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Sin embargo, fue el esfuerzo mayor realizado entre los años 1946 y 1962,
cuando profesé en colegios secundarios y del profesorado: desde 1956, en la Uni-
versidad de Buenos Aires. En aquellos años advertí el gran interés que existía por el
género teatral en los jóvenes de nuestro país. Se agrupaban para leerlo, estudiarlo y
hasta practicarlo en las diversas actividades teatrales, llegando a formar elencos
vocacionales, filodramáticos, lo que constituyó, más tarde, el teatro independiente.
Seguí interesado en este hecho social llegando a censar unos 2.000 grupos de
aficionados en las prácticas teatrales en la Argentina, algunos de los cuales, llegaron
a representar una obra. Asimismo advertí la ausencia de textos teatrales, no sólo de
autores extranjeros sino, también, de argentinos. Hacía años que habían dejado de
aparecer “Bambalinas” y “Dos Carátulas”.
El drama, mimado por los actores, lo mismo que en la comedia, develaba los
misterios a fin de provocar los efectos naturales en los espectadores: actuar o sentir
por empatía o similitud.
Una vez más, la respuesta no es una sola, ni tampoco absoluta. Nadie niega
al teatro su condición de templo donde deben representarse las obras, pero es
bueno recordar que en Grecia, origen del género, los espectadores concurrían co-
nociendo el argumento de la representación.
Creo que es un deber recordar los nombres de los iniciadores del Teatro del
Pueblo, firmantes del acta constituida, con principios y fines muy precisos, nom-
brando a Leónidas Barletta -nacido en Buenos Aires en 1902- como director y con
plenos poderes en la organización; eran ellos: Amelia Díaz de Forno, Joaquín
Pérez Fernández, Pascual Nacarati, José Veneziano, Hugo Dìvieri y algunas otras
personas.
- El Teatro Proletario, de breve actuación, entre 1933 y 1935, que fue dirigi-
do por Ricardo Passano.
En el año 1952 visité, por primera vez, a Pedro Asquini y Alejandra Boero
que dirigirán “Nuevo Teatro”, en Corrientes y Junín. Ensayaban, “Demanda contra
desconocido” de Georges Neveux. Me prestaron una copia del texto. Esta fue la
primera obra de Colección Teatral Periódica de Ediciones Losange cuya aparición
coincidió con el estreno de la obra.
En su continente, la tapa con una viñeta alegórica al texto igual que una faja
con unas líneas del texto interior, cerraban el libro. En la primera solapa una sucinta
biografía del autor.
En las primeras páginas, el dibujo de la cara del autor al igual que las viñetas
las realizó la artista plástica Sofía Olivesky. Más adelante, referencias del estreno y
otras notas, en el país y en el extranjero. Olga Orozco, Beatriz Guido, Manfred
Schonfeld, Estela Canto, José María Coco Ferraris, Lila Guerrero, Francisco Ja-
vier, Dora Martínez de Vivár, Héctor Bianciotti, fueron algunos de los traductores
de las obras.