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Economías de aglomeración empresarial y

políticas públicas de competitividad desde


un enfoque global hacia un contexto
latinoamericano: Una revisión conceptual
Economies of agglomeration business and political public's competitiveness
from an approach overall towards a context Latin American: A review
conceptual

Vladimir BALZA-FRANCO 1; Diego A. CARDONA A. 2

Recibido: 20/06/16 • Aprobado: 02/08/2016

Contenido

Introducción

1. Economías de aglomeración

2. El “Efecto Clúster” y estrategias de competitividad regional

3. Clústers, competitividad y políticas públicas en países desarrollados

4. El desarrollo de clústers en América Latina

5. Conclusiones

Referencias

RESUMEN: ABSTRACT:

En este artículo, se analiza el In this paper, a theoretical and


fenómeno de las economías de conceptual literature review about
aglomeración empresarial y sus agglomeration economies, industrial
implicaciones para las políticas clústers, industrial districts and its
públicas de fomento a la implications in public policies to
competitividad regional y nacional. En foster competitiveness is presented. In
la primera parte se hace una revisión the first part, a review of the main
de categorías conceptuales como agglomeration theories and the genesis
clústeres industriales, distritos of classical theory of industrial
industriales y clústeres regionales. A clústers is presented. Next, we analyze
continuación, se analiza las estrategias the effects of "clústering" in public
de desarrollo de clústers como política policies in the European, North
pública de competitividad en el American and finally, Latin American
contexto de países industrializados, context. Finally, conclusions and
matizando las diferencias entre los recommendations for future research
enfoques europeo y norteamericano. are raised.
Por último, se analiza el caso del Keywords: agglomeration economies,
desarrollo de clústeres como estrategia industry clústers, industrial districts,
de competitividad en el contexto public policy, competitiveness.
latinoamericano. Finalmente, se
plantean conclusiones y
recomendaciones para futuras
investigaciones.
Palabras clave: economías de
aglomeración, clúster industriales,
distritos industriales, políticas
públicas, competitividad.

Introducción
El concepto “clúster” se asocia comúnmente con una serie de neologismos tales
como “aglomeraciones geográficas”, “concentraciones espaciales”, “polos de
crecimiento” y “distritos industriales” (Sengpiehl, 2010), entre otros, que tratan
de explicar el hecho de que las industrias tienden a estar geográficamente
“aglomeradas” (Sheffi, 2012). En general, estos conceptos se derivan de la
denominada “economía de aglomeración”, término que agrupa diversas
interpretaciones histórico-económicas de la dinámica y organización de las
configuraciones productivas (Becerra & Naranjo, 2008). El desarrollo de las
economías de aglomeración y de clústers ha marcado la diferencia en el
desarrollo económico divergente entre los llamados “países industrializados” y el
grupo de países denominado “en vías de desarrollo”. Este tema ha captado el
interés tanto de gobiernos como de académicos de América latina –países cuyas
economías en su mayoría se ubican en el segundo grupo- que buscan, mediante
políticas públicas, apoyarse en el impulso al desarrollo de clústeres, como
estrategia para mejorar la competitividad regional y nacional. Este documento se
divide así: en la primera sección se hace un análisis de la teoría de economías de
aglomeración y del concepto de clúster industrial. En la sección 2 se analiza el
llamado “efecto clúster” y su impacto en la competitividad nacional. En la
sección 3 se presenta un análisis de los enfoques norteamericano y europeo de
políticas públicas de fomento a clústers. En la sección 4 se analiza el caso de
clústers en América latina. Por último se presentan las conclusiones e
implicaciones para futuras investigaciones.

1. Economías de aglomeración
El concepto “economía de aglomeración” se deriva de la teoría de la localización
(Weber, 1929; Krugman, 1995; Borges, 1997; citados por (J. Vera & Ganga,
2007). Según la literatura, “...las economías de localización representan ventajas
competitivas derivadas de la proximidad geográfica de empresas pertenecientes
a una misma industria” (Esteban, Hernández, & Santolaria, 2001). La teoría de
la localización industrial y la de geografía económica (Krugman, 1991; citado
por Vera & Ganga, 2007) intentan explicar por qué las actividades industriales
tienden a concentrarse en ciertas áreas y no se distribuyen aleatoriamente en un
territorio, esgrimiendo argumentos como la movilidad laboral y la atracción que
ejerce hacia una determinada región, el precio diferencial real de los
salarios. También enfatizan en el costo de transporte como factor decisivo en el
costo final de un producto. Estos factores explicarían por qué algunas actividades
económicas –o “economías de aglomeración”- buscan ubicarse próximas a sus
fuentes de recursos o a sus mercados, mientras que otras pueden establecerse en
cualquier lugar, siempre que sea rentable. (J. Vera & Ganga, 2007).

