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Las garantías procesales de sospechosos e imputados en procesos penales (1)

Coral ARANGÜENA FANEGO


Catedrática de Derecho Procesal. Universidad de Valladolid

Comentarios

I. INTRODUCCIÓN: AVANCES EN 2016 PARA COMPLETAR LA HOJA DE RUTA TRAZADA POR EL


CONSEJO DE LA UNIÓN EUROPEA EN MATERIA DE GARANTÍAS PROCESALES
2016 ha sido un año especialmente fructífero desde el punto de vista legislativo para avanzar en la aprobación de un
catálogo de derechos procesales mínimos de sospechosos y acusados en procesos penales armonizados a escala
europea. Se han aprobado tres nuevas Directivas procesales dirigidas a completar el Plan de trabajo para reforzar los
derechos procesales de sospechosos e imputados en los procesos penales que había sido aprobado por el Consejo el
30 de noviembre de 2009.

Recordemos que en este Plan de trabajo se proponían, con carácter orientativo y no exhaustivo, una lista de medidas
a implementar progresivamente por los Estados miembros de la UE a fin de reforzar las garantías y derechos
procesales de los imputados, de muy distinto alcance y naturaleza (2) : desde el derecho a la traducción e
interpretación (medida A), a la necesaria información sobre derechos e información sobre cargos (medida B), el
asesoramiento jurídico y justicia gratuita (medida C), la comunicación con los familiares, empleador y las autoridades
consulares (medida D), las salvaguardias especiales para acusados o sospechosos vulnerables (medida E) o el libro
verde sobre la detención provisional (medida F). Medidas que no por estar expresamente mencionadas en el Plan de
Trabajo suponían un numerus clausus o listado acotado de actuaciones posibles a realizar, sin que tampoco su orden
fuera vinculante, como efectivamente se puso de manifiesto a la hora de su aprobación. Tenían, eso sí, en todo caso
un carácter orientativo y su reconocimiento se basaba en el acuerdo general entre los Estados miembros de mejorar y
reforzar la situación de las garantías procesales fundamentales de los sospechosos o acusados en los procesos
penales; de ahí que se señalara expresamente que por tratarse de un listado no exhaustivo, el Consejo debía
considerar la posibilidad de abordar la protección de derechos procesales distintos de los que figuraban en dichas
medidas. Y que se advirtiera en el propio Plan de Trabajo de la dificultad de regular de manera homogénea estos
aspectos en los distintos ordenamientos de los Estados miembros, proponiendo por ello que su desarrollo se
abordara de manera gradual, manteniendo una coherencia en el conjunto.

Pues bien, tras haber sido aprobadas en 2010, 2012 y 2013 las tres primeras Directivas (3) sobre traducción e
interpretación, derecho a la información y derecho a la asistencia letrada, y a consecuencia del nuevo impulso dado
por la Comisión en noviembre de 2013 con la presentación (4) de un nuevo paquete de medidas (5) , en este mismo
año 2016 han visto la luz nada menos que otras tres Directivas para poder cumplir con el objetivo trazado.

Nos ocuparemos a continuación de exponer las líneas fundamentales de las nuevas Directivas indicadas. Pero con
carácter previo podemos adelantar que las tres comparten esa cierta teoría general que informa a todas las
Directivas en materia de garantías procesales (6) . En efecto, si bien cada uno de estos textos desarrolla el
contenido específico de una o varias garantías del imputado con previsiones particulares al respecto, comparten una
serie de elementos susceptibles de integrar una cierta teoría general o presupuestos generales relativos a su ámbito
de aplicación.

En primer lugar, las Directivas comparten una filosofía inspiradora, en la medida que se marcan como objetivo el
logro de una cierta armonización de los derechos que regulan en el ámbito UE facilitando su aplicación práctica sin
que, naturalmente, el nivel de protección otorgado pueda ser inferior al concedido por el CEDH (LA LEY 16/1950) (
(art. 47) (8) , cuya regulación toma la Directiva como punto de partida. De ahí que establezcan mediante la
tradicional cláusula de no regresión que incorporan (9) que ninguna de las disposiciones de la nueva norma podrán
interpretarse como una limitación o excepción a cualquiera de los derechos garantizados por el CEDH (LA LEY
16/1950), la CDFUE (LA LEY 12415/2007) u otras disposiciones similares de derecho internacional o interno que

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puedan proporcionar un nivel de protección más elevado (10) . Lo que se completa con las declaraciones recogidas en
sus respectivos Considerandos que exigen que las disposiciones de las nuevas Directivas que se correspondan con
derechos garantizados por el CEDH (LA LEY 16/1950) o por la Carta deben interpretarse y aplicarse de forma
coherente con dichos derechos con arreglo a la jurisprudencia emanada del TEDH y del Tribunal de Justicia de la
Unión Europea.

En segundo lugar y en cuanto al ámbito de aplicación también comparten unos presupuestos comunes más allá de
ciertas matizaciones que adicionalmente hayan de hacerse especialmente en las últimas aprobadas.

Así en cuanto al ámbito subjetivo de aplicación, los derechos y garantías regulados se reconocen de forma universal
a toda persona, independientemente de su nacionalidad o lugar de residencia, con la única condición de que aparezca
como sujeto pasivo en una causa judicial de naturaleza penal, al figurar en él como sospechoso o acusado. Las
expresiones que emplean las Directivas —«sospechoso» y «acusado»— son de suficiente amplitud para abarcar las
diferentes posiciones jurídicas por las que puede atravesar la persona contra la que se dirige un proceso penal y cuya
definición puede variar en cada país según sus normas reguladoras. La lógica expansiva propia de los derechos
fundamentales que son al tiempo garantías procesales obliga a interpretar sus destinatarios de la manera más
amplia posible. Y exige, al tiempo, no hacer distinción a efectos de la titularidad de tales derechos entre ciudadanos
de la Unión Europea o de terceros países; las garantías procesales emanan de las «personas» como centro de
imputación de los derechos derivados de la dignidad humana, y no de los «ciudadanos» en cuanto miembros de una
comunidad política o de los «nacionales», titulares de la nacionalidad, como suele ocurrir con la mayoría de los
derechos políticos (11) . No obstante, y según se verá, tratándose de la Directiva sobre presunción de inocencia se
establece una importante puntualización al limitarse su aplicación exclusivamente a las persona físicas (pero no a las
jurídicas que puedan ser penalmente responsables); del mismo modo y por razones obvias, el ámbito subjetivo de la
Directiva 2016/800/UE (LA LEY 7915/2016) se limita a los menores de edad tal y como ésta se define en el texto
(menores de dieciocho años).

En lo relativo al ámbito objetivo, el reconocimiento de estos derechos se aplica con carácter general en todo proceso
penal que se lleve a cabo en los Estados miembros, extendiéndose además a los procedimientos de ejecución de una
orden de detención europea (12) —en armonía con lo que ya reconocía el art. 11.2 de la propia Decisión marco que la
regula—, así como —por regla general— también a los procedimientos no penales de tipo sancionador siempre que
admitan una vía de recurso frente a la sanción impuesta ante un Tribunal de naturaleza penal y limitado
exclusivamente a dicha fase de recurso seguida ante este último Tribunal (13) .

En cuanto al ámbito temporal, los derechos garantizados por las Directivas se aplican a partir del momento en que se
informe al sujeto de la imputación o acusación de un ilícito penal (con alguna matización, según veremos, en la
Directiva sobre presunción de inocencia), o desde que se procede a la detención en el caso de un procedimiento para
la ejecución de una orden europea de detención y entrega, manteniéndose la prestación de los mismos durante todo
el proceso, hasta que la resolución definitiva del mismo devenga firme (14) . En consonancia con este planteamiento,
la extensión de estos derechos a la fase de ejecución se excluye de forma tácita (15) .

