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El tabaquismo, un problema de salud pública que por décadas se ha venido

combatiendo con campañas y tratamientos que, ciertamente, ha logrado reducir el


consumo de cigarrillo tradicional mediante sustitutos como chicles y parches que
suplen la dosis de nicotina. Sin embargo, estos no tienen la acogida ni la
efectividad presupuestada, pues la dependencia psicológica (el acto de llevar el
cigarrillo a la boca y sentir el humo) no se sustituye con los artículos mencionados.
Es entonces donde el cigarrillo electrónico (vapeadores o vaporizadores
personales) se ha hecho con una gran porción del mercado emergente de los
últimos diez años.
El cigarrillo electrónico se compone, a grandes rasgos, de cuatro partes: Batería,
tanque de almacenamiento, resistencia y líquido. La batería es una recargable,
incluso desechable, de iones de litio la cual se encarga de entregar la corriente a
la resistencia, esta se calienta y gracias a un material absorbente (algodón o en
casos específicos, cuerda de fibra de vidrio) que se encuentra impregnado del
líquido, el cual, contiene la nicotina, lo vaporiza y así el vapor se convierte en el
vehículo que la transporta al consumidor. Esto ocurre dentro del tanque de
almacenamiento que puede variar ampliamente en su capacidad.

El vapeo (viene del inglés Vaping, Vapor) es el nombre correcto para el acto de
usar el cigarrillo electrónico, pues este genera vapor en vez de humo debido a la
ausencia de combustión. Siendo así, la industria valorada por más de mil millones
de dólares y predilección de millones alrededor del mundo como alternativa al
cigarrillo convencional, tiene puesto los ojos encima de entidades y gobiernos que,
alarmados, buscan prohibirlo antes que regularlo. Recientemente la
Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés),
logró poner en vigor una restricción en la venta a menores de 18 años de estos
dispositivos en Estados Unidos, mientras se logra clasificar debidamente a los
cigarrillos electrónicos, sin embargo la FDA busca hacerlos regular sobre las
normas existentes del tabaquismo. Por otra parte, en el Reino Unido el Royal
College of Physician recientemente publicó un artículo donde recomendaba a los
fumadores que desean cambiar el hábito usar el cigarrillo electrónico, ya que en
sus estudios certificaban que el vapor es hasta un 95% menos dañino que el humo
del cigarrillo regular. Es por esto que los médicos ingleses recomiendan a sus
pacientes el uso de estos para, en mayor medida, evitar los componentes nocivos
del humo por combustión. En Colombia el tema se avivó tras el proyecto de ley
que está en curso, desde 2014, de ser aprobado para la regulación de estos
dispositivos. Sin embargo, el tema sigue siendo materia de discusión debido a la
falta de información por parte de expertos y de la opinión pública.

En cuanto a los dispositivos que se usan para vapear, se ha vivido una evolución
tecnológica en cuanto a materiales, prestaciones y diseños. La primera generación
de esta tecnología se vio fundada en dispositivos simples y con prestaciones que
para hoy en día, son por poco obsoletas; consistía en la batería con una corriente
predeterminada de muy baja capacidad que calienta una resistencia hecha en
alambre de kantal (aleación de hierro, cromo y aluminio) gracias a su gran
resistencia eléctrica y por soportar altísimas temperaturas sin sufrir cambios, hoy
por hoy se sigue usando por su fiabilidad. El contenedor del líquido era presentado
en cartuchos con escasa cabida de almacenamiento, entre 0.2ml y 1ml, de líquido,
lo que era suficiente para un aproximado de 400 caladas y con un precio de
$20000 pesos para 5 cartuchos, equivalente a algo así como 3 o 4 cajetillas del
cigarrillo convencional.
La segunda generación, presentó un aumento considerable en capacidad de
batería y almacenamiento de líquido, entre 1ml y 5ml. El sistema de alimentación
de la resistencia mejoró notablemente proporcionando un drenaje más consistente
y así evitando un problema que traían estos dispositivos, el dry hit o vaporizada en
seco, el cual generaba un olor y sabor bastante desagradables. Esta generación
es la más común y que todavía se sigue usando dentro del nicho de los primeros
fumadores que toman la decisión de cambiarse a vapear. Consta de dispositivos
con forma de largos lapiceros, donde la batería recargable es el objeto de mayor
tamaño y se conecta mediante rosca al atomizador, el cual, cuando cumple su
vida útil (de 2 a 3 semanas de uso) basta con reemplazar la pequeña resistencia
con un valor de cinco mil pesos. El precio de un dispositivo de esta generación se
encuentra entre los $60000 y los $140000, dónde cabe destacar que el único
repuesto a cambiar es la resistencia.

