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22 A N A L IS IS PO LITICO No. 4 - MAYO A A GOSTO DE 1988
coordinador, en calidad de Consejero Presiden varios’’. Por allí pasaba la solicitud de una viu
cial, fue nombrado el prestigioso ingeniero da o un huérfano, víctimas de la Violencia; des
José Gómez Pinzón (1). Se trataba, pues, de un filaban miles de indigentes en busca de la co
Comité en el que participaba por lo menos la mida o la ropa donada por Charitas y distribui
mitad del gabinete m inisterial, es decir, era da por la CARE; se tram itaba la petición de un
una especie de Consejo de M inistros para equipo de trasm isiones para la policía de algu
asuntos de Violencia. En el Decreto de su crea no de los departam entos; se trataban tem as
ción, el 1718 de septiem bre 3 de 1958, se le fi como la niñez abandonada, los despojos de tie
jaba como tarea “ la preparación y ejecución rras y los desplazados a causa de la Violencia;
del plan de rehabilitación de las zonas afecta se discutía la conveniencia de hacer préstam os
das por la violencia” y la coordinación de las de Rehabilitación a gente no cam pesina; o se
diversas dependencias adm inistrativas tanto escuchaba de parte del ministro de G uerra la
nacionales como regionales que apuntaran a la agraviosa oferta de ‘‘m uebles y enseres inser
realización de los propósitos del Gobierno. vibles que podrían destinarse para protección y
socorro de los pobres que diariam ente acuden
En el presente ensayo se aborda el estudio de a las oficinas de Rehabilitación en busca de
la significación, el alcance y las proyecciones auxilios” (3). Un mosaico de tem as como este
de dicha Comisión M inisterial, recurriendo que acabamos de enunciar podía ser objeto in
para ello, por prim era vez, al exam en de la to cluso de una misma sesión.
talidad de las Actas que registraron su corta
vida, de septiem bre de 1958 a diciembre de Pero no obstante esta inocultable dispersión,
1960. era posible identificar algunos ejes de la activi
dad cotidiana que iban perfilando lo que po
Treinta años después el país enfrenta proble
dríamos llamar las ‘‘líneas de trabajo” de la
mas similares a los que aquí se discuten. Por
Comisión, que a su vez eran las que captaban
ello, hoy más que nunca, Colombia necesita
los escasos recursos financieros disponibles.
repensar su historia reciente.
En las páginas que siguen tratarem os de re
2. DILEMAS Y CRITERIOS DE ACCION construir los debates que contribuyeron a for
ja r los criterios orientadores de la acción gu
Desde los prim eros m eses, tanto la sede cen bernam ental.
tral de Rehabilitación como las cinco Comisio
nes Seccionales posteriorm ente creadas para
cada uno de los departam entos en estado de a) ¿Pacificación o rehabilitación?
sitio (2), se ocupaban de una diversidad tal de
tem as que más parecían oficinas de ‘‘asuntos A prim era vista, pacificación y rehabilitación
eran dos componentes inseparables de la polí
tica gubernam ental. Como tales se m antuvie
1. El coordinador de la Comisión, José Gómez Pinzón, era un
ron en precario equilibrio durante los primeros
ingeniero civil de la Universidad Nacional, oriundo del Soco m eses de actividad de la Comisión. Pero aun
rro, Santander. H abía ocupado, en tre otras, las siguientes que teóricam ente se aceptara que debía haber
posiciones: decano de la Facultad de Ingeniería de la m en
cionada U niversidad, en 1938; m inistro de O bras Públicas, una acción coordinada y com plem entaria de los
en 1941-42, bajo la Administración Santos; rector de la Uni dos aspectos en cuestión, el asunto se plantea
versidad Nacional, en 1957, y em bajador en Alemania F ede ba m uchas veces como una velada pugna entre
ral, cargo que desem peñaba cuando asum ió la coordinación
de la Comisión. Fue, adem ás, m iem bro fundador y presid en
el inm ediatismo de los políticos y la planifica
te de una de las m ás im portantes firm as constructoras del ción de largo plazo de los técnicos. Puesto que
país, “ C uéllar Serrano Gómez y C ía.” . Fue asim ism o p resi los recursos no eran suficientes para atender
dente honorario de la Cám ara Colombiana de la C onstruc
ción, y al m om ento de su m uerte (abril de 1988) o stentaba el
sim ultáneam ente los dos frentes, la controver
titulo de Gran M aestro y Grado 33 de la M asonería colom bia sia tendía a expresarse de m anera casi inevita
na del rito escocés. ble en términos de dolorosos dilemas. Y cuan-
2. E stas Comisiones Seccionales de Rehabilitación, asignadas a
los departam entos de Caldas, Cauca, Huila, Tolima y Valle
del Cauca, estaban integradas cada una por un abogado, un
oficial de las Fuerzas M ilitares y un perito de la Caja de C ré 3. Actas de ia Comisión Especial de Rehabilitación. Acta No.
dito Agrario. 27, sesión del día 11 de m arzo de 1959.
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do de éstos se trataba, los alineam ientos pare asistentes salieron entusiasm ados y el confe
cían ser claros, aun en el seno de la Comisión. rencista halagado con una oferta de contrata
En febrero de 1959, por ejemplo, el ministro de ción por seis m eses como asesor del gobierno
Gobierno, por la naturaleza de su cargo mucho colombiano en los planes de rehabilitación. En
mas sensible a la dimensión de orden público ¡as actas no quedó registrado si efectivamente
que, digamos, a la desocupación de los dam ni la contratación mencionada se llevó a cabo,
ficados, reclamaba una redefinición de priori pero el hecho constituía en todo caso un triunfo
dades y del program a mismo de Rehabilita más que indirecto del coordinador de la Comi
ción. sión frente al ministro de Gobierno que coinci-
dencialm ente había considerado como uno de
En esta reorientación, invocada vehem ente los tantos asuntos aplazables, el de la integra
m ente por el M inistro, incidían, claro está, ción de los 21 equipos polivalentes diseñados
conflictos rurales aún no superados, como los por el M inisterio de Salud Pública.
que se seguían presentando en el Cauca; pero
lo que m ás le inquietaba era el brote de distu r Esta resultó ser, sin embargo, una ventaja
bios urbanos en diversas regiones del país transitoria ya que a partir de abril de 1959, y
(Cartagena, Sevilla, Villavicencio y una am ena coincidiendo con el período de la cosecha cafe
za de paro cívico en Pereira) y los que se pudie tera, los problemas propiam ente políticos, el
ran estar incubando en ciudades que, como orden público y el recrudecimiento de la Vio
Bogotá, exhibían un crecimiento desordenado, lencia, pasaron al prim er plano y tem as como
con un flujo migratorio cuyo ritmo sobrepasaba el de las negociaciones y el de la represión vol
la capacidad represiva del escaso pie de fuerza vieron a dom inar sobre los de obras públicas,
pública disponible. Ante estas circunstancias, asistencia social e inversiones.