Finalmente y en cuanto al ámbito territorial o espacial, es sólo parcialmente coincidente toda vez que si bien las dos
primeras Directivas aprobadas (derecho a la traducción e interpretación y derecho a la información) se aplican en el
de todos los Estados miembros, con la única excepción de Dinamarca en atención a su opt-out en lo relativo al ELSJ
que le garantiza el Protocolo 22, la Directiva sobre el derecho de acceso a un abogado y el derecho de comunicación
en el momento de la detención, al igual que las tres que se aprueban ahora en 2016 tienen un ámbito todavía más
reducido ya que al consabido desmarque de Dinamarca se le ha sumado el de Reino Unido e Irlanda que no han
hecho uso de su opt-in y no han participado en su adopción sin que por tanto les resulten vinculantes (16) . Con ello
se ahonda en la brecha existente en esta materia entre los Estados miembros remarcando esa lamentable asimetría
existente en orden al respeto de un catálogo mínimo de derechos y garantías procesales comunes.

Veamos a continuación a grandes rasgos las tres Directivas aprobadas en el año 2016

II. DIRECTIVA 2016/343/UE, DE 9 DE MARZO, POR LA QUE SE REFUERZAN EN EL PROCESO


PENAL DETERMINADOS ASPECTOS DE LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA Y EL DERECHO A ESTAR
PRESENTE EN EL JUICIO
El Diario Oficial L 65 de 11 de marzo de 2016 publicaba esta nueva Directiva que desde su inicial presentación como

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Propuesta de la Comisión fue objeto de críticas; entre otras razones porque como su propio nombre indica, no se ha
limitado a establecer normas sobre la presunción de inocencia sino que incluye también previsiones sobre el derecho
a estar presente en el juicio, juicios en ausencia y derecho a un nuevo juicio, yendo más allá de la hoja de ruta
trazada por el Consejo en 2009 y pudiendo presentar puntos de fricción con la Decisión marco 2009/299/JAI (LA LEY
5031/2009) sobre juicios en ausencia.

No obstante y si bien a costa de perder la participación de Reino Unido e Irlanda, que esgrimieron como fundamental
excusa el que la norma no respetaba el principio de subsidiariedad, la Directiva salió adelante con el horizonte de
trasposición fijado el 1 de abril de 2018.

Sigue la tónica habitual de las anteriores, articulada en un número bastante reducido de preceptos —dieciséis, seis
de los cuales no son sino las tradicionales cláusulas generales propias de estos instrumentos (entrada en vigor, plazo
de transposición, recogida de datos e informe de la Comisión, cláusula de no regresión, destinatarios)— frente a 51
Considerandos explicativos que matizan y complementan muchas cuestiones de interés.

También, y a semejanza de sus predecesoras, le resulta aplicable esa cierta teoría general común compartida
respecto al ámbito de aplicación objetivo, subjetivo y temporal, por más que haya que hacer en este caso alguna
puntualización adicional.

Por una parte, y en cuanto al ámbito de aplicación subjetivo, se indica con claridad que se limita a las personas
físicas, justificándose en los Considerandos 14 y 15 la exclusión de las jurídicas dado que «en el estado actual de
desarrollo del Derecho nacional y de la jurisprudencia tanto nacional como de la Unión, resulta prematuro legislar a
escala de la UE en esta materia de presunción de inocencia de las personas jurídicas», reservándose la necesidad de
una intervención posterior en función de la evolución que se produzca.

Por otra parte y en cuanto al ámbito de aplicación objetivo resulta más restringido que en el de las precedentes
Directivas al limitarse a los procesos penales en sentido estricto sin que quepa su extensión a ningún otro tipo de
procedimientos (v.gr. de tipo administrativo sancionador) como se indica en el art. 2 y se precisa en el Considerando
11.

Finalmente y en cuanto al ámbito temporal de aplicación, a diferencia de las tres Directivas anteriores que fijaban el
momento a partir del cual eran aplicables los respectivos derechos con referencia a aquel en que a una persona se le
informaba mediante notificación oficial o de otra forma (v.gr. detención) que es sospechosa de la comisión de una
infracción penal, aquí ha sido necesario variar el enfoque al menos para uno de los derechos que se reconoce: el de
presunción de inocencia. Para que esta garantía sea realmente efectiva es necesario aplicarla en un momento más
temprano del proceso en el que todavía la persona afectada no ha adquirido como tal la condición de sospechosa (o
acusada). De ahí que el art. 1 se limite a decir que se aplica «desde el momento en que una persona es sospechosa
o acusada de haber cometido una infracción penal, o una presunta infracción penal, hasta que adquiera firmeza la
resolución final» aclarando el Considerando 12 respecto al dies ad quem que no incluye las acciones ni recursos
judiciales que sólo pueden ejercitarse o interponerse una vez que la resolución de que se trate sea firme, incluidos
los recursos ante el TEDH.

Detengámonos brevemente en los dos aspectos fundamentales que aborda la Directiva (presunción de inocencia, por
una parte; derecho a estar presente en el juicio, por otra):

1. Presunción de inocencia
Indicado en el art. 1 de la Directiva que uno de sus objetos es el establecimiento de normas mínimas comunes
relativas a la presunción de inocencia, el Capítulo II define en primer lugar el sentido de esta garantía en términos
similares a los recogidos en el art. 6.2 CEDH (LA LEY 16/1950) y 48.1 CDFUE (LA LEY 12415/2007) y, a continuación y
en cuatro artículos contiene las indicadas normas mínimas, circunscritas a los siguientes aspectos:

— Derecho a un tratamiento por las autoridades acorde con la presunción de inocencia, cuidando en
declaraciones públicas (17) y resoluciones judiciales (18) no presentar a sospechosos o acusados de haber
cometido una infracción penal como culpables «hasta tanto en cuanto no haya sido probada su culpabilidad
con arreglo a derecho». Todo ello sin perjuicio de los diversos actos s o resoluciones preliminares de
carácter procesal (v.gr. escrito de acusación o las medidas cautelares) encaminadas a acreditar la
culpabilidad del sospechoso o a asegurar su eventual responsabilidad (Considerando 16).

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Para garantizar la efectividad de este derecho que reconoce el art. 4, se impone la exigencia a los
Estados miembros de articular un sistema de medidas adecuado para hacer frente a eventuales
incumplimientos en armonía con lo previsto en el art. 10 (art. 4.2). Y asimismo y al objeto de proteger
adecuadamente a las personas sospechosas o acusadas frente a declaraciones públicas de culpabilidad
antes de la condena firme, se incorpora la obligación de los Estados miembros de adoptar «las medidas
adecuadas para garantizar que los sospechosos y acusados no sean presentados como culpables, ante los
órganos jurisdiccionales o el público, mediante el uso de medios de coerción física» (19) .

La adición el precepto que comentamos está claramente influenciada por la jurisprudencia del TEDH a
propósito del art. 3 CEDH (LA LEY 16/1950) que prohíbe la tortura y los «tratos inhumanos o
degradantes» (SsTEDH de 27 de enero de 2009, caso Ramishvill y Kokhreidze c. Georgia, y 31 de mayo de
2011, caso Khodorkovskiy c. Rusia). Influencia que se manifiesta también con nitidez en el Considerando
21 que aconseja a los Estados no presentar a los sospechosos o acusados ante los órganos judiciales o
el público vistiendo indumentaria de prisión.

— Atribución de la carga de la prueba a la acusación y del beneficio de cualquier duda razonable al


acusado: El art. 6, que lleva por título «Carga de la prueba», y reconoce esas garantías básicas al acusado,
fue uno de los preceptos más discutidos durante las negociaciones en las cuales se llegó a debatir la
conveniencia de incorporar alguna excepción que permitiera desplazar la carga de la prueba a la defensa.
Tal cuestión, afortunadamente, no se plasmó finalmente en el articulado; no obstante lo cual sí aparece en
términos peligrosos (por su ambigüedad y amplitud) en los Considerandos; concretamente en el n.o 22 que
admite en el empleo de presunciones relativas a la responsabilidad penal de un sospechoso o acusado,
siempre que se mantengan «.dentro de unos límites razonables, teniendo en cuenta la importancia de los
intereses en conflicto y preservando el derecho de defensa, y los medios empleados deben guardar una
proporción razonable con el objetivo legítimo que se pretende alcanzar. Dichas presunciones deben ser iuris
tantum y, en cualquier caso, solo deben poder utilizarse respetando el derecho de defensa».
— Derecho a guardar silencio y a no declarar contra sí mismo: El art. 7 de la Directiva y los Considerandos
25 a 32, 44 y 45 se ocupan de estos derechos que aparecen definidos como absolutos, de modo que su
ejercicio no está sometido a condición alguna y no pueden extraerse consecuencias negativas de tal
ejercicio.

