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Un Simple Día Antes de San Valentín
Un Simple Día Antes de San Valentín
Que niño no le teme a los monstruos, pero hay alguien que desde niño le dio su
fidelidad, un cineasta que les prometió que si no lo atacaban iba a crecer para
contar sus historias. Guillermo Del Toro ve los monstruos como los santos
patrones de nuestras imperfecciones que nos permiten fallar y seguir adelante.
Sin embargo, en sus mejores momentos (como en el laberinto del fauno, tal vez su
mejor obra) fusiona el entusiasmo por la ñoñes con la fibra más sensible del
romanticismo, una que sorprende con sus sinceridad.
Nuestro mandibulín vive en una casa suburbana de tres niveles con su esposa y 3
hijos, conduce un Cadillac, lee sobre el pensamiento positivo y disfruta del sexo
silencioso así como del acoso en el lugar de trabajo. Su accesorio favorito es una
macana eléctrica, un detalle que busca vincularlo a las figuras de los alguaciles del
sur de estados unidos que de vez en cuando aterrorizan a manifestante pro
derechos civiles.
Tal vez una caricatura del gringo de esos años, pero también un villano plausible y
en su normalidad diabólica y totalmente gringa es una razón necesaria para la
informal banda de la película, una banda de inadaptados, como nos enseñó IT,
que salen a proteger a esta criatura. Esta banda está formada por Elisa (Sally
Hawkins), sin lugar a dudas la más importante, una integrante del personal de
aseo del turno de noche, quien le pone música de jazz y lo alimenta con huevos
cocidos (así que tranquilos si aún no tiene pareja intente enamorarla con un huevo
duro) y que luego se enamora de él. Sus dos mejores amigos son Zelda (Octavia
Spencer), una mujer negra que se encarga de hablarle en el trabajo, y Giles
(Richard Jenkins), su vecino homosexual. La simpatía sobria e intuitiva entre estos
inadaptados le da a este cuento de hadas un toque político y de aceptación.
Más de algún conservador puede sorprenderse con lo lejos que llega este
romance interracial, ya que hacen de todo (incluyendo que ya cuenta con un dildo,
pronto lo más seguro es que se venga la regla 34, ojo para quienes juegan a los
pistoleros de manera seguida) y lo natural y poco espeluznante que lo hacen ver,
por la manera pura y apropiada que lo hacen lucir, con una inocencia de romance
infantil. El interés de Elisa se origina más en el reconocimiento que en la
curiosidad. Debido a que es muda, los demás y ella misma, la consideran como
alguien “incompleto”, alguien inferior a un humano con todas sus capacidades
(sobre todo a un simio).
Puesto que ninguno de los dos puede hablar, se comunican a través de gestos y
la música. Hawkings, quien da una actuación muda en una película sonora, evoca
inevitablemente a Charles Chaplin, sobre todo para aquellos que ya están más
entraditos en años, y, además, se mueve y tiene gestos faciales que recuerdan las
elegancias del cine mudo, el que eliminaba la distancia entre la actuación y el
baile.
Puntos Finales.
Tha shape of water es una película que fluye entre la mezquindad y la intolerancia
como el agua misma, pero la amabilidad siempre es posible, al igual que la
belleza. La película cuenta con colores vividos y sombras profundas; es tan
llamativa como musical, inocente como una cinta de animación y turbia como cine
negro.
Aunque, con Guillermo Del Toro, la realidad es el dominio de las reglas y las
responsabilidades, y el realismo es una visión de las cosas literal e indescifrable
que solo puede contrarrestarse mediante la imaginación. Esta jamás va a ser una
lucha justa o simétrica, y la razón más importante para ver este tipo de películas
es equilibrar las posibilidades.
Detalles técnicos
Año: 2017