar
o defender a sus miembros en las controversias o reclamaciones de carácter
individual, salvo que el trabajador accione directamente en forma voluntaria o por
mandato de la ley, caso en el cual el sindicato podrá actuar en calidad de asesor.”

Una de las razones por las cuales ahora, y a diferencia de la regulación contenida
en la Ley 26636, su intervención no requerirá la presentación de un poder especial
para litigar; la encontramos en la propia Exposición de Motivos de la NLPT, que en
el apartado quinto precisa que “Se atribuye a los sindicatos capacidad para
comparecer (sic) en defensa de sus dirigentes sin necesidad de poder especial de
representación, exigencia que la vigente Ley Procesal del Trabajo establece y que
limita el cumplimiento de la función de representación y defensa de sus miembros
en las controversias o reclamaciones de carácter individual, que la Ley de
Relaciones Colectivas de Trabajo atribuye a las organizaciones sindicales”.

A pesar de que la NLPT confiere la representación al sindicato para la defensa de


los derechos de sus dirigentes y afiliados (sin que aquellos se extiendan a quienes
no pertenezcan), dicha norma no habilita a estos al cobro de los derechos
económicos que se pudiesen reconocer a favor de los afiliados. Medida que
resulta por demás acertada, en tanto y en cuanto son aquellos los directos
beneficiados de la sentencia que declare la fundabilidad del derecho laboral
pretendido, con connotación económica.

La problemática surgida a raíz de esta facultad de intervención de los sindicatos


en conflictos de derechos de los cuales no sean titulares, gira en torno a
determinar si, en estos supuestos, nos encontramos frente a una representación
“legal” o “voluntaria”. Quienes afirmar que se trata de una representación
determinada por ley115, señalan que aquí la norma presume la representación del
trabajador por el solo hecho de encontrarse afiliado al sindicato; mientras que, los
que opinan que esta representación es “voluntaria” 116, respaldan su posición en la
interpretación sistemática de la NLPT con lo dispuesto en el inciso c) del artículo 8
del Texto Único Ordenado de la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo, en tanto

115
Toyama Miyagusuku y Vinatea Recoba 2010: 92. En el mismo sentido, vide Priori Posada et ál.: 93.
116
Espinoza Escobar 2010: 200. Y Puntriano Rosas, César (2010). «La representación sindical en la nueva ley procesal del
trabajo». En Retos del derecho del trabajo peruano: nuevo proceso laboral, regímenes especiales y Seguridad y salud en
el trabajo. Lima: SPDTSS, p. 309.

60
es esta última quien prevé la posibilidad de que el trabajador accione directamente
en forma voluntaria, y en ese mismo sentido la NLPT utiliza el verbo “puede” y no
“debe” para describir la intervención del ente sindical. Nosotros consideramos que
se trata de un supuesto de representación legal en tanto el Sindicato interviene en
nombre del trabajador y asume su defensa en juicio por determinación legal, al
presumirse su designación por la sola afiliación al ente colectivo. Esta naturaleza
puede variar al existir la posibilidad de que el trabajador sea quien acuda a juicio
directamente; en tal caso será necesario acudir a las reglas del Código Procesal
Civil.

6.3. Legitimación especial


La NLPT regula una serie de supuestos de legitimidad para obrar extraordinaria,
que —conforme anotáramos en líneas precedentes, al hablar de la intervención de
los sindicatos en reclamaciones de carácter colectivo—, no es sino aquella
facultad habilitante en virtud de la cual se permite la intervención de un tercero que
no reclama la titularidad del derecho discutido, o de aquel a quien no se le imputa
como titular de la obligación a cumplir.

En este caso, analizaremos supuestos de conflictividad de derechos individuales


cuya vulneración afecta al orden público, como es el caso de la actos
discriminatorios o la existencia de trabajo forzoso o infantil; hablaremos de
derechos colectivos, como es el derecho a sindicalizarse, derecho a huelga y
derecho a la negociación colectiva; y, finalmente, trataremos los supuestos de
intervención de diversos órganos y organismo en los supuestos de vulneración de
derechos individuales “homogéneos”, pertenecientes a un “grupo o categoría de
prestadores de servicios”.

Antes de desarrollar cada uno de ellos, conviene anotar que, en virtud de esta
legitimidad “extraordinaria” (o “especial”117 como ha preferido denominarla la
NLPT), si bien se permite la intervención de un sujeto que no es el titular de los
derechos en conflicto; sin embargo, ello no impide que el interesado titular se
apersone al proceso y asuma la defensa de sus derechos, apelando a la
legitimidad para obrar ordinaria que posee.

6.3.1. Pretensiones derivadas de la afectación al derecho a la no


discriminación en el acceso al empleo o del quebrantamiento de
las prohibiciones de trabajo forzoso e infantil

117
Giovanni Priori es de la opinión de que la denominación de legitimidad «especial» no resulta acertada, en tanto en
nuestro ordenamiento nacional existen dos tipos de legitimidad: ordinaria y extraordinaria (Priori Posada et ál. 2011:
94).

61
Artículo.- Legitimación especial
9.1 Las pretensiones derivadas de la afectación al derecho a la no
discriminación en el acceso al empleo o del quebrantamiento de las
prohibiciones de trabajo forzoso e infantil pueden ser formuladas por los
afectados directos, una organización sindical, una asociación o institución
sin fines de lucro dedicada a la protección de derechos fundamentales con
solvencia para afrontar la defensa a criterio del juez, la Defensoría del
Pueblo o el Ministerio Público.

La intervención de los sindicatos, a quien se le atribuye legitimidad para obrar


extraordinaria en estos supuestos, se justifica en la necesidad de contar con una
organización cuyos conocimiento empíricos en el conocimiento del quehacer
laboral, permitan —con su intervención— dar a conocer al órgano jurisdiccional la
existencia de hechos que, riñan, con las normas sobre Derecho del Trabajo (y
seguridad social) cuya observancia, ellos propugnan.

Por su parte, la participación de las asociaciones o instituciones sin fines de lucro


encuentra sustento en que estas, constituidas en su mayoría como “asociaciones”
de conformidad con lo previsto en el artículo 80 del Código Civil, tienen entre sus
fines —conforme además reza la NLPT—, la defensa de derechos fundamentales,
en este caso, para la defensa del derecho a la libertad en su manifestación de la
facultad de elegir libremente para quién y cómo trabajar; así como, en la defensa
de los derechos de los niños y adolescentes, quienes están permitidos de trabajar,
únicamente bajo los supuestos previstos en el Código de Niños y Adolescentes.

Uno de los requisitos impuestos por la NLPT es que estas instituciones, a criterio
del juez, cuenten con solvencia para afrontar el proceso. Entendemos, se está
refiriendo, no solo a la capacidad económica para solventarlo (por ejemplo, la
contratación de un abogado que asuma su representación en la elaboración de
escritos y participación de audiencias), sino que también —se infiere— este
organismo debe contar con solvencia moral-ética para participar en un proceso en
el que se discuta la existencia de hechos lesivos a derechos fundamentales.

De otro lado, la intervención de la Defensoría del Pueblo, encuentra respaldo en lo


dispuesto en el artículo 1 de la Ley 26520, publicada con fecha 08 de agosto de
1995, pues es a este a quien “le corresponde defender los derechos
constitucionales y fundamentales de la persona y de la comunidad, y supervisar el
cumplimiento de los deberes de la administración pública y la prestación de los
servicios públicos.”, se encuentra facultad para intervenir en un proceso laboral en
los que se discuta la existencia de actos de discriminación en el acceso al empleo
o de trabajo forzoso e infantil. Y, en el mismo horizonte, el Ministerio Público,
conforme el artículo 1 de su Ley Orgánica aprobada por Decreto Legislativo 52, de
fecha 18 de marzo de 1981, “es el organismo autónomo del Estado que tiene
como funciones principales la defensa de la legalidad, los derechos ciudadanos y
los intereses públicos, la representación de la sociedad en juicio, para los efectos
de defender a la familia, a los menores e incapaces y el interés social, así como
para velar por la moral pública; la persecución del delito y la reparación civil.
62
También velará por la prevención del delito dentro de las limitaciones que resultan
de la presente ley y por la independencia de los órganos judiciales y la recta
administración de justicia y las demás que le señalan la Constitución Política del
Perú y el ordenamiento jurídico de la Nación.”

6.3.2. Pretensiones derivadas de la afectación al derecho a la no


discriminación en el acceso al empleo
Esta discriminación en el acceso al empleo es quizá, una de las formas de
discriminación, cuyo análisis es el punto de partida para descubrir que este, en el
marco de una relación laboral, no es sino el comienzo de una serie concatenada
de hechos que a su vez originan, ya a lo largo de la relación laboral, otras formas
de discriminación. En efecto, como anota la Organización Internacional de
Trabajo, “los individuos que se enfrentan a la discriminación en el acceso a un
empleo tienden a continuar experimentándola durante el desempeño de sus
obligaciones, en un círculo vicioso de desventajas que se van acumulando.” 118

En cuanto al tema de discriminación y sus implicancias en el derecho a la igualdad


en el empleo quizá lo constituya el de la carga de la prueba; así, la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) señala que “El hecho de que las reglas procesales
aplicables obligan frecuentemente a la parte que alega la discriminación a
establecer los hechos que prueban que esta ha ocurrido en realidad, ha sido
reconocido como un obstáculo importante a la resolución eficaz de los casos de
discriminación, particularmente, cuando la discriminación ocurre en sus formas
más sutiles, como la indirecta o implícita.”119. Esta sería una de las razones por las
cuales, en estos casos de existencia de discriminación en el acceso al empleo,
permitir la participación de personas distintas al afectado directo, como una
organización sindical, una asociación o institución sin fines de lucro (dedicada a la
protección de derechos fundamentales y con solvencia para afrontar el proceso),
la Defensoría del Pueblo o el Ministerio Público; permitirá —sin duda alguna— el
ejercicio de una defensa acorde con la actividad probatoria exigida, a fin de
acreditar la existencia del hecho lesivo.

6.3.3. Pretensiones derivadas del quebrantamiento de las


prohibiciones de trabajo forzoso e infantil

- Trabajo forzoso
En su primer convenio relativo a este tema, Convenio 29 sobre el trabajo forzoso
del año 1930, la OIT define el trabajo forzoso como “todo trabajo o servicio exigido
a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho
individuo no se ofrece voluntariamente” (artículo 2 inciso 1). El otro instrumento
fundamental de la OIT, el Convenio 105 sobre la abolición del trabajo forzoso del

118
Organización Internacional del Trabajo. Informe del director general. La hora de la igualdad en el trabajo. Informe
global con arreglo al seguimiento de la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el
a
trabajo. Conferencia Internacional del Trabajo. 91. Reunión, 2003. Oficina Internacional del Trabajo.
119
OIT: Igualdad en el empleo y en la ocupación, Estudio general de los Informes sobre el Convenio relativo a la
discriminación (empleo y ocupación), 1958 (núm. 111), y la Recomendación sobre discriminación, empleo y ocupación),
1958 (núm. 111), CIT, 75.a Reunión, 1988, Informe III (parte 4B), párrafos 22-29.

63
año 1957, especifica que no se puede recurrir nunca al trabajo forzoso con fines
de fomento económico, como medio de educación política o como medida de
discriminación, de disciplina en el trabajo o de castigo por haber participado en
huelgas (artículo 1). En este Convenio se enuncian explícitamente algunos fines
para los que nunca se puede recurrir al trabajo forzoso, pero no se altera la
definición básica del concepto según el derecho internacional. Asimismo, el
primero de los Convenios mencionados establece ciertas excepciones al trabajo
forzoso, inclusive el servicio militar obligatorio, obligaciones cívicas, el trabajo
necesario para enfrentar una situación de emergencia y el trabajo en las cárceles
bajo ciertas condiciones. El segundo añade una obligación específica para los
Estados que prohíbe la imposición de trabajo forzoso u obligatorio como un medio
de coerción o de educación política, como castigo por expresar determinadas
opiniones políticas o por participar en huelgas, la movilización de la mano de obra
con fines de desarrollo económico, como medida de disciplina en el trabajo o
discriminación racial, social, nacional o religiosa.

En similar sentido, cuando la OIT formula la conocida “Declaración de principios y


derechos fundamentales en el trabajo”, durante la 86a reunión de trabajo en
Ginebra, realizada en junio de 1998, declara que todos los Miembros, aun cuando
no hayan ratificado los convenios aludidos sobre trabajo forzoso, tienen un
compromiso que se deriva de su mera pertenencia a la Organización de respetar,
promover y hacer realidad, de buena fe y de conformidad con la Constitución, los
principios relativos a los derechos fundamentales que son objeto de esos
convenios, es decir, de la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u
obligatorio (artículo 2, inciso c)

Esta realidad, según cifras proporcionadas por la propia OIT en su página web
institucional120, cerca de 20,9 millones de personas son víctimas de trabajo
forzoso; ello quiere decir, que tres de cada 1,000 personas de la población
mundial actual, trabajan en estas condiciones. De estos, un 90 por ciento son
explotados por individuos o empresas privadas, mientras que 10 por ciento son
forzados a trabajar por el Estado, por grupos militares o en las cárceles bajo
condiciones que violan las normas fundamentales de la OIT. La explotación sexual
forzada afecta al 22 por ciento de todas las víctimas, mientras que la explotación
laboral forzada constituye el 68 por ciento del total.

Cifras alarmantes que ratifican la necesidad de la intervención de otros


organismos, distintos al afectado para efectuar las denuncias y reclamos
correspondientes a fin de evitar la continuación de los hechos lesivos. En este
sentido, la innovación introducida por la NLPT es una herramienta adecuada para
tal fin.

120
OIT, Estimación mundial sobre el trabajo forzoso: Resumen ejecutivo. En
<http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---ed_norm/---declaration/documents/publication/wcms_182010.pdf>.

64
- Trabajo infantil

La expresión trabajo infantil suele definirse como todo trabajo que priva a los niños
de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo
físico y psicológico. Así pues, se alude al trabajo que es peligroso y prejudicial
para el bienestar físico, mental o moral del niño; e interfiere con su escolarización
puesto que les priva de la posibilidad de asistir a clases; les obliga a abandonar la
escuela de forma prematura, o les exige combinar el estudio con un trabajo
pesado y que insume mucho tiempo.

A nivel internacional, la regulación directa o indirecta sobre trabajo infantil se


encuentra en la Declaración de los Derechos del Niño de 1959, Pacto
Internacional de los Derechos Económicos Sociales y Culturales de 1966,
Convención sobre los Derechos del Niño de 1989, y Protocolos Facultativo de la
Convención de los Derechos del Niño de 2000. En el campo del Derecho del
Trabajo, la OIT ha adoptado distintos convenios sobre la materia; así, tenemos:
Convenio 138 de la OIT, adoptado en 1973121, que regula la edad mínima
Convenio sobre la edad mínima de admisión al empleo y Convenio 182122 de la
OIT de 1999, que trata sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil
y la acción inmediata para su eliminación.

Según la definición del Artículo 3 del Convenio 182 de la OIT, la expresión "las
peores formas de trabajo infantil" abarca:

a) todas las formas de esclavitud o las prácticas análogas a la


esclavitud, como la venta y la trata de niños, la servidumbre por
deudas y la condición de siervo, y el trabajo forzoso u obligatorio,
incluido el reclutamiento forzoso u obligatorio de niños para utilizarlos
en conflictos armados;
b) la utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la
prostitución, la producción de pornografía o actuaciones pornográficas;
c) la utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la realización
de actividades ilícitas, en particular la producción y el tráfico de
estupefacientes, tal como se definen en los tratados internacionales
pertinentes, y
d) el trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en [las] que
se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la
moralidad de los niños.
El trabajo que pone en peligro el desarrollo, físico, mental o moral del
niño, sea par su naturaleza o por las condiciones en las que se
efectúa, es denominado «trabajo peligroso».

121
Ratificado por el Perú el 13 de noviembre de 2002 y en virtud del cual se determinó la edad mínima para laborar en
14 años.
122
Ratificado por el Perú el 10 de enero de 2002.

65
A nivel nacional, la prohibición de trabajo infantil (entendido este en sus peores
formas), se desprende de lo regulado en los artículos 1, 2 inciso a) y 23 de la
Constitución Política del Perú; en estos se establece, además de la cultura por el
respeto de la dignidad humana, a su vida, identidad, a su integridad moral,
psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar; se establece que en el campo
del trabajo, el Estado protege especialmente a la madre, al menor de edad y al
impedido que trabajan.

Esta protección constitucional a nivel legal se ha visto materializada —además—


en lo previsto en el artículo 457 del Código Civil, sobre la necesidad de
autorización a un menor de edad a fin de que trabaje; así como, se cristaliza en la
promulgación del Código de Niños y Adolescentes, el cual regula situaciones
fácticas respecto a las modalidades y horarios para el trabajo de menores de
edad, cuáles son las edades requeridas para trabajar en determinadas
actividades, se establece a cuántas horas asciende su jornada de trabajo, a
cuánto debe ascender su remuneración, así como qué trabajos se encuentran
prohibidos.

A nivel nacional, es el Comité Directivo Nacional para la Prevención y Erradicación


del Trabajo Infantil (CPETI) una instancia de coordinación Multisectorial de
Instituciones Públicas y Privadas sin fines de lucro que viene trabajando
intensamente actividades a favor de la prevención y erradicación del trabajo
infantil y sus peores formas; creada mediante Resolución Suprema 018-2003-TR.
Siendo la Dirección General de Derechos Fundamentales y Seguridad y Salud en
el Trabajo quien la preside y la Dirección de Promoción y Protección de Derechos
Fundamentales Laborales de la Dirección General de Derechos Fundamentales y
Seguridad y Salud en el Trabajo, quien actúa como Secretario Técnico.

Son objetivos del Comité Directivo Nacional, coordinar, evaluar y dar seguimiento
a los esfuerzos a favor de la prevención y erradicación progresiva del trabajo
infantil en el Perú; así como proponer políticas en el tema de trabajo infantil.

Siguiendo con el análisis normativo de este inciso, con la regulación de la


posibilidad de intervención en un proceso judicial no solo a los afectados directos
por los hechos antes descritos, sino también a las organizaciones sindicales,
asociaciones o instituciones sin fines de lucro, Defensoría del Pueblo o el
Ministerio Público, lo que se busca con la NLPT es, en principio, ser el primer
elemento que contribuya con la eliminación de todo tipo de trabajo infantil en sus
peores condiciones; en tanto, ante la noticia sobre el acontecimiento de un hecho
de similares connotaciones, por ejemplo, el Ministerio Público actuará conforme a
sus atribuciones iniciando según sea el caso la acción penal o comunicando como
corresponde al Ministerio de Trabajo; y, en segundo lugar, se erige como una
herramienta procesal adecuada que permitirá, según sea el caso, que a través de
esta participación en el marco de la NLPT, el juez de trabajo haga uso de los
apremios correspondientes a medida de sanción por los hechos comprobados.