Se trata de derechos relacionados entre sí, de modo que cualquier coerción para obtener pruebas inculpatorias
constituye una violación del derecho a guardar silencio (20) por más que —como precisa el apartado 3)— «el ejercicio
del derecho a no declarar contra sí mismo no impedirá a las autoridades competentes recabar las pruebas que
puedan obtenerse legalmente mediante el ejercicio legítimo de poderes coercitivos y que tengan una existencia
independiente de la voluntad de los sospechosos o acusados». Nos encontramos aquí ante la aplicación de la
doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el cual ha distinguido entre datos obtenidos por medios
coercitivos y datos que existen independientemente de la voluntad del sospechoso. Con ello se hace referencia, «a
título de ejemplo, al material obtenido con arreglo a una orden judicial, el material respecto del que exista una
obligación legal de retención o entrega a petición de la autoridad, como las muestras de aliento, sangre, orina y
tejidos corporales para el análisis del ADN».

En cuanto a las consecuencias derivadas del ejercicio por parte de sospechosos y acusados de su derecho a no
declarar contra sí mismos o de su derecho a guardar silencio, la Directiva es muy clara: no se utilizará en su contra ni
se considerará prueba de haber cometido la infracción penal de que se trate. Lo anteriormente expuesto no impide
que los Estados miembros puedan permitir a sus autoridades judiciales que, al dictar sentencia, tomen en
consideración un comportamiento cooperador por parte de los sospechosos y acusados, con lo que parece hacer
referencia a la consideración del comportamiento cooperador como un factor atenuante a tener en cuenta a la hora de
determinar la pena imponible.

En cuanto a si debe informarse a los sospechosos y acusados de su derecho a no declarar, nada se contiene en este
art. 7 aun cuando hubiera sido deseable una mención expresa al respecto (21) . No obstante lo cual y aun cuando
sea de una forma que podría calificarse de vaga y genérica, el Considerando 31 señala que «Los Estados miembros
deben examinar la posibilidad de que, cuando los sospechosos o acusados reciben información sobre sus derechos

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con arreglo al art. 3 de la Directiva 2012/13/UE (LA LEY 9799/2012), se les proporcione igualmente información
relativa al derecho a no declarar contra sí mismo, según se establezca en el Derecho nacional de conformidad con la
presente Directiva». Idéntica referencia se hace respecto a la información del derecho a no declarar contra sí mismo.

Por último, el art. 7.6 establece que el derecho a guardar silencio y el derecho a no declarar contra sí mismo «no
debe limitar la facultad de los Estados miembros de disponer que, para infracciones leves como las de tráfico de
menor gravedad, la tramitación del procedimiento, o de ciertas etapas de este, pueda tener lugar por escrito o sin
interrogatorio del sospechoso o acusado por parte de las autoridades competentes en relación con la infracción penal
de que se trate, siempre que se respete el derecho a un juicio justo».

Se echa en falta en el precepto que no se haga referencia alguna a las consecuencias de las pruebas obtenidas con
vulneración de los derechos a no declarar contra sí mismo y a guardar silencio, algo que sí se recogía en la inicial
Propuesta de Directiva que preveía una regla de inadmisibilidad de las pruebas así obtenidas, precisamente porque
en el marco de un proceso penal, las declaraciones o pruebas obtenidas en vulneración de estos derechos priva
automáticamente de equidad a todo el procedimiento. De manera asistemática sí alude a la valoración de las
pruebas obtenidas vulnerando los derechos mencionados, el apartado segundo del art. 10, dedicado a las vías de
recurso, y en el Considerando 45.

2. Derecho a estar presente en el juicio


El Capítulo IV de la Directiva, que comprende los arts. 8 y 9, está dedicado al derecho a estar presente en juicio.

Se trata de un derecho cuya efectividad corresponde garantizar a los Estados miembros (art. 8.1). No obstante, hay
que tener en cuenta su carácter no absoluto y de ahí que en el apartado 2.º del mismo precepto se excepcione la
posibilidad de que aún sin estar presente el acusado pueda celebrarse el juicio en su ausencia y llegarse a un
pronunciamiento de condena siempre que se cumplan las garantías tendentes a procurar la efectividad de su derecho
de audiencia, contradicción y defensa previstas en dicho precepto; fundamentalmente comunicación oportuna de la
fecha y lugar de celebración juicio y de las consecuencias de la incomparecencia (22) y defensa formal por letrado
llegado el momento de su celebración. Se impone a los Estados miembros garantizar vías de recurso efectivas para
denunciar la eventual inobservancia de dichas exigencias y obtener la revocación de la resolución recaída en el juicio
celebrado en ausencia y la celebración de un nuevo juicio con todas las garantías (entre ellas, la presencia del
acusado).

Se completa la regulación de este derecho con algunas otras matizaciones adicionales referidas a la posibilidad de
excluir o expulsar temporalmente del juicio a un acusado, cuando sea necesario para asegurar el curso adecuado del
proceso penal, siempre que se respete el derecho de defensa (23) y a la posibilidad (admitida por el Derecho
nacional de algunos Estados miembros) de que algunos procedimientos, o determinadas fases de un procedimiento,
se desarrollen por escrito.

3. Vías de recurso
El art. 10, en su apartado 1, establece que «Los Estados miembros velarán por que, en caso de vulneración de los
derechos establecidos en la presente Directiva, los sospechosos y acusados dispongan de vías efectivas de recurso».
Y concluye con la obligación de que los Estados miembros garanticen que se respeten el derecho de defensa y las
garantías de un juicio justo a la hora de valorar las declaraciones que haga u sospechoso o acusado, o las pruebas
que se obtengan vulnerando su derecho a guardar silencio o a no declarar contra sí mismo, todo ello sin perjuicio de
las disposiciones y sistemas nacionales en materia de admisibilidad de la prueba.

III. DIRECTIVA 2016/800/UE DE 11 DE MAYO RELATIVA A LAS GARANTÍAS PROCESALES DE


MENORES SOSPECHOSOS O ACUSADOS EN LOS PROCESOS PENALES
Publicada DO L 132, de 21 de mayo y con un plazo de transposición marcado por la fecha de 11 de junio de 2019, da
cumplimiento para una particular categoría de sujetos vulnerables, los menores de edad, a la medida E) del Plan de
trabajo: salvaguardias especiales para acusados o sospechosos vulnerables (24) .

Adviértase que a diferencia del inicial Plan del Consejo de 2009 que no focalizaba exclusivamente sobre los menores
las acciones a realizar, la estrategia finalmente seguida ha sido dotar a esta particular categoría de sujetos
vulnerables de un tratamiento propio mediante la aprobación de una Directiva ad hoc mientras que para las restantes
categorías de sujeto unas disposiciones específicas tendentes a que los Estados miembros adapten los derechos y

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garantías que reconocen a la situación de particular vulnerabilidad que ofrecen determinadas personas (25) . Las
especiales características de este colectivo, la clara y profunda situación de vulnerabilidad de que adolecen y la
existencia en el ámbito de la Unión Europea de una profundas diferencias a la hora de su tratamiento por la justicia
penal que se ponen de manifiesto ya desde el hecho mismo de fijar la mayoría de edad penal, justifican esta opción
del legislador europeo.

