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Culturaymodawallan
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Anualmente, en ciudades como Milán, Tokio y Nueva York se dan cita modelos,
diseñadores, medios de comunicación, personas famosas, magnates y gente del
común para participar en la llamada semana de la moda, en ella se imponen las
tendencias que van a perdurar durante un tiempo determinado. Y mientras los flashes
se disparan sin cesar y las sonrisas vacías están a flor de piel, la moda atrapa a
nuevos consumidores.
Nuestros antepasados utilizaban las prendas de vestir como una herramienta para
resguardarse del clima, sin embargo, en la actualidad las utilizamos como una fuente
de dinero, expresión y control.
La palabra entorno, en este caso, es afín al concepto de cultura, entendida esta última
como “el conjunto de todas las formas, los modelos o los patrones, explícitos o
implícitos, a través de los cuales una sociedad se manifiesta”. Por ello, en todos los
espacios donde esté el ser humano habrá cultura. Ahora bien, hay varias culturas
dentro de una “cultura dominante”, ello se conoce como subcultura, y el concepto se
define así: “grupo de personas con un conjunto distintivo de
comportamientos y creencias que les diferencia de la cultura dominante de la que
forman parte”.
La manera de vestirse de un sujeto comunica algo más que el simple hecho de estar
triste o tener una personalidad extrovertida, ese determinado estilo es un fiel reflejo de
las culturas y subculturas a las cuales él ha estado ligado desde que nació, además,
su estilo está supeditado por la tendencia de moda que siga (consciente o
inconscientemente).
Muchos estilos de vestir han sido creados por la “industria cultural” en pro del sistema.
A las personas se les crean necesidades y gustos artificiales, por lo tanto, gran parte
de nuestra vestimenta no es más que otra expresión de la industria cultural, que
intenta controlar cada movimiento del sujeto que está enmarañado en la estructura
económica. En consecuencia, cuando las personas escogen que ponerse para salir a
tomar un café, ir a estudiar o estar en casa, inconscientemente esta decisión está
sujeta lo a lo que dicta la economía.
Uno de los enormes tentáculos del capitalismo es la ropa, porque con ella se puede
controlar a un gran porcentaje de la población, mediante estereotipos de toda clase.
Aunque pareciera que las prendas son una forma de diferenciar a los seres humanos,
estas cumplen el objetivo de homogenizar las colectividades. Por ejemplo, cuando
alguien se pone prendas que no son acordes a lo que dicta la moda, el sistema o el
contexto social al que pertenece, entonces él será juzgado como si cometiera un grave
error.
Jonny Molano.