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En Colombia desde los últimos 10 años se ha venido formando una cultura del “ser pillo paga”,

frase que se traduce como el más vivo es el que gana y el que más tiene es el que puede someter a
los demás, esto lo vemos en todos los escalafones de la sociedad, desde el ciudadano de a pie que
no le importa colarse en un Transmilenio hasta el político que compra votos para llegar al poder,
esto es muy común ya que lo vemos muy seguido en las noticias, se ha creado una cultura de
deshonestidad en todos lo niveles a tal punto que ya se es común es cuchar frases como: “el que
se descuida pierde” “papaya puesta papaya partida” y “si va robar que robe bastante para que
compre su libertad”, esta última, no muy alejada de la realidad colombiana en la esfera política. La
ciudadanía se ha acostumbrado a una cultura de robo, deshonestidad y corrupción, esto tal vez,
por la desconfianza que se le tiene a las instituciones que deben vigilar y castigar aquellos delitos
tan graves como la corrupción que desangra los recursos públicos de todos los colombianos, pues
durante años han demostrado su inoperancia.

Ahora bien, esta cultura parece estar evolucionando y escalando a niveles mucho mayores y es a
niveles de poderes económicos, hoy son estos emporios del país que aplican dicha frase “ser pillo
paga” arrasando con su poder a todos los que se atraviesen, formando carteles, comprando
funcionarios, colocando políticos que para que hagan leyes a su favor y en el peor de los casos,
adueñándose del mercado de una manera ilegal, usando artimañas para sacar a la competencia
del mercado, este adueñamiento, para beneficios propios y las consecuencias negativas que las
asuma la sociedad. Este es el caso del mencionado escándalo del que fue (o aún puede ser) “El
cartel de los ingenios azucareros” acusados y sancionados por competencia desleal, ratificado en
un comunicado en la página oficial de la super intendencia de industria y comercio así:
La Superintendencia de Industria y Comercio ratificó las sanciones impuestas a ASOCAÑA,
CIAMSA, DICSA y a doce (12) INGENIOS AZUCAREROS por cartelización empresarial, tras
haber incurrido durante varios años en una conducta concertada, continuada y coordinada que
tuvo por objeto obstruir o restringir importaciones de azúcar a Colombia.[ CITATION Sup \l
3082 ]

Dicha sanción, levanto un sin número de críticas desde poderes económicos y políticos hacia la
superintendencia por la multa que superó los 200 mil millones de pesos, la mayoría de esas críticas
fueron a favor de los sancionados y de esto salen las preguntas… ¿Cómo es posible ponerse del
lado de la ilegalidad? ¿Qué lleva a los políticos a justificar este tipo de acciones que afectan a la
ciudadanía en general? ¿Por qué es importante castigar con rigurosidad este tipo de delitos?

Pero lo más sorprendente del caso, fue la valentía (porque así debe llamarse a este tipo de
decisiones en un país de inoperancia institucional) de la SIC al aplicar dicha sanción e ir en contra
de los poderes políticos y económicos que presionaban para librarse de dicha sanción….

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