66
6.4. Derechos de libertad sindical, negociación colectiva, huelga, a la
seguridad y salud en el trabajo y, en general, cuando se afecte un
derecho que corresponda a un grupo o categoría de prestadores de
servicios

Artículo.- Legitimación especial


(...)
9.2 Cuando se afecten los derechos de libertad sindical, negociación
colectiva, huelga, a la seguridad y salud en el trabajo y, en general,
cuando se afecte un derecho que corresponda a un grupo o categoría de
prestadores de servicios, pueden ser demandantes el sindicato, los
representantes de los trabajadores, o cualquier trabajador o prestador de
servicios del ámbito.

El inciso 9.2 de la NLPT permite la tutela de dos clases de derechos; aquellos de


connotación eminentemente colectiva (libertad sindical, negociación colectiva,
huelga, a la seguridad y salud en el trabajo); y, de aquellos denominados derechos
individuales homogéneos.

6.4.1. Derechos colectivos: libertad sindical, negociación colectiva, huelga y


seguridad y salud en el trabajo

Los derechos colectivos son aquellos pertenecientes a una masa determinable de


sujetos que están vinculados entre sí o con la contraparte por una relación jurídica
base. Lo antedicho no equivale afirmar que sea el ente jurídico (sindicato) el titular
de estos derechos, pues estos les pertenecen a la colectividad; ya que como
dijimos anteriormente, el sindicato únicamente posee legitimidad para obrar
extraordinaria en los procesos judiciales en los que se discutan, ello en
concordancia con lo previsto en el artículo 8.2 NLPT.

Es oportuno señalar que en el caso de la libertad sindical, este derecho posee dos
aspectos diferenciados; uno individual, que refiere a los derechos que
corresponden a cada trabajador en singular y otro colectivo, que da cuenta de
aquellos derechos que corresponden a la organización sindical 123. En el primero
de los casos la intervención del sindicato se da sobre la base de la legitimidad
para obrar extraordinaria que comentáramos precedentemente, mientras que en el
segundo supuesto su intervención es en ejercicio de la legitimidad para obrar
ordinaria, y se entiende al sindicato como sujeto centro de imputaciones jurídico-
procesales.

123
Palomeque López 1994: 110.

67
En el caso del derecho a la negociación colectiva, es el conjunto de relaciones y
procesos de acercamiento y diálogo en cuyo seno la autonomía colectiva de los
grupos antagonistas sociales (organizaciones de trabajadores y empresarios)
produce el convenio colectivo124. Sin duda alguna, el derecho a la negociación
colectiva forma parte del contenido esencial de la libertad sindical, en cuanto da
cuenta del derecho colectivo de los sindicatos al libre ejercicio de su actividad en
la defensa e los intereses de sus agremiados y los que le son propios.

Por su parte, el ejercicio del derecho a la huelga es concebida como una medida
de conflicto colectivo utilizada como medio de presión unilateral a fin de propiciar
una solución favorable a los intereses económicos o sociales del ente colectivo;
esta acción origina una perturbación en el proceso productivo, es decir, la
cesación en la prestación del trabajo; siendo la más frecuente, aquella que se
produce con abandono del centro de trabajo 125.

Finalmente, el derecho a la seguridad y salud en el empleo implica que se


cumplan las normas sobre seguridad específicas en el sector productivo en el que
se desarrolle el contrato de trabajo. En este sentido, el empleador tiene la
obligación de brindar al trabajador todas las seguridades para que pueda efectuar
su trabajo de una manera adecuada, sin riesgos o con la protección debido frente
a los riesgos de la propia actividad. Del mismo modo, las obligaciones generales
—aplicables a todos los sectores— se encuentran determinadas en la Ley de
Seguridad y Salud en el Trabajo, Ley 29783, publicada en el diario oficial El
Peruano el 20 de agosto del 2011. En el mismo sentido apunta su Reglamento
aprobado por Decreto Supremo 005-2012-TR de fecha 25 de abril de 2012, al
disponer en su artículo 1 que “El presente Reglamento desarrolla la Ley 29783,
Ley de Seguridad y Salud en el Trabajo, y tiene como objetivo promover una
cultura de prevención de riesgos laborales en el país, sobre la base de la
observancia del deber de prevención de los empleadores, el rol de fiscalización y
control del Estado y la participación de los trabajadores y sus organizaciones
sindicales.”

En todos los supuestos antes indicados, que refieren casos en donde se discuten
derechos colectivos, pueden ser demandantes el sindicato, los representantes de
los trabajadores, o cualquier trabajador o prestador de servicios del ámbito. Como
se aprecia, lo novedoso de esta disposición es la posibilidad de la participación en
un proceso judicial de “cualquier trabajador” o “prestador de servicios” se
encuentran legitimados para formular pretensiones en defensa de estos derechos
colectivos.

6.4.2. Derechos individuales homogéneos


El artículo 9.2 antes analizado también regula la posibilidad de defensa de «un
derecho que corresponda a un grupo o categoría de prestadores de servicios».
Esto se refiere a los derechos individuales homogéneos, que «se distinguen de los

124
Ibídem: 279.
125
Ibídem: 219.

68
intereses supraindividuales (difusos y colectivos) en que aquellos son auténticos
derechos individuales, privativos e indisponibles por terceros, pero que pueden
existir en número plural y tener un origen fáctico común y un contenido sustantivo
homogéneo126». Añade, además, lo siguiente: “La tutela colectiva de los derechos
esencialmente individuales descansa en dos notas básicas: a) su homogeneidad
al tener origen común, es decir, al producirse de una misma fuente o causa; y b)
su divisibilidad, al representar en realidad derechos personales que pueden
ejercerse de manera individual, pero existe la posibilidad y conveniencia de la
acción colectiva, teniendo resultados desiguales para cada participante”127.
En efecto, a partir de esta disposición es que la NLPT en su artículo 18 permite
que este grupo o categoría de prestadores de servicios afectados inicien sobre la
base de una sentencia con calidad de cosa juzgada (emitida por el Tribunal
Constitucional o la Corte Suprema), procesos individuales de liquidación del
derecho reconocido, no siendo posible negar el hecho declarado lesivo, pudiendo
únicamente el demandado demostrar que el demandante no se encuentra en el
ámbito fáctico recogido en la sentencia.

Ilustrativamente, el Código Procesal Constitucional regula un procedimiento para


represión de actos homogéneos, señalando en su artículo 60 que “Si sobreviniera
un acto sustancialmente homogéneo al declarado lesivo en un proceso de
amparo, podrá ser denunciado por la parte interesada ante el juez de ejecución.
Efectuado el reclamo, el juez resolverá este con previo traslado a la otra parte por
el plazo de tres días. La resolución es apelable sin efecto suspensivo. La decisión
que declara la homogeneidad amplía el ámbito de protección del amparo,
incorporando y ordenando la represión del acto represivo sobreviniente.”

6.5. Defensa pública a cargo del Ministerio de Justicia

Artículo 10.- Defensa pública a cargo del Ministerio de Justicia


La madre gestante, el menor de edad y la persona con discapacidad que
trabajan tienen derecho a la defensa pública, regulada por la ley de la
materia.

La defensa pública en nuestro país se encuentra regulada por Ley 29360,


promulgada con fecha 14 de mayo del 2009, que dispone en su artículo 2 que «el
Servicio de Defensa Pública tiene la finalidad de asegurar el derecho de defensa
proporcionando asistencia y asesoría técnico legal gratuita, en las materias
expresamente establecidas, a las personas que no cuenten con recursos
económicos y en los demás casos en los que la ley expresamente así lo
establezca».

Precisamente, la NLPT ha establecido que sean la madre gestante, el menor de


edad y las personas con discapacidad las beneficiadas con este servicio de
asistencia jurídica gratuita, debido a la especial situación en la que se encuentran

126
Citando a Ferrer Mac-Gregor, en el expediente 04878-2008-AA/TC, fundamento jurídico 32.
127
Ibídem.

69
respecto del empleador. Disposición que además encuentra concordancia en el
artículo 14 de la norma en comento, además de lo dispuesto en el artículo 23 de la
Constitución Política, que señala que «el trabajo, en sus diversas modalidades, es
objeto de atención prioritaria del Estado, el cual protege especialmente a la madre,
al menor de edad y al impedido que trabajan».

7. Litigación Oral

La entrada en vigencia de la Ley Nº 29497, Nueva Ley Procesal del Trabajo


(NLPT), implicó que los profesionales del derecho adquieran y desarrollen nuevas
habilidades, destrezas y competencias que les permitan el dominio de las técnicas
de litigación oral y la teoría del caso, elementos esenciales del nuevo modelo
procesal laboral.

7.1. Técnicas de Litigación Oral

La Litigación oral, no es otra cosa que el ejercicio válido, pertinente de la oralidad


en el proceso, el mismo que deben ejercer las partes, tanto para la formulación de
los alegatos de apertura y dentro de aquel, proponer su teoría del caso, así como
llevar a juicio los medios de prueba y poder generar y formular los alegatos de
clausura, como producto del Juicio oral. Todo aquello, no es otra cosa que el
procesamiento de los planteamientos iniciales.

7.2. Teoría del Caso


La teoría del caso, según Baytelman y Duce, es siempre un punto de vista, el
ángulo desde el cual ver toda la prueba, la posición que ofrecemos al juzgador
para que valore la información que el juicio arroja, de manera tal que si la adopta o
asume llegará a las mismas conclusiones que le ofrecemos. Se trata de proveer al
Juez de un punto de vista convincente, pues si no lo hacemos o nos entrampamos
en algo ininteligible, la parte contraria lo hará. Una vez definida la teoría del caso
la regla es que ella domina todo el actuar de la parte procesal dentro del proceso,
y si ésta hace algo que la contradiga, pierde credibilidad.

¿Cómo se construye la teoría del caso?


Desde el momento mismo que se tiene información de los hechos del caso, éstos
son observados desde una óptica o predisposición jurídico-normativa, esto es lo
que les permite seleccionar, entre la masa de la información fáctica recogida, los
elementos relevantes que encuadran o no en cada uno de los componentes
morfológicos, objetivos y subjetivos, de la categoría jurídica que se pretende
(ejemplo: relación laboral), estableciéndose puntos de conexión, que luego se
tratarán de acreditar a través de los medios de prueba pertinentes. La estructura
de la teoría del caso, entonces, no se forma de inmediato, se construye, poco a
poco, estando formada de la siguiente manera:

a) información fáctica relevante,


b) fórmula o teoría jurídica o norma de subsunción, capaz de acoger la información
precedente, y

70
c) medios probatorios pertinentes

8. Teoría y valoración de la Prueba


El derecho a probar es uno de los componentes esenciales de otros dos derechos
fundamentales como son la tutela jurisdiccional efectiva128 y el debido proceso, y
su infracción afecta el orden constitucional, pues, como reseña el procesalista
español Joan Picó I Junoy “el derecho a probar aparece como un elemento
garantista presente, sustancialmente, en el panorama de las diversas
convenciones internacionales sobre derechos humanos”129

Se ha señalado, con total acierto, que el derecho fundamental a probar,


comprende130 el derecho a i) ofrecer los medios probatorios destinados a acreditar
la existencia o inexistencia de los hechos que son objeto concreto de prueba; ii)
que se admitan los medios probatorios ofrecidos; iii) que se actúen
adecuadamente los medios probatorios y los que han sido incorporados de oficio
por el juzgador; iv) que se asegure la producción o conservación de la prueba a
través de la actuación anticipada y adecuada de los medios probatorios; y, v) que
se valoren en forma adecuada y motivada todos los medios de prueba que han
sido actuados y que han ingresado al proceso o procedimiento; tal como lo ha
dejado establecido la Casación número 2808-2006 La Libertad del 18 de abril de
2007 y la Casación número 3012-2006 Lima, del 23 de abril de 2007.

Por su parte, el Tribunal Constitucional ha señalado que “el derecho a la prueba


apareja la posibilidad de postular, dentro de los límites y alcances que la
Constitución y las leyes reconocen, los medios probatorios pertinentes para
justificar los argumentos que el justiciable esgrime a su favor (…) Constituye un
derecho básico de los justiciables producir la prueba relacionada con los hechos
que configuran su pretensión o su defensa. Según este derecho, las partes o un
tercero legitimado en un proceso o procedimiento tienen el derecho de producir la
prueba necesaria con la finalidad de acreditar los hechos que configuran su
pretensión o defensa”131.

La NLPT ha establecido un esquema probatorio innovador si lo comparamos con


su predecesora, mediante el cual se cristalizan principios de oralidad,
concentración e inmediación, lo que permite al juez ejercer un rol activo como
director del proceso. A continuación analizaremos cada una de las disposiciones
sobre este tema.

8.1. Oportunidad

128
Opinión emitida en la sentencia emitida por el Tribunal Constitucional recaída en el expediente 010-2002-AI/TC.
129
Picó i Junoy, Joan (1996). El derecho a la prueba en el proceso civil. Barcelona: J. M. Bosch, p. 32-33.
130
En el mismo sentido se pronuncia el Tribunal Constitucional en el expediente 06712-2005-HC/TC, fundamento
jurídico 15.
131
Sentencia emitida por el Tribunal Constitucional recaída en el expediente 4831-2005-PHC/TC, fundamento jurídico 6.

71
Artículo 21.- Oportunidad
Los medios probatorios deben ser ofrecidos por las partes únicamente en
la demanda y en la contestación. Extraordinariamente, pueden ser
ofrecidos hasta el momento previo a la actuación probatoria, siempre y
cuando estén referidos a hechos nuevos o hubiesen sido conocidos u
obtenidos con posterioridad.
Las partes concurren a la audiencia en la que se actúan las pruebas con
todos sus testigos, peritos y documentos que, en dicho momento,
corresponda ofrecer, exhibir o se pretenda hacer valer con relación a las
cuestiones probatorias. Esta actividad de las partes se desarrolla bajo su
responsabilidad y costo, sin necesidad de citación del juzgado y sin
perjuicio de que el juez los admita o rechace en el momento. La
inasistencia de los testigos o peritos, así como la falta de presentación de
documentos, no impide al juez pronunciar sentencia si, sobre la base de
la prueba actuada, los hechos necesitados de prueba quedan
acreditados.
En ningún caso, fuera de las oportunidades señaladas, la presentación
extemporánea de medios probatorios acarrea la nulidad de la sentencia
apelada. Estos medios probatorios no pueden servir de fundamento de la
sentencia.

La NLPT establece como obligación de las partes el de ofrecer todos los medios
de prueba que sustenten sus afirmaciones, con la presentación de sus escritos
postulatorios (demanda y contestación). Ello en concordancia con el principio de
eventualidad, según el cual las partes deben presentar todas las armas
probatorias con las que cuentan en la oportunidad legalmente concedida para ello,
con el propósito de generar un debate probatorio equilibrado y en igualdad de
posibilidades defensivas.

Entre los distintos medios de prueba que pueden presentarse al proceso; resulta
ilustrativa —y por demás interesante— la clasificación que hace Guasp. Así,
identifica a la prueba personal (confesión judicial o interrogatorio de las partes,
testimonio o testifical y pericia); prueba real (documentos, reconocimiento judicial o
inspección ocular); y, prueba actual (presunciones e indicios).

Nuestro ordenamiento nacional, por su parte, identifica dos grupos diferenciados.


Así, el Código Procesal Civil en sus artículos 213 a 274, refiere todo lo relacionado
con las pruebas directas (declaración de parte, declaración de testigos,
documentos132, pericia e inspección judicial); mientras que, en sus artículos 275 a
283, regula la prueba indirecta (indicios y presunciones).

Asimismo, al igual que la regulación contenida en el Código Procesal Civil, que en


su artículo 429 establece la posibilidad de presentar u ofrecer medios probatorios
extemporáneos, al prescribir: “Después de interpuesta la demanda, solo pueden

132
«En un sentido amplio, documento es toda representación material destinada e idónea a reproducir una determinada
manifestación de pensamiento; como una voz fijada duramente: vox mortua. Por eso le corresponde la mayor
importancia como medio de prueba; importancia variable por lo demás, según que a) la manifestación de pensamiento
reproducida esté más o menos relacionada con los hechos de la causa, parezca más o menos seria y sincera; b) la
reproducción sea más o menos fiel y atendible» (Chiovenda, Giuseppe (1954). Instituciones de derecho procesal civil.
Madrid: Editorial Revista de Derecho Privado, p. 265).

72
ser ofrecidos los medios probatorios referidos a hechos nuevos y a los
mencionados por la otra parte al contestar la demanda o reconvenir. De
presentarse documentos, el juez concederá traslado a la otra parte para que
dentro de cinco días reconozca o niegue la autenticidad de los documentos que se
le atribuyen”; la NLPT recoge similar disposición, al prever la posibilidad de
presentar medios probatorios, hasta antes de la actuación probatoria, siempre que
estén referidos a “hechos nuevos” o “conocidos u obtenidos con posterioridad”;
ello en función a que en el proceso laboral se busca la verdad real por sobre la
formal.

La norma además señala que los medios probatorios extemporáneos, es decir,


aquellos que no encajen dentro de los supuestos fácticos antes descritos, no
podrán servir de sustento para el fallo emitido.

Precisamente, atendiendo a este carácter y privilegiando el principio de


concentración, es que se exige —además— a los involucrados una participación
activa y eficiente en la etapa de actuación probatoria. Merced a ello, estas tendrán
que concurrir a la Audiencia respectiva, con todos los medios de prueba que —
potencialmente— puedan actuarse, pues recordemos, es en esta etapa y no antes
en donde se sabrá, luego de la depuración probatoria a la que se refiere el artículo
46, respecto de qué hechos se necesita actuar prueba; y con ello, las partes
podrán ofrecer la prueba pertinente y deducir, según sea el caso, las cuestiones
probatorios respecto de los medios probatorios ofrecidos por su contraparte.

La NLPT enfatiza en el deber que tienen las partes procesales (demandante o


demandado, indistintamente), de concurrir “bajo su responsabilidad y costo”, con
todos sus medios probatorios a la audiencia respectiva, independientemente de
que estos sean admitidos o rechazados; en tanto estos —eventualmente— serán
determinantes al momento de emitir sentencia, pues recordemos que es en este
acto procesal en donde se concentran y oralizan las posiciones de las partes y los
medios de prueba que sustentan dichas afirmaciones. En tal horizonte, se prevé
que ante la inasistencia de testigos o peritos, así como ante la falta de
presentación de documentos, ello no impide al juez pronunciar sentencia si de la
prueba actuada quedasen acreditados los hechos necesitados de prueba.

