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CÓMO EL YO CREA SUFRIMIENTO

CUATRO CARACTERÍSTICAS DEL “YO”

- Incapacidad de escuchar
- Tendencia a crear problemas
- Insatisfacción con la realidad y el deseo de cambiarla
- Su indiferencia e insensibilidad

INCAPACIDAD DE ESCUCHAR
Características problemáticas y necesitamos mirar para poder identificarnos.

La cuarta característica del Yo es que no escucha. Esto podrá parecer un poco trivial pero tiene una
gran profundidad.

La cuarta característica del Yo es que el Yo no escucha a nadie. Lo que ocurre en


lugar de escuchar a los otros, es que nos relacionamos con la IMAGEN
que tenemos del otro, de la misma forma en que NO nos relacionamos
tampoco con nosotros, porque en lugar de estar en contacto con
nosotros mismos, estamos más bien defendiendo LA IMAGEN de nosotros
mismos.

Lo que hacemos con los demás es exactamente igual, no vemos a los otros la mayor parte del
tiempo. Es posible que logremos ver al otro por breves períodos de tiempo, casi tan
pronto como cuando logras sostener la ATENCIÓN EN LA RESPIRACIÓN. Prueba en
hacer ese experimento de realmente mirar al otro sin pensar. De la misma forma
que traes tu atención en la respiración, puedes llevar tu atención al
otro como una meditación, y percibir sin pensar, sin pensamiento y te vas a dar
cuenta cuánto no escuchamos a los demás. Porque una cosa es hablarle al otro y
responderle, escuchar las palabras, y luego responder algo coherente de vuelta
Pero otra cosa es realmente estar con el otro, y realmente percibir al otro desde un lugar que está
más allá de la mente.

Entonces seguimos, cuando nos relacionamos con los demás en el juego de las
imágenes, y siempre que estamos en el juego de las imágenes, además estamos
en un juego de COMPARACIONES.

Si yo me relaciono con la imagen del otro, siempre lo estoy comparando CON MI IMAGEN. A veces
el otro aparece como mejor y yo como peor, otras veces yo aparezco como mejor y el otro como
peor, y entonces este juego de imágenes está todo el tiempo generando sensaciones,
emociones y sentimientos que tienen solamente relación con las imágenes que creamos.

Incluso lo que sentimos hacia los demás no tiene que ver con que
percibamos a los otros de forma directa. Es como si el YO MENTAL
fuese el que se relacionara virtualmente con sus propias imágenes
todo el tiempo. Pero no hay una relación real con el otro.

Y podemos darnos cuenta en cosas tan sencillas como mientras alguien


nos habla, la mayor parte del tiempo estamos pensando qué vamos a
decir después de que termine de hablar, o a lo mejor en lugar de estar
interesados en ver al otro y simplemente percibirlo, estamos interesados
en que el otro nos vea, nos nutra, confirme nuestras imágenes de
nosotros mismos.

Y es tremendamente problemático porque la otra persona podría confirmar las imágenes que
tienes de ti mismo, pero esas imágenes que tienes de ti mismo no son lo que realmente eres, son
más bien las imágenes que usas para evitar el sufrimiento.

Cuando el otro confirma las imágenes de nosotros mismos, ejemplo, si yo necesito


que piensen que soy divertido y todo el mundo se ríe de mis chistes, entonces me
siento a salvo. Porque confirman la imagen de que yo soy alguien muy gracioso.

Pero cuando confirman esa imagen en realidad no es a mí a quien están confirmando. Eso termina
siendo alimento para las mentiras del yo.

No es fácil escuchar porque escuchar a los demás significaría dejar el juego de la


imagen. Para poder realmente escuchar necesitamos salir de nuestra propia
mentira, de nuestro propio engaño, soltar las imágenes con las cuales me
defiendo de mi propia angustia.

Que se yo, supongamos que alguien se quedó congelado cuando era muy pequeño a
una edad de 5, 7 años. Ahí es como que hay un personaje muy vivo que no pudo
seguir creciendo, pero tuvo que seguir viviendo en el mundo.
Entonces a lo mejor construí otro personaje, otra imagen que me
permitiera mostrarme como alguien adulto, quizá porque tenía
vergüenza de que me vieran así como niño porque posiblemente me hirieron.
Entonces cuando me relaciono yo, no me relaciona yo, se relaciona una imagen.
Entonces todo lo que hago nutre mi mecanismo de defensa. Cuando hablas con alguien estás
nutriendo siempre tu mecanismo de defensa, excepto en escasez ocasiones que podemos tener
un contacto íntimo, real con el otro

Entonces el yo no escucha y en ese NO escuchar alimentamos nuestras mentiras, posiblemente


confirmamos o rechazamos las mentiras que el otro se dice a sí mismo, y básicamente las
interacciones con los demás consisten en eso.

