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UNA PARÁBOLA VÉDICA SOBRE LA CONDICIÓN DEL JĪVA EN LA EXISTENCIA

MATERIAL
Había una vez un hombre perdido en el corazón de una jungla cerrada, poblada por
innumerables alimañas y fieras salvajes. De repente se escuchó en toda la selva el rugido
aterrador de un tigre y entonces el hombre comenzó a correr con lo más que le permitían sus
fuerzas.
Al correr desesperado para salvar su vida, cayó en un pozo ciego cubierto de arbustos y
enredaderas. Mientras caía, logró aferrarse a unas raíces de un árbol que sobresalían de la
pared del pozo.
Pensó: «al menos el tigre no puede venir a buscarme acá».
Entonces gracias a la luz de un rayo de sol que se filtraba entre el espeso follaje de la
superficie, vio que el fondo del pozo se encontraba seco y estaba atestado de serpientes. Las
vio moviéndose y levantando las caperuzas, silbando amenazadoramente, y listas para
morderlo.
Ahora se encontraba realmente en apuros, colgando de dos raíces, en la mitad de un pozo, en
el medio de una selva exuberante e interminable.
Abajo una colonia de decenas de serpientes venenosas esperaba para clavarle los colmillos, y
en la parte superior un tigre feroz se relamía las fauces aguardando para devorarlo.
En aquel momento indudablemente el desgraciado hombre estaba sufriendo de una gran
ansiedad. Y entonces vio a dos ratas. A un lado de la raíz a la que estaba aferrado había una
rata negra que se comía la raíz y al otro lado era una rata blanca la que hacía lo mismo.
Ahora sólo se trataba de una cuestión de tiempo. O subía y era devorado por el tigre, o bajaba
y era mordido fatalmente por las serpientes, pero no podía permanecer allí para siempre;
tarde o temprano, las ratas terminarían de roer las raíces y ni siquiera tendría la raíz para
aferrarse.
En esta condición tan lamentable, no sabía qué hacer, pero aún así se consolaba pensando:
«Al menos estoy salvado por unas horas...»
En ese momento, cuando estaba en esta situación tan precaria, oyó un zumbido agradable y
notó un panal en una rama del árbol.
Debido a que el árbol temblaba por la brisa, goteaba un poco de miel, y resultó que estaba
goteando muy cerca de su cara. Aprovechando esta oportunidad de oro, sacó la lengua y una
gota de esa miel llegó a la punta de su lengua.
Se llevó la miel al paladar y comenzó a saborear el sabor, pensando: «¡Uau, qué miel más
dulce! ¡Qué miel más dulce!» Y así sintió algo de felicidad. Incluso en esa situación miserable
decía: «Oh, después de todo la miseria no es tan desagradable. Esta miel realmente está muy
buena.»
Mientras tanto, un amigo suyo acertó a pasar providencialmente por el lugar y vio que este
hombre se había caído, por lo que trajo una cuerda segura, la dejó caer y gritó: «¡Ahora
sujétate firmemente de la cuerda y sal!»
Pero el hombre caído dijo: «¡Oh no, gracias! No quiero la cuerda. Quiero la miel. Por favor,
empuja la rama del árbol para que pueda obtener más miel deliciosa de esa colmena.»
En esta historia hay un significado filosófico muy profundo.
1) La selva —la manifestación cósmica universal como campo kármico a través del cual la
entidad viviente siembra causas y cosecha efectos.
2) El hombre caído en el foso —el Jīva o alma espiritual incrustada en el cuerpo material.
3) El tigre —el Fatum o Destino empujándolo a uno hacia la muerte.
4) Las serpientes —la muerte cruel esperando con venenosos colmillos.
5) La miel —Sentir gratificación en la vida material con diversas personas y situaciones.
6) Las dos ratas —El día y la noche —Kāla, el Tiempo.
7) Las abejas —los familiares, parientes y amigos.
8) La enredadera —el Prāṇa, el aire de vida.
9) El pozo ciego —Saṁsāra-kūpa, el pozo de la existencia material.
10) El rayo de sol —el rayo de Ātmā (el Sol Central Espiritual) que le da vida a la
personalidad. Según la Muṇḍaka Upaniṣad, Ātmā «se halla lejos, muy lejos en la distancia, y,
sin embargo, se encuentra cerca, yacente en la estancia más íntima y recóndita del corazón».
11) El amigo —el Guru que viene a salvarnos.
12) La soga —el Sūtrātmā, el «hilo del espíritu», unido al antaḥkaraṇa o instrumento interno.
