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Política Fiscal Activa y Dependencia de Precios Internacionales:

el Caso de Venezuela

Andrés González Miranda, Laura Castillo Bendeck y María Paula Neira A.

Universidad de los Andes

Noviembre 2018
Introducción
En los últimos años, Venezuela ha vivido la peor crisis económica de su historia y una de
las más alarmantes a nivel global. El Gobierno venezolano, impulsado por el auge petrolero a
inicios del Siglo XXI, llegó a tener tasas de crecimiento del PIB de hasta 18% durante este boom
(Banco Mundial, 2018). No obstante, con la caída de los precios internacionales del petróleo en la
segunda década del siglo, Venezuela se ha sumergido en un desempeño económico deteriorado
(Sánchez, 2015), con tasas de crecimiento negativas y con inflación estimada de más de 2500%
(Cepal, 2018), todo esto sumado a una gran crisis social, política e institucional. En este sentido,
estudiar a profundidad los determinantes de la crisis venezolana resulta de gran importancia para
la literatura económica, ya que permite entender mejor por qué un país tan exitoso puede en tan
poco tiempo entrar en una recesión tan profunda y sobre todo para entender qué pudo hacer el
gobierno para haberlo evitado.

Por todo lo anterior, el objetivo del presente texto será evaluar qué fue lo que llevó a
Venezuela a la crisis en la que se encuentra actualmente, teniendo en cuenta que es un país que
depende mayoritariamente de precios internacionales como el del petróleo y que llevó una
política fiscal activa y una política monetaria pasiva. La principal contribución de los autores es
entonces demostrar cómo una política fiscal activa irresponsable, sumada a una gran dependencia
de los precios internacionales es un escenario catastrófico para la economía de un país. Para
lograr esto, se realizará una revisión de literatura acerca del contexto económico, fiscal y
monetario de Venezuela; y posteriormente se presentará un modelo macroeconómico que
mostrará los mecanismos que el gobierno venezolano utilizó y explicará el origen de las altas
tasas de inflación venezolanas. Finalmente, se presentarán las conclusiones.

Revisión de la literatura
El enfoque de nuestra revisión de literatura será el de encontrar cuáles fueron las políticas
que explican la crisis venezolana. En este sentido, se abordará tanto posiciones y análisis de
diversos autores, así como un componente histórico de las decisiones que tomó el Gobierno en el
Siglo XX y que derivaron en la catástrofe económica que se vive actualmente.
Cuando la economía de un país se concentra en la producción y exportación de productos
no renovables, los Gobiernos, además de tener que lidiar con los desafíos de una política fiscal
activa, deben hacerle frente a las implicaciones que supone depender de precios que se fijan
exógenamente. Ambos problemas están interconectados; la imprevisibilidad de los precios
dificulta la fijación de un nivel apropiado y sostenible de gasto para el sector público. (Cepal
2006). El caso Venezolano es ilustrativo para hablar de política fiscal irresponsable y
dependencia de precios internacionales. Hasta antes de la crisis de precios que tuvo lugar a
comienzos de siglo, Venezuela estaba entre los diez primeros países con mayor producción
petrolera. No obstante, los problemas fiscales de Venezuela se remontan a los años sesenta, aún
cuando una década antes registraba un elevado crecimiento y bajos niveles de inflación. Los
problemas nunca dejan de ser explicados por la gran volatilidad económica causada por shocks
externos provenientes de cambios en precios en el mercado internacional de petróleo (Vegh, C.
2001).

Como lo afirma Vegh en el libro ​¿cómo armar el rompecabezas fiscal?, h​ a sido la


política fiscal la que ha transmitido estos shocks al resto de la economía, actuando como una caja
de resonancia, en vez de servir como un instrumento que contenga o limite los efectos
distorsionantes que se derivan de la volatilidad externa y que repercuten sobre la economía
venezolana (2001). Cuatro características del manejo irresponsable de la política fiscal que han
contribuído a que la economía de Venezuela se encuentre a su situación actual se nombran a
continuación. La primera es la tendencia a registrar déficit de manera permanente; no sorprende
que los cortos períodos de equilibrio o ligeros superávits coincidan con altos precios del petróleo
en el mercado internacional. La segunda es un elevado nivel de endeudamiento del sector público,
generado por la necesidad de financiar el déficit fiscal, que en 1996 fue equivalente al 102% del
PIB y en 1997 al 107% del PIB. (Vegh, C. 2001).