La tercera generación da un paso largo en cuanto a duración de la batería (incluso


dos o tres baterías simultaneas), capacidad de tanque de almacenamiento, diseño
del dispositivo, materiales de las resistencias y sistemas de entrega de potencia.
Ya para la presente generación la electrónica básica se hace presente en los
dispositivos y las resistencias, pues ahora el vapeador está en la capacidad de
construir sus propias resistencias manipulando los ohmios, dichas resistencias
ahora pueden construirse con alambres en kantal, acero inoxidable, NiCrom
(aleación de níquel y cromo) y titanio donde las tres últimas ofrecen la
particularidad de “control de temperatura” sobre lo cual se hablará más adelante.
Debido a que ahora el vapeador puede construir sus resistencias propias, los
dispositivos deben tener la capacidad de variar los vatios para poder entregar la
potencia necesaria y calentar las resistencias. Es acá donde se complican las
cosas. Los de segunda generación, las resistencias se encuentran a 2.8 ohmios
para baterías que tienen una entrega muy pobre de potencia y capacidad, esto
porque la resistencia necesita de menos poder, donde lo ideal es 3.0 a 3.7 voltios,
rango seguro para evitar problemas de corto circuito en estas baterías. Por el
contrario, los dispositivos de tercera generación tienen la capacidad de modificar
la entrega de poder, puesto que al construir las resistencias se pueden obtener
valores inferiores a 1 ohmio las cuales, demandan más corriente para poder
calentarse. Por ejemplo, una resistencia de 2.8 ohmios necesita de 4.9 watts para
calentarse sin sobrepasar los 3.7 voltios de la batería, ahora bien, una resistencia
de 0.3 ohmios necesita de 36.5 watts para llegar al mismo propósito. Todo esto
evolucionó en pro de quienes buscan destacar el sabor del líquido usado o porque
quieren hacer nubes gigantescas de vapor, es esto el otro gran propósito del
vapeo, ofrecer sabores complejos y grandes cantidades de vapor que lleguen a
parecer nubes.
Los materiales mencionados anteriormente, acero inoxidable, NiCrom y titanio
ofrecen una nueva y hasta ahora la más novedosa tecnología, de controlar la
temperatura a la cual se calienta la resistencia; esto es posible gracias a que estos
materiales cambian sus valores de resistividad al calentarse y esto es leído por los
chips dentro del dispositivo. El control de temperatura es un gran avance debido a
que ofrece ventajas como evitar al máximo las vaporizadas en seco, quemar el
material absorbente e incluso regular la temperatura a la cual será aspirado el
vapor.

