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2008.
Cañete, Delfina.
En América Latina existe una herencia sociocultural común: desde la fundación de las
colonias, su población fue estratificada en categorías sociales, provocando una diferencia que
determinó los modos de reproducción económica, social y cultural. Los Estados-Nación
independizados siguieron operando a través de estos trasplantes legales coloniales (aunque
con métodos más sutiles), legitimando y reproduciendo reiteradas formas de discriminación
y desigualdad e inequidad social. De este modo, los sistemas jurídicos latinoamericanos
funcionaron como instrumentos de dominación y exclusión de las minorías sociales,
poniendo un freno a la integración (UNICEF, 2011; Perette, 2011).
En este sentido, se parte de los siguientes objetivos: en primer lugar, describir las
políticas multiculturales en Ecuador implementadas con la reforma constitucional de 2008,
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tomando como referencias las dimensiones de un Estado multicultural propuestas por
Rattansi (2011). En segundo lugar, explicar la aplicación del multiculturalismo en el nivel
educativo y en los medios de comunicación.
El presente artículo se estructura de la siguiente manera: en primer lugar, se define qué es
el multiculturalismo, según distintos autores, y qué implica el concepto. En segundo lugar se
describen los antecedentes de la reforma constitucional de 2008, considerando las
reivindicaciones que sentaron las bases del movimiento social. Para ello se describen de
manera breve algunos avances en la incorporación de derechos y garantías para las minorías
que se reconocen en la Constitución de 1998. En tercer término, se describen algunas de las
disposiciones más importantes implementadas con la reforma constitucional de 2008. En
cuarto lugar, se compara el ordenamiento constitucional de 2008 con las dimensiones del
multiculturalismo que proponen Kymlicka y sus coautores (Rattansi, 2011), con la finalidad
de indagar si, desde el punto de vista legal, Ecuador es un Estado multicultural fuerte,
moderado o débil. En quinto y último lugar, se toman los apartados de los medios de
comunicación y la educación para profundizar y contrastar el ordenamiento jurídico con su
ejecución en la práctica, permitiendo observar las discrepancias entre lo establecido en la ley
y su posterior aplicación.
Parekh (2000) entiende que el multiculturalismo involucra tres ideas centrales. Primero,
los seres humanos están culturalmente arraigados: crecen y viven dentro de un mundo
culturalmente estructurado, por lo que identidad cultural adquiere un valor considerable. Sin
embargo, pueden evaluar críticamente sus creencias y prácticas, a la vez que pueden
simpatizar con otras culturas. Pero, al estar moldeados por la propia cultura, se pueden
superar algunas influencias, pero no todas. En segundo lugar, las culturas representan
“diferentes sistemas de significados y visiones de la buena vida” (Parekh, 2000, p.337). Es
entonces que toda cultura debe ser respetada, al menos, por lo que significa para sus
miembros. Además, explica que ninguna cultura tiene el derecho de imponerse al resto: el
diálogo entre ellas es mutuamente beneficioso. En tercer y último lugar, “Un diálogo entre
culturas requiere que cada uno se abra a la influencia y esté dispuesto a aprender de los
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demás, y eso a su vez requiere que sea autocrítico” (Parekh, 2000, p.338). Entonces, las
culturas mantienen una conversación con ellas mismas: entre sus diferentes tradiciones y
creencias.
Por otra parte, Kymlicka (2007) sostiene que la adopción del multiculturalismo tiene
efectos positivos en la democracia, en la medida que incrementa la inclusión política de
grupos “no dominantes” o minoritarios; aumenta la libertad individual ya que pone en la
mesa opciones culturales que antes no se preveían, por estar prohibidas o estigmatizadas; y
mejora la justicia al remediar los efectos de las jerarquías raciales heredadas. Además, el
autor explica que en algunos países también ha mejorado la paz, lo que impide el apoyo
potencial a más movimientos revolucionarios en grupos no dominantes (p.31)
Kymlicka (1996), por su parte, planteó que en Occidente las disputas sobre los derechos
de inmigrantes, pueblos autóctonos y demás minorías culturales comenzaron a cuestionar las
premisas sobre las cuales gobernaron la vida política. Con el final de la guerra fría, los
conflictos etnoculturales se convirtieron en la fuente más común de violencia política. En
sociedades modernas, los grupos minoritarios exigen el reconocimiento de su identidad y su
cultura, conllevando al reto del multiculturalismo. De acuerdo con Kymlicka (1996), el
término multiculturalismo implica formas diversas de pluralismo cultural mediante las cuales
los grupos minoritarios se incorporan a la comunidad política. Las distintas formas de
incorporarse a la comunidad afectan la naturaleza de las minorías y el desarrollo de sus
relaciones con el resto de los individuos de la sociedad (Kymlicka, 1996, p.10).