Más recientemente, surgieron la escuela estratégica norteamericana del clúster


industrial y la escuela neo-marshaliana del distrito industrial. Estos distintos
enfoques tienen en común la existencia de un territorio geográfico específico y el
aprovechamiento de las externalidades positivas que producen las economías de
aglomeración (Porter, 1998; Shaver & Flyer, 2000), la concentración de
empresas similares en torno a una actividad económica común (Sheffi, 2012), y
el aprovechamiento de las externalidades a las empresas para lograr economías
de escala y reducir los costos de transacción (Coase, 1996; Williamson,
1996). En resumen, las escuelas económicas más relevantes que han formulado
teorías sobre las aglomeraciones empresariales o clústers son (de Langen,
2004): Diamond School, Porter (1990, 1998); New Economic
Geography, Krugman (1991); Fujita, Venables y Rugman, (1995); Industrial
District School: Becattini, (1990); Piore y Sabel (1984); Staber, (1998); Harrison,
(1992) y Population Ecologic, Metcalfe (1998); Hannan y Freeman (1989). Sin
pretensiones de exhaustividad, este amplio marco teórico permite clasificar las
aglomeraciones empresariales en tres grandes grupos: clústeres industriales,
clústeres regionales y distritos industriales. Estas categorías difieren tanto en sus
enfoques teóricos como en la naturaleza de las empresas aglomeradas y las
características de las relaciones entre las mismas.

1.1. Clústers industriales

La principales características de un clúster industrial o productivo son (i) la


actividad económica común que caracteriza a las empresas aglomeradas (Sheffi,
2012) y (ii) el potencial de un clúster para aumentar la eficiencia colectiva de las
transacciones mediante mecanismos de articulación empresarial (Altenburg,
2001). Vera & Ganga (2007) proponen que la mayoría de los estudios teóricos
sobre aglomeraciones empresariales se han enfocado en la innovación, en un
esfuerzo por identificar los factores que inciden en la generación de nuevas
tecnologías, con el fin de impulsar el crecimiento económico.

El concepto de “clúster industrial” tuvo su génesis en DiamondSchool, la escuela


de pensamiento económicoliderada por Michael Porter, quien a su vez, adoptó
como marco de referencia la escuela norteamericana de la planeación
estratégica. Para abordar el estudio de las aglomeraciones empresariales, Porter
adoptó “un enfoque holístico del análisis económico de los sectores productivos
para comprender la competitividad de las aglomeraciones de empresas en un
país” (Sengpiehl, 2010). Para este fin, introdujo dos conceptos clave: “clúster”
como unidad básica de análisis y la herramienta conocida como “Modelo de las 5
Fuerzas”. Esta herramienta analítica se utiliza comúnmente para identificar los
factores que permiten a determinadas industrias obtener ventajas competitivas
sustentables, determinar la incorporación de nuevas tecnologías a sus procesos y
generar actividades de aglomeración geográfica (Porter, 1990).

Porter desarrolló la teoría del clúster industrial a partir de sus observaciones


sobre las ventajas comparativas obtenidas por ciertos sectores manufactureros,
derivadas de la concentración territorial de empresas —Silicón Valley en E.U y
el distrito industrial Made in Italy”:

Porter, a partir de una amplia investigación sobre el comercio mundial, observa


que –especialmente en Italia, pero también en otros sitios- existen
concentraciones territoriales de pequeñas empresas que han adquirido una
notable ventaja en [producción de] (...) textil, vestido, calzado, piel, muebles y
cerámicas. Todo ello a pesar de la inicial superioridad tecnológica de las grandes
empresas del sector y los bajos costos relativos de la mano de obra de otros
competidores. (Becattini, 2002, pág. 22)
Por tanto, los sectores industriales tradicionales se constituyeron en el marco de
referencia inicial para el análisis de los procesos de clústerización. En este
contexto, se definió “clúster” como “concentraciones geográficas de empresas e
instituciones interconectadas en un campo particular. Un clúster agrupa un
rango de industrias vinculadas y otras entidades necesarias para la
competencia.” (Porter, 1998 pág. 78). A pesar de la diversidad de definiciones
existentes de clúster industrial, éstas convergen hacia considerarlo un recurso
teórico útil para describir la complejidad de las actividades productivas y por
comprender la relación entre éstas y el territorio.

En la literatura, el concepto “industria” también se ha extrapolado hacia grupos


de empresas de producción intelectual que pueden operar en forma no
aglomerada –industria de software, industria del entertainment-, mientras que el
término “clúster” se reserva para referirse a grupos de empresas que prestan
servicios similares –e. g. clúster turístico, clúster de servicios médicos-
localizados puntualmente en forma aglomerada. Desde este punto de vista,
un clúster puedeadoptar múltiples formas, que dependen de la profundidad de la
integración de las empresas y de la sofisticación de la industria.

