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El Bosco, El hombre árbol, Pluma y bistre.

El alumno y la infancia:
A PROPÓSITO DE LO PEDAGÓGICO
Jan Masschelein
Resumen
EL ALUMNO Y LA INFANCIA: A PROPÓSITO DE LO PEDAGÓGICO
Este artículo propone, a partir de algunos textos de Randére, y por medio de una analogía, diferenciar el alumno y la infancia, para
mostrar que un pensamiento educativo de la emancipación aspira a liberarse del alumno. El espacio pedagógico así liberado implica
una nueva forma de ser maestro.

L'ELEVE ET L'ENFANCE: A PROPOS DU PEDAGOGIQUE


Cet article se propose de différencier l'élève et l'enfance à partir de quelques textes de Rancière. Utilisant une analogie, l'article
montre qu'une pensée éducative de l'émancipation cherche à s'affranchir de l'élève. De sorte que l'espace pédagogique libéré
implique une nouvelle manière de être maître.

THE STUDENT AND CHILDHOOD: REGARD TO THE PEDAGOGIC


This article proposes, from some Ranciere's texts and through an analogy, to differentiate the student and childhood, in order to
show that an educational though of emancipation aspires to liberate from the student. The pedagogical space liberated in that way
implies a new way of being a teacher.

Palabras Clave
Jaques Ranciere, pedagogía, lo pedagógico, alumno, infancia, emancipación, maestro
Jaques Ranciére, pedagogy, the pedagogic, student, childhood, emancipation, teacher
El alumno y la infancia: a propósito
DE LO PEDAGÒGICO
Jan Masschelein*
Traducido por Lucía Estrada Mesa**

Jacques Ranciére nos ha partir de algunos textos de Rancière, y por


hecho conocer la diferen­ medio de una especie de analogía, el desarro­
cia entre la policía y la po­ llo de una diferencia entre el régimen peda­
lítica (véase, por ejemplo, gógico o la pedagogía, por un lado, y lo peda­
Ranciére, 1998). Esta diferencia implica aque­ gógico, por otro. Esta diferencia implicaría la
lla entre la población y el pueblo. El pueblo, el que existe entre el alumno y la infancia. Para
demos de la democracia, es -según él-, «el esta tarea, pienso apoyarme principalmente
suplemento que separa la población de sí mis­ en dos textos de Rancière: Le maître ignorant
ma» (172). La aparición del pueblo excede al [El maestro ignorante] (1987), claro está, pero
conjunto de los sujetos de un gobierno, de también en un pequeño texto titulado Un
un Estado o de una comunidad. Con la apari­ enfant se tue (Un niño se mata) (1990), en el
ción del pueblo se abre el espacio político que cual comenta el filme de Rosselini, Europa 51.
pone la igualdad al orden del día. La existen­ Es importante señalar que no estoy sugirien­
cia del pueblo (y por consiguiente de la igual­ do que mi lectura refleja simplemente la posi­
dad) no es un hecho, pero constituye el reto ción de Rancière. Más bien, quiero tomar en
mismo de la política (175). La política es la serio algunas indicaciones de dichos textos y
manifestación de «la diferencia de la sociedad tratar de mostrar cómo pueden inspirar un
consigo misma» y la actualización de la pre­ pensamiento educativo de la emancipación
suposición igualitaria (184); la policía es el arte que no aspira a liberar al alumno, sino a libe­
de la gestión de las comunidades y de las po­ rarse del alumno (véase también Masschelein
blaciones que coinciden consigo mismas y en y Simons, 2003).
las cuales todo el “mundo” encuentra su lu­
gar. En este contexto, quisiera proponer la infan­
cia como un nombre para el suplemento o el
No quiero detenerme demasiado en esta dife­ vacío que separa al alumno de sí mismo. La
rencia entre la policía y la política, que es, infancia remitiría, entonces, al vacío que se­
además, mucho más compleja de lo que su­ para al alumno de todo aquello con lo cual
giero aquí. Quisiera proponer, más bien, a hace cuerpo inteligiblemente, es decir, de todo

* Profesor de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.


