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Multiculturalismo en Ecuador: avances desde la reforma constitucional de

2008.

Cañete, Delfina.

Martínez Schandeler, Evelin.

En América Latina existe una herencia sociocultural común: desde la fundación de las
colonias, su población fue estratificada en categorías sociales, provocando una diferencia que
determinó los modos de reproducción económica, social y cultural. Los Estados-Nación
independizados siguieron operando a través de estos trasplantes legales coloniales (aunque
con métodos más sutiles), legitimando y reproduciendo reiteradas formas de discriminación
y desigualdad e inequidad social. De este modo, los sistemas jurídicos latinoamericanos
funcionaron como instrumentos de dominación y exclusión de las minorías sociales,
poniendo un freno a la integración (UNICEF, 2011; Perette, 2011).

Según el Informe Latinobarómetro, en 2008 se desarrolló tanto en Ecuador como en


Bolivia un proceso refundacional que derivó en una verdadera revolución institucional. De
esta manera, el Estado aspira a la construcción de reglas para consolidar una sociedad más
democrática y con menos desigualdad. De manera paradójica, la “revolución” fue
implementada desde el gobierno, lo que implica que el propio Estado buscó su
desmantelación y reconstrucción (Informe Latinobarómetro, 2008). Este hecho refiere a la
reforma constitucional de aquel año en Ecuador, que reconoció un mayor número de derechos
a minorías culturales de la nación, buscando un nuevo pacto social que promoviera el respeto
a los grupos minoritarios y la consiguiente integración multicultural.
De este modo, el presente artículo pretende explicar el multiculturalismo en Ecuador a
partir de la reforma constitucional de 2008, la cual profundizó la idea de multiculturalidad,
interculturalidad y respeto a las diferentes minorías nacionales, que anteriormente habían sido
tratadas, en términos de Taylor (2009) como ciudadanos de segunda clase: pueblos indígenas,
afro-descendientes y montubios. Para abordar la temática, se plantea la siguiente pregunta de
investigación: ¿cuáles son las políticas multiculturales implementadas en el ordenamiento
ecuatoriano a partir de la reforma constitucional de 2008?

En este sentido, se parte de los siguientes objetivos: en primer lugar, describir las
políticas multiculturales en Ecuador implementadas con la reforma constitucional de 2008,

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tomando como referencias las dimensiones de un Estado multicultural propuestas por
Rattansi (2011). En segundo lugar, explicar la aplicación del multiculturalismo en el nivel
educativo y en los medios de comunicación.
El presente artículo se estructura de la siguiente manera: en primer lugar, se define qué es
el multiculturalismo, según distintos autores, y qué implica el concepto. En segundo lugar se
describen los antecedentes de la reforma constitucional de 2008, considerando las
reivindicaciones que sentaron las bases del movimiento social. Para ello se describen de
manera breve algunos avances en la incorporación de derechos y garantías para las minorías
que se reconocen en la Constitución de 1998. En tercer término, se describen algunas de las
disposiciones más importantes implementadas con la reforma constitucional de 2008. En
cuarto lugar, se compara el ordenamiento constitucional de 2008 con las dimensiones del
multiculturalismo que proponen Kymlicka y sus coautores (Rattansi, 2011), con la finalidad
de indagar si, desde el punto de vista legal, Ecuador es un Estado multicultural fuerte,
moderado o débil. En quinto y último lugar, se toman los apartados de los medios de
comunicación y la educación para profundizar y contrastar el ordenamiento jurídico con su
ejecución en la práctica, permitiendo observar las discrepancias entre lo establecido en la ley
y su posterior aplicación.

Una aproximación al multiculturalismo.


El multiculturalismo se suele entender como el “reconocimiento de la coexistencia de
grupos culturales diferentes, dentro de un mismo estado nacional” (Barabas, 2014, párrafo 3).
No obstante, el término comprende otros significados que no sólo involucran el componente
cultural.

Parekh (2000) entiende que el multiculturalismo involucra tres ideas centrales. Primero,
los seres humanos están culturalmente arraigados: crecen y viven dentro de un mundo
culturalmente estructurado, por lo que identidad cultural adquiere un valor considerable. Sin
embargo, pueden evaluar críticamente sus creencias y prácticas, a la vez que pueden
simpatizar con otras culturas. Pero, al estar moldeados por la propia cultura, se pueden
superar algunas influencias, pero no todas. En segundo lugar, las culturas representan
“diferentes sistemas de significados y visiones de la buena vida” (Parekh, 2000, p.337). Es
entonces que toda cultura debe ser respetada, al menos, por lo que significa para sus
miembros. Además, explica que ninguna cultura tiene el derecho de imponerse al resto: el
diálogo entre ellas es mutuamente beneficioso. En tercer y último lugar, “Un diálogo entre
culturas requiere que cada uno se abra a la influencia y esté dispuesto a aprender de los

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demás, y eso a su vez requiere que sea autocrítico” (Parekh, 2000, p.338). Entonces, las
culturas mantienen una conversación con ellas mismas: entre sus diferentes tradiciones y
creencias.