argum entaba el M inistro, era inaceptable dis
traer los exiguos recursos estatales en tareas La reactivación de bandas rivales en Quebrada-
que no fueran de máxima urgencia, como las negra y Bellavista, en el Quindío, y en general
inversiones en obras públicas, con menoscabo en el Viejo Caldas, fue creando una nueva at
de las directam ente asociadas al robusteci mósfera de tensión que le permitió al ministro
miento de todo el andamiaje represivo. Había de Educación, Abel Naranjo Villegas, afirm ar
que sacrificar, en otras palabras, los gastos que “ el Estado colombiano si bien era cierto
sociales y de inversión del Estado, en aras de que operaba en la ciudad, había fracasado en el
resultados inmediatos en el campo del orden campo y era necesario responder a una situa
público que no daba tregua. De esta aprecia ción anormal con un procedimiento de em er
ción discrepaba, en forma más o menos encu gencia’’ (4). Se argüía tam bién que ante el in
bierta, el coordinador de la Comisión quien cumplimiento por parte de “ Venganza” de
parecía entender bien que la suspensión de compromisos adquiridos con una Comisión de
ciertas obras era en muchas ocasiones el ger Paz, promovida por la diócesis de Pereira, ha
men del descontento que precisam ente preten bía llegado la hora de em prender una verdade
día combatir el M inistro. ra operación de “ limpieza” en la región de
Quinchía, y se rum oraba que el hombre para
Sorpresivam ente, empero, el coordinador José llevarla a cabo iba a ser el entonces Mayor del
Gómez Pinzón tuvo un respaldo de indiscutible ejército Alvaro Valencia Tovar.
autoridad, el del experto filipino Gregorio Ka-
plan, quien se había desem peñado como ase Estos vaivenes en la determinación de priori
sor de los planes de rehabilitación de su go dades dem ostraban, en realidad, la ausencia
bierno, frente a una situación com parable a 1a de un diagnóstico claro y por lo tanto de una
colombiana. Gómez Pinzón lo invitó a una verdadera política de Rehabilitación. Daba la
mesa redonda con los ministros de la Comisión sensación de que la Comisión descubría su ob
y en ella Kaplan relató su experiencia con un jeto sobre la marcha misma de los aconteci
equipo polivalente en la población cundinam ar- mientos. Quedaba, igualmente, la impresión
quesa de Carmen de C am pa, y lo hizo en té r
minos tan positivos que concluyó proponiéndo
lo como modelo para otras regiones del pais, 4. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación. Acta No.
Previo entrenam iento de funcionarios. Los 32, sesión del día 22 de abril de 1959.
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de que en el ejercicio de sus funciones el orga tuaciones o condiciones de violencia, recom en
nismo asesor del gobierno tocaba o removía daba frente a esta últim a la adopción de m edi
todos los problem as pertinentes en relación das de carácter “ técnico” y en particular la
con la Violencia. Pero, en últim as, dejaba tam aplicación sistem ática de un decreto de extra
bién el sabor am argo de que nunca los resolvía ñam iento, esto es, de desarraigo de los delin
cabalmente. cuentes de su am biente criminal, trasladándo
los a otros sitios del país. Según él esta práctica
El planteam iento más aproximado a un diag ya había probado su eficacia en algunos depar
nóstico de carácter general fue, quizás, el que tam entos, pero a decir verdad, los jueces de
comenzó a ser controvertido en el seno de la Instrucción Criminal del Quindío, región donde
Comisión a fines de abril de 1959 (5) a raíz de la la violencia se m ostraba más persistente, ha
distinción que hizo el Coordinador de tre s tipos bían dictado 58 providencias de extrañam iento
de violencia y de las estrategias apropiadas y solo muy pocas se habían cumplido. El minis
para combatirlas. La prim era modalidad que tro de Educación, Abel Naranjo Villegas, ha
examinó fue la de la delincuencia común, que bría de llamar la atención de sus colegas sobre
parecía no inquietarle dem asiado, “ puesto que el hecho de que la violencia como “ negocio lu
siem pre ha existido en el p aís” , aunque aceptó crativo” tenía a m enudo sus beneficiarios en
que sus dimensiones actuales podían tener las ciudades, y se tornaba aún más difícil com
alguna relación con la dinámica de las dem ás batirla por lo cuantioso de los recursos que al
formas: “ N aturalm ente —dijo— presenta rededor de ella se movían.
caracteres m ás graves en aquellos lugares don
de la tranquilidad ha sido turbada por largo Con base en todo lo anterior, podría avanzarse
tiem po” . Para contrarrestarla proponía, entre entonces una prim era conclusión: la im portan
otras, las siguientes medidas: aum ento y tecni- cia de la Comisión y del plan de Rehabilitación
ficación de la policía, control al alcoholismo, radicaba no tanto en los resultados que podía
fortalecimiento de la justicia y agilización de m ostrar sino en el cúmulo de problem as que
sus procedimientos. En segundo lugar, se refi contribuía a revelar.
rió a la que llamó delincuencia política propia
m ente dicha, de carácter subversivo, que en
algunas ocasiones podía reducirse con base en
b) Las soluciones, ¿un problema?
métodos persuasivos, y que en otras había que
doblegar, apelando a “ todo el poder estatal” .
La segunda contradicción inherente al Plan y
Por último, aludió a la delincuencia de tipo eco
nómico, que a su juicio se había convertido en que quedó nítidam ente constatada desde las
un verdadero gangsterism o. Esta últim a que él prim eras sesiones de la Comisión fue la si
calificaba, adem ás, de “ organizada” , irrumpía guiente: había urgencia de responder a las
expectativas de los damnificados y de recupe
periódicam ente en algunas zonas, sobre todo
rar su confianza en la acción oficial, confianza
en el Quindío. Era una modalidad atribuible,
que se encontraba notoriam ente disminuida
en parte, a los desplazados “ que encontrándo
debido a las continuas encuestas a que eran
se en una situación muy precaria, hacían incur
sometidos sin que se tradujeran en soluciones
siones nocturnas a las plantaciones, para poder
tangibles a sus necesidades; pero, por otra par
subsistir’’; pero de modo más general este tipo
te, era tam bién manifiesto el tem or de que al
de violencia era el fruto de “ la connivencia en
actuar con una mínima eficacia, la Rehabilita
tre delincuentes y mayordomos de las fincas
ción despertara ilusiones que el Estado no te
para apoderarse de las cosechas” (6). Sorpren
nía capacidad de satisfacer, especialm ente con
dentem ente para un analista de nuestros días,
relación a los litigios de tierras. Este punto fue
pero quizás de conformidad con su concepción
que parecía tener como punto de partida la abiertam ente planteado por el ministro de
existencia de individuos violentos, y no de si- Obras Públicas, Virgilio Barco, cuando anotó