8.2. Prueba de oficio

Artículo 22.- Prueba de oficio


Excepcionalmente, el juez puede ordenar la práctica de alguna prueba
adicional, en cuyo caso dispone lo conveniente para su realización,
procediendo a suspender la audiencia en la que se actúan las pruebas
por un lapso adecuado no mayor a treinta (30) días hábiles, y a citar, en el
mismo acto, fecha y hora para su continuación. Esta decisión es
inimpugnable.
Esta facultad no puede ser invocada encontrándose el proceso en
casación. La omisión de esta facultad no acarrea la nulidad de la
sentencia.

73
El antecedente directo de esta disposición la encontramos en la regulación
contenida en el artículo 194 del Código Procesal Civil, que a su vez, sirvió de
antecedente para lo dispuesto en el artículo 28 de la antigua Ley Procesal del
Trabajo, Ley 26636.

La regulación de la facultad del juez para disponer pruebas de manera oficiosa


encuentra justificación en el fin “publicístico” del proceso; así como, porque
concediendo amplios poderes de iniciativa probatoria al juez se lograría la efectiva
igualdad de las partes, pues la parte más débil sería reequilibrada frente a la
contraparte “fuerte” por obra del juez133.

Ahora bien, la disposición de pruebas de oficio conforme a lo dispuesto por la


NLPT constituye una facultad —más no un deber—; así se desprende del término
“puede” y no “debe”. En tal sentido, es claro que la consecuencia jurídica de su
omisión no acarrea la nulidad del proceso (entiéndase de la sentencia emitida).
Por tales motivos hay quienes afirman la imposibilidad de que, los jueces
superiores, anulen las sentencias apeladas al encontrar un defecto u omisión en la
actuación de pruebas de oficio134. Anótese además que la decisión que ordena la
actuación de pruebas de oficio es inimpugnable.

De otro lado, uno de los presupuestos para su procedencia es que las partes
habiendo aportado pruebas sobre sus afirmaciones, estas resulten insuficientes.
De ahí que se afirme que la facultad de ordenar pruebas de oficio no sustituye la
carencia probatoria de una de las partes de presentar pruebas. En este supuesto,
haciendo uso de esta facultad excepcional, el juez de trabajo dispone de la
realización de pruebas “adicionales”, suspendiendo la audiencia por un lapso no
mayor de 30 días hábiles.

Es claro que el mandato de actuación de pruebas de oficio tiene que,


necesariamente, estar referido a los hechos postulados y controvertidos por las
partes; pues de modo contrario, su actuación no solo vulneraría el principio de
congruencia sino que también el derecho de defensa de los involucrados.

La NLPT dispone como límites para ejercer esta facultad, básicamente, dos: i) la
exigencia de motivación en la resolución que ordena la actuación de pruebas de
oficio; y, ii) la restricción del uso de esta facultad únicamente a las instancias de
mérito.

En efecto, la norma procesal laboral es clara al proscribir la utilización de la prueba


de oficio en sede casatoria. Esta disposición corresponde a la naturaleza misma

133
Ariano Deho, citado por Herrera Gonzales-Pratto, Isabel y Elmer Huamán Estrada (2010). Elmer. «La prueba de oficio
en la nueva Ley Procesal del Trabajo». En Ávalos Jara, Oxal y Edwin López Trigoso (coordinadores). Comentarios al
régimen especial de contratación administrativa de servicios. Lima: Jurista Editores, p. 434.
134
Vide Ariano Deho, citado por Herrera Gonzales-Pratto y Huamán Estrada 2010: 436.

74
del recurso, cuya excepcional, impide que se reexaminen los hechos y como
consecuencia de ello, se revaloren los medios probatorios aportados por las
partes.

8.3. Carga de la prueba

Goldschmidt definía a la carga de la prueba como “situaciones de necesidad de


realizar determinado acto para evitar que sobrevenga un perjuicio procesal. Con
otras palabras, se trata de imperativos del propio interés” 135. Por su parte, Devis
Echandía señala que “la carga es un poder o una facultad (en sentido amplio) de
ejecutar, libremente, ciertos actos o adoptar cierta conducta prevista en la norma
para beneficio y en interés propio, sin sujeción ni coacción y sin que exista otro
sujeto que tenga el derecho a exigir su observancia, pero cuya inobservancia
acarrea consecuencias desfavorables.”136

Con la NLPT se prevén una serie de supuestos —cargas probatorias— atribuidas


a cada una de las partes, a fin de que no sean perjudicadas con las
consecuencias jurídicas en caso de su incumplimiento.

Quizá una de las más novedosas, y utilizamos este término no para indicar que el
ordenamiento jurídico procesal nacional haya creado esta disposición, sino más
bien adjudicamos este adjetivo por el hecho de su innovación a comparación de
las reglas generales sobre la prueba existentes a nivel civil, tributario o
administrativo; lo constituye el de la “presunción de laboralidad”.

Esta y otras innovaciones serán objeto de análisis en líneas posteriores.

8.3.1. Disposiciones Generales

Artículo 23.- Carga de la prueba


23.1 La carga de la prueba corresponde a quien afirma hechos que
configuran su pretensión, o a quien los contradice alegando nuevos
hechos, sujetos a las siguientes reglas especiales de distribución de la
carga probatoria, sin perjuicio de que por ley se dispongan otras
adicionales.

Esta disposición reconoce, nuevamente una regla general del derecho procesal
que atribuye la carga de la prueba a aquella persona que alega la existencia de un
hecho —presupuesto fáctico— fundamento de su pedido y sustento de su
pretensión o petitium.

135
Paredes Palacios 1997: 185.
136
Ibídem.

75
La NLPT indica que corresponde a la parte que afirma un hecho (base de su
pretensión) acreditarlo, mientras que corresponde a la contraparte que contradice
estos hechos, alegando hechos nuevos, también acreditarlos. Hasta aquí no hay
mayor novedad.

Sin embargo, la norma dispone —también— que se sujetan a reglas “especiales”


de distribución de cargas probatorios, conforme se anotará más adelante.

8.3.2. Presunción de laboralidad

Artículo 23.- Carga de la prueba


(...)
23.2 Acreditada la prestación personal de servicios, se presume la
existencia de vínculo laboral a plazo indeterminado, salvo prueba en
contrario.

He aquí la principal novedad introducida con la NLPT. En efecto, esta presunción


de laboralidad (llamada también presunción laboral” o “presunción de existencia
del contrato de trabajo) no es una herramienta procesal recientemente creada,
esta data ya de tiempo atrás y que está presente en otros ordenamientos
extranjeros.

Con acierto, muchos de los autores nacionales137 han coincidido en afirmar —


posición que ciertamente resulta válida—, que la introducción de esta presunción
de laboralidad es una clara manifestación del principio protector que informa al
derecho del trabajo, y que incidiendo en el proceso laboral, permite la intervención
estatal para equiparar a los desiguales, en este caso, trabajador-empleador.

Así, se exige únicamente al trabajador acreditar la prestación personal de servicios


a fin de que, activando la presunción iuris tantum a que hace referencia el artículo
23.2 de la NLPT, se presuma la existencia de vínculo laboral a plazo
indeterminado. Precisa, la nueva norma procesal, “salvo prueba en contrario”.

Y, es que precisamente, una de las características de las presunciones iuris


tantum es admitir la posibilidad de que la parte perjudicada con la consecuencia
jurídica prevista por ley, aporte al proceso —y específicamente al juez—, de otros
medios de prueba que desvirtúen la conclusión a la que precedentemente se
arribó al comprobarse la existencia del mismo supuesto fáctico dispuesto en la
norma. Por tal motivo, en el caso del empleador, este deberá acreditar que aún
cuando se compruebe la existencia de prestación personal de servicios, estos no
se desarrollaron bajo subordinación; este último elemento característico de una
relación laboral, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 4 del Texto Único

137
Loc. cit. Puntriano Rosas, César (2011). «La presunción de laboralidad en la nueva Ley Procesal del Trabajo». En
Doctrina y análisis sobre la nueva Ley Procesal del Trabajo. Lima: AMAG/ SPDTSS, p. 171.

76
Ordenado de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral, aprobado por
Decreto Supremo 003-97-TR.

Siguiendo esta línea, entonces, de acreditarse la prestación personal de servicios


le corresponderá al empleador en el supuesto de contradecir la pretensión, probar:
i) la existencia de una relación civil; ii) que la relación laboral es de tiempo
determinado (modal o plazo fijo); iii) que la relación es de naturaleza administrativa
(CAS); o que, iv) la prestación de servicios no tiene carácter personal, destruyendo
así la presunción prevista en el artículo 23 inciso 2.

Anótese además que, esta presunción de laboralidad opera en dos ámbitos del
derecho laboral; el primero, como es notorio, en el campo procesal al brindar los
elementos de convicción al juez de trabajo para declarar la existencia de una
relación laboral a tiempo indeterminado; y, a nivel sustantivo, como base para el
reconocimiento de derechos laborales de carácter irrenunciable.

8.3.3. Disposiciones Especiales

No obstante que las reglas especiales sobre distribución de cargas de la prueba


no han sido objeto de modificaciones sustanciales en la NLPT, ameritan un
análisis detallado a fin de analizar su implicancia en el nuevo marco procesal
laboral cuyo eje central es la oralidad y modernidad.

A. Del trabajador

Artículo 23.- Carga de la prueba


(...)
23.3 Cuando corresponda, si el demandante invoca la calidad de
trabajador o ex trabajador, tiene la carga de la prueba de
a) La existencia de la fuente normativa de los derechos alegados de
origen distinto al constitucional o legal.
b) El motivo de nulidad invocado y el acto de hostilidad padecido
c) La existencia del daño alegado.

En primer término, la NLPT dispone como obligación del demandante el de


acreditar la existencia de “fuente normativa de los derechos alegados de origen
distinto al constitucional o legal”. Ello es así, y se deriva de la regla general de
probanza contenida en el artículo 23.1 antes analizado, para los supuestos en los
que se aleguen derechos provenientes de, por ejemplo, convenios colectivos,
cláusulas contractuales, costumbres, sentencias judiciales o actos administrativos,
en tanto al ser instrumentos de manejo y conocimiento exclusivo de las partes
contratantes e involucradas, su contenido (en tal o cual sentido) debe ser objeto
de probanza en el proceso.

En segundo lugar, se dispone la carga probatoria —a cargo del trabajador— del


motivo de “nulidad” invocado así como del “acto de hostilidad padecido”. Sobre el

77
primero de estos motivos conviene hacer precisiones138: i) la inexistencia de
restricción respecto a que la “nulidad” esté referida únicamente a los casos de
despido (como se preveía en la Ley 26636); ii) ante esta apertura de redacción
normativa de que el trabajador pueda acreditar la nulidad, por ejemplo, de otras
instituciones jurídicas: convenio colectivo, contrato de trabajo, disposiciones del
reglamento interno de trabajo, de disposiciones de cambio en las condiciones de
trabajo, etcétera, y, iii) una excepción a esta regla la encontramos en lo dispuesto
en el inciso e) del artículo 29 del Texto Único Ordenado de la Ley de Productividad
y Competitividad Laboral, aprobado por Decreto Supremo 003-97-TR, en tanto
conocido el embarazo por el empleador, si este despide a la trabajadora gestantes
en cualquiera de los meses del periodo de gestación o 90 días posteriores, se
presume la existencia de despido nulo, salvo que se acredite causa justa de
despido.

Sobre los «actos de hostilidad», la disposición contenida en la NLPT sigue la


misma orientación ya contenida en la Ley 26636. Sin embargo, habría que —en la
práctica— concordar esta disposición con lo contenido en el artículo 30 del Texto
Único Ordenado de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral, aprobado
por Decreto Supremo 003-97-TR, a fin de determinar los supuestos considerados
como actos de hostilidad.

En tercer término, es nueva la disposición que regula como carga probatoria del
trabajador, la acreditación del “daño alegado”. Sin embargo, encontramos ciertas
imprecisiones en esta regulación. Principalmente porque restringe la carga
probatoria de la eventual existencia de “daño” en el marco de la relación laboral,
únicamente al trabajador, desconociendo así la posibilidad de que —
eventualmente— el empleador también pueda sufrir daños causados por el actuar
de su trabajador; ello además, conforme a la competencia asignada a los juzgados
especializados de trabajo dispuesta en el literal b) del inciso 1 del artículo 2 de la
NLPT, que prevé su competencia para conocer de “la responsabilidad por daño
patrimonial o extrapatrimonial, incurrida por cualquiera de las partes involucradas
en la prestación personal de servicios, o terceros en cuyo favor se presta o se
prestó el servicio”. Creemos, no obstante ello, que esta omisión o yerro queda
salvado —en cuanto al empleador— con la regla general de probanza ya anotada
en el artículo 23.1 de la NLPT.

Recordemos que, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 1331 del Código


Civil, se exige probanza para la valorización del daño (que en el caso de las
indemnizaciones por enfermedades profesionales consiste en determinar el
quantum del daño emergente, lucro cesante y daño moral); aunque, en
concordancia con el artículo 1332 del mismo cuerpo normativo, la indemnización
será equitativa en los casos en los que el daño no pudiera ser probado en su
monto preciso.

138
Véase Toyama Miyagusuku y Vinatea Recoba 2010: 133-134.

78
En este mismo horizonte apunta la conclusión c) y d) del Tema 03 sobre
“Indemnización por daños y perjuicios derivados de enfermedades profesionales”,
abordado en el Primer Pleno Jurisdiccional Supremo en materia laboral, realizado
con fecha 4 y 14 de mayo de 2012.

B. Del empleador

Artículo 23.- Carga de la prueba


(...)
23.4 De modo paralelo, cuando corresponda, incumbe al demandado que
sea señalado como empleador la carga de la prueba de
a) El pago, el cumplimiento de las normas legales, el cumplimiento de sus
obligaciones contractuales, su extinción o inexigibilidad.
b) La existencia de un motivo razonable distinto al hecho lesivo alegado.
c) El estado del vínculo laboral y la causa del despido.

Respecto a la disposición contenida en el literal a), esta no contiene mayores


modificaciones que la regulada en la antigua ley procesal del trabajo, pues le
corresponde al empleador el acreditar el cumplimiento de los derechos laborales
dispuesto por ley, así como de las disposiciones pactadas con el trabajador; y, de
ser el caso, su extinción o inexigibilidad (prescripción).

Sobre el literal b), la NLPT introduce con mayor detalle y explicitud, la obligación
del empleador de acreditar, en contraposición con lo alegado por el trabajador, la
existencia de un motivo distinto (y razonable) del hecho lesivo causante de
despido nulo o actos calificados como hostiles. En efecto, la norma procesal
anterior no traía disposición en este sentido, empero, en la práctica ante la
invocación de hechos lesivos a los derechos fundamentales del trabajador, ya las
empresas y personas naturales (empleadores), invocaban —y en ese sentido iba
la prueba aportada— de la existencia de hechos distintos como justificación de la
decisión del despido o del cambio en las condiciones de trabajo.

La innovación más saltante, en cuanto a las cargas probatorias atribuidas al


empleador, es la contenida en el inciso c) de la NLPT. Así, ahora se dispone que
es el empleador el obligado a acreditar “el estado del vínculo laboral” y la “causa
de despido”. Sobre este último aspecto no hay mayor variación. Sin embargo,
sobre el primero de ellos, importa que el empleador acredite cuál es el estado de
la relación laboral, o dicho de otro modo, si a la fecha de contestación de demanda
se mantiene vigente o si, por el contrario, esta ha concluido. De ser así, si esta
decisión obedece a causa justa de despido o no.

8.3.4. Indicios

79
Artículo 23.- Carga de la prueba
(...)
23.5 En aquellos casos en que de la demanda y de la prueba actuada
aparezcan indicios que permitan presumir la existencia del hecho lesivo
alegado, el juez debe darlo por cierto, salvo que el demandado haya
aportado elementos suficientes para demostrar que existe justificación
objetiva y razonable de las medidas adoptadas y de su proporcionalidad.
Los indicios pueden ser, entre otros, las circunstancias en las que
sucedieron los hechos materia de la controversia y los antecedentes de la
conducta de ambas partes.

Los indicios son aquellos hechos que basados en las reglas de la experiencia,
permiten inferir-presumir la existencia un hecho desconocido. Para la NLPT los
indicios están constituidos, entre otros, por las circunstancias en las que
sucedieron los hechos materia de la controversia así como de los antecedentes en
las conductas de las partes. Y, es qué duda cabe, la conducta de las partes a lo
largo del proceso uno de los elementos importantes que conducen al resultado o
fracaso del proceso.

En el caso de los supuestos de despido nulo —incluso de los actos de hostilidad—


, supone la denuncia de vulneración de derechos fundamentales del trabajador; lo
que denota un escenario procesal singular, no solamente por la trascendencia de
los derechos implicados, sino por las dificultades probatorias propias de causales
de despido de compleja acreditación, en tanto los supuestos de hecho
constitutivos de despido nulo, suponen la necesidad de valorar aspectos
subjetivos o abstractos en la conducta del empleador. En efecto, a diferencia de
las causales de falta grave laboral, en las que el objeto de prueba es la
comprobación objetiva de conductas antijurídicas tipificadas con meridiana
claridad por el ordenamiento laboral, las causales de despido nulo aluden a
motivaciones prohibidas del empleador, en tanto esconden un ánimo lesivo de
derechos fundamentales; dichas motivaciones, sin embargo, no son explícitas,
encontrándose más bien ocultas detrás de conductas corporativas con visos de
legalidad.

Esta dificultad se morigera, ahora, con la disposición contenida en el artículo 23.5


de la NLPT, pues en caso el trabajador haya aportado indicios sobre la existencia
de los hechos calificados como lesivos, el juez debe dar por ciertos estos, salvo
que el empleador aporte prueba en contrario.

Anótese que esta disposición encuentra antecedente en el Pleno Jurisdiccional


Laboral de 1997, celebrado en el Cusco, se acordó lo siguiente: «En los procesos
en los que se ventile la nulidad del despido, si bien el juez no puede utilizar las
presunciones, deberá apreciar, evaluar y determinar el mérito de los indicios que
se aporten con los medios probatorios, para poder determinar objetivamente la
causa real que motivo el despido».

8.4. Interrogatorios

80
Artículo 24.- Forma de los interrogatorios
El interrogatorio a las partes, testigos, peritos y otros es realizado por el
juez de manera libre, concreta y clara, sin seguir ningún ritualismo o
fórmula preconstituida. Para su actuación no se requiere de la
presentación de pliegos de preguntas. No se permite leer las respuestas,
pero sí consultar documentos de apoyo. Los abogados de las partes
también pueden preguntar o solicitar aclaraciones, bajo las mismas reglas
de apertura y libertad. El juez guía la actuación probatoria con vista a los
principios de oralidad, inmediación, concentración, celeridad y economía
procesal. Impide que esta se desnaturalice sancionando las conductas
temerarias, dilatorias, obstructivas o contrarias al deber de veracidad.