Por otra parte, Kymlicka (2007) sostiene que la adopción del multiculturalismo tiene
efectos positivos en la democracia, en la medida que incrementa la inclusión política de
grupos “no dominantes” o minoritarios; aumenta la libertad individual ya que pone en la
mesa opciones culturales que antes no se preveían, por estar prohibidas o estigmatizadas; y
mejora la justicia al remediar los efectos de las jerarquías raciales heredadas. Además, el
autor explica que en algunos países también ha mejorado la paz, lo que impide el apoyo
potencial a más movimientos revolucionarios en grupos no dominantes (p.31)

Kymlicka (1996), por su parte, planteó que en Occidente las disputas sobre los derechos
de inmigrantes, pueblos autóctonos y demás minorías culturales comenzaron a cuestionar las
premisas sobre las cuales gobernaron la vida política. Con el final de la guerra fría, los
conflictos etnoculturales se convirtieron en la fuente más común de violencia política. En
sociedades modernas, los grupos minoritarios exigen el reconocimiento de su identidad y su
cultura, conllevando al reto del multiculturalismo. De acuerdo con Kymlicka (1996), el
término multiculturalismo implica formas diversas de pluralismo cultural mediante las cuales
los grupos minoritarios se incorporan a la comunidad política. Las distintas formas de
incorporarse a la comunidad afectan la naturaleza de las minorías y el desarrollo de sus
relaciones con el resto de los individuos de la sociedad (Kymlicka, 1996, p.10).

En torno a la idea del reconocimiento identitario y cultural, Taylor (2009) sostiene que
los grupos minoritarios suelen presentar la necesidad o incluso la exigencia de
reconocimiento, y las instituciones públicas no deben ni pueden simplemente negarse a tomar
una decisión ante la exigencia de reconocimiento de un segmento social (p. 29). Asimismo, el
autor se refiere al multiculturalismo como un desafío, que resulta “...endémico a las
democracias liberales porque están comprometidas, en principio, con la igual representación
para todos” (p. 24).

Por otro lado, Kymlicka (1996) postula que “Muchos países del mundo son
multinacionales en el sentido de que sus fronteras se trazaron de forma que incluyeran el
territorio ocupado por culturas preexistentes que a menudo disponían de autogobierno” (p.
12). Además, hace una distinción entre el concepto de patriotismo, entendiéndolo como un

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sentimiento de lealtad hacia el Estado, y el término de identidad nacional, que refiere al
“sentido de pertenencia a un grupo nacional” (p. 12). Con la finalidad de satisfacer los
anhelos de identidad de los ciudadanos de un Estado-Nación, la organización estatal utiliza
herramientas como la educación, los medios de comunicación y los museos. De esta forma, el
Estado difunde categorías sociales que fomentan las historias oficiales como un modo de
producir y controlar el pasado (Ferrer Muñoz, 2014, p.3).

Diversidad cultural en Ecuador.

Los pueblos indígenas habitaban el país desde antes de la conquista española. Con el
tiempo, la coexistencia de conquistadores españoles con pueblos indígenas produjo la
descendencia mestiza (Encalada et. al, 1999, p.2). En la actualidad, el mestizaje resulta para
Ecuador un componente clave y un símbolo de la identidad nacional (Hidezaku, 2011, p.34).
No obstante, la incorporación social de grupos minoritarios como indígenas y
afrodescendientes implicó un proceso y una lucha constante que persiste al día de hoy.

La llegada de afrodescendientes a las costas de Ecuador se ubica en 1526. Como hijos de


la diáspora africana, fueron invisibilizados por largos períodos de tiempo, por lo que debieron
luchar para sobrevivir a la esclavitud, la discriminación y la exclusión (Sánchez, 2015, p.1).
Hoy en día, Ecuador se caracteriza por una diversidad cultural compleja como resultado de
estos eventos históricos (Encalada et. al, 1999, p.2).

Desde la década de 1960, los movimientos sociales de afroamericanos e indígenas


hicieron grandes avances en la lucha por la desigualdad social, consiguiendo ampliar los
espacios de participación y visibilizando el grupo social como “sujetos sociales con
condiciones de autorreconocimiento cultural, étnico e identitario” (Sánchez, 2008, p.90).
Entonces, las demandas de estos grupos se hallan ligadas al concepto de reconocimiento que
plantea Taylor (2009, p.53-54): el reconocimiento aparece como una fuerza fundamental de
los movimientos nacionalistas en la política, y su exigencia aparece formulada en nombre de
los grupos minoritarios. Es así como surgieron las reivindicaciones del movimiento indígena
en Ecuador durante la década de 1990, sumándose también los reclamos de afrodescendientes
y de un grupo mestizo denominado montubio. De esta manera, se comenzó a constituir un
emergente movimiento social de base local y regional (Hidekazu, 2011, p.33-39).