Un clúster usualmente aglomera compañías productivas o de servicios,


proveedores de insumos, componentes, maquinaria y servicios especializados,
instituciones financieras e industrias conexas. De igual forma, en un clúster es
común encontrar empresas de la última fase de la cadena de suministro:
operadores logísticos, minoristas, distribuidoras, incluso clientes; o proveedores
laterales de la cadena: fabricantes de productos complementarios, proveedores de
infraestructura especializada. (Porter, 1998)

En un clúster también pueden encontrarse instituciones –privadas, públicas


y estatales- del sector del conocimiento tales como universidades, centros de
investigación o politécnicos, que ofrecen servicios conexos a la ciencia y la
tecnología, como investigación, consultoría, educación, capacitación,
información, asistencia técnica y fomento, con mayor o menor frecuencia
(Clarkson, Fink, & Kraus, 2007, pág. 347).

1.2. Clústers Regionales

De acuerdo con Isaksen (2001) un clúster regional puede definirse como una
concentración de empresas interdependientes geográficamente confinadas en un
territorio reducido. En contraste, según otros autores, el alcance geográfico de un
clúster regional puede comprender desde una ciudad, una región, un estado, hasta
agrupar varios países vecinos (Condo & Monge, 2002). Un clúster regional es
una categoría conceptual que puede situarse a medio camino entre un clúster
industrial y un distrito industrial. De este último rescata una gran atención e
interés en las ventajas competitivas que se pueden obtener del territorio: “...el
territorio no es solo un marco de la economía, sino un recurso económico”
(Becattini, 1979). En este contexto, “la calidad del territorio es lo que permite a
una tecnología cruzarse con una determinada cultura” y a las empresas de una
región encontrar y adaptarse a su entorno específico (Larrea-Aranguren, 2003).

Los clústers regionales se diferencian de los industriales en que están


conformados por aglomeraciones de empresas, no necesariamente iguales pero
próximas entre sí, que obtienen ventajas competitivas aprovechando las
externalidades, recursos y capacidades que les brinda un territorio en
particular. El concepto de “clúster regional” es un poco más amplio que
cualquiera de las otras categorías mencionadas: por ejemplo, todo distrito
industrial es una forma de clúster regional, pero no necesariamente un clúster
regional se constituye es un distrito industrial, pero en ambos casos se generan
externalidades (Isaksen, 2001). El concepto de clúster regional se debe
diferenciar de otros conceptos relacionados tales como redes regionales de
innovación, sistemas regionales de innovación y regiones de aprendizaje; todos
estos están relacionados con mecanismos formales e informales de cooperación
inter-empresarial, con un fuerte respaldo institucional.

Un caso paradigmático de un clúster regional que aprovecha las ventajas únicas


del territorio es el clúster de cultivo de salmón en el sur de Chile, el cual genera
más de 40000 empleos directos e indirectos (Campos, 2006). Los clústers
regionales también pueden aprovechar las ventajas que ofrece la “infraestructura
dura” presente en un territorio –compuesta por puertos, aeropuertos, carreteras,
etc.- (Becerra & Naranjo, 2008). Un ejemplo de este tipo de clúster es el parque
logístico de Zaragoza (España) PLAZA, el cual aprovecha la ubicación
estratégica de la ciudad para ofrecer servicios de transporte intermodal y
almacenamiento (Sheffi, 2012). Entre las ventajas que ofrece un clúster regional
están: regionalizar la política industrial y tecnológica en función del potencial de
las regiones; fortalecer la plataforma competitiva en términos de infraestructura
productiva y logística y crear mercados más eficientes con menores costos de
transacción. (Becerra & Naranjo, 2008).