que “ las medidas sobre ocupación de tierras
en las zonas afectadas deberían adoptarse en
forma muy prudente, pues de otra m anera se
5. Ibid.
6. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación, Acta No. corría el riesgo de revivir una situación que en
31, sesión del día 14 de abril de 1959. alguna parte ya se encuentra prácticam ente
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estabilizada si no solucionada, como el caso de en los térm inos originales, al culminar los res
muchos desplazados de Norte de Santander pectivos frentes de trabajo. ¿Porque qué nue
que se hallan establecidos en Venezuela o en la vas posibilidades de trabajo podían ofrecérse
zona bananera pero que ante una m edida ofi les a los 6.700 hombres que en mayo de 1959 se
cial tendiente a restituirlos de inm ediato en sus encontraban vinculados a las obras de Rehabi
posesiones primitivas podrían regresar en litación en 110 frentes? Las esperanzas estaban
masa provocando un problema social” (7). Es fincadas todavía en las parcelaciones, como
decir que, según Barco, disposiciones teórica alternativa viable. Pero, como sé dem ostrará
m ente encam inadas a solucionar problem as, más adelante, el pesado ritmo de éstas no haría
podían contribuir de hecho a agravarlos. Simi sino acrecentar las frustraciones.
lar argum ento esgrimió más tarde el goberna
dor del Tolima, Darío Echandía, con respecto a Lo que se hacía evidente en estos casos era que
los “ exiliados” de Villarrica. las dim ensiones de los problem as que había
que atender desbordaban la capacidad adm i
El asunto se tornó polémico con motivo de dos nistrativa, financiera y política de la entidad
propuestas muy concretas del m inistro de Go creada con la pretensión de resolverlos.
bierno, Guillermo Amaya Ramírez. La prim era
se refería a la necesidad de crear un Fondo
Especial de la Comisión, con el fin de indem ni c) ¿Rehabilitación sin amnistía?
zar a los desposeídos durante la Violencia, ya
que según su criterio era una obligación del El tercer problem a mayor que se descubría en
Gobierno asistir a los propietarios cuyos dere la m archa de los acontecimientos era el de la
chos el propio Gobierno no había defendido necesidad urgente de vincular la Rehabilita
oportunam ente. La segunda iniciativa, comple ción a una ley de am nistía.
m entaría de la anterior, apuntaba a la confor
mación de un cuerpo de personeros de los des E ntre los factores que presionaban la expedi
poseídos o necesitados en zonas de violencia, ción de una nueva ley de am nistía hay que re
con funciones asim ilables a las de “ abogados cordar los siguientes: una clara intención de
de pobres” . El m inistro de Hacienda, H ernan darle legitimidad a la rebelión contra la “ dic
do Agudelo Villa, replicó que “ consideraba tadura' ’; una voluntad restringida de incorpo
peligrosa la creación de ese Fondo porque te ración de los que aún se encontraban alzados
mía que al tom ar el Estado esa posición surgie en arm as a la vida civil; y, por último, una con
ra una enorme cantidad de litigios que provo sideración em inentem ente pragm ática que
caran erogaciones de gran cuantía a las que no ocupó la atención de la Comisión en forma re
se podía hacer frente por falta de fondos” (8). currente: los presos ya no cabían en las cárce
les, era preciso descongestionarlas y operar
En este mismo orden de ideas, la ocupación con criterios más selectivos.
transitoria que se le podía brindar a los dam ni
ficados o a antiguos guerrilleros en las obras Ahora bien, puesto que el prim er Decreto-Ley
públicas, revivía el problema del desem pleo, de am nistía bajo el Frente Nacional solo vino a
ser expedido a fines de noviembre de 1958,
¿cómo hacer entre tanto con la vinculación de
7. Actas .... Acta No. 4, sesión del día 18 de septiembre de exguerrilleros a la recolección de cosechas (ne
1959. (El subrayado es mío: G. S.). cesidad aprem iante de los propietarios) y a los
8. Idem. Era tan enorm e la penuria del Estado en esta fase de program as de obras públicas, que eran en gran
posviolencia, que frecuentem ente se veía em pujado a d epen
der de apoyos privados. Un ejemplo: ante los requerim ientos medida la razón de ser de la Rehabilitación?
del Tolima y otras zonas de que se aum entara la policía m on Este asunto, que en otras circunstancias hubie
tada, el presidente y el ministro de G uerra hicieron la afren ra podido dar pie a debates entorpecedores de
tosa confesión de que no había dinero p ara com prar los cab a
llos , por lo cual hubo de solicitarse a los propietarios de p re
las tareas de la Comisión y del Gobierno, salió
dios rurales que los sum in istraran . Estos apoyos particulares a flote en un momento en el cual la euforia del
acarreaban, por supuesto, una privatización de las funciones espíritu frente nacionalista estaba en su apogeo
del Estado. Para ponerlo en térm inos extrem os: ¡en algunas
y por lo tanto en todos los sectores, incluidos
com arcas rurales el Estado quedaba al servicio y bajo la d e
pendencia de los dueños de caballos! <Véase Acta No 8, se los altos mandos militares, había una amplia
sión del día 3 de octubre de 1958)._ colaboración política. Frente al caso concreto
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que nos ocupa, por ejemplo, antes de que en integrada, como se recordará, por Otto M ora
erara en vigor la nueva legislación sobre am nis les Berútez, Augusto Ramírez Moreno, el en
tía, ya se había discutido y aceptado la necesi tonces presbítero Germ án Guzmán Campos y
dad de estudiar una medida legal, transitoria y los brigadieres generales H ernando Mora
excepcional, para proveer de un documento Angueira y Ernesto Caicedo L. En algunos
especial, con fines exclusivos de trabajo, a des asuntos de fondo era incluso obligatorio para la
plazados por la violencia y a guerrilleros que prim era el concepto favorable de la segunda.
carecían de los documentos de identificación Fue justam ente en desarrollo de estas normas
exigidos por las leyes vigentes. Algo similar que en la prim era sesión conjunta de las dos
habría de ocurrir más adelante cuando en ple comisiones, celebrada el 17 de octubre de
na cosecha, los hacendados cafeteros del Valle 1958, con la presencia tam bién del gobernador
del Cauca se quejaron de la dificultad de dar del Tolima, Darío Echandía, se decidió darle
cumplimiento a la ley la . de 1945, en cuanto a prioridad a los planes de pacificación y rehabi
la obligación de exigir libreta militar a sus jo r litación de la región del Sumapaz.