Y enlazando con este último comentario hay que decir que uno de los principales aciertos de la Directiva a la hora de
delimitar su ámbito subjetivo de aplicación, es definir como menor de edad a efectos de la observancia de los
derechos y garantías que reconoce al menor de dieciocho años en el momento de comisión del hecho punible y que
queda sometido al proceso penal y/o resulta buscado en virtud de una orden europea de detención, con
independencia de que las legislaciones nacionales tomen o no esa referencia de edad como base para determinar la
responsabilidad penal (arts. 2.5 y 3.1). Y se completa con una interesante presunción de minoría de edad que plasma
en el art. 3 in fine (aunque se matiza en el Considerando 13) y un llamamiento a los Estados miembros para que
apliquen y/o mantengan todas o buena parte de las garantías que reconoce a quienes habiendo cometido el hecho
siendo menores, alcancen los dieciocho años mientras siguen sujetos al proceso penal y hasta que cumplan los
veintiuno (art. 2.3 y Considerandos 11 y 12).

Su objetivo, explicitado en el art. 1 y explicado en el Considerando 1 es establecer una serie de normas mínimas
comunes sobre determinados derechos de los menores sospechosos o acusados en procesos penales o sujetos a una
orden de detención europea con la finalidad de que `puedan comprender y seguir en condiciones adecuadas el
proceso penal, ejercer su derecho a un proceso equitativo, prevenir la reincidencia y fomentar su reinserción social y
siempre tomando en cuenta el interés superior del menor.

Su ámbito objetivo de aplicación vuelve a enlazar con el que se recoge con carácter general para la mayor parte de
las Directivas aprobadas pues se extiende no sólo a los procesos penales en sentido estricto (26) sino además a
aquéllos otros de naturaleza no penal siempre que prevean una via de recurso ante un órgano judicial penal y
limitado a esta última fase, así como a los procedimientos de ejecución de una orden europea de detención y
entrega (art. 2.1 y 2.6).

Desde el punto de vista de su ámbito de aplicación temporal, y en lo relativo al dies a quo o momento a partir del
cual se aplican las garantías que incorpora éste viene fijado con meridiana claridad para el caso de las que han de
observarse en la ejecución de una euro orden: el momento de la detención en el Estado de ejecución (art. 2.2.). Pero
para el resto de supuestos, esto es, procesos penales en general si bien como regla habría que entender que tales
derechos son exigibles desde que por cualquier medio se notifique al menor su condición de sospechoso o acusado
en un proceso penal, hay que advertir que tal momento se concreta de manera específica en relación con dos de los
principales derechos que asisten al menor: así en el art. 4.1 respecto del derecho a la información (con tres fases o
momentos para hacerlo efectivo) y en el art 6.3 para asistencia letrada (indicándose —al modo en que también se
hacía en la Directiva general sobre este derecho— distintos momentos para que se aplique a partir del primero de
ellos que tenga lugar).

En cuanto a los derechos que en particular incorpora, se concretan en los siguientes: derecho a la información con
carácter amplio, incluyendo su facilitación al titular de la patria potestad (arts. 4, 5 y 17), derecho a la asistencia
letrada y a la asistencia jurídica gratuita (arts. 5, 17 y 18), derecho a una evaluación individual (art. 7) y a un
reconocimiento médico (art. 8 y 17), derecho a la grabación audiovisual de los interrogatorios policiales (art. 9),
incorporación de garantías específicas en relación con la privación de libertad considerando ésta como última ratio de
duración limitada y sometida a revisiones periódicas a intervalos razonables (arts. 10 a 12 y 17) derecho a una
tramitación rápida y diligente de los asuntos (art. 13 y 17) informada por las exigencias del proceso equitativo y por
el principio de interés superior del menor, como se manifiesta en el derecho a estar presente y participar en el propio
juicio (art. 16), en el derecho a estar acompañado por el titular de la patria potestad durante el proceso (art. 15 y
17) y en el derecho a la protección de la vida privada (art. 14 y 17).

Su transposición en España exigirá la introducción de algunas modificaciones en la Ley Orgánica 5/2000 (LA LEY
147/2000) de responsabilidad penal de los menores de edad para establecer de forma más precisa el alcance del
derecho a la información y a la asistencia letrada de manera acorde con las exigencias de la Directiva (hoy enunciado
de manera genérica en el art. 2.1.a y b LORPM (LA LEY 147/2000)); el derecho del menor a estar acompañado por el
titular o titulares de la patria potestad durante el proceso (sin que resulte suficiente, a estos efectos, su limitado

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reconocimiento en los arts. 22.1 e (LA LEY 147/2000), 17.2 y 35 LORPM (LA LEY 147/2000)), el derecho a recibir una
evaluación individual con vistas a determinar la necesidad de adoptar medidas especiales durante el proceso penal,
su grado de responsabilidad penal y la idoneidad de la sanción o medida que haya de imponérseles (sin que parezca
bastante la referencia a la asistencia de los servicios del equipo técnico adscrito al Juzgado de Menores que hoy se
recoge en el art. 2.1 f LORPM (LA LEY 147/2000) y se desarrolla en los arts. 27 (LA LEY 167/1996) y 37, algo por lo
demás también requerido por la Ley orgánica 1/1996 (LA LEY 167/1996), de Protección jurídica del menor en su art.
9.2); su derecho, igualmente, a un reconocimiento médico y sin dilaciones, si es que están privados de libertad
(cuestión que quizás exigirá sustituir por términos más «concluyentes» los que hoy maneja el art. 17.3 LORPM (LA
LEY 147/2000)); la grabación audiovisual de los interrogatorios policiales a los que sean sometidos (absolutamente
novedosa para nuestra legislación) y la revisión periódica a intervalos regulares de las medidas cautelares que
comporten privación de libertad así como la adopción, mientras se prolongue, de medidas especiales de protección
(lo que quizás también exija alguna modificación del art. 28.3 LORPM (LA LEY 147/2000)).

IV. DIRECTIVA 2016/1919/UE DE 26 DE OCTUBRE, RELATIVA A LA ASISTENCIA JURÍDICA


GRATUITA A LOS SOSPECHOSOS Y ACUSADOS EN LOS PROCESOS PENALES Y A LAS PERSONAS
BUSCADAS EN VIRTUD DE UN PROCEDIMIENTO DE ORDEN EUROPEA DE DETENCIÓN
Esta última Directiva, publicada en el Diario Oficial L 297 de 4 de noviembre y con un horizonte de transposición
fijado en el 25 de mayo de 2019, ejemplifica de manera muy gráfica el difícil camino por el que se ha debido transitar
para dar cumplimiento al Plan de trabajo de 2009 y cómo en ocasiones las metas inicialmente propuestas se han
tenido que rebajar, ante las dificultades surgidas a medio camino.

Adviértase que esta Directiva se refiere a la «segunda parte de la medida C del Plan de trabajo, a saber, la justicia
gratuita» según se indica en su Considerando 7. Ahora bien, esta regulación debería haber formado parte integrante
de la Directiva sobre asistencia letrada y haberse aprobado, por tanto en 2013; sin embargo lo ha hecho en un
instrumento separado y tres años después. Cuando se presentó la inicial Propuesta de Directiva sobre el derecho a la
asistencia de letrado en los procesos penales y en los procedimientos relativos a la orden de detención europea, la
idea era dar cumplimiento a la medida C) del Plan de trabajo para reforzar los derechos procesales de sospechosos o
acusados en los procesos penales que comprendía el asesoramiento jurídico y justicia gratuita. Sin embargo la
dificultosa negociación del instrumento trastocó en buena medida el referido objetivo abandonándose todo lo relativo
a la asistencia gratuita que obstaculizaba el acuerdo y, quizás para compensar visualmente esta pérdida,
incorporando en cambio la comunicación con los familiares, el empleador y las autoridades consulares, aspecto éste
que en el Plan de trabajo figuraba con una categoría propia y específica (medida D).

