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China continúa indecisa y

pragmática ante la crisis


de Venezuela
En medio de la crisis política y humanitaria de Venezuela,
China continúa manteniendo una postura ambigua
Alicia Hernández enero 20, 2020

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Venezuela ha buscado el apoyo político de China en medio de la crisis política desatada
desde que hace un año Juan Guaidó se proclamó presidente también. Foto: Ministerio de
Relaciones Exteriores.

El huracán que se desató en Venezuela a inicios de este año parecía que


iba a mover los cimientos del país en una nueva oleada definitiva. Hubo
un movimiento internacional que dividió al mundo en dos bloques: los
que se ponían del lado del opositor Juan Guaidó y los que daban su
respaldo al presidente Nicolás Maduro. En este escenario de blanco y
negro, una pieza fundamental se ha mantenido dentro los matices grises:
China.

Es, junto con Rusia, el principal sostén económico del chavismo desde
hace más de una década. Pero la deuda de 20.000 millones de dólares
que tiene Venezuela según cálculos del Ministerio de Comercio chino,
junto con su actual incapacidad para afrontar los pagos y la balanza
política tambaleándose hacia un futuro incierto, han hecho que Beijing
guarde prudencia y evite tomar posturas políticas claras.

Eso ha llevado a muchos a preguntarse si el gobierno chino apoya a


Maduro o a Guaidó. O si, como varios venezolanos que han seguido el
tema económico sienten, China está jugando a dos bandas.

El mundo frente a una nueva crisis


política
En enero de 2019, el poco conocido Juan Guaidó sacudió de nuevo la
alfombra de la política venezolana cuando se auto-proclamó presidente.
La oposición había declarado a Nicolás Maduro como “usurpador”
cuando juró como presidente el 10 de enero en unas elecciones que
habían tenido con buena parte de la oposición inhabilitada o ausente,
denuncias de fraude e ilegitimidad y el desconocimiento de buena parte
de la comunidad internacional. Bajo el paraguas de tres artículos de la
Constitución, Guaidó se auto proclamó presidente encargado del país
con una hoja de ruta: “cese de la usurpación (de Maduro), gobierno de
transición, elecciones libres”.

Países como Rusia, Turquía y Cuba se pusieron de lado de Maduro


enseguida. Diez países de América Latina, Estados Unidos, Canadá y
más de la mitad de la Unión Europea –incluyendo a España, Alemania,
Reino Unido y Francia- reconocieron a Guaidó.

Beijing, en cambio, emitió una declaración más ambigua. “China apoya


los esfuerzos realizados por el gobierno de Venezuela para mantener la
soberanía, la independencia y la estabilidad nacional”, dijo Hua
Chunying, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores.

67mil
millones de dólares es la inversión estimada de China en Venezuela

En la práctica, optó por el pragmatismo, guiado por su histórica defensa


del principio de no injerencia en los asuntos internos de otros países y sin
perder de vista que tomar cualquier bando podría arriesgar sus
inversiones.

“China viene de ser uno de los interlocutores políticos y socios


económicos internacionales más cultivados por el régimen venezolano,
con la idea, bajo Chávez y bajo Maduro, no simplemente de contrarrestar
la influencia de Estados Unidos sino de confrontarla”, explica la
internacionalista Elsa Cardozo, investigadora de la Universidad Simón
Bolívar y la Universidad Católica Andrés Bello.
Ana Milagros Parra, politóloga y jefa del departamento de análisis
estratégico de riesgos de la firma de consultoría legal IurisCorp, sostiene
también esta teoría y dice que la cooperación entre ambos países ocurrió
cuando Venezuela “buscaba un apoyo diplomático en contraposición. Y
China lo tiene, además con asiento en el Consejo de Seguridad de la
ONU”.

