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Pérez Flores, Edwin Guillermo

Preguntas clase 5.
1. ¿Cuál es la diferencia entre el género fantástico y el absurdo? Para contestar esta
pregunta apóyate en el texto de Chesterton.
Mientras que, para Berrenechea, lo fantástico remite a todo aquel hecho literario que
“presenta en forma de problema hechos a-normales, a-naturales o irreales”, para
Chesterton, lo absurdo es una “escapatoria a un mundo donde las cosas no están
horriblemente fijadas en una eterna corrección” donde, hastiados de percibir la realidad
bajo el filtro del pensamiento lógico, se nos revela que el “hecho de que extraer el alma de
las cosas con un silogismo es tan imposible como sacar al Leviatán del agua con un
anzuelo”. Por consecuencia de lo anterior, se observa cómo en el primero Borges nos
sumerge en un mundo parecido al nuestro, el de los lectores, en el que empieza, por
ejemplo, a contar la tragedia de haber perdido a Beatriz y a mostrarnos la pedantería de un
poetastro, quien, dueño de un objeto sobrenatural, contrapone aquellos mundos esbozados,
con cuyo enfrentamiento se muestra la inestabilidad de la realidad, en la cual, más que
delimitarse por una sola, se compone, confundiéndose, de lo real y lo irreal; mientras que
en el segundo Peri Rossi nos enseña a cómo escapar de este mundo de eterna corrección, al
señalarnos cómo lo hizo aquel hombre que, después de quedar suspendido su pie un
momento en el aire mientras se preguntaba si subía o bajaba una escalera, comenzó a
observar el lado oculto de aquel “instrumento [que sirve] tanto para subir como para bajar,
siendo en el fondo, acciones opuestas”, lo cual le demostraba que su visión lógica de la vida
le impedía no sólo percibir algo que ignoraba, sino aceptar que la existencia de las cosas
rebasa siempre al pensamiento humano. Asimismo, intuyo que en lo fantástico se confunde
lo real con lo irreal, mientras en lo absurdo conviven de tal modo que, como dice
Chesterton, “cualquier tipo raro con el que uno se encuentre puede tener tres piernas”, pero
no aceptándolo como la verdadera realidad, no es evasión, sino conciencia de los límites del
pensamiento.
2. Si de acuerdo con Chesterton, "la idea que subyace al fondo del absurdo es la de la
escapatoria a un mundo donde las cosas no están horriblemente fijadas en una eterna
corrección". Comenta si esta aseveración se cumple en los cuentos de Mario Levrero y
Cristina Peri Rossi.
En un principio creí que para “La grieta” de Peri Rossi no se cumplía lo enunciado por
Chesterton, puesto que a mí me pareció que más bien la autora recurrió tanto a los recursos
literarios como a los efectos provocados en el lector por lo fantástico: aunque inició
abruptamente con el conflicto entre lo real y lo irreal, con sutileza plasmó lo natural hecho
de aquellos escenarios relacionados con la realidad de quien leyó el cuento (una estación de
transporte público, una oficina de policía, quizá un trabajador que realizaba sus traslados
rutinarios), lo cual entraría en conflicto con lo sobrenatural: la vacilación de aquél, al no
saber qué orden darle a su pie, si bajar o subir una escalera. Además, como lector, más que
hacerme escapar de la realidad, me hizo cuestionarla y, otra vez, dudar sobre lo que sea que
soy. Sin embargo, después de releerlo y acudir a las “instrucciones de para subir una
escalera” de Cortázar, supe que aquellos diálogos en los que el protagonista reflexionaba y
describía, minuciosamente como ‘anormal’, el simple hecho de subir una escalera o de la
expasión de aquel agujero en la pared que no había notado no eran, como sugería
Berrenechea , un modo de “destacar el carácter central de subversión del orden racional,
con sentido problemático”, sino un permiso para por fin observar las cosas que miramos sin
mirar a diario hasta maravillarnos, como fueran nuevas y no supiéramos qué hacer con
ellas, de tal modo que más que incitar a dudar al lector, se le invita a tomar unas
“vacaciones mentales”, tal como sucede al final del cuento de Cristina cuando su
protagonista, harto de no encontrar la respuesta lógica que le exigía el funcionario, que casi
nunca parece sorprenderse de algo, simplemente le respondió: “-¿Puede darme un
cigarrillo?”.
Con Levrero, al principio, me sucedió más o menos lo mismo: pensé que sus
asfixiantes descripciones realizadas en “La máquina de pensar” y el inicio de “La calle de
los mendigos” tenían la misma función fantástica que cumplían en “Instrucciones para
llorar” o “para subir una escalera”; no obstante, al leer el negativo del primero y continuar
el desarrollo del segundo, me percaté de que aquí sí se cumplía asombrosamente lo
propuesto por Chesterton: ver, en cada ocasión, un encendedor diferente, hasta el grado de
convertirse en ese lugar donde no existe la eterna corrección: un laberinto (de
pensamiento), cuya salida se ubicaba en la calle de los mendigos, en búsqueda necesaria de
aquel bar y unos fósforos para sus cigarrillos, en esas dichosas vacaciones…
3. ¿Cuál es el efecto que el absurdo suscita en el lector y en qué se diferencia del efecto
provocado por los cuentos fantásticos?
Por un lado, en lo fantástico, el lector se enfrenta a un texto que, al ubicarlo en un conflicto
entre lo natural y sobrenatural, es decir, en una realidad diferente a la suya, lo incomoda
interrogándolo hasta hacerlo dudar no sólo de la existencia de la realidad en que ese
instante se halle, sino de la suya propia. Por el otro, en lo absurdo las obras literarias le
conceden al lector otra posibilidad más de ver percibir la realidad, un “sencillo sentido de la
maravilla ante las formas de las cosas y su exuberante independencia de nuestros criterios
intelectuales y nuestras triviales definiciones”, de tal modo que aquí quien lee queda, en
primer lugar, maravillado al mirar como por primera vez, por ejemplo, una escalera, para,
posteriormente, aceptar, quizá cruel e irónicamente (como aquél que pidió fósforos después
de viajar dentro de la entrañas de un encendedor), que la esencia de las cosas no es
aprehensible mediante el pensamiento ni aún, quizá, con sus derivados, como el lenguaje,
lo absurdo quizá sería para el lector un refugio que lo resguarda de las inclemencias del
pensamiento.
4. Da tu opinión sobre los cuentos.
Estos cuentos me sirvieron para querer leer más sobre estos autores y comprender mejor ya
no tanto el absurdo en sí, sino la poética que da vida a sus textos. Por un lado, Levrero se
me hizo muy ingenioso: jamás me imaginé que esas descripciones lograran tanto
desautomatizar un simple encendedor como llevarnos a explorar otro mundo dentro de ese
objeto, además agregó algo que aprecio mucho: el humor, que me hizo soltar unas
deliciosas y saludables carcajadas. Por el otro, Peri Rossi me gustó, porque sabe jugar con
las emociones: me hizo sentir tristeza con cada pregunta que aquel pobre, que no sabía qué
estaba sucediendo, no podía responderse ni responder a aquel, representante inigualable de
nuestra realidad cegada por el pensamiento, miedo al percatarme de que el problema de la
escalera no había más que desatado una reacción en cadena, sorpresa al advertir que ese
lado oculto de una escalera y felicidad cuando supe que, de cierta manera, el protagonista
había terminado bien.
Ambos cuentos me hicieron reflexionar sobre mi capacidad de maravillarme, la cual
está un poco (mucho) debilitada, pero este problema, como casi todos los que nos suelen
entristecer, tiene solución en la literatura.

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