Con estas demandas se permitió que la Constitución ecuatoriana reconociera en 1998 que
los indígenas y afroecuatorianos sean legal y legítimamente diferenciados como sujetos de

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derechos culturales y colectivos. De esta forma, se avanzó en la incorporación de derechos y
garantías para las minorías, que resultaron reconocidas como una “parte intrínseca de la
nación multiétnica y pluricultural del Ecuador” (Sánchez, 2008, p.90)

Por otra parte, existen contradicciones y retos al momento de construir sociedades


multiculturales. En Ecuador, la mayoría de la población indígena está concentrada en
determinadas comarcas, permitiendo el establecimiento de gobiernos locales con gobernanza
indígena. No obstante, en otros espacios la autonomía indígena debe ejercerse de hecho, y no
por derecho (Sámano Rentería, 2011).

De acuerdo con los resultados del Censo de Población y Vivienda en el Ecuador (2010),
los grupos “no dominantes” representan, por autoidentificación, un 7,2% los afro-
ecuatorianos, un 7,4% los montubios, y un 7% de pueblos indígenas. De la misma manera
que en otros países de la región, estos grupos han sido tradicionalmente objeto de exclusión,
con una política homogeneizadora, centralista e ignorante -o indiferente- de la diversidad
cultural. Hasta hace dos décadas, eran considerados campesinos y sus demandas se inscribían
en la cuestión agraria (Ponte Iglesias, 2010, p.4).

En 1988 el movimiento indígena presentó ante el Congreso Nacional un proyecto de


“Ley de nacionalidades indígenas” que logró, junto a las movilizaciones en la década de
1990, la creación de las condiciones necesarias para que organizaciones indígenas exigieran
la promulgación de una nueva carta constitucional y el Convenio 169 sobre Pueblos
Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) (Hidekazu, 2011,
p.36).
La Constitución ecuatoriana de 1998 constituyó un avance significativo en la materia al
consagrar el pluralismo étnico. En el preámbulo, se expresa la voluntad de consolidar la
unidad de la nación ecuatoriana, reconociendo la diversidad de sus regiones, pueblos, etnias y
culturas. En el mismo sentido, en su 1° art. establece que Ecuador es un “estado social de
derecho, soberano, unitario, independiente, democrático, pluricultural y multiétnico”.
Además, en el art. 83 reconoce que “los pueblos indígenas, que se autodefinen como
nacionalidades de raíces ancestrales, y los pueblos negros o afroecuatorianos, forman parte
del Estado ecuatoriano, único e indivisible” (Constitución de la República del Ecuador,
1998). Por otro lado, establece que el Estado “respeta y estimula el desarrollo de todas las
lenguas de los ecuatorianos (...) el quichua, el shuar y los demás idiomas ancestrales son de

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uso oficial para los pueblos indígenas, en los términos que fija la ley” (Constitución de la
República del Ecuador, 1998, art. 1).

La diversidad cultural ecuatoriana supone que las minorías y mayorías de la sociedad


están enfrentadas respecto a algunas cuestiones como la autonomía regional, la
representación política, la educación, el himno nacional y las festividades oficiales
(Kymlicka, 1996). En torno a esto, la Constitución Nacional de Ecuador reconoce y garantiza
a los sectores minoritarios una serie de derechos colectivos, entre los cuales los más
significativos son: “mantener, desarrollar y fortalecer su identidad y tradiciones” y su
“patrimonio histórico y cultural”, “conservar la propiedad imprescriptible de las tierras
comunitarias”, “conservar y desarrollar sus formas tradicionales de convivencia y
organización social, de generación y ejercicio de la autoridad” y “no ser desplazados (...) de
sus tierras”. También se les reconoce el derecho de “contar con el sistema de educación
intercultural bilingüe” y el “uso de las vestimentas, símbolos y emblemas que los
identifiquen” (Constitución de la República del Ecuador, 1998, art. 84, p. 26).

Igualmente, reconoce el establecimiento de circunscripciones territoriales indígenas y


afro-ecuatorianas, establecidas por ley, y otorga a las autoridades de los pueblos indígenas el
derecho de ejercer funciones de administración de justicia y de aplicación de procedimientos
y normas propios en la solución de conflictos, de conformidad a sus costumbres, siempre y
cuando no resulten contrarios a la Constitución y las leyes (art. 191).

La reforma constitucional ecuatoriana de 2008.

En el 2007 fue electo presidente Rafael Correa, respaldado en gran medida por las
comunidades indígenas ecuatorianas. Correa se convocó a la conformación de una Asamblea
Constituyente que aprobó, un año después, la actual Constitución nacional vigente desde
octubre de 2008. La reforma surgió con el objetivo de incluir a las colectividades más
vulnerables, como comunidades y nacionalidades indígenas, afroecuatorianos y montubios, y
con la idea de dejar el pasado atrás. Con esta reforma, se consagró a Ecuador como un Estado
constitucional e intercultural (Huayamave, 2017).

