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REHABILITACION Y VIOLENCIA

BAJO EL FRENTE NACIONAL

Gonzalo Sánchez Gómez*

1. PRESENTACION decía, que la única m anera de conseguir la paz


era la represión. Pero si, como parecía ser la
Como es sabido, la Violencia había sem brado posición del gobierno, se tipificaba la Violencia
de m uertos los campos de Colombia. Pero, como una contienda civil, las consecuencias
adem ás, la Violencia había desestabilizado la eran otras. En prim er lugar, implicaba recono­
propiedad en unas zonas, había paralizado la cer que, a pesar de que en la Violencia confluía
producción en otras y había trastornado los un haz de factores que iban desde la anim ad­
canales de comercialización en muchas, es de­ versión partidaria y el móvil económico hasta, la
cir, había alterado de diversas m aneras el or­ franca delincuencia, era inevitable recurrir,
den económico y social. La tarea, el reto del para ponerle término, a mecanismos de per­
Frente Nacional, en tanto proyecto político de suasión y conciliación, como la am nistía. Impli­
pacificación, era crear las condiciones para res­ caba tam bién, en segundo lugar, que se creara
tablecerlo. ¿Con qué criterio? La respuesta un organismo especial que atendiera a las vícti­
dependía de la perspectiva con que se abordara mas que habían sufrido no solo la pérdida de
la caracterización de los últimos diez años de sus familiares, sino tam bién el despojo de sus
perturbación que había atravesado el país. Por­ bienes**. De este reconocimiento, y para evi­
que, como habrían de descubrirlo con un año tar que los desequilibrios resultantes perpetua­
de retraso analistas y promotores del Frente ran las condiciones objetivas del delito y la vio­
Nacional, se presentaban discrepancias en lencia, surgió en septiem bre de 1958 la Comi­
asuntos fundam entales. Había quienes pensa­ sión Especial de Rehabilitación. Estaba inte­
ban que se trataba de una verdadera guerra grada por los siguientes ministros: de Gobier­
civil, en tanto que otros consideraban que se no, Guillermo Amaya Ramírez, quien la presi­
trataba sim plem ente de una gigantesca ola de diría; de Justicia, Germán Zea; de G uerra, bri­
criminalidad, la más grande que conociera país gadier general Alfonso Saiz Montoya; de Salud
alguno. La preferencia por una u otra opción Pública, Alejandro Jim énez Arango; de Educa­
tenía implicaciones decisivas. Si se aceptaba la ción, Reynaldo Muñoz Zambrano, y de Obras
segunda caracterización, había que adm itir, se Públicas, Virgilio Barco Vargas. A éstos se
sumó luego el ministro de Agricultura. Como

* H istoriador, investigador del Instituto de Estudios Políticos y


Relaciones Internacionales. E ste ensayo se elaboró en colabo­ ** La discusión tard ía de estos tópicos se dio el prim ero de julio
ración con Donny M eertens y con el apoyo financiero de de 1959, po¡' iniciativa del secretario de la Comisión, Rafael
COLCIENCIAS. A. Osorio.

