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LA DISCRIMINACION

Compañeros y compañeras, creo, para mí y para todos ustedes, la discriminación está


dada en sus diversos tipos, tales como: de raza, origen, religión, condición social,
política, económica y cultural.
No podemos negar que la discriminación, es una de las actitudes más comunes, que
impera en la sociedad de nuestros tiempos, especialmente cometen los adultos, quienes
se discriminan a diestra y siniestra, sin importar el aprendizaje de los niños y jóvenes.
No existe ninguna persona en la faz de la tierra quien puede decir, nunca he
discriminado, quizás no lo hizo oralmente ni gráficamente, pero estoy segura que lo ha
hecho con su pensamiento. En el quehacer cotidiano, escuchamos u observamos
constantemente de como las personas de diferentes clases sociales, se insultan, se
marginan, se rechazan, lejos de entablar una amistad sincera y ayudarse mutuamente;
muchas veces ni siquiera se hablan, por el solo hecho de creer que no corresponden a su
estrato social, raza o religión.
Una vez más estoy convenido, que la personas que discriminan, para mí, son unos
pobres ignorantes, mediocres, hasta podría decir, analfabetos, quienes olvidan su pasado
hablan como quieran y como puedan, solo por estar plegados a malos prejuicios.
Amigos y amigas, compañeros. ¿Acaso es importante en la vida de los hombres el color
de la piel?, ¿acaso es importante el lugar de nacimiento?, ¿acaso tiene importancia todas
las cosas que distingue de una u otra forma a las personas? Pienso que no, para mí, lo
más importante de un ser humano, es tener dignidad, vivir en moralidad y reunir todas
las cualidades que la sociedad de hoy necesita.
Han pasado muchísimos años, desde que Jorge Manrique: el poeta más grande de la
literatura universal, nos heredó unas hermosas coplas. A pesar de ello, nada hemos
aprendido. La tercera estrofa de esta hermosa copla nos dice.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir:
allí van los señoríos,
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos;
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Compañeros y compañeras, para que diferenciarnos al fin al cabo la muerte es para
todos, entonces, amémonos, hermanémonos, cuidémonos y vivamos sin rencores,
uniéndonos por una fuerza grande que es el amor de dios.
MUCHISIMAS GRACIAS

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