A la vez, en la década pasada, justo cuando se elevaron los precios de


los commodities –incluido el petrólero– China comenzó a buscar
proveedores confiables. Se convirtió así en el segundo mercado más
importante para Venezuela. En 2006 comenzaron los préstamos de lo
que se conoce popularmente como el “Fondo Chino”: inversiones para
construcciones, vivienda o proyectos de energía cuyo monto se
desconoce realmente, pero que los distintos economistas entrevistados
para este artículo y y otros expertos sobre el tema en Venezuela estiman
ronda los 67 mil millones de dólares.

“La diplomacia china en América Latina se traduce en inversión. A


principios de este año, el monto en toda la zona estaba en 140 mil
millones de dólares. La mayoría, cerca de 67 mil millones, en
Venezuela”, explica Rafael Álvarez Loscher, abogado y socio fundador
de IurisCorp.

Esa relación económica y política continuó profundizándose, incluso


cuando la crisis humanitaria en Venezuela había recrudecido. En
diciembre de 2017, el gobierno de Maduro se unió a la Iniciativa de la
Franja y la Ruta (BRI, en sus siglas en inglés), la política bandera de
China para aumentar su inversión en el extranjero y ampliar sus redes de
influencia.
Los préstamos de China se convirtieron en una opción atractiva para
muchos gobiernos latinoamericanos, que no tenían acceso a otros
prestamistas como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional
o no estaban dispuestos a cumplir con reformas económicas como las
que muchas veces vienen asociados a éstos.

“Esto incentivó muy malas políticas, políticas de consumo en vez de


inversión. En Venezuela esos reales se los rumbearon y ahora toca
pagar las deudas”, dice Guillermo Arcay, economista e integrante de la
consultora Ecoanalítica.

Las vacas flacas


Entre 2014 y 2015, coincidiendo ya con la primera presidencia de
Maduro, el precio del petróleo cayó drásticamente, Venezuela tuvo
problemas para pagar la deuda y debió duplicar la cantidad de petróleo
que enviaba a China. A la vez, la producción nacional cayó de modo
abrupto. La deuda creció y China incluso la renegoció en varias
ocasiones.

“Por dos años nos dio un periodo de gracia, le ha dado ayuda a Maduro,
pero eso ya se acabó. Los pagos programados son mayores a 20 mil
millones”, dice Arcay.

“La paciencia de los chinos empieza a agotarse después de prórrogas y


la relación cada vez es más distante. Traen a asesores, sugieren
cambios en la estructura económica venezolana, pero el gobierno no les
hace caso. Y empiezan a poner la condiciones que no habían puesto
cuando Venezuela tenía superávit y estabilidad política y económica”,
dice el economista Manuel Sutherland, director del Centro de
Investigación y Formación Obrera (CIFO) en Caracas.

El golpe político de Guaidó trajo consigo el golpe económico de su


principal aliado, Estados Unidos. Desde la administración de Barack
Obama, Estados Unidos había impuesto sanciones individuales a
personas relacionadas con el gobierno de Maduro, pero fue Donald
Trump quien le dio un golpe a la gallina de los huevos de oro: PDVSA, la
petrolera estatal. Prohibió las transacciones con ésta.

En una reunión con su homólogo venezolano Jorge Arreaza el 16 de


enero, el ministro de Relaciones Exteriores chino Wang Yi dijo que las
sanciones eran impopulares. También dijo que la Doctrina Monroe, una
histórica política estadounidense de advertencia contra la intervención de
potencias extranjeras en el Hemisferio Occidental, pero que según
críticos fue utilizada como una herramienta para su propio dominio de la
región, era obsoleta. Wang añadió que China "apoya firmemente" la
soberanía de Venezuela.

En su reacción política y diplomática, China ha optado por la vía de


declaraciones no tan contundentes, siguiendo su costumbre de vieja data
de no inmiscuirse en los asuntos internos de otros países. Ma Zhaoxu,
embajador ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
declaraba que “China se opone a la intervención militar en Venezuela y
se opone al uso de la llamada cuestión humanitaria para lograr fines
políticos”.