El decisivo impulso dado por la Comisión en 2013 con el nuevo paquete de medidas legislativas para continuar con el
desarrollo del Plan de trabajo (27) ha hecho posible que tres años después y tras una compleja tramitación vea la luz
la Directiva sobre asistencia

El objetivo de la Directiva, afirmado en sus Considerandos 1 y 2, es el de garantizar la efectividad del derecho a la


asistencia de letrado y reforzar la confianza de los Estados miembros en los sistemas de justicia penal de cada uno
de ellos, contribuyendo con ello a facilitar el reconocimiento mutuo de las resoluciones judiciales en materia penal. Y
completar convenientemente lo dispuesto por las Directivas 1013/48/UE y 2016/800/UE (LA LEY 7915/2016) (art.
1.2). Para ello contiene normas mínimas comunes sobre el derecho a la asistencia jurídica gratuita de los
sospechosos o acusados en los procesos penales que tengan derecho a la asistencia de letrado con arreglo a la
Directiva 2013/48/UE (LA LEY 17638/2013) y que estén privados de libertad, o bien deban ser asistidos por un
letrado de conformidad con el Derecho nacional o de la Unión o que deban o puedan asistir a un acto de
investigación o de obtención de pruebas. Asimismo, tales normas mínimas son aplicables a las personas buscadas en
virtud de una euro orden que tengan derecho a la asistencia de letrado desde el momento de su detención en el
Estado miembro de ejecución y a las personas que inicialmente no fueran sospechosas ni acusadas pero que pasen a
serlo en el curso de un interrogatorio de la policía u otra autoridad con funciones policiales.

Al efecto de concretar debidamente el ámbito objetivo de aplicación y sentado que éste se circunscribe a los
procesos penales en sentido estricto y a los procedimiento de ejecución de una euro orden, se añaden algunas
puntualizaciones que rebajan su nivel de exigencia con relación a determinadas infracciones leves (28) , en la línea
ya indicada por otras Directivas, dirigida a limitar su aplicación a los casos en que sea razonable

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Se define la asistencia jurídica gratuita como la financiación por un Estado miembro del coste de la defensa de los
sospechosos, acusados y personas buscadas que permita el ejercicio del derecho a la asistencia de letrado (art. 3).

Para la concesión de este derecho en los procesos penales, se impone a los Estados miembros la obligación de velar
por que los sospechosos y acusados que no dispongan de recursos suficientes para sufragar la asistencia de un
letrado reciban asistencia jurídica gratuita cuando el interés de la justicia así lo requiera. Y a tal fin se fijan por la
Directiva las siguientes exigencias fundamentales:

— concesión del derecho desde las primeras fases del procedimiento penal y con la debida diligencia; a más
tardar antes del interrogatorio policial o judicial o antes de que se lleven a cabo determinados actos de
investigación o prueba (ruedas de reconocimiento, careos, reconstrucción de los hechos) (29) .
— establecimiento de un sistema de evaluación por los Estados miembros basado en criterios claros y
uniformes que tomen en consideración bien los recursos económicos con que cuente el interesado, bien lo
que la Directiva denomina «evaluación de mérito», esto es, la real necesidad de dicha asistencia conforme
a las circunstancias (gravedad de la infracción penal y de la sanción a imponer, complejidad de la causa), en
aras a conseguir una justicia efectiva (art. 4). Se toman en consideración, por tanto, criterios acuñados por
la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos para precisar lo que debe entenderse por
«intereses de la justicia» como elemento clave que exige la concesión de gratuidad para salvaguardad la
equidad del proceso, estableciéndose expresamente que estos intereses concurren en todo caso (o, en
terminología de la Directiva, la evaluación de mérito es positiva) cuando se ponga al sospechoso o acusado
a disposición de la autoridad judicial para que decida sobre su privación de libertad o durante la detención.
Y todo ello sin perjuicio de que concedida la asistencia jurídica gratuita las autoridades competentes
puedan exigir que los sospechosos, los acusados o las personas buscadas paguen ellos mismos parte de
los costes, en función de sus recursos económicos (Considerando 8.º)
— rapidez en la decisión de la concesión total o parcial —o la eventual denegación—, con la debida
motivación proporcionada al interesado por escrito en cada caso (art. 6) y con la habilitación de vías de
recurso para denunciar las posibles vulneraciones de los derechos que incorpora la Directiva (art. 10)
— control y seguimiento de la calidad en la asistencia jurídica gratuita prestada, incluida la formación de
los abogados y la garantía de sustitución del letrado inicialmente asignado para prestar el servicio si
concurrieren circunstancias específicas que lo justifiquen (art. 7).

Tratándose de su aplicación en el procedimiento de ejecución de una orden europea de detención y entrega, indica el
art. 5 que le corresponde al Estado miembro de ejecución velar por que las personas buscadas tengan derecho a la
asistencia jurídica gratuita desde el momento de su detención y hasta su entrega o hasta que la decisión de no
proceder a la entrega sea firme. Si han ejercido su derecho a designar un abogado en el Estado miembro emisor que
les reconoce el art. 10 de la Directiva 2013/48/UE (LA LEY 17638/2013) deben estar legitimadas para pedir la
asistencia jurídica gratuita en dicho Estado miembro para los fines de dicho procedimiento en el Estado miembro de
ejecución, en la medida en que la asistencia jurídica gratuita sea necesaria para garantizar la tutela judicial efectiva
(30) ; algo que exigirá una rápida y eficaz coordinación entre Estado de emisión y Estado de ejecución, toda vez que
la decisión sobre la designación de este segundo letrado corresponde realizarla a una autoridad del Estado de
emisión competente para adoptar decisiones sobre la asistencia judicial gratuita en dicho Estado miembro con
arreglo a criterios establecidos por dicho Estado miembro al aplicar la presente Directiva (Considerando 21). Y todo
ello sin perjuicio de que la concesión de este derecho pueda supeditarse a una evaluación de medios económicos
(según indica el art. 5.3 de la Directiva), y de que la interpretación de las distintas disposiciones de la Directiva
(v.gr. las relativas a la formación de los abogados llamados a prestar el servicio) deba acomodarse a las
especificidades propias del procedimiento de la euro orden.

Fuera del articulado y como ya es norma en las Directivas sobre derechos procesales, los Considerandos contienen
aclaraciones y puntualizaciones de interés para la debida comprensión del alcance de la norma. Así, por ejemplo, el
deber que se impone a los estados miembros de adoptar disposiciones prácticas relativas a la prestación de la
asistencia jurídica gratuita, tales como la concesión previa solicitud del sospechoso, acusado o persona buscada y
excepción hecha de quienes puedan ser calificados como personas vulnerables que no han de requerir de tal petición
(Considerando 18).

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La transposición de la Directiva al ordenamiento español, si no muchas, sí deberá suponer algunas actuaciones de
cierta importancia. Por ejemplo y en lo relativo a la observancia de esta garantía en relación con los procedimientos
relativos a una orden de detención europea, habría que incluir alguna disposición específica en la Ley 23/2014 (LA
LEY 17707/2014), de reconocimiento mutuo de resoluciones penales en la Unión europea acerca de cómo se articula
esta garantía cuando España sea Estado de ejecución y, muy especialmente, cuando sea Estado de emisión y la
persona buscada y que se encuentra detenida en el Estado de ejecución haga uso de su derecho a designar un
segundo Abogado en el de emisión; sin olvidar que quizás en la Ley 1/1996 de Asistencia Jurídica Gratuita (LA LEY
106/1996) convendría indicar cuales sean las condiciones para prestar este servicio con carácter gratuito y qué
requisitos de formación y calidad específicos (en armonía con las que demanda la Directiva) se van a exigir a quienes
lo presten . Asimismo y con carácter general, la obligación indicada en el art. 7.4 de adoptar «las medidas necesarias
para garantizar que los sospechosos, acusados y las personas buscadas tengan derecho a que, si lo solicitan, se
sustituya al letrado que les haya sido designado para prestar los servicios de asistencia jurídica gratuita, cuando así
lo justifiquen las circunstancias específicas».

V. OTRAS CUESTIONES DE IMPORTANCIA Y ALGUNAS CUESTIONES PENDIENTES


2016 no sólo ha sido un de novedades legislativas en materia de garantías procesales. También ha sido un año en el
que se han producido algunas situaciones de interés con relación a las tres primeras Directivas aprobadas y ya
transpuestas por los Estados miembros.

Así y en primer lugar, en abril de 2016 se presentaron los resultados del proyecto TRAINAC, que constituye una
buena radiografía sobre la implementación en el espacio europeo de las Directivas en materia de garantías
procesales.