La nueva Constitución buscó garantizar los derechos de todas las colectividades, con la
finalidad de alcanzar el “Buen Vivir” o “Sumak Kawsay”, que implica, en quichua, la vida
digna y en plenitud (Huayamave, 2017, p.23). De esta forma, el término refiere a las
condiciones donde se reivindica la necesidad de crear una sociedad intercultural considerando

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todos los pueblos y nacionalidades, y garantizando el acceso pleno a la libertad y al libre
ejercicio de sus derechos y obligaciones (UNICEF, 2011).

Los postulados establecidos en la reforma constitucional se relacionan con la política del


universalismo: partiendo de la premisa de que la dignidad es una condición inherente a todos
los ciudadanos, el universalismo promueve la igualación de sus derechos, evitando la
distinción entre ciudadanos de “primera clase” y de “segunda clase”. (Taylor, 2009, p. 69-
70). En este sentido, la reforma constitucional pretende la construcción de una sociedad
respetuosa de la dignidad de las personas y de sus minorías (Huayamave, 2017).

La Constitución de la República de Ecuador (2008) establece en el Título I los elementos


constitutivos del Estado, proclamándose como un Estado “constitucional de derechos y
justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y
laico”. Asimismo, reconoce el idioma quichua y el shuar como idiomas oficiales de relación
intercultural, y que todas las ecuatorianas y ecuatorianos son ciudadanos “sin perjuicio de su
pertenencia a alguna de las nacionalidades indígenas que coexisten en el Ecuador
plurinacional” (art. 6).

Por otro lado, en el Título II se establecen los Derechos del Buen Vivir, expresando que
todas las personas tienen derecho a una “comunicación libre, intercultural, incluyente, diversa
y participativa (…) en su propia lengua y con sus propios símbolos” (art. 16). De esta forma,
establece que la educación será “incluyente y diversa” y que “El Estado promoverá el diálogo
intercultural en sus múltiples dimensiones (art. 27). Con los derechos establecidos en esta
sección, se señala la política de la diferencia, que supone una de las dimensiones prácticas del
multiculturalismo. Esta política expone una serie de reivindicaciones. En primer lugar, la
conformación de una estructura institucional que permita a una sociedad tolerante a las
diferencias, que valore todas las identidades. En segundo lugar, la superación de la
diferenciación entre una ciudadanía de primera clase y una ciudadanía de segunda.
Asimismo, la condena de todas las prácticas mediante las que los grupos dominantes afirman
su hegemonía inculcando una imagen de inferioridad en los grupos minoritarios. Finalmente,
la reivindicación a favor de las culturas, su propia definición y permanencia (Huayamave,
2017).

Por otro lado, la Constitución de la República de Ecuador (2008) reconoce, en el art. 56,
que forman parte del Estado ecuatoriano, “único e indivisible”, los pueblos y nacionalidades

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indígenas, las comunas, el pueblo montubio y el afro-ecuatoriano, y en el siguiente artículo,
que se les reconoce una serie de derechos colectivos que deben ser aplicados sin
discriminación alguna. Dentro de los más significativos se encuentra el no ser objeto de
racismo, ni de ninguna forma de discriminación fundada en su origen, identidad étnica o
cultural (art. 57, inc. 2); conservar la propiedad de sus tierras comunitarias, inalienables,
inembargables, indivisibles, y exentas del pago de tasas e impuestos (inc. 4), no pudiendo ser
desplazados de ellas (inc. 11). Asimismo, se reconoce su derecho a conservar y desarrollar
sus propias “formas de convivencia y organización social, y de generación y ejercicio de la
autoridad, en sus territorios legalmente reconocidos y tierras comunitarias de posesión
ancestral” (inc. 9) y de aplicar y practicar su derecho propio, siempre y cuando no vulnere
derechos constitucionales. Aún más, indica que debe promoverse la “unidad y la igualdad en
la diversidad y en las relaciones interculturales” (art. 83).

Por otro lado, el Título V (organización territorial del Estado) estipula que se pueden
establecer regímenes especiales por motivos étnico-culturales, de conservación ambiental o
de población (art. 242). En torno a esto, Huaymave (2017), tomando a Kymlicka, plantea que
frecuentemente las naciones que componen un Estado multinacional suelen exigir algún
reconocimiento de autonomía política o jurisdicción territorial.

En cuanto a la educación, se establece que el sistema educativo integrará una visión


intercultural acorde con la diversidad del país, y en respeto con los derechos de las distintas
comunidades (art. 343).

Asimismo, se establecen disposiciones en torno a la cultura: “fortalecer la identidad


nacional; proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales; incentivar la libre
creación artística y la producción, difusión, distribución y disfrute de bienes y servicios
culturales; y salvaguardar la memoria social y el patrimonio cultural. Se garantiza el ejercicio
pleno de los derechos culturales (art. 377). Entonces, el Estado será responsable de la
promoción de la cultura.

La aplicación de las medidas multiculturales a la Constitución.