1.3. Distritos Industriales

El concepto de “distrito industrial” tiene su origen en el trabajo de Alfred


Marshall, Principles of Economy (1890). Su análisis de la organización industrial
de Inglaterra a finales del siglo XIX fue divergente de la teoría económica clásica
–A. Smith, Malthus, D. Ricardo- que dominaba en Europa. En particular,
Marshall no compartía la idea de que mantener todas las operaciones productivas
en un mismo sitio, con alto grado de integración vertical, era un método de
producción superior a cualquier otro sistema con mayor dispersión territorial y
menor integración (Becattini, 2002 pág. 10). Marshall señaló que las primeras
aglomeraciones fabriles se dieron durante la revolución industrial en Europa:
inicialmente, las comunidades se desarrollaron en torno los recursos disponibles.
“Por ejemplo, la industria textil se desarrolló originalmente en áreas cercanas a
la materia prima de la lana, o cerca de un puerto marítimo en el caso de las
importaciones de algodón”(Clarkson et al., 2007). Marshall (1920, citado por
Clarckson, 2007) señaló que, en forma similar, las fábricas se situaron cerca de
fuentes de agua, como parte del proceso productivo o como fuente de energía –e.
g. molinería de trigo-. Sin perjuicio de razones triviales para las primeras
aglomeraciones, la interacción entre las fábricas de lana les permitió compartir
tecnología, investigación e información comercial; además que la simple
presencia de estas aglomeraciones atrajo mano de obra calificada hacia la zona.

Los distritos industriales se caracterizan por ser aglomeraciones de tipo regional,


orientadas hacia una industria tradicional de una región en particular. La escuela
del Distrito Industrial se enfoca en el análisis de los sistemas de producción
locales.

La literatura sobre los distritos industriales italianos enfatiza en la dimensión


social de estas aglomeraciones (Piore & Sabel, 1984; Cusmano, Morrison, &
Pandolfo, 2014). En los sistemas territoriales específicos, como el distrito
industrial de La Toscana, “La proximidad cultural y social, la cual se desarrolla
mediante una trayectoria industrial enraizada en tradiciones locales, reduce los
costos de transacción y favorece el intercambio de conocimiento, facilitando a su
vez, el surgimiento de un modelo de especialización flexible” (Cusmano et al.,
2014, pág. 5). La dinámica emprendedora es rasgo distintivo de un distrito
industrial, impulsada por prácticas de subcontratación entre las empresas, lo que
determina una clara división y especialización del trabajo a través de la cadena de
suministro. Las SME locales, altamente especializadas en eslabones específicos
de la cadena de suministro, conforman un “tejido empresarial” (Maillat, 1995;
Cusmano et al., 2014).

Existen claras coincidencias entre la teoría de los distritos industriales y los


clústers industriales. Becattini (2002, pág. 23) señala que el concepto de clúster
de empresas de Porter se acercó al concepto de distrito industrial marshaliano,
recuperando “una idea ‘metodológicamente hostil’ a la economía estándar, de
distrito industrial”

Aunque los conceptos de clúster industrial y de distrito industrial suelen ser


asumidos como equivalentes, existen marcadas diferencias entre ambos
conceptos que radican en tres aspectos básicos: (i) la vocación y tradición
regional de la industria, (ii) el tamaño de las empresas aglomeradas y (iii) los
mecanismos de gobernanza entre las empresas aglomeradas.

Tradición y tamaño de las empresas aglomeradas: un clúster industrial puede


generarse por relocalización de grandes empresas nacionales o extranjeras en
otros países o regiones, siguiendo estrategias de outsourcing, offshoring o
backshoring (Holl, Pardo, & Rama, 2012), lo cual puede implicar ciclos de
inversión/desinversión extranjera directa –FDI- (Holl & Rama, 2014) y
cuantiosas inversiones en activos y bienes de capital en un entorno y cultura
desconocidos. Por su parte, la mayoría de los distritos industriales están
conformados por pequeñas empresas locales de larga tradición y arraigo en la
región, con una connotación social e institucional de la cual carece el clúster
industrial (de Langen, 2004). El arraigo –embededness- es inherente al distrito
industrial; la evidencia empírica ha demostrado que éste es una variable clave del
desempeño organizacional de las empresas que lo conforman: en los distritos
industriales españoles, se encontró que a mayor arraigo de una empresa en un
distrito industrial, mayor es el efecto de sus competencias distintivas sobre el
desempeño organizacional (Camisón, 2004).