naleros. La medida, que obviamente cumplía la
función de facilitar el reclutam iento de cam pe Sin em bargo, esta conveniente distribución de
sinos para el servicio militar, era sacrificada, funciones entre los dos organismos asesores
con un criterio pragmático, en aras de la nece — la Comisión Especial de Rehabilitación y la
sidad de brazos para la recolección del grano, Comisión Investigadora, llamada tam bién
incluso con la venia del propio ministro de G ue Comisión de Paz— sufrió un rudo golpe a co
rra, Brigadier General Alfonso Saiz Montoya, mienzos de 1959 cuando se decidió ponerle tér
quien adm itiría que, m ientras durara la cose mino a la Comisión de Paz, con tres argum en
cha, se tuviera “ una conducta de am pli tos de variable seriedad: el prim ero, que ya
tu d ” (9). había cumplido su cometido; el segundo, que
había dejado de ser necesaria, y el tercero, que
Por otra parte, la forzosa relación entre am nis se advertía una “ ostensible fatiga de los miem
tía y rehabilitación dem andaba de la Conseje bros que la integraban” (11). Aunque se acor
ría erogaciones no previstas inicialmente. De dó que en el mismo decreto de disolución se
bía, por ejemplo, correr con los gastos de fun designara por un período adicional a Germán
cionamiento de los Tribunales de Gracia, crea Guzmán como Coordinador de Paz para que
dos en desarrollo de la ley de am nistía (10); continuara en la meritoria labor de propiciar la
debía tam bién pagar las gratificaciones o re reconciliación, en adelante la Comisión de
compensas que por decreto se habían ofrecido Rehabilitación debió entenderse ella misma
a quienes facilitaran la captura de “ bandole directam ente de los asuntos que gravitaban en
ros” y cuyo monto era fijado por las respecti torno a la am nistía, lo cual como hubo de verse
vas gobernaciones. pocos m eses después, la hizo profundam ente
vulnerable frente a sus críticos. Al privarse de
A esa relación entre am nistía y rehabilitación este instrum ento de negociación política, la
obedece igualm ente el nom bram iento de un Rehabilitación quedó, en efecto, atada a una
funcionario de enlace con el cargo de Subsecre rígida perspectiva institucional y legal que lle
tario de la Comisión para que estuviera pen vó inexorablem ente a una burocratización del
diente de los asuntos de orden público y de plan. Las Cam pañas Misionales de la Iglesia en
pacificación. Pero tratándose de estos tem as, el Tolima, en Caldas, con el apoyo del Gobier
lo más im portante fue el estrecho contacto que no, no rem ediaban la ausencia de la extinta
se estableció entre la Comisión M inisterial de Comisión de Paz.
Rehabilitación y la llamada Comisión Nacional
Investigadora de las Causas de la Violencia,
d) ¿Rehabilitación para las zonas estabilizadas
o para las actualmente en conflicto?
9. A ctas.... Acta No. 33, sesión del día 28 de abril de 1959.
10 Para un detallado exam en de estos Tribunales y de los te El cuarto aspecto problemático era el de la
m as conexos puede consultarse el libro del ju rista Eduardo cobertura de los planes de rehabilitación y pa-
Umaña Luna, La Violencia y la Paz, Tercer M undo, Bogotá,
1982, p. 72. Puede tam bién consultarse con provecho el tex
to de Alfredo Molano, Amnistía y Violencia, CINEP, Bogo 11. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación. Acta No.
tá, 1980. 21. sesión del día 21 de enero de 1959.
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Las respuestas a todo este conjunto de proble situaciones propiam ente legales en que se en
mas no eran forzosam ente disyuntivas. Sin contraban los guerrilleros” (12).
em bargo, en la práctica tendían a asum ir la for
ma del dilema: ¿a qué darle prioridad, a los En este contexto, y por contraste, el Tolima fue
efectos de los diez años anteriores de violencia, indudablem ente el departam ento que mostró
o a sus manifestaciones actuales? mayor coherencia y articulación con los planes
nacionales de la Comisión y fue tam bién la pri
m era región directam ente atendida. Varias
razones obraban en su favor. Era el departa
e) Los poderes regionales, ¿agentes u obstácu
mento más duram ente azotado por todas las
los del Gobierno Central?
formas de depredación que habían campeado
en los diez años precedentes: solo en el trián
A los tropiezos de la Rehabilitación hasta aho gulo Ataco, C haparral y Rioblanco habían sido
ra reseñados, es preciso agregar ahora los deri destruidas 10.000 casas, y el estim ativo global
vados de la reproducción, a nivel regional, del para el departam ento era de 35.000. Las secue
conflicto entre técnicos y políticos que se daba las más visibles en localidades como H errera,
en el seno de la Comisión. En efecto, m ientras Rioblanco, Planadas y Gaitania eran los gene
los gobernadores pretendían adm inistrar los ralizados problem as de tierras y el desem pleo
fondos de rehabilitación en función de las exi crónico. Era, adem ás, el Tolima, un punto es
gencias del orden público y del reparto de cuo tratégico en el combate contra la Violencia
tas entre las fracciones de los partidos, los di pues ésta irradiaba desde allí a regiones limí
rectores seccionales de Rehabilitación busca trofes como el Quindío, el Sumapaz cundina-
ban responder de la m anera más eficiente a su m arqués, el Valle y el Huila. Finalm ente, tenía
misión predom inantem ente técnica, esto es, el mejor interm ediario posible ante el Gobierno
velar por la ejecución de las obras y el cumpli Central, pues su gobernador era el expresiden
miento de los compromisos con las comunida te Darío Echandía, una figura por encima de
des locales. todas las querellas parroquiales. En este tram o
de la historia nacional, Echandía fue, quizás, la
Este tipo de desencuentro fue motivo de fric figura más lúcida del bipartidism o en el análi
ciones perm anentes tanto en el Viejo Caldas sis de las dimensiones sociales de la Violencia.