Esta es quizá una de las innovaciones que aleja a la NLPT del modelo procesal
instaurado por el Código Procesal Civil. En este se utilizan fórmulas
preconstituidas para formular las preguntas, como la clásica: ¿Dígase usted si es
verdad que...?, conforme a la exigencia dispuesta por el artículo 213 del cuerpo
adjetivo y que en modo supletorio era aplicado por la Ley 26636. Sin embargo, a
diferencia de aquel, la NLPT permite la informalidad en la actuación de los
interrogatorios a las partes, testigos y peritos; incidiendo en que este se realiza sin
ningún ritualismo y de manera libre, concreta y clara.

Esta suerte de apertura en la forma en la que se realizan los interrogatorios


encuentra sustento —y justificación— en el principio de oralidad, merced al cual se
habilita al juez en su calidad de director del proceso, entrar en contacto con los
elementos fácticos que rodean la litis; finalidad que es alcanzada cuando este
conoce de «primera mano» el relato de los hechos mediante la formulación de
preguntas directas y sencillas.

Asimismo, la forma libre del interrogatorio previsto en la NLPT se inserta dentro de


lo que Cappelletti denomina “las tres líneas fundamentales de desarrollo en la
realización del significado actual de la oralidad: el interrogatorio “libre y simple” de
la parte en función directamente probatoria, el interrogatorio “libre y jurado” de la
parte en el proceso oral y el testimonio de los terceros interesados”139, y permite
“un máximo de probabilidad de que las declaraciones y el comportamiento del
interrogado sean susceptibles a de dar una representación exacta de la realidad y
susceptibles al mismo tiempo, de ser percibidos por el juez de la manera más
idónea para su libre valoración.”

La NLPT a fin de garantizan la simplicidad y sencillez con que deben ser llevados
los interrogatorios, y sobre todo veracidad de la información declarada, no permite
que las partes lean las respuestas, pero sí permite que estas consulten
documentos de apoyo. De otro lado, a fin de otorgar la facilitar la participación de
todos los involucrados, admite que los abogados de las partes también pueden
preguntar o solicitar aclaraciones, bajo las mismas reglas de apertura y libertad,

139
Cappelletti, citado por Huerta Rodríguez, Hugo (2010). «La declaración de parte en el nuevo modelo procesal
laboral». En Ávalos Jara, Oxal Víctor (director). Estudios sobre la nueva Ley Procesal del Trabajo. Lima; Jurista Editores, p.
434.

81
que se le otorga al juez; sin embargo, creemos que siempre respetando dos
límites: el primero, que exige que las preguntas siempre estén relacionadas con
los hechos controvertidos; y, el segundo, que se guarden los límites que el respeto
mutuo exige.

En este contexto, si bien compartimos la opinión140 de que no existe formalmente


una limitación en el número de preguntas a formularse a las partes, testigos o
peritos, pues ello contravendría el sentir mismo de la NLPT, que privilegiando el
fondo sobre la forma pretende alcanzar la verdad real por sobre la formal,
corresponde al juez en cada caso concreto, como conductor y director del
proceso, decidir lo pertinente cuando se pretende distorsionar la actividad
probatoria. Por ello resulta importante precisar que la norma precisa que el juez
guía la actuación probatoria con vista a los principios de oralidad, inmediación,
concentración, celeridad y economía procesal. En tal sentido, impide que la
audiencia esta se desnaturalice, facultando a sancionar las conductas temerarias,
dilatorias, obstructivas o contrarias al deber de veracidad conforme lo dispuesto en
el artículo 15 de la NLPT.

8.5. Declaración de parte

Artículo 25.- Declaración de parte


La parte debe declarar personalmente. Las personas jurídicas prestan su
declaración a través de cualquiera de sus representantes, quienes tienen
el deber de acudir informados sobre los hechos que motivan el proceso

La declaración de parte, “es la manifestación prestada por una de las personas


que interviene en el proceso con respecto a los hechos en litigio. Ella puede ser
espontánea (como es el caso de la demanda que constituye una declaración de
reconocimiento de los hechos expresados en la misma [sic], como también podría
dar en cualquier escrito presentado por alguna de las partes) o provocada a través
de una solicitud de absolución de posiciones, en cuyo caso se da bajo
determinadas formalidades”141.

La NLPT regula la declaración personal de los sujetos involucrados en el proceso.


Sin embargo, prevé como excepción el caso de las personas jurídicas quienes
podrán, con la acreditación respectiva, declarar mediante representante legal. En
ambos casos, se entiende, se exige que las partes que concurren al proceso
informen sobre los datos que se les pregunte de manera clara y directa, evitando
adoptar conductas dilatorias y respuestas evasivas; en tanto, podrían ser objeto de
sanciones jurídicas sobre valoración de dicha conducta (presunciones) o
sanciones monetarias (multas).

140
Vide Toyama Miyagusuku y Vinatea Recoba 2010: 137.
141
Elías Mantero, Fernando (2005). “Aportes para la reforma del proceso laboral peruano. Algunas consideraciones
sobre la prueba y la actividad probatoria en el proceso laboral. Lima: Editorial Ali Arte Gráfico Publicaciones, p. 113.

82
La exigencia de concurrir personalmente a declarar, en el caso de las personas
naturales, es un elemento procesal que la diferencia notoriamente de lo previsto
en el proceso civil, que en el artículo 214 del Código Procesal Civil permitía que
las personas naturales puedan declarar a través de representante legal. Esta
disposición se justifica en la búsqueda de la verdad como uno de los fines
principales del proceso laboral; y personifica a la figura del juez laboral como el
encargado de dirigir el proceso y obtener del testimonio directo de los sujetos
involucrados —sin intermediarios—, sobre los hechos ocurridos materia de litis, a
fin de dictar un fallo aproximado que cristalice el valor de justicia.

Anótese además que, para el caso de las personas jurídicas que prestan su
declaración a través de sus representantes legales, la exigencia de concurrir a la
audiencia respectiva con el debido conocimiento de los hechos discutidos en el
proceso resulta no solo un deber primordial como defensores de su empleador,
sino que también constituye una carga procesal que, de no ser cumplida, acarrea
consecuencias jurídicas como el de tener por ciertos los hechos expuestos; por tal
motivo, se hace necesario que dichos representantes conozcan de los hechos
que, por su posición en el interior de la empresa, les sean imputables de
conocimiento.

Conviene resaltar en este punto, que en concordancia con lo expuesto al analizar


el artículo precedente, el interrogatorio a las partes a fin de que estas presten su
declaración (narración) de los hechos objeto de litis, es desarrollada con total
libertad de formas en la formulación de las preguntas; ello con la finalidad de que
el juez pueda percibir en forma directa, una serie de elementos que —
eventualmente— refuerzan o restan credibilidad a lo informado por los
involucrados; entre estos podemos mencionar: la conducta de la parte al momento
de formulársele las preguntas, la forma en la que responden a lo preguntado, la
existencia de dudas al momento de responder las preguntas, respuestas
genéricas o contradictorias, etcétera. Todo ello contribuirá a formar un juicio de
valor respecto de la información fáctica aportada, mediante la declaración, por las
partes procesales.

8.6. Declaración de testigos


Artículo 26.- Declaración de testigos
Los testigos no presencian el desarrollo de la audiencia y solo ingresan a
ella en el momento que les corresponda.
El secretario del juzgado expide al testigo una constancia de asistencia a
fin de acreditar el cumplimiento de su deber ciudadano. Tratándose de un
trabajador, dicha constancia sirve para sustentar ante su empleador la
inasistencia y el pago de la remuneración por el tiempo de ausencia.

La declaración de testigos es aquella que “ante el juez efectúa una persona que
no es parte en un proceso sobre hechos que ha presenciado o tiene conocimiento,

83
los cuales resultan de interés para el esclarecimiento de la litis. La declaración del
testigo se limita a hechos y no a conceptos u opiniones”142.

En el nuevo proceso laboral, los testigos no presencian el desarrollo de la


audiencia, por el contrario, solo ingresan a ella en el momento que les
corresponda. Claro está, previa acreditación y juramente conjuntamente por las
partes antes del inicio de esta. Dicha disposición válidamente encuentra correlato
en la búsqueda de la imparcialidad que se debe obtener de la declaración
testimonial, la cual no debe estar viciada ni influenciada por la información previa
brindada por las partes143.

Anótese además que, en aplicación supletoria de lo dispuesto en el artículo 229


del Código Procesal Civil, no podrán ser testigos: el absolutamente incapaz (salvo
lo dispuesto en el Artículo 222); el que ha sido condenado por algún delito que a
criterio del juez afecte su idoneidad; el pariente dentro del cuarto grado de
consaguinidad o tercero de afinidad, el cónyuge o concubino, salvo en asuntos de
derecho de familia o que lo proponga la parte contraria; el que tenga interés,
directo o indirecto, en el resultado del proceso; y, el juez y el auxiliar de justicia, en
el proceso que conocen.

Ahora bien, sobre las declaraciones testimoniales aceptables en el marco de la


NLPT, estas deben ser aquellas cuyo conocimiento haya sido directamente
percibido por los sentidos del sentido. Así, “el testimonio es original cuando el
testigo que depone ante el juez sobre el hecho cuestionado, es la misma persona
que estuvo presente en el tiempo y en el lugar de que se trate y que captó con sus
sentidos las percepciones que está refiriendo.”144, rechazándose a aquel testigo
indirecto, “cuando el testigo declarante no habla por su propio conocimiento, sino
que relata lo que ha dicho otra persona que se supone estuvo presente en el
tiempo y en el lugar de que se trate y refirió los hechos inmediatamente después
de haberlos percibido.”145

Chiovenda refiere que en la declaración del testigo, es necesario distinguir la


importancia objetiva y la atendibilidad. La importancia objetiva depende la
importancia de los hechos a que se refieran las observaciones del testigo, y que
pueden ser hechos jurídicos, esto es, de importancia inmediata para la causa, o
hechos simples; de las condiciones en las que las circunstancias del caso; y de
ser esas observaciones inmediatas o mediatas (testigo ocular, presencial; testigo
de oídas o de referencia). La atendibilidad, en cambio, consiste en la mayor o
menos correspondencia de las declaraciones del testigo con las observaciones
efectivamente hechas, correspondencia que puede faltar, sea por las condiciones

142
Arévalo Vela, Juan (2007). Derecho procesal del trabajo. Comentarios a la Ley Procesal del Trabajo. Lima: Editora
Jurídica Grijley, p. 125.
143
Recordemos que en las etapas de la audiencia de juzgamiento (o audiencia única, según se trate de un proceso
abreviado laboral), esta se inicia con los alegatos de apertura, en donde cada una de las partes expone sucintamente los
hechos materia de litis.
144
Bentham, Jeremías (1971). Tratado de las pruebas judiciales. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa-América, p. 32.
145
Ibídem.

84
actuales de la mentalidad del testigo, sea por un deliberado propósito de
mentir.146.

En tal sentido, atendiendo a que el proceso laboral regulado por la Ley 29497
tiene como eje principal la oralidad, centrando el debate de posiciones en la
audiencia de juzgamiento, ambos aspectos de las declaraciones testimoniales (el
objetivo y la credibilidad), serán determinantes al momento de la actuación de la
prueba misma, debido a que serán quienes produzcan convicción en el juzgador
respecto a la veracidad de la información emitida sobre los hechos.

Al igual que en la declaración de parte, para el caso de los testigos, el


interrogatorio se desarrolla de manera libre por el juzgador, existiendo la
posibilidad de formular preguntas, con la misma apertura, por parte del abogado
que ofreció dicho medio de prueba, así como de la contraparte.

De otro lado, la norma procesal también prevé que, atendiendo al cumplimiento


del deber de colaboración con la impartición de justicia, se extienda al testigo que
acude a la Audiencia, una constancia de asistencia a fin de justificar la inasistencia
o su tardanza al centro de labores.

8.7. Exhibición de planillas


Artículo 27.- Exhibición de planillas
La exhibición de las planillas manuales se tiene por cumplida con la
presentación de las copias legalizadas correspondientes a los períodos
necesitados de prueba.
La exhibición de las planillas electrónicas es ordenada por el juez al
funcionario del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo responsable
de brindar tal información. Es improcedente la tacha de la información de
las planillas electrónicas remitida por dicho funcionario, sin perjuicio de la
responsabilidad penal o funcional que las partes puedan hacer valer en la
vía correspondiente.
Las partes pueden presentar copias certificadas expedidas por el
Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo de la información contenida
en las planillas electrónicas, en lugar de la exhibición electrónica.

Con esta disposición, la NLPT, se aleja de lo dispuesto en la antigua ley procesal


del trabajo. En efecto, se deja de lado la presentación de las boletas de pago y la
exhibición física de las planillas llevadas a cabo en el local del empleador (que se
daba cuando se contaban con más de 50 trabajadores). Es sabido que en la
práctica la revisión judicial de las planillas o las “pericias” eran sinónimos de
dilaciones y excesivas demoras en su realización y en el trámite de las
observaciones realizadas por las partes; lo que contribuían a generar más
demoras, en tanto al esperar ser resueltas, el juez del proceso no emitía sentencia
aduciendo no haberse concluido la etapa probatoria.

Ahora, con la nueva regulación sobre la exhibición de planillas dispuesta por la


NLPT, se prevé la obligación de las partes de exhibir las planillas manuales con la

146
Chiovenda 1954: 244.

85
presentación de copias legalizadas, únicamente —y he aquí la precisión—
respecto de los periodos necesitados de prueba. Asimismo, considerando la
posibilidad de existencia de las planillas electrónicas, será el Ministerio de Trabajo
y Promoción del Empleo quien se encargue de proporcionarle al juez dicha
información. En relación con dichas planillas no existe posibilidad alguna, en el
proceso judicial laboral mismo, de cuestionarlas (u observarlas, como sucedía con
la información recabada por los peritos judiciales), por cuanto existe una
presunción sobre la veracidad de esta al ser emitida por funcionario facultado para
ello. Queda a salvo el derecho de cuestionarlas en la vía correspondiente, y se
establece responsabilidad penal o funcional.

Finalmente, para agilizar aún más este medio de prueba, las partes pueden
presentar copias certificadas expedidas por el Ministerio de Trabajo y Promoción
del Empleo de la información contenida en las planillas electrónicas, en lugar de la
exhibición electrónica.

8.8. Pericia
Artículo 28.- Pericia
Los peritos no presencian el desarrollo de la audiencia y solo ingresan a
ella en el momento que corresponda efectuar su exposición.
Los informes contables practicados por los peritos adscritos a los
juzgados de trabajo y juzgados de paz letrados tienen la finalidad de
facilitar al órgano jurisdiccional la información necesaria para calcular, en
la sentencia, los montos de los derechos que ampara, por lo que esta
pericia no se ofrece ni se actúa como medio probatorio.

Los peritos son personas llamadas a exponer al juez no solo las observaciones de
sus sentidos y sus impresiones personales sobre los hechos observados, sino
también las inducciones que deban sacarse objetivamente de los hechos
observados y de aquellos que se les den por existentes. Esto exige que los peritos
posean determinados conocimientos, teóricos o prácticos, o aptitudes en ramas
especiales, pues cuanta más técnica sea la cuestión de hecho sometida al juez,
tanto mayor será la utilidad de la prueba pericial147.

La NLPT dispone la participación de estos peritos ofrecidos por las partes, quienes
intervendrán en la audiencia al momento de exponer su conocimiento sobre
determinada área científica, tecnológica o profesional. Y, al igual que lo que
sucede con las partes y testigos, el juez del proceso en su calidad de director,
podrá interrogarlos a fin de obtener mayor amplitud de lo informado, siempre con
la fórmula libre de preguntas.

147
Chiovenda 1954: 258.

86
Ahora bien, hay que establecer la diferencia existente entre los peritos antes
anotados (que son aquellos ofrecidos por las partes y que conocen con suficiencia
determinada área) con aquellos peritos adscritos al juzgado de trabajo y juzgados
de paz letrado. En efecto, estos últimos en su calidad de servidores judiciales
únicamente prestan auxilio a los jueces laborales con la información remunerativa
de los trabajadores demandantes, así como de los montos de los derechos
amparados; razón por la que, como es obvio, estos no constituyen medios de
prueba y como tal, contra ellos no procede cuestión probatoria alguna.

8.9. Presunciones legales derivadas de la conducta de las partes

Artículo 29.- Presunciones legales derivadas de la conducta de las


partes
El juez puede extraer conclusiones en contra de los intereses de las
partes atendiendo a su conducta asumida en el proceso. Esto es
particularmente relevante cuando la actividad probatoria es obstaculizada
por una de las partes.
Entre otras circunstancias, se entiende que se obstaculiza la actuación
probatoria cuando no se cumple con las exhibiciones ordenadas, se niega
la existencia de documentación propia de su actividad jurídica o
económica, se impide o niega el acceso al juez, los peritos o los
comisionados judiciales al material probatorio o a los lugares donde se
encuentre, se niega a declarar, o responde evasivamente.

Anótese que “el juez para hallar el conocimiento de la verdad en un caso, debe
valerse de cualquier medio que esté a su alcance, por lo que obviamente la
conducta procesal de las partes independientemente de las pruebas ofrecidas
puede y debe servirle para intuir quién está utilizando indebidamente el proceso y
por lo tanto quien tiene no tiene la razón”148; véase pues, que la aludida
presunción judicial opera como una herramienta probatoria de gran trascendencia
en nuestro ordenamiento, en tanto permite al juez (léase órgano jurisdiccional)
alcanzar la finalidad de la prueba cual es el asegurar certeza en la convicción
judicial, de cara a hacer tangibles los derechos sustanciales de los justiciables;
considerando la conducta obstructiva de las partes con relación a su disponibilidad
para la actuación probatoria.

Así, se ha definido a las presunciones como aquellas reglas jurídicas sustanciales


para la aplicación del derecho objetivo a ciertos casos concretos, cuyos efectos
sustanciales se producen fuera del proceso y son reconocidos en este, donde
además influyen en la carga de la prueba149.
En el marco del nuevo proceso laboral, se faculta al juez, atendiendo a la conducta
que adopten las partes, extraerá que extraiga conclusiones en su contra. Esto es
especialmente relevante cuando dichas partes incurran en conductas que
obstruyan la actividad probatoria. Entre las que se anotan —de manera
enunciativa, más no limitativa— las de incumplir con exhibicionales, negar la
existencia de documentos que por la propia actividad jurídica o económica se

148
Molina Gonzales citado por Hinostroza Mínguez 2007: 528-529.
149
De Buen Lozano 1988: 482.

87
posea, se impida el acceso al juez, peritos o comisionados al material probatorio o
los lugares donde se encuentra, de niegue a declarar o se responda
evasivamente.

