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Steven Andrés Gonzalez Enciso - Andrés Guzmán Ochoa

Filosofía política – grupo 1

Filosofía III

Relatoría del 22 de julio: Del Socialismo real al Socialismo


utópico
“Los filósofos no somos religiosos” (Numas, 2020) ¿hasta que punto la devoción hacia una
determinada corriente filosófica somos llevados aquellos interesados hacia el mundo
intelectual y al pensamiento mismo, sobre precisamente dejarse dominar por las pasiones y
no por la razón misma? ¿es aquél devoto y adulador un verdadero intelectual y pensador
racional? Sobre estas materias giró la conversación del encuentro del 22 de julio, cuya
temática fue abordada por el Filósofo José Gabriel Coley sobre la problemática del
marxismo, a saber, la sacralización de una corriente filosófica hasta el punto de no ser más
que una religión alejado de todo pensamiento racional, cuyo foco se centra en la corriente
Marxista-Leninista del Socialismo, y las grandes influencias que ha tenido a lo largo del
mundo.

Coley inicia su exposición sobre la forma en como la civilización alcanzó un grado


suficiente de madurez como para organizarse en sociedad y en clases sociales, teniendo
como grandes problemas la producción, distribución e igualdad, para así pasar al desarrollo
de una de esas problemáticas, la producción, pero dejándose atrás la distribución y la
igualdad, propiamente el capitalismo desmesurado y violento; donde el hombre es devorado
ya no por lobos sino por el hombre mismo. A su vez, un pensador será quien criticará esta
forma atroz de la sociedad, a saber, Karl Marx, este pensador expondrá la lucha de clases
natural de la civilización, donde los proletarios son los esclavos asalariados de las clases
burguesas, donde los primeros producen el vino que los burgueses se toman, siendo así Karl
Marx introduce una nueva forma de organización social, el socialismo científico, en el que
la distribución tanto de la tierra como de los recursos sea igualitaria, la reciprocidad sea una
máxima y el prójimo deje de ser un esclavo.
Sin embargo, Coley afirma que la problemática de esta corriente filosófica es la gravedad
con la que se ha interpretado, hasta el punto de convertirse en una religión atea, donde los
dioses son los grandes revolucionarios, empezando por Marx, Engels, Lenin, Stalin, Che,
Fidel, entre otros. Hasta el punto donde la razón quedó relegada a un lado y la pasión por
este tipo de corriente ha quedado como la única e indiscutible forma de pensamiento si así
puede llamarse. De manera que Coley incita a que el pensar racionalmente prime sobre la
fe, la adulación, la sacralización y el dogma.

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