Clúster industrial Distrito industrial Clúster Regional


Tipo de Similares entre sí Afines a una Próximas entre sí,
empresas actividad económica pueden ser
aglomeradas tradicional disímiles
Tamaño de Tiende a estar Tienden a estar De diversos
las empresas conformados por conformados por tamaños,
grandes empresas redes de SMEs agrupadas en un
territorio
Tradición Baja, puede Alta, está ligado al Alta, está ligado
generarse arraigo de la industria al arraigo a las
por outsourcing o local ventajas
relocalización, comparativas de
la región
Costos de Altos Bajos Bajos
transacción
Gobernanza Regulada por Regulada por redes Regulada por
contratos de empresas redes de empresas
Obtención de Por competencia Por cooperación Por la ventaja que
la ventaja entre las empresas entre las empresas brinda el territorio
competitiva aglomeradas aglomeradas
Gobernanza al interior del clúster industrial: existen 2 factores que determinan
la “calidad” de la gobernanza (de Langen, 2004, pág. 56): (i) el nivel de los
costos de transacción. (ii) el alcance de la coordinación “más allá del
precio”. Los costos “de operar en el mercado” (Coase, 1996) incluyen: costos de
asociación, negociación y acuerdos; costos de elaboración, seguimiento y
verificación de contratos específicos; costos de monitoreo y medición del
desempeño y la calidad (Williamson, 1996). Mientras que en un clúster
industrial los costos de transacción son más altos –debido a que las relaciones de
integración vertical, derivada de la especificidad de los activos, obliga aelaborar
y monitorear contratos más detallados- (Williamson, 1996), en los distritos
industriales los costos de transacción bajan –debido a que la gobernanza está
regulada por amplias redes de subcontratación, división y especialización de la
cadena de suministro y de esquemas de cooperación interempresarial más que de
intensa competencia- (Cusmano et al., 2014). En contraste, la intensidad de la
competencia intra-empresas es característica inherente al clúster industrial
(Porter, 1998).

Tabla 1. Comparación entre clústers, distritos industriales y clústeres


regionales

Fuente: elaboración propia

Una diferencia clave entre estos conceptos es el papel de las instituciones.


Harrison (1994, citado por de Langen, 2004) critica el marco teórico de Porter
por no incluir el término “instituciones”, ni referenciar en éste a la teoría
económica institucional. A pesar de discutir temas institucionales como el
sistema educativo o las normas sociales, Porter no consideró la influencia de las
instituciones en la competitividad, mientras que en la escuela de los distritos
industriales, el tema institucional juega un rol protagónico.

2. El “Efecto Clúster” y estrategias de competitividad


regional
El vínculo entre aglomeración de empresas y obtención de ventajas competitivas
es reconocido como una idea originalmente planteada por Marshall: “Marshall
(1890) notó que el conocimiento y el saber-hacer se acumulan en las regiones y
llegan a ser localmente socializados en una ‘atmósfera de industria local’ que a
su vez fomenta la creación innovadora de nuevas ideas.”(Clarkson et al., 2007,
pág. 347). A su vez, Porter retoma la idea de la innovación como razón
fundamental del logro de ventajas competitivas: “Las empresas obtienen ventaja
competitiva mediante actos de innovación. Abordan la innovación en su sentido
más amplio, incluyendo tanto nuevas tecnologías como nuevas maneras de hacer
las cosas.”(Porter, 1990, pág. 6). La evidencia empírica de los trabajos de Porter
y otros investigadores reivindican los postulados de Marshall en el sentido de que
la formación de clústers genera sinergias entre los participantes de la industria;
que la principal de estas sinergias es el aumento de la innovación y que esto a su
vez es la causa de la generación de ventajas competitivas del grupo de empresas
aglomeradas en una región.

En este orden de ideas, una apuesta regional por impulsar un determinado clúster
–por ejemplo, logístico- en un determinado sitio, aprovechando ventajas
comparativas territoriales, se constituye en una estrategia para mejorar la
competitividad de toda la región. Porter señala que el concepto de clúster
encierra una paradoja: “las ventajas competitivas sostenibles en una economía
global descansan incrementalmente en aspectos locales –conocimiento,
relaciones, motivación- que los distantes rivales no pueden equipar” (Porter,
1998). Esta frase de Porter ha llevado a acuñar el término “glocal” en el contexto
de la competitividad empresarial.

Las tesis sobre el “efecto clúster” han sido probadas empíricamente en varios
países. En España, la literatura señala que: “La evidencia empírica ha encontrado
diferencias positivas o un ‘efecto clúster’ en la productividad, tasas de
innovación y carácter emprendedor de empresas industriales pertenecientes a un
mismo sector entre las localizadas en esas aglomeraciones frente a aquellas que
estaban aisladas” (Puig, González-Loureiro, & Marques, 2014). Desde la
perspectiva estratégica, algunos trabajos empíricos apoyan el efecto clúster y
postulan que tales externalidades se presentan debido a los tipos de ventaja que
ofrece la participación en un clúster: ventajas compartidas, ventajas competitivas
y ventajas comparativas (Camisón, 2004).