Son 2 imágenes de sí mismos que están en un juego de ser validadas por la otra imagen que está al
frente, alto así.

Esto que digo es brutal, no sé si se dan cuenta de lo que estoy hablando.


Nuestras relaciones son de una superficialidad brutal porque estamos en
la superficie de nosotros mismos, no estamos realmente con nuestros
sentidos puestos en el ahora de nosotros mismos, simplemente estamos
actuando un personaje todo el tiempo. Estamos todo el tiempo en el
juego del ego.

Es difícil salir de ahí porque salir de ese lugar significa MIRAR EL DOLOR CON HONESTIDAD, mirar
lo que me falta, de lo que carezco, mirar mi propia pequeñez, mirar mis limitaciones.

Pero mientras estemos construyendo, intentando construir imágenes distintas, nunca vamos a
nutrir eso que necesitamos nutrir. Y vamos a estar simplemente relacionándonos como adictos
con los demás.

Eso son la mayoría de las relaciones, son relaciones adictivas, donde un adicto le pide al otro
adicto por favor dime lo lindo que soy. Y el otro le contesta “eres precioso, genial, te amo”. Ah
alguien me ama, yo también soy hermoso.

Son juegos de imágenes, pero un día este le dice al otro “ahora no te amo tanto porque me estás
pareciendo un poco más feo. “Oh, ya no me aman tanto”.

Entonces entramos en una guerra porque entramos en una especie del síndrome de abstinencia.
Ante el primer rechazo experimentamos una angustia brutal.

Entonces sería genial poder empezar a practicar el escuchar a los otros. Lo primero es ver que no
los escuchamos, es ver que tú no escuchas y que los otros tampoco te escuchan.

No es que seas tú, es el yo. El yo funciona así porque para sobrevivir necesita no escuchar porque
si escuchara entraría en contacto con el otro, y al entrar en contacto con el otro es igual que
entrar en contacto contigo. Un real contacto con el otro implicaría un real contacto contigo.
Entonces nuestras relaciones en muy pocos momentos son así, es muy raro relacionarse así. Y esas
ocasiones en las que ocurre un real encuentro con el otro, donde tú realmente escuchas y te
puedes nutrir de lo que el otro te muestra, te expresa, puedes aprender del otro, puedes sentir al
otro. Cada vez que tenemos esas experiencias son un regalo, ocurren en muy contadas ocasiones.

--La siguiente características del yo es que el yo se vuelve indiferente para sobrevivir, está muy
relacionado con lo anterior.

Cuando nos han herido lo que vamos haciendo es anestesiar esas zonas de nosotros
mismos que duelen. Si te hiere tu madre tú dices, no importa, busco el amor de mi
padre, te hiere tu padre y tú dices, bueno no importa busco el amor de mi pareja, te
hiere tu pareja tú dices, busco el amor de Dios, Dios te abandona y dices busco el
amor de un filósofo, etc.

A medida que vamos anestesiándonos es como si fuésemos


apagando distintas partes de nuestro ser y la indiferencia es
como una enfermedad que se empieza a extender al ser
completo. Si te vuelves un poco indiferente con tu madre,
luego eso empieza a crecer como una ola de nieve, y
finalmente vivimos indiferentes la vida, es como si las cosas no nos tocaran.

Cosas tan sencillas, ejemplo llueve entonces se despeja, sale el sol después de
la lluvia, uno puede sentir el olor húmedo, la energía en el aire, pero estamos
tan insensibles que no percibimos esas cosas. Literalmente tenemos una
pared de concreto, como si estuviésemos encerrados en un sótano oscuro y
no percibimos nada. No percibimos nada, no percibimos al otro, a nosotros
mismos.

Y cuando vamos así de indiferentes dejamos de vivir nuestra vida, es


como si viviésemos la vida de nadie realmente. Perdemos el tiempo,
malgastamos la vida. Sin embargo, el yo para sobrevivir necesita estar
indiferente, necesita ignorar la realidad que está ocurriendo en el ahora.
Es muy amenazante estar en el ahora porque hay dolor, sufrimiento,
porque hay cosas que quedaron inconclusas, porque hay cosas que
duelen, que asistan, entonces en lugar de mirar eso nos parapetamos detrás de estas imágenes de
nosotros mismos, las alimentamos, vivimos para esas imágenes y llega un punto en el que ya ni
siquiera sabemos cómo nos llamamos.

