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“PorqueJehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante

de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” – 1 Samuel 16:7 

Dios no se centra en nuestra apariencia externa. Es lo que hay en el interior lo que le


importa a Él. La Escritura nos dice que nuestra belleza no debe proceder del adorno
externo, tales como peinados ostentosos y el uso de joyas de oro o vestidos lujosos que
llaman la atención sobre nosotros. Más bien, debe ser la de nuestro ser interior, en la
belleza inmarcesible de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante
de Dios. (1 Pedro 3:3-4) 

Muy a menudo nos fijamos en lo que podemos ver en el exterior – belleza, talento,
fama, etc., pero Dios ve directamente al corazón – los motivos, intenciones y carácter. 

Por desgracia, vivimos en un mundo superficial donde la gente juzga por la


apariencia. Nos gustaría decir que esto es algo que no hacemos y que miramos más
allá de lo que está en el exterior, pero prácticamente todos estamos influenciados por
la apariencia.

Incluso Samuel se dejo llevar por la apariencia física. Al encontrarse con el primer
hijo de Isaí, Eliab, inmediatamente asume que de cierto delante de Jehová está su
ungido. Pero Jehová respondió a Samuel: “No te dejes impresionar por su apariencia ni
por su estatura, pues yo lo he rechazado.“ (1 Samuel 16:6-7)

Como se puede ver desde la perspectiva de Dios, la apariencia externa no es la mejor


manera de juzgar a una persona. Hay un viejo dicho que dice ‘no juzgues un libro por
su cubierta.’ Su significado es simple, la apariencia de una persona, o bien sus
atributos físicos o ropa, no son indicación de su interior. Tenemos que tener mucho
cuidado porque la apariencia externa puede ser muy engañosa. Hay gente en este
mundo que muchos consideran hermosos por fuera, pero su interior no coincide con
su belleza exterior temporal. “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura, pero la
mujer (u hombre) que teme a Jehová, ésa será alabada.” (Proverbios 31:30) 

Jesús les dijo a los maestros de la ley y fariseos: “¡Hipócritas! porque sois semejantes a
sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, pero por
dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por
fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de
hipocresía e iniquidad.” (Mateo 23:27-28) 

La belleza es sólo superficial y muchas veces el vano y arrogante parece ser el más
hermoso para los que carecen de discernimiento de parte de Dios, ya que nuestro
Padre celestial deja claro que lo que realmente le importa es lo que está en nuestro
corazón. 

Muchos admiran y tratan de emular el famoso, o seguir las enseñanzas de alguien sin
antes orar a Dios y pedirle orientación y respuestas. Tenga cuidado, porque el diablo
anda como león rugiente, buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8) y utiliza lobos
disfrazados como ovejas para hacer su trabajo. 
Por otra parte, hay momentos en que no damos a la persona una oportunidad y la
juzgamos por nuestra primera impresión de ellos. Tenemos que darnos cuenta que las
primeras impresiones rara vez nos dicen mucho sobre una persona, así que nosotros
debemos darle algún tiempo para revelar lo que está en su corazón antes de tomar
una decisión. 

Un verdadero hijo de Dios reflejará un espíritu humilde, amor por Dios y por los
demás, así como la alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y
dominio propio (Gálatas 5:22-23). Esta es realmente una persona hermosa a los ojos de
Dios. “Así que por sus frutos los conoceréis.” (Mateo 7:20)

Señor, sólo Tú conoces cada corazón, yo oro por discernimiento de Su Espíritu Santo
para reconocer las cualidades de las personas que entran en mi vida y no centrarme
únicamente en la apariencia exterior, sino a mirar su corazón

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