En Europa oriental se ha planteado que la formación de clústers tiene un efecto


catalítico sobre la propensión de las empresas a la innovación, entre otras
ventajas. Clarkson et al. (2007) condujeron una investigación empírica con
SME’s de la antigua Alemania Oriental y Polonia que evidencia que la
interrelación entre el diseño de políticas económicas y las empresas es
fundamental para impulsar el establecimiento de clústers industriales y de
servicios como motor del desarrollo regional sostenible. Esto sugiere que el
llamado “efecto clúster” podría ser aprovechado estratégicamente mediante
generación de políticas públicas para fomentar el incremento de la
competitividad regional.
3. Clústers, competitividad y políticas públicas en países
desarrollados
Los casos de estudio de políticas públicas de fomento, promoción y apoyo a la
formación de clústers en países industrializados ofrecen múltiples enseñanzas y
experiencias, factibles de capitalizar en el diseño de políticas de competitividad
en países y regiones en vías de desarrollo (Cortrigth, 2006). En Estados Unidos,
los clústers son “la unidad organizacional clave para comprender y mejorar el
desempeño de las economías regionales. La base de una economía regional son
un grupo de clústeres, no una colección de empresas desconectadas.” (Cortrigth,
2006, pág. 4). Las empresas “clústerizadas” se benefician al ubicarse próximas a
otras similares dado que tienen fortalezas y necesidades competitivas comunes.

La “mentalidad-clúster” permite orientar colectivamente y no de forma


individual las políticas de desarrollo económico-empresarial. Para Cortrigth, es
más fructífero trabajar en problemas comunes con grupos de empresas que
hacerlo aisladamente. Desde la perspectiva norteamericana, un enfoque clúster
hace a las regiones menos dependientes de subsidios económicos estatales y de
esfuerzos individuales de fomento empresarial. La mentalidad norteamericana de
clúster ofrece importantes lecciones para las políticas y prácticas de desarrollo
económico.

Sin embargo, la visión anglosajona del rol intervencionista del Estado en la


economía mediante políticas públicas difiere en varios aspectos de la de Europa
continental. En España, la literatura evidencia que la especialización de ciertas
áreas geográficas en actividades en las que tienen “ventajas naturales” respecto a
otras zonas, atrae cada vez mayor número de empresas y más recursos
especializados en una especie de “espiral virtuosa”. “En ocasiones, las políticas
industriales favorecen una forma deliberada de desarrollo de la actividad, dando
lugar a «iniciativas clúster»” (Puig et al., 2014).

En contraste con la posición de Puig et al (2014), Gonzalez-Loureiro y Figueroa


(2011), Clarckson et al (2007) y otros autores europeos, para Cortrigth “...es
difícil para las políticas públicas crear nuevos clústers deliberadamente”. En su
lugar, “políticos y empresarios deben promover y fomentar las condiciones
económicas que permitan la emergencia de nuevos clústers”(2006). Este entorno
empresarial estimularía la generación de conocimiento, el emprendimiento y la
disponibilidad de capital.

Tabla 2. Diferencias de las posiciones americana y europea frente al


desarrollo de clústers
Aspecto Enfoque norteamericano Enfoque europeo
Intervención Los clústers nacen El papel del Estado es
estatal espontáneamente, sin fundamental en el impulso a la
intervención del Estado. creación de clústers
Inversión estatal El enfoque clúster corta La inversión estatal es crucial
con la dependencia de los para estimular el desarrollo de
estímulos estatales. Cero los clústers. Las políticas
intervención del Estado en públicas impulsan el desarrollo
asuntos del mercado. de clústers.
Políticas públicas Políticas públicas La política pública escoge un
diferenciadas para sector de la economía y le
diferentes tipos de apuesta. Las políticas públicas
clúster. Las políticas so decisivas en el desarrollo de
públicas no crean clústers nuevos clústers.
deliberadamente.
Direccionamiento Construir sobre las Aprovechar las ventajas
de nuevos fortalezas de la región, no geográficas
clústers emular otras comparativas. Aprovechar el
regiones. Fomentar un arraigo y tradición de la
entorno que ayude a surgir industria local
nuevos clústers en lugar de
crear un grupo específico a
partir de cero.

