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Un Simple día antes de San Valentín: The Shape Of Water

Que niño no le teme a los monstruos, pero hay alguien que desde niño le dio su
fidelidad, un cineasta que les prometió que si no lo atacaban iba a crecer para
contar sus historias. Guillermo Del Toro ve los monstruos como los santos
patrones de nuestras imperfecciones que nos permiten fallar y seguir adelante.

Los cuentos de hadas no siempre son lo que parecen, normalmente se llenan de


metáforas para dejar un mensaje de aprendizaje antes situaciones, pero de Shape
of Water es diferente, llena de códigos, referencias a un antiguo mundo ñoño de
criaturas genéticamente modificadas, muchas veces más humanas que los
mismos humanos. Guillermo Del Toro, el guionista y director, es un ñoño (como el
staff de la página, pero con talento) que no son pocas las veces que su
entusiasmo afecta sus cuentos de hadas y produce películas desbalanceadas
(pero jamás malas como las de Nicolás López) como lo fue Pacific Rim.

Sin embargo, en sus mejores momentos (como en el laberinto del fauno, tal vez su
mejor obra) fusiona el entusiasmo por la ñoñes con la fibra más sensible del
romanticismo, una que sorprende con sus sinceridad.

Una base de películas viejas, comics, arquetipos míticos y su imaginación visual


para crear un equilibrio, como si desempolvara una antigua historia y le sumara un
color, voz y forma diferente.

Esta cinta está llena de referencias, la más evidente es El monstruo de la laguna


negra (Jack Arnold, 1954), un clásico del terror que trata sobre una extraña
criatura, mitad murlock y mitad humana, descubierta en la selva tropical del
Amazonas. En la nueva versión trasladan a esa criatura hasta Baltimore a
principios de la década de los sesenta y la conservan en un tanque de laboratorio
gubernamental, donde lo someten a torturas brutales en el nombre de la ciencia y
la seguridad nacional en plena Guerra Fría.
De la inocencia a una mandíbula cuadrada.

La criatura, como sucede con las criaturas modernas, es un personaje inocente a


merced de un depredador despiadado, es decir, los humanos. Su némesis Richard
Strickland (Michael Shannon), es un conservador de mandíbula cuadrada que
trabaja para el gobierno y responde a un hombre aún más conservador e
intimidante.

Nuestro mandibulín vive en una casa suburbana de tres niveles con su esposa y 3
hijos, conduce un Cadillac, lee sobre el pensamiento positivo y disfruta del sexo
silencioso así como del acoso en el lugar de trabajo. Su accesorio favorito es una
macana eléctrica, un detalle que busca vincularlo a las figuras de los alguaciles del
sur de estados unidos que de vez en cuando aterrorizan a manifestante pro
derechos civiles.

Tal vez una caricatura del gringo de esos años, pero también un villano plausible y
en su normalidad diabólica y totalmente gringa es una razón necesaria para la
informal banda de la película, una banda de inadaptados, como nos enseñó IT,
que salen a proteger a esta criatura. Esta banda está formada por Elisa (Sally
Hawkins), sin lugar a dudas la más importante, una integrante del personal de
aseo del turno de noche, quien le pone música de jazz y lo alimenta con huevos
cocidos (así que tranquilos si aún no tiene pareja intente enamorarla con un huevo
duro) y que luego se enamora de él. Sus dos mejores amigos son Zelda (Octavia
Spencer), una mujer negra que se encarga de hablarle en el trabajo, y Giles
(Richard Jenkins), su vecino homosexual. La simpatía sobria e intuitiva entre estos
inadaptados le da a este cuento de hadas un toque político y de aceptación.

Un romance sin límites.

Más de algún conservador puede sorprenderse con lo lejos que llega este
romance interracial, ya que hacen de todo (incluyendo que ya cuenta con un dildo,
pronto lo más seguro es que se venga la regla 34, ojo para quienes juegan a los
pistoleros de manera seguida) y lo natural y poco espeluznante que lo hacen ver,
por la manera pura y apropiada que lo hacen lucir, con una inocencia de romance
infantil. El interés de Elisa se origina más en el reconocimiento que en la
curiosidad. Debido a que es muda, los demás y ella misma, la consideran como
alguien “incompleto”, alguien inferior a un humano con todas sus capacidades
(sobre todo a un simio).

¡Y que tanto! La historia de la humanidad a través de su folclore está lleno de


hombres sapos, bellas y bestias. La mitología clásica tiene sátiros y centauros,
dioses que cambian de forma y ninfas con el poder de metamorfosis, cuyas
relaciones y copulas son parte del legado humano.

Puesto que ninguno de los dos puede hablar, se comunican a través de gestos y
la música. Hawkings, quien da una actuación muda en una película sonora, evoca
inevitablemente a Charles Chaplin, sobre todo para aquellos que ya están más
entraditos en años, y, además, se mueve y tiene gestos faciales que recuerdan las
elegancias del cine mudo, el que eliminaba la distancia entre la actuación y el
baile.
Puntos Finales.

Tha shape of water es una película que fluye entre la mezquindad y la intolerancia
como el agua misma, pero la amabilidad siempre es posible, al igual que la
belleza. La película cuenta con colores vividos y sombras profundas; es tan
llamativa como musical, inocente como una cinta de animación y turbia como cine
negro.

Pero sin lugar a dudas, lo más notable y bienvenido es su generosidad


argumental, que se extiende de la pareja central, Zelda, con sus problemas
matrimoniales Y Gildes, un artista cuya carrera en publicidad está casi acabada,
no son personajes de reparto. Tienen sus propias películas, al igual que
Strickland, aunque dudo que alguien quiera participar de esta, sobre todo porque
se siente demasiado real.

Aunque, con Guillermo Del Toro, la realidad es el dominio de las reglas y las
responsabilidades, y el realismo es una visión de las cosas literal e indescifrable
que solo puede contrarrestarse mediante la imaginación. Esta jamás va a ser una
lucha justa o simétrica, y la razón más importante para ver este tipo de películas
es equilibrar las posibilidades.

Detalles técnicos

Director: Guillermo Del Toro


Guion: Guillermo Del Toro

Reparto: Sally Hawkins, Michael Shannon, Richard Jenkins, Doug Jenkins,


Michael Stuhlbarg, Octavia Spencer.

Duración: 123 minutos.

Año: 2017

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