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coordinador, en calidad de Consejero Presiden­ varios’’. Por allí pasaba la solicitud de una viu­
cial, fue nombrado el prestigioso ingeniero da o un huérfano, víctimas de la Violencia; des­
José Gómez Pinzón (1). Se trataba, pues, de un filaban miles de indigentes en busca de la co­
Comité en el que participaba por lo menos la mida o la ropa donada por Charitas y distribui­
mitad del gabinete m inisterial, es decir, era da por la CARE; se tram itaba la petición de un
una especie de Consejo de M inistros para equipo de trasm isiones para la policía de algu­
asuntos de Violencia. En el Decreto de su crea­ no de los departam entos; se trataban tem as
ción, el 1718 de septiem bre 3 de 1958, se le fi­ como la niñez abandonada, los despojos de tie­
jaba como tarea “ la preparación y ejecución rras y los desplazados a causa de la Violencia;
del plan de rehabilitación de las zonas afecta­ se discutía la conveniencia de hacer préstam os
das por la violencia” y la coordinación de las de Rehabilitación a gente no cam pesina; o se
diversas dependencias adm inistrativas tanto escuchaba de parte del ministro de G uerra la
nacionales como regionales que apuntaran a la agraviosa oferta de ‘‘m uebles y enseres inser­
realización de los propósitos del Gobierno. vibles que podrían destinarse para protección y
socorro de los pobres que diariam ente acuden
En el presente ensayo se aborda el estudio de a las oficinas de Rehabilitación en busca de
la significación, el alcance y las proyecciones auxilios” (3). Un mosaico de tem as como este
de dicha Comisión M inisterial, recurriendo que acabamos de enunciar podía ser objeto in­
para ello, por prim era vez, al exam en de la to­ cluso de una misma sesión.
talidad de las Actas que registraron su corta
vida, de septiem bre de 1958 a diciembre de Pero no obstante esta inocultable dispersión,
1960. era posible identificar algunos ejes de la activi­
dad cotidiana que iban perfilando lo que po­
Treinta años después el país enfrenta proble­
dríamos llamar las ‘‘líneas de trabajo” de la
mas similares a los que aquí se discuten. Por
Comisión, que a su vez eran las que captaban
ello, hoy más que nunca, Colombia necesita
los escasos recursos financieros disponibles.
repensar su historia reciente.
En las páginas que siguen tratarem os de re­
2. DILEMAS Y CRITERIOS DE ACCION construir los debates que contribuyeron a for­
ja r los criterios orientadores de la acción gu­
Desde los prim eros m eses, tanto la sede cen­ bernam ental.
tral de Rehabilitación como las cinco Comisio­
nes Seccionales posteriorm ente creadas para
cada uno de los departam entos en estado de a) ¿Pacificación o rehabilitación?
sitio (2), se ocupaban de una diversidad tal de
tem as que más parecían oficinas de ‘‘asuntos A prim era vista, pacificación y rehabilitación
eran dos componentes inseparables de la polí­
tica gubernam ental. Como tales se m antuvie­
1. El coordinador de la Comisión, José Gómez Pinzón, era un
ron en precario equilibrio durante los primeros
ingeniero civil de la Universidad Nacional, oriundo del Soco­ m eses de actividad de la Comisión. Pero aun­
rro, Santander. H abía ocupado, en tre otras, las siguientes que teóricam ente se aceptara que debía haber
posiciones: decano de la Facultad de Ingeniería de la m en ­
cionada U niversidad, en 1938; m inistro de O bras Públicas, una acción coordinada y com plem entaria de los
en 1941-42, bajo la Administración Santos; rector de la Uni­ dos aspectos en cuestión, el asunto se plantea­
versidad Nacional, en 1957, y em bajador en Alemania F ede­ ba m uchas veces como una velada pugna entre
ral, cargo que desem peñaba cuando asum ió la coordinación
de la Comisión. Fue, adem ás, m iem bro fundador y presid en ­
el inm ediatismo de los políticos y la planifica­
te de una de las m ás im portantes firm as constructoras del ción de largo plazo de los técnicos. Puesto que
país, “ C uéllar Serrano Gómez y C ía.” . Fue asim ism o p resi­ los recursos no eran suficientes para atender
dente honorario de la Cám ara Colombiana de la C onstruc­
ción, y al m om ento de su m uerte (abril de 1988) o stentaba el
sim ultáneam ente los dos frentes, la controver­
titulo de Gran M aestro y Grado 33 de la M asonería colom bia­ sia tendía a expresarse de m anera casi inevita­
na del rito escocés. ble en términos de dolorosos dilemas. Y cuan-
2. E stas Comisiones Seccionales de Rehabilitación, asignadas a
los departam entos de Caldas, Cauca, Huila, Tolima y Valle
del Cauca, estaban integradas cada una por un abogado, un
oficial de las Fuerzas M ilitares y un perito de la Caja de C ré­ 3. Actas de ia Comisión Especial de Rehabilitación. Acta No.
dito Agrario. 27, sesión del día 11 de m arzo de 1959.
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do de éstos se trataba, los alineam ientos pare­ asistentes salieron entusiasm ados y el confe­
cían ser claros, aun en el seno de la Comisión. rencista halagado con una oferta de contrata­
En febrero de 1959, por ejemplo, el ministro de ción por seis m eses como asesor del gobierno
Gobierno, por la naturaleza de su cargo mucho colombiano en los planes de rehabilitación. En
mas sensible a la dimensión de orden público ¡as actas no quedó registrado si efectivamente
que, digamos, a la desocupación de los dam ni­ la contratación mencionada se llevó a cabo,
ficados, reclamaba una redefinición de priori­ pero el hecho constituía en todo caso un triunfo
dades y del program a mismo de Rehabilita­ más que indirecto del coordinador de la Comi­
ción. sión frente al ministro de Gobierno que coinci-
dencialm ente había considerado como uno de
En esta reorientación, invocada vehem ente­ los tantos asuntos aplazables, el de la integra­
m ente por el M inistro, incidían, claro está, ción de los 21 equipos polivalentes diseñados
conflictos rurales aún no superados, como los por el M inisterio de Salud Pública.
que se seguían presentando en el Cauca; pero
lo que m ás le inquietaba era el brote de distu r­ Esta resultó ser, sin embargo, una ventaja
bios urbanos en diversas regiones del país transitoria ya que a partir de abril de 1959, y
(Cartagena, Sevilla, Villavicencio y una am ena­ coincidiendo con el período de la cosecha cafe­
za de paro cívico en Pereira) y los que se pudie­ tera, los problemas propiam ente políticos, el
ran estar incubando en ciudades que, como orden público y el recrudecimiento de la Vio­
Bogotá, exhibían un crecimiento desordenado, lencia, pasaron al prim er plano y tem as como
con un flujo migratorio cuyo ritmo sobrepasaba el de las negociaciones y el de la represión vol­
la capacidad represiva del escaso pie de fuerza vieron a dom inar sobre los de obras públicas,
pública disponible. Ante estas circunstancias, asistencia social e inversiones.
argum entaba el M inistro, era inaceptable dis­
traer los exiguos recursos estatales en tareas La reactivación de bandas rivales en Quebrada-
que no fueran de máxima urgencia, como las negra y Bellavista, en el Quindío, y en general
inversiones en obras públicas, con menoscabo en el Viejo Caldas, fue creando una nueva at­
de las directam ente asociadas al robusteci­ mósfera de tensión que le permitió al ministro
miento de todo el andamiaje represivo. Había de Educación, Abel Naranjo Villegas, afirm ar
que sacrificar, en otras palabras, los gastos que “ el Estado colombiano si bien era cierto
sociales y de inversión del Estado, en aras de que operaba en la ciudad, había fracasado en el
resultados inmediatos en el campo del orden campo y era necesario responder a una situa­
público que no daba tregua. De esta aprecia­ ción anormal con un procedimiento de em er­
ción discrepaba, en forma más o menos encu­ gencia’’ (4). Se argüía tam bién que ante el in­
bierta, el coordinador de la Comisión quien cumplimiento por parte de “ Venganza” de
parecía entender bien que la suspensión de compromisos adquiridos con una Comisión de
ciertas obras era en muchas ocasiones el ger­ Paz, promovida por la diócesis de Pereira, ha­
men del descontento que precisam ente preten­ bía llegado la hora de em prender una verdade­
día combatir el M inistro. ra operación de “ limpieza” en la región de
Quinchía, y se rum oraba que el hombre para
Sorpresivam ente, empero, el coordinador José llevarla a cabo iba a ser el entonces Mayor del
Gómez Pinzón tuvo un respaldo de indiscutible ejército Alvaro Valencia Tovar.
autoridad, el del experto filipino Gregorio Ka-
plan, quien se había desem peñado como ase­ Estos vaivenes en la determinación de priori­
sor de los planes de rehabilitación de su go­ dades dem ostraban, en realidad, la ausencia
bierno, frente a una situación com parable a 1a de un diagnóstico claro y por lo tanto de una
colombiana. Gómez Pinzón lo invitó a una verdadera política de Rehabilitación. Daba la
mesa redonda con los ministros de la Comisión sensación de que la Comisión descubría su ob­
y en ella Kaplan relató su experiencia con un jeto sobre la marcha misma de los aconteci­
equipo polivalente en la población cundinam ar- mientos. Quedaba, igualmente, la impresión
quesa de Carmen de C am pa, y lo hizo en té r­
minos tan positivos que concluyó proponiéndo­
lo como modelo para otras regiones del pais, 4. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación. Acta No.
Previo entrenam iento de funcionarios. Los 32, sesión del día 22 de abril de 1959.
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de que en el ejercicio de sus funciones el orga­ tuaciones o condiciones de violencia, recom en­
nismo asesor del gobierno tocaba o removía daba frente a esta últim a la adopción de m edi­
todos los problem as pertinentes en relación das de carácter “ técnico” y en particular la
con la Violencia. Pero, en últim as, dejaba tam ­ aplicación sistem ática de un decreto de extra­
bién el sabor am argo de que nunca los resolvía ñam iento, esto es, de desarraigo de los delin­
cabalmente. cuentes de su am biente criminal, trasladándo­
los a otros sitios del país. Según él esta práctica
El planteam iento más aproximado a un diag­ ya había probado su eficacia en algunos depar­
nóstico de carácter general fue, quizás, el que tam entos, pero a decir verdad, los jueces de
comenzó a ser controvertido en el seno de la Instrucción Criminal del Quindío, región donde
Comisión a fines de abril de 1959 (5) a raíz de la la violencia se m ostraba más persistente, ha­
distinción que hizo el Coordinador de tre s tipos bían dictado 58 providencias de extrañam iento
de violencia y de las estrategias apropiadas y solo muy pocas se habían cumplido. El minis­
para combatirlas. La prim era modalidad que tro de Educación, Abel Naranjo Villegas, ha­
examinó fue la de la delincuencia común, que bría de llamar la atención de sus colegas sobre
parecía no inquietarle dem asiado, “ puesto que el hecho de que la violencia como “ negocio lu­
siem pre ha existido en el p aís” , aunque aceptó crativo” tenía a m enudo sus beneficiarios en
que sus dimensiones actuales podían tener las ciudades, y se tornaba aún más difícil com­
alguna relación con la dinámica de las dem ás batirla por lo cuantioso de los recursos que al­
formas: “ N aturalm ente —dijo— presenta rededor de ella se movían.
caracteres m ás graves en aquellos lugares don­
de la tranquilidad ha sido turbada por largo Con base en todo lo anterior, podría avanzarse
tiem po” . Para contrarrestarla proponía, entre entonces una prim era conclusión: la im portan­
otras, las siguientes medidas: aum ento y tecni- cia de la Comisión y del plan de Rehabilitación
ficación de la policía, control al alcoholismo, radicaba no tanto en los resultados que podía
fortalecimiento de la justicia y agilización de m ostrar sino en el cúmulo de problem as que
sus procedimientos. En segundo lugar, se refi­ contribuía a revelar.
rió a la que llamó delincuencia política propia­
m ente dicha, de carácter subversivo, que en
algunas ocasiones podía reducirse con base en
b) Las soluciones, ¿un problema?
métodos persuasivos, y que en otras había que
doblegar, apelando a “ todo el poder estatal” .
La segunda contradicción inherente al Plan y
Por último, aludió a la delincuencia de tipo eco­
nómico, que a su juicio se había convertido en que quedó nítidam ente constatada desde las
un verdadero gangsterism o. Esta últim a que él prim eras sesiones de la Comisión fue la si­
calificaba, adem ás, de “ organizada” , irrumpía guiente: había urgencia de responder a las
expectativas de los damnificados y de recupe­
periódicam ente en algunas zonas, sobre todo
rar su confianza en la acción oficial, confianza
en el Quindío. Era una modalidad atribuible,
que se encontraba notoriam ente disminuida
en parte, a los desplazados “ que encontrándo­
debido a las continuas encuestas a que eran
se en una situación muy precaria, hacían incur­
sometidos sin que se tradujeran en soluciones
siones nocturnas a las plantaciones, para poder
tangibles a sus necesidades; pero, por otra par­
subsistir’’; pero de modo más general este tipo
te, era tam bién manifiesto el tem or de que al
de violencia era el fruto de “ la connivencia en­
actuar con una mínima eficacia, la Rehabilita­
tre delincuentes y mayordomos de las fincas
ción despertara ilusiones que el Estado no te­
para apoderarse de las cosechas” (6). Sorpren­
nía capacidad de satisfacer, especialm ente con
dentem ente para un analista de nuestros días,
relación a los litigios de tierras. Este punto fue
pero quizás de conformidad con su concepción
que parecía tener como punto de partida la abiertam ente planteado por el ministro de
existencia de individuos violentos, y no de si- Obras Públicas, Virgilio Barco, cuando anotó
que “ las medidas sobre ocupación de tierras
en las zonas afectadas deberían adoptarse en
forma muy prudente, pues de otra m anera se
5. Ibid.
6. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación, Acta No. corría el riesgo de revivir una situación que en
31, sesión del día 14 de abril de 1959. alguna parte ya se encuentra prácticam ente
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estabilizada si no solucionada, como el caso de en los térm inos originales, al culminar los res­
muchos desplazados de Norte de Santander pectivos frentes de trabajo. ¿Porque qué nue­
que se hallan establecidos en Venezuela o en la vas posibilidades de trabajo podían ofrecérse­
zona bananera pero que ante una m edida ofi­ les a los 6.700 hombres que en mayo de 1959 se
cial tendiente a restituirlos de inm ediato en sus encontraban vinculados a las obras de Rehabi­
posesiones primitivas podrían regresar en litación en 110 frentes? Las esperanzas estaban
masa provocando un problema social” (7). Es fincadas todavía en las parcelaciones, como
decir que, según Barco, disposiciones teórica­ alternativa viable. Pero, como sé dem ostrará
m ente encam inadas a solucionar problem as, más adelante, el pesado ritmo de éstas no haría
podían contribuir de hecho a agravarlos. Simi­ sino acrecentar las frustraciones.
lar argum ento esgrimió más tarde el goberna­
dor del Tolima, Darío Echandía, con respecto a Lo que se hacía evidente en estos casos era que
los “ exiliados” de Villarrica. las dim ensiones de los problem as que había
que atender desbordaban la capacidad adm i­
El asunto se tornó polémico con motivo de dos nistrativa, financiera y política de la entidad
propuestas muy concretas del m inistro de Go­ creada con la pretensión de resolverlos.
bierno, Guillermo Amaya Ramírez. La prim era
se refería a la necesidad de crear un Fondo
Especial de la Comisión, con el fin de indem ni­ c) ¿Rehabilitación sin amnistía?
zar a los desposeídos durante la Violencia, ya
que según su criterio era una obligación del El tercer problem a mayor que se descubría en
Gobierno asistir a los propietarios cuyos dere­ la m archa de los acontecimientos era el de la
chos el propio Gobierno no había defendido necesidad urgente de vincular la Rehabilita­
oportunam ente. La segunda iniciativa, comple­ ción a una ley de am nistía.
m entaría de la anterior, apuntaba a la confor­
mación de un cuerpo de personeros de los des­ E ntre los factores que presionaban la expedi­
poseídos o necesitados en zonas de violencia, ción de una nueva ley de am nistía hay que re­
con funciones asim ilables a las de “ abogados cordar los siguientes: una clara intención de
de pobres” . El m inistro de Hacienda, H ernan­ darle legitimidad a la rebelión contra la “ dic­
do Agudelo Villa, replicó que “ consideraba tadura' ’; una voluntad restringida de incorpo­
peligrosa la creación de ese Fondo porque te­ ración de los que aún se encontraban alzados
mía que al tom ar el Estado esa posición surgie­ en arm as a la vida civil; y, por último, una con­
ra una enorme cantidad de litigios que provo­ sideración em inentem ente pragm ática que
caran erogaciones de gran cuantía a las que no ocupó la atención de la Comisión en forma re­
se podía hacer frente por falta de fondos” (8). currente: los presos ya no cabían en las cárce­
les, era preciso descongestionarlas y operar
En este mismo orden de ideas, la ocupación con criterios más selectivos.
transitoria que se le podía brindar a los dam ni­
ficados o a antiguos guerrilleros en las obras Ahora bien, puesto que el prim er Decreto-Ley
públicas, revivía el problema del desem pleo, de am nistía bajo el Frente Nacional solo vino a
ser expedido a fines de noviembre de 1958,
¿cómo hacer entre tanto con la vinculación de
7. Actas .... Acta No. 4, sesión del día 18 de septiembre de exguerrilleros a la recolección de cosechas (ne­
1959. (El subrayado es mío: G. S.). cesidad aprem iante de los propietarios) y a los
8. Idem. Era tan enorm e la penuria del Estado en esta fase de program as de obras públicas, que eran en gran
posviolencia, que frecuentem ente se veía em pujado a d epen­
der de apoyos privados. Un ejemplo: ante los requerim ientos medida la razón de ser de la Rehabilitación?
del Tolima y otras zonas de que se aum entara la policía m on­ Este asunto, que en otras circunstancias hubie­
tada, el presidente y el ministro de G uerra hicieron la afren­ ra podido dar pie a debates entorpecedores de
tosa confesión de que no había dinero p ara com prar los cab a­
llos , por lo cual hubo de solicitarse a los propietarios de p re ­
las tareas de la Comisión y del Gobierno, salió
dios rurales que los sum in istraran . Estos apoyos particulares a flote en un momento en el cual la euforia del
acarreaban, por supuesto, una privatización de las funciones espíritu frente nacionalista estaba en su apogeo
del Estado. Para ponerlo en térm inos extrem os: ¡en algunas
y por lo tanto en todos los sectores, incluidos
com arcas rurales el Estado quedaba al servicio y bajo la d e ­
pendencia de los dueños de caballos! <Véase Acta No 8, se ­ los altos mandos militares, había una amplia
sión del día 3 de octubre de 1958)._ colaboración política. Frente al caso concreto
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que nos ocupa, por ejemplo, antes de que en­ integrada, como se recordará, por Otto M ora­
erara en vigor la nueva legislación sobre am nis­ les Berútez, Augusto Ramírez Moreno, el en­
tía, ya se había discutido y aceptado la necesi­ tonces presbítero Germ án Guzmán Campos y
dad de estudiar una medida legal, transitoria y los brigadieres generales H ernando Mora
excepcional, para proveer de un documento Angueira y Ernesto Caicedo L. En algunos
especial, con fines exclusivos de trabajo, a des­ asuntos de fondo era incluso obligatorio para la
plazados por la violencia y a guerrilleros que prim era el concepto favorable de la segunda.
carecían de los documentos de identificación Fue justam ente en desarrollo de estas normas
exigidos por las leyes vigentes. Algo similar que en la prim era sesión conjunta de las dos
habría de ocurrir más adelante cuando en ple­ comisiones, celebrada el 17 de octubre de
na cosecha, los hacendados cafeteros del Valle 1958, con la presencia tam bién del gobernador
del Cauca se quejaron de la dificultad de dar del Tolima, Darío Echandía, se decidió darle
cumplimiento a la ley la . de 1945, en cuanto a prioridad a los planes de pacificación y rehabi­
la obligación de exigir libreta militar a sus jo r­ litación de la región del Sumapaz.
naleros. La medida, que obviamente cumplía la
función de facilitar el reclutam iento de cam pe­ Sin em bargo, esta conveniente distribución de
sinos para el servicio militar, era sacrificada, funciones entre los dos organismos asesores
con un criterio pragmático, en aras de la nece­ — la Comisión Especial de Rehabilitación y la
sidad de brazos para la recolección del grano, Comisión Investigadora, llamada tam bién
incluso con la venia del propio ministro de G ue­ Comisión de Paz— sufrió un rudo golpe a co­
rra, Brigadier General Alfonso Saiz Montoya, mienzos de 1959 cuando se decidió ponerle tér­
quien adm itiría que, m ientras durara la cose­ mino a la Comisión de Paz, con tres argum en­
cha, se tuviera “ una conducta de am pli­ tos de variable seriedad: el prim ero, que ya
tu d ” (9). había cumplido su cometido; el segundo, que
había dejado de ser necesaria, y el tercero, que
Por otra parte, la forzosa relación entre am nis­ se advertía una “ ostensible fatiga de los miem­
tía y rehabilitación dem andaba de la Conseje­ bros que la integraban” (11). Aunque se acor­
ría erogaciones no previstas inicialmente. De­ dó que en el mismo decreto de disolución se
bía, por ejemplo, correr con los gastos de fun­ designara por un período adicional a Germán
cionamiento de los Tribunales de Gracia, crea­ Guzmán como Coordinador de Paz para que
dos en desarrollo de la ley de am nistía (10); continuara en la meritoria labor de propiciar la
debía tam bién pagar las gratificaciones o re­ reconciliación, en adelante la Comisión de
compensas que por decreto se habían ofrecido Rehabilitación debió entenderse ella misma
a quienes facilitaran la captura de “ bandole­ directam ente de los asuntos que gravitaban en
ros” y cuyo monto era fijado por las respecti­ torno a la am nistía, lo cual como hubo de verse
vas gobernaciones. pocos m eses después, la hizo profundam ente
vulnerable frente a sus críticos. Al privarse de
A esa relación entre am nistía y rehabilitación este instrum ento de negociación política, la
obedece igualm ente el nom bram iento de un Rehabilitación quedó, en efecto, atada a una
funcionario de enlace con el cargo de Subsecre­ rígida perspectiva institucional y legal que lle­
tario de la Comisión para que estuviera pen­ vó inexorablem ente a una burocratización del
diente de los asuntos de orden público y de plan. Las Cam pañas Misionales de la Iglesia en
pacificación. Pero tratándose de estos tem as, el Tolima, en Caldas, con el apoyo del Gobier­
lo más im portante fue el estrecho contacto que no, no rem ediaban la ausencia de la extinta
se estableció entre la Comisión M inisterial de Comisión de Paz.
Rehabilitación y la llamada Comisión Nacional
Investigadora de las Causas de la Violencia,
d) ¿Rehabilitación para las zonas estabilizadas
o para las actualmente en conflicto?
9. A ctas.... Acta No. 33, sesión del día 28 de abril de 1959.
10 Para un detallado exam en de estos Tribunales y de los te ­ El cuarto aspecto problemático era el de la
m as conexos puede consultarse el libro del ju rista Eduardo cobertura de los planes de rehabilitación y pa-
Umaña Luna, La Violencia y la Paz, Tercer M undo, Bogotá,
1982, p. 72. Puede tam bién consultarse con provecho el tex ­
to de Alfredo Molano, Amnistía y Violencia, CINEP, Bogo­ 11. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación. Acta No.
tá, 1980. 21. sesión del día 21 de enero de 1959.
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cificación. Según el decreto de creación de la vos si se recuerda que el presupuesto global de