Fuente: elaboración propia

4. El desarrollo de clústers en América Latina.


El desarrollo de los conceptos de distrito industrial y clúster industrial a partir de
la tradición marshalliana y posteriormente porteriana se fundamentó en estudios
económicos sobre las condiciones de competitividad de empresas exitosas
presentes en países industrializados, especialmente el Reino Unido y los Estados
Unidos. En consecuencia, el estudio de la competitividad en la tradición
anglosajona desarrolló un concepto de clúster restringido a las industrias más
competitivas de esos países, excluyendo las menos competitivas. Es decir, se
presume una asociación entre la pertenencia a un clúster y la alta competitividad
de las industrias que lo conforman, medida por el éxito financiero y poder
económico. Sin embargo, existe una marcada diferencia entre un clúster
industrial formado por grandes empresas de alto nivel tecnológico y poder
económico y el distrito industrial a la italiana, conformado básicamente por SME
–pymes-.
El modelo clúster ha sido aplicado frecuentemente en estudio de competitividad
en industrias que no constituyen un clúster plenamente desarrollado, pero que
muestran cierto potencial. Una definición ampliada de clúster no se limita a
grupos de empresas de alta tecnología, típicos de países industrializados, donde
el entorno institucional y el clima de negocios es propicio para generar niveles
avanzados de competitividad (Condo & Monge, 2002). Según este enfoque
alternativo, se puede considerar objeto de análisis cualquier grupo de empresas
geográficamente concentrado, presumiendo un efecto sinérgico del ambiente
competitivo de un clúster: el entorno competitivo común favorece más la
competitividad de una empresa intra-clúster que la potencial competitividad
generada en forma aislada (Puig et al., 2014). Sin embargo, sería sensato que
esta propiedad sinérgica atribuida al “efecto clúster” fuera matizada y
diferenciada, según el tipo de empresas aglomeradas y el tipo de país
estudiado. Este factor es crítico, especialmente para el caso de las SME, en
contraste con las grandes industrias y para los países sub-desarrollados en
contraste con los países industrializados.

Aunque existen algunos ejemplos fallidos de “políticas-clúster”, en general hay


fuerte evidencia de que unir fuerzas en un clúster conlleva beneficios adicionales
para las SME que toman esta decisión (Karaev, Koh, & Szamosi, 2007). La
literatura da cuenta de resultados positivos de políticas de clústerización en
países industrializados y economías desarrolladas. Sin embargo, en países “en
vías de desarrollo”, no hay evidencia de que una política-clúster genere efectos
positivos adicionales a los ya generados por las políticas de fomento empresarial
existentes.

Sin embargo, a pesar que no existe evidencia sólida que apoye que las ventajas
de la clústerización aplican para las economías no industrializadas y para todos
los contextos sociales y culturales, en Latinoamérica se defiende entusiastamente
el modelo del “diamante estratégico” como herramienta de análisis en estudios de
competitividad.

...el valor explicativo de la teoría de Porter tiene un ámbito de aplicación más


amplio que el del selecto conjunto de clústers altamente competitivos de los
países industrializados, pues (...) puede ser aplicada a grupos de empresas
espacialmente concentradas que corresponden a una amplia gama de grados de
desarrollo competitivo. (Condo & Monge, 2002, pág. 6)

En consecuencia, la fortaleza empírica de la aplicabilidad de la teoría porteriana


radicaría en que las fuerzas que determinan la competitividad empresarial no son
exclusivas de clústers de talla mundial, sino que se manifiestan también –con
menos intensidad- en sectores primarios de la economía –como la industria
agrícola o la extractiva-, o en sectores secundarios poco competitivos –como la
maquila textil de Centroamérica- apalancados en ventajas comparativas como el
bajo costo de la mano de obra.

La evidencia de estudios latinoamericanos de competitividad sugiere la


aplicabilidad e idoneidad del marco conceptual porteriano, del modelo de análisis
de clúster y de la herramienta del “diamante estratégico” en el entorno
empresarial y regional en países en desarrollo, y en especial en países
latinoamericanos y del Caribe. Aunque la literatura no evidencia la aplicabilidad
universal de la teoría de clústers, cabe resaltar la importancia de estos estudios
aplicados para la comparación y contrastación con el caso del Caribe
colombiano. Los países analizados en el informe CLACDS [3] –Guatemala, El
Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá- (Condo & Monge, 2002)
guardan fuerte afinidad geográfica y cultural con la región caribe colombiana, de
donde se puede presumir que existen similitudes en cuanto a los obstáculos y
amenazas del entorno que enfrentan las empresas de estos países para aumentar
su competitividad.

En el contexto latinoamericano, la gran apuesta en estrategia nacional de


competitividad es el proceso de desarrollo de “clústers logísticos” en ambos
extremos del canal de Panamá; el gobierno panameño busca posicionar ese país
como el centro del comercio y la logística de las Américas (Rivera, Sheffi, &
Welsch, 2014). El caso de Panamá, un país cercano geográfica e históricamente
al caribe colombiano, y su estrategia de competitividad nacional, son de gran
interés como referente para estudios similares en la región. Una de las estrategias
de competitividad adoptadas por Panamá es la creación de “Special Economic
Zones” –SEZ-. La razón de ser de estas zonas es la atracción de inversión
extranjera directa, mediante incentivos económicos a países, que de otra forma
no se interesarían en desarrollar las industrias locales (Sigler, 2014). Sin
descuidar que dichas inversiones extranjeras se realicen en el marco de unas
adecuadas condiciones laborales que logren cualificar la mano de obra y sirva a
reducir los índices de pobreza (Balza-Franco V, Cardona, D. 2015).