Las políticas multiculturales del Estado actúan como una herramienta eficaz para
gestionar la diversidad sociocultural. No obstante, es importante tomar en consideración que
el mero reconocimiento constitucional y normativo por parte del Estado no supone, de

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manera automática, el fortalecimiento de las minorías identitarias ni el empoderamiento de
sectores históricamente excluidos (Perette, 2011, p.7).

No es correcto hablar de diferentes modelos nacionales de multiculturalismo, dado que


las trayectorias del multiculturalismo han variado por una amplia gama de razones
(Huaymave, 2017). Para ello, Kymlicka y sus coautores crearon una base para la
comparación, enumerando las políticas generalmente identificadas como multiculturalistas.
De esta manera, se permite identificar el grado en que los países pueden considerarse
multiculturales (Rattansi, 2011). Para esto, los autores establecen ocho dimensiones en las
que se puede operacionalizar el multiculturalismo a nivel estatal. Las dimensiones propuestas
permiten la comparación de la fuerza de compromiso con las políticas multiculturales por
parte de diferentes países. Se sostiene que aquellos Estados que implementaron al menos seis
de las ocho políticas son “fuertes” en torno a la adopción del multiculturalismo; los que
cumplen entre tres y cinco y medio tienen un multiculturalismo “modesto”; y los que
adoptaron menos de tres son “débiles” ante la adopción del multiculturalismo (Rattansi, 2011,
p.11).

A continuación, se desarrollan las dimensiones mencionadas en Rattansi (2011) y se


aplicarán al caso ecuatoriano desde la óptica legal, de acuerdo con la Constitución de la
República de Ecuador (2008) desarrollada anteriormente.

1. Grado de apertura a la diversidad, que consiste en la afirmación constitucional,


legislativa o parlamentaria de políticas multiculturales a nivel nacional, regional y
municipal (Rattansi, 2011). La Constitución de la República de Ecuador (2008) dedica varios
artículos al respeto de la multiculturalidad. Por ejemplo, reconoce el derecho de grupos
étnicos minoritarios a conservar y desarrollar sus propias “formas de convivencia y
organización social, y de generación y ejercicio de la autoridad…” (art. 57, inc. 9).
2. Adopción del multiculturalismo en las escuelas (Rattansi, 2011). En Ecuador existe la
educación intercultural bilingüe, emblema del movimiento indígena en la lucha por el
reconocimiento frente al Estado. Asimismo, el país se reconoce constitucionalmente como
intercultural y plurinacional (Rodríguez Cruz, 2017, p.219).
3. Medios de comunicación (Rattansi, 2011). Este punto consiste en la representación de las
minorías étnicas tanto en los medios de comunicación como en la concesión de licencias. En
torno a esto, la Constitución prevé que “la dignidad y diversidad de sus culturas, tradiciones,
historias y aspiraciones se reflejen en (...) los medios de comunicación”, así como también “la

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creación de sus propios medios de comunicación social en sus idiomas y el acceso a los
demás sin discriminación alguna” (art. 57, inc. 21).
4. Por otro lado, la dimensión de tener opciones en términos de vestimenta (Rattansi, 2011)
resulta importante para una minoría étnica ya que supone la libertad de poder utilizar la
vestimenta que los identifica, sin discriminación. Esto implica que se tenga la libertad de
mantener las características propias a nivel legal. En términos constitucionales, Ecuador
cumple con esto: prevé el “derecho a impulsar el uso de las vestimentas, los símbolos y los
emblemas que los identifiquen” (Constitución de la República de Ecuador, 2008, art. 57, inc.
19).
5. Permitir la doble ciudadanía (Rattansi, 2011). La Constitución de la República de
Ecuador (2008) establece que la nacionalidad ecuatoriana “no se perderá por el matrimonio o
su disolución, ni por la adquisición de otra nacionalidad” (art. 6), así como que quienes la
adquieran, “no estarán obligados a renunciar a su nacionalidad de origen” (art. 8).
6. La financiación de organizaciones de grupos étnicos para dar apoyo a actividades
culturales (Rattansi, 2011). El Ministerio de Cultura y Patrimonio impulsa el Programa de
Desarrollo y Diversidad, que tiene como objetivo la inclusión social. Asimismo, promueve
otras cuestiones, como la revalorización de la cultura, acortar las brechas de discriminación y
exclusión en el ejercicio de derechos que afectan a la población por razones culturales y
étnicas, viendo restringidas sus oportunidades de acceso a la salud, educación y medios de
producción agrícola. El Programa se lleva adelante con fondos del Gobierno Nacional,
aunque en un principio se obtuvieron fondos del Gobierno español para y la asistencia del
Sistema de Naciones Unidas, con un monto de cinco mil millones quinientos mil dólares
(Ministerio de Cultura y Patrimonio, s.f).
7. Financiación de la educación bilingüe o la enseñanza de la lengua materna (Rattansi,
2011). Esta dimensión se relaciona con el punto 2 referente a la educación. La Constitución
de la República de Ecuador (2008) “...estimula el desarrollo de todas las lenguas de los
ecuatorianos [...] el quichua, el shuar y los demás idiomas ancestrales…[...]”(art. 1). Al
respecto, en 2017 el Ministerio de Educación puso a disposición currículos nacionales
interculturales bilingües, empleados de manera obligatoria. Con esto se pretende contribuir al
fortalecimiento de un Estado plurinacional e intercultural, ya que la educación es la base para
lograr la equidad social y económica (Ministerio de Educación, s.f).
8. Acción afirmativa para los grupos no aventajados (Rattansi, 2011). Esta categoría
implica considerar si existe la “discriminación positiva” o los privilegios hacia los grupos
minoritarios. La Constitución de la República de Ecuador (2008) otorga algunos privilegios:

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en primer lugar, se proclama la “Justicia indígena”, en donde las autoridades de las
comunidades, nacionalidades y pueblos indígenas ejercerán funciones jurisdiccionales,
basadas en sus tradiciones ancestrales y su derecho propio –mientras no sean contrarios a la
constitución y a los derechos humanos reconocidos (capítulo cuarto, sección segunda, art.
171)–.

Por otra parte, se prevé que “por razones de conservación ambiental, étnico-culturales o
de población” podrán establecerse regímenes especiales (capítulo segundo, artículo 242).
Además, el art. 257 prevé que estas circunscripciones ejercerán las competencias del
gobierno territorial autónomo correspondiente. Asimismo, establece que también podrán
adoptar este régimen de administración especial las parroquias, cantones o provincias
conformados en su mayoría por comunidades, pueblos o nacionalidades indígenas,
afroecuatorianos, montubios o ancestrales.

Se da entonces un privilegio que recalifica la significación de los actos: se rompe con la


igualdad ante la ley a favor de estos grupos, que podrán determinar lo que es justo a partir de
sus tradiciones y derecho propio; y establecer regímenes o formas de administración especial
donde se desarrollará un gobierno territorial autónomo, que les permitirán incluso nuevas
demarcaciones territoriales. Según Huaymave (2017), Sartori sostiene que esta clase de
privilegios llevan a la creación de excepciones para el cumplimiento de la ley (en nombre de
la diversidad cultural) y desvirtúan el carácter general de la norma al crear leyes sectoriales y,
por ende, desiguales.

En suma, desde el punto de vista legal-constitucional, Ecuador cumpliría las medidas


multiculturales planteadas por Rattansi (2011). Sin embargo, dado que estas medidas deben
corresponderse asimismo con la práctica, se ha decidido profundizar en algunos de estos
puntos para confirmar si esto es así. Se considera que los puntos más relevantes para el
desarrollo del multiculturalismo son los medios de comunicación -que puede ser la única
ventana a estos grupos étnicos para el resto de la sociedad- y la educación intercultural
bilingüe -que sienta las bases para una sociedad y un Estado multicultural, para la equidad
social y económica-.

El multiculturalismo en los medios de comunicación y la educación.

A continuación se profundiza en estos puntos, con el fin de observar cómo funcionan en


la práctica las cuestiones implementadas en la Constitución.

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a) Minorías culturales en los medios de comunicación.

Para esta sección se ha seleccionado un estudio de 2018, realizado por un grupo de


investigación de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (Sede Ibarra) respecto a la
presentación de los indígenas y afroecuatorianos en los medios de comunicación del país1.

El estudio toma la Ley Orgánica de Comunicación (2013) que en su artículo 36


establece el derecho de los pueblos y las nacionalidades indígenas, montubias y
afroecuatorianas a producir y difundir su lengua, cultura y tradiciones por los diferentes
medios de comunicación (López-López et. al., 2018, p.169). Se realizaron cinco preguntas a
los colectivos indígenas y afrodescendientes, sobre cómo se los representa en los medios de
comunicación nacionales: encuadre de temas, fuentes en la producción periodística y sobre
las medidas gubernamentales en el cumplimiento de la Ley Orgánica de Comunicación
(López-López et. al., 2018, p.162).

En cuanto a su “presencia de su colectivo étnico en los medios de comunicación”,


existe un alto índice de desaprobación por ambos grupos: 68,93% en los indígenas y 70,11%
en los afrodescendientes, notando la invisibilidad como una de sus características principales
(López-López et. al., 2018, p.169).

En relación al “enfoque que los medios de comunicación dan a las noticias de su


colectivo”, el índice de desaprobación de los indígenas es del 24,80%, mientras que el de los
afrodescendientes, del 11,38%. Asimismo, se aclara que los temas con los que suele
relacionarse a los indígenas son la música, la vestimenta y las fiestas, mientras que a los
afrodescendientes se los relaciona con los deportes, la delincuencia y la música (López-López
et. al., 2018, p.170).