Dejamos de saber quiénes somos, ya no podemos sentir nuestro corazón básicamente. Y tarde o
temprano empezamos a sentir ese vacío y me imagino que muchos de ustedes que están haciendo
este viaje es porque están intentando desandar el camino en algún momento nos perdimos y nos
olvidamos.

Lo bueno es que el camino se puede desandar y que podemos volver. Y yo diría


que la el mayor desafío es poder desarrollar la HONESTIDAD, poder ser realmente
honestos con nosotros mismos, poder mirarnos como somos, no como nos
imaginamos que somos. Y eso da terror. Es difícil. Pero es muy buen ejercicio, muy
saludable. De a poco es como si empezáramos a recuperar de pronto descubrir
que empiezas a respirar, primero te respira un pulmón, después respira el otro, después recuperas
los brazos, puedes usar las manos, en lugar de que las imágenes usen las manos, los pulmones,
empiezas a despertar una inteligencia más profunda.

En los niños las vemos, y cuando van creciendo y van siendo heridos y van no
siendo vistos, es fácil darse cuenta cómo se van distanciando, y si miramos
nuestra propia historia, vamos a ver claramente cómo nos fuimos
insensibilizando.

Entonces hay que desarmar, ir hacia atrás en este camino, ir sacando esas capas de indolencia que
tenemos. Cada vez que te sacas una capa duele un poquito pero empieza
entrar la luz. La meditación yo diría que es un proceso de ir sacando estas
capas, entonces tú te las sacas y duele, estás ahí sentado y duele, no
sabes qué hacer con eso. Pero si vas dejando, que ocurra el proceso, de
pronto te vas dando cuenta que a pesar que duele y que no estás
haciendo nada en particular, algo empieza a nutrirte de manera más
natural, es como si empezaras a estar más en ti mismo, es un proceso
muy espontaneo, muy bonito. No requiere un esfuerzo realmente, solo requiere la valentía de ser
honesto. Cada instante de honestidad de ver el juego que estás jugando, de desarmar el
mecanismo, simplemente observarlo y tener la honestidad de decir esto es lo que hay, esto es lo
que soy, esto es lo que va pasando dentro de mí, eso va despegando esa muralla de concreto que
nos hemos puesto para no sentir.

No importa si es incómodo, pero te vas con la incomodidad ahora, aunque es incómodo esa
incomodidad eres tú realmente. Te sacas un pedazo de la máscara y duele. Eso que duele no es
que algo te duela, eres tú que sientes dolor, eres tú siendo dolor, pero eres tú. Entonces
comienzas a caminar contigo, y la vida es muy generosa y te empieza a nutrir. Cuando estás
contigo la vida te puede tocar de nuevo, las relaciones te pueden tocar de nuevo, así empezamos a
de nuevo a vivir y dejamos de perder el tiempo en los juegos del ego.

EL YO, PARA SOBREVIVIR, CREA PROBLEMAS.


La siguiente característica es que el o para sobrevivir crea problemas. El yo sin problemas no
existiría. Entonces estás en la universidad y te sacas una muy buena nota y te
angustias porque ahora tienes el problema de mantener las buenas notas,
porque si no que van a pensar de ti se te sacaste una buena nota y después no.
Van a pensar a lo mejor que eres un estúpido y que fue solo suerte. Ahora
tienes que mantener el estatus, la imagen. Y ahora tienes un estrés y ya no
puedes estudiar con tranquilidad porque tienes que mantener el rendimiento.
Lo que antes era un placer, lo podías hacer desde el ser, ahora se convierte en una obligación de
sostener una imagen.

Otro ejemplo, estás haciendo fila en el banco, es larga, te irritas. Tienes un


problema porque estás esperando o simplemente has definido que hoy en
tu vida tienes aproximadamente 5 ó 6 grandes problemas. Todos tenemos 5
ó 6 grandes problemas siempre y van cambiando por temporadas incluso,
algunos en verano, otros en invierno.

Y es muy gracioso porque la verdad es que esos 5 ó 6 problemas nunca se resuelven y de pronto
pasan unos años y ya no está ahí esos problemas. Nunca hiciste nada para resolverlos,
simplemente ya no están pero ahora tienes otros 5 ó 6 problemas diferentes. Pero no es porque
tengas esos problemas. No es que eso que has definido como problema realmente sean
problemas. Lo que pasa es que el Yo necesita problemas para sobrevivir. Sin problemas se
disolvería, no tendría trabajo que hacer. Porque la imagen del Yo nunca se satisface.