Dirección electrónica: Jan.Masschelein@ped.kuleuven.ac.be
** Directora del Centro de Idiomas de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellin.
Dirección electrónica: idiomas@unalmed.edu.co

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aquello que él representa en el orden de la hay que entender el comprender en su verdadero


realidad y de la comprensión. Y diría que el sentido: no el irrisorio poder de levantar el velo
alumno o más bien los alumnos constituyen de las cosas, sino la potencia de traducción que
la población del régimen pedagógico o de la confronta un hablante con otro hablante [...]
pedagogía entendida como el conjunto de voluntad de adivinar [...] lo que tiene para de­
saberes y de estrategias que se concentra so­ cirle un animal razonable (109-110).
bre los alumnos como sus sujetos/objetos y
que los hace visibles y tangibles en términos Y tercero, la potencia del pensamiento o de la
de necesidades, de talentos, de intereses, de reminiscencia: «el llamado de un sujeto pen­
carácter, etc. Se trata, para la pedagogía, de sante hacia su destino» (1990, 142), llamado a
conducir los alumnos al saber, al conocimien­ la palabra que le ha sido destinada, es decir,
to y a la competencia, es decir, allí donde todo potencia de recordarse a sí mismo o «de acor­
encuentra su lugar, su explicación y su res­ darse de sí convirtiéndose en extranjero» (164).
puesta apropiados. La pedagogía coloca, en
primera y en última instancia, la identidad del Esta triple potencia va a la par con una exposi­
alumno consigo mismo. La aparición de la ción o, si se quiere, con un ser entregado a los
infancia rompe y excede la identidad del alum­
no consigo mismo. Con esta aparición se abre otros, una dependencia o vulnerabilidad. La
el espacio de lo pedagógico que tiene como exposición remite a la aparición de los niños
reto la indeterminación y el porvenir. Permí­ como “seres de palabra” (1987, 22). Pero, ¿qué
tanme elucidar algunos de estos planteamien­ significa que los niños son “seres de palabra”?
tos. Esto quiere decir que son seres que hablan,
pero, primero y sobre todo, que
Ante todo, ¿cómo interpretar ese vacío o ese
suplemento que hace que el alumno no coin­ se les ha dirigido una palabra de hombre que
cida consigo mismo? ¿Cómo comprender la ellos quieren reconocer y a la cual quieren res­
infancia si no se la comprende como un esta­ ponder, no como alumnos o como sabios, sino
do temporal o como una edad determinada? como hombres; como se responde a alguien que
Creo que se la puede comprender, por una nos habla y no a alguien que nos examina: bajo
parte, como potencialidad o potencia, y por el signo de la igualdad (22).
otra, como exposición. Con relación a la po­
tencia, se podría distinguir, de hecho, entre Un ser de palabra está siempre, entonces, en
tres posibilidades. Primero, la potencia de la posición de ser interpelado, se le impone
movimiento, es decir, la potencia de ir fuera una carga, y él está encargado de responder.
de sí mismo o voluntad, puesto que, como lo Así, se podría decir que la infancia como va­
entiende Ranciére, la voluntad no es en cío implica una carga (o una deuda) de res­
premier lugar instancia de elección, sino po­ puesta. Además, un ser de palabra está expues­
tencia de movimiento (1987,92), potencia para to a los otros y a las palabras de los otros, ya
ponerse en marcha, de ir a ver y de hablar
por sí mismo. Por voluntad «entendemos ese que hablar es siempre hablar (y expresarse)
retorno sobre sí del ser razonable que se co­ en las palabras de los otros (21), y puesto que
noce como actuante» (97). Después, la poten­ hablar de algo sólo es posible hablando a al­
cia de la palabra, es decir, la potencia de tra­ guien. Lo que implica también que «el hom­
ducción o inteligencia, puesto que hay que bre está condenado a [...] callarse o, si quiere
entender la inteligencia como potencia de tra­ hablar, a hablar indefinidamente, ya que tie­
ducción. La inteligencia tiene que ver con la ne siempre que rectificar [...] lo que acaba de
comprensión, pero hay que comprender lo decir» (109). Es así por el hecho de que cada
que significa comprender:

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palabra «se fecunda por la voluntad del que se pierde y cómo esta perdición no acarrea la
escucha» (107) y porque lo que alguien tiene pérdida del mundo sino que abre al mundo.
que decirnos, «sus expresiones, sólo se ago­ No es que este viaje vaya de una representa­
tan por nuestra contra-traducción» (119). Así, ción a otra. La película nos muestra, de he­
el ser de palabra es un ser expuesto a (las pa­ cho, la aparición de la infancia como poten­
labras de) los otros, que nos piden alguna cosa cia y exposición que emprende «una marcha
y nos conducen más allá de nosotros mismos, interminable en la cual el sujeto excede todo
que nos ponen, ya no en una posición de do­ aquello con lo cual hacía cuerpo inteligible­
minio o de independencia (una posición de mente» (152). Y lo que mueve a Irène son las
adulto), sino en una posición de dependen­ palabras «que el niño habría dicho en el hos­
cia indeterminable, de vulnerabilidad irrecu­ pital, por las cuales, habría dado significado a
perable, en una ex posición (en la infancia). su acto» (145), y que ella no había escuchado,
Naturalmente, el alumno está también en una pero quiere comprender.
situación de dependencia, pero la posición del
alumno no es una ex posición, sino una posi­ Es con relación a dichas palabras que Ranciére
ción ya bien definida y determinada (o a de­ nos permite entender que la obra de Rosselini
terminar) por la pedagogía, una posición no es sólo un filme de formación, sino que
deficitaria de no-sapiente o de no competen­ también nos muestra lo que es la pedagogía.
te. La pedagogía constituye, de hecho, la neu­
tralización de la potencia (de la infancia) y la
¿Cómo interpretar, entonces, lo pedagógico? Lo inmunización de la exposición. Comienza con
que se puede entender como lo pedagógico la producción o la aparición de Irène como
puede ser elucidado a partir del fascinante alumna, es decir, como no-sapiente y no cons­
comentario que Rancière propone del filme ciente, y entonces, con la imposición del or­
de Rosselini: Europa 51. Ese filme nos mues­ den de la realidad y del saber. Les recuerdo
tra la historia de Iréne, una burguesa adine­ que son las palabras del niño las que alientan
rada completamente ocupada y absorbida por a Irène en su marcha y las que ponen en acto
su vida mundana, pero que, después del sui­ a la infancia. Pero no es ella quien las ha escu­
cidio de su hijo, se compromete «en un viaje chado sino que es Andrea, un pariente, un
al interior de la miseria y de la caridad, cuyo periodista, el que las escuchó. Es él quien nos
escándalo conducirá a sus parientes a inter­ permite conocer el trabajo de la pedagogía y
narla» (1990, 140). Rancière nos permite com­ el que nos ofrece, precisamente, una ilustra­
prender dicho filme, en cierto sentido, como ción del maestro explicador y sabio que cons­
un filme de formación. En un cierto sentido, tituye lo contrario del maestro ignorante. Este
ya que en la lectura de Rancière ese filme de trabajo de la pedagogía consiste, esencialmen­
formación nos cuenta una cosa muy diferen­ te, en ofrecer un programa, en proponer una
te a lo que se conoce de las antiguas novelas “visita guiada” para llegar al saber (145), un
de formación. De hecho, no se trata, para trayecto a seguir para llegar a una compren­
Iréne, de reencontrarse, de ser ella misma o sión de las palabras. Una comprensión que
de tener conciencia y autoconciencia de lo que está ya dada, pero de la cual Irène debe llegar
le está pasando o de lo que le pasó. La obra a ser consciente. Ese trayecto es el del desvela­
nos muestra, por el contrario, cómo una mu­ miento, el de las razones y de las explicacio­
jer es conducida más allá de sí misma, cómo nes, el que guía detrás de las palabras a las

