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Según su acceso
Públicos: toda persona que lo desee puede tener acceso a
ellos sin ningún tipo de exclusión. Podemos encontrar
instalaciones como bibliotecas, centros de atención primaria,
parques…
Privados: son utilizados por una persona o grupo de
personas concreto. Cualquier producto por el cual se ha
pagado a un tercero y que utiliza uno mismo puede
considerarse como privado.
Según su función
De consumo: tienen la función de conseguir satisfacer una
determinada necesidad de aquéllos que lo consumen. Pueden
ser, a la vez, de dos tipos:
De capital: son bienes que no se comercializan al cliente
final, sino que se utilizan para obtener otros. En el contexto
de una cadena productiva, cualquier máquina se consideraría
un bien de capital. En ese sentido, es importante remarcar
que un mismo bien, de acuerdo a su función, podría ser de
consumo o de capital. Por ejemplo, una máquina que se
venda directamente al cliente final será de consumo;
mientras que tendrá consideración de capital si se precisa
para fabricar otro producto.
Según renta
Normales: se trata de los bienes cuyo consumo se relaciona
de forma directa con la renta de los consumidores. Es decir,
ante incrementos de renta, su consumo también. En cambio,
ante pérdidas de capacidad adquisitiva, sufren un recorte en
sus ventas.
Inferiores: son bienes que, a más renta disponible, menos se
consumen. De la misma manera, ante descensos de renta,
incrementan sus ventas. En general, son los que cubren
necesidades básicas sin las cuales no podríamos vivir. Por
ejemplo, en un contexto de crisis, las familias salen menos a
comer fuera y compran más en el supermercado para hacerse
la comida en casa. En cambio, si la renta aumenta, se
preferirá gastar más en salir y menos en los recursos básicos.
De lujo: son los bienes que solamente están al alcance de
unos pocos. En este caso, el precio no es un problema, al
contrario: se desea pagar más para poder tener la
exclusividad de uso de aquel bien.
Según su consumo
Sustitutivos: son bienes que no pueden consumirse a la vez. Por lo
tanto, son excluyentes: cuando se consume uno, no es posible hacer
lo mismo con el otro. Las compañías que comercializan bienes
sustitutivos entran en competencia directa entre ellas.
Complementarios: son aquellos bienes que no pueden utilizarse sin la
existencia de otros. Si, por ejemplo, adquirimos una impresora, es
imprescindible tener cartuchos para poder imprimir. Estos cartuchos
son el bien complementario necesario para el funcionamiento de la
impresora.