Tales niveles de endeudamiento han impuesto grandes restricciones a la política fiscal; ha


ocasionado rigidez en los gastos del sector público y vulnerabilidad del déficit fiscal ante shocks
en la tasa de interés. La respuesta de Venezuela ante estas circunstancias ha sido aplicar distintos
tipos de represión financiera como, por ejemplo, tasas de interés real negativas para reducir el
valor de la deuda real pública, el uso de diferenciales entre tasas de interés, altos niveles de encaje
no remunerados y el cobro de altas primas por seguro de depósitos bancarios. Estas medidas han
causado que las remuneraciones a los depósitos se hayan mantenido por debajo de la tasas de
inflación por extensos períodos y han dado lugar a un proceso de desmonetización que ha hecho
más sensible la inflación al uso de mecanismos de devaluación como herramienta de corrección
fiscal (Vegh, C. 2001).
La tercera característica de la economía venezolana es la combinación la prociclicidad y
el tipo de cambio como mecanismo de ajuste. A pesar de que este último ha permitido decrecer el
valor de su deuda, ha tenido costos en términos de inflación y volatilidad económica.
Adicionalmente, la reacción del gasto público asociada a la política procíclica con los shocks
externos ha afectado el crecimiento, el tipo de cambio real y, nuevamente la inflación. De la
mano con lo anterior, la cuarta característica es la dependencia de ingresos petroleros, y
consecuentemente a las circunstancias del mercado de petróleo internacional, para financiar el
gasto público. La evolución del gasto en Venezuela podría identificarse, en términos de Tanzí
(1989) como “tensión fiscal” , que se caracteriza por políticas que intentan corregir desequilibrios
fiscales con medidas poco sostenibles como reducción de salarios reales en el sector público a
niveles política y socialmente inviables y la poca inversión en infraestructura pública. Estas dos
medidas inciden directamente sobre la productividad y el crecimiento económico, sin mencionar
la eficiencia y la credibilidad de los agentes económicos en el gobierno. (Vegh, C. 2001).

Ahora bien, otros autores también mencionan recurrentemente la tercera característica


sobre la dependencia del petróleo. Para entender por qué Venezuela llegó a ser tan dependiente,
es fundamental incluir al análisis un componente histórico. Santeliz y Contreras (2018) sostienen
que existe un hito importante en la historia de Venezuela: la nacionalización de la industria
petrolera en 1976. Esto generó que existiese una estructura de propiedad estatal sin control
privado, en donde el Estado actúa como el guardián del interés público, y se generan expectativas
de que el Gobierno debe contribuir con los recursos obtenidos de la riqueza petrolera. Estas
expectativas, sumadas a un Estado que está dispuesto a financiar el gasto con estos recursos,
deriva en la generación de subsidios universales de grandes dimensiones tanto en bienes y
servicios para satisfacer las expectativas sociales, dejando de lado políticas de gasto sostenible de
largo plazo. En pocas palabras, a la compañía petrolera se le asignó dos funciones: producir
petróleo y asegurar las obligaciones del gasto del Estado. Por lo cual, en términos prácticos, el
Estado hace que sus ingresos dependan de una variable exógena como lo son los precios
internacionales del petróleo.

