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A partir del aporte de muchos docentes, que por escrito o mediante mensajes
de voz han hecho llegar sus impresiones y relatos sobre estos primeros meses
de educación en medio de la emergencia sanitaria, los investigadores en
educación María Eugenia Ryan y Antonio Romano elaboran una serie de
“notas de campo”, para registrar y sistematizar las experiencias que han
desarrollado los educadores en estos tiempos. El ejercicio busca, a la vez,
vincular estas nuevas interrogantes con discusiones educativas de más larga
data, que se resignifican a partir de la experiencia de estas semanas. Invitamos
a los educadores a seguir enviando sus aportes al
correo educacion@ladiaria.com.uy o al teléfono 098335149.
También se abren nuevas posibilidades para volver a pensar las relaciones que
se establecen con las familias de los estudiantes, principalmente en el caso de
primaria. Esta situación de confinamiento, que altera las condiciones de trabajo,
obliga a las familias a asumir un mayor protagonismo en los trabajos escolares,
aunque el silencio de la respuesta en ocasiones “se vuelve ensordecedor”.
En este contexto es el propio formato escolar el que se vuelve pregunta, y se
explicitan problemas que desde hace tiempo atraviesan a las formas de
escolarización actuales; sin ir más lejos, las desigualdades sociales a las que la
escuela se enfrenta y lo que hace ‒o no‒ con ellas, ahora patentes a través de
los “problemas de conectividad”.
Los participantes
En el principio, la pandemia
Más allá de las dificultades de esta primera etapa del encuentro, la mayor parte
de las experiencias relatadas dan cuenta de momentos de aprendizaje,
marchas y contramarchas que ponen en evidencia una mayor cercanía de la
relación entre docentes y estudiantes. Es recurrente el planteo de que, frente a
las dificultades o torpezas en la utilización de los recursos tecnológicos, el
apoyo de los estudiantes es fundamental, y es vivido como un tiempo en el que
“todos estamos aprendiendo”.
En este sentido hay muchas referencias a la experimentación y a la búsqueda.
Los relatos dejan entrever cierta comodidad, cierta fluidez en el ir y venir, en el
intento de dar con aquello que los estudiantes necesitan. Puede leerse que se
mueven en un terreno novedoso pero conocido, asociado a lo que constituye
parte esencial de su tarea: el ensayo y la revisión de sus prácticas
pedagógicas.
Tal vez este contexto colabore con explicitar aquello que aunque está implícito
en las prácticas educativas presenciales, no siempre es valorado en su justa
dimensión: en la construcción del vínculo pedagógico se juega gran parte de
las energías docentes. Y sin este punto de partida la tarea no se vuelve
posible.
Otras de las estrategias que han sido valoradas de forma positiva por los
docentes refieren, casi siempre en los casos de enseñanza media, al planteo
de contenidos que puedan trabajarse en el contexto doméstico, como huertas
caseras u otras actividades. En estos casos se relata un trabajo de priorización
y jerarquización de contenidos en conjunto con los colectivos docentes de las
instituciones a las que pertenecen.
Este nos parece un interesante aspecto a resaltar respecto del efecto que
podría estar produciendo el trabajo educativo a distancia. Parecería que el “a
todos” del método de enseñanza simultánea que se expresa en el trabajo
presencial en clase, que hoy todos reconocemos como insustituible, podría
comenzar a combinarse con el “a cada uno” que individualiza las estrategias de
enseñanza. En este caso podría estar produciéndose una nueva síntesis entre
dos modalidades que no siempre se pudieron pensar juntas, ya que desde la
política educativa los dispositivos de acompañamiento se planteaban cuando el
alumno “no funcionaba” en el aula, y ahora parecen integrarse permitiendo
nuevas formas de encuentro educativo.