Si tú estás identificado con tu propia imagen siempre va a haber vacío porque la imagen no es el
ser. No importa lo que tú le des a la imagen. Si en tu imagen eres un gran intelectual, no importa
cuántos libros escribas y cuantos premios nobel te ganes, aun así el vacío va a seguir
ahí, entonces hay una insatisfacción permanente y esa insatisfacción
crea la ilusión de que habría que hacer algo para resolver el problema.
HAY QUE HACER
ALGO PARA IMAGEN
RESOLVERLO

CREÁNDOME PROBLEMAS
Círculo vicioso INSATISFACCIÓN
PERMANENTE

Nunca se nos ha ocurrido pensar que a lo mejor podrías simplemente quedarnos con nuestra
insatisfacción y no seguir haciendo nada más y estar con nosotros mismos, eso rompería toda la
construcción del yo.

A lo mejor el vacío que sientes no tienes que resolverlo porque en realidad el vacío que sientes
eres tú. No necesitas resolver el vacío, necesitas estar contigo que es distinto.

Si dejo de tratar de resolver mi problema y simplemente soy lo que soy, soy en este momento un
ser que se siente vacío, un poco insatisfecho, que tiene miedo, que no tiene tan buena
autoestima. Y eso es lo que soy y está perfecto, voy a dejar de tratar de resolverlo.

Entonces ahí podrías dejar de tener problemas. El problema del Yo no es un


problema realmente, los problemas son situaciones que requieren una
solución y se pueden resolver. Pero la insatisfacción del Yo no se puede
resolver creando nuevas imágenes, viviendo nuevas historias. La única forma
de resolver el problema de eso es disolver el Yo, es mirándolo y rompiendo la
identificación. Entonces los 5 ó 6 problemas de turno que tenemos en cada
temporada en realidad no son problemas. Son formas en las que el yo está orientado hacia el
futuro, pensando.

Simplemente no puedo dejar que haya un instante de silencio, porque un instante de silencio me
trae a mí mismo. Piensa en este momento que a lo mejor no hay nada que tengas que resolver,
que arreglar. No tienes que arreglar nada en tu personalidad, en tus relaciones. Esta es la vida que
tienes y está perfecta. Es exactamente la vida que tienes que vivir. Y ya está, listo, ya llegaste hasta
el final, no hay nada que resolver.

Si uno lo empieza a percibir así, la mente queda como en blanco, como las máquinas que miden el
pulso del corazón, se detiene y entonces entras en el ahora.

Observa en este momento, de hecho, nosotros sentimos que somos


un problema. Si alguien no siente que es un problema, venga a darme
su firma para enmarcarla, porque realmente sentimos que somos un
problema. Tenemos que resolvernos a nosotros mismos. Te invito a
simplemente tener este pensamiento, y que tal si en este momento
no hay nada que resolver, está perfecto que yo sea así, que mi vida
sea así, no hay absolutamente nada que hacer.

Te doy 5 minutos de vacaciones de ti mismo, y entonces se hace un espacio, se hace silencio.

EL YO, PARA SOBREVIVIR, QUIERE CAMBIAR LA REALIDAD CONSTANTEMENTE


Y por último, muy vinculado a esta última característica, el yo quiere cambiar la realidad, quiere
cambiar las cosas ahí afuera constantemente. Tiene que ver con la insatisfacción, con la definición
de que hay un problema, entonces estás en la fila del banco y empiezas a pensar pero es el colmo
que los cajeros atiendan tan lento, voy a hablar con alguien para que funcione mejor, y a lo mejor
no hay ninguna necesidad real de que vaya más rápido, no estás realmente apurado, no hay
ningún problema si te demoras 15 ó 20 min más. Podrías estar perfectamente ahí, en el ahora
contigo, viviendo tu vida, viviendo la situación tal como aparece, en lugar de estar tratando de
arreglar algo ahí afuera

El yo es como un obsesivo compulsivo que tiene TOC, no podemos


dejar realmente nada come está, queremos cambiar a los otros,
queremos cambiar el clima, la economía, cambiar el mundo,
acabar con el sufrimiento en el mundo,
queremos, que sé yo. Queremos que los
políticos sean mejores, que todo sea distinto y no lo cuestionamos. De
hecho, en nuestra cultura el querer cambiarlo todo es un gran valor
culturalmente si alguien no quiere cambiar el mundo da la impresión que
estuviese enfermo de algo, y si alguien lo dijere “yo en realidad no
quiero cambiar el mundo, para mí el sufrimiento está perfecto, la guerra
está perfecto”. Vamos a creer que está loco o insensible
Pero que tal si el asunto no es cambiar el mundo, que tal si pudiésemos mirar simplemente lo que
hay dentro nuestro antes de intentar cambiar algo. Queremos cambiar las cosas porque no
soportamos mirar lo que hay adentro realmente, por eso queremos cambiar las cosas allá afuera.