Por otro lado, las baterías usadas en estos dispositivos son especializadas para
entregar una gran potencia sin sufrir cortos circuitos, recalentamiento o incluso
que lleguen a explotar, estas tienen especificaciones técnicas y de prestaciones
muy por encima a las pilas que se consiguen comercialmente, son baterías con
capacidades por encima de los 2600mah, incluso llegan a superar en capacidad y
poder a baterías de muchos celulares de alta gama; tienen medidas específicas y
de allí deriva el estándar para su fabricación y venta: las más comunes, las 18650
deben su nombre a las dimensiones que estas tienen, 18mm de diámetro por
650mm de alto; se encuentran también para casos especiales las 18350 y las
26650, teniendo menos y mucha más capacidad respectivamente, frente a las más
comunes.
Otro gran punto del vapeo son los líquidos utilizados para sustituir al tabaco, una
de sus más grandes ventajas es la ausencia de químicos nocivos que si están
presentes en el cigarrillo convencional: alquitrán, acetona, metanol, monóxido y
dióxido de carbono, amoníaco, ácido acético, cianuros y muchos más no están
presentes en el vapor que si transporta la nicotina. Los líquidos están fabricados,
en general, con cuatro insumos: glicerina vegetal, propilenglicol, saborizantes para
la industria alimentaria y la nicotina; los beneficios y bondades se tornan hacia la
posibilidad de transportar la nicotina sin molestos olores, sin químicos
potencialmente cancerígenos y a un bajo costo si se le compara con el precio y el
rendimiento de una cajetilla de cigarrillos. Las concentraciones de nicotina más
usadas en estos líquidos son 3mg, 6mg, 12mg y 24mg; su predilección depende
de la cantidad de cigarrillos que se fumaban antes y lo ideal es ir bajando su
concentración para así al final, combatir la adicción a la nicotina. Sumado a esto,
los dos componentes principales que se usan como vehículos para el transporte
de los sabores y la nicotina, son regularmente usados en la industria farmacéutica
en medicamentos para el asma, incluso hay doctores que aseguran que el uso de
estos dispositivos contribuye a un ejercicio físico para el diafragma ayudándolo a
mejorar su fuerza y elasticidad. Como punto adicional, los líquidos pueden estar
ausentes de nicotina y solamente tener el sabor y el aroma.
El pasado 14 de mayo, en Bogotá se realizó el primer encuentro de vapeo de la
ciudad, con una asistencia de aproximadamente 130 personas donde buscaban
compartir y socializar temas relacionados al mundo del vapeo. El evento fue
organizado por dos grandes comunidades con presencia en redes sociales:
UnionVape y El Cebú Vapeador, espacios donde se comparten historias, fotos, se
hacen preguntas sobre el funcionamiento de los dispositivos y se piden consejos
referentes al tema. Asovape, Asociación colombiana de Vapeadores, es una
organización sin ánimo de lucro la cual se encarga de agrupar, informar y luchar
por el derecho al vapeo a nivel nacional, su aporte para la reunión fue invaluable
pues los organizadores llevaron a buen término y realización de este encuentro
que premió al mejor líquido fabricado por los asistentes (conocido como alquimia),
un concurso de cloud chasing el cual consiste en ser capaz de generar la nube de
vapor más densa y extensa. Finalmente con un concurso de trucos culminó la
tarde entre nubes y diálogos sobre el vapor.
En una breve charla con Francisco Javier Ordóñez Ospina, socio fundador,
representante y encargado del manejo de las redes sociales de AsoVape, a
trabajado de la mano con los asesores del senador Mauricio Lizcano para dar un
correcto y justo desarrollo legislativo sobre el vapeo en Colombia.

¿Cómo va la legislación colombiana sobre el cigarrillo electrónico?


Es complejo, el asunto legal del vapeo en Colombia, el senador Lizcano ha hecho
la propuesta del proyecto de ley que pretende regular el uso del cigarrillo
electrónico, pero sinceramente parece un proyecto más enfocado en tratar de
ganar puntos políticos que en una solución a la problemática de salud pública.
Entonces, esto implica que tanto el senador, como sus asesores, no tengan la
fundamentación científica que se debe tener para defender proyectos como este y
se queden cortos al momento de argumentar frente a los medios, las instituciones
de salud y sus colegas. También, desafortunadamente las instituciones públicas
del país no se han dado a la tarea de hacer una investigación exhausta de los
beneficios que trae el cigarrillo electrónico frente al tradicional, esto implica que en
los debates que se generen, y por la falta de argumentos, la desinformación está
presente lo que conlleva a no tener claridad a la hora de exponer una alternativa
para reducir el tabaquismo. Cuando asistí al foro, Cigarrillos Electrónicos, ¿Una
amenaza o una alternativa?, quedó en evidencia que las instituciones de salud no
tienen conocimiento alguno de los más de 150 estudios que yo conozco, lo que
llevó a una discusión cerrada y enfocada hacia el paralelismo legal con el cigarrillo
convencional, cuando lo que se debe es separar desde un principio al cigarrillo
normal de los dispositivos de vapeo, pues su mecanismo de funcionamiento son
completamente distintos, exceptuando la nicotina que, finalmente, es el único
elemento que tienen en común. Entonces, desde que no se tenga una claridad
conceptual sobre lo que se está intentando legislar es supremamente complicado.
Uno de los argumentos que sacaban a relucir las instituciones de salud, era el uso
de los cigarrillos electrónicos van en contra de la ley que prohíbe el humo en
espacios públicos, acusando que era humo y no vapor, cuando se conoce que el
humo es producto de una combustión mientras que el vapor de los dispositivos, no
lo es.