Consejería, el radio de operaciones de ésta se Rehabilitación para el prim er sem estre de acti­
circunscribía a las zonas afectadas por la Vio­ vidades fue de poco más de 25 millones. A esta
lencia en los cinco departam entos “ en donde penuria financiera de los departam entos es
aún perm anece turbado el orden público” (Cal­ im putable el hecho de que la Comisión de Re­
das, Cauca, Huila, Tolima y Valle del Cauca). habilitación tuviera que ocuparse, al lado de
Q uedaban con ello varios interrogantes por tem as de cierta m agnitud como los relaciona­
resolver: si el orden público se veía turbado en dos con la clasificación de tierras, los equipos
otros departam entos, ¿era posible negarles la de titulación y la legislación sobre transaccio­
acción re h a b ilita d la de los program as e stata­ nes de propiedad raíz, de otros muy estorbosos
les? ¿Con qué argum entos podía restringirse la y recurrentes, como la dotación de buldózeres
intervención económica estatal a las regiones y volquetas a los equipos polivalentes, el sumi­
en donde se encontrara actualm ente turbado el nistro de radiopatrullas a las policías departa­
orden público, excluyendo a aquellas deprim i­ m entales y los pasajes para los desplazados de
das por la Violencia del pasado reciente? O, en alguna región que querían regresar a su zona
otras palabras, ¿la Rehabilitación tenía solo de origen o para los que por la situación actual
como función la pacificación, o le incumbía tenían que abandonar sus comarcas.
tam bién ia reconstrucción económica?
Por fortuna había quedado una puerta abierta
Todos estos tem as debieron ser abordados des­ para atender las exigencias inaplazables de
de un comienzo a la luz de necesidades muy zonas distintas a las específicam ente contem­
concretas. Fue así como autoridades y jefes pladas en el Decreto creador de la Comisión.
políticos regionales formularon solicitudes En efecto, con autorización de la Comisión In­
para que dentro de los planes oficiales fueran vestigadora, la de Rehabilitación podía hacer
incluidos los Llanos y algunos municipios del traslados de inversiones adonde las circunstan­
departam ento del Chocó; otra ampliación del cias así lo requirieran. Apoyándose precisa­
horizonte de los planes gubernam entales se m ente en esta facultad, la Comisión Investiga­
produjo cuando se reconoció la urgencia de dora de la Violencia recomendó a la de Rehabi­
buscar una salida a la acumulación explosiva litación extender sus actividades a regiones
de desplazados en ciudades como Bogotá y se que aún estuvieran afectadas por hechos de
aceptó consiguientem ente que había que do­ violencia o que hubieran sufrido su impacto en
tarlos de frazadas, ropas, medios de transporte años precedentes. Aludió expresam ente al
y herram ientas, a fin de que regresaran a ocu­ Sumapaz y al M agdalena Medio, desde Puerto
parse productivam ente en sus lugares de ori­ Salgar y La Dorada, hasta Barrancaberm eja.
gen o se radicaran en distantes zonas rurales, Mencionó tam bién algunos municipios de va­
como el Ariari; y, finalmente, era imposible rios departam entos, así: Yacopí, La Palma y
eludir el clamor de las gentes para que se em ­ G uaduas, en Cundinam arca; Cucutilla, Arbole­
prendiera a la mayor brevedad la reconstruc­ das, Sardinata, Salazar y Chinácota, en Norte
ción de poblaciones totalm ente arrasadas por de Santander; y los Llanos O rientales en su
la Violencia, como Yacopí. Los recursos para el conjunto. Con todo, la enum eración no era
cubrim iento de estas dem andas locales o regio­ exhaustiva. Continuam ente llegaban a la sede
nales, no cobijadas por la norma original, te­ de la Comisión informes de la más amplia
nían que salir casi inevitablem ente de los fon­ gam a de conflictos en otras provincias. Persis­
dos destinados a la Rehabilitación, en vista de tencia de algunos focos de bandolerism o en el
que los los presupuestos departam entales esta­ Carare; enfrentam ientos estrictam ente parti­
ban prácticam ente en bancarrota. El Tolima distas en Jesú s M aría, Landázuri y Cimitarra;
tenia un déficit de siete millones, el del Valle extorsiones y hurto de ganado a hacendados de
era de catorce millones, y Cundinam arca ale­ Casanare por parte de antiguos guerrilleros;
gaba que su penuria era tal que le impedia par­ gestiones de ganaderos de Antioquia para que
ticipar en el Comité de reconstrucción de Yaco­ las autoridades de Puerto Berrío, incluidas las
pí, por lo cuai sugería que se recurriera a una judiciales, fueran removidas por existir contra
apropiación de Ecopetrol para el efecto. Se tra­ ellas quejas fundam entadas de complicidad en
taba, por supuesto, de déficit muy significati­ el hurto de ganado mayor, etc.
28 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

Las respuestas a todo este conjunto de proble­ situaciones propiam ente legales en que se en­
mas no eran forzosam ente disyuntivas. Sin contraban los guerrilleros” (12).
em bargo, en la práctica tendían a asum ir la for­
ma del dilema: ¿a qué darle prioridad, a los En este contexto, y por contraste, el Tolima fue
efectos de los diez años anteriores de violencia, indudablem ente el departam ento que mostró
o a sus manifestaciones actuales? mayor coherencia y articulación con los planes
nacionales de la Comisión y fue tam bién la pri­
m era región directam ente atendida. Varias
razones obraban en su favor. Era el departa­
e) Los poderes regionales, ¿agentes u obstácu­
mento más duram ente azotado por todas las
los del Gobierno Central?
formas de depredación que habían campeado
en los diez años precedentes: solo en el trián­
A los tropiezos de la Rehabilitación hasta aho­ gulo Ataco, C haparral y Rioblanco habían sido
ra reseñados, es preciso agregar ahora los deri­ destruidas 10.000 casas, y el estim ativo global
vados de la reproducción, a nivel regional, del para el departam ento era de 35.000. Las secue­
conflicto entre técnicos y políticos que se daba las más visibles en localidades como H errera,
en el seno de la Comisión. En efecto, m ientras Rioblanco, Planadas y Gaitania eran los gene­
los gobernadores pretendían adm inistrar los ralizados problem as de tierras y el desem pleo
fondos de rehabilitación en función de las exi­ crónico. Era, adem ás, el Tolima, un punto es­
gencias del orden público y del reparto de cuo­ tratégico en el combate contra la Violencia
tas entre las fracciones de los partidos, los di­ pues ésta irradiaba desde allí a regiones limí­
rectores seccionales de Rehabilitación busca­ trofes como el Quindío, el Sumapaz cundina-
ban responder de la m anera más eficiente a su m arqués, el Valle y el Huila. Finalm ente, tenía
misión predom inantem ente técnica, esto es, el mejor interm ediario posible ante el Gobierno
velar por la ejecución de las obras y el cumpli­ Central, pues su gobernador era el expresiden­
miento de los compromisos con las comunida­ te Darío Echandía, una figura por encima de
des locales. todas las querellas parroquiales. En este tram o
de la historia nacional, Echandía fue, quizás, la
Este tipo de desencuentro fue motivo de fric­ figura más lúcida del bipartidism o en el análi­
ciones perm anentes tanto en el Viejo Caldas sis de las dimensiones sociales de la Violencia.
como en el Huila. Por ejemplo, la propuesta de La expedición de un decreto que regulara la
la Seccional de Rehabilitación de Caldas en el situación de los bienes inmuebles; la constitu­
sentido de trasladar la población de M arm ato a ción de “ bolsas de propiedad raíz” que facili­
la zona plana, fue interpretada como una estra­ taran las transacciones en zonas de violencia, y
tegia político-partidista y por lo tanto se la hizo la adopción de m edidas concretas para el con­
impracticable. Fue tam bién por sectarism o po­ trol de la comercialización del café en períodos
lítico, escudado en un pretendido respeto a la de cosecha, con el fin de contrarrestar la acción
ley, que el gobernador del mismo departam en­ de los aprovechadores, fueron todas iniciativas
to torpedeó compromisos adquiridos por el in­ perm anentem ente planteadas a la Comisión
terventor de Rehabilitación, Julio Fajardo. E s­ por Darío Echandía. Los argum entos de Echan-
te funcionario había prometido darle trabajo en día estaban a la vista. Cuando a solicitud suya,
obras de rehabilitación a algunos guerrilleros el Coordinador se desplazó a Rioblanco, este
de Quinchía, liderados por el legendario “ Ca­ último encontró que la región “ había sido de­
pitán Venganza” , y con los cuales se había en­ vastada y había desaparecido toda riqueza
trevistado para buscar su incorporación a la agrícola y pecuaria” ; constató, adem ás, no se
vida civil. El gobernador alegó que tal solución sabe si con aire de tolerancia o de asombro,
no tenía fundam ento jurídico por cuanto aún no que las funciones de la policía eran desem pe­
se había dictado el Decreto 328 sobre suspen­ ñadas en la localidad por la organización de
sión de penas. El coordinador de la Comisión, control y vigilancia que autónom am ente habían
Gómez Pinzón, sacó a relucir nuevam ente su establecido antiguos jefes guerrilleros (13).
sentido práctico y argüyó que “ en estricto de­
recho el señor Gobernador tenía toda la razón,
12. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación, Acta No.
pero que para conseguirse la pacificación se 19, sesión del dia 24 de diciem bre de 1958
requería una apreciación más elástica de las 13. A ctas.. .. Acta No. 29, sesión del día lo. de abril de 1959.
R E H A B IL IT A C IO N Y V IO L E N C IA . G. SA N C H EZ 29

Todos estos argum entos se irían a m anifestar 3. INVASIONES URBANAS Y RURALES


claram ente en la distribución regional de ios
fondos de Rehabilitación, pues el Tolima fue, Desde los prim eros m eses de actividades, la
de los cinco departam entos bajo estado de si­ Oficina de Rehabilitación debió intervenir en la
tio, el más am pliam ente beneficiado. He aquí solución de múltiples conflictos planteados por
las cifras: la invasión de predios tanto urbanos como ru­
rales. El epicentro de los conflictos urbanos fue
CUADRO No. 1 la ciudad de Cali, en donde según el coordina­
dor de la Comisión la escasez de vivienda era
PROYECTO DE PRESUPUESTO POR REGIONES
“ ia más alarm ante que se presenta en el
país” (14). Los grandes ejes de la agitación
Departamento 1958 1959
(millones ) (millones)
agraria fueron, por su parte, la región de Te-
quendam a, en Cundinam arca, y el Tolima.
Tolima 5 20
Valle 4 16
Caldas 4 16 a) La movilización urbana
Cauca 3 10
Huila 2.5 10 Las tensiones urbanas, acum uladas unas y re­
presadas otras por la Violencia, salieron a flote
Fuente: Acta No. 4, septiembre 18/58
con la im pactante invasión de más de 2.000
familias a un lote de 22 hectáreas pertenecien­
Esta tendencia habría de hacerse aún m ás pal­ te a la Fundación Ciudad de Cali, la cual había
pable en la distribución de los préstam os de sido creada con posterioridad a la trágica ex­
Rehabilitación que se tram itaban a través de la plosión de una caravana de camiones militares
Caja Agraria. De los 10.013 préstam os que se cargados de dinam ita, el 7 de agosto de 1956.
habían hecho hasta junio de 1959 correspon­
dían 6.778 al solo departam ento del Tolima. O Aunque se advirtió desde entonces una gran
sea que así como los Llanos O rientales habían indecisión e incluso contradicciones de parte
sido la región privilegiada de los préstam os de de las autoridades, sobre si se debía recurrir a
la Rehabilitación de Rojas Pinilla, el Tolima lo la fuerza pública o a la táctica de la persuasión,
era de la Rehabilitación del Frente Nacional. el diálogo y la negociación, el hecho fue que la
Para evitar celos regionales se decidió incluso m agnitud del problem a obligó a la Oficina de
no divulgar las cifras. Rehabilitación a diseñar de inmediato, para los
años 1958-1959, un plan de vivienda, bajo la
CUADRO No. 2 modalidad de la autoconstrucción dirigida.
Dicho plan comprometía coordinadam ente a
PROYECTO DE PRESUPUESTO POR RUBROS las autoridades locales, a la Gobernación, al
(1958)
Instituto de Crédito Territorial, a! Banco Cen­
OBRAS PUBLICAS tral Hipotecario, al municipio de Cali y, por
(Carreteras, pistas de aterrizaje) $10.500.000 supuesto, a la Oficina de Rehabilitación. Con él
EDUCACION se aspiraba a que en el término de seis a ocho
(Alfabetización, escuelas vocacio- meses un núm ero aproximado de 8.500 fami­
nales agrícolas y escuelas hogares lias hubiera solucionado su aprem iante necesi­
campesinos) $ 2.000.000 dad de vivienda, cifra que se esperaba incre­
SALUD m entar a 10.500 con adquisiciones adicionales
(Puestos de salud, unidades móviles, de terrenos en Yumbo y Pa lmíra.
instituciones asistenciales) $ 4.000.000
A la invasión antes mencionada se añadió un
JUSTICIA
agravante: los damnificados de la catástrofe
(Cérceles, casas de rehabilitación
infantil) $ 3.500.000 del 56 se negaron a pagar los cánones de arren­
damiento de un edificio donado por Venezuela
CAJA AGRARIA y que se encontraba tam bién en predios de la
(Créditos en zonas afectadas) $ 5.000.000
Fundación Ciudad de Cali.
TOTAL $25.000.000

Puente: Acta No. 2, septiembre 11/58 14. A ctas..., Acta No. 8, sesión del día 3 dé octubre de 1958.
30 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

El gran anim ador de estas invasiones en Cali Quedaba un m argen de $3.000.000 para aten­
era el líder popular Alfonso B arberena, quien der solicitudes de poblaciones que no habían
junto con G erardo Molina, Diego M ontaña, alcanzado a ser incluidas en el plan, como Zar­
Juan de la Cruz Varela y otros, había fundado zal y Pamplona, o para casos en donde el con­
el movimiento Unión Popular Nacional. B arbe­ flicto se adivinaba y se requería por tanto un
rena, al frente del Comité Pro-vivienda de Cali, apoyo urgente, como expresam ente se dijo de
había puesto en boga la táctica de invadir los Ibagué.
terrenos y hacer ofertas de compra a precios
considerablem ente inferiores a los comerciales Sin em bargo, en este último caso, por lo me­
con el fin de atem orizar a los dueños y obligar­ nos, las tensiones parecían avanzar de m anera
los a vender (15). incontenible, a tal punto que a comienzos del
Desde la perspectiva de la Oficina de Rehabili­ año siguiente, marzo de 1960, el desem pleo y
tación, la situación de Cali no era aislada; hacía la falta de vivienda hacían tem er que los con­
parte de una problemática más general. En flictos estuvieran adquiriendo características
efecto, la resistencia de los grandes propieta­ similares en dimensión y beligerancia, a las
rios urbanos a la parcelación de tierras para que ya se habían expresado en Cali. Como co­
vivienda, ponía frecuentem ente a los destecha­ rroboración de esos tem ores anunciados, se
dos ante el dilema de em igrar o invadir tierras, produjo la invasión de terrenos del municipio
y muchos estaban optando por lo segundo. de Ibagué por parte de un número aproximado
de 200 familias. A unque según las autoridades
El más claro índice de que el descontento po­ había circunstancias que facilitaban una rápida
pular en las áreas urbanas tendía a agravarse y solución, tales como el hecho de que los ocu­
extenderse fue quizás el monto y la distribu­ pantes hubieran transportado muy pocos m ate­
ción regional del presupuesto que para el plan riales de construcción, el manejo del caso im­
de vivienda presentó el Inscredial, a mediados plicó un viraje en el tratam iento de las luchas
de 1959, a consideración de la Comisión. El urbanas por la vivienda. En lugar de esperar a
total de aportes gubernam entales para el plan que irrum pieran para ocuparse de ellas, la Ofi­
se elevó a la sum a, com parativam ente alta, de cina decidió anticiparse combinando dos líneas
$19.200.000.oo, que se distribuyeron como de acción: por un lado, el diseño de un plan de
sigue: construcción de 1.000 viviendas en la ciudad y,
por el otro, la protección arm ada de terrenos
CUADRO No. 3 que se consideraran en peligro de ser invadi­
dos. Lo cual quería decir, en otras palabras,
PLAN DE VIVIENDA
que en adelante el problema social urbano, en
Presupuesto ordinario del Instituto con destino particular el de la vivienda, sería tratado cada
a sus planes de erradicación de tugurios: $ 6.500.000 vez más desde la perspectiva del orden públi­
Para el barrio “ Aguablanca” (Cali) 2.700.000 co, una m anera, la más usual, de reconocer la
incapacidad para ofrecer soluciones estructura­
Para el barrio “La Floresta” (Cali) 4.500.000
les.
Para el barrio “La Atalaya” (Cúcuta) 1.300.000
Para el barrio “ Pandiguando” (Popayán) 300.000
b) La reactivación de las
Para Buenaventura 150.000 invasiones campesinas
Para Armenia, Bucaramanga, Barranquilla,
Cartagena, Neiva 500.000 Paralelam ente a los conflictos urbanos, estalla­
Para La Dorada, Girardot, Flandes, ron los conflictos agrarios en la región del Te-
Montería y Sucre (Eiolívar) 250.000 quendam a en muchas de las haciendas que
TOTAL $16.200.000
habían servido de escenario a las agitaciones
cam pesinas de las décadas del 20 y el 30. Des­
Fuente: Acta No. 44, julio 17/59 de entonces los cam pesinos habían m ultipli­
cado sus formas de asedio a las grandes ha­
ciendas cafeteras de la región, habían sacudido
15. Semana, Bogotá, marzo 24 de 1959. su estabilidad y hasta habían provocado la par-
R E H A B IL IT A C IO N Y V IO LEN C IA . G. SA N C H EZ 31

celación de muchas de ellas. Sin em bargo, re­ La reactivación de las luchas cam pesinas, cuyo
sulta exagerado catalogar dicho proceso como furor se estaba tratando de am ortiguar con una
fase de “ disolución de la hacienda’’. Tales par­ combinada política de parcelaciones y coloniza­
celaciones, en efecto, no habían afectado el ción, se veía potenciada ahora con el impacto
corazón mismo del área productiva de la ha­ social que la conmoción política de los últimos
cienda sino que habían establecido una nueva diez años había producido en las estructuras de
modalidad de subordinación cam pesina, crean­ propiedad y en los sistem as de tenencia de tie­
do una m asa de pequeños propietarios en las rras en otras regiones.
zonas m arginales. Este fue, en buena medida,
el resultado del cambio de táctica de las organi­ En la prim era invasión de tierras que se discu­
zaciones cam pesinas después de la expedición tió en el seno de la Comisión de Rehabilitación
de la Ley 200 de 1936. Los campesinos, tratan ­ — la ocupación de 1.435 fanegadas de la ha­
do de ajustarse a la nueva legislación dism inu­ cienda “ Florencia” , de Aristides Salgado— se
yeron la presión sobre las zonas “ adecuada­ subrayó justam ente que los 800 invasores pro­
mente explotadas’’ e invadieron la periferia, cedían de los departam entos del Huila y el To-
las zonas de “ bosque” , que asimilaron a “ bal­ lima. En la misma sesión, a la cual asistieron el
díos” . El fenómeno adquirió tal m agnitud que gobernador de Cundinamarca, Jorge Enrique
dio origen a una artificiosa legislación sobre Gutiérrez Anzola y su secretario de Gobierno,
zonas forestales de la cual echaron mano los Diego Uribe Vargas, se destacó, adem ás, que
terratenientes de haciendas como “ Calandai- la confluencia de hechos similares en toda la
m a” , “ B uenavista” , “ Jav a ” y “ Florencia” región de Viotá, dentro de cuya jurisdicción
para contrarrestar con m ultas y encarcelam ien­ estaba ubicada la hacienda “ Florencia” , am e­
to la acción de los labriegos. Por obra de la ley, nazaba convertir el fenómeno “ en un movi­
las tierras improductivas podían ser reclam a­ miento social con repercusiones a escala nacio­
das por los hacendados como de “ reserva fo­ nal” (17) que había que afrontar salvaguardan­
restal” , al igual que las invasiones eran penali­ do el principio de autoridad y el respeto a la
zadas como “ tala de bosques” . Em pero, los propiedad privada.
hacendados que inicialmente opusieron una
tenaz resistencia a las parcelaciones, las acep­ Tres hechos de efectos globales quedaron en
taron pero en sus propios términos: “ La mayo­ claro a raíz del debate en torno al caso de la
ría de terrenos parcelados fueron los de zonas hacienda “ Florencia” : el primero, la necesi­
de bosques que habían sido invadidos por los dad de incluir la región de Viotá como zona de
cam pesinos” (16). Rehabilitación; el segundo, las divergencias
acerca del procedimiento más adecuado a se­
En este contexto, la Violencia aparece como un guir, pues en tanto que el gobernador era ex­
largo paréntesis durante el cual el problem a presam ente partidario de apelar a la interven­
agrario había sido sim plem ente desplazado, o ción militar, la Comisión Especial se inclinaba
sus expresiones organizativas suprim idas. No por una solución negociada, utilizando los bue­
obstante, se puede afirm ar tam bién que las nos oficios de la Comisión de Paz; y, el tercero,
grandes haciendas del Tequendam a que ha­ la necesidad de elaborar una política y una le­
bían superado transitoriam ente su crisis de los gislación agraria que hiciera jurídicam ente via­
años veintes y treintas con la parcelación de
bles alternativas como la de la compra y parce­
sus peores tierras en áreas m arginales, sufrie­
lación de otras propiedades, iniciativa esta últi­
ron su demolición definitiva en los prim eros
ma de la cual el más persistente portavoz era el
años del Frente Nacional, por efecto directo o
ministro de Gobierno.
indirecto de la Violencia.
Ahora bien, puesto que los campesinos adopta­
16. Véase sobre este punto la interesante contribución de
ron inicialmente una firme estrategia de no
Adriana de la Cruz Arévalo y Olga Lucía Fula, en su tesis de desocupar hasta tanto no tuvieran ofertas con­
Licenciatura en H istoria, "Viotá 1936-1946 y el Juzgado de cretas de parcelas a las cuales pudieran trasla-
T ierras de F acatativ á", Universidad Nacional de Colombia,
Bogotá, 1984. Para una visión de conjunto sobre el proble­
ma agrario en la zona el estudio m ás sólido es el de Marco
Palacios, El café en Colombia, El Ancora E ditores, Bogotá. 17. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación, Acta No.
1983. 16, sesión del día 19 de noviem bre de 1958.
32 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

darse, la Comisión se vio forzada a recurrir al En esta misma dirección, otro proyecto creaba
camino largo y tortuoso de la negociación de los “ Fondos para la rehabilitación social y eco­
ésta y otras haciendas en la misma región de nómica de las zonas cafeteras’’, con el produc­
Viotá, m ientras se aceleraban los planes de to de las ventas internas de la retención cafete­
colonización del Ariari, cuyas fértiles tierras, ra que hiciera la Federación (19).
se decía, podían acoger a unos 10.000 colonos.
En todo caso, la agitación agraria no daba es­
Para el cumplimiento de tales program as de pera y la Comisión tenía que explorar todas las
parcelaciones y colonizaciones, que habían re­ posibilidades a su alcance. A propósito de la
cibido una apropiación presupuestal de 32 mi­ hacienda “ Santo Domingo’’, propiedad de
llones, el Ministerio de Gobierno celebró un M artín Gaitán, con una extensión de 1.500 fa­
contrato con la Caja Agraria según el cual esta negadas y un valor estim ado en un millón de
última adelantaría las negociaciones de las ha­ pesos, cuya posibilidad de parcelación comen­
ciendas, negociaciones que deberían ser some­ zó a exam inarse en el curso del mes de diciem­
tidas a la aprobación de la Comisión Especial y bre de 1958, la Comisión advirtió los siguientes
de su Coordinador. El mecanismo acordado, tropiezos: era imposible expropiarla por falta
aparentem ente ágil, produjo un inmovilismo de la respectiva autorización legal, ya que la
cada vez más exasperante, dada la gravedad legislación vigente solo perm itía la expropia­
de la situación, pues no se sabía a ciencia cier­ ción de baldíos y no de tierras cultivadas que
ta, argum entaría la Caja, si la iniciativa en las era lo que para el caso se necesitaba: adicional­
negociaciones (identificación de predios, peri­ m ente. dado que carecía de títulos saneados,
tos avaluadores, fijación de precios) recaía en expropiarla y parcelarla suponía la entrega de
ella o en la Comisión. Había conceptos tan dis­ terrenos en litigio a los campesinos; y, por últi­
pares que, por ejemplo, m ientras peritos de la mo, habiendo aceptado que solo quedaba el
Caja avaluaban un cafetal a razón de $1.200, trato directo con sus dueños, la Comisión tuvo
fanegada, los de la Federación de Cafeteros, que resignarse a constatar la “ insensibilidad
que resultaban más confiables y realistas para social’’ de los hacendados, la renuencia de és­
la Comisión, lo avaluaban en $2.000. La Caja tos a facilitar los arreglos.
A graria exigía, adem ás, tal número de garan­
tías a los futuros parceleros que hacían literal­ Se ensayó una solución supuestam ente más
m ente impracticables las parcelaciones. La fácil: la adquisición de la hacienda “ Jam aica” ,
Caja se movía con criterios de rentable inver­ de propiedad de las Fuerzas Armadas, ubicada
sión y no por consideraciones sociales y de en M elgar. Con tal operación se apuntaba,
urgencia, incluso cuando actuaba con dineros adem ás, a la satisfacción de otra necesidad, a
del Estado específicamente asignados para saber, la de obtener el dinero indispensable
esas transacciones y a pesar de que el presi­ para la construcción de instalaciones militares
dente de su Ju n ta Directiva era el ministro de en Ibagué para que pudiera devolvérsele su
Agricultura, miembro tam bién de la Comisión uso normal al hospital de la ciudad, convertido
Especial. desde tiempo atrás en guarnición. Comple­
m entariam ente, la Caja A graria estaba adelan­
Algunas de estas dificultades se habían plan­ tando la parcelación de la hacienda “ San Anto­
teado desde cuando comenzó a circular en el nio” , en Viotá.
Congreso, en octubre de 1958, un proyecto de
ley que autorizaba no solo a la Caja de Ahorros Finalm ente, ante la lentitud con que se desa­
de la Caja Agraria sino a todos los bancos del rrollaban los procesos anteriores, la Comisión
país para desarrollar program as de parcela­ se vio obligada a aceptar la fórmula que había
ción. Dichas parcelaciones, según el ministro dado por excluida desde el principio: la nego­
de Agricultura, Augusto Espinosa Vaiderrama, ciación de los terrenos invadidos. En el caso de
se harían “ para radicar, en las mismas regio­ la hacienda “ Florencia” , ya mencionado, la
nes o en otras adecuadas, a los colonos y a los Comisión ofreció pagar las 1.435 fanegadas en
propietarios que desplazó la violencia" (18). litigio a razón de $250 cada una (el propietario

18. Anales del Congreso, octubre 24 de 1958, pp. 1.342 y ss. 19 Ibid.. p. 493.
R E H A B IL IT A C IO N Y V IO LEN C IA . G. SA N C H EZ 33

pedía $350) en operación que, dadas las cir­ cia” , para que se procediera a su compra por
cunstancias, se consideraba un buen negocio parte de la Caja A graria y a su posterior parce­
para el propietario. Adicionalmente, se le pro­ lación.
metía comprarle otras 500 fanegadas, no inva­
didas, a razón de $850, cada una. Recordemos Toda esta atm ósfera de transacciones dejaba la
que esta hacienda que figuraba en el Catastro sensación de que la región del Tequendam a, y
con 4.180 fanegadas en 1948 tenía ya invadidas en particular Viotá, estaba en venta. Los cam­
2.720 en 1956. pesinos se hicieron incluso a la idea de que es­
taban a punto de conquistar una victoria defini­
El hecho fue que en el curso de los prim eros tiva sobre los hacendados y aceptaron desalo­
m eses de 1959 las invasiones se extendieron en ja r algunos de los predios invadidos. Como
la propia región de Viotá a una hacienda de consecuencia de ello, durante algunos m eses
Carlos E. M edina, ubicada en la vereda “ El del prim er sem estre de 1959 se produjo una
Brasil’’, y al municipio de Tibacuy, con la ocu­ especie de tregua en las invasiones. Pero
pación de la hacienda “ San Jo sé ’’ de una fami­ transcurrieron los m eses y las soluciones no
lia Holguín que pedía la suma de $3.240.000 llegaban. Entrado el segundo sem estre del
por su propiedad. Pero tam bién se multiplica­ mismo año la Caja Agraria aún no había per­
ron los procesos de negociación. G estiones en feccionado las transacciones y las consiguien­
tal sentido se realizaban en Viotá con dos ha­ tes parcelaciones que se habían iniciado a fines
ciendas de la misma familia Holguín, “ Calan- de 1958; o, lo que era todavía peor, en casos
daim a’’ y “ Batavia L tda.’’, y con tres de las concretos, como los de las haciendas “ Los
cinco haciendas que las Fuerzas Arm adas po­ G uayabos” , “ La M aría” , “ M ontecarlo” y “ El
seían en Melgar: “ La R esaca", “ Las M erce­ Avila” , la Caja se negaba a adquirirlas con sus
d e s” y “ Jam aica” , que no estaban explotadas propios fondos, descapitalizando así la Oficina
económicamente y que no eran aptas para la de Rehabilitación. En el colmo del cinismo la
agricultura (excepto el cacao), pero sí para la Caja declaraba sin am bages que no podía in­
ganadería (20). Su negociación se em prendió vertir sus fondos en propiedades ubicadas en
sobre la base de un precio de $250 por fanega­ zonas conflictivas que hacían difícil la recupe­
da, en promedio. En contraste, dificultades en ración de los créditos otorgados. El asunto fue
el logro de un acuerdo sobre el precio retard a­ tratado en una prolongada sesión de la Comi­
ban las negociaciones de la hacienda “ A tala” , sión, con asistencia del gerente de la Caja. El
de Francisco Sáenz Fetty. coordinador de la Comisión, Gómez Pinzón,
planteó abierta e indignadam ente la situación
En este mismo contexto, se consideraba favo­
que fue registrada en el acta respectiva en los
rable la perspectiva de transacción de “ La Ara­
siguientes términos:
b ia” , de propiedad de la sucesión de la señora
M aría Jaram illo de Jaram illo, ubicada en el “ El doctor Gómez Pinzón observó que real­
municipio de Nilo, con una extensión de 750 m ente la Caja no había respondido a la mi­
fanegadas y con un avalúo comercial de un mi­ sión que se le había confiado con la pronti­
llón de pesos, aunque se estim aba como posi­ tud que el problem a requería, que no se
ble un arreglo por $750.000. Se calificaba tam ­ habían legalizado hasta ahora las entregas
bién como aceptable la oferta de la hacienda de parcelas y se habían suspendido muchas
“ El Avila” , en el Huila, con 1.400 hectáreas, obras en los planes de rehabilitación en las
90 de las cuales cultivadas en café, por un valor regiones de Sumapaz y Viotá. Dijo, ade­
de $285.000. Por último, en la hacienda “ San más, que existía una dificultad en las rela­
Jo sé ” de Tibacuy, la Comisión tuvo que llegar ciones de Rehabilitación con la Caja ya que
a un acuerdo con los ocupantes, similar al que las Comisiones enviadas por esta Institu­
se había alcanzado con la hacienda “ Floren- ción para estudiar las adquisiciones pro­
puestas por la Comisión para parcelacio­
nes, conceptuaban desfavorablem ente en la
20. Hacia el m es de julio de 1959 el gerente de la Caja Agraria, mayoría de los casos proponiendo que tales
Augusto Espinosa V alderram a estim aba en 3.000 el núm ero fincas fueran adquiridas con los fondos de
de solicitudes de adjudicación en la región de M elgar, pero
adm itía tam bién que las parcelas adjudicables no eran m ás Rehabilitación y no con los propios de la
de 162. Caja destinados también a este objeto, dan­
34 A N A L IS IS PO LITICO No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

do por resultado que al adquirir esas fincas 1959, en memorial enviado al Congreso, 2.700
con dineros de Rehabilitación se m erm arían campesinos reclamaban la desmilitarización de
en gran parte las apropiaciones destinadas la zona y el cumplimiento de las prom esas de
a la colonización, lo cual no deseaba en for­ parcelación de las haciendas Florencia, Atala,
ma alguna el señor Presidente de la Repú­ Buenavista, Costarrica, California y otras en
blica” (21). Viotá; La Trinidad y Misiones, en el municipio
de El Colegio; Calandayma, La Cajita, El Reti­
Pero aun en el caso de parcelaciones ya conso­ ro, en Tibacuy (23).
lidadas se podian advertir fallas protuberantes.
En la de la hacienda ‘‘San Antonio” , conside­ Para entender esta capacidad de movilización
rada como piloto de las parcelaciones privadas conviene recordar que a mediados de la década
llevadas a cabo por la Caja, se ponían de relie­ del cuarenta solo en el municipio de Viotá ha­
ve situaciones tan aberrantes como estas: el bía 10 organizaciones cam pesinas (sindicatos y
sistem a de puntaje establecido para seleccio­ ligas) reconocidas por el M inisterio de Trabajo,
nar a los adjudicatarios había sacado de com­ a saber: 1. Sindicato M anuel Murillo Toro, con
petencia a la mayor parte de campesinos de la un total de 220 afiliados: 180 hombres y 40
misma región; las altas cuotas iniciales impi­ m ujeres, en 1947; 2. Sindicato de Argelia;
dieron el acceso a la tierra de los campesinos 3. Sindicato de Costarrica; 4. Sindicato Antonio
pobres y favorecieron el de capitalistas medios Nariño; 5. Liga Cam pesina José Hilario López;
y militares en retiro; y, como si lo anterior fue­ 6. Sindicato de Ceylán; 7. Sindicato Agrícola
ra poco, las parcelas ubicadas en los mejores José A. Ramírez; 8. Sindicato Alfonso López
suelos de la hacienda eran hasta ocho veces P.; 9. Sindicato de Trabajadores del Ingenio
más grandes que las ubicadas en terrenos que­ Azucarero de San Antonio, Simón Bolívar. El
brados, de difícil mecanización y con escasez Ingenio fue probablem ente una de las mayores
de agua (22). concentraciones de trabajadores en el país para
la época: se le calculaban 2.000 obreros en la
Los resultados estaban a la vista. Los cam pesi­ década del veinte; 10. Sindicato Agrícola Fran­
nos se cansaron de esperar y volvieron a inva­ cisco de Paula Santander (24).
dir ruidosa y masivamente las haciendas. La
más espectacular de estas invasiones fue la de Pero lo más significativo para este estudio fue
la hacienda ‘‘Altam ira” , en jurisdicción del que el problem a dejó de ser regional y se ex­
municipio de Silvania en el Tequendam a. Dos tendió rápidam ente a otros departam entos. El
mil campesinos ocuparon la hacienda, creando em presario agroindustrial Harold Eder infor­
el pánico en las propiedades vecinas y en toda mó en mayo de 1960 a la Comisión “ que en el
la región de Viotá, puesto que la razón era po­ norte del Cauca y en el departam ento del Valle
tencialm ente la misma. En efecto, m eses atrás se estaba creando un gran m alestar a conse­
“ A ltam ira” había sido ocupada y luego desalo­ cuencia de las invasiones de tierras, lo cual era
jada bajo la prom esa de una rápida parcelación difícil de contrarrestar con un plan de parcela­
que no se había realizado. Toda la zona fue ciones porque el valor de las tierras era muy
preventivam ente militarizada. alto, o por medio de frentes de colonización
porque los invasores se resistían a abandonar
El problem a agrario se fue convirtiendo gra­ esas tierras” (25).
dualm ente en el eje de las preocupaciones de la
Según un informe más o menos detallado de la
última etapa de la Oficina de Rehabilitación.
revista Semana, a principios de marzo de 1960
Hacia 1960 el conflicto seguía vivo en el Te­
quendam a con nuevas haciendas invadidas, había conflictos agrarios en las siguientes re­
“ M esaya” , en Tolemaida, por ejemplo, y con giones: en Cundinamarca, 14 propiedades en
otras en proceso de negociación, como “ La Es­ conflicto; en el departam ento del M agdalena,
cuela” , en Tibacuy. Ya desde noviembre de
23. Anales del Congreso, noviem bre 16 de 1959, p. 3.851.
24. Para información com plem entaria sobre estos aspectos
21. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación, Acta No. rem ito al trabajo ya citado de Arévalo y Fula, ' V io tá...''.
49, sesión del día 20 de agosto de 1959. 25. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación. Acta No.
22. Anales del Congreso, abril 21 de 1959. 14, sesión del día 5 de noviem bre de 1958.
R E H A B IL IT A C IO N Y V IO LEN C IA . G. SA N C H EZ 35

por lo menos 37; en el Atlántico, por lo menos mencionarse. El Decreto 2490 del 18 de octu­
13; en Bolívar, 9 áreas de conflicto que cobija­ bre de dicho año dictó medidas encam inadas a
ban un núm ero mayor de predios no especifica­ im pulsar la colonización del Valle del M agdale­
dos; Valle, 3; Córdoba, 3; Santander, 4 áreas, na, por conducto de la Caja Agraria y en coor­
sin especificación de número de predios; Norte dinación con los M inisterios de G uerra, Higie­
de Santander, 4 áreas pertenecientes a la Co­ ne, Obras Públicas y el Instituto de Crédito
lombian Petroleum Company; Tolima, se m en­ Territorial. La más significativa de sus regla­
cionan dos casos, pero se anuncia ampliación mentaciones estableció respecto a los aspiran­
de la información; Cauca, varios conflictos en tes a parcelas que los beneficiarios con prela-
Puerto Tejada; Boyacá, varios casos no especi­ ción serían los militares en servicio activo o en
ficados en el Territorio Vásquez; Guajira, 1; y retiro y los particulares casados, criterio prefe-
M eta, 1(26). rencial que habría de ser ratificado por el De­
creto 870 del 26 de mayo de 1953.
Lo que estas incompletas cifras dem ostraban
era que el problema agrario había roto la barre­ Dentro del característico afán de los gobiernos
ra de los departam entos en estado de sitio, la sin imaginación por hacer cambios puram ente
camisa de fuerza del orden público, y que por nominales, el régim en militar, m ediante el
lo tanto la capacidad de enderezar entuertos de Decreto 1894 de julio 18 de 1953, creó el Insti­
la Oficina de Rehabilitación había sido igual­ tuto de Colonización e Inmigración, en rem pla­
mente desbordada. En suma, que era inaplaza­ zo del anterior. El nuevo Instituto puso particu­
ble un plan nacional de Reforma Agraria. lar énfasis en dos criterios de acción: el prim e­
ro se refería a la consolidación de una infraes­
tructura adecuada en m ateria de vías, educa­
4. LAS COLONIZACIONES ción y salud, previam ente a la selección y adju­
dicación; el segundo alertaba sobre la priori­
La historia moderna de las colonizaciones en dad que debía dársele a agricultores y ganade­
Colombia, desde 1948 hasta nuestros días, se ros ya establecidos. Como m andaban los tiem ­
confunde con la historia y los ritmos de la Vio­ pos que corrían, se exigía un certificado de
lencia. buena conducta.

Los alcances de la colonización militar fueron


El prim er organismo estatal especializado en la
m ateria, el Instituto de Parcelaciones, Coloni­ juzgados más tarde por el Frente Nacional con
zación y Defensa Forestal, fue creado precisa­ la misma severidad que habría de serlo el régi­
mente pocas sem anas después del 9 de abril. m en bajo cuya orientación se habia realizado.
Su objetivo central, más que la parcelación de Una Comisión de la Cám ara, presidida por el
baldíos, era el incremento de la producción representante Jesú s A. Ramírez Suárez, desta­
agrícola tendiente a controlar los efectos de dos có a fines de 1958, irregularidades del siguien­
factores que explícita o implícitamente se reco­ te tenor: la administración contable había sido
nocían como coadyuvantes de la protesta popu­ caótica; en la compra de propiedades se habían
lar urbana: el desem pleo y el alza en los pro­ hecho negociaciones claram ente desventajosas
ductos alimenticios. De ahí que una de sus fun­ para el Instituto; por ejemplo, la finca “ Mer-
chán’’, situada en Saboyá, Boyacá, se había
ciones más im portantes fuera la de “ comprar
predios aun cuando estén debidaTnente cultiva­ pagado a precios muy superiores a los corrien­
tes en la región, incluía tierras de pésim a cali­
dos y especialm ente los cercanos a los centros
dad, en tierra fría, ocupadas con anterioridad
de consumo’’ (27).
por personas que alegaban derechos sobre ex­
tensas porciones, y no había sido parcelada; en
Carecemos todavía de una evaluación sistem á­
la compra de los terrenos denominados “ Bos­
tica de sus ejecutorias, pero lo cierto es que en
ques de C ham eza’’ se había contratado a los
1952 se le introdujo una modificación que debe
mismos vendedores para la m ensura y parcela­
ción, con las consiguientes adulteraciones que
no era difícil imaginar; la hacienda “ La Provi­
26. Semana, Bogotá, marzo 3 de 1960.
27. INCORA/IICA, La colonización en Colombia, 2 tom os, Bo­ dencia’’, en Chaparral, se encontraba em bar­
gotá, 1974, t. II, pp. 405 a 415. gada por obligaciones contraídas por los pro­
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pietarios antes de la transacción, y algo sem e­ 1. En el Ariari, que se constituyó prácticam en­
jante sucedía con las haciendas “ San Francis­ te en el centro piloto.
co’’, en Cunday, y “ Colombia” , entre Maniza- 2. En el Sarare. Norte de Santander.
les y Neira; por razones de orden público, se 3. En el Sumapaz, con particular atención en
había perdido en un ciento por ciento la inver­ “ Galilea” y en la tríada Núñez, Cabrera y
sión en obras en el principal núcleo de coloni­ Alto Sumapaz. En esta región los planes se
zación dirigida, Cimitarra, en la zona selvática facilitaban por el hecho de que la Caja Agra­
entre los departam entos de Boyacá y Santan­ ria había recibido del desaparecido Instituto
der; se habían perdido tam bién inversiones en de Colonización los terrenos “ Pardo y Ro­
carreteras, aeropuertos y m aquinaria en la co­ che” , con una extensión de 230.000 hectá­
lonización de Puerto Asís y en el Sumapaz; reas.
había negocios turbios y tráfico de influencias 4. En Doncello y Belén, en el Caquetá.
en la compra de aviones y m aquinaria a compa­
ñías extranjeras; había recibido el Instituto en A demás, a mediados de 1959, como instrum en­
adjudicación y reserva la astronómica sum a de to de apoyo a la colonización se había autoriza­
cuatro millones de hectáreas, que estaba en do el establecim iento de Comisariatos para San
incapacidad absoluta de parcelar (28). José de Isnos, en el Huila; San Vicente del
Caguán, en Caquetá; Huisitó y Argelia, en el
Con estos antecedentes, las funciones del Insti­ Cauca. Igualm ente, se habían aprobado y re­
tuto le fueron asignadas a partir de 1956 a la glam entado los créditos para los nuevos colo­
Caja Agraria, la cual inició a fines de 1958 la nos, con las siguientes especificaciones: cuan­
realización de numerosos proyectos enm arca­ tía, hasta $5.000; plazo, hasta 4 años, e intere­
dos dentro de los planes de la Oficina Nacional ses del 6% . Estados Unidos, a través del Punto
de Rehabilitación. El objetivo, más o menos IV y la United States Operation Mission, donó
expreso era desahogar los centros urbanos de 20 tractores en apoyo a los program as guberna­
efectivos o potenciales invasores, y crear un m entales de colonización.
muro de contención a la propaganda comunis­
ta (29). Aparte de las zonas del Plan de Rehabilitación,
Con mucha dedicación pero con un insignifi­ la Caja, con recursos propios, había iniciado
cante presupuesto de seis millones de pesos operaciones en el Urabá antioqueño y en la re­
abrió frentes de colonización en las siguientes gión de Lebrija, en asocio del Comité de Colo­
regiones; nización de Santander, con una financiación
garantizada de $3.800.000.
28. Anales del Congreso, noviem bre 4 de 1958, pp. 1 .5 1 9 y ss.
29. En una prem atura confesión de im potencia frente a las Visto así, en el papel, el program a resultaba
dim ensiones sociales de la Violencia, los m iem bros de la muy prom etedor, pero tam bién dem asiado
Comisión inflaron desde el prim er día de sus deliberaciones
los alcances de la influencia com unista a extrem os tales que
ambicioso, porque un plan de colonización no
evocaban los tiem pos del general Rengifo. En el acta de la se reduce al simple trám ite para el traslado de
prim era sesión se registró lo siguiente: "e n apoyo a la in­ campesinos de una región a otra; implica que
tervención del M inistro de Gobierno en que expresa su con ellos viajen ciertos servicios básicos del
preocupación por 'la intervención com unista en las zonas
afectadas (que dem ostró con una comunicación privada de Estado: vías, salud, educación, asistencia téc­
origen eclesiástico) Gómez Pinzón m anifestó que se había nica, créditos, etc. Por otro lado, en la realiza­
ido muy despacio en la lucha contra los ag en tes de esas doc­ ción de cualquier em presa colonizadora siem ­
trinas extranjeras, puesto que si hay elem entos foráneos
interviniendo deben ser expulsados del p a ís’. Informó que pre hay envueltas consideraciones políticas de
tiene datos que hacen p en sar en la posibilidad de que Rusia fondo que definen el carácter de los planes. La
reparta en nuestro territorio tanto dinero como el que pueda colonización puede ser una necesidad para los
destinar Colombia para auxilio de los perjudicados en esas
zonas y que como la forma de regalo que los propagandistas cam pesinos, o un negocio, un instrum ento de
rusos em plearán en la distribución es m ás directo y de b e ­ valorización, de aum ento de la renta de la tie­
neficio inm ediato, considera que pueden ellos obtener qui­ rra para los grandes latifundistas consolidados
zás m ejores efectos que el gobierno” (A ctas..., Acta No. 1,
sesión del día 8 de septiem bre de 1958). Como herram ienta en zonas incomunicadas. La Texas Petroleum
eficaz para contrarrestar esa propaganda, tanto el dirigente Company, por ejemplo, ofreció “ reg alar” en el
político Carlos Lleras Restrepo, como algunos.m iem bros de C arare un área de 6.000 hectáreas, en terrenos
la Comisión Nacional Investigadora de las C ausas de la Vio­
lencia, proponían acom eter de inm ediato un program a de de la Concesión, para efectos de rehabilitación,
colonizaciones y parcelaciones. a cambio del no pago de impuestos de valoriza­
R E H A B IL IT A C IO N Y V IO LEN C IA . G. SA N C H EZ 37

ción por la carretera que el ministro de Obras por disponer tales departam entos de abundan­
Públicas, Virgilio Barco, tenia proyectada para tes tierras para la colonización (30).
la incorporación de la región al país, propuesta
que contó con el visto bueno de la Comisión y el La exploración inicial correría por cuenta de
rechazo de la Caja Agraria. La colonización 100 funcionarios de la Caja Agraria que in­
podía ser tam bién un recurso a través del cual cluían topógrafos, cadeneros y trocheros. Adi­
poderosas organizaciones grem iales, como las cionalmente, se em prendería la organización
de los ganaderos, podían poner a su servicio lo de cam pam entos (en Canaguaro, Puerto Aria­
que consideraban eficaces contingentes de po­ ri, Avichure y M ogotes), de comisariatos (en
licía montada. Las Playas, Canaguaro, Avichure y Cubarral),
de granjas (en Iraca) y de agencias de la Caja
(en Granada).
En todo caso, los planes oficiales de coloniza­
ción no actúan en terreno virgen, sino en esce­ Pero una cosa era lo que se proyectaba y otra lo
narios ya conflictivos. Cuando se inicia en fe­ que efectivam ente habría de cumplirse. Hasta
brero de 1959 el plan de colonización del Aria- diciembre de 1959 solo habían recibido parcela
ri, teóricam ente el más im portante de esta eta­ y créditos 251 colonos en el Ariari y 146 en el
pa, ya había establecidas en la región cerca de Caquetá, cuando lo que se había calculado para
14.000 personas, la mayoría liberales, pero con esa fecha era tener 2.447 familias de colonos
fuertes núcleos de conservadores (parte alta adecuadam ente instaladas. El plan había fra­
del Ariari) e incluso de comunistas (en la cordi­ casado y la conclusión del Coordinador fue tan
llera) que se distribuían en poblaciones tales contundente en este caso como lo había sido a
como Santiago Pérez, Rincón de Bolívar, Cuba- propósito de las parcelaciones de haciendas en
rral, M edellín del Ariari y Granada. Este plura­ el Tequendama: “ El rendim iento dado por la
lismo político que en principio debía favorecer Caja en este contrato no corresponde a los de­
un nuevo clima de concordia, alim entaba de seos del Gobierno, ni a la urgencia y m agnitud
hecho la m utua desconfianza, los tem ores y las de los problem as por resolver’’ (31). Aunque a
tensiones perm anentes, a tal punto que si se algunos miembros de la Comisión, incluido el
proyectaba la construcción de un puente o un ministro de Gobierno, les preocupaba sobre
carreteable había que construir tres para evitar todo el prestigio de la Caja, el Coordinador d e­
acusaciones de favoritismo de parte de los jó expresam ente consignada su inconformidad
siem pre suspicaces dirigentes políticos nacio­ con las siguientes anotaciones:
nales o para im pedir que los recursos asigna­
dos a un núcleo fueran utilizados como una “ a) La Caja no había rendido cuentas sobre la
ventaja en sus hostilidades con los otros. inversión de los fondos que se le habían
situado;
Pero el afán del momento era producir hechos. b) El costo de las obras del Ariari era consi­
En la sesión del 27 de mayo de 1959 el Coordi­ derablem ente alto, lo mismo que el de al­
nador informó que a partir de la fecha em peza­ gunas parcelaciones, lo cual recargaría el
costo de las parcelas;
rían a trasladarse los nuevos pobladores del
c) Hay gastos hechos por la Caja como los de
Ariari a razón de una familia diaria. Dichos
Santiago Pérez que no pueden im putarse
pobladores, procedentes de los departam entos
al contrato por no haber sido autorizados
en estado de sitio y de Cundinamarca, serían
por la Comisión;
seleccionados por las Oficinas Seccionales de
d) En la últim a cuenta que había rendido la
Rehabilitación y solo se les exigiría como con­
Caja figuraba maquinaria, m uebles, ve­
dición disponer de los recursos de transporte.
hículos y enseres que no se encontraban
Los cupos utilizables se repartirían en las si­
discriminados ni se conocía exactam ente
guientes proporciones: un 20% para Cundina­
su situación ni su destinación;
marca y Caldas, un 15% para el Tolima, un
e) La Caja había dem orado sin razón aparen­
10% para el Valle, un 5% para la Caja Agraria,
te el pago del transporte de los bulldóze-
un 20% para el director de las obras de coloni­
zación. El 30% restante se distribuiría según
las necesidades que se fueran presentando, 30. Actas..., Acta No. 37, sesión del día 27 de mayo de 1959.
pero por el momento se excluía a Cauca y Huila 31. Ibid. Acta No. 8, sesión del día 29 de marzo de 1960.
38 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

res obsequiados por el Punto IV, por lo m ontada, aeródromo y radioteléfono en El


cual se había estancado la ejecución de las Tunal y Concepción. Lo mismo se hizo con El
carreteras de penetración en los frentes de Pato y Guayabero, regiones éstas en donde ya
colonización; se habían establecido algunas avanzadas colo­
f ) había errores de imputación en las cuen­ nizadoras, de 250 familias en la prim era y de 50
tas lo cual revelaba una deficiente contabi- en la segunda, bajo la tutela de organizaciones
lización de las inversiones” (32). comunistas. El argum ento para la militariza­
ción en estos casos no era, pues, que hubiera
Además, la Caja había inflado sueldos, gastos problem as de orden público, sino que había
promedio por colono, costos de m esura de te­ comunistas.
rrenos, etc. Es decir, había realizado operacio­
nes tan sospechosas como las que habían dado Pero ni la ineficiencia ni las trabas de diversa
pie al juicio de responsabilidades al Instituto índole que exhibía la colonización dirigida pue­
de Parcelaciones del régim en militar. Sin em ­ den llevar a pensar que los flujos migratorios
bargo, el Frente Nacional era un pacto no solo se hubieran interrum pido. Sin o contra el Esta­
de concordia sino tam bién de complicidades y do, y en todo caso con mayores costos políticos
por lo tanto nada de ello se dejó traslucir a la para éste en el largo plazo —como lo atestigua
opinión pública. La Oficina de Rehabilitación el hecho guerrillero hoy—, la colonización de­
cargaba con los costos políticos de la ineficien- sordenada y espontánea seguiría su marcha,
cia o los manejos fraudulentos de la Caja A gra­ convirtiéndose en multiplicadora de nuevos
ria. conflictos. Ya no se trataba solam ente en este
segundo caso de m igrantes peligrosam ente
A la luz de las anteriores consideraciones re­ apiñados en las ciudades, sino de la presión
sultaba por lo menos irónico que algunas auto­ incontrolable de campesinos directam ente
ridades regionales de las zonas de coloniza­ arrancados de sus parcelas por la Violen­
ción, como el Intendente del M eta, se quejaran cia (33).
de que se pudiera estar operando dem asiado
rápido en el traslado de colonos. Pero se queja­ En verdad, el proceso de colonización espontá­
ban tam bién de que no se estaban examinando nea era no solo paralelo o posterior al de coloni­
cuidadosam ente los antecedentes de los des­ zación dirigida sino que frecuentem ente le pre­
plazados. Lo que sucedía, debe recordarse cedía, aunque en algún momento ambos se
aquí, era que en aquellos tiempos el simple encontraran. La trayectoria de ambos en las
hecho de proceder de determ inadas regiones, colonizaciones de los ríos Lebrija, Erm itaño y
del Tolima por ejemplo, tenía connotaciones Catatumbo, en los Santanderes, es suficiente­
estigm atizantes: salvo prueba en contrario, al mente ilustrativa.
m igrante de este tipo de regiones se le presu­
mía guerrillero, bandolero o chusmero. A estas En cuanto a la prim era, la del Lebrija, fue esti­
prevenciones, que tenían indudablem ente un mulada no solo por ei obvio factor de expul­
efecto paralizante sobre los planes oficiales, no sión, la Violencia, sino tam bién desde mucho
escapaban, por supuesto, las autoridades bo­ antes por factores de atracción claram ente
gotanas. Como consecuencia de esta ideologi- identificables, como las promisorias perspecti­
zación de los program as gubernam entales, el vas petroleras de la zona que habían traído
problema aprem iante del reparto de tierras era consigo la apertura de im portantes vías de
frecuentem ente desplazado por los debates en comunicación (ferrocarril de Bucaramanga-
torno a la necesidad de hacer presencia militar Puerto Wilches y ferrocarril del Atlántico).
en zonas aisladas y de predominio comunista, Fueron tam bién hallazgos petrolíferos en el
así éstas se encontraran en relativa calma. Con área de la antigua Concesión de M ares los que
este criterio defensivo, y con el fin de controlar sirvieron de acicate a la colonización de la zona
la notoria influencia de Juan de la Cruz Varela abarcada por lo que en tiempos del INCORA
en el Sumapaz, se planearon puestos de policía

33. Para esta otra cara de la colonización, véase el magnifico


32. A ctas..., Acta No. 62, sesión del día 16 de diciem bre de relato de Alfredo Molano, Selva adentro, El Ancora, Bogo­
1959. tá, 1987.
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habría de conocerse como “ Proyecto Santan­ unas 1.300 familias, procedentes principal­
der No. 1” , que incluía a San Vicente de Chu- mente de Caldas, Tolima, Valle, Antioquia,
curí, principal productor cafetero del departa­ Chocó y Boyacá. Los 7.000 colonos que en la
mento, y a otros municipios de variada impor­ misma época se habían arraigado en la región
tancia regional como Barrancaberm eja, Vélez, del Carare, con epicentro en Cimitarra y Vélez,
Simacota y Betulia. eran m igrantes de los mismos departam entos.
El cronista de la colonización del Catatumbo
Tras el fracaso del Instituto de Parcelaciones pudo anotar sim plem ente que ésta se había
del gobierno de Rojas Pinilla, la colonización desplegado como “ un proceso continuo, espe­
del río Lebrija la asumió en 1958 el “ Comité de cialmente a partir del año de 1948’’ (35).
Colonización de S antander’’, el cual a su vez la
delegó en 1959 a la Caja Agraria, asesorada Como epílogo de este desordenado haz de co­
por una misión am ericana. Y sucedió lo que rrientes colonizadoras, podría m encionarse el
puede ser considerado como un desenlace típ i­ desplazam iento improvisado y masivo que se
co de las intervenciones tardías de las agencias produjo a partir de 1968 al sitio denom inado El
estatales. El área de colonización proyectada Retorno, en el Vaupés, el cual fue promovido
inicialmente por la Caja, que era de 509.000 por una cadena radial bajo el lema “ el retorno
hectáreas, se vio en la práctica reducida a solo al campo de los hijos de la Violencia’’, y que
55.000 hectáreas, por dos razones principales: por su propia dinámica se desintegró rápida­
la prim era fue que sobre los terrenos reserva­ mente. A la colonización arm ada y a la coloni­
dos para la ejecución del program a alegaron a zación cam pesina, estudiadas por William Ra­
última hora títulos previos entidades acapara­ mírez Tobón y Alfredo Molano, se sum aba aho­
doras de tierras, como la sociedad “ Terrenos ra la “ colonización de los desesperados’’.
Valenzuela’’, que se reclamó propietaria de
120.000 hectáreas ubicadas en la m argen dere­ En este panoram a, la contribución real de la
cha del río. La segunda fue que la iniciativa ofi­ Oficina de Rehabilitación a la solución del pro­
cial se encontró con que ya se había producido blema agrario exacerbado por la Violencia, no
efectivam ente una colonización espontánea, puede calificarse más que de irrisoria, a pesar
agotada prácticam ente en el curso de un año. de que se pregonara a diario que la coloniza­
La eficacia de esta última fue tal que el jefe de ción constituía una de las estrategias priorita­
la División de Colonización de la Caja se vio rias del prim er Gobierno del Frente Nacional.
obligado a reconocer que, con excepción de las
grandes haciendas ganaderas que se formaron
con posterioridad a la apertura del ferrocarril 5. CONCLUSION: CRISIS DE LA COMISION
de Puerto W ilches, el resultado había sido una
distribución más o menos equitativa entre los La Rehabilitación había surgido explícitamente
4.000 colonos, que con sus familias conforma­ como una estrategia de acción estatal en dos
ban una población aproximada de 20.000 habi­ frentes: el de la asistencia social a los damnifi­
tantes (34). En contraste, la Caja A graria, has­ cados de la Violencia y el de la reincorporación
ta noviembre de 1962 solo había aprobado 30 de los excom batientes a la vida ciudadana y al
resoluciones de titulación, 14 de las cuales to­ trabajo productivo. Sin embargo, desde por lo
davía sin notificar. menos mayo de 1959, algunos sectores políti­
cos, con creciente audiencia pública e incluso
Siguiendo pautas similares se desenvolvió el con cierto eco dentro de la Comisión, em peza­
proceso de poblamiento del río Ermitaño. Las ron a cuestionar la esencia misma de la Rehabi­
vías de penetración construidas por la Texas en litación. Se quejaban de que ésta, en lugar de
busca del “ oro negro’’ abrieron una nueva favorecer a las zonas devastadas y a las vícti­
frontera a los fugitivos de la Violencia. Hacia mas, estaba privilegiando a las regiones aún no
1962, el núcleo colonizador era estim ado en
35. Armando Ríaseos S. y Antonio M edina S. Estudio de la co­
lonización voluntaria del río Ermitaño, INCORA, Bogotá,
34. Rafael A rciniegas A., Colonización del río Lebrija, INCO­ octubre de 1962.
RA, s.f.; Alberto Ceballos Arango y Gustavo Jaram illo Z., Instituto de Desarrollo de la Comunidad, La colonización
Colonización del rio Lebrija. INCORA, s.f. del Catatumbo, Bogotá, 1971.
40 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

pacificadas y a los propios agentes de la Vio­ Reinaba, pues, un am biente de aprehensión


lencia. La acusaban incluso de estar prem iando cuando a mediados de junio de 1959 empezó a
infractores de la ley no solo con la suspensión ser discutido el prim er balance de las ejecuto­
de las acciones penales (amnistía) sino con rias de la Comisión. Desde entonces las opinio­
préstam os y adjudicación de tierras. nes de los propios miembros sobre el futuro de
la entidad gubernam ental estuvieron notable­
La controversia sobre estos tem as llevó a que, m ente divididas: algunos afirm aban con tono
por ejemplo, el Fondo Ganadero del Huila se entre cortés e hipócrita que ya había cumplido
negara a prestarle dinero al ex-guerrillero sus objetivos y era oportuno fijarle térm ino a
comunista “ Charronegro” , a pesar de que se sus funciones; otros, menos severos, opinaban
había acogido al beneficio de la am nistía; llevó que había que rectificar los métodos con los
tam bién a que se promoviera un ruidoso deba­ cuales se estaba trabajando; otros reconocían
te en el Parlam ento por un préstam o que el sin atenuantes que su labor había sido ineficaz;
Banco Popular había adjudicado a “ Pedro y, finalmente, los más, en alarde de abierto
Brincos” , al parecer con base en dudosos pro­ oportunismo político, estaban dispuestos a
cedimientos; y llevó, finalmente, a que la Caja aceptar cualquier argum ento en contra pero se
Agraria, en un insólito arrebato de legalismo, oponían a que se decretara en ese momento la
iniciara cobro judicial del préstam o de rehabili­ extinción de la Oficina pues ello podía darle un
tación otorgado al “ deudor moroso” Teófilo aire de derrota al Gobierno; en consecuencia,
Rojas, “ C hispas” . abogaban más bien por un desm onte gradual
de la Comisión.
Con todo, lo que minó irreversiblem ente la El golpe de gracia dentro de la Comisión lo dio
autoridad y la credibilidad de la Oficina de el ministro de Salud Pública, José Antonio Já-
Rehabilitación fue el debate público suscitado come Valderram a, en la sesión del lo . de julio
en torno al caso de Fabio Octavio Isaza Rincón, de 1959, con una constancia en la que se plan­
a. “ El Mico” , renom brado bandolero, conoci­ teó que la Comisión ya no se justificaba, que
do por sus andanzas criminales en la región del era una duplicación del Consejo de M inistros y
Carare. El asunto comprometió directam ente a que sus labores debían ser trasladadas a los
funcionarios regionales de Rehabilitación en respectivos m inisterios, gobernaciones y en ti­
conductas no solo controvertibles políticam en­ dades com petentes. Por el momento hubo sor­
te sino violatorias de la ley penal, ya que auto­ presa y hasta indignación de parte de algunos,
rizaron el traslado de dicho personaje a la zona pero, de hecho, la constancia fue una notable
de colonización del Ariari, cuando aún se en­ anticipación al curso de los acontecimientos en
contraba sub judice y ni siquiera estaba tram i­ los m eses venideros (36).
tando la aplicación de la am nistía vigente.
Lleras Camargo, que había recibido informa­
ción detallada sobre estos debates, esperó has­
Solo a posteriori era posible reconocer cómo
este tipo de polémicas sobre la “ legalidad” o ta la alocución presidencial del 20 de julio ante
la “ institucionalidad” , que tan m altrecha iban el Congreso para hacer las necesarias precisio­
dejando la imagen de la Rehabilitación, bien nes oficiales. A la pregunta recurrente de si los
hubieran podido evitarse o atenuarse si no hu­ am nistiados debían ser beneficiarios de los
biera habido tanto afán en suprim ir, en lugar préstam os de Rehabilitación, respondió recor­
de reestructurar si era necesario, la Comisión dando que uno de los objetivos centrales del
de Paz, que había actuado inicialmente hombro Gobierno al crear la Comisión Especial había
sido precisam ente el de evitar que los colom­
a hombro con la de Rehabilitación. Puesto que
bianos que se habían convertido al bandoleris­
por principio cualquier proceso de paz involu­
mo y a la guerrilla se sintieran “ impelidos por
cra al Estado y a fuerzas insurgentes que lo
una sociedad desconfiada y dura, o por la pér­
han desconocido o combatido, el trato con éstas
dida total de sus bienes, a regresar al monte y
no puede encasillarse siem pre en los incisos de
a las arm as” (37). Y frente a la polémica sobre
los códigos o de la Constitución. Paralelam ente
a los canales institucionales se requiere la in­
tervención de una instancia de negociación po­ 36. Actas .. , Acta No. 42, sesión del día lo. de julio de 1959.
lítica. 37. Anales del Congreso, julio 25 de 1959, p. 1.735.
R EH A B ILITA C IO N Y V IO LEN C IA . G. SA N C H EZ 41

el balance y perspectivas de ía Rehabilitación, beneficiaban de su actividad, particularm ente


el Presidente se pronunció con una fórmula en el Tolima. En forma casi m endicante se pe­
salomónica que dejó contentos tanto a los sim ­ día a la Federación de Cafeteros que se hiciera
patizantes como a los adversarios de la política cargo de ellos.
oficial. Destacó, para complacer a los prim e­
ros, que las realizaciones de la Comisión ha­ Lo paradójico fue que m ientras se debatía la
bían sobrepasado las expectativas del Gobier­ disolución definitiva de la Comisión, en el Par­
no; pero añadió, para tranquilizar a los segun­ lamento hacía tránsito un proyecto de ley que
dos, que tal em presa no podía continuarse in­ la reestructuraba y la prorrogaba por dos años
definidam ente. Para evitar traum atism os en la más. Extraño e inesperado desenlace, pues
term inación fijó un plazo de seis m eses al cabo daba la sensación de que incluso sus propios
de los cuales las obras todavía inconclusas se­ miembros estaban esperando con beneplácito
rían trasladadas a los ministerios y goberna­ la cesación de sus funciones.
ciones, con los ajustes presupuéstales necesa­
rios para su culminación. Esta fórmula del tras­ En la composición de la nueva Comisión no
lado o re ubicación de tareas aún no term inadas hubo variaciones de mayor envergadura. Que­
se consideraba preferible a la de la prórroga de do integrada así: cinco ministros (Gobierno,
la Comisión como tai para el año de 1960, pues Justicia, Fomento, Agricultura, Obras Públi­
según se argum entaba, y con razón, “ la ¿ola cas) , un delegado presidencial (Consejero) y un
existencia de la Rehabilitación daría m argen director ejecutivo (40). En lo que sí hubo un
para muchas exigencias que dem andarían un replantearniento significativo, por lo menos a
presupuesto especifico que el gobierno no está nivel formal, fue en la concentración y raciona­
en capacidad de apropiar’’ (38). En últimas, el lización de sus actividades. Para esta segunda
traslado de las obras de Rehabilitación a los etapa de la Rehabilitación, que se inició en
departam entos era también una m anera muy enero de 1960, el ministro de Gobierno, Jorge
sutil de descentralizar los problemas. Enrique Gutiérrez Anzola, propuso, en efecto,
como prioridades, las siguientes: el problema
Tras el anuncio de estas medidas, en el seno de tierras y el que llamó “ problema hum ano” .
mismo de la Comisión se abrieron paso juicios
cada vez más severos sobre los organismos Pero, a decir verdad, las soluciones no resulta­
colaboradores de la Rehabilitación. Por ejem ­ ban convincentes. Frente al problem a de tie­
plo, las Comisiones de Titulación de Baldíos rras se mencionó expresam ente una política de
fueron suprim idas en razón de que su labor parcelaciones, pero como se dem ostró en pági­
“ había sido insignificante” (39). Luego se pro­ nas anteriores, ésta ya había fracasado ruido­
puso la supresión de las Comisiones Secciona­ sam ente, en buena medida por la inoperancia
les de Rehabilitación en virtud de que se las de la entidad ejecutora de esos planes, la Caja
consideraba “ innecesarias” y de que eventual­ Agraria. Al encuentro del problem a agrario se
mente, como se había visto en casos ya mencio­ avanzaba, de hecho, por otros caminos: había
nados, podían com prom eter al Gobierno en un encendido debate en el Congreso sobre una
actuaciones equívocas cuando no delictivas. Y nueva legislación y se estaba a la espera de la
con los Equipos Polivalentes, esos mecanismos creación de un organismo estatal especializado
de acción comunal recomendados por la Comi­ — el INCORA— que hiciera el relevo. Entre
sión de Asuntos Sociales de la ONU y por la tanto, la única novedad en m ateria agraria eran
Misión Lebret, que tanto defendían los aseso­ los llamados Tribunales de Conciliación y Equi­
res filipinos del gobierno, la evaluación era dad que se pusieron en m archa desde fines de
ciertam ente más compleja, pero lo increíble febrero de 1960 y que habían surgido por ini­
era que no se sabía exactam ente qué hacer con ciativa de la Comisión con la tarea específica de
ellos: no había recursos para seguirlos soste­
niendo, y se temía que su supresión tuviera
efectos perturbadores en las zonas que más se 40. Estos eran los integrantes de la reestructurada Comisión:
ministro de Gobierno, Jorge Enrique G utiérrez Anzola; de
Justicia, G erm án Zea H ernández; de Fomento, Rodrigo
Llórente; de O bras Públicas. Virgilio Barco V argas; d elega­
Actas..., Acta No. 43. sesión del dia 1Gde julio de 1959. do del Presidente, José Gómez Pinzón, y como director e je­
39 Ibid , Acta No. 44. sesión dei día 17 de julio de 1959. cutivo de Rehabilitación, Guillermo Sanín Botero.
42 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 ■ MAYO A A GOSTO DE 1988

“ solucionar situaciones de hecho y obtener el particular, se hizo un detenido análisis de las


restablecim iento de derechos vulnerados por posibilidades de tecnifiración de las comunica­
actos de violencia respecto a bienes raíces... ’’ ciones para superar la compleja topografía de
la región y poner en estrecho contacto, ofensi­
Por otra parte, la segunda prioridad, que el vo y defensivo, los elem entos del triángulo uni­
Ministro definió vagam ente como “ el proble­ dades m ilitares-autoridades civiles-hacenda-
m a hum ano” , apuntaba a un desplazam iento dos, frente al triángulo bandoleros-gam onales
restrictivo en el contenido mismo de la Rehabi­ y campesinos.
litación , pues en tanto que en la prim era etapa
se la había concebido fundam entalm ente como La razón de fondo de este lánguido final estaba
un program a de reconstrucción económica y en el hecho de que la represión y no la Rehabi­
social, ahora se la asociaba y circunscribía a te ­ litación era el nuevo nombre de la política bi­
mas tales como la construcción de reform ato­ partidista frente a la Violencia o quizás, sim­
rios infantiles y casas de protección, o a la reor­ plem ente, en la incongruencia entre diagnósti­
ganización del sistem a carcelario, es decir, a co y soluciones, puesto que la Rehabilitación
contenidos prestados de la criminología y la había sido diseñada como un program a para
psiquiatría forense. Recuérdese que la term i­ “ d esp u és” de la Violencia, y la Violencia, en
nación de los trabajos de adaptación de la isla- verdad, no había terminado.
prisión Gorgona fue una de las obsesiones del
período.
En todo caso, en esta segunda etapa, los sínto­
mas de agotam iento de la capacidad de acción
de la Oficina eran ostensibles: el recrudeci­
miento de la Violencia le había quitado todo
protagonismo a la Rehabilitación en tanto plan
de reconstrucción económica; tam bién había
disminuido notoriam ente el ritmo de trabajo de
la Comisión, lo cual se manifestó incluso en la
frecuencia de las reuniones, que de una y hasta
dos sesiones sem anales pasó a una quincenal o
m ensual; y de los dos años extras de vida que
le había dado el Congreso no alcanzó a disfru­
tar siquiera de uno, pues aunque el Gobierno
decretó form alm ente su extinción el 29 de di­
ciembre de 1960, en el último sem estre solo
había sesionado tres o cuatro veces. Lo que
había sido presentado como prórroga de sus
actividades se convirtió finalm ente en una pro­
longación de su agonía.
Solo en retrospectiva podía entenderse lo que
había pasado. En efecto, al término de la pri­
m era etapa, el Tolima, que había sido compro-
badam ente el departam ento m ayormente aten­
dido por la Rehabilitación se encontraba nue­
vam ente en llamas, a tal punto que una de las
últimas sesiones de esta fase (la del 11 de ene­
ro de 1960), que por lo dem ás fue de carácter
extraordinario, le fue dedicada enteram ente al
tem a del orden público en el Tolima (41). En

la Federación de C afeteros, el g eren te de la Empresa de


41. A ctas.... Acta No. 65, sesión del día 11 de enero de 1960. A Telecomunicaciones y un técnico de la Misión Inglesa de
esta sesión extraordinaria fueron invitados el subgerente de Comunicaciones, de apellido Faulkner.

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