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cosas que las explican, a las explicaciones de de preguntarse por lo que se va a hacer con lo
por qué el niño se ha matado: «detrás de las que ha sido dicho. «Ahora bien, la cuestión
palabras, hechos que las contradicen; detrás no es develar, es delimitar [...] Trabajo de la
de los hechos, otras palabras que los explican. singularización de síy del otro» (159). El obje­
La respuesta a la pregunta ¿qué pasa? siem­ tivo no es, entonces, la comprensión que le­
pre está ya dada» (148). Dichas explicaciones vanta los velos y muestra la realidad que hay
e interpretaciones que determinan los luga­ detrás. No se trata de una explicación o de
res y los espacios que dan a todo y a cada uno encontrar una respuesta a la pregunta sobre
su lugar y definen sus relaciones, conducen, el por qué. El pensamiento no pregunta lo que
según Rancière, a la perdida de la poencia del es una cosa, o sí ella existe y por qué. Asume
pensamiento. Ellas funcionan como los siste­ siempre su existencia como adquirida. Pre­
mas de descarga de estímulos que captan la gunta por lo que significa que ella exista. Pre­
atención y la búsqueda. Inmunizan, en el senti­ gunta aquello que nos es dicho y cómo res­
do literal de una des carga, de una disimula­ ponder a eso. El pensamiento relaciona y pre­
ción u olvido de la carga de dar su respuesta cisa ese (aquel) que viene de otra parte, lo que
(la carga del vacío), de acordarse de sí mismo, pasa, lo que sucede y nos pide respuesta. Esta
de estar implicado existencialmente consigo respuesta implica la inteligencia (la búsque­
mismo. da) y reclama la atención. La atención es «el
acto que hace marchar esta inteligencia bajo
Pero, como dice Rancière, Irène no quiere sa­ el condicionamiento absoluto de una volun­
ber nada de explicaciones y de razones. Ella tad» (1987, 45).
quiere saber «¿Qué es lo que él dijo?» y no Pero, entonces, ¿a dónde vamos? Ranciére
«¿Por qué se mató?» (144). Ella toma las pala­ sugiere, en su comentario de Europa 51, dos
bras, primero, como llamado y no como re­ respuestas que están unidas. Primero, él nos
presentación. Es a este llamado al cual ella dice que se va «poco a poco hacia lo que se
quiere responder y al cual va a intentar res­ definirá precisamente como lo próximo» (1990,
ponder. No va a tratar de levantar el velo de 156). Es decir, que la separación del orden de
las cosas, sino de adivinar lo que le ha sido la realidad, que la marcha hacia allí donde ya
dicho. Es esto lo que impulsa su marcha, lo no se sabe dónde estamos, donde estamos
que lleva a Irène en su ruta, aquella ruta en la «fuera del marco», cuando nos hemos con­
cual «es la única en buscar y no deja de hacer­ vertido en «extraños al sistema de los luga­
lo» (1987, 58). Se trata, en efecto, de seguir su res», no genera el aislamiento, sino que, de
camino y de ir a ver por sí misma, de volverse hecho, nos abren hacia otros. Y luego, y es
extraña al sistema de los lugares, al sistema de quizás todavía más importante, la marcha con­
la realidad y de ir a ver al lado. Pero dicho duce a la «soberanía que hace acto, que deter­
camino no está programado y el viaje no tie­ mina el gesto preciso» (162). Yendo se gana o
ne objetivo, no es un proyecto. El camino no se encuentra la potencia del gesto y de la pa­
conduce al saber o al conocimiento. Para po­ labra justa. Los gestos y las palabras justas son
der seguir su camino se trata de otra cosa: «El aquellos que, cargándose del vacío, aceptan
problema no es saber lo que se hace [...] El la carga del vacío, apaciguan y vuelven aten­
problema es pensar en lo que se hace, acor­ to, es decir, hacen posible que cualquier cosa
darse de sí» (1990, 158), es decir, recordar que (nueva) ocurra, que haya apertura y porve­
uno mismo está implicado en lo que hace, y nir.