Por otro lado, los autores mencionan que la nacionalización de la industria petrolera llevó
a una debilitación generalizada de la diversificación industrial de Venezuela (Santeliz, 2018). El
diseño tributario, como se mencionó anteriormente, estaba basado principalmente en el recaudo
de la actividad petrolera. Esta situación impide incentivar la diversificación productiva, tanto a
nivel local como regional. Es decir, el Estado, en su afán de conseguir los recursos para mantener
el nivel de gasto, enfocará sus políticas en favorecer el sector petrolero, dejando de lado las
demás industrias nacionales. Esto, por otra parte, generó que los bienes de consumo fueran
esencialmente de importación, por lo que durante gran parte del Siglo XX Venezuela tenía
implementado un sistema cambiario de tasa fija para que los precios de las importaciones fueran
más competitivos (Guerra-Pineda, 2004), lo cual también perjudicó a la industria nacional. Si
bien años más tarde se intentó diversificar la economía mediante el V Plan de Desarrollo
Económico y Social de la Nación de 1976, el resultado fue más empresas expropiadas por el
Estado y una ampliación del sector público.

Otro elemento mencionado frecuentemente en la literatura, que explica en gran medida la


crisis que atraviesa venezuela hoy en día, es la emisión descontrolada de billetes. Desde que
Venezuela abandonó el patrón oro en 1974, y la política cambiaria de tasa fija, ha comenzado a
emitir billetes de forma indiscriminada, sin ningún respaldo de tipo productivo o de crecimiento
económico (Ruíz, 2017). Esto ha generado que Venezuela haya vivido grandes etapas
inflacionarias a lo largo de su historia. Las siguientes gráficas, elaboradas por Ruiz (2017),
muestran el comportamiento de la base monetaria e inflación en Venezuela en los distintos
regímenes cambiarios y de patrón oro. Se observa que a partir de 1983 la inflación en Venezuela
comienza a tener crecimientos mucho más elevados que la tendencia que presentaba en años
anteriores. Según el autor, esto se debió a que ahora el Estado tenía total libertad para emitir
billetes y financiar el gasto mediante esta vía.
En resumen, en la revisión de literatura encontramos consenso de que Venezuela es un
país que depende excesivamente de los precios internacionales del petróleo; su política fiscal
activa se financia vía recursos obtenidos de la industria petrolera y emisión excesiva de billetes
(incluída deuda); su industria nacional es poco diversificada y débil; y un modelo de consumo en
donde se importa todo lo que la producción nacional no produce. Por todo esto, durante finales
del Siglo XX e inicios de este, se fue creando una bomba de tiempo que estalló en esta década
con la caída de los precios internacionales del petróleo.

Marco teórico
Para cumplir los objetivos de la investigación y modelar lo que se encontró en la revisión
de literatura, se creó un laboratorio macroeconómico con tres diferentes agentes: el hogar, quien
consume y es dueño de la empresa; la empresa, que produce tanto bienes de consumo como de
exportación (petróleo), y el gobierno. En términos generales, se utilizó un modelo de dinero en la
función de utilidad, de acuerdo a los contenidos de la clase de Macroeconomía 2, de la
Universidad de los Andes. Por simplicidad, el modelo consta de un solo periodo y por lo tanto no
incluye ni capital ni ahorro (bonos). A continuación se presentan los problemas que enfrenta cada
uno de los agentes:
Hogar venezolano​​.
El hogar busca maximizar su utilidad, la cual depende positivamente del consumo y del dinero.
Este está sujeto a su restricción presupuestal, es decir que su consumo y su demanda de dinero
debe ser igual a sus ingresos reales más los beneficios por ser el dueño de la empresa, más el
dinero que ya traía del periodo pasado. En este modelo, el hogar no tiene bonos porque solo vive
un periodo. Intuitivamente, esto tiene sentido dado que, actualmente Venezuela está en una
situación tan riesgosa que muy pocos hogares estarán dispuestos a comprar bonos a este gobierno.

Empresa petrolera

En este modelo, tomamos la empresa como un agente exógeno, que con una función de

producción y de costos, llega a un nivel de beneficios. Lo importante de


destacar de este agente es que la empresa además de producir los bienes que consume el hogar,
también produce petróleo que exporta y por lo tanto sus beneficios dependen positivamente de los
precios internacionales del petróleo. Como consecuencia, ante una caída en los precios
internacionales del petróleo, los beneficios de la empresa se reducen significativamente.