En torno a la idea del reconocimiento identitario y cultural, Taylor (2009) sostiene que
los grupos minoritarios suelen presentar la necesidad o incluso la exigencia de
reconocimiento, y las instituciones públicas no deben ni pueden simplemente negarse a tomar
una decisión ante la exigencia de reconocimiento de un segmento social (p. 29). Asimismo, el
autor se refiere al multiculturalismo como un desafío, que resulta “...endémico a las
democracias liberales porque están comprometidas, en principio, con la igual representación
para todos” (p. 24).
Por otro lado, Kymlicka (1996) postula que “Muchos países del mundo son
multinacionales en el sentido de que sus fronteras se trazaron de forma que incluyeran el
territorio ocupado por culturas preexistentes que a menudo disponían de autogobierno” (p.
12). Además, hace una distinción entre el concepto de patriotismo, entendiéndolo como un
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sentimiento de lealtad hacia el Estado, y el término de identidad nacional, que refiere al
“sentido de pertenencia a un grupo nacional” (p. 12). Con la finalidad de satisfacer los
anhelos de identidad de los ciudadanos de un Estado-Nación, la organización estatal utiliza
herramientas como la educación, los medios de comunicación y los museos. De esta forma, el
Estado difunde categorías sociales que fomentan las historias oficiales como un modo de
producir y controlar el pasado (Ferrer Muñoz, 2014, p.3).
Los pueblos indígenas habitaban el país desde antes de la conquista española. Con el
tiempo, la coexistencia de conquistadores españoles con pueblos indígenas produjo la
descendencia mestiza (Encalada et. al, 1999, p.2). En la actualidad, el mestizaje resulta para
Ecuador un componente clave y un símbolo de la identidad nacional (Hidezaku, 2011, p.34).
No obstante, la incorporación social de grupos minoritarios como indígenas y
afrodescendientes implicó un proceso y una lucha constante que persiste al día de hoy.
Con estas demandas se permitió que la Constitución ecuatoriana reconociera en 1998 que
los indígenas y afroecuatorianos sean legal y legítimamente diferenciados como sujetos de
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derechos culturales y colectivos. De esta forma, se avanzó en la incorporación de derechos y
garantías para las minorías, que resultaron reconocidas como una “parte intrínseca de la
nación multiétnica y pluricultural del Ecuador” (Sánchez, 2008, p.90)
De acuerdo con los resultados del Censo de Población y Vivienda en el Ecuador (2010),
los grupos “no dominantes” representan, por autoidentificación, un 7,2% los afro-
ecuatorianos, un 7,4% los montubios, y un 7% de pueblos indígenas. De la misma manera
que en otros países de la región, estos grupos han sido tradicionalmente objeto de exclusión,
con una política homogeneizadora, centralista e ignorante -o indiferente- de la diversidad
cultural. Hasta hace dos décadas, eran considerados campesinos y sus demandas se inscribían
en la cuestión agraria (Ponte Iglesias, 2010, p.4).
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uso oficial para los pueblos indígenas, en los términos que fija la ley” (Constitución de la
República del Ecuador, 1998, art. 1).
En el 2007 fue electo presidente Rafael Correa, respaldado en gran medida por las
comunidades indígenas ecuatorianas. Correa se convocó a la conformación de una Asamblea
Constituyente que aprobó, un año después, la actual Constitución nacional vigente desde
octubre de 2008. La reforma surgió con el objetivo de incluir a las colectividades más
vulnerables, como comunidades y nacionalidades indígenas, afroecuatorianos y montubios, y
con la idea de dejar el pasado atrás. Con esta reforma, se consagró a Ecuador como un Estado
constitucional e intercultural (Huayamave, 2017).
La nueva Constitución buscó garantizar los derechos de todas las colectividades, con la
finalidad de alcanzar el “Buen Vivir” o “Sumak Kawsay”, que implica, en quichua, la vida
digna y en plenitud (Huayamave, 2017, p.23). De esta forma, el término refiere a las
condiciones donde se reivindica la necesidad de crear una sociedad intercultural considerando
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todos los pueblos y nacionalidades, y garantizando el acceso pleno a la libertad y al libre
ejercicio de sus derechos y obligaciones (UNICEF, 2011).