Se trata de un proyecto de carácter transnacional adjudicado en 2015 por la Comisión Europea al Consejo de la
Abogacía Europea (CCBE) y la Fundación de la Abogacía Europea, para analizar la implementación en los 28 Estados
miembros de las Directivas sobre derecho a la traducción e interpretación (2010), derecho a la información (2012) y
derecho de acceso a un abogado (2013) y valorar desde el punto de vista práctico de los abogados cómo se están
aplicando. Salvador Guerrero Palomares, Abogado y Doctor en Derecho Procesal y representante de la abogacía
española en el Comité de Derecho Penal del CCBE ha sido el experto designado para este proyecto que se ha
desarrollado entre el 15 de abril de 2015 y el 14 de abril de 2016.

El informe final del proyecto TRAINAC (31) , fue elaborado a la vista de las respuestas recibidas a los cuestionarios
distribuidos entre la Abogacía de los distintos Estados miembros, proponiendo una serie de recomendaciones y
buenas prácticas. Sus resultados servirán además a la Comisión Europea para identificar si los Estados miembros han
tomado las medidas pertinentes para cumplir con las Directivas, y si fuera necesario, proponer modificaciones.

Entre las principales deficiencias detectadas por la Abogacía Española respecto a la implementación de estas tres
normas europeas en España, se encuentran por una parte el carácter incompleto de la información de derechos que
se proporciona a los detenidos en las Comisarías de Policía (siendo todavía frecuente omitir en ella la relativa al
derecho que les asiste a impugnar la detención o a acceder al expediente policial); los problemas de acceso al
atestado por parte del abogado en dependencias policiales (32) y las deficientes condiciones en que de ordinario se
desarrolla la entrevista reservada abogado-cliente (33) ; la falta de recursos humanos y técnicos para dotar al
acusado o detenido del ejercicio efectivo de su derecho a traducción e interpretación, además de la generalizada
falta de calidad y la inexistencia de medidas de control al respecto siendo especialmente grave que tres años
después de la fecha de preceptiva transposición siga faltando incluso el propio Registro independiente de Intérpretes
y Traductores que debía haberse creado.

Enlazando con esta última cuestión y antes las innumerables carencias que presenta la implementación de la
Directiva 2010/64/UE (LA LEY 21377/2010) la Asociación Profesional de Traductores e Intérpretes Judiciales y
Jurados presentó en julio de 2016 una queja en la Oficina del Defensor del Pueblo sobre las deficientes
condiciones de la prestación del servicio de traducción e interpretación en sede judicial y policial en España,
prestado en buena y ante el insuficiente número de traductores e intérpretes en plantilla de las Administraciones
públicas, por empresas adjudicatarias siguiéndose un sistema de contratas guiado por criterios estrictamente
económicos y no de mínima calidad y cualificación. Denuncian además la incompleta transposición de la Directiva y el
incumplimiento del Gobierno asumido en la Disposición final 1.ª de la Ley orgánica 5/2015 (LA LEY 6906/2015), de

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presentar en el plazo de un año un proyecto de ley de creación de un registro Oficial de Traductores e Intérpretes. Y
que sigan manteniéndose en el articulado de la LECrim (LA LEY 1/1882) preceptos como el 441 y 762.8.º que
posibilitan que la traducción e interpretación se realice en ausencia de profesionales cualificados por cualquier
persona que conozca el idioma o, directamente, prescindiendo de titulación. Solicitan, en definitiva, que se realice un
estudio sobre la prestación actual del servicio por empresas adjudicatarias y que en caso de que éste corrobore las
deficiencias que se denuncian tomen medidas oportunas para que se ponga en marcha un sistema con mayores
garantías (34) .

En definitiva, a la vista de estas cuestiones, puede comprobarse que los avances para progresar en la consolidación
de un espacio de justicia europeo sustentado en unos derechos y garantía mínimos comunes no se agota en la mera
tarea de transposición de las normas comunitarias. Hace falta que esta labor legislativa que incumbe al legislador
nacional se realice con corrección, lo que no siempre sucede; pero también que quienes están llamados a aplicar las
normas lo hagan también correctamente, huyendo de interpretaciones restrictivas o en franca contradicción con los
objetivos pretendidos y las exigencias indicadas (35) .

Por lo que se refiere a otras cuestiones pendientes, no figuran en la agenda europea un nuevo «paquete de
medidas» tendente a la generación de nuevas normas. Más bien se trata ahora de consolidar este conjunto
normativo para analizar su evolución en línea con los objetivos trazados en el en el nuevo Programa en materia de
Justicia 2020 (36) que incide en la idea de una Justicia para los ciudadanos y, en materia de cooperación penal, en
reforzar la confianza mutua como pilar sobre el que debe de edificarse la política de justicia de la UE. Sin embargo la
decisiva sentencia del TJUE (Gran Sala) de 5 de abril de 2016 en los asuntos acumulados Pal Aranyosi y Robert
Caldararu (37) hace imprescindible, en nuestra opinión, retomar los trabajos para sacar adelante una Directiva en
materia de garantías y condiciones de la detención/prisión provisional, materia que figuraba como medida F en el
Plan de trabajo de 2009 y sobre la cual se elaboró en 2011 un Libro Verde (38) . Se trata de una sentencia que pone
de manifiesto, de manera especialmente clara, cómo los instrumentos de reconocimiento mutuo como la orden de
detención europea no pueden funcionar correctamente cuando las mismas bases de la confianza mutua sobre los que
descansan son altamente cuestionables. En este caso, el riesgo real de vulneración de la prohibición de tratos
inhumanos y degradantes que consagra el CEDH (LA LEY 16/1950) y la CDFUE (LA LEY 12415/2007) motivada por las
deficientes condiciones de las prisiones húngaras y rumanas justifican, para el TJUE, la eventual negativa a la
entrega dándose un paso en la línea (39) de desarrollar motivos implícitos de rechazo del reconocimiento mutuo.

Urge, por tanto, actuar en este campo pues, no se olvide, las condenas del TEDH a Estados miembros de la UE por la
situación inaceptable de sus cárceles se ha extendido a diferentes Estados y no sólo a los implicados en esta
cuestión prejudicial. Así se ha condenado por este motivo con sendas sentencias piloto a Italia y Bulgaria (40)
(además de Hungría) y con condenas por recursos concretos (además de a Rumanía) (41) a Lituania, Polonia,
Eslovenia o Bélgica (42) .

Sólo garantizando de modo adecuado los derechos de acusados en el proceso penal, se puede fortalecer la confianza
mutua con el fin de facilitar la cooperación judicial basada en principio de reconocimiento mutuo y avanzar en el
camino emprendido para hacer realidad el frágil equilibrio entre libertad y seguridad para hacer realidad el valor
justicia.

(1) Trabajo realizado en el marco del proyecto de investigación del Plan nacional I+D Garantías procesales de investigados y acusados: la necesidad de armonización
y fortalecimiento en el ámbito Unión Europea, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.

(2) Véase, al respecto, JIMENO BULNES «The EU Roadmap for Strengthening Procedural Rights of Suspected or Accused Persons in Criminal Proceedings», en

Eucrim, 2009, n.o 4 y, de la misma autora, «Towards Common Standard on Rights of Suspected or Accused Persons in Criminal Proceedings in the EU?», en
CEPS: Liberty and securiy in Europe, febrero de 2010.

(3) Directivas 2010/64/UE de 20 de octubre 2010 (LA LEY 21377/2010) relativa al derecho a la interpretación y la traducción en los procesos penales; 2012/13/UE
de 22 de mayo de 2012 relativa al derecho a la información en los procesos penales; 2013/48/UE de 22 de octubre 2013, sobre el derecho a la asistencia de
letrado en los procesos penales y en los procedimientos relativos a la orden de detención europea, y sobre el derecho a que se informe a un tercero en el
momento de la privación de libertad y a comunicarse con terceros y con autoridades consulares durante la privación de libertad

(4) Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y social europeo y al Comité de las Regiones: Avanzar en el programa de
garantías procesales de los sospechosos o acusados de la Unión Europea – Fortalecer las bases del espacio europeo de justicia penal, Bruselas, 27.11.2013,
COM (2013) 820 final.