Sin embargo, otras acciones han mostrado un respaldo político más


claro. En octubre de este año Venezuela decidió postularse para ocupar
un escaño entre los 47 países del Consejo de Derechos Humanos de la
ONU. Tanto Brasil como Cuba acababan su periodo de dos años como
parte del bloque latinoamericano (que tiene 8 sillones, con periodos
intercalados), pero el segundo decidió no solicitar su renovación.

Eso dejó sola a Venezuela en buscar ese escaño. A dos semanas de la


votación, Costa Rica presentó su candidatura, que sobre el papel pintaba
fuerte por ser uno de los países de mejores indicadores en derechos
humanos en la región, muy activo diplomáticamente en los acuerdos
climáticos globales y sede de instituciones como la Corte Interamericana
de Derechos Humanos.

La votación, sin embargo, favoreció al gobierno de Maduro. Con 105


votos a favor, incluyendo los de Rusia, Cuba y los miembros del
Movimiento de Países no Alineados, Venezuela derrotó a Costa Rica.
Beijing también respaldó su aspiración.

A eso se suma que siguen existiendo espacios de interacción política


visibles: Maduro hizo su última visita de Estado a Beijing en septiembre
de 2018 y funcionarios suyos como el Ministro de Defensa Vladimir
Padrino López han estado en eventos como el Foro de Seguridad de
Xianshang.

En el terreno económico, en cambio, China ha preferido la cautela. “Se


ha hecho mucho ruido con unos acuerdos en agricultura y pesca
recientes, pero a la vez está el no otorgamiento de nuevos préstamos y
las dificultades de pago de deuda con petróleo por la pérdida de
capacidad de producción y por efecto de las sanciones. Sin hacer mucho
ruido, el gobierno chino protege sus intereses y exige cada vez más
garantías y mejores condiciones en cada trato”, dice la internacionalista
Elsa Cardozo.
Aunque el gobierno chino se ha mostrado reacio a tomar una postura
clara en la crisis política venezolana, sus diplomáticos retirados muestran
que no creen que se vaya a resolver en un futuro próximo.

Aunque cambie el régimen en


Venezuela, los problemas básicos de la
vida de la gente seguirán siendo difíciles
de resolver
"Se espera que el desorden en América Latina continúe extendiéndose
este año. Maduro propuso la celebración de elecciones parlamentarias,
destinadas a intentar derrotar a la oposición. Sin embargo, el sustento de
Venezuela sigue pareciendo difícil de resolver", escribió Yang Chengxu,
un diplomático chino retirado y ex jefe del Instituto Chino de Estudios
Internacionales (CIIS) gubernamental, en el diario Jiefang Daily del
gobierno de Shanghai. "América Latina está llena de incertidumbre
ahora. La causa principal es la creciente brecha entre ricos y pobres y la
economía ralentizada. Aunque cambie el régimen, los problemas básicos
de la vida de la gente seguirán siendo difíciles de resolver".

Wang Zhen, ex embajador chino en Venezuela, dijo al sitio de noticias


iFeng que la cooperación se ha llevado a cabo con dos estados
soberanos, no con los gobiernos de Chávez o Maduro. Escribiendo en el
Beijing Daily gubernamental, Wang, quien también es investigador de la
Fundación China para Estudios Internacionales y Estratégicos (CFIIS),
sugirió que la oposición está perdiendo impulso. Mientras que Maduro ha
logrado mantener a los militares al margen, Guaidó no tiene logros que
mostrar un año después de declararse presidente. Tampoco ha logrado
reunir el apoyo del público, que podría disminuir gradualmente, escribió
Wang. El ex diplomático también predice que los asuntos internos de
Venezuela se resolverán eventualmente, aunque no explica cómo.

Sobre el tema petrolero, Guillermo Arcay cuenta que hubo reuniones del
Gobierno chino con sus empresas estatales que tienen operaciones en el
país. “La línea era que se evitaran las relaciones con el petróleo
venezolano. Las inversiones en Venezuela eran cada vez menos
rentables. Así que han decidido ahorrarse un problema con Estados
Unidos y alejarse del fuego lo más posible. Su relación con ellos vale
más que lo que puedan ganar en el corto plazo aquí”, dice.