​Gobierno Venezolano
El Gobierno busca maximizar la utilidad del hogar, sujeto a su propia restricción presupuestal:
En este modelo, el Gobierno no tiene bonos porque solo vive un periodo. Intuitivamente, esto
tiene sentido como ya se explicó en el problema del hogar. Tampoco incluimos reservas
internacionales porque Venezuela ya tiene un nivel muy bajo (el más bajo desde 1994)
(Panorama, 2018) y están decreciendo tan rápido, que no es sostenible ni creíble pensar que la
crisis la van a poder resolver solo con reservas internacionales.

Solución del modelo: Política fiscal óptima


El Gobierno venezolano tiene una política fiscal activa y una política monetaria pasiva, que se
ajusta para igualar la restricción presupuestal del gobierno. Como el hogar solo vive un periodo y
su utilidad es estrictamente creciente respecto al consumo y a la demanda de dinero real, basta
con maximizar la restricción presupuestal del Gobierno, entonces:

Ahora bien, dado que la política fiscal es activa, el Gobierno exige un nivel de impuestos. En este
modelo vamos a suponer que el Gobierno toma el nivel de t=beneficios reales de la empresa
petrolera, es decir:

La intuición detrás de este supuesto es que Venezuela está expropiando las empresas, lo que
equivale a que todas las ganancias que antes eran de los hogares (privados) ahora vayan al
gobierno como forma de financiar el gasto público. Además, eso también hace referencia a las
altas regalías que recibe el gobierno venezolano del petróleo, ya que como se estudió en la
literatura, el Estado nacionalizó la industria petrolera. De este modo,
Principales resultados obtenidos
Este resultado es la masa monetaria óptima que debería tener el Gobierno en el periodo actual. El
señoreaje será entonces la diferencia entre M0 y M1*. Esto muestra tres principales resultados:

1. Dado que , siempre es positivo, entonces la única forma que el


denominador de M1* sea menor que 1, es porque ben1<g1, es decir que los impuestos
que se recogen no son suficientes para cubrir el gasto. Esto implicaría necesariamente que
M1 es mayor que M0, en otras palabras el Gobierno imprime billetes (señoreaje) para
cubrir el déficit entre el gasto y los impuestos.

2. Cuando los precios del petróleo caen, entonces los beneficios reales también caerán y por
lo tanto el recaudo de impuestos es menor. Al tener en cuenta el punto anterior, esto
significa entonces un mayor déficit fiscal y por lo tanto mayor necesidad de señoreaje.
3. Cuando sucede alguno de los puntos anteriores, M1 aumenta. Teniendo en cuenta que en

equilibrio , entonces podemos ver que el nivel de precios


automáticamente aumenta. Esto es análogo a decir que la inflación es igual al crecimiento
de la masa monetaria, y por lo tanto un aumento de la masa monetaria llevará a mayores
niveles de inflación.

Principales limitaciones
Las principales limitaciones de esta metodología son, primero, que el modelo no tiene en
cuenta el desempleo, en particular que el ocio le trae utilidad al individuo pero no de forma
estrictamente creciente. Esto debido a que las personas también desean trabajar, sobre todo en
situaciones de crisis, donde el desempleo es un tema muy delicado. La segunda limitación, es que
el análisis no incluye nada sobre la política cambiaria que podría mitigar los efectos de cambios
de precios internacionales. No obstante, los autores decidieron no incluirla pues complicaba
mucho el modelo, sobre todo porque Venezuela ha modificado su política cambiaria varias veces
y además, la conclusión más importante no cambiaría: la política fiscal irresponsable fue la
causante de la crisis y fue impulsada por la gran dependencia de disminuciones en el precio del
petróleo. Finalmente, no se incluyó un análisis de la variable de importaciones de otros productos,
debido a que complicaría la obtención del equilibrio.
Marco empírico
Para corroborar el modelo teórico presentado anteriormente, se realizará una comparación
entre la inflación de Venezuela en los últimos años y los precios internacionales del petróleo. Los
datos de la inflación fueron obtenidos de IndexMundi y los datos del precio del petróleo son los
oficiales anunciados por la OPEP, que se obtuvieron de Statista. Como se observa en el siguiente
gráfico, es evidente que existe una correlación negativa entre estos dos rubros, lo cual soporta los
principales hallazgos del modelo teórico. Si bien es cierto que para comprobar empíricamente
nuestro modelo teórico es necesario realizar metodologías más robustas, la gráfica sirve para dar
un análisis preliminar de que nuestra intuición tiene sentido.