Tu pareja te grita y aparece miedo, resentimiento, entonces quieres


que no te grite porque no soportas ver tu resentimiento, tu miedo. Si
no tuvieras miedo, resentimiento, tu pareja te gritaría y tú te le
quedaras mirando a lo mejor hasta sería entretenido gritarse de vez en
cuando todos los días, un rato. Lo podrías disfrutar incluso.

Pero no, mi pareja me grita, quiero cambiar a mi pareja, es muy violenta, no debería ser así. Y a lo
mejor me grita porque en realidad yo no escucho y está gritando para que yo escuche lo que me
trata de decir. Pero yo ni siquiera escucho lo que hay detrás del grito. Quiero simplemente que no
grite porque cada vez que grita aparece mi angustia y yo no quiero mirar mi angustia.

Quiero cambiar a mi mamá porque cada vez que la miro se me


rompe el corazón porque creo que no está haciendo la vida
que debería porque siento que no se ha dado cuenta de
tantas cosas, porque en realidad yo tengo angustia con eso y
no sé qué hacer con ella o con la culpa que me da una culpa
que posiblemente tu propia madre te inculcó, pero ese ya es un
tema para un curso de psicología.

Realmente queremos cambiar al mundo porque no toleramos


estar con nosotros, porque preferimos mantener esa pared de insensibilidad, no queremos
sentirnos porque nos da terror, porque duele, porque queremos sostener esa imagen.

Entonces es muy importante dejar un poquito la pretensión de que las


cosas afuera sean distintas y empezar a mirar realmente qué está
sucediendo aquí adentro, que es lo que está sucediendo adentro. Que
pasaría si por un momento dejase de intentar cambiar lo que hay afuera
y pudiese quedarme con lo que hay y caminar con lo que hay en la vida.

Entonces vas a empezar a descubrir que te


empiezas a sentir vivo, que la vida te empieza a
tocar, y eso que empieza a ser tocado es un ser que está ahí que tiene una
inteligencia que desconocemos, porque estamos tan insensibles que es
como si la mayor inteligencia que tenemos que es la inteligencia del
corazón, estuviese completamente apagada.

Cuando puedes dejar que la vida te toque, y para poder dejar que la vida
te toque es necesario dejar de intentar cambiar el mundo, es necesario
dejar que las cosas sean tal cual como son afuera y entonces así ¡pum!,
puedas sentir lo que te pasa con las cosas. Si en el fondo, intentar cambiar las cosas es una forma
de no conectar con lo que me pasa con las cosas.

Por eso las quiero cambiar. Pero si las dejo como están, si dejo la fila del banco tal cual, si dejo
que mi pareja me grite, tal cual, y entonces empiezo a conectar con lo que me pasa, entonces es
como arrancar un pedazo de la armadura y empiezo a sentir una parte de mí. Y claro, esa parte
duele porque había estado desatendida, desnutrida, pero si yo le doy la posibilidad a eso que
duele, de estar, empiezo a relacionarme con el mundo estando con eso, voy a empezar a descubrir
que hay una inteligencia más profunda.

Es muy sorprendente esto. Espero que el sábado que vamos a hacer una meditación más potente,
podamos vivenciar esta inteligencia más profunda. Realmente es otra inteligencia, como si
tuviésemos 2 cerebros. El cerebro que conocemos, el intelecto, ese cerebro siempre está
funcionando, en el colegio nos lo entrenaron hasta el hartazgo, bueno
no tanto porque la educación tiene muchos problemas, pero lo
estuvimos usando todo el tiempo.

Y el otro cerebro no lo conocemos, y yo diría que el centro de ese


cerebro está literalmente en el pecho.

Es otra forma de pensar. Es otra forma de percibir las cosas. Para que ese
otro sistema pueda funcionar, tenemos que salir del Yo, necesitamos salir de
ahí. Y cuando estamos meditando es difícil ver en la acción misma, como esa
inteligencia opera. A veces sucede, estás meditando y de pronto te
empiezan a aparecer ideas de cómo resolver un problema, de qué hacer en
alguna situación. Ahí podemos ver cómo esa inteligencia se está activando.