Por otro lado, al consultárseles acerca de la “respuesta de los medios a las llamadas
que se hacen desde su colectivo”, la mayor parte (63% indígena y 71% afrodescendiente)
considera que nunca o pocas veces los medios responden a estas llamadas (López-López et.
al., 2018, p.171).

Finalmente, con respecto a la “percepción de si el Gobierno debe ser más estricto con el
art. 36 de la LOC” -con respecto al cumplir con el mínimo de 5% de contenido intercultural
diario-, un 62,54% considera que los medios de comunicación no lo cumplen. En este

1 La muestra tomada por el estudio es de 383 afrodescendientes y 378 indígenas.

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sentido, comprenden efectivamente que el gobierno debe ser más estricto con el
cumplimiento del mismo, llegando al 80% en los afrodescendientes (López-López et. al.,
2018, p.172).

Con estos resultados, se concluye que los grupos minoritarios no se sienten


suficientemente visibilizados en los medios de comunicación, y cuando se habla de ellos, se
lo hace en relación a temas determinados, los cuales no consideran positivos o lo
suficientemente representativos de sus colectividades. Consecuentemente, se genera un
encuadre informativo equívoco y discriminatorio (López-López et. al., 2018, p.172), que
genera o refuerza los prejuicios que el resto de la sociedad ecuatoriana tiene de estos
colectivos.

b) Multiculturalismo en el nivel educativo.

Por otra parte, en Ecuador la educación intercultural bilingüe (EIB) apareció vinculada
con un proceso que en el resto de América Latina se desarrolla más tarde, que involucra la
lucha por la participación de los grupos étnicos en el Estado y la construcción de una
sociedad igualitaria mediante la conservación de la propia lengua y cultura. Tras décadas de
movilizaciones, en 2008 la CONAIE2 logró que se reconociera constitucionalmente a
Ecuador como un Estado intercultural y plurinacional (Rodríguez Cruz, 2017, p.219).

Al tomar el multiculturalismo en el ámbito educativo también se incluye la dimensión de


la enseñanza de la lengua materna. En las últimas décadas las lenguas indígenas se han hecho
más visibles para la sociedad ecuatoriana de habla hispana, proceso que se aceleró a partir de
la reforma constitucional (Gómez Rendón, 2013, p.104).

Para analizar el ámbito educativo se tomó un estudio de campo realizado por la


Universidad de Sevilla por Rodríguez Cruz (2017). Situado en el período 2013 a 2015, el
proyecto abarcó siete escuelas en la Sierra y Amazonía ecuatorianas en zonas rurales y
urbanas, y observó que se produjo un avance de la castellanización por sobre las culturas y
lenguas indígenas debido a la falta de formación de los docentes en interculturalidad. Por lo
tanto, las políticas implementadas pueden incluso reforzar la “preeminencia general del sesgo
hispano-mestizo-occidental en los procesos educativos” (Rodríguez Cruz, 2017, p.233). En
consecuencia, las múltiples culturas y lenguas indígenas sufren un deterioro en detrimento de
la cultura de la sociedad blanco-mestiza.

2 Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador.

13
La constitución establece un sistema de educación “intercultural bilingüe, en el cual se
utilizará como lengua principal de educación la de la nacionalidad respectiva y el castellano
como idioma de relación intercultural, bajo la rectoría de las políticas públicas del Estado y
con total respeto a los derechos de las comunidades, pueblos y nacionalidades” (art. 347).
Entonces, el ordenamiento jurídico dispone que los grupos étnico-culturales deben conocer y
utilizar la lengua castellana como idioma que permite la relación entre culturas. De esta
forma, la naturaleza misma de la ley evidencia un avance de la castellanización en el ámbito
educativo, dado que se enseña en las escuelas el idioma dominante al resto de las minorías
étnico-culturales. Si bien resulta de importancia el conocimiento del idioma castellano para
los grupos étnicos minoritarios, también se debería fomentar y garantizar el conocimiento de
otras lenguas por parte de hispano-hablantes.

Al respecto, Gómez Rendón (2013) plantea que “Ecuador sigue siendo un Estado en gran
parte monolingüe, y los encargados de formular políticas están más preocupados por cómo
asimilar a las minorías indígenas en la sociedad dominante, y menos por cómo promover la
diversidad cultural y lingüística como parte de la composición étnica del país” (p.105,
traducción propia). Resulta necesaria la asimilación de minorías en la sociedad dominante,
pero no es suficiente. No alcanza con la promoción del castellano en el ámbito educativo sino
que también deberían proponerse iniciativas a la inversa, con la finalidad de promover aún
más las culturas minoritarias.

Entonces, ante la imposibilidad de garantizar la comunicación entre las partes -docentes


y alumnos- se produjo un avance de la castellanización que implicó el reforzamiento de
estructuras dominantes (Rodríguez Cruz, 2017).