como en el Huila. Por ejemplo, la propuesta de La expedición de un decreto que regulara la
la Seccional de Rehabilitación de Caldas en el situación de los bienes inmuebles; la constitu
sentido de trasladar la población de M arm ato a ción de “ bolsas de propiedad raíz” que facili
la zona plana, fue interpretada como una estra taran las transacciones en zonas de violencia, y
tegia político-partidista y por lo tanto se la hizo la adopción de m edidas concretas para el con
impracticable. Fue tam bién por sectarism o po trol de la comercialización del café en períodos
lítico, escudado en un pretendido respeto a la de cosecha, con el fin de contrarrestar la acción
ley, que el gobernador del mismo departam en de los aprovechadores, fueron todas iniciativas
to torpedeó compromisos adquiridos por el in perm anentem ente planteadas a la Comisión
terventor de Rehabilitación, Julio Fajardo. E s por Darío Echandía. Los argum entos de Echan-
te funcionario había prometido darle trabajo en día estaban a la vista. Cuando a solicitud suya,
obras de rehabilitación a algunos guerrilleros el Coordinador se desplazó a Rioblanco, este
de Quinchía, liderados por el legendario “ Ca último encontró que la región “ había sido de
pitán Venganza” , y con los cuales se había en vastada y había desaparecido toda riqueza
trevistado para buscar su incorporación a la agrícola y pecuaria” ; constató, adem ás, no se
vida civil. El gobernador alegó que tal solución sabe si con aire de tolerancia o de asombro,
no tenía fundam ento jurídico por cuanto aún no que las funciones de la policía eran desem pe
se había dictado el Decreto 328 sobre suspen ñadas en la localidad por la organización de
sión de penas. El coordinador de la Comisión, control y vigilancia que autónom am ente habían
Gómez Pinzón, sacó a relucir nuevam ente su establecido antiguos jefes guerrilleros (13).
sentido práctico y argüyó que “ en estricto de
recho el señor Gobernador tenía toda la razón,
12. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación, Acta No.
pero que para conseguirse la pacificación se 19, sesión del dia 24 de diciem bre de 1958
requería una apreciación más elástica de las 13. A ctas.. .. Acta No. 29, sesión del día lo. de abril de 1959.
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Puente: Acta No. 2, septiembre 11/58 14. A ctas..., Acta No. 8, sesión del día 3 dé octubre de 1958.
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El gran anim ador de estas invasiones en Cali Quedaba un m argen de $3.000.000 para aten
era el líder popular Alfonso B arberena, quien der solicitudes de poblaciones que no habían
junto con G erardo Molina, Diego M ontaña, alcanzado a ser incluidas en el plan, como Zar
Juan de la Cruz Varela y otros, había fundado zal y Pamplona, o para casos en donde el con
el movimiento Unión Popular Nacional. B arbe flicto se adivinaba y se requería por tanto un
rena, al frente del Comité Pro-vivienda de Cali, apoyo urgente, como expresam ente se dijo de
había puesto en boga la táctica de invadir los Ibagué.
terrenos y hacer ofertas de compra a precios
considerablem ente inferiores a los comerciales Sin em bargo, en este último caso, por lo me
con el fin de atem orizar a los dueños y obligar nos, las tensiones parecían avanzar de m anera
los a vender (15). incontenible, a tal punto que a comienzos del
Desde la perspectiva de la Oficina de Rehabili año siguiente, marzo de 1960, el desem pleo y
tación, la situación de Cali no era aislada; hacía la falta de vivienda hacían tem er que los con
parte de una problemática más general. En flictos estuvieran adquiriendo características
efecto, la resistencia de los grandes propieta similares en dimensión y beligerancia, a las
rios urbanos a la parcelación de tierras para que ya se habían expresado en Cali. Como co
vivienda, ponía frecuentem ente a los destecha rroboración de esos tem ores anunciados, se
dos ante el dilema de em igrar o invadir tierras, produjo la invasión de terrenos del municipio
y muchos estaban optando por lo segundo. de Ibagué por parte de un número aproximado
de 200 familias. A unque según las autoridades
El más claro índice de que el descontento po había circunstancias que facilitaban una rápida
pular en las áreas urbanas tendía a agravarse y solución, tales como el hecho de que los ocu
extenderse fue quizás el monto y la distribu pantes hubieran transportado muy pocos m ate
ción regional del presupuesto que para el plan riales de construcción, el manejo del caso im
de vivienda presentó el Inscredial, a mediados plicó un viraje en el tratam iento de las luchas
de 1959, a consideración de la Comisión. El urbanas por la vivienda. En lugar de esperar a
total de aportes gubernam entales para el plan que irrum pieran para ocuparse de ellas, la Ofi
se elevó a la sum a, com parativam ente alta, de cina decidió anticiparse combinando dos líneas
$19.200.000.oo, que se distribuyeron como de acción: por un lado, el diseño de un plan de
sigue: construcción de 1.000 viviendas en la ciudad y,
por el otro, la protección arm ada de terrenos
CUADRO No. 3 que se consideraran en peligro de ser invadi
dos. Lo cual quería decir, en otras palabras,
PLAN DE VIVIENDA
que en adelante el problema social urbano, en
Presupuesto ordinario del Instituto con destino particular el de la vivienda, sería tratado cada
a sus planes de erradicación de tugurios: $ 6.500.000 vez más desde la perspectiva del orden públi
Para el barrio “ Aguablanca” (Cali) 2.700.000 co, una m anera, la más usual, de reconocer la
incapacidad para ofrecer soluciones estructura
Para el barrio “La Floresta” (Cali) 4.500.000
les.
Para el barrio “La Atalaya” (Cúcuta) 1.300.000
Para el barrio “ Pandiguando” (Popayán) 300.000
b) La reactivación de las
Para Buenaventura 150.000 invasiones campesinas
Para Armenia, Bucaramanga, Barranquilla,
Cartagena, Neiva 500.000 Paralelam ente a los conflictos urbanos, estalla
Para La Dorada, Girardot, Flandes, ron los conflictos agrarios en la región del Te-
Montería y Sucre (Eiolívar) 250.000 quendam a en muchas de las haciendas que
TOTAL $16.200.000
habían servido de escenario a las agitaciones
cam pesinas de las décadas del 20 y el 30. Des
Fuente: Acta No. 44, julio 17/59 de entonces los cam pesinos habían m ultipli
cado sus formas de asedio a las grandes ha
ciendas cafeteras de la región, habían sacudido
15. Semana, Bogotá, marzo 24 de 1959. su estabilidad y hasta habían provocado la par-
R E H A B IL IT A C IO N Y V IO LEN C IA . G. SA N C H EZ 31
celación de muchas de ellas. Sin em bargo, re La reactivación de las luchas cam pesinas, cuyo
sulta exagerado catalogar dicho proceso como furor se estaba tratando de am ortiguar con una
fase de “ disolución de la hacienda’’. Tales par combinada política de parcelaciones y coloniza
celaciones, en efecto, no habían afectado el ción, se veía potenciada ahora con el impacto
corazón mismo del área productiva de la ha social que la conmoción política de los últimos
cienda sino que habían establecido una nueva diez años había producido en las estructuras de
modalidad de subordinación cam pesina, crean propiedad y en los sistem as de tenencia de tie
do una m asa de pequeños propietarios en las rras en otras regiones.