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(5) Incluía cinco medidas entre las que se encontraban en primer lugar las tres Propuestas de Directiva que finalmente han sido aprobadas en 2016 (Propuesta de
Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo por la que se refuerzan ciertos aspectos de la presunción de inocencia y el derecho a estar presente en el propio
juicio en los procesos penales [COM (2013) 821 final]; Propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo relativa a las garantías procesales de los
menores sospechosos o acusados en los procesos penales [COM (2013) 822 final]; Propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo relativa a la
asistencia jurídica gratuita provisional a los sospechosos o acusados privados de libertad y a la asistencia jurídica gratuita en el procedimiento de la orden de
detención europea [COM (2013) 824 final]) Y completaba este cuadro dos Recomendaciones de la Comisión que se ocupaban de las garantías procesales de las
personas vulnerables sospechosas o acusadas en los procesos penales y del derecho a la asistencia jurídica gratuita de los sospechosos o acusados en los
procesos penales. Véase sobre tales propuestas ampliamente LLORENTE SÁNCHEZ ARJONA, M., Las garantías procesales en el Espacio Europeo de Justicia
Penal, Valencia, 2014.

(6) Y a la que ya me referí en «Nuevos avances en la armonización de las garantías procesales en la Unión Europea», en González Cano, M.I. (dir), Cooperación
judicial penal en la Unión Europea, Valencia, 2015, especialmente págs. 274 a 278.

(8) Véase, entre otros, FAGGIANI, V., «El derecho a la tutela judicial efectiva y a un proceso con todas las garantías en la Carta de los Derechos Fundamentales de
la Unión Europea (LA LEY 12415/2007)», en Revista General de Derecho Europeo 33 (2014).

(9) En los arts. 13, 23 y 11 (respectivamente) de las Directivas 2016/343 (LA LEY 3261/2016), 2012/800 y 2016/1919.

(10)Téngase muy en cuenta a tales efectos que el contenido y alcance jurídico del art. 53 en relación con los arts. 47 (LA LEY 12415/2007) y 48 CDFUE (LA LEY
12415/2007) han sido precisados por el TJUE en su sentencia de 26 de febrero de 2013, as.C-399/11 Melloni.

(11)GARCÍA ROCA, J. «La propuesta de Decisión Marco sobre derechos procesales en los procesos penales a la luz del Convenio Europeo de Derechos Humanos (LA
LEY 16/1950), el Tratado Constitucional para Europa y las tradiciones constitucionales comunes», en ARANGÜENA FANEGO, C. (coord.), Garantías procesales
en los procesos penales en la Unión Europea, Valladolid, 2007, págs. 53.

(12)Su mención expresa en los respectivos artículos de las Directivas era necesaria toda vez que la jurisprudencia del TEDH excluye del ámbito de aplicación de los
derechos del art. 6.3 del Convenio este instrumento de cooperación judicial penal considerando que, al igual que sucede con la extradición a la que ha venido a
sustituir en el marco de la UE, no se trata de un procedimiento en el que se adopte una decisión sobre la fundamentación de la acusación penal y, por tanto,
resulta excluida de la protección que despliega el precepto rationae materia. Éste exige, en todo caso, ser aplicado en un proceso que permita un examen
completo acerca de la culpabilidad o de la inocencia de un individuo acusado de un hecho delictivo y no simplemente la decisión relativa a si un individuo puede o
no ser extraditado (o entregado) a un Estado.

(13)Limitación justificada en atención a razones de proporcionalidad y fundamentalmente de tipo económico que, además, se explican con algo de detalle en los
Considerandos de las Directivas (v.gr. en el Considerando 15 de la Directiva 2016/800/UE (LA LEY 7915/2016) y en el 11 de la Directiva 2016/1919/UE (LA
LEY 17233/2016), que a modo de ejemplo citan los casos de infracciones de tráfico múltiples detectadas como consecuencia de un control).

(14)Los términos de los arts. 2 (Directiva 2016/343/UE), 2.1 (Directiva 2016/800/UE) y 2.1 (Directiva 2013/48/UE (LA LEY 17638/2013)) son coincidentes en
este punto.

(15)Así LOREDO COLUNGA, M., y ALVES COSTA, J., «El fortalecimiento de la confianza mutua: garantías procesales del imputado, estatuto de la víctima y protección
de los datos personales», en Manual de cooperación judicial penal (CARMONA RUANO, GONZÁLEZ VEGA y MORENO CATENA, dirs.; ARNÁIZ SERRANO, coord.),
Madrid, 2013, págs. 89 y 90.

(16)Todo ello de conformidad con los arts. 3 y 4 del Protocolo sobre la posición de Reino Unido y de Irlanda con respecto al Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia.

(17)Recordemos, a título de ejemplo la condena a España por el TEDH en el caso Lizaso Azconobieta (STEDH de 28 de junio de 2011) que traía su causa de una
rueda de prensa del Gobernador civil de Guipúzcoa para dar a conocer una detención que se había producido refiriéndose al detenido, sin matices ni reservas
como «uno de los miembros del comando terrorista que ha sido detenido en una operación policial».

(18)De nuevo la jurisprudencia del TEDH sirve para ejemplificar supuestos de resoluciones judiciales contrarias al derecho a la presunción de inocencia. Así y en
relación a España, la sentencia del caso Boddy y Lanni (de 16 de febrero de 2016) que incide de nuevo en lo que ya dijo en la sentencia Tendam c. España
(STEDH de 13 de julio de 2010) a propósito de las indemnizaciones por prisión provisional injusta y la imposibilidad de diferenciar entre las sentencias
absolutorias en función de los motivos que condujeron a tal absolución sin quiebra del derecho a la presunción de inocencia.

(19)Su contenido se explica con claridad en el Considerando 20 que precisa lo que debe entenderse por «medios de coerción física», cuyo uso queda excluido:
«esposas, cabinas de cristal, jaulas y grilletes» si bien y como el propio precepto y Considerando citados se encargan de precisar, cabe recurrir a tales medidas
cuando resulten necesarios en casos específicos, ya sea por motivos de seguridad, por ejemplo para impedir que los sospechosos o acusados se autolesionen o
lesionen a otras personas o causen daños materiales, o para impedir que los sospechosos o acusados se fuguen o entren en contacto con terceras personas,
como testigos o víctimas, sin que sea necesario para recurrir en tales casos a alguna de las medidas indicadas adoptar una decisión formal sobre el uso de tales
medios.

(20)Como se deduce del Considerando 25 de la Directiva cuando señala que «No se debe forzar a los sospechosos y acusados, cuando se les solicite que declaren o
que respondan a preguntas, a que aporten pruebas o documentos o a que faciliten información que pueda resultar autoinculpatoria».

(21)Siguiendo la línea marcada en la propia Propuesta de Directiva donde, de manera explícita, el art. 7.2 establecía que «los Estados miembros informarán
inmediatamente a los sospechosos o acusados de su derecho a guardar silencio, explicándoles el contenido de este derecho y las consecuencias de su renuncia
e invocación».

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(22)Si pese a «haberse invertido esfuerzos razonables», no hubiere resultado posible informar al sospechoso o acusado de la celebración del juicio y de las
consecuencias de su incomparecencia, por ejemplo, por no haber sido posible su localización la Directiva admite también la celebración del juicio en ausencia si
bien «en tal caso, los Estados miembros deben garantizar que, cuando los sospechosos o acusados sean informados de la resolución, en particular cuando se
les detenga, se les informe además de la posibilidad de impugnarla y del derecho a un nuevo juicio o a interponer otro tipo de recurso. Dicha información debe
facilitarse por escrito. También puede facilitarse oralmente, a condición de que quede registrado con arreglo al procedimiento previsto en el Derecho nacional el
hecho de haberse proporcionado la información».