Pero a medida que vamos profundizando, esa inteligencia comienza a


manifestarse durante el día también. Y te das cuenta que cuando estás ahí las
cosas se ordenan, caen en su propio sitio, sin necesidad de que las estés vigilando.
No necesitamos estar vigilando nuestros problemas para que todo salga bien. La
verdad es que esos problemas nunca se resuelven y todo sale bien igual.

No necesitamos estar pensando cómo resolver las cosas. Cuando estamos en el ahora, esa
inteligencia sucede de forma oportuna en el momento que tiene que suceder. Si estás en el ahora,
cada cosa, en su momento y en su lugar, no hay necesidad de anticiparse, de estar teniendo un
plan de aquí a los próximos 15 años, de qué vas a hacer con tu pareja, de qué vas a hacer con tu
trabajo.

Si uno está realmente en el ahora, si se logra quitar esa armadura, el


ser más profundo, o la consciencia, o el ser esencial, responde a la
realidad de manera orgánica e inteligente y amorosa también.
Entonces cada cosa va cayendo en su lugar, no hay necesidad de
seguir siendo obsesivos compulsivos. Todos somos obsesivos
compulsivos, estamos llenos de rituales, estamos todo el tiempo
chequeando nuestra imagen. Si observas el contenido de tus
pensamientos, el 95% comienzan con YO y luego sigue el texto,
estamos constantemente chequeando qué pasa con nuestra imagen. Es agotador, no tenemos
tregua, no tenemos descanso. Somos esclavos de ese yo, de esa imagen. Y cuando vivimos ahí nos
volvemos muy estúpidos, dañamos a los otros y a nosotros mismos.

Así que espero que todo lo que hemos estado haciendo nos haya ayudado a acercarnos un
poquito más a ese espacio. Todas las enseñanzas que hemos estado compartiendo no son cosas
que inventé yo, afortunadamente, porque si no, este curso sería un desastre porque mi yo no
podría transmitir nada coherente, son enseñanzas que vienen de distintas tradiciones, del
budismo, de Oneness de La India, y otros maestros, de los que he estado aprendiendo. Es un
conocimiento que viene de la mente superior realmente. Son percepciones muy agudas acerca de
cómo funciona la mente, de cómo funciona la consciencia. A mí me las dijeron y luego me senté a
hacer el experimento y pude ver que sí funciona. Pero nunca lo hubiera visto si no me hubiesen
indicado que había algo que mirar. Entonces, espero que ustedes hayan podido mirar y que
podamos seguir mirando todas estas cosas porque necesitamos seres humanos que podamos vivir
como seres humanos, así de simple. Con el cuerpo que tenemos, con las heridas que tenemos, con
las limitaciones que tenemos y poder respetarnos así como somos y respetar a los demás y tener
una relación con los demás desde lo que realmente somos, en lugar de querer cambiar a los otros,
en lugar de estar pensando que la vida es un problema, en lugar de estar mintiéndonos todo el
tiempo, en lugar de estar atados a nuestras adicciones. Tenemos trabajo qué hacer por el bien
nuestro, de nuestros hijos. Y simplemente porque ahí hay algo profundo en nosotros mismos que
lo estás viviendo todo el tiempo, que lo necesitas, sobre todo por eso. Es muy simple. No se trata
de salvar el mundo. A lo mejor nadie va a poder salvar el mundo y está perfecto. A lo mejor está
perfecto cómo se extinguieron los dinosaurios, y luego se extinguirán los seres humanos, a lo
mejor después viene otra especie, a lo mejor aprenderán de los errores de los seres humanos y
harán algo distinto, a lo mejor jugarán otras cosas, etc.

O a lo mejor vamos a evolucionar y en 3000 años vamos a mutar y a ser distintos. En fin.

--- fin ---

TESTIMONIOS Y PREGUNTAS.