Su símbolo exotérico es el cordón brahmínico que recibe el aspirante con la iniciación
espiritual, la cual significa activar el «hilo del alma». «Trepar por la soga» como le insta el
amigo-Guru al hombre hechizado por la miel de Māyā significa aceptar el proceso de Bhakti
Yoga y darle vida a través de la práctica del Santo Nombre.
Moraleja:
Este es el ejemplo de las almas condicionadas en este mundo, aunque resulten inconscientes,
ellas se encuentran en una situación muy peligrosa.
Todos estamos atrapados por el tiempo eterno en este pozo. Atraídos por los placeres
materiales, queremos seguir disfrutando y permanecer dentro del pozo lo más que podamos,
a pesar de que hay tantos problemas. Pero el tiempo finalmente nos atrapa. El tiempo y la
marea no esperan a nadie.
Incluso después de escuchar la importancia de la bhakti al Señor Supremo, pensamos
falsamente: «Déjenme disfrutar ahora y luego tomaré bhakti mañana.»
El maestro espiritual, nuestro mejor amigo, nos da una cuerda de misericordia y conocimiento,
pero nos negamos a tomarla y decidimos quedarnos en este mundo material —pero, ¿quién
sabe lo que nos deparará el mañana?
śvaḥ kāryam adya kurvīta pūrvāhṇe cha āparāhṇikam
na hi pratīkṣate mṛtyuḥ kṛtaṃ vāsya na vā kṛtam
«Los asuntos de mañana deben hacerse hoy y los asuntos de la tarde en la mañana. Ya sea
que una persona lo haya hecho o no, la muerte no esperará.» Mahābhārata 12.169.14
En el verso 4.24.66 del Śrīmad Bhāgavatam, el Señor Śiva le reza a Kṛṣṇa de la siguiente
manera:
pramattam uccair iti kṛtya-cintayā
pravṛddha-lobhaṁ viṣayeṣu lālasam
tvam apramattaḥ sahasābhipadyase
kṣul-lelihāno ’hir ivākhum antakaḥ
«Mi querido Señor, todas las entidades vivientes dentro de este mundo material están
enloquecidas después de planificar las cosas, y siempre están ocupadas con el deseo de
hacer esto o aquello. Esto se debe a la codicia incontrolable. La codicia por el disfrute material
siempre existe en la entidad viviente, pero Su Señoría siempre está alerta y, a su debido
tiempo, la golpea, así como una serpiente agarra un ratón y se lo traga muy fácilmente.»
Hay una oración de Bilvamaṅgala Ṭhākur:
saṁsāra-kūpe pathitothyaghādhe
mohāṇḍa pūrṇe viṣayābhi tapte
karāvalambam mama dehi viṣṇo
govinda dāmodara mādhaveti
«Debido a mis ilimitados pecados, he caído en el pozo oscuro del mundo material, cegado por
la ilusión y quemado por los deseos materiales. Yo levanto mis manos hacia Ti. Por favor,
sálvame, mi querido Señor Viṣṇu, también conocido como Govinda, Dāmodara y Mādhava.»
En el momento en que deseamos salir del pozo y levantamos nuestras manos y gritamos los
nombres del Señor «¡Govinda, Dāmodara, Madhava!», Él extiende misericordiosamente Sus
manos amorosas —«karāvalambam»— y nos lleva de regreso a casa, de vuelta a Dios.
Piṅgalā ha entendido completamente que sólo Kṛṣṇa Paramātmā es el Adhīśhvara, el
Controlador Supremo original, que puede salvar a las entidades vivientes como nosotros que
hemos caído en un pozo ciego de la existencia material. Aparte de Él, nadie más podrá
sacarnos del pozo ciego.
En el verso 11.8.41 Piṅgalā dice:
saṁsāra kūpe patitaṁ / viṣayair muṣitekṣaṇam
grastaṁ kālahinātmānam / ko ‘nyas trātum adhīśvaraḥ
«La inteligencia de la entidad viviente es robada por actividades de gratificación de los
sentidos, y así cae en el pozo oscuro de la existencia material. Dentro de ese pozo es
capturado por la serpiente mortal del tiempo. ¿Quién más que la Suprema Personalidad de
Dios podría salvar a la pobre entidad viviente de una condición tan desesperada?»
Hare Kṛṣṇa Hare Kṛṣṇa Kṛṣṇa Kṛṣṇa Hare Hare
Hare Rāma Hare Rāma Rāma Rāma Hare Hare
Oṁ Tat Sat

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