Por otro lado, en el Título II se establecen los Derechos del Buen Vivir, expresando que
todas las personas tienen derecho a una “comunicación libre, intercultural, incluyente, diversa
y participativa (…) en su propia lengua y con sus propios símbolos” (art. 16). De esta forma,
establece que la educación será “incluyente y diversa” y que “El Estado promoverá el diálogo
intercultural en sus múltiples dimensiones (art. 27). Con los derechos establecidos en esta
sección, se señala la política de la diferencia, que supone una de las dimensiones prácticas del
multiculturalismo. Esta política expone una serie de reivindicaciones. En primer lugar, la
conformación de una estructura institucional que permita a una sociedad tolerante a las
diferencias, que valore todas las identidades. En segundo lugar, la superación de la
diferenciación entre una ciudadanía de primera clase y una ciudadanía de segunda.
Asimismo, la condena de todas las prácticas mediante las que los grupos dominantes afirman
su hegemonía inculcando una imagen de inferioridad en los grupos minoritarios. Finalmente,
la reivindicación a favor de las culturas, su propia definición y permanencia (Huayamave,
2017).
Por otro lado, la Constitución de la República de Ecuador (2008) reconoce, en el art. 56,
que forman parte del Estado ecuatoriano, “único e indivisible”, los pueblos y nacionalidades
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indígenas, las comunas, el pueblo montubio y el afro-ecuatoriano, y en el siguiente artículo,
que se les reconoce una serie de derechos colectivos que deben ser aplicados sin
discriminación alguna. Dentro de los más significativos se encuentra el no ser objeto de
racismo, ni de ninguna forma de discriminación fundada en su origen, identidad étnica o
cultural (art. 57, inc. 2); conservar la propiedad de sus tierras comunitarias, inalienables,
inembargables, indivisibles, y exentas del pago de tasas e impuestos (inc. 4), no pudiendo ser
desplazados de ellas (inc. 11). Asimismo, se reconoce su derecho a conservar y desarrollar
sus propias “formas de convivencia y organización social, y de generación y ejercicio de la
autoridad, en sus territorios legalmente reconocidos y tierras comunitarias de posesión
ancestral” (inc. 9) y de aplicar y practicar su derecho propio, siempre y cuando no vulnere
derechos constitucionales. Aún más, indica que debe promoverse la “unidad y la igualdad en
la diversidad y en las relaciones interculturales” (art. 83).
Por otro lado, el Título V (organización territorial del Estado) estipula que se pueden
establecer regímenes especiales por motivos étnico-culturales, de conservación ambiental o
de población (art. 242). En torno a esto, Huaymave (2017), tomando a Kymlicka, plantea que
frecuentemente las naciones que componen un Estado multinacional suelen exigir algún
reconocimiento de autonomía política o jurisdicción territorial.
Las políticas multiculturales del Estado actúan como una herramienta eficaz para
gestionar la diversidad sociocultural. No obstante, es importante tomar en consideración que
el mero reconocimiento constitucional y normativo por parte del Estado no supone, de
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manera automática, el fortalecimiento de las minorías identitarias ni el empoderamiento de
sectores históricamente excluidos (Perette, 2011, p.7).
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creación de sus propios medios de comunicación social en sus idiomas y el acceso a los
demás sin discriminación alguna” (art. 57, inc. 21).
4. Por otro lado, la dimensión de tener opciones en términos de vestimenta (Rattansi, 2011)
resulta importante para una minoría étnica ya que supone la libertad de poder utilizar la
vestimenta que los identifica, sin discriminación. Esto implica que se tenga la libertad de
mantener las características propias a nivel legal. En términos constitucionales, Ecuador
cumple con esto: prevé el “derecho a impulsar el uso de las vestimentas, los símbolos y los
emblemas que los identifiquen” (Constitución de la República de Ecuador, 2008, art. 57, inc.
19).
5. Permitir la doble ciudadanía (Rattansi, 2011). La Constitución de la República de
Ecuador (2008) establece que la nacionalidad ecuatoriana “no se perderá por el matrimonio o
su disolución, ni por la adquisición de otra nacionalidad” (art. 6), así como que quienes la
adquieran, “no estarán obligados a renunciar a su nacionalidad de origen” (art. 8).
6. La financiación de organizaciones de grupos étnicos para dar apoyo a actividades
culturales (Rattansi, 2011). El Ministerio de Cultura y Patrimonio impulsa el Programa de
Desarrollo y Diversidad, que tiene como objetivo la inclusión social. Asimismo, promueve
otras cuestiones, como la revalorización de la cultura, acortar las brechas de discriminación y
exclusión en el ejercicio de derechos que afectan a la población por razones culturales y
étnicas, viendo restringidas sus oportunidades de acceso a la salud, educación y medios de
producción agrícola. El Programa se lleva adelante con fondos del Gobierno Nacional,
aunque en un principio se obtuvieron fondos del Gobierno español para y la asistencia del
Sistema de Naciones Unidas, con un monto de cinco mil millones quinientos mil dólares
(Ministerio de Cultura y Patrimonio, s.f).
7. Financiación de la educación bilingüe o la enseñanza de la lengua materna (Rattansi,
2011). Esta dimensión se relaciona con el punto 2 referente a la educación. La Constitución
de la República de Ecuador (2008) “...estimula el desarrollo de todas las lenguas de los
ecuatorianos [...] el quichua, el shuar y los demás idiomas ancestrales…[...]”(art. 1). Al
respecto, en 2017 el Ministerio de Educación puso a disposición currículos nacionales
interculturales bilingües, empleados de manera obligatoria. Con esto se pretende contribuir al
fortalecimiento de un Estado plurinacional e intercultural, ya que la educación es la base para
lograr la equidad social y económica (Ministerio de Educación, s.f).
8. Acción afirmativa para los grupos no aventajados (Rattansi, 2011). Esta categoría
implica considerar si existe la “discriminación positiva” o los privilegios hacia los grupos
minoritarios. La Constitución de la República de Ecuador (2008) otorga algunos privilegios:
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en primer lugar, se proclama la “Justicia indígena”, en donde las autoridades de las
comunidades, nacionalidades y pueblos indígenas ejercerán funciones jurisdiccionales,
basadas en sus tradiciones ancestrales y su derecho propio –mientras no sean contrarios a la
constitución y a los derechos humanos reconocidos (capítulo cuarto, sección segunda, art.
171)–.
Por otra parte, se prevé que “por razones de conservación ambiental, étnico-culturales o
de población” podrán establecerse regímenes especiales (capítulo segundo, artículo 242).
Además, el art. 257 prevé que estas circunscripciones ejercerán las competencias del
gobierno territorial autónomo correspondiente. Asimismo, establece que también podrán
adoptar este régimen de administración especial las parroquias, cantones o provincias
conformados en su mayoría por comunidades, pueblos o nacionalidades indígenas,
afroecuatorianos, montubios o ancestrales.
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a) Minorías culturales en los medios de comunicación.
Por otro lado, al consultárseles acerca de la “respuesta de los medios a las llamadas
que se hacen desde su colectivo”, la mayor parte (63% indígena y 71% afrodescendiente)
considera que nunca o pocas veces los medios responden a estas llamadas (López-López et.
al., 2018, p.171).
Finalmente, con respecto a la “percepción de si el Gobierno debe ser más estricto con el
art. 36 de la LOC” -con respecto al cumplir con el mínimo de 5% de contenido intercultural
diario-, un 62,54% considera que los medios de comunicación no lo cumplen. En este
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sentido, comprenden efectivamente que el gobierno debe ser más estricto con el
cumplimiento del mismo, llegando al 80% en los afrodescendientes (López-López et. al.,
2018, p.172).
Por otra parte, en Ecuador la educación intercultural bilingüe (EIB) apareció vinculada
con un proceso que en el resto de América Latina se desarrolla más tarde, que involucra la
lucha por la participación de los grupos étnicos en el Estado y la construcción de una
sociedad igualitaria mediante la conservación de la propia lengua y cultura. Tras décadas de
movilizaciones, en 2008 la CONAIE2 logró que se reconociera constitucionalmente a
Ecuador como un Estado intercultural y plurinacional (Rodríguez Cruz, 2017, p.219).
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La constitución establece un sistema de educación “intercultural bilingüe, en el cual se
utilizará como lengua principal de educación la de la nacionalidad respectiva y el castellano
como idioma de relación intercultural, bajo la rectoría de las políticas públicas del Estado y
con total respeto a los derechos de las comunidades, pueblos y nacionalidades” (art. 347).
Entonces, el ordenamiento jurídico dispone que los grupos étnico-culturales deben conocer y
utilizar la lengua castellana como idioma que permite la relación entre culturas. De esta
forma, la naturaleza misma de la ley evidencia un avance de la castellanización en el ámbito
educativo, dado que se enseña en las escuelas el idioma dominante al resto de las minorías
étnico-culturales. Si bien resulta de importancia el conocimiento del idioma castellano para
los grupos étnicos minoritarios, también se debería fomentar y garantizar el conocimiento de
otras lenguas por parte de hispano-hablantes.
Al respecto, Gómez Rendón (2013) plantea que “Ecuador sigue siendo un Estado en gran
parte monolingüe, y los encargados de formular políticas están más preocupados por cómo
asimilar a las minorías indígenas en la sociedad dominante, y menos por cómo promover la
diversidad cultural y lingüística como parte de la composición étnica del país” (p.105,
traducción propia). Resulta necesaria la asimilación de minorías en la sociedad dominante,
pero no es suficiente. No alcanza con la promoción del castellano en el ámbito educativo sino
que también deberían proponerse iniciativas a la inversa, con la finalidad de promover aún
más las culturas minoritarias.
Es así como se observa que en el ámbito educativo las leyes establecidas tanto en la
constitución como en el resto del ordenamiento jurídico resultan insuficientes. Ante la
carencia de mecanismos y herramientas eficaces (por ejemplo, la falta de capacitación
docente en torno a prácticas que contemplen distintos grupos étnicos), se vuelve difícil
garantizar la correcta ejecución de la ley. Asimismo, el espíritu de la ley en torno a la
educación no resulta suficiente para promover la diversidad cultural, y la forma en que se
trata actualmente la EIB termina por profundizar las relaciones de dominación (Rodríguez
Cruz, 2017).
Conclusión.
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El multiculturalismo es un desafío de las democracias liberales debido a su compromiso
con la igual representación para todos (Taylor, 2009, p.24). El concepto supone diversas
formas de pluralismo cultural a partir de las cuales las minorías se incorporan a la comunidad
política (Kymlicka, 1996). Estos grupos minoritarios suelen presentar demandas o exigencias
en torno a un adecuado reconocimiento de sus culturas, y las instituciones públicas no deben
negarse a esto (Taylor, 2009).
En Ecuador, las reivindicaciones del movimiento indígena, los afrodescendientes y
montubios surgieron durante la década de 1990. Con sus reclamos y demandas, la
Constitución de 1998 incorporó derechos y garantías para estos grupos minoritarios. Pero la
lucha por el reconocimiento y la incorporación de derechos es constante, por lo que diez años
después, con la reforma constitucional, se lograron avances significativos en la materia: como
en el sector educativo, comunicativo y lingüístico, la implementación de la “Justicia
Indígena” y los regímenes especiales, el no racismo por cuestiones étnicas y culturales, el
respeto a sus vestimentas, costumbres y símbolos, así como también de la propiedad
imprescriptible de sus tierras comunitarias y el derecho a no ser desplazados.
Si se considera desde un punto de vista estrictamente legal, Ecuador cumple -a nivel
constitucional y sobre todo desde la reforma del 2008- con las ocho pautas establecidas por
Rattansi (2011). Sin embargo, como se evidenció con la profundización de los medios de
comunicación y la educación, en ocasiones lo establecido en el ordenamiento jurídico no se
condice con su ejecución en la práctica. Por lo tanto, Ecuador llegaría al estatus de Estado
con un multiculturalismo moderado, dado que cumple al menos cuatro de los puntos
planteados: afirmación constitucional de políticas multiculturales, permiso de la doble
ciudadanía, financiación de actividades culturales y la acción afirmativa para los grupos no
aventajados.
En el caso de los medios de comunicación, no se visibiliza lo suficiente a los colectivos
étnicos minoritarios, o bien lo hace desde un encuadre inadecuado. Según un estudio de la
Pontificia Universidad Católica del Ecuador, realizado en 2018 y que observó la percepción
de los grupos minoritarios y su rol en los medios de comunicación, estos grupos no se sienten
lo suficientemente visibilizados. Cuando en los medios se refieren a estas minorías, se lo hace
respecto a temas determinados que no son lo suficientemente representativos de las
respectivas comunidades. Esto implica incluso el refuerzo de los prejuicios que la sociedad
tiene de ellos (López-López et al., 2018).
Por otro lado, las políticas implementadas en el ámbito educativo y en relación a la
enseñanza bilingüe resultan insuficientes e incluso refuerzan, de acuerdo con un estudio
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realizado por Rodríguez Cruz (2017) la preeminencia del sesgo hispano. El Estado
ecuatoriano se está encargando de la asimilación de las minorías en una sociedad dominante
(lo cual es fundamental para un Estado multicultural), pero también debe centrarse en
promover la diversidad cultural y lingüística (Gómez Rendón, 2013). De esta manera, se
observa un avance de la castellanización en detrimento de las minorías étnico-culturales.
Bibliografía.
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