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La contracción muscular:

La contracción se produce por el acortamiento del sarcómero, debido al


deslizamiento de los filamentos de miosina sobre los de actina, sin que la longitud
de ellos filamentos cambie. Se inicia cuando una señal procedente del nervio
(neurona motora) dispara un potencial de acción en la membrana plasmática de la
célula muscular, el cual se transmite por los túbulos en T hasta el retículo
sarcoplásmico; allí estimula la apertura de los canales de calcio dependientes de
voltaje y la consiguiente liberación, al citosol, de este ion, donde se fijan a la
troponina C, permitiendo una modificación en la conformación de la troponina T y
un desplazamiento de la tropomiosina que deja al descubierto los sitios activos de
la actina para su unión a la miosina. Se inicia así la contracción de cada una de las
miofibrillas impulsadas por la interacción entre las cabezas de miosina y el
filamento de actina adyacente.

Tipos de fibra muscular:

El músculo esquelético humano está compuesto por varios tipos de fibras


musculares, cada una de ellas con propiedades contráctiles particulares. Su
clasificación se realiza de acuerdo a la presencia de alguna de las isoformas de la
miosina, las cuales se diferencian en la velocidad a la que trabaja su ATPasa. La
expresión diferencial de la miosina se relaciona con la función muscular y la
adaptación a las demandas fisiológicas.

Las fibras tipo I, de contracción lenta, con un tiempo de contracción pico de 90 a


140 mseg; tienen una alta capacidad oxidativa, generan ATP a partir de los ácidos
grasos y la glucosa, pero presentan un sistema enzimático glucolítico poco
desarrollado, son ricas en mitocondrias y mioglobina y poseen una densidad
capilar alta. Son fibras que se adaptan al trabajo prolongado y resisten bien a la
fatiga.
Las fibras tipo II, de contracción rápida, con un tiempo de contracción pico de 40 a
90 mseg; tienen un sistema enzimático glucolítico bien desarrollado, gran parte del
ATP requerido lo obtienen por medio de la glucólisis anaeróbica, por lo cual la
producción de lactato es alta; presentan menor actividad oxidativa, menor
contenido de mitocondrias, y se fatigan más rápidamente que las tipo I. Se
subdividen en IIa, IIb y IIx; las fibras IIb y las IIx son más rápidas que las IIa; en los
humanos sólo se expresan las fibras IIa y IIx. En promedio, un adulto saludable
tiene en el músculo cuádriceps del muslo un porcentaje similar de fibras lentas y
rápidas; sin embargo, hay personas con un porcentaje de fibras lentas del 95%
(maratonistas) o del 19% (velocistas).

La proporción de fibras tipo I o II es, al parecer, determinada genéticamente; la


especialización se inicia en la vida fetal hacia la semana 20 y culmina al año de
vida. Además, el tipo de motoneurona que inerva la fibra muscular puede
determinar las propiedades contráctiles de ellas; es así como las motoneuronas
que inervan las fibras musculares tipo II tienen una mayor frecuencia de disparo
que aquellas que inervan las fibras tipo I.

Adaptaciones musculares con el ejercicio:

El tejido muscular es uno de los más adaptables del cuerpo humano, según el tipo
de entrenamiento que se realice se pueden obtener cambios específicos en las
células. Es así como un entrenamiento de fuerza puede duplicar o triplicar el
tamaño muscular, mientras que si un músculo no se utiliza, sufre atrofia, hasta del
20%, en dos semanas.

Con el entrenamiento se pueden lograr adaptaciones de todos los componentes


implicados en la contracción muscular: neurológicas, musculares y metabólicas.
Se conoce poco sobre las adaptaciones neurológicas con el entrenamiento; los
estudios realizados en ratas encontraron incremento del área terminal de la
neurona presináptica con el entrenamiento de resistencia y mayor longitud de las
ramificaciones y sinapsis de forma más dispersa e irregular con el entrenamiento
de alta intensidad. Con el entrenamiento de fuerza se logra obtener un incremento
rápido de la fuerza muscular sin aumento de la masa muscular, lo que se explica
por qué con el aprendizaje del gesto deportivo se logra reclutar todas las unidades
motoras comprometidas e invertir el orden de reclutamiento de ellas, iniciando por
las que generan una mayor fuerza (figura 3).

100
% de contribución de la fuerza máxima

Factores

Factores hipertróficos

50

0
4 8 12

Semanas de entrenamiento

Figura 3: Adaptaciones neurales e hipertróficas según el tiempo de entrenamiento (Sale


et al, 1992)

Con el entrenamiento no se logra la formación de células musculares nuevas, el


incremento en el tamaño se obtiene por la síntesis de miofibrillas. El estímulo que
el ejercicio ejerce sobre las fibras musculares activa los genes para la producción
de proteínas contráctiles; además, si bien la fibra muscular no puede dividirse, las
células satélites que se encuentran, al parecer, bajo la membrana basal de la fibra
muscular, se pueden fusionar con ésta y aportar nuevos núcleos, los cuales, al ser
estimulados, inducen la síntesis de las proteínas de la miofibrilla.
Las fibras musculares experimentan cambios, según las características del
entrenamiento; es así como en deportistas de resistencia se encuentra un mayor
porcentaje de fibras tipo I (60-65%), mientras que en deportistas de potencia es
mayor el porcentaje de fibras tipo II (65%). Dependiendo del entrenamiento, se
pueden presentar otros cambios en las fibras musculares: con el de resistencia se
presenta incremento en el número de capilares, en el contenido de mioglobina y
en el número, el tamaño y el volumen de las mitocondrias; la hipertrofia, por
incremento en el número de miofibrillas, es más característica con el
entrenamiento de potencia.

Tipo I
Tipo IIA
Tipo IIX
lo
scu

de
%

Atleta Atleta
Lesión Sedentario
media resistencia
medular
distancia extremo
Atleta de Actividad
velocidad Atleta
regular
maratón
Figura 4: cambios de la fibra muscular según el tipo de entrenamiento
(Tomado de Scientific Am 2000)

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