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e llega por WhatsApp Sopa de Wuhan, una compilación de artículos

por luminarias filosóficas en torno al Covid-19. Es un mes de escritos

producidos al filo de la crisis sanitaria, del 28 de febrero al 28 de

marzo; en la tapa, estilo fanzine universitario, hay murciélagos de

boquitas asesinas. Mientras los animales descienden sobre las

ciudades y los humanos se esconden en sus cubiles, el virus hace

bajar a los filósofos de sus torres de cristal, con resultados dispares.

Dos artículos del gran Giorgio Agamben lo dejan disputando el trono

del Negacionismo Viral junto a Jair Bolsonaro. Para Giorgio, el

terrorismo habría agotado sus capacidades de impresionar a la

población, así que la pandemia es el pretexto perfecto aunque es

apenas una gripe (o gripezinha, à la Jair). Agamben añade: hay una

tendencia a utilizar el estado de excepción como paradigma de

gobierno. El virus viene a confirmar su teoría; la cuarentena es lo que

los gobiernos vienen buscando desde antes del Covid: que no nos

abracemos, que el contacto humano se reduzca a mensajes online.

Jean-Luc Nancy interviene con delicadeza: Giorgio sigue siendo una

persona excepcional, aunque se equivoque. Un argentino en Wuhan

tras la cuarentena: "Tenés miedo de sentirte mal por cualquier cosa"

Por su parte, Zizek y Bifo se excitan imaginando el apocalipsis, el fin

del mundo (que otros llaman capitalismo) que conocemos. Lo que no

pudo la voluntad política lo puede el virus, se fascina Bifo. Son como


cardenales medievales que miran al cielo y celebran la llegada del

castigo celestial, que al fin enseña a los humanos (occidentales,

blancos, etc.) el horror de su impía existencia. Solo que el pecado

ahora se llama capitalismo: cuando la gula (consumo) y la falta de

caridad (inequidad) se hacen sistema. Tercera intervención de

Agamben, en modo sacerdotal: la peste estaba ya entre nosotros, no

vivíamos de una forma correcta. La filosofía contemporánea remeda

el agujero que dejó la Iglesia cuando perdió la batalla cultural contra

Lutero. El genial Paul B. Preciado le da un marco histórico al Covid

haciendo un update de Foucault, pero al final de su análisis sugiere

desconectarse de internet para escapar al control. Una especie de

ojos que no ven, capitalismo extractivista que no siente. Dice Paul:

usemos la cuarentena para estudiar las formas minoritarias de

resistencia, y me las imagino con Butler organizando brigadas trans

contra los virus. Sería genial montar brigadas para coser barbijos en

comunidades precarizadas, trans o cis. Afirman haber encontrado al

primer paciente de Covid-19, una vendedora de mariscos Dicen que

el Covid te hace perder el gusto, pero la sopa de Wuhan deja un

sabor amargo, la sensación de haber probado un menú de recetas

moribundas. La idea de que el Imperio te quiere explotar parece

extremadamente narcisista; Trump se ha mostrado tan incompetente

y perdido, y Estados Unidos tan desesperado, que quizás sea uno de


los lugares más golpeados por la crisis. La búsqueda de culpables y

el reflejo por sentirse víctimas no hace más que fogonear el

resentimiento como fuerza psicopolítica, la antesala del fascismo. La

cuestión de la desigualdad crucial aparece en los berlineses Markus

Gabriel (pandemia significa “de todos”, y eso debería ayudarnos a

pensar una identidad planetaria) y Byung-Chul Han (el único que mira

el planeta entero). ¿Cómo puede ser que Europa no distribuya

barbijos, prenda fundamental del invierno asiático –y de la lucha

contra el virus–?, se pregunta Byung. Menos eclesiástico, Byung no

busca presentar a la sociedad como la víctima que recibe su castigo

natural por sus excesos y errores. China sugiere que el ejército de

EEUU podría haber llevado el coronavirus a Wuhan Pienso en qué

escribiría Jorge Dotti, héroe de la filosofía política en América Latina,

fallecido hace dos años por esta época. Lo veo sonriendo con

picardía porteña ante el desastre de los foucaultianos; le hubiera

divertido verlos vivar el revival del Soberano. Dotti: la naturaleza

desobedece nuestras teorías, y eso nos puede tentar a ver el virus

como una forma de derecho natural. El temor de Dios funda el

Estado: pero cuando se destruyen los valores conservadores (como

buscó el nietszchismo y el foucaultismo) queda lo económico como

único valor, y el flujo del capital se vuelve una especie de Dios que

modela sus mentes y palabras. Cae una lágrima, moja mi


rompecabezas. (Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional

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