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Certeau y Simmel en relación sujeto – sociedad

Emily Villalobos Vera


Michael de Certeau vincula en su libro “La invención de lo cotidiano” al sujeto,
estructura, sociedad, cultura, cotidianidad, entre otros aspectos. A lo largo de la
lectura, nos habla de la homogeneidad de la ciudad, la cual se encuentra en
constante cambio y tiene una “cualidad” transformadora. Por ejemplo, al ir adaptando,
modificando o reinventando necesariamente algún espacio o alguna memoria. Así
mismo, se encuentra en el tiempo las prácticas culturales frente a lo urbano
pretendiendo “ordenarla”. Un conjunto de prácticas (adaptación, resistencia, formas
de desarrollo cotidiano, etc.) por las cuales se asume que la sociedad es un estado
continuo y en la que “las formas de hacer”, actos enunciativos como caminar, leer,
cocinar, son el punto profundo de esta investigación y reapropian el espacio
estructurado por los técnicos de la producción sociocultural. Desde la relación
producción-consumo, donde esta última expresada en las “maneras de emplear”
representa lo antidisciplinario. Esta relación determinada por la realización o
fabricación, asumiendo la producción como “practica de escritura” y al consumo como
“practica de lectura” que hace referencia al acto de usar y apropiarse. Podríamos
comprender la ciudad caracterizada con un estado de “destrucción – construcción”, en
donde tiene lugar los objetos producidos como por ejemplo el texto o la lengua y los
actos de creación (lectura o habla), llevada a cabo por los que De Certeau llamará,
usuarios de la ciudad que son esencialmente la forma de organización.
El autor antipositivista Georg Simmel, hace una crítica a la modernidad y nos habla
sobre el individualismo, el cual podría llegar a la igualdad natural si se eliminaran
todas las desigualdades artificias tales como la opresión, injusticia, corrupción, etc.).
Ideas expuestas durante la época de la revolución francesa. Según señala el autor,
las interacciones individuales están insertadas en las relaciones sociales que
determinará la metrópoli, las cuales dan por resultado lo que él denomina “formas de
la sociedad” (burocracia, estado, dominación, normas, etc.) que se constituye en
modelos y normas. La individualidad lograría la propia libertad caracterizado por
sentimientos, impulsos e intereses, pero paradójicamente, ésta es siempre algo
compartido con otros, porque mientras más libertad tenga el individuo, creará más
formas que pueden independizarse de ellos mismos hasta lograr dominarlos, por eso
el desarrollo de la “naturaleza”, “razón” o “humanidad” se verá interrumpida por la
intervención de la sociedad. Daría como resultado entonces a una cultura objetiva, en
la que la sociedad “transforma” al individuo mediante procesos como la
sociabilización, modernización y la economía moderna. Este último relacionado con el
carácter intelectualizante del individuo de la sociedad metropolitana, en donde sigue
la lucha con el individuo y en la cual el dinero es el parámetro de las relaciones
sociales. Son vistos como números y se expresan en lo cuantitativo, desvalorizándose
las relaciones emotivas o sentimentalistas porque son caracterizados por su actitud
indiferente y mentalidad “transformada”.

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