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Siguiendo así algunas indicaciones de Ran- o se abandonaba. Verifica que el trabajo de esta
ciére, se podría retomar un pensamiento de inteligencia se haga con atención, que esta pa­
la educación que remite a la etimología y la labra no diga cualquier cosa, para escapar al
comprende como un «conducir hacia afue­ condicionamiento (51).
ra», como una actividad que se relaciona con
esta «marcha interminable, en la cual el suje­ El maestro interroga, pero no con el fin de
to excede todo aquello con lo cual hacía cuer­ instruir, sino con el fin de ser instruido (52).
po inteligiblemente» (152), que se relaciona Pide una palabra, pero no a un no-sapiente,
con un camino sin programa y sin proyecto, sino a otro hombre como ser de palabra. El
pero con una carga. Avanzando un poco más maestro habla a los otros «como a hombres y,
en esta idea, se podría decir que la educación, al mismo tiempo, los hace hombres» (1990,
como relación pedagógica, se hace posible por 169), es decir, que el maestro se pone él mis­
la infancia o mejor aún, aparece con la infan­ mo como ser de palabra y, por consiguiente,
cia como potencia y exposición. se expone, espera la contra-palabra.
Es cuando la infancia se manifiesta como po­ Por lo demás, como ya hemos visto, para que
tencia y exposición que la posición del maes­ el maestro llegue al gesto preciso, aquel que
tro se hace posible (puede aparecer) y que se nos vuelve atentos, necesita caminar por sí
abre un espacio pedagógico. El espacio peda­ mismo. Es por esto que la relación pedagógi­
gógico no es, entonces, una infraestructura o ca no puede ser vista ni como una relación
una institución preexistente en la cual el maes­ jerárquica (como la relación entre sabios y no-
tro y el niño pueden introducirse para pro­ sabios) , ni como una relación simétrica (como
ducir el aprendizaje. El espacio pedagógico la relación entre sujetos principalmente idén­
se abre con la interrupción de la pedagogía y ticos consigo mismo y entre ellos), sino como
de la institución, con la separación del alum­ una relación de diálogo entre seres de pala­
no de sí mismo. Sólo en este espacio el maes­ bra, una «relación pura de voluntad a volun­
tro puede aparecer como aquel que «mantie­ tad» (1987, 26). Una relación también de ex­
ne al investigador en su ruta, aquella en la posición a las palabras de los otros, relación
cual es el único que busca y no deja de hacer­ de deuda o de carga reciproca, en la que se
lo» (1987, 58), como aquel que no transmite adeuda, de manera cada vez singular, una res­
saber, sino que sostiene la voluntad. Y enton­ puesta, un gesto, una palabra.
ces, el maestro, en cierto sentido, es aquel que
mantiene al hombre en la infancia. Además,
alguien sólo puede ponerse como maestro Referencias bibliográficas
cuando su propia infancia, su propia poten­
cia y su propia exposición, se ponen en jue­ MASSCHELEIN, J. y SIMONS, M. (2003). The
go- strategy of the inclusive éducation apparatus. In­
clusive éducation for exclusivepupils (en impren­
Según Ranciére, el maestro hace esencialmen­ ta). [La estrategia de los aparatos de educa­
te dos cosas, y aquí hay que recordar lo que ción inclusiva. Educación inclusiva para alum­
quieren decir inteligencia y atención: nos exclusivos].
él interroga, pide una palabra, es decir, la ma­ RANCIÈRE, J. (1987). Le maître ignorant Paris:
nifestación de una inteligencia que se ignoraba Fayard. [El maestro ignorante].

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_________ (1998). Aux bords du politique. 2a. ________________ (1990). Un enfant se tue. En:
ed. Paris: La Fabrique. [En los límites de lo Courts voyages au pays du peuple. Paris: Seuil,
político]. PP- 139-171 [Un niño se mata. En: Cortos via­
jes al país del pueblo].

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