Creación Propia. Fuente de datos: Statista (2018) & IndexMundi(2018)

Conclusiones
En términos generales, tanto la revisión de literatura como el laboratorio macroeconómico
planteado han servido para analizar los efectos catastróficos que conlleva depender estrictamente
de una variable exógena como lo son los precios internacionales del petróleo, sumado a una
política fiscal irresponsable.
La literatura nos da las herramientas necesarias para comprender y explicar cómo fue el
mecanismo que llevó a Venezuela a la crisis. En el momento en el que caen los precios
internacionales del petróleo, el Estado pierde gran parte de los recursos para financiar el gasto.
Como el Gobierno venezolano se ha caracterizado en gran parte por querer brindar grandes
subsidios y por emitir gran cantidad de billetes desde que se abandonó el patrón oro, decide
entonces no reducir el gasto para compensar la caída de ingresos, sino imprimir más moneda para
sustentar el gasto, moneda que no está soportada por ningún aumento de desempeño económico.
Esto genera una devaluación de la moneda, lo que imposibilita y obstruye la capacidad de
importación venezolana, así como genera un aumento generalizado de los precios de la economía.
Esto, sumado a una producción nacional bastante pobre, genera que no hayan bienes de consumo
en la economía nacional. El resultado es lo que observamos hoy en día en Venezuela: inflaciones
de más del 2500%; personas con gran cantidad de billetes pero con nulo poder de compra;
escasez de productos y una crisis humanitaria nunca antes vista en la historia de este país.
Por otro lado, en nuestro laboratorio macroeconómico logramos modelar qué ocurre
cuando la economía depende exclusivamente del precio del petróleo, teniendo una política fiscal
activa y política monetaria pasiva. En el equilibrio, el recaudo tributario del gobierno y el
señoreaje están en función de los precios internacionales del petróleo. En este sentido, la decisión
crítica del laboratorio recae en el Gobierno, quien opta por no modificar el gasto ante la caída de
sus ingresos tributarios, y decide recurrir al señoreaje, generando un aumento en la inflación de la
economía. De igual manera, debido a que la producción nacional cae, los hogares reducirán su
consumo, perjudicando su bienestar.
Por todo lo anterior, podemos concluir que la combinación entre una irresponsable
política fiscal activa, con un política monetaria pasiva y una dependencia a variables exógenas
como los precios internacionales puede llevar a peligrosos resultados. Las lecciones que deja el
caso venezolano deben ser tomadas en cuenta por países que basan su desempeño económico en
productos altamente dependientes de precios internacionales y no en valor agregado. De igual
manera, se debe priorizar una política de gasto sostenible de largo plazo, así esto conlleve costos
políticos de corto plazo. La política fiscal y monetaria responsable debe ser una prioridad de
cualquier Gobierno. No obstante, el Estado debe ser consciente de cuáles son sus limitaciones y
qué consecuencias puede tener una excesiva intervención y expropiación de lo privado, pues la
expropiación de la industria, si no se hace responsablemente, puede perjudicar considerablemente
la economía, como ocurrió en el caso venezolano. Como afirmó Milton Friedman: “Mucha gente
quiere que el Gobierno proteja a los consumidores. Un problema mucho más urgente es proteger
a los consumidores del Gobierno”.
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