La interrelación entre estos “polos de atracción”, la estrategia de clústerización


como estímulo a la competitividad regional y el desarrollo de “clústers
logísticos” en el contexto del Caribe es un tema de gran relevancia y de futura
investigación.

5. Conclusiones
Un clúster industrial se caracteriza por la actividad económica común de las
empresas aglomeradas y por el potencial del clúster para aumentar la eficiencia
colectiva de las transacciones mediante mecanismos de articulación empresarial.
Un concepto genérico de clúster se derivó del concepto original de clúster
industrial, evolucionando hacia aglomeraciones empresariales que incluyen al
sector servicios.

Los clúster regionales, a medio camino entre los clústers y los distritos
industriales, se conforman por aglomeraciones de empresas, no necesariamente
similares, pero que logran ventajas competitivas aprovechando las
externalidades, recursos y capacidades que les brinda el territorio. Las
diferencias entre clústers y distritos industriales radican en tres aspectos básicos:
(i) la vocación y tradición regional de la industria, (ii) el tamaño de las empresas
aglomeradas y (iii) los mecanismos de gobernanza entre las empresas
aglomeradas.

Un clúster industrial puede generarse por iniciativas público-privadas impulsadas


por políticas públicas de competitividad; por relocalización de grandes empresas
nacionales o extranjeras, que siguen estrategias de outsourcing u offshoring; o
por simple aglomeración geográfica, aprovechando ventajas comparativas del
territorio. En contraste, los distritos industriales se conforman por pequeñas y
medianas empresas locales de rancia tradición y fuerte arraigo regional, con
connotaciones sociales e institucionales, ausentes en el clúster industrial. El
arraigo es inherente al distrito industrial; éste es una variable clave del
desempeño organizacional de las empresas que lo conforman. A mayor arraigo
de una empresa en un distrito industrial, más pesan sus competencias distintivas
en el desempeño organizacional

Una diferencia clave entre ambos conceptos es el papel de las instituciones. El


marco teórico de Porter no incluye el término “instituciones” ni referencia la
teoría económica institucional. A pesar de tratar temas institucionales, Porter no
consideró la influencia de las instituciones en la competitividad, mientras que
para la escuela del distrito industrial, el tema institucional es fundamental.

La evidencia empírica reivindica a Marshall en el sentido de que la


“clústerización” genera sinergias entre los participantes de la industria; que la
principal de estas sinergias es el aumento de la innovación y que esto a su vez
genera ventajas competitivas en el grupo de empresas aglomeradas. En este orden
de ideas, las políticas públicas para impulsar un determinado clúster en un
determinado sitio, aprovechando ventajas comparativas territoriales y el llamado
“efecto clúster”, se constituyen en una estrategia para incrementar la
competitividad de toda la región.
A pesar de algunos casos fallidos de “políticas-clúster”, en general hay fuerte
evidencia de los beneficios adicionales que representa para las pymes unirse en
un clúster. La literatura da cuenta de resultados positivos de políticas de
clústerización en países industrializados y economías desarrolladas; sin embargo,
en países “en vías de desarrollo”, no hay evidencia de que una política-clúster
genere efectos positivos adicionales a los generados por las políticas de fomento
empresarial ya existentes. Sin embargo, no existe evidencia sólida que apoye que
las ventajas de la clústerización aplican para las economías no industrializadas y
para todos los contextos sociales y culturales.

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1. Vladimir Balza-Franco. Ingeniero Industrial, Universidad del Norte


(Colombia), Especialista en Finanzas (Universidad del Norte), Magíster en
Administración (Universidad del Norte). Candidato a PhD en Administración,
Universidad del Norte. Docente-investigador asociado, Facultad de Ingeniería,
Universidad del Magdalena (Colombia). Becario Programa de Formación
Avanzada (2013-2016), Universidad del Magdalena. Pasante de investigación
doctoral (2015), Universidad Politécnica de Madrid
(España). Email: vbalza@unimagdalena.edu.co
2. Diego Cardona Arbeláez. Administrador de Empresas, Universidad de
Cartagena (Colombia), Especialista en Gerencia de Mercadeo, (Universidad
Jorge Tadeo Lozano), Magister en Desarrollo Empresarial, (Universidad de
Magdalena). Candidato a PhD en Administración y Becario Apoyo Financiero
Universidad del Norte. Pasante de Investigación Doctoral (2016) Universidad
de Valencia (España). Docente Investigador Universidad Libre (Colombia).
Email: dcardonaa@uninorte.edu.co
3. Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible.
Programa “Agenda Centroamericana para la Competitividad y el Desarrollo
Sostenible” (ACCDS, 1996-1999)

Revista Espacios. ISSN 0798 1015


Vol. 37 (Nº 36) Año 2016
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