9. Medios de evitación del proceso laboral y Formas Especiales de


Conclusión de Controversias Laborales

El conflicto puede ser solucionado de distintas maneras. Aquella en la cual


intervienen únicamente las partes se denomina formas autocompositivas de
solución del conflicto; mientras que, aquellas en las cuales interviene un tercero se
denominan formas heterocompositivas de solución del conflicto. Precisamente en
este último grupo encontramos mediación, conciliación, transacción y la sentencia
judicial.

La NLPT a diferencia de la Ley 26636 que regulaba de manera escueta —y


aunque poco clara— la conciliación; ahora en el marco del nuevo modelo procesal
laboral, se pone mayor énfasis en la promoción de la conciliación como una de las
formas especiales de conclusión del proceso. Asimismo, se prevén otras formas
de conclusión anticipada, que aunque eran aplicadas anteriormente apelando a la
supletoriedad del Código Procesal Civil, con la NLPT se menciona detalladamente
cada uno de ellos: reconocimiento de la demanda, transacción, desistimiento o
abandono.

Asimismo, se recoge otra modalidad de conclusión anticipada del proceso que se


produce cuando ambas partes no asisten por segunda vez a cualquiera de las
audiencias programadas en primera instancia.

A continuación desarrollaremos cada una de ellas:

Artículo 30.- Formas especiales de conclusión del proceso


El proceso laboral puede concluir, de forma especial, por conciliación,
allanamiento, reconocimiento de la demanda, transacción, desistimiento o
abandono. También concluye cuando ambas partes inasisten por
segunda vez a cualquiera de las audiencias programadas en primera
instancia.
La conciliación y la transacción pueden ocurrir dentro del proceso,
cualquiera sea el estado en que se encuentre, hasta antes de la
notificación de la sentencia con calidad de cosa juzgada. El juez puede en
cualquier momento invitar a las partes a llegar a un acuerdo conciliatorio,
sin que su participación implique prejuzgamiento y sin que lo manifestado
por las partes se considere declaración. Si ambas partes concurren al
juzgado llevando un acuerdo para poner fin al proceso, el juez le da
trámite preferente en el día.
Para que un acuerdo conciliatorio o transaccional ponga fin al proceso
debe superar el test de disponibilidad de derechos, para lo cual se toman
los siguientes criterios:
a) El acuerdo debe versar sobre derechos nacidos de una norma
dispositiva, debiendo el juez verificar que no afecte derechos
indisponibles;
b) debe ser adoptado por el titular del derecho; y

88
c) debe haber participado el abogado del prestador de servicios
demandante.
Los acuerdos conciliatorios y transaccionales también pueden darse
independientemente de que exista un proceso en trámite, en cuyo caso
no requieren ser homologados para su cumplimiento o ejecución. La
demanda de nulidad del acuerdo es improcedente si el demandante lo
ejecutó en la vía del proceso ejecutivo habiendo adquirido, de ese modo,
la calidad de cosa juzgada.
El abandono del proceso se produce transcurridos cuatro (4) meses sin
que se realice acto que lo impulse. El juez declara el abandono a pedido
de parte o de tercero legitimado, en la segunda oportunidad que se
solicite, salvo que en la primera vez el demandante no se haya opuesto al
abandono o no haya absuelto el traslado conferido.

9.1. Conciliación
La conciliaciones aquella forma heterocompositiva de solución de conflictos que
“consiste en utilizar los servicios de una tercera parte neutral para que ayude a las
partes en un conflicto a allanar sus diferencias y llegar a una transacción amistosa,
o a una solución adoptada de común acuerdo” 150

En efecto, la intervención de un tercero en la solución de la controversia, permite


dinamizar el proceso laboral, en tanto permite recurrir a esta en cualquier estado
del proceso, a fin de solucionar el conflicto suscitado (sea este sencillo o
complejo); sin que lo manifestado sea considerado como declaración o
aceptación; razón por la que también se afirma su carácter reservado.

De otro lado, la norma es clara al establecer para la validez del acuerdo


conciliatorio y la irradiación de sus efectos en el proceso laboral (conclusión), el
cumplimiento del “Test de disponibilidad de derechos”, en el que se exige:

“a) El acuerdo debe versar sobre derechos nacidos de una


norma dispositiva.
b) Debe ser adoptado por el titular del derecho.
c) Debe haber participado el abogado del prestador de
servicios demandante.”

Respecto al primero de los requisitos, es válido exigir que el acuerdo conciliatorio


únicamente abarque los derechos disponibles de índole laboral que le
correspondan al trabajador, respetando en todo momento el carácter irrenunciable
de ciertos beneficios otorgados. Así, “se admite que pueden ser materia de
renuncia y por consiguiente materia de conciliación: los derechos nacidos de
contratos individuales de trabajo, los derechos nacidos de una costumbre, los
derechos inciertos, los hechos que inciden sobre una relación laboral (fecha de
ingreso, lugar de trabajo, etcétera), los derechos por encima de los mínimos
legales, los derechos optativos, los derechos cuya acción judicial ha prescrito
(como el reclamo de indemnización por despido arbitrario pasado los 30 días de la

150
Organización Internacional de Trabajo (1974). La conciliación en los conflictos de trabajo. Ginebra: OIT, p. 4.

89
fecha del despido), y todos aquellos derechos que provienen de fuente
renunciable” 151

El segundo requisito exige que el que tome y participe de la conciliación sea el


titular del derecho. Ello es así en tanto el carácter irrenunciable de estos le es
atribuido a este, y únicamente a él, debido a su condición de trabajador y como tal,
considerado la parte débil de la relación de trabajo. Es válida la intervención del
trabajador a través de un representante legal, en tanto, es posible delimitar su
intervención a ciertos aspectos a fin de no efectuar mayores concesiones a las
inicialmente deseadas por el titular del derecho.

Y, en cuanto al tercer requisito, este es el que nos plantea algunos inconvenientes.


En efecto, la NLPT dispone como exigencia de validez del acuerdo conciliatorio,
de manera copulativa, además de los dos requisitos antes anotados, el de la
presencia y participación del “abogado del prestador de servicios demandante”.
Sin embargo, esta exigencia únicamente es procedente en los casos en los que
los trabajadores cuenten con defensa letrada; para aquellos cuyo petitorio no las
10 URP ello no es exigible; lo que no equivale afirmar que la ausencia de abogado
defensor en los supuestos antes anotados no invalida el acuerdo conciliatorio;
principalmente porque la intervención del juez garantiza el respeto al carácter
irrenunciable de los derechos del trabajador; y he aquí la garantía de que lo
acordado responde a los fines generales del proceso, cual es la solución del
conflicto “en justicia”.

Anótese además que existen dos clases de conciliación:

A. Conciliación extrajudicial

Esta clase de conciliación puede efectuarse en el Ministerio de Trabajo y


Promoción del Empleo. En tal caso la conciliación se rige por lo dispuesto en el
Decreto Legislativo 910 y su Reglamento el Decreto Supremo 020-2001-TR; o
ante el Ministerio de Justicia o un Centro de Conciliación Particular, en los cuales
se observará lo dispuesto en la Ley 26872, modificada por el Decreto Legislativo
1070.

Precísese que de conformidad con la Tercera Disposición Final del Decreto


Legislativo 1070, la conciliación no resulta exigible a efectos de calificar la
demanda en materia laboral hasta que se determine progresivamente su vigencia
en los diferentes Distritos Conciliatorios según el Calendario Oficial que será
aprobado mediante Decreto Supremo; así, se exceptuaba de dicho Calendario a
los distritos conciliatorios de Lima, Trujillo y Arequipa y Lima Norte, salvo la
provincia de Canta, en los cuales esta exigencia sería aplicada a los sesenta (60)
días calendario de su publicación, es decir, a partir del 28 de agosto de 2008.

151
Toyama Miyagusuku, Jorge (2007). «Los medios extrajudiciales de solución de conflictos». Actualidad Jurídica.
Número 160, Lima, p. 210.

90
Sin embargo, en la práctica ya con la Ley Procesal del Trabajo 26636, esta
exigencia de presentación del acta conciliatoria no era cumplida —menos
exigida— en los procesos laborales; y siguiendo esta práctica, con la
promulgación de la NLPT no exige conciliación previa.

Otro dato importante que aporta la Ley de Conciliación está relacionado con los
requisitos que se imponen para la validez del acuerdo conciliatorio. Así, en su
artículo 7 establece como requisitos:

i) La conciliación en materia laboral se llevará a cabo respetando el


carácter irrenunciable de los derechos del trabajador reconocidos por la
Constitución Política del Perú y la ley; y,
ii) La materia laboral será atendida por los Centros de Conciliación
Gratuitos del Ministerio de Justicia, Ministerio de Trabajo y Promoción
del Empleo y por los Centros de conciliación privados para lo cual
deberán de contar con conciliadores acreditados en esta materia por el
Ministerio de Justicia. En la audiencia de conciliación en materia laboral
las partes podrán contar con un abogado de su elección o, en su
defecto, deberá de estar presente al inicio de la audiencia el abogado
verificador de la legalidad de los acuerdos.

Como se aprecia en similar criterio que lo dispuesto en el “Test de disponibilidad


de derechos” establecido en la NLPT, la norma general también establece el
respeto absoluto del carácter irrenunciable de los derechos laborales, y para tal
efecto, prevé la presencia en el acto conciliatorio, del abogado del trabajador o en
su defecto del letrado asignado para verificar la legalidad del acuerdo (entiéndase
la no infracción del principio de irrenunciabilidad).

B. Conciliación judicial
Es aquel acuerdo que se realiza al interior de un proceso judicial, y está dirigido
por el juez del proceso, quien asume un rol activo en el acercamiento de las
partes, propone a estas fórmulas conciliatorias a fin de que se solucione el
conflicto.

La NLPT dispone la posibilidad de conciliar dentro del proceso hasta antes de la


notificación de la sentencia con calidad de cosa juzgada; regulación que guarda
concordancia con lo dispuesto en el artículo 323 del Código Procesal Civil. Así, el
juez puede en cualquier momento invitar a las partes a llegar a un acuerdo
conciliatorio, sin que su participación implique prejuzgamiento y sin que lo
manifestado por las partes se considere declaración. En efecto, i ambas partes
concurren al juzgado llevando un acuerdo para poner fin al proceso, el juez le da
trámite preferente en el día.

No obstante lo afirmado, la etapa por excelencia en donde se protagoniza esta


forma de conclusión del proceso, es en la Audiencia de Conciliación, etapa del
proceso ordinario laboral (o en su similar, la respectiva etapa de la Audiencia
Única, para los procesos abreviados). Es en esta Audiencia de Conciliación, cuyo
91
análisis in extenso será objeto de estudios al estudiar las etapas del proceso
ordinario laboral, permite al juez de trabajo invitar a las partes a conciliar sus
diferencias, participando de manera activa de dicho procedimiento.

9.2. Transacción
El artículo 1302 del Código Civil define a la transacción así:

Por la transacción las partes, haciéndose concesiones recíprocas,


deciden sobre algún asunto dudoso o litigioso, evitando el pleito que
podría promoverse o finalizando el que está iniciado.
Con las concesiones recíprocas, también se pueden crear, regular,
modificar o extinguir relaciones diversas de aquellas que han
constituido objeto de controversia entre las partes.
La transacción tiene valor de cosa juzgada.

La transacción, a tenor de la NLPT, puede darse antes o después del proceso. Y.


al igual que lo que sucede en la conciliación, existen dos tipos de transacción.
Aquella surgida al interno del proceso judicial, la que es oponible hasta antes de la
notificación de la sentencia con calidad de cosa juzgada; mientras que, la
transacción extrajudicial, se origina cuando las partes involucradas arriban a un
acuerdo antes de iniciarse un proceso judicial. En el último de los casos, de
entablarse un proceso judicial, la transacción se deduce excepción, lo que guarda
conformidad con lo dispuesto en el Primer Pleno Casatorio Civil 152 y lo previsto en
el inciso 10 del artículo 446 e inciso 4 del artículo 453 del Código Procesal Civil.

Cabe preguntarse, ¿qué se entiende por concesiones recíprocas? Al respecto, se


sostiene que no puede haber transacción si las partes omiten hacerse
concesiones recíprocas; en efecto, se señala que no puede hablarse de
concesiones recíprocas sí lo que ofrece el empleador en la transacción es el pago
de prestaciones que por ley está obligado a pagar en virtud de la irrenunciabilidad
de derechos, así como tampoco la habrá sí lo que se acuerda es el pago
inmediato por parte de la empresa, de lo debido por ley.

Asimismo, ¿qué se entiende por derecho dudoso? Además de hacer referencia a


la necesidad que el derecho provenga de una norma dispositiva, la doctrina hace
referencia a la noción de derecho dudoso. Al respecto se sostiene que debe
distinguirse entre derecho dudoso o litigioso. Así, existen prestaciones que por ley
son indisponibles pese a que están sujetas a litigio; en tal sentido, no es suficiente
que exista litigio para que pueda admitirse la transacción en materia laboral, ya
que la pretensión discutida debe —además— ser dudosa.

La doctrina considera como ejemplos de derechos dudosos los siguientes casos: i)


El reclamo de horas extras, ya que para tener derecho a estas el trabajador debe

152
En el punto 2 de la parte resolutivo, se indicó: «Si el demandado opone la transacción extrajudicial, debe hacerlo en
el escrito de contestación de la demanda y en calidad de defensa de fondo, alegando la extinción de la obligación
demandada por efecto de aquella, para que el juez se pronuncie sobre esta defensa material en la sentencia».

92
probarlas; ii) La indemnización por despido arbitrario, cuando la empresa sostiene
que el trabajador no tiene derecho a ella por haberse configurado la notoria mala
conducta; solo por citar algunas.

Por otra parte, el acuerdo transaccional también debe superar el test de


disponibilidad de derechos a que se ha hecho referencia en la conciliación,
relevándonos de mayor comentario.

9.3. Allanamiento y reconocimiento de la demanda


No existe disposición expresa sobre su tramitación en la Nueva Ley Procesal de
Trabajo, por lo que resulta de aplicación supletoria lo dispuesto en los artículos
330 y siguientes del Código Procesal Civil.

Así, el allanamiento es definido como el sometimiento a la pretensión demandada.


En esta virtud, el emplazado con la demanda acepta el cumplimiento de la
pretensión o pretensiones incoada en su contra. Por su parte, el reconocimiento
implica no solo la aceptación de las pretensiones formuladas sino que también de
los hechos y fundamentos jurídicos que las sustentan.

Respecto a la oportunidad para allanarse a la demanda, de conformidad con el


artículo 331 del Código Procesal Civil, esta puede darse en cualquier estado del
proceso hasta antes de la sentencia; y procede siempre que se trate de derechos
disponibles. En este horizonte, atendiendo a lo previsto en el artículo 332 del
mismo cuerpo adjetivo, se regulan los supuestos en los cuales no cabe el
allanamiento; a saber: i) El demandado no tiene capacidad para disponer del
derecho en conflicto, o en su defecto el apoderado o representante del
demandado carece de facultad para allanarse; ii) Los hechos admitidos requieren
ser probados por otros medios, además de la declaración de parte; iii) El conflicto
de intereses afecta el orden público o las buenas costumbres o comprende
derechos indisponibles; iv) existencia de litisconsorcio necesario, cuando el
allanamiento no proviene de todos los demandados; v) existencia de fraude o dolo
procesal; vi) la sentencia a dictarse va a surtir efecto frente a tercero no
emplazado; o vii) el demandado es el Estado u otra persona de derecho público,
salvo que su representante tenga autorización expresa.

9.4. El desistimiento
En la antigua Ley Procesal del Trabajo no señalaba al desistimiento como una
forma de extinción del proceso. Ahora, la NLPT sí recoge a esta figura como una
forma especial de conclusión del proceso. Sin embargo, no existe disposición
expresa que regule el trámite del desistimiento, por lo que será de aplicación
supletoria lo dispuesto en los artículos 340 y siguientes del CPC.

El desistimiento es aquel acto de renuncia formulada por el demandante, sea a la


pretensión, actos procesales o al proceso mismo entablado.

a) Desistimiento del proceso

93
Ocurre cuando el demandante manifiesta su voluntad de dar por concluido el
proceso iniciado en contra del empleador, en el caso del proceso laboral, dando
así dando por concluido la relación jurídico procesal.

Dependiendo de la oportunidad en la que se formula este desistimiento, este


puede requerir la aceptación del demandado o no. Así, cuando es formulado
después de notificada la demanda, requiere la conformidad del demandado
expresada dentro de tercer día de notificado, o en su rebeldía. Si hubiera
oposición, el desistimiento carecerá de eficacia, debiendo continuar el proceso.

Mientras que, si es formulado antes de la notificación de la demanda, es un acto


unilateral en la que no se requiere aceptación del demandado.

Anótese además que en esta clase de desistimiento, no se impide al demandante


volver a demandar, en el futuro, las mismas pretensiones planteadas inicialmente.
Adicionalmente, para su aprobación, hay que tener especial cuidado en no
vulnerar el principio de irrenunciabilidad de derechos, el que sumado al de
economía procesal, impedirá poner en marcha nuevamente el aparato judicial
estatal cuando previamente pudiesen haber sido resueltas las pretensiones
demandadas.

b) Desistimiento de actos procesales


El desistimiento de algún acto procesal, sea medio impugnatorio, medio de
defensa u otro, deja sin efecto la situación procesal favorable a su titular. Si el
desistimiento es de un medio impugnatorio, su efecto es dejar firme el acto
impugnado, salvo que se hubiera interpuesto adhesión.

Esta clase de desistimiento puede ser ejercitado tanto por el demandante como
por el emplazado o un tercero legitimado, y en rigor, no constituye una forma de
extinción del proceso. La oportunidad para su formulación es, sin duda alguna,
antes de que la situación procesal a la que se renuncia haya surtido efecto.

c) Desistimiento de la pretensión
En este supuesto, el demandante renuncia al derecho material cuya titularidad se
invoca. Ello implica que, en el futuro, este no podrá volver a demandar la misma
pretensión en otro proceso. De ahí que se afirma que, en el proceso laboral, la
aprobación del desistimiento de la pretensión es aún más delicada en tanto se
discuten derechos de carácter irrenunciable y de naturaleza alimentaria.