(23)Así ocurriría, por ejemplo, «si el sospechoso o acusado perturbase la vista y tuviese que ser desalojado de la sala por orden del juez, o si la presencia de un
sospechoso o acusado impidiese la adecuada audiencia de un testigo».

(24)Sobre ella y entre los escasos trabajos publicados en 2016 destaca el de S. CRASS, «The Directive on Procedural Safeguards for Children who Are Suspects or

Accused Persons in Criminal Proceedings.Genesis and Descriptive Comments Relating to selected Articles», Eucrim, 2016, n.o 2, págs. 109 a 120.

(25)Véase, por ejemplo, art. 3.2 de la Directiva 2012/13/UE (LA LEY 9799/2012): «Los Estados miembros garantizarán que la información establecida en el
apartado 1 se proporcione verbalmente o por escrito, en un lenguaje sencillo y accesible, teniendo en cuenta las necesidades particulares de las personas
sospechosas o acusadas que sean vulnerables; art. 13 de la Directiva 2013/48/UE (LA LEY 17638/2013) (Personas vulnerables): Los Estados miembros
garantizarán que, cuando se aplique la presente Directiva, se tomen en consideración las necesidades específicas de los sospechosos y acusados que sean
vulnerables; art. 9 de la Directiva 2016/1919/UE (LA LEY 17233/2016) (Personas vulnerables): Los Estados miembros garantizarán que, en la aplicación de la
presente Directiva, se tomen en consideración las necesidades específicas de los sospechosos, los acusados y personas buscadas que sean vulnerables.

(26)Con alguna matización respecto a los seguidos por infracciones leves, puesto que la Directiva limita su aplicación en este caso a los supuestos en que pueda
acordarse en ellos la privación de libertad del menor art. 2.6.b/ e inciso final y Considerandos 14 y 16.

(27)Véase Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y social europeo y al Comité de las Regiones: Avanzar en el
programa de garantías procesales de los sospechosos o acusados de la Unión Europea – Fortalecer las bases del espacio europeo de justicia penal, Bruselas, 27
de noviembre de 2013, COM (2013) 820 final, en la que explica la Propuesta de Directiva que se presentaba en materia de asistencia jurídica gratuita (limitada a
la asistencia jurídica gratuita provisional a los sospechosos o acusados privados de libertad y a la asistencia jurídica gratuita en el procedimiento de la orden de
detención europea [COM (2013) 824 final] y de la Recomendación sobre derecho a la asistencia jurídica gratuita de los sospechosos o acusados en los procesos
penales que le acompañaba.

(28)Véase art. 2.4 y Considerandos 12 a 14 que tratándose de infracciones leves que no puedan dar lugar a sanciones privativas de libertad o puedan ser
enjuiciados por órganos no penales (v.gr. infracciones leves de tráfico o de orden público) supeditan la aplicación de la Directiva a los procesos incoados ante
órganos jurisdiccionales competentes en materia penal o a las vías de recursos seguidas ante ellos.

(29)Precisa el Considerando 19 que si las autoridades competentes no pudieran concederla con la debida antelación, deben proporcionar al menos una asistencia
jurídica gratuita de urgencia o provisional antes de que se lleven a cabo el interrogatorio o los actos de investigación o de obtención de pruebas.

(30)Así ocurrirá si el letrado del Estado miembros de ejecución no puede desarrollar su labor relativa a la ejecución de una orden de detención europea de modo
eficaz y eficiente sin la asistencia de un letrado en el estado miembro emisor (Considerando 21).

(31)http://www.ccbe.eu/fileadmin/user_upload/NTCdocument/TRAINAC_Final_Report1_1460987001.pdf

(32)Pone de manifiesto con nitidez esta situación el Auto 343/2016, de la Sección 15.ª de la Audiencia Provincial de Madrid (recurso de apelación n.o 480/2016). Y

si se accede a facilitar el expediente al letrado, se ha optado por la interpretación más restrictiva limitada a lo que la Comisión Nacional de Coordinación de Policía
Judicial en su reunión de 15 de julio de 2015, sobre interpretación de la Directiva 2012/13/UE (LA LEY 9799/2012)).consideró que constituyen los «elementos
esenciales para impugnar la legalidad de la detención»: el lugar y fecha de la detención; el delito que motiva la misma; el lugar, fecha y hora de su presunta
comisión; un breve resumen de hechos, y los motivos que han llevado a la detención (por ejemplo, la existencia de reconocimiento sin que se especifique quién
reconoce, declaración de testigos sin designarlos, huellas dactilares, etc.) Y únicamente para que lo consulte en el acto, sin posibilidad de hacer copias (BARÓN
JAQUÉS, L., «Acceso al atestado policial: expresión del derecho fundamental a la asistencia letrada al detenido», blog penitenciario de 13 de enero de 2016
disponible en http://www.abogacia.es/2016/01/13/acceso-al-atestado-policial-expresion-del-derecho-fundamental-a-la-asistencia-letrada-al-detenido)

(33)Como advierte AGUILERA MORALES, en relación con la «entrevista reservada», la Policía la consiente, pero durante un breve lapso de tiempo y, de ordinario, en
lugares ayunos de privacidad, como salas abiertas o los pasillos de las dependencias policiales («Justicia penal y Unión Europea: un breve balance en clave de
derechos», Diario LA LEY, n.o 8883, 16 de diciembre de 2016).

(34)El contenido completo de la queja presentada está disponible en la página web de la ATIPJ (www.atipj.org) en la sección Noticias. En fecha 26 de septiembre de
206 ha recibido el apoyo de EULITA (Asociación europea de traductores e intérpretes jurídicos).

(35)Es muy conveniente, a estos efectos, la lectura de la STJUE de 15 de octubre de 2015 (asunto C-2016/14, Covaci) primera que se pronuncia sobre las
Directivas en materia de garantías procesales (concretamente sobre la de traducción e interpretación y derecho a la información).

(36)Comunicación de la Comisión al Parlamento europeo, al Consejo, al Comité económico y social europeo y al Comité de las Regiones «La agenda de justicia de la
UE para 2020 - Reforzar la confianza, la movilidad y el crecimiento en la Unión», COM (2014) 144 final, de 11 de marzo.

(37)Asuntos acumulados C-404/15 y C-659/15 PPU. Sobre ella véanse los comentarios de MUÑOZ DE MORALES, M., «Límites a la orden de detención y entrega»,
en http://almacendederecho.org/ y de BUSTOS GISBERT, R., «¿Un insuficiente paso en la dirección correcta? Comentario a la Sentencia del TJUE (Gran Sala), de
5 de abril de 2016, en los casos acumulados Pal Aranyosi (C-404/15) y Robert Caldararu (C-659/15 PPU)», en Revista General de derecho Europeo n.o 40, 2016
y MARTÍN RODRÍGUEZ, P. J. «La emergencia de los límites constitucionales de la confianza mutua en el Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia en la sentencia

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del Tribunal de Justicia Aranyosi y Caldararu», Revista de derecho Comunitario Europeo, n.o 55 (septiembre/diciembre 2016), págs. 859-900.

(38)Libro verde sobre condiciones de la detención [COM (2011) 327 final].

(39)Ya avanzada en la STJUE N.S. de 21 de diciembre de 2011 (Asuntos (C-411/10 y C-493/10). El caso afectaba también al espacio de libertad, seguridad y
justicia, pero a la regulación europea en materia de asilo.

(40)SSTEDH Torreggiani y otros c. Italia, de 8 de enero de 2015, Neshkov y otros c. Bulgaria, de 27 de enero de 2015, Vargas y otros c. Hungría, de 10 de marzo
de 2015.

(41)SSTEDH Voicu c. Rumanía, Bujorean c. Rumanía, Constantin Aurelian Burlacu c Rumanía y Mihai Laurentio Marin c. Rumanía, todas ellas de 10 de junio de
2014.

(42)SSTEDH Karalevicius c. Lituania, de 7 de abril de 2005; Sikorski c Polonia, de 2 de octubre 2009; Mandic & Jovic c. Eslovenia, de 20 de octubre de 2011;
Vasilescu c. Bélgica, de 25 de noviembre de 2014.

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