Es así como se observa que en el ámbito educativo las leyes establecidas tanto en la
constitución como en el resto del ordenamiento jurídico resultan insuficientes. Ante la
carencia de mecanismos y herramientas eficaces (por ejemplo, la falta de capacitación
docente en torno a prácticas que contemplen distintos grupos étnicos), se vuelve difícil
garantizar la correcta ejecución de la ley. Asimismo, el espíritu de la ley en torno a la
educación no resulta suficiente para promover la diversidad cultural, y la forma en que se
trata actualmente la EIB termina por profundizar las relaciones de dominación (Rodríguez
Cruz, 2017).

Conclusión.

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El multiculturalismo es un desafío de las democracias liberales debido a su compromiso
con la igual representación para todos (Taylor, 2009, p.24). El concepto supone diversas
formas de pluralismo cultural a partir de las cuales las minorías se incorporan a la comunidad
política (Kymlicka, 1996). Estos grupos minoritarios suelen presentar demandas o exigencias
en torno a un adecuado reconocimiento de sus culturas, y las instituciones públicas no deben
negarse a esto (Taylor, 2009).
En Ecuador, las reivindicaciones del movimiento indígena, los afrodescendientes y
montubios surgieron durante la década de 1990. Con sus reclamos y demandas, la
Constitución de 1998 incorporó derechos y garantías para estos grupos minoritarios. Pero la
lucha por el reconocimiento y la incorporación de derechos es constante, por lo que diez años
después, con la reforma constitucional, se lograron avances significativos en la materia: como
en el sector educativo, comunicativo y lingüístico, la implementación de la “Justicia
Indígena” y los regímenes especiales, el no racismo por cuestiones étnicas y culturales, el
respeto a sus vestimentas, costumbres y símbolos, así como también de la propiedad
imprescriptible de sus tierras comunitarias y el derecho a no ser desplazados.
Si se considera desde un punto de vista estrictamente legal, Ecuador cumple -a nivel
constitucional y sobre todo desde la reforma del 2008- con las ocho pautas establecidas por
Rattansi (2011). Sin embargo, como se evidenció con la profundización de los medios de
comunicación y la educación, en ocasiones lo establecido en el ordenamiento jurídico no se
condice con su ejecución en la práctica. Por lo tanto, Ecuador llegaría al estatus de Estado
con un multiculturalismo moderado, dado que cumple al menos cuatro de los puntos
planteados: afirmación constitucional de políticas multiculturales, permiso de la doble
ciudadanía, financiación de actividades culturales y la acción afirmativa para los grupos no
aventajados.
En el caso de los medios de comunicación, no se visibiliza lo suficiente a los colectivos
étnicos minoritarios, o bien lo hace desde un encuadre inadecuado. Según un estudio de la
Pontificia Universidad Católica del Ecuador, realizado en 2018 y que observó la percepción
de los grupos minoritarios y su rol en los medios de comunicación, estos grupos no se sienten
lo suficientemente visibilizados. Cuando en los medios se refieren a estas minorías, se lo hace
respecto a temas determinados que no son lo suficientemente representativos de las
respectivas comunidades. Esto implica incluso el refuerzo de los prejuicios que la sociedad
tiene de ellos (López-López et al., 2018).
Por otro lado, las políticas implementadas en el ámbito educativo y en relación a la
enseñanza bilingüe resultan insuficientes e incluso refuerzan, de acuerdo con un estudio

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realizado por Rodríguez Cruz (2017) la preeminencia del sesgo hispano. El Estado
ecuatoriano se está encargando de la asimilación de las minorías en una sociedad dominante
(lo cual es fundamental para un Estado multicultural), pero también debe centrarse en
promover la diversidad cultural y lingüística (Gómez Rendón, 2013). De esta manera, se
observa un avance de la castellanización en detrimento de las minorías étnico-culturales.

Como afirma Freedom House (2018), si bien la constitución ecuatoriana “promueve la


no discriminación y (...) la adopción de medidas de acción afirmativa para garantizar la
igualdad y la representación de las minorías”, lo cierto es que “en la práctica, los grupos
indígenas a menudo carecen de voz en las decisiones clave relacionadas con sus tierras y
recursos”. De este modo, resulta fundamental observar la discrepancia entre lo que establece
la ley y cómo es implementado. A futuro, se podría indagar la ejecución práctica de las demás
dimensiones propuestas por Rattansi (2011), a fin de observar qué sucede en esas áreas.

De todas formas, la reforma constitucional de 2008 significó la desmantelación y


reconstrucción del Estado, que buscó refundarse a sí mismo en la búsqueda de un nuevo
pacto social que promoviera el respeto a los grupos minoritarios (Informe Latinobarómetro,
2008). Entonces, es importante reconocer el avance del multiculturalismo en el país: si bien
no todos los supuestos establecidos por medio de la ley se garantizan en la práctica, su mera
disposición en el ordenamiento jurídico supone que el país decidió promover la asimilación
de las minorías étnico-culturales en la sociedad dominante. Será cuestión de tiempo observar
si en los próximos años se logra garantizar la total integración multicultural; o si, por el
contrario, las culturas minoritarias serán completamente asimiladas a la cultura hispana
occidental dominante.

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