Unipec, brazo comercial de la petrolera china Sinopec, vetó el uso de


embarcaciones que tuvieran algún nexo con los flujos de petróleo desde
Venezuela. A la vez, China Huanqiu Contracting and Engineering
Corporation, (HQC), filial de la mayor energética de China - China
National Petroleum Corporation (CNPC)- y principal contratista petrolero
del país asiático en Venezuela, terminó los acuerdos con sus
proveedores locales. La decisión se tomó, según el portal económico
Bloomberg, debido a la falta de pagos y a la “situación extremadamente
difícil de este proyecto”.

El portal venezolano Analítica publicó en septiembre una carta de HQC a


Sinovensa, la empresa local ubicada en la Faja Petrolífera del Orinoco y
de capital mixto con el 51% de Pdvsa y el 49% de la estatal china CNPC.
En la carta explican que “después de mucho tiempo esperando el pago
pendiente, con una gran presión por falta de flujo de caja e intereses de
capital, lamentablemente nos vemos obligados a emitir esta notificación
para suspender el contrato”.
En cualquier caso, parece que China no está planeando abandonar el
negocio petrolero en Venezuela. O por lo menos se ha esforzado por
demostrar que tiene relaciones estrechas, como lo demuestra
el anuncio en agosto pasado de una inversión conjunta entre compañías
petroleras de ambos países para impulsar la producción.

Devaneos con la oposición


Mientras tanto, la oposición a Maduro intentaba acercarse a China.

En mayo, Juan Guaidó decía que había recibido un comunicado de


China sobre una posible solución a la crisis venezolana. Lo hacía, dijo el
líder opositor, a través del Grupo Internacional de Contacto, el conjunto
de países latinoamericanos bajo el paraguas de la Unión Europea que
buscan una salida democrática para Venezuela mediante el diálogo entre
ambas partes, oposición y chavismo.

En octubre, apenas unos días después de que Maduro lograra un asiento


en el Consejo de Derechos Humanos, la representante diplomática de
Guaidó en Brasil, María Teresa Belandria, decía que el líder de la
oposición mantenía contactos con las delegaciones china y rusa.

“Ellos han enviado varios grupos de diplomáticos a hablar y también


hemos tenido contacto con la delegación rusa, sobre todo en Brasilia”,
declaró Belandria durante un evento en Sao Paulo. Explicó que se
trataría de contactos exploratorios y que el interés de su equipo es que
tanto Rusia como China sean “facilitadores del procesos de transición
democrática”.
Aunque no hay certezas sobre esto, todos apuntan que es posible que
haya habido reuniones, un tanteo del terreno en caso de que el poder
cambie de facto en Venezuela.

“Les conviene que haya una transición ordenada, asegurar sus


inversiones y que todo lo que han hecho se conserve en el próximo
gobierno”, dice la politóloga Ana Milagros Parra.

“China es el mayor comprador de productos energéticos, Venezuela es el


país con la mayor reserva petrolera del mundo. Hay una relación natural
que no tiene sentido romper. Si hay transición política, hay un interés de
China en mantener una relación netamente financiera, y del lado de la
oposición no hay razones para repudiar los fondos de China”, dice
Guillermo Arcay.

“Cuando se tiene dinero, puedes apostar a todas las opciones y ver en el


camino qué pasa y cómo se van perfilando las cosas para tomar su
decisión en el momento que corresponda. Son pacientes”, cree Álvarez
Loscher.

China –observan los economistas e investigadores venezolanos- parecer


no tener prisa ni cree en “años decisivos”, como parecía que éste iba a
serlo en Venezuela. La única bandera, observan ellos, parece ser la suya
propia de preservar sus intereses económicos y aferrarse a su
pragmatismo.

Como dice Elsa Cardozo, “no parece que China tenga voluntad de hundir
ni de ser el salvador. Tampoco es un actor dispuesto a promover
soluciones ni a obstaculizarlas, si sus intereses -acreencias, inversiones,
presencia en proyectos estratégicos- son preservados”.

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