Es de vital importancia asociar el vapeo como una respuesta de salud


pública frente al tabaquismo. Tenemos el ejemplo del Reino Unido, pero
también tenemos la posición de la FDA en Estados Unidos ¿Cómo estos
casos pueden influir en la legislación de la normativa nacional?
Lo que suceda en el exterior creo que es determinante para las decisiones que se
tomen en el país. En el caso del Reino Unido, donde una de las instituciones más
prestigiosas del área de la salud, demostró científicamente las ventajas y
beneficios del vapeo llegando a una conclusión de que es 95% menos dañino que
el cigarrillo tradicional. Son estos estudios los que marcan la pauta a la hora de
dar argumentos de peso. Pero la posición de la FDA, una institución de mucho
poder y peso en los Estados Unidos, quien se encarga de la regulación de los
productos de consumo y es punto de referencia en el tema para otros países, ha
llevado acabo estudios que han determinado un punto de quiebre para el cigarrillo
electrónico; sin embargo, estos estudios y decisiones ya tomadas, que entran en
vigor el próximo 9 de agosto, tienen una carga política por presión de las
tabacaleras, incluso, se puede hacer evidente una carga nociva proveniente de la
industria farmacéutica. Como se sabe, esta industria tiene un gran poder alrededor
del mundo y, realmente, la producción de medicinas para tratar el tabaquismo
representan un mercado importante, lo cual, con el vapeo la gente dejaría de
hacer parte de las estadísticas en los problemas de salud por tabaco y por ende,
perderían dinero a costa de esto. Por eso, en AsoVape estamos al tanto de lo que
pueda suceder fuera de Colombia, por medio de las redes sociales hacemos
conexiones con otras asociaciones de países como España, México, Argentina,
Estados Unidos, precisamente para generar ese apoyo y que las repercusiones
puedan generar un eco positivo, así podremos asesorar a los legisladores para
que tomen una decisión acertada.

¿Existe en Colombia alguna entidad que se esté encargando de hacer


estudios u homologando los existentes?
Pues hasta lo que tengo de información, no. El INVIMA ha emitido conceptos
frente al producto, pero específicamente ninguna entidad ni universidad, han
querido tomar las riendas de homologar o hacer estudios propios. Es un tema
realmente nuevo en el país, que demanda mucho trabajo y recursos, tanto del
sector privado como del público que se encuentren interesado en la temática del
vapeo.

¿existe algún tipo de industria del vapeo en Colombia?


La industria del vapeo en Colombia está enfocada sobre todo en las tiendas, las
cuales, en los últimos años han surgido gracias a que la demanda a aumentado,
sumado a que la oferta global de dispositivos sigue en aumento y esto permite que
le mercado se diversifique. En tanto a la producción, está más enfocado hacia la
elaboración de líquidos pues ya varias tiendas han comenzado a crear sus marcas
propias, porque realmente la elaboración de estos no se necesita de una
maquinaria tan especializada como una que, en contraste, se necesite para
fabricar un dispositivo electrónico. Veo el futuro de la industria nacional enfocada
hacia la producción de líquidos, como lo mencioné, no necesita de una gran
infraestructura y pues los que ya existen, son hecho artesanalmente; no conozco
la primera marca nacional con un laboratorio de embazado industrial.
Es entonces el mundo del vapeo uno de los mercados más revolucionarios que ha
dado el siglo XXI, muchos lo consideran como un estilo de vida sano y con
inexistentes problemas de salud, otros y en este caso concuerda la mayoría de los
vapeadores, es una alternativa que les ha salvado la vida, mejorando su salud de
forma tan sustancial que llega a ser increíble. Este estilo de vida, le ha
proporcionado una mejor calidad de vida a fumadores de toda la vida que
decidieron dejar el humo y cambiarse al vapor, inmediatamente hecho el cambio
sintieron mejorías en su respiración, estado de ánimo, gusto y olfato. Sumado a
esto, la cultura del vapeo se ha llegado a comparar con la de la pipa; pues en su
momento las pipas debían ser curadas y tratadas para ofrecer un gusto y un
rendimiento óptimos, mientras que en el vapeo se buscan construir las
resistencias, encontrar el equilibrio de los voltios y los vatios, el mejor algodón o
material de absorción, todo para disfrutar del sabor de un excelente líquido; pero
cabe resaltar que sin todos los efectos dañinos y nocivos que los productos de
tabaco por combustión tienen.

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