LATIFA: Este proceso puede ser para la mente algo tormentoso, pero en alguna parte del día hay
algo que mira a la mente, me comienza a pasar que estoy muy metida a practicar, era poder ver
esto y a la vez ese vació que se generaba se convierte en algo porque el tema es genial, si no estoy
rumiando en mis problemas ¿qué hago con mi tiempo? es desesperante porque es como si una
parte de mí estuviera amenazada a muerte. Me imagino que es la misma mente desesperada y te
obliga a seguir enroscada una y otra vez. En los momentos en que se hace un espacio más y
puedo donde una parte de mí acepta ese vacío siempre se crea algo bien diferente, lo que surge es
una energía muy diferente. De repente llega y dices que hago con ella? Hay momentos donde
surge algo genial y otros momentos como si uno saliera a la luz y sientes terror porque sientes algo
desconocido. Es

TOMAS: Imagina lo que hubiese pasado si no hubieses hecho ese trabajo cuando estuviste en el
cuarto camino ¿dónde estarías hoy día? Cuando uno está en ese momento difícil, que es cuando te
sacas una parte de la armadura, queda una parte expuesta que duele. Es muy desconcertante
porque dices ¡esto duele! ¿Qué hago con esto? Es la parte del yo que quiere resolverlo. Pero cada
vez en la vida que uno se ha podido quedar con eso sin hacer nada, no saben cuántas
reencarnaciones se están ahorrando, si es que existe la re encarnación. En ese momento es muy
incómodo pero entre más lo haces, en el mismo momento la mente no está entendiendo que eso
es algo bueno. Para el yo hay que escapar del dolor y buscar el placer. Pero cuando hacemos eso y
nos quedamos en ese espacio incómodo, es como si estuviésemos rompiendo la cadena que no
sólo nos ata a nosotros sino que ha atado a nuestras familias durante generaciones. Es una cosa
tremendamente poderosa la que sucede cuando uno se puede quedar en ese espacio cuando te
sacas la armadura y te sientes vulnerable. Es como si estuvieses en un lugar vacío, no sabes que
hacer y logras no hacer nada. Simplemente estás ahí.

De esto uno se da cuenta después con los años. Cuando uno mira y te das cuenta que has estado
meditando durante 3 ó 4 años, t3e das cuenta lo que significaron esos años en tu vida, hoy. Se
transformamos mil cosas. Es como si uno hubiese cambiado la piel sin darse cuenta. El yo no
percibe esos cambios. Es algo que ocurre en un lugar más profundo de la consciencia y entonces
uno ve que literalmente la práctica nos ha salvado la vida en muchos sentidos.

Entonces cada vez que nos sacamos esa coraza y nos quedamos con la piel viva y desnuda, lo que
estamos haciendo es limpiar el karma, limpiar el inconsciente aunque en ese momento tengamos
una impresión diferente. Es muy poderoso realmente.

Si has practicado meditación durante 3 meses no te vas a dar cuenta. 3 años después te das
cuenta de lo que ha significado

ALEJANDRO: Me acuerdo de situaciones en las que me encuentro con gente, con algún amigo o
familiar y que me doy cuenta y estoy consciente de esta parte del yo que no escucha, y que está
preparándose todo el rato para decir lo que quiere decir, no escucha lo que el otro dice. Me ha
pasado muchas veces en que me doy cuenta de que en el saludo por ejemplo hay incomodidad
pero hay como una intensión de generar una buena onda pero que detrás de eso en los dos hay
mucha incomodidad, nerviosismo, miedo. Verlo a la cara y ver que está súper incómodo
saludándome como que no sabe que decir, yo me doy cuente pero me provoca tanta incomodidad
ver que el otro está nervioso que elijo como hacerme el loco. Dejo la atención de lo que le pasa
porque me provoca mucha incomodidad ver que el otro está incómodo conmigo.

Esta semana fue muy compleja, me sentí muy frustrado, energéticamente me sentí muy cansado,
no entendía muy bien qué me pasaba, y lo que todo el rato pensaba era que no podía hacer las
cosas que quería hacer. Y me daba cuenta que todo el rato era mentira, que hacía como que no
podía hacer las cosas, que no tenía cierta capacidad para hacer ciertas cosas. Era como un juego
de que no podía. Y decía bueno, si no puedo hacer las cosas ¿cual es el motivo de sentirme tan
mal, tan bajo de energía, tan insatisfecho? porque yo tengo la capacidad, eso me hacía pensar
mucho que me sentía mucho muy perdido con mi malestar e inconformidad, que no tenía nada
que ver con eso de que no puedo hacer esto igual era frustrante no saber cómo lo resuelvo y me
sentía una sensación fuerte, incluso muchas veces siento la sensación parecida a la de un
borracho. Sentir como esa capa de concreto, una cosa en el cuerpo como muy pesada, como muy
insensible. Lo siento muy parecido a estar muy borracho.

