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se limitó a recoger y citar el material folklórico en sus obras, sino que alcan-
zó las fronteras de ese “folklor imaginario” que surge de la profunda elabo-
ración y de la recreación artística. Villa-Lobos, como el uruguayo Fabini, fue
de los primeros compositores en amalgamar características autóctonas y téc-
nica europea. Villa-Lobos aportó como muestras de auténticas obras de arte
su serie de Choros, obras en un solo movimiento escritas entre 1920 y 1929,
y las Bachianas brasileiras, que combinan procedimientos al estilo Bach con
ritmos y giros melódicos de sabor brasileño, compuestas entre 1930 y 1945,
el periodo de mayor florecimiento y consolidación del nacionalismo latino-
americano.
En Brasil también se inclinaron por crear obras con sello nacionalista
Francisco Mignone (1897-1986) y Mozart Camargo Guarnieri (1907-1993).
Mignone fue un prolífico compositor que cultivó todos los géneros. Después
de estudiar en Italia y de regreso en su país, se interesó en el movimiento
nacionalista impulsado por Mário de Andrade, dando curso a su segunda
época. De este periodo son los ballets Maracatu de Chico Rei (1933), sobre un
tema de Mário de Andrade, Batucajé (1936), Babaloxá (1936), Leilao (1936) y
las cuatro Fantasías Brasileiras para piano y orquesta (1929-1936). Todos se
basan en argumentos afrobrasileños y emplean motivos de música afrobrasi-
leña o temas afines en características rítmicas y contornos melódicos. Los
timbres orquestales son manejados con originalidad, con énfasis en los instru-
mentos populares de percusión típicos del Brasil. Las Fantasías sintetizan me-
jor que ninguna otra música el estilo de Mignone. Son piezas de carácter
rapsódico, con partes pianísticas que recuerdan el sonido cautivante de la
música de compositores populares como Ernesto Nazareth. Mário de Andrade
llegó a considerar la tercera Fantasía, al lado de Babaloxá y Maracatú, como
hitos del nacionalismo brasileño. Festa das Igrejas (1940), que basa parte de
su material en la música folklórica mestiza, alcanzó una enorme proyección
al ser estrenada en 1944 con la orquesta de la National Broadcasting Company
(nbc) bajo la dirección de Arturo Toscanini. Las canciones y las piezas de
piano son algunas de las obras más significativas de Mignone en el periodo de
los treinta y los cuarenta del siglo xx. El lirismo de sus melodías y el lenguaje
fuertemente tonal con ritmos sincopados señala una dependencia de la músi-
ca popular urbana. Una evidencia clara la da Cucumbizinho, por su imitación
del tamborileo del cavaquinho. Dos colecciones de valses, Valsas de esquina
(1938-1943) y Valsas choros (1946-1955) intentan recrear la atmósfera de los
valses populares improvisados de los músicos ambulantes de comienzos del
siglo xx y el espíritu de las modinhas.
EL AUGE DEL NACIONALISMO, 1930-1960 169
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pio grupo conocido como Agrupación Nueva Música (1944). Mientras el Gru-
po Renovación promovía a los neoclásicos (Stravinski, Milhaud, Falla y Co-
pland), la Agrupación Nueva Música se inclinó por los serialistas como
Schoenberg y Webern y los experimentalistas como Varèse, Cowell y, a finales
de los años cuarenta, por Cage y Messiaen.
Juan Carlos Paz se formó en Buenos Aires y París, pero en gran medida
fue autodidacta. La oposición de Paz a los conceptos musicales programáticos,
su promoción militante de la técnica serial de Schoenberg y su consecuente
campaña contra el nacionalismo lo convirtieron en un pionero singular de la
vanguardia latinoamericana. Paz consideraba que los compositores naciona-
listas trabajaban con un material “muerto”, produciendo un retraso en la mú-
sica latinoamericana. Después de componer por un breve lapso en el estilo
neoclásico (1927-1934) se orientó al dodecafonismo, usando el método serial
de manera libre y personal, más próximo al espíritu de Alban Berg que al de
Schoenberg. Sus tempranas obras dodecafónicas llevan títulos como Primera
composición en los 12 tonos, para flauta, corno inglés y chelo (1934); Segunda
composición, para flauta y piano (1935); Diez piezas sobre una serie de los 12
tonos para piano (1935); Passacaglia, para orquesta (1936), y Cuarta composi-
ción en los 12 tonos para violín solo (1938).
La presencia en México de un grupo de músicos españoles inmigrados
por causa de la Guerra Civil trajo cambios en la composición. Si bien es cier-
to que Carlos Chávez había explorado en vertientes no nacionalistas, su figu-
ra estaba marcada por obras como H.P. Sinfonía de baile (1926) y la Sinfonía
india (1936). En 1939 se instaló en México Rodolfo Halffter (1900-1987),
cercano a Manuel de Falla y fundador del Grupo de los Ocho, que hizo del
neoclasicismo su divisa. Llegó con un conjunto de obras ya representativas de
su estilo: la Suite para orquesta (1924-1928), Dos sonatas de El Escorial (1928)
y el ballet Don Lindo de Almería (1935). En el camino a México escribió su
Concierto para violín Op. 11 (1939-40) y, ya afincado en su nueva patria, el
ballet La madrugada del panadero (1940), el Homenaje a Antonio Machado
(1944) y Tres epitafios para coro a capella (1947-1953). Fue de los primeros
compositores en emplear la técnica dodecafónica en sus Tres hojas de álbum
(1953) y sus Tres piezas para orquesta de cuerdas (1954), y, según el propio
Halffter, “las primeras obras dodecafónicas escritas en México”, lo que él con-
sideraba “un hecho histórico”.
En Cuba, otro compositor español cumplió un papel importante en la
introducción de nuevas técnicas y estilos en la música cubana. José Ardévol
(1911-1981) hizo sentir su influencia especialmente después de la muerte de
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tiempo. Bajo la guía de Koellreutter, Guerra Peixe escribió varias obras basa-
das en el serialismo, la primera de las cuales es la Sonatina para flauta y clari-
nete (1944). Pronto comenzó a componer lo que él mismo llamó una “rara
clase de música” que buscaba conciliar el dodecafonismo y el nacionalismo,
buscando crear una expresión nueva y moderna de nacionalismo. Guerra
Peixe logró producir obras originales y bien concebidas, como el Trío para
flauta, clarinete y fagot (1948). Cuando se convenció de que el serialismo era
incompatible con su deseo de expresar elementos nacionales, dio fin a su
participación en el grupo Música Viva. En 1950 se trasladó a Recife, donde
pudo dedicarse al estudio de la música folklórica del norte del Brasil. Fue un
nacionalista tardío, pero el primer compositor en escribir música nacionalista
basada en un extenso conocimiento de la música y las danzas folklóricas,
como se aprecia en su Prelúdios tropicais para piano (1979).