Rascar es la acción que consiste en emplear algo con punta para rozar o
restregar la piel. Lo habitual es usar las uñas con la intención de eliminar una sensación de picor o cosquilleo. Por ejemplo: “Las picaduras de las pulgas hacen que me rasque todo el día”, “Deja de rascarte, que te quedarán marcas en la piel”, “Tengo que quitarme la zapatilla porque me pica el talón y me tengo que rascar”. Existen ciertas enfermedades y trastornos que hacen que una persona tenga que rascarse con frecuencia para evitar la comezón o el hormigueo que le genera molestias. Sin embargo, cuando alguien se rasca con demasiada intensidad o insistencia, puede provocarse lastimaduras en la piel que luego dejen cicatrices permanentes. En algunos casos, cuando no se registran problemas físicos, la causa de la necesidad de rascarse constantemente se encuentra en el plano de la mente; diferentes trastornos de tipo psicológico pueden llevarnos a canalizar nuestro malestar en forma de un picor interminable. Cabe mencionar que a veces no existe un límite cuando el origen de la molestia no es físico, por lo cual quien la sufre puede llegar a lastimarse muy gravemente la piel si no recibe ayuda profesional a tiempo. La varicela es un ejemplo de enfermedad que genera picazón y que puede impulsar a un individuo a rascarse constantemente, dañando la piel. Se trata de una enfermedad virósica que implica la aparición de ronchas en diferentes partes del cuerpo y que solía considerarse uno de los trastornos típicos de la niñez. Cabe destacar que existen lociones y cremas que minimizan las molestias; además, desde que los científicos desarrollaron la vacuna para combatirla, su aparición se ha vuelto cada vez más rara.
El nombre del virus causante de esta
enfermedad es varicela zoster, el cual forma parte de la familia del herpesvirus, responsable de la culebrilla, que ataca a las personas adultas. El contagio de la varicela es muy fácil: basta con tocar el fluido que sale de las ampollas o con encontrarse cerca de una persona con varicela mientras estornuda o tose, incluso si ésta se halla en la fase inicial de la enfermedad. De hecho, el contagio puede producirse desde las 48 horas antes de la aparición de las ampollas y hasta que todas se hayan secado.