La resolución que aprueba el desistimiento de la pretensión, produce los efectos


de una demanda infundada con la autoridad de la cosa juzgada. Este
desistimiento no requerirá la conformidad del demandado, debiendo el juez revisar
únicamente la capacidad de quien lo realiza y la naturaleza del derecho que
sustenta la pretensión, teniendo en cuenta lo dispuesto sobre la improcedencia del
allanamiento en lo que corresponda.

94
Si el desistimiento no se refiere a todas las pretensiones o si solo es deducido por
uno de los demandantes, el proceso continuará respecto de las pretensiones y
personas no comprendidas en él. En este último caso, debe tenerse presente lo
dispuesto sobre litisconsorcio necesario.

9.5. El abandono
El abandono es una institución que se desprende del principio de perención o
caducidad de la instancia, a través del cual se decreta la muerte del proceso, o de
un determinado recurso, según sea el caso, ante la inactividad procesal de las
partes durante un plazo determinado153.

El abandono se produce transcurridos cuatro meses sin que se realice acto que lo
impulse. Así, el juez lo declara a petición de parte o de tercero legitimado, en la
segunda oportunidad que se solicite, salvo que en la primera vez el demandante
no se haya opuesto al abandono o no haya absuelto el traslado conferido. Anótese
que, a efectos de interrumpir el plazo previsto para la declaratoria del abandono,
deben realizarse actos de impulso procesal, los que se entienden como aquellos
actos realizados por las partes que originan la prosecución de las etapas
procesales. En tal sentido, no se consideran como tal a los pedidos de copias, la
designación de nuevo abogado, los escritos de variación de domicilio procesal,
etcétera.

La regulación de esta figura en la NLPT dista de las conclusiones adoptadas en el


Pleno jurisdiccional Laboral de 1999, en donde se indicó que en materia laboral no
procedía el abandono como forma de conclusión del proceso. Entendemos que
este cambio en la aceptación del abandono a fin de concluir el proceso —sin
declaratoria sobre el fondo de la litis—, radica en la necesidad de i) evitar el
conocimiento de procesos cuyas partes procesales involucradas (en especial la
demandante) muestran desidia respecto a su prosecución, obteniendo con su
culminación, el ahorro de recursos humanos y económicos a favor de otras causas
que requieren atención; y, ii) opera como una consecuencia jurídica a modo de
sanción a efectos de que las partes procesales actúen diligentemente y
contribuyan de este modo a la finalización célere del proceso, sobre todo si,
consideramos que el nuevo modelo procesal laboral prevé la culminación del
proceso en aproximadamente 6 meses (hasta sede casatoria).

En este horizonte, es oportuno mencionar, considerando lo regulado en el Código


Procesal Civil, que el abandono no procede si luego de transcurrido el plazo, el
beneficiado con él realiza un acto de impulso procesal (artículo 348), o cuando la
paralización del proceso se debe a causas de fuerza mayor y que los litigantes no
hubieran podido superar con los medios procesales a su alcance (artículo 349).
Asimismo, no hay abandono en los siguientes supuestos:

1. En los procesos que se encuentran en ejecución de sentencia;


2. En los procesos no contenciosos;

153
Morales Godo, citado por Toyama Miyagusuku y Vinatea Recoba 2010: 166.

95
3. En los procesos en [los] que se contiendan pretensiones
imprescriptibles;
4. En los procesos que se encuentran para sentencia, salvo que
estuviera pendiente actuación cuya realización dependiera de una
parte. En este caso, el plazo se cuenta desde notificada la resolución
que la dispuso;
5. En los procesos que se encuentran pendientes de una resolución y
la demora en dictarla fuera imputable al juez, o la continuación del
trámite dependiera de una actividad que la ley le impone a los
Auxiliares jurisdiccionales o al Ministerio Público o a otra autoridad o
funcionario […] que deba cumplir un acto procesal requerido por el
juez; y,
6. En los procesos que la ley señale.

Asimismo, otro aspecto que conviene resaltar en esta figura procesal son los
efectos que ocasiona su declaratoria. Así, su declaración impide al demandante
iniciar otro proceso con la misma pretensión durante un año, contado a partir de la
notificación del auto que lo declare, así como restituye las cosas al estado que
tenían antes de la demanda. Adicionalmente, se prevé que si por segunda vez,
entre las mismas partes y en ejercicio de la misma pretensión, se declara el
abandono, se extingue el derecho pretendido y se ordena la cancelación de los
títulos del demandante, si a ello hubiera lugar (artículo 351). Sin embargo, nada
obsta para que las pruebas actuadas en un proceso extinguido por abandono sean
válidas y pueden ser ofrecidas en otro proceso (artículo 352).

Anótese además que, declarado el abandono, la prescripción interrumpida por el


emplazamiento sigue transcurriendo, tal como si la interrupción no se hubiese
producido (artículo 354).

9.6. Inasistencia por segunda vez a cualquiera de las audiencias


programadas en primera instancia
Finalmente, la NLPT también señala como forma “especial” de conclusión del
proceso, la inasistencia de las partes por segunda vez a cualquiera de las
audiencias programas en primera instancia. Entiéndase por estas, a la Audiencia
de Conciliación y Audiencia de Juzgamiento, o en su defecto a la Audiencia Única
en el proceso abreviado laboral.

En este sentido lo prevé el artículo 43 de la NLPT al disponer que “(…) Si ambas


partes inasisten, el juez declara la conclusión del proceso si, dentro de los treinta
(30) días naturales siguientes, ninguna de las partes hubiese solicitado fecha para
nueva audiencia (…)”. En el mismo sentido se regula en la parte in fine del artículo
44 de la NLPT, al referirse a la Audiencia de Juzgamiento que concentra las
etapas de confrontación de posiciones, actuación probatoria, alegatos y sentencia

10. Procesos Colectivos


La Nueva Ley Procesal del Trabajo no prevé, expresamente, la existencia de un
proceso colectivo; empero, en el numeral 6 del presente módulo al hablar de
96
“Comparencia” mencionamos los supuestos en los que, a través de un proceso
ordinario laboral, intervienen los Sindicatos en defensa de los derechos colectivos
e incluso en defensa de intereses individuales de sus afiliados. Recomendamos
revisar dicho punto.

11. Teoría de la Impugnación y medios impugnatorios

11.1. Apelación
La apelación es aquel medio impugnatorio, por excelencia, que permite a las
partes luego de señalar los vicios procesales y/o errores sustantivos incurridos,
obtener del superior un nuevo pronunciamiento.

Antes de analizar las modificaciones introducidas por la NLPT, es oportuno


precisar que con la nueva norma procesal no se regula expresamente la
posibilidad de interponer apelación en contra de los autos emitidos en el proceso.
Sin embargo, esta aparente omisión no implica, en modo alguno, la restricción a
plantear apelación en contra de las resoluciones que se dicten en el proceso, y
que ciñéndonos estrictamente a las etapas de este nuevo modelo procesal, serán
aquellos autos dictados en la audiencia de juzgamiento con los que se resuelvan
las excepciones o cuestiones probatorias.

Se entiende, sin dudarlo entonces que, la parte impugnante deberá manifestar su


disconformidad con el contenido de la decisión en el acto mismo de su emisión, y
privilegiando la oralidad como elemento determinante en el nuevo modelo
procesal, esta deberá fundamentar de modo oral los motivos fácticos y jurídicos
que respaldan su impugnación. Así, además de lo ya anotado, aplicando
supletoriamente el Código Procesal Civil, el impugnante se encuentra en
obligación de cumplir con la presentación de la tasa judicial y la fundamentación
por escrito del recurso de apelación planteado en el plazo previsto en ley.

Para el caso del proceso ordinario laboral el recurso de apelación es resuelto por
la Sala Laboral; mientras que, en el proceso abreviado conocido por los juzgados
de paz letrado es competente para conocer del recurso de apelación, los juzgados
especializados de trabajo.

- Plazo
Artículo 32.- Apelación de la sentencia en los procesos ordinario,
abreviado y de impugnación de laudos arbitrales económicos
El plazo de apelación de la sentencia es de cinco (5) días hábiles y
empieza a correr desde el día hábil siguiente de la audiencia o de citadas
las partes para su notificación.

No existe mayor novedad en el establecimiento de los plazos para apelar una


sentencia que le es desfavorable al recurrente. En efecto, al igual que lo dispuesto
en la Ley 26636, la NLPT prevé como plazo perentorio para la presentación del

97
escrito impugnatorio el plazo de 5 días hábiles desde el día siguiente de la
audiencia o de citadas las partes para su notificación.

Sobre este último punto deben efectuarse ciertas precisiones. Primero, señálese
que con la nueva estructura procesal introducida en el marco legal de la Ley
29497, se verifica que no obstante preverse la posibilidad de notificación por
cédulas (artículo 13 parte in fine), lo cierto es que en el caso específico de las
notificaciones de sentencias, tanto en primera y segunda instancia, estas deben
observar el trámite previsto en el artículo 33 inciso c) que regula: “(...) c) Concluida
la exposición oral, dicta sentencia inmediatamente o luego de sesenta (60)
minutos, expresando el fallo y las razones que lo sustentan, de modo lacónico.
Excepcionalmente, puede diferir su sentencia dentro de los cinco (5) días hábiles
siguientes. En ambos casos, al finalizar la audiencia señala día y hora para que
las partes comparezcan ante el despacho para la notificación de la sentencia, bajo
responsabilidad. La citación debe realizarse dentro de los cinco (5) días hábiles
siguientes de celebrada la audiencia de vista. (...)”; en este sentido, el cómputo del
plazo para interponer recursos impugnatorios y casatorios empieza desde el día
siguiente a este quinto día posterior a la realización de la Audiencia respectiva
(Audiencia única en proceso abreviado laboral o Audiencia de juzgamiento en los
procesos ordinarios); y, segundo: con la asistencia o no a este acto de notificación,
cuyo plazo es perentorio, se tiene indefectiblemente —presunción válida— que las
partes tomaron conocimiento del contenido de la sentencia respectiva, y a partir de
allí plantear los recursos impugnatorios que la ley franquea.

- Trámite
Artículo 33.- Trámite en segunda instancia y audiencia de vista de la
causa en los procesos ordinario, abreviado y de impugnación de
laudos arbitrales económicos
Interpuesta la apelación, el juez remite el expediente a segunda instancia
dentro de los cinco (5) días hábiles siguientes.
El órgano jurisdiccional de segunda instancia realiza las siguientes
actividades:
a) Dentro de los cinco (5) días hábiles de recibido el expediente fija día y
hora para la celebración de la audiencia de vista de la causa. La
audiencia de vista de la causa debe fijarse entre los veinte (20) y treinta
(30) días hábiles siguientes de recibido el expediente.
b) El día de la audiencia de vista, concede el uso de la palabra al
abogado de la parte apelante a fin de que exponga sintéticamente los
extremos apelados y los fundamentos en que se sustentan; a
continuación, cede el uso de la palabra al abogado de la parte contraria.
Puede formular preguntas a las partes y sus abogados a lo largo de las
exposiciones orales.
c) Concluida la exposición oral, dicta sentencia inmediatamente o luego
de sesenta (60) minutos, expresando el fallo y las razones que lo
sustentan, de modo lacónico. Excepcionalmente, puede diferir su
sentencia dentro de los cinco (5) días hábiles siguientes. En ambos
casos, al finalizar la audiencia señala día y hora para que las partes
comparezcan ante el despacho para la notificación de la sentencia, bajo
responsabilidad. La citación debe realizarse dentro de los cinco (5) días
hábiles siguientes de celebrada la audiencia de vista.

98
d) Si las partes no concurren a la audiencia de vista, la sala, sin
necesidad de citación, notifica la sentencia al quinto día hábil siguiente,
en su despacho.

Las novedades que se aprecian en la regulación del trámite del recurso de


apelación pueden resumirse en las líneas siguientes:
i) Se establecen plazos a los órganos jurisdiccionales de primera instancia
para la remisión del expediente a la instancia superior (5 días hábiles de
interpuesta la apelación). Se entiende justificado en aras de lograr la
celeridad procesal. De la misma manera, una vez ingresado el
expediente a segunda instancia (luego de concedida la apelación
formulada), el órgano superior tiene 5 días para fijar fecha y hora para la
celebración de la audiencia de vista de causa. Esta deberá realizarse
entre los 20 y 30 días hábiles de recibido el expediente;
ii) El desarrollo de la audiencia de vista privilegia, al igual que en primera
instancia, el elemento oral de las exposiciones de las partes;
empezando por el abogado de la parte apelante a fin de que exponga
sintéticamente los extremos apelados y los fundamentos que la
sustentan; seguido del abogado de la parte contraria. Sobre la base de
estas exposiciones, el Colegiado Superior (o el Tribunal Unipersonal,
dependiendo de si la pretensión no supera las 70 URP), está habilitado
para formular preguntas a las partes y abogados; asimismo,
dependiendo de la existencia de apelaciones en contra de autos
dictados en el proceso, se encuentra facultado para formular las
preguntas correspondientes a las partes procesales.
iii) La emisión del fallo es la parte más novedosa, y que es repetida a lo
largo de las distintas etapas del proceso (primera instancia, segunda
instancia y casación). En efecto, la NLPT dispone la obligatoriedad del
Tribunal Superior de dictar sentencia inmediatamente, o luego de 60
minutos de culminada la audiencia de vista, expresando no solo el
sentido de la resolución (fallo) sino también lacónicamente las razones
que lo sustentan. Se prevé asimismo, la posibilidad —dependiendo de la
complejidad del caso— que se difiera la sentencia dentro de los 5 días
siguientes hábiles.
iv) La notificación de la sentencia emitida en segunda instancia, constituye
otro de los elementos innovadores introducidos con la NLPT. Así,
concluida la audiencia de vista, el colegiado comunica a las partes para
que comparezcan, dentro del quinto día hábil siguiente, al despacho
(que en la práctica es la Relatoría o Secretaría de las Salas Laborales),
a fin de que les sea notificada la sentencia de vista. En caso las partes
no concurran a la audiencia de vista, ello no impide que sea notificada a
las partes la sentencia emitida dentro del mismo plazo de 5 días hábiles
de realizada esta. A partir del siguiente día de este quinto día, comienza
a correr el plazo de 10 días para la presentación del recurso casatorio.

99
11.2. Casación
El recurso de casación es aquel recurso extraordinario mediante el cual los
justiciables acuden al órgano jurisdiccional máximo (Corte Suprema), a fin de que
esta se pronuncie sobre la aplicación del derecho objetivo al caso en concreto, y
falle según corresponda, declarando la nulidad o revocatoria del sentido de la
sentencia objeto del recurso.

En el marco de lo dispuesto en la NLPT, se introduce serias modificaciones a la


concepción que, hasta entonces, venía desarrollando el recurso de casación
regulado por la Ley 26636; entre las que se anotan, la apertura en la formulación
de las causales, el fortalecimiento del respeto por los precedentes vinculantes
emitidos por la Corte Suprema y Tribunal Constitucional, el trámite que ahora
sigue el recurso y la necesidad de que se emita el fallo al culminar la audiencia de
vista, la no suspensión del fallo emitido en las instancias de mérito una vez
interpuesto el recurso casatorio, etcétera. Por lo que en este apartado
analizaremos cada una de las innovaciones.

- Fines

Si bien es cierto la Nueva Ley Procesal de Trabajo, Ley 29497 no establece los
fines del recurso de casación como lo hizo la anterior Ley 26636, y como lo
efectúa el Código Procesal Civil, modificado por la Ley 29364, es aceptado a nivel
doctrinario y jurisprudencial que en materia casatoria, los fines clásicos de la
casación son la defensa del derecho objetivo, la unificación de la jurisprudencia
nacional por la Corte Suprema de la República, y la búsqueda de la justicia para el
caso en concreto.

- Causales
Artículo 34.- Causales del recurso de casación
El recurso de casación se sustenta en la infracción normativa que incida
directamente sobre la decisión contenida en la resolución impugnada o en
el apartamiento de los precedentes vinculantes dictados por el Tribunal
Constitucional o la Corte Suprema de Justicia de la República.

A diferencia de la regulación establecida en la antigua Ley Procesal del Trabajo,


en la que se exigía que el recurrente encuadre —obligatoriamente—, su recurso
casatoria en las causales de aplicación indebida, interpretación errónea o
inaplicación de normas de derecho material y/o señale la contradicción con otras
resoluciones expedidas por la Corte Suprema o Cortes Superiores en casos
objetivamente similares; ahora, con la NLPT, se apertura las causales por las
cuales se permite la interposición del recurso casatorio y se regula —además— la
posibilidad de interponer este recurso extraordinario por apartamiento no solo de
los precedentes vinculantes de la Corte Suprema (expresamente regulados
también en el artículo 40 de la NLPT), sino también de aquellos con la misma
calidad emitidos por el Tribunal Constitucional. A continuación desarrollaremos
cada uno de ellos.

100
a. Infracción normativa:
Respecto a la causal de infracción normativa, esta suerte de ampliación en las
causales procedentes de invocación en el recurso de casación laboral, tiene como
antecedente directo la modificatoria que fuera introducida por Ley 29364, al
capítulo de Casación en el Código Procesal Civil; y que, al igual que esta, ahora
permite expresamente denunciar tanto vicios materiales como procesales.

En efecto, ahora con este nuevo modelo de la casación laboral, las partes
recurrentes pueden eventualmente —con la finalidad de dar mayor precisión al
recurso casatorio presentado— ajustar su denuncia a los supuestos que fueran
previstos con anterioridad en la Ley 26636, esto es: a) la aplicación indebida de la
norma, señalando el error incurrido por el juez, con precisión expresa de la norma
que se aplicó indebidamente, y de la que corresponde; b) La interpretación
errónea de la norma, desarrollando esta denuncia, con la precisión de la norma
interpretada erróneamente en sede de instancia, cual sería la correcta
interpretación, y como ello ha incidido en la decisión jurisdiccional cuestionada; c)
La inaplicación de la norma, argumentándose como la norma ha dejado de
aplicarse, asimismo las razones de la aplicación de dicha norma al caso en
concreto; ajustándose todas estas exigencias a la formalidad que destaca al
recurso casatorio, reiterado en la jurisprudencia de la Corte Suprema respecto a la
imposibilidad de reexaminar hechos o pruebas en sede casatoria.

Pero aún cuando se infiera —anticipadamente— que esta apertura en consignar la


causa del recurso de casación pudiese originar un incremento en la carga
procesal, lo cierto es que dicha conclusión queda descartada, confirmándose así
la excepcionalidad del recurso casatorio. Fundamentalmente porque el recurrente
no solo deberá consignar la norma sustantiva o procesal que alega se ha infringido
en los pronunciamientos de mérito, sino que también, tiene como obligación el de
demostrar que esta ha incidido “directamente sobre la decisión contenida en la
resolución impugnada”.

b. Precedentes vinculantes dictados por el Tribunal Constitucional o la


Corte Suprema de Justicia de la República.
El respeto al precedente vinculante cumple funciones esenciales en un Estado
Social y Democrático de Derecho. La fuerza vinculante de la jurisprudencia tiene
su fundamento en el resguardo del derecho fundamental a la igualdad de la
persona en la aplicación de la ley así como del principio de la seguridad jurídica,
por lo que las autoridades judiciales no pueden otorgar diferentes consecuencias
jurídicas a dos o más situaciones de hecho análogos, sin que exista justificación
razonable para el cambio de criterio154.