zonas m arginales. Este fue, en buena medida,
el resultado del cambio de táctica de las organi En la prim era invasión de tierras que se discu
zaciones cam pesinas después de la expedición tió en el seno de la Comisión de Rehabilitación
de la Ley 200 de 1936. Los campesinos, tratan — la ocupación de 1.435 fanegadas de la ha
do de ajustarse a la nueva legislación dism inu cienda “ Florencia” , de Aristides Salgado— se
yeron la presión sobre las zonas “ adecuada subrayó justam ente que los 800 invasores pro
mente explotadas’’ e invadieron la periferia, cedían de los departam entos del Huila y el To-
las zonas de “ bosque” , que asimilaron a “ bal lima. En la misma sesión, a la cual asistieron el
díos” . El fenómeno adquirió tal m agnitud que gobernador de Cundinamarca, Jorge Enrique
dio origen a una artificiosa legislación sobre Gutiérrez Anzola y su secretario de Gobierno,
zonas forestales de la cual echaron mano los Diego Uribe Vargas, se destacó, adem ás, que
terratenientes de haciendas como “ Calandai- la confluencia de hechos similares en toda la
m a” , “ B uenavista” , “ Jav a ” y “ Florencia” región de Viotá, dentro de cuya jurisdicción
para contrarrestar con m ultas y encarcelam ien estaba ubicada la hacienda “ Florencia” , am e
to la acción de los labriegos. Por obra de la ley, nazaba convertir el fenómeno “ en un movi
las tierras improductivas podían ser reclam a miento social con repercusiones a escala nacio
das por los hacendados como de “ reserva fo nal” (17) que había que afrontar salvaguardan
restal” , al igual que las invasiones eran penali do el principio de autoridad y el respeto a la
zadas como “ tala de bosques” . Em pero, los propiedad privada.
hacendados que inicialmente opusieron una
tenaz resistencia a las parcelaciones, las acep Tres hechos de efectos globales quedaron en
taron pero en sus propios términos: “ La mayo claro a raíz del debate en torno al caso de la
ría de terrenos parcelados fueron los de zonas hacienda “ Florencia” : el primero, la necesi
de bosques que habían sido invadidos por los dad de incluir la región de Viotá como zona de
cam pesinos” (16). Rehabilitación; el segundo, las divergencias
acerca del procedimiento más adecuado a se
En este contexto, la Violencia aparece como un guir, pues en tanto que el gobernador era ex
largo paréntesis durante el cual el problem a presam ente partidario de apelar a la interven
agrario había sido sim plem ente desplazado, o ción militar, la Comisión Especial se inclinaba
sus expresiones organizativas suprim idas. No por una solución negociada, utilizando los bue
obstante, se puede afirm ar tam bién que las nos oficios de la Comisión de Paz; y, el tercero,
grandes haciendas del Tequendam a que ha la necesidad de elaborar una política y una le
bían superado transitoriam ente su crisis de los gislación agraria que hiciera jurídicam ente via
años veintes y treintas con la parcelación de
bles alternativas como la de la compra y parce
sus peores tierras en áreas m arginales, sufrie
lación de otras propiedades, iniciativa esta últi
ron su demolición definitiva en los prim eros
ma de la cual el más persistente portavoz era el
años del Frente Nacional, por efecto directo o
ministro de Gobierno.
indirecto de la Violencia.
Ahora bien, puesto que los campesinos adopta
16. Véase sobre este punto la interesante contribución de
ron inicialmente una firme estrategia de no
Adriana de la Cruz Arévalo y Olga Lucía Fula, en su tesis de desocupar hasta tanto no tuvieran ofertas con
Licenciatura en H istoria, "Viotá 1936-1946 y el Juzgado de cretas de parcelas a las cuales pudieran trasla-
T ierras de F acatativ á", Universidad Nacional de Colombia,
Bogotá, 1984. Para una visión de conjunto sobre el proble
ma agrario en la zona el estudio m ás sólido es el de Marco
Palacios, El café en Colombia, El Ancora E ditores, Bogotá. 17. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación, Acta No.
1983. 16, sesión del día 19 de noviem bre de 1958.
32 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988
darse, la Comisión se vio forzada a recurrir al En esta misma dirección, otro proyecto creaba
camino largo y tortuoso de la negociación de los “ Fondos para la rehabilitación social y eco
ésta y otras haciendas en la misma región de nómica de las zonas cafeteras’’, con el produc
Viotá, m ientras se aceleraban los planes de to de las ventas internas de la retención cafete
colonización del Ariari, cuyas fértiles tierras, ra que hiciera la Federación (19).
se decía, podían acoger a unos 10.000 colonos.
En todo caso, la agitación agraria no daba es
Para el cumplimiento de tales program as de pera y la Comisión tenía que explorar todas las
parcelaciones y colonizaciones, que habían re posibilidades a su alcance. A propósito de la
cibido una apropiación presupuestal de 32 mi hacienda “ Santo Domingo’’, propiedad de
llones, el Ministerio de Gobierno celebró un M artín Gaitán, con una extensión de 1.500 fa
contrato con la Caja Agraria según el cual esta negadas y un valor estim ado en un millón de
última adelantaría las negociaciones de las ha pesos, cuya posibilidad de parcelación comen
ciendas, negociaciones que deberían ser some zó a exam inarse en el curso del mes de diciem
tidas a la aprobación de la Comisión Especial y bre de 1958, la Comisión advirtió los siguientes
de su Coordinador. El mecanismo acordado, tropiezos: era imposible expropiarla por falta
aparentem ente ágil, produjo un inmovilismo de la respectiva autorización legal, ya que la
cada vez más exasperante, dada la gravedad legislación vigente solo perm itía la expropia
de la situación, pues no se sabía a ciencia cier ción de baldíos y no de tierras cultivadas que
ta, argum entaría la Caja, si la iniciativa en las era lo que para el caso se necesitaba: adicional
negociaciones (identificación de predios, peri m ente. dado que carecía de títulos saneados,
tos avaluadores, fijación de precios) recaía en expropiarla y parcelarla suponía la entrega de
ella o en la Comisión. Había conceptos tan dis terrenos en litigio a los campesinos; y, por últi
pares que, por ejemplo, m ientras peritos de la mo, habiendo aceptado que solo quedaba el
Caja avaluaban un cafetal a razón de $1.200, trato directo con sus dueños, la Comisión tuvo
fanegada, los de la Federación de Cafeteros, que resignarse a constatar la “ insensibilidad
que resultaban más confiables y realistas para social’’ de los hacendados, la renuencia de és
la Comisión, lo avaluaban en $2.000. La Caja tos a facilitar los arreglos.