TOMAS: Eso que describes es el yo, es una cosa que está literalmente pegada en el cuerpo, no es
una cosas tan abstracta, lo podemos sentir, es una tensión, una pesadez, es como si tuviésemos un
gel negro pegado por todas partes, todo eso es el yo. Es una cosa tremenda el yo, es como si
estuviésemos poseídos.
Excelente observación, que impresionante, como algo que parece no ser tan ofensivo te genera
tanto sufrimiento. Esta idea de que el sufrimiento tiene una graduación es falsa, no existe poco
sufrimiento, medio sufrimiento o mucho sufrimiento.

O estas sufriendo o no estás sufriendo. ON OFF. Si no estás en un estado de apertura y de ser,


estás sufriendo, punto. No hay grados, lo que pasa es que estamos tan insensibles que no
percibimos lo doloroso que es el sufrimiento. Ese estado de pesadez en sanscrito se le llama
DUCA, quiere decir oscurecimiento de la consciencia o dolor. Es el dolor de la mente, es el
atontecimiento que nos genera la identificación con el yo. Todos los seres humanos lo tenemos lo
que pasa es que no somos conscientes. Llevamos eso en el cuerpo y generamos un aura de mala
onda hacia todas direcciones, a miles de millones de kilómetros de distancia. Somos como una
especie de hoyos negros en el universo cuando estamos así. Es así como sostenemos el conflicto a
una escala social.

Es muy impresionante cuando lo que hacemos acá, por ejemplo, algo tan simple como sentarnos
media hora a meditar, nos damos cuenta que se siente muy fuerte meditar con el grupo, solo
estamos todos juntos meditando y por ahí uno está un segundo en el ahora, otro está otro
segundo, y son microsegundos en donde distintas personas del grupo están n el ahora y creamos
un campo poderoso.

Ahora miles de persona no estando en el ahora también crean un campo poderoso, y de alguna
manera esa campo nos está tragando todo el rato. Es una cosa energética.

Entonces, eso que tú descubres de estar ahí en el fango de la identificación con el yo es algo que
sostenemos de forma colectiva, no es que sea tu yo que te tiene tomado y a ti te hace sufrir, no es
algo personal. Es la mente y el yo. Los distintos yo en cada persona tienen distintas
personalidades, distintas imágenes pero el mecanismo es exactamente el mismo. No es que haya
muchas mentes y muchos yos. La mente funciona exactamente igual en cada persona, solo
cambian los colores y contenidos pero el funcionamiento es exactamente el mismo.

No es que tú crees el sufrimiento, es la mente que construye un yo y así surge la experiencia del
sufrimiento, y eso es así en todos los seres humanos sin excepción, a menos que estén despiertos.
Y de eso no tenemos mucho todavía.

Nosotros le ponemos contenido al sufrimiento. Imagínense que simplemente hay sufrimiento, no


es de nadie. Es una especie de mar que no envuelve de sufrimiento. Entonces cuando lo
empezamos a sentir, le ponemos contenidos personales. Lo asociamos a nuestros recuerdos
biográficos, a nuestra personalidad, a nuestras historias, entonces parece que fuera mí
sufrimiento.

La verdad es que eso no existe. El sufrimiento que luego de forma automática, la memoria lo
empieza a asociar. Lo que ocurre es que entramos en un campo energético y lo sentimos, está ahí;
y luego cuando lo asociamos a nuestra memoria y lo convertimos en propio, lo alimentamos.
Nutrimos el campo. En cambio, si solo podemos sentir el sufrimiento, que se siente como una
pesadez en la cabeza, eso es el sufrimiento, ahí está, está presente, y si yo no digo MI
SUFRIMIENTO. Digo ¡aquí está el sufrimiento!, y no le agrego ni le quito nada, ni lo trato de
cambiar ni nada, entonces dejo de agregarle algo a ese campo. Y ese silencio que generó comienza
a construir ese campo. Si estoy en silencio y alguien se acerca a mí, el otro empieza a habitar
también en ese campo energético. Es muy poderoso cuando empezamos a distinguir, a reconocer
los distintos estados, lo distintos contenidos que aparecen, y estamos en silencio, podemos
empezar a experimentar el silencio de la gente que está con nosotros, en las situaciones, en
nuestra vida, es realmente poderoso. Si uno llega en silencio al trabajo puedes cambiarle el día a
toda la gente sin que te des cuenta, sin hacer nada, no es que tú hagas algo. Es un fenómeno de la
consciencia, y si el jefe llega de malas, todos tienen un mal día, no es porque sí, es porque
entramos en un campo.

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