Con relación a la causal de apartamiento de los precedentes vinculantes dictados


por la Corte Suprema de Justicia de la República, esta se funda en el principio
constitucional del stare decisis, propio del sistema norteamericano que implica una

154
Rivera Santiváñez, José Antonio (2007). «La jurisprudencia constitucional y su fuerza vinculante». En Carpio Marcos,
Édgar y Pedro Grández Castro (coordinadores). Estudios al precedente constitucional. Lima: Palestra, pp. 163-164.

101
vinculación obligatoria para los Magistrados del Poder Judicial, respecto de las
decisiones adoptadas por la Corte Suprema.

En el Perú, los órganos jurisdiccionales se encuentran vinculados a los


precedentes expedidos por la Corte Suprema de la República y el Tribunal
Constitucional, en nuestro caso, el artículo 22 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial prescribe: “Las Salas Especializadas de la Corte Suprema de Justicia de
la República ordenan la publicación trimestral en el Diario Oficial "El Peruano" de
las Ejecutorias que fijan principios jurisprudenciales que han de ser de obligatorio
cumplimiento, en todas las instancias judiciales. Estos principios deben ser
invocados por los Magistrados de todas las instancias judiciales, cualquiera que
sea su especialidad, como precedente de obligatorio cumplimiento. En caso que
por excepción decidan apartarse de dicho criterio, están obligados a motivar”.

Sobre el precedente expedido por el Tribunal Constitucional, este resulta


vinculante para todos los órganos jurisdiccionales, en los términos en los que
precisa el Código Procesal Constitucional, distinto de la jurisprudencia que emite
dicho Tribunal. Cabe precisar, que la incorporación de esta causal se funda en la
necesidad de reforzar la unificación y sistematización de la jurisprudencia, así
como la seguridad jurídica referida en esta resolución, por cuanto las resoluciones
expedidas por el Tribunal Constitucional constituyen fuente de derecho y vinculan
a todos los poderes del Estado. Asimismo, conforme lo establece el artículo VI del
Título Preliminar del Código Procesal Constitucional y la Primera Disposición Final
de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, Ley 28301, los Jueces y Tribunales
interpretan y aplican las leyes y reglamentos conforme a las disposiciones de la
Constitución y a la interpretación que de ellas realice el Tribunal Constitucional a
través de su jurisprudencia en todo tipo de procesos.

La jurisprudencia constituye, por tanto, la doctrina que desarrolla el Tribunal en los


distintos ámbitos del derecho, a consecuencia de su labor frente a cada caso que
va resolviendo. En ese sentido ha precisado el Tribunal Constitucional que a
través del precedente constitucional, se ejerce un poder normativo general,
extrayendo una norma a partir de un caso concreto155, lo cual coincide tanto con
los fines del recurso casatorio como son las obligaciones de esta Sala Suprema.

- Requisitos de admisibilidad

Artículo 35.- Requisitos de admisibilidad del recurso de casación


El recurso de casación se interpone:
1. Contra las sentencias y autos expedidos por las salas superiores que,
como órganos de segundo grado, ponen fin al proceso. En el caso de
sentencias el monto total reconocido en ella debe superar las cien (100)
Unidades de Referencia Procesal (URP). No procede el recurso contra las
resoluciones que ordenan a la instancia inferior emitir un nuevo
pronunciamiento.
2. Ante el órgano jurisdiccional que emitió la resolución impugnada. La

155
Sentencia del Tribunal Constitucional 3741-2004-AA, f. j. 43 (expedida el 14 de noviembre del 2005).

102
sala superior debe remitir el expediente a la Sala Suprema, sin más
trámite, dentro del plazo de tres (3) días hábiles.
3. Dentro del plazo de diez (10) días hábiles siguientes de notificada la
resolución que se impugna.
4. Adjuntando el recibo de la tasa respectiva. Si el recurso no cumple con
este requisito, la Sala Suprema concede al impugnante un plazo de tres
(3) días hábiles para subsanarlo. Vencido el plazo sin que se produzca la
subsanación, se rechaza el recurso.

En cuanto a los requisitos de admisibilidad del recurso de casación, el artículo 35


de la Ley 29497 contempla los siguientes:

a. Objeto del recurso


Aquí encontramos la primera diferencia. En efecto, la Ley 26636 no permitía la
interposición de recursos casatorios en contra de autos emitidos en segunda
instancia; razón por la que estos recursos eran declarados improcedentes. Sin
embargo, ahora con la nueva regulación, la NLPT permite interponer el recurso
contra las sentencias y los autos expedidos por las Salas Superiores que, como
órganos de segundo grado, ponen fin al proceso; precisándose que no procede el
recurso contra las resoluciones que ordenan a la instancia inferior emitir un nuevo
pronunciamiento.

Este cambio sustancial en las resoluciones objeto del recurso responde, sin duda
alguna, a la inclinación protectora del Derecho del Trabajo, el que actúa tanto en la
relación laboral como fuera de ella. Existiendo la posibilidad de que vulneración a
los derechos de los trabajadores no solo se de con la emisión de una sentencia,
sino que también con la de un auto que pone fin al proceso. Piénsese, por
ejemplo, en los autos que declaran la caducidad de un derecho computando en
días naturales, cuando es criterio a nivel jurisprudencial hacerlo en días hábiles.

b. Cuantía:
Debe tenerse en cuenta que es requisito de admisibilidad, el que la sentencia
reconozca pretensiones cuya cuantificación debe superar las cien Unidades de
Referencia Procesal (100 URP). De ello se desprende que cuando el empleador o
el demandante interponen recurso de casación necesariamente el monto fijado en
la sentencia de vista debe superar dichas cien Unidades de Referencia Procesal
(100 URP) para que el recurso sea admitido.

Para mayor precisión, cuando el recurso de casación sea interpuesto por el


demandante será admisible si el monto fijado en la sentencia supera las cien
Unidades de Referencia Procesal (100 URP); y, si el monto es inferior debe ser
rechazado.

Sin embargo, cuando la sentencia apelada desestima íntegramente la demanda,


tratándose de obligaciones de dar suma de dinero debe tenerse presente el monto
del petitorio señalado en la demanda que debe ser superior a cien Unidades de
Referencia Procesal (100 URP) para que el recurso de casación sea admitido,
conforme a la interpretación sistemática del artículo 35, numeral 1 de la Ley
103
29497, y artículos I, III y IV del Título Preliminar de dicha Ley, en atención a los
principios de igualdad y razonabilidad que privilegian los derechos fundamentales
a la tutela procesal efectiva y al debido proceso, más aún en un proceso laboral
que establece principios y garantías de protección laboral; y, cuando se trate de
demandas con pretensiones inapreciables en dinero no se requiere el requisito de
admisibilidad precedente, igual ocurre cuando existe una pretensión cuantificable y
otra inapreciable en dinero.

c. Órgano ante el cual debe interponerse el recurso


Se debe interponer el recurso de casación ante el órgano jurisdiccional que emitió
la resolución impugnada; la Sala Superior debe limitarse a remitir el expediente a
la sala suprema sin más trámite dentro del plazo de tres días hábiles,
conjuntamente con el soporte electrónico que contiene el registro de la audiencia
en audio y video, así como constancia de la formación del cuaderno de ejecución
correspondiente, de ser el caso.

Precísese que la antigua Ley Procesal del Trabajo no contemplaba un plazo para
la remisión del expediente con el respectivo recurso casatorio (ya calificado); por
lo que consideramos loable el que la NLPT disponga plazos perentorios —se
entiende, bajo responsabilidad funcional y administrativa del responsable—, a
efectos de contribuir con la prosecución de un proceso célere.

d. Plazo
El recurso de casación se presenta dentro del plazo de diez (10) días hábiles
siguientes de notificada la resolución que se impugna.

e. Pago de tasa judicial:


La norma indica la obligatoriedad de adjuntarse el recibo de la tasa respectiva. Si
el recurso no cumple con este requisito, la Sala Suprema concede al impugnante
un plazo de tres (3) días hábiles para subsanarlo. Vencido el plazo sin que se
produzca la subsanación, se rechaza el recurso. He aquí la novedad.

El empleador debe pagar siempre la tasa judicial salvo que se trate del Estado, por
estar exonerado del pago de gastos judiciales, conforme a lo prescrito en el
artículo 47 de la Constitución; y en el caso de los demás empleadores, estos se
encuentran obligados a presentar en todos los casos la tasa judicial.

A diferencia de lo que ocurría con la Ley 26636 que exoneraba de la presentación


de la tasa judicial al trabajador para todos los supuestos; la NLPT prevé para el
caso de los prestadores de servicios (trabajadores), que no pagarán dicha tasa
siempre que la demanda contenga entre sus pretensiones una no apreciable en
dinero.

Asimismo, de conformidad con el artículo III del título preliminar de la NLPT, los
trabajadores solo pagan tasa judicial en aquellos procesos cuantificables en dinero
que superen las setenta unidades de referencia procesal, concordante con la
Undécima Disposición Complementaria de dicha Ley; y concordado con la
104
Resolución Administrativa 093-2010-CE-PJ, de fecha quince de marzo de dos mil
diez, cuando la pretensión supere las setenta unidades de referencia procesal, el
trabajador pagará el cincuenta por ciento de la tasa judicial correspondiente.

- Requisitos de procedencia

Artículo 36.- Requisitos de procedencia del recurso de casación


Son requisitos de procedencia del recurso de casación:
1. Que el recurrente no hubiera consentido previamente la resolución
adversa de primera instancia, cuando esta fuere confirmada por la
resolución objeto del recurso.
2. Describir con claridad y precisión la infracción normativa o el
apartamiento de los precedentes vinculantes.
3. Demostrar la incidencia directa de la infracción normativa sobre la
decisión impugnada.
4. Indicar si el pedido casatorio es anulatorio o revocatorio. Si fuese
anulatorio, se precisa si es total o parcial, y si es este último, se indica
hasta dónde debe alcanzar la nulidad. Si fuera revocatorio, se precisa en
qué debe consistir la actuación de la sala. Si el recurso contuviera ambos
pedidos, debe entenderse el anulatorio como principal y el revocatorio
como subordinado.

Sobre los requisitos de procedencia del recurso de casación, la NLPT efectúa una
diferenciación entre lo que antes se consideraba como requisitos de admisibilidad
(artículo 57 inciso e) de la Ley 26636), para ahora, encuadrarlo correctamente
como requisitos de admisibilidad. Entre estos tenemos:

i) Que el recurrente no hubiera consentido previamente la


resolución adversa de primera instancia, cuando esta fuera confirmada por
la resolución objeto del recurso. Esta exigencia tiene su fundamento en que
la parte que interpone el recurso extraordinario de casación, no tendría
agravio al haber aceptado el fallo que, luego, pretende cuestionar a través
del recurso casatorio.

ii) El segundo y tercer requisito de procedencia encuentra


directo sustento en la causal que es plausible de denunciar mediante la
interposición del recurso de casación. Como dijimos, será necesario que no
solo se describa con claridad y precisión la infracción normativa, o en su
defecto el apartamiento de los precedentes vinculantes; sino que también
se deberá demostrar, en otras palabras acreditar, que esta incide
directamente en la decisión impugnada.

iii) Asimismo, dependiendo de la causal base del sustento


del recurso de casatorio, se deberá indicar si el pedido es anulatorio o
revocatorio. Sobre esto anótese que los pedidos anulatorios, consecuencia
directa de la fundabilidad del recurso de casación, tiene directa relación con
la denuncia de infracción normativa de normas procesales y/o
constitucionales que sustenten el debido proceso en sus distintas
manifestaciones (motivación, prueba, competencia, entre otros); mientras
105
que, aquellos que están orientados a la revocatoria del fallo impugnado, en
la mayoría de casos, están sustentados en denuncias de infracción de
normas de índole sustantiva, especificándose en muchos casos si esta
infracción consiste en interpretación errónea, aplicación indebida o
inaplicación de estas.

Asimismo, la NLPT dispone que si el pedido es anulatorio deberá


precisarse si es total o parcial, y si es este último, hasta donde debe
alcanzar la nulidad. Por el contrario, si el pedido es revocatorio debe
indicarse en qué debe consistir la actuación de la Sala. Sobre este último
aspecto, conviene anotar que el pedido revocatorio en caso ser amparado
permite a la Sala Suprema pronunciarse sobre el fondo de la litis,
resolviendo el pedido del recurrente, sea a su favor (declarando fundado el
recurso planteado), o en contra (infundado).

Finalmente se añade que si se formulasen ambos pedidos se entenderá al


anulatorio como principal y al revocatorio como subordinado. Como se
aprecia, se sigue la misma lógica que cuando se plantea una acumulación
de pretensiones.

- Trámite

Artículo 37.- Trámite del recurso de casación


Recibido el recurso de casación, la Sala Suprema procede a examinar el
cumplimiento de los requisitos previstos en los artículos 35 y 36 y
resuelve declarando inadmisible, procedente o improcedente el recurso,
según sea el caso.
Declarado procedente el recurso, la Sala Suprema fija fecha para la vista
de la causa.
Las partes pueden solicitar informe oral dentro de los tres (3) días hábiles
siguientes a la notificación de la resolución que fija fecha para vista de la
causa.
Concluida la exposición oral, la Sala Suprema resuelve el recurso
inmediatamente o luego de sesenta (60) minutos, expresando el fallo.
Excepcionalmente, se resuelve dentro de los cinco (5) días hábiles
siguientes. En ambos casos, al finalizar la vista de la causa se señala día
y hora para que las partes comparezcan ante el despacho para la
notificación de la resolución, bajo responsabilidad. La citación debe
realizarse dentro de los cinco (5) días hábiles siguientes de celebrada la
vista de la causa.
Si no se hubiese solicitado informe oral o habiéndolo hecho no se
concurre a la vista de la causa, la Sala Suprema, sin necesidad de
citación, notifica la sentencia al quinto día hábil siguiente en su despacho.

Este es quizá el cambio sustancial-procesal más importante que ha experimentado


el recurso de casación en el proceso laboral. En efecto, hasta antes de la
promulgación y vigencia de la NLPT, eran las salas superiores quienes calificaban
el cumplimiento de los requisitos de admisibilidad de los recursos y los remitían a
la Corte Suprema (la norma anterior no indicaba el plazo máximo para la elevación
de los actuados).
106
Ahora, con la NLPT, no solo se establecen plazos perentorios a efectos de que la
Sala Superior remita el expediente principal y el recurso casatorio planteado (3
días); sino que también dispone, que sea la Corte Suprema a través de la Sala de
Derecho Constitucional y Social Permanente, quien es la que conoce de estos
recursos en el marco de la NLPT, la que proceda a verificar el cumplimiento de los
requisitos de admisibilidad y procedencia previstos en el artículo 35 y 36 antes
analizado.

Así, de no cumplirse estos, puede declararse su inadmisibilidad (u otorgarse el


plazo de 3 días para subsanar el yerro en la presentación de la tasa), la
improcedencia de este (cuando los argumentos se basan en una revaloración de
hechos y/o pruebas, o cuando no se precisa la infracción normativa o cuáles
serían los precedentes vinculantes cuyo apartamiento se denuncia); o, en la
procedencia del recurso casatorio, una vez cumplidas las exigencias procesales.

Es en este último supuesto que, una vez declarada la procedencia del recurso de
casación, se procede a señalar día y hora para la audiencia de vista de la causa.
Precísese que, aunque la norma procesal no indique el plazo máximo para
efectuar esta diligencia, lo cierto es que atendiendo a los principios de celeridad y
economía procesal, el señalamiento de fecha de vista de causa en Sala Suprema
debe ser la más próxima al auto calificatorio con que se declaró procedente el
recurso de casación.

En este ínterin, las partes pueden solicitar el uso de la palabra en audiencia de


vista dentro de los 3 días hábiles siguientes a la notificación de la resolución con la
que se les comunica la fecha de vista de causa. En la experiencia como
Presidente de la Sala de Derecho Constitucional y Social Permanente de la Corte
Suprema de la República, los justiciables solicitan el uso de la palabra mucho
antes de que les sea notificada la procedencia del recurso, esto es, con el escrito
de apersonamiento presentado con el que además señalan domicilio procesal. En
este supuesto, observando siempre los principios que inspiran este nuevo modelo
proceso, se provee el escrito indicando que se otorga el uso de la palabra
“siempre que” el recurso casatorio planteado sea declarado procedente.

Otra de las innovaciones es que, en este nuevo modelo procesal eminentemente


oral, también se le establece el deber al Colegiado Supremo de emitir el fallo
inmediatamente después, o luego de 60 minutos, de concluida la exposición oral
de las partes en audiencia de vista de causa. Otorgándoles la posibilidad, y solo
de modo excepcional, que difieran este dentro de los 5 días hábiles siguientes.

En ambos casos, al finalizar la audiencia de vista, se comunica a las partes el día


y hora para que las partes comparezcan, dentro de los cinco días hábiles
siguientes de celebrada dicha audiencia, ante la secretaría de la Sala Suprema
para que se les notifique con la resolución casatoria emitida.

107
La norma también prevé que en el caso de que no se hubiese solicitado informe o,
aun se haya hecho, no se concurra a la vista de causa, la Sala Suprema sin
necesidad de citación, notifique al quinto día hábil siguiente la sentencia casatoria.

- Efectos

Artículo 38.- Efecto del recurso de casación


La interposición del recurso de casación no suspende la ejecución de las
sentencias. Excepcionalmente, solo cuando se trate de obligaciones de
dar suma de dinero, a pedido de parte y previo depósito a nombre del
juzgado de origen o carta fianza renovable por el importe total reconocido,
el juez de la demanda suspende la ejecución en resolución fundamentada
e inimpugnable.
El importe total reconocido incluye el capital, los intereses del capital a la
fecha de interposición del recurso, los costos y costas, así como los
intereses estimados que, por dichos conceptos, se devenguen hasta
dentro de un (1) año de interpuesto el recurso. La liquidación del importe
total reconocido es efectuada por un perito contable.
En caso de que el demandante tuviese trabada a su favor una medida
cautelar, debe notificársele a fin de que, en el plazo de cinco (5) días
hábiles, elija entre conservar la medida cautelar trabada o sustituirla por el
depósito o la carta fianza ofrecidos. Si el demandante no señala su
elección en el plazo concedido, se entiende que sustituye la medida
cautelar por el depósito o la carta fianza. En cualquiera de estos casos, el
juez de la demanda dispone la suspensión de la ejecución.

He aquí otra de las novedades introducidas en materia de casación. Con la


antigua regulación, la interposición del recurso casatorio suspendía la ejecución de
la sentencia, con lo que en muchos casos, esta consecuencia jurídica originaba un
actuar malicioso de los empleadores quienes veían dilatar el cumplimiento de lo
ordenado en las instancias de mérito, planteando recursos que no cumplían con
los requisitos de procedencia previstos.

Sin embargo, la NLPT dispone expresamente que la interposición del recurso de


casación no suspende la ejecución de las sentencia. Ello implica que, esta se
ejecuta en sus propios términos, a la espera del fallo casatorio que, conforme
veremos más adelante con la estadística consignada en los anexos del presente
libro, son en su mayoría declaratorias de improcedencia de recursos o fallos en los
que se declaran infundados.

Ahora bien, la norma también prevé la posibilidad —excepcional— de que, cuando


se trate de obligaciones de dar suma de dinero, la parte recurrente puede solicitar
al juzgado la suspensión de la ejecución de la sentencia; para ello, se requiere que
este efectúe un depósito previo a nombre del juzgado de origen (que es el que
tramitó el proceso) o que otorgue carta fianza renovable por el importe reconocido.
Cumplidos estos requisitos, el juez decidirá si se dispone la suspensión de la
sentencia, cumpliendo para tal efecto, con el deber de motivación exigido
constitucionalmente. Esta decisión es inimpugnable; pudiendo ocurrir, que aún
cuando se cumpla con estos requisitos el juez de la causa no falle disponiendo la
suspensión de la ejecución de la sentencia, consideramos por ejemplo, en
108
aquellos procesos en los que la demandada ha mostrado una notoria conducta de
obstrucción a la labor jurisdiccional y/o ha adoptado conductas temerarias en el
cumplimiento de lo ordenado en la actuación probatoria.

El monto depositado a nombre del juzgado o la carta fianza otorgada, debe


comprender no solo el monto reconocido (capital), sino también los intereses del
capital a la fecha de interposición del recurso, las costas y costos, así como los
intereses estimados que, por dichos conceptos, se devenguen hasta dentro de un
año de interpuesto el recurso. Este último plazo en función al tiempo de demora en
la tramitación del recurso en sede casatoria. En tal virtud y considerando la
necesidad de contar con un monto aproximado con la deuda potencial a cargo del
recurrente, la NLPT dispone que el juez del proceso cuente con el auxilio de un
perito contable quien es el responsable de evacuar un informe con los datos
precisos y la forma de cálculo que sustenta el monto ordenado depositar a nombre
del juzgado o consignado en la carta fianza.

Otra innovación que aporta la NLPT es la posibilidad que posee el trabajador que
tiene trabada a su favor una medida cautelar para decidir, en caso la contraparte
(empleador) interponga recurso de casación, en continuar con conservar la
medida cautelar trabada o sustituirla por el depósito judicial o carta fianza
ofrecidos. Para ello se le otorga un plazo de 5 días hábiles —se entiende— se
presentado el escrito conteniendo el recurso casatorio.

Este plazo es perentorio. Esto es así porque en aras de agilizar la tramitación del
proceso laboral la NLPT ha dispuesto, conforme anotáramos al analizar el artículo
35 inciso 2, que la Sala Superior una vez presentado el recurso y sin más trámite
proceda a remitir el expediente a la Sala Suprema dentro del plazo de 3 días
hábiles.

En este horizonte, si el demandante no señala su elección en el plazo concedido,


se entiende que este opta por sustituir la medida cautelar por el depósito o la carta
fianza. En ambos casos, el juez de la demanda dispone la suspensión de la
ejecución.

Consideramos oportuno señalar que si bien esta especie de consecuencia jurídica


que se produce del consentimiento “tácito” del demandante podría generar
opiniones que afirmen la vulneración del derecho a hacer efectivo el cobro de lo
adeudado por concepto de beneficios sociales; lo cierto es que ello no ocurre,
fundamentalmente, porque se cautela el derecho reconocido no solo en su capital
sino en sus intereses a la fecha de presentación del recurso y hasta un año
después; además de los otros conceptos originados como consecuencia del
proceso (costas y costos). En tal sentido, el adeudo estará siempre garantizado.

109
- Consecuencias del recurso de casación declarado fundado

Artículo 39.- Consecuencias del recurso de casación declarado


fundado
Si el recurso de casación es declarado fundado, la Sala Suprema casa la
resolución recurrida y resuelve el conflicto sin devolver el proceso a la
instancia inferior. El pronunciamiento se limita al ámbito del derecho
conculcado y no abarca, si los hubiere, los aspectos de cuantía
económica, los cuales deben ser liquidados por el juzgado de origen.
En caso de que la infracción normativa estuviera referida a algún
elemento de la tutela jurisdiccional o el debido proceso, la Sala Suprema
dispone la nulidad de la misma [sic] y, en ese caso, ordena que la sala
laboral emita un nuevo fallo, de acuerdo a los criterios previstos en la
resolución casatoria; o declara nulo todo lo actuado hasta la etapa en que
la infracción se cometió.

La NLPT recoge dos distintas orientaciones del fallo casatorio. El primero de ellos
conocido como iudicium rescissorium y, el otro como iudicium rescindens.
En el primer supuesto, la Sala de casación al declarar fundado el recurso, “casa”
(anula) la resolución cuestionada y procede a procede a resolver el conflicto sin
devolver el proceso a la instancia inferir; en otras palabras, se sustituye la
resolución casada por otra que también resuelva sobre el fondo. Asimismo,
conviene precisar que este pronunciamiento se encuentra restringido al ámbito del
derecho conculcado y no abarca, como es expreso, la cuantía económica.

Ello es así porque la Corte Casatoria aún cuando actúe en estos supuestos como
“sede de instancia” no se encuentra facultada para liquidar los derechos
amparados, en razón a que para hacer esta operación lógico-matemático, se
requiere la actuación de prueba, como lo sería, por ejemplo: el de la presentación
de las planillas con las que se aprecia la estructura remunerativa del trabajo.
Recuérdese que en sede casatoria no se actúa prueba.

Ahora bien, en el segundo supuesto la misma Sala Suprema es quien al amparar


el recurso casatorio por infracción de norma procesal, se entiende relacionada con
el debido proceso o la tutela jurisdiccional efectiva, anula la sentencia de vista
disponiendo la remisión del expediente a las instancias de mérito a fin de que
sean estas las que resuelven nuevamente sobre el conflicto judicializado. Para tal
efecto, será necesario que se tomen en consideración los lineamientos expuestos
en sede casatoria, los que sin afectar la independencia judicial, constituyen
lineamientos importantes que orientan la labor jurisdiccional.

De otro lado, existe la posibilidad de que al amparar el recurso casatoria por


infracción de la norma procesal, se disponga no solo la nulidad de las sentencia
objeto del recurso sino también la nulidad de los actuados hasta la etapa en la
que la infracción se cometió. Aquí cobran especial importancia los principios que
rigen la nulidad procesal como el Principio de conservación, trascendencia o
convalidación a fin de que la nulidad de ciertos actos procesales no conlleve a la
dilación innecesaria del proceso.
110
- Precedente vinculante

Artículo 40.- Precedente vinculante de la Corte Suprema de Justicia


de la República
La Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la
República que conozca del recurso de casación puede convocar al pleno
de los jueces supremos que conformen otras salas en materia
constitucional y social, si las hubiere, a efectos de emitir sentencia que
constituya o varíe un precedente judicial.
La decisión que se tome en mayoría absoluta de los asistentes al pleno
casatorio constituye precedente judicial y vincula a los órganos
jurisdiccionales de la República, hasta que sea modificada por otro
precedente.
Los abogados pueden informar oralmente en la vista de la causa, ante el
pleno casatorio.

Encontramos antecedentes del precedente vinculante en la disposición contenida


en el artículo 22 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial,
aprobada por Decreto Supremo 017-93-JUS, que precisa que se deben de
publicar en el diario oficial todas las ejecutorias que fijen principios
jurisprudenciales y que han de ser de obligatorio cumplimiento en todas las
instancias judiciales, contemplando la posibilidad que las instancias de mérito se
puedan apartar de ellas, excepcionalmente, siempre y cuando motiven
debidamente sus decisiones en ese sentido señalando el precedente que dejan de
lado.

Asimismo, encontramos regulación sobre este mismo tema en el Texto Único


Ordenado de la Ley que regula el Proceso Contencioso Administrativo, aprobado
por Decreto Supremo 013-2008-JUS, en cuyo artículo 37 se señala claramente
que cuando la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema fije principios
jurisprudenciales, estos constituyen precedentes vinculantes, cuyo apartamiento
requiere de la presencia y circunstancias particulares y la expresa motivación.
De la misma manera, en el artículo 400 del Código Procesal Civil, antecedente de
la causal casatoria laboral, contenida ahora en la Nueva Ley Procesal de Trabajo,
se prescribe que, la decisión que se tome en mayoría absoluta de los asistentes al
Pleno casatorio constituye precedente judicial y vincula a los órganos
jurisdiccionales de la República, hasta que sea modificada por otro pleno
casatorio. Y, si bien no se menciona el apartamiento del precedente judicial, sin
embargo el artículo 386 (modificado por la Ley 29364) agrega lo siguiente: “El
recurso de casación se sustenta en la infracción normativa que incida
directamente sobre la decisión contenida en la resolución impugnada o en el
apartamiento inmotivado de precedente judicial”.

Esta regulación normativa nos indica que el tópico de precedente vinculante ha


estado presente en las distintas ramas del Derecho nacional; sin embargo, es con
la NLPT con que se regula esta figura para el proceso laboral.
111
Así, el artículo 40 de la Nueva Ley Procesal Laboral, sostiene que adquiere la
calidad de precedente la decisión que se tome en mayoría absoluta de los
asistentes al Pleno Casatorio, y vincula a los órganos jurisdiccionales de la
República, hasta que sea modificada por otro precedente.

Sin duda alguna, esta posibilidad que se le otorga a la Sala Suprema que conoce
del recurso casatorio en un caso concreto (y de compleja y distinta forma de
resolución), de convocar a su homóloga a fin de sentar los criterios
jurisprudenciales de observancia obligatoria para la solución de casos análogos
implica no solo un notorio avance por lograr la predictibilidad en la resoluciones
judiciales; sino también mejora la calidad del servicio de impartición de justicia en
el ámbito del derecho del trabajo y optimiza la atención eficaz y eficiente en los
procesos judiciales, mediante decisiones predecibles en todas sus etapas.

Asimismo, con la emisión de precedentes vinculantes en materia laboral se


propende a mejorar el nivel de confianza de la ciudadanía en el sistema de
administración de justicia, desterrando dudas innecesarias en temas sustantivos o
procesales, generando así seguridad jurídica.

Debido a la necesidad, precisamente de agilizar la justicia laboral y generar


predictibilidad en los fallos jurisprudenciales, se hace necesario una reforma del
artículo 40 de la NLPT a fin de que sea solo la Sala Casatoria que conoce del
recurso de casación con la NLPT la que, en reunión de todos sus integrantes al
conocer la solución de un caso concreto emita un precedente vinculante
señalando las directivas; tal como sucede para el proceso contencioso
administrativo de conformidad con lo establecido en el artículo 37 del TUO de la
Ley del Proceso Contencioso Administrativo.

12. Razonamiento judicial y sentencia laboral

Artículo 31.- Contenido de la sentencia


El juez recoge los fundamentos de hecho y de derecho esenciales para
motivar su decisión. La existencia de hechos admitidos no enerva la
necesidad de fundamentar la sentencia en derecho.
La sentencia se pronuncia sobre todas las articulaciones o medios de
defensa propuestos por las partes y sobre la demanda, en caso de que la
declare fundada total o parcialmente, indicando los derechos reconocidos,
así como las prestaciones que debe cumplir el demandado. Si la
prestación ordenada es de dar una suma de dinero, la misma [sic] debe
estar indicada en monto líquido. El juez puede disponer el pago de sumas
mayores a las demandadas si apareciere error en el cálculo de los
derechos demandados o error en la invocación de las normas aplicables.

Tratándose de pretensiones con pluralidad de demandantes o


demandados, el juez debe pronunciarse expresamente por los derechos y
obligaciones concretos que corresponda a cada uno de ellos.
El pago de los intereses legales y la condena en costos y costas no

112
requieren ser demandados. Su cuantía o modo de liquidación es de
expreso pronunciamiento en la sentencia.

12.1. Contenido de la sentencia


El derecho al debido proceso, establecido en el artículo 139 inciso 3 de la
Constitución Política del Estado, comprende, entre otros derechos, el de obtener
una resolución fundada en derecho de los jueces y tribunales, y exige que las
sentencias expliquen en forma suficiente las razones de sus fallos, esto es, en
concordancia con el artículo 139 inciso 5 de la Carta Magna, que se encuentren
suficientemente motivadas con la mención expresa de los elementos fácticos y
jurídicos que sustentan las decisiones, lo que viene preceptuado además en los
artículos 122 inciso 3 del Código Procesal Civil y 12 del Texto Único Ordenado de
la Ley Orgánica del Poder Judicial y en diversos instrumentos internacionales,
entre ellos, el artículo 8 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y el
artículo 2 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos y los artículos
1 y 8 numeral 1 de la Convención Americana de Derechos Humanos.

Además, la exigencia de la motivación suficiente constituye también una garantía


para el justiciable, mediante la cual, se puede comprobar que la solución del caso
en concreto viene dada por una valoración racional de los elementos fácticos y
jurídicos relacionados con el caso y no de una arbitrariedad por parte del juez, por
lo que una resolución que carezca de motivación suficiente no solo vulnera las
normas legales citadas, sino también los principios constitucionales consagrados
en los incisos 3 y 5 del artículo 139 de la Constitución Política del Estado.

En este sentido, el deber de debida motivación, conforme lo ha señalado el


Tribunal Constitucional peruano en el fundamento jurídico número cuatro de la
Sentencia del Tribunal Constitucional 00966-2007-AA/TC “no garantiza una
determinada extensión de la motivación, por lo que su contenido se respeta
siempre que exista una fundamentación jurídica, congruencia entre lo pedido y lo
resuelto y, por sí misma, exprese una suficiente justificación de la decisión
adoptada, aun si esta es breve o concisa, o se presenta el supuesto de motivación
por remisión. Tampoco garantiza que, de manera pormenorizada, todas las
alegaciones que las partes puedan formular dentro del proceso sean objeto de
pronunciamiento expreso y detallado. (…) En suma, garantiza que el razonamiento
guarde relación y sea proporcionado con el problema que al juez (…) corresponde
resolver”. Y en el Expediente 0728-2008-PHC-TC (Caso Llamoja), de fecha 13 de
octubre de 2008, el Tribunal Constitucional enfatizó en la necesidad de distinguir
dos distintos, pero a la vez complementarios, planos de la argumentación jurídica,
en especial la empleada en las resoluciones judiciales, a saber: “una justificación
interna (corrección lógica) y una justificación externa de la decisión (hechos
probados)”, líneas más adelante el Supremo Interprete de la Constitución señala lo
siguiente:

[S]olo completado este doble ejercicio argumentativo se puede


considerar satisfecho y cumplido el deber de motivación de las
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resoluciones judiciales; se trata sin duda de una hipervaloración
constitucional del derecho-deber consagrado en el artículo 139, 5 de la
Constitución del Estado, según el cual, todo persona tiene derecho, en
el marco de un proceso, a la motivación escrita de las resoluciones
judiciales en todas las instancias.

Teniendo en consideración lo antes expuesto, la NLPT dispone que en la


sentencia el juez recoja los fundamentos de hecho y de derecho esenciales que
motivan su decisión; en tal sentido, se remarca esta obligación al regularse que
aún cuando existan hechos admitidos por las partes, ello no releva de la obligación
de motivación por parte del juez, quien deberá fundamentar la sentencia en
derecho.

En este horizonte, la sentencia debe pronunciarse sobre todas las articulaciones


(entiéndase defensas de fondo) o medios de defensa (excepciones o cuestiones
probatorias), formuladas por las partes. Precisando los derechos reconocidos,
considerando que puede declararse fundada total o parcialmente la demanda, e
indicando las prestaciones que debe cumplir el demandado. Hasta aquí no hay
mayor novedad.

Sin embargo, la norma también dispone que el juez laboral precise, si se trata de
prestaciones de dar sumas de dinero, el monto líquido que le corresponde como
adeudo al trabajador; regulando así en sentido distinto a lo que estaba previsto en
la Ley 26636, la que permitía indicar la forma de cálculo de los derechos
adeudados.

Por otro lado, tratándose de pretensiones con pluralidad de demandantes, la NLPT


dispone que el juez deba pronunciarse expresamente por los derechos y
obligaciones que corresponda a cada uno de ellos. De esa forma se satisfará el
principio de congruencia.

12.2. El principio de congruencia

La motivación de una resolución judicial supone una justificación racional, no


arbitraria, de esta, mediante un razonamiento no abstracto sino concreto. Esta
justificación debe incluir: i) el juicio lógico que ha llevado a seleccionar unos
hechos y una norma; ii) la aplicación razonada de la norma; y, iii) la respuesta a
las pretensiones de las partes y a sus alegaciones relevantes de la decisión. En
este último aspecto es en donde se verifica la observancia al principio de
congruencia, componente del debido proceso, que obliga al juez a ceñirse
estrictamente a los fundamentos fácticos y jurídicos esgrimidos por las partes.

La sentencia en materia laboral tiene sus particularidades como consecuencia de


la vigencia del principio protector y de los demás principios aplicables en materia
laboral, razón por la que se admite el uso de la facultad ultra petita.

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El fallo ultra petita se presenta cuando el juez, tratándose del pago de sumas
líquidas, puede disponer el pago de sumas mayores a las demandadas si
apareciese error en el cálculo de los derechos demandados o error en la
invocación de las normas aplicables. Así lo dispuso la Ley 26636, y en ese mismo
se recoge en la NLPT.

Asimismo, el artículo 31 de la NLPT, permite la condena al pago de intereses


legales y la condena en costos y costas, aún cuando estos no hayan sido
demandados, precisándose que su cuantía o modo de liquidación es de expreso
pronunciamiento en la sentencia. Esta disposición no puede interpretarse en modo
alguno como una previsión que habilite un pronunciamiento extra petita, en tanto
la condena al pago de intereses legales o costas y costos procesales, es la
consecuencia jurídica de los derechos amparados cuya solución ha sido obtenido
a través de un proceso judicial.

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