A graria exigía, adem ás, tal número de garan
tías a los futuros parceleros que hacían literal Se ensayó una solución supuestam ente más
m ente impracticables las parcelaciones. La fácil: la adquisición de la hacienda “ Jam aica” ,
Caja se movía con criterios de rentable inver de propiedad de las Fuerzas Armadas, ubicada
sión y no por consideraciones sociales y de en M elgar. Con tal operación se apuntaba,
urgencia, incluso cuando actuaba con dineros adem ás, a la satisfacción de otra necesidad, a
del Estado específicamente asignados para saber, la de obtener el dinero indispensable
esas transacciones y a pesar de que el presi para la construcción de instalaciones militares
dente de su Ju n ta Directiva era el ministro de en Ibagué para que pudiera devolvérsele su
Agricultura, miembro tam bién de la Comisión uso normal al hospital de la ciudad, convertido
Especial. desde tiempo atrás en guarnición. Comple
m entariam ente, la Caja A graria estaba adelan
Algunas de estas dificultades se habían plan tando la parcelación de la hacienda “ San Anto
teado desde cuando comenzó a circular en el nio” , en Viotá.
Congreso, en octubre de 1958, un proyecto de
ley que autorizaba no solo a la Caja de Ahorros Finalm ente, ante la lentitud con que se desa
de la Caja Agraria sino a todos los bancos del rrollaban los procesos anteriores, la Comisión
país para desarrollar program as de parcela se vio obligada a aceptar la fórmula que había
ción. Dichas parcelaciones, según el ministro dado por excluida desde el principio: la nego
de Agricultura, Augusto Espinosa Vaiderrama, ciación de los terrenos invadidos. En el caso de
se harían “ para radicar, en las mismas regio la hacienda “ Florencia” , ya mencionado, la
nes o en otras adecuadas, a los colonos y a los Comisión ofreció pagar las 1.435 fanegadas en
propietarios que desplazó la violencia" (18). litigio a razón de $250 cada una (el propietario
18. Anales del Congreso, octubre 24 de 1958, pp. 1.342 y ss. 19 Ibid.. p. 493.
R E H A B IL IT A C IO N Y V IO LEN C IA . G. SA N C H EZ 33
pedía $350) en operación que, dadas las cir cia” , para que se procediera a su compra por
cunstancias, se consideraba un buen negocio parte de la Caja A graria y a su posterior parce
para el propietario. Adicionalmente, se le pro lación.
metía comprarle otras 500 fanegadas, no inva
didas, a razón de $850, cada una. Recordemos Toda esta atm ósfera de transacciones dejaba la
que esta hacienda que figuraba en el Catastro sensación de que la región del Tequendam a, y
con 4.180 fanegadas en 1948 tenía ya invadidas en particular Viotá, estaba en venta. Los cam
2.720 en 1956. pesinos se hicieron incluso a la idea de que es
taban a punto de conquistar una victoria defini
El hecho fue que en el curso de los prim eros tiva sobre los hacendados y aceptaron desalo
m eses de 1959 las invasiones se extendieron en ja r algunos de los predios invadidos. Como
la propia región de Viotá a una hacienda de consecuencia de ello, durante algunos m eses
Carlos E. M edina, ubicada en la vereda “ El del prim er sem estre de 1959 se produjo una
Brasil’’, y al municipio de Tibacuy, con la ocu especie de tregua en las invasiones. Pero
pación de la hacienda “ San Jo sé ’’ de una fami transcurrieron los m eses y las soluciones no
lia Holguín que pedía la suma de $3.240.000 llegaban. Entrado el segundo sem estre del
por su propiedad. Pero tam bién se multiplica mismo año la Caja Agraria aún no había per
ron los procesos de negociación. G estiones en feccionado las transacciones y las consiguien
tal sentido se realizaban en Viotá con dos ha tes parcelaciones que se habían iniciado a fines
ciendas de la misma familia Holguín, “ Calan- de 1958; o, lo que era todavía peor, en casos
daim a’’ y “ Batavia L tda.’’, y con tres de las concretos, como los de las haciendas “ Los
cinco haciendas que las Fuerzas Arm adas po G uayabos” , “ La M aría” , “ M ontecarlo” y “ El
seían en Melgar: “ La R esaca", “ Las M erce Avila” , la Caja se negaba a adquirirlas con sus
d e s” y “ Jam aica” , que no estaban explotadas propios fondos, descapitalizando así la Oficina
económicamente y que no eran aptas para la de Rehabilitación. En el colmo del cinismo la
agricultura (excepto el cacao), pero sí para la Caja declaraba sin am bages que no podía in
ganadería (20). Su negociación se em prendió vertir sus fondos en propiedades ubicadas en
sobre la base de un precio de $250 por fanega zonas conflictivas que hacían difícil la recupe
da, en promedio. En contraste, dificultades en ración de los créditos otorgados. El asunto fue
el logro de un acuerdo sobre el precio retard a tratado en una prolongada sesión de la Comi
ban las negociaciones de la hacienda “ A tala” , sión, con asistencia del gerente de la Caja. El
de Francisco Sáenz Fetty. coordinador de la Comisión, Gómez Pinzón,
planteó abierta e indignadam ente la situación
En este mismo contexto, se consideraba favo
que fue registrada en el acta respectiva en los
rable la perspectiva de transacción de “ La Ara
siguientes términos:
b ia” , de propiedad de la sucesión de la señora
M aría Jaram illo de Jaram illo, ubicada en el “ El doctor Gómez Pinzón observó que real
municipio de Nilo, con una extensión de 750 m ente la Caja no había respondido a la mi
fanegadas y con un avalúo comercial de un mi sión que se le había confiado con la pronti
llón de pesos, aunque se estim aba como posi tud que el problem a requería, que no se
ble un arreglo por $750.000. Se calificaba tam habían legalizado hasta ahora las entregas
bién como aceptable la oferta de la hacienda de parcelas y se habían suspendido muchas
“ El Avila” , en el Huila, con 1.400 hectáreas, obras en los planes de rehabilitación en las
90 de las cuales cultivadas en café, por un valor regiones de Sumapaz y Viotá. Dijo, ade
de $285.000. Por último, en la hacienda “ San más, que existía una dificultad en las rela
Jo sé ” de Tibacuy, la Comisión tuvo que llegar ciones de Rehabilitación con la Caja ya que
a un acuerdo con los ocupantes, similar al que las Comisiones enviadas por esta Institu
se había alcanzado con la hacienda “ Floren- ción para estudiar las adquisiciones pro
puestas por la Comisión para parcelacio
nes, conceptuaban desfavorablem ente en la
20. Hacia el m es de julio de 1959 el gerente de la Caja Agraria, mayoría de los casos proponiendo que tales
Augusto Espinosa V alderram a estim aba en 3.000 el núm ero fincas fueran adquiridas con los fondos de
de solicitudes de adjudicación en la región de M elgar, pero
adm itía tam bién que las parcelas adjudicables no eran m ás Rehabilitación y no con los propios de la
de 162. Caja destinados también a este objeto, dan
34 A N A L IS IS PO LITICO No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988
do por resultado que al adquirir esas fincas 1959, en memorial enviado al Congreso, 2.700
con dineros de Rehabilitación se m erm arían campesinos reclamaban la desmilitarización de
en gran parte las apropiaciones destinadas la zona y el cumplimiento de las prom esas de
a la colonización, lo cual no deseaba en for parcelación de las haciendas Florencia, Atala,
ma alguna el señor Presidente de la Repú Buenavista, Costarrica, California y otras en
blica” (21). Viotá; La Trinidad y Misiones, en el municipio
de El Colegio; Calandayma, La Cajita, El Reti
Pero aun en el caso de parcelaciones ya conso ro, en Tibacuy (23).
lidadas se podian advertir fallas protuberantes.
En la de la hacienda ‘‘San Antonio” , conside Para entender esta capacidad de movilización
rada como piloto de las parcelaciones privadas conviene recordar que a mediados de la década
llevadas a cabo por la Caja, se ponían de relie del cuarenta solo en el municipio de Viotá ha
ve situaciones tan aberrantes como estas: el bía 10 organizaciones cam pesinas (sindicatos y
sistem a de puntaje establecido para seleccio ligas) reconocidas por el M inisterio de Trabajo,
nar a los adjudicatarios había sacado de com a saber: 1. Sindicato M anuel Murillo Toro, con
petencia a la mayor parte de campesinos de la un total de 220 afiliados: 180 hombres y 40
misma región; las altas cuotas iniciales impi m ujeres, en 1947; 2. Sindicato de Argelia;
dieron el acceso a la tierra de los campesinos 3. Sindicato de Costarrica; 4. Sindicato Antonio
pobres y favorecieron el de capitalistas medios Nariño; 5. Liga Cam pesina José Hilario López;
y militares en retiro; y, como si lo anterior fue 6. Sindicato de Ceylán; 7. Sindicato Agrícola
ra poco, las parcelas ubicadas en los mejores José A. Ramírez; 8. Sindicato Alfonso López
suelos de la hacienda eran hasta ocho veces P.; 9. Sindicato de Trabajadores del Ingenio
más grandes que las ubicadas en terrenos que Azucarero de San Antonio, Simón Bolívar. El
brados, de difícil mecanización y con escasez Ingenio fue probablem ente una de las mayores
de agua (22). concentraciones de trabajadores en el país para
la época: se le calculaban 2.000 obreros en la
Los resultados estaban a la vista. Los cam pesi década del veinte; 10. Sindicato Agrícola Fran
nos se cansaron de esperar y volvieron a inva cisco de Paula Santander (24).
dir ruidosa y masivamente las haciendas. La
más espectacular de estas invasiones fue la de Pero lo más significativo para este estudio fue
la hacienda ‘‘Altam ira” , en jurisdicción del que el problem a dejó de ser regional y se ex
municipio de Silvania en el Tequendam a. Dos tendió rápidam ente a otros departam entos. El
mil campesinos ocuparon la hacienda, creando em presario agroindustrial Harold Eder infor
el pánico en las propiedades vecinas y en toda mó en mayo de 1960 a la Comisión “ que en el
la región de Viotá, puesto que la razón era po norte del Cauca y en el departam ento del Valle
tencialm ente la misma. En efecto, m eses atrás se estaba creando un gran m alestar a conse
“ A ltam ira” había sido ocupada y luego desalo cuencia de las invasiones de tierras, lo cual era
jada bajo la prom esa de una rápida parcelación difícil de contrarrestar con un plan de parcela
que no se había realizado. Toda la zona fue ciones porque el valor de las tierras era muy
preventivam ente militarizada. alto, o por medio de frentes de colonización
porque los invasores se resistían a abandonar
El problem a agrario se fue convirtiendo gra esas tierras” (25).
dualm ente en el eje de las preocupaciones de la
Según un informe más o menos detallado de la
última etapa de la Oficina de Rehabilitación.
revista Semana, a principios de marzo de 1960
Hacia 1960 el conflicto seguía vivo en el Te
quendam a con nuevas haciendas invadidas, había conflictos agrarios en las siguientes re
“ M esaya” , en Tolemaida, por ejemplo, y con giones: en Cundinamarca, 14 propiedades en
otras en proceso de negociación, como “ La Es conflicto; en el departam ento del M agdalena,
cuela” , en Tibacuy. Ya desde noviembre de
23. Anales del Congreso, noviem bre 16 de 1959, p. 3.851.
24. Para información com plem entaria sobre estos aspectos
21. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación, Acta No. rem ito al trabajo ya citado de Arévalo y Fula, ' V io tá...''.
49, sesión del día 20 de agosto de 1959. 25. Actas de la Comisión Especial de Rehabilitación. Acta No.
22. Anales del Congreso, abril 21 de 1959. 14, sesión del día 5 de noviem bre de 1958.
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por lo menos 37; en el Atlántico, por lo menos mencionarse. El Decreto 2490 del 18 de octu
13; en Bolívar, 9 áreas de conflicto que cobija bre de dicho año dictó medidas encam inadas a
ban un núm ero mayor de predios no especifica im pulsar la colonización del Valle del M agdale
dos; Valle, 3; Córdoba, 3; Santander, 4 áreas, na, por conducto de la Caja Agraria y en coor
sin especificación de número de predios; Norte dinación con los M inisterios de G uerra, Higie
de Santander, 4 áreas pertenecientes a la Co ne, Obras Públicas y el Instituto de Crédito
lombian Petroleum Company; Tolima, se m en Territorial. La más significativa de sus regla
cionan dos casos, pero se anuncia ampliación mentaciones estableció respecto a los aspiran
de la información; Cauca, varios conflictos en tes a parcelas que los beneficiarios con prela-
Puerto Tejada; Boyacá, varios casos no especi ción serían los militares en servicio activo o en
ficados en el Territorio Vásquez; Guajira, 1; y retiro y los particulares casados, criterio prefe-
M eta, 1(26). rencial que habría de ser ratificado por el De
creto 870 del 26 de mayo de 1953.
Lo que estas incompletas cifras dem ostraban
era que el problema agrario había roto la barre Dentro del característico afán de los gobiernos
ra de los departam entos en estado de sitio, la sin imaginación por hacer cambios puram ente
camisa de fuerza del orden público, y que por nominales, el régim en militar, m ediante el
lo tanto la capacidad de enderezar entuertos de Decreto 1894 de julio 18 de 1953, creó el Insti
la Oficina de Rehabilitación había sido igual tuto de Colonización e Inmigración, en rem pla
mente desbordada. En suma, que era inaplaza zo del anterior. El nuevo Instituto puso particu
ble un plan nacional de Reforma Agraria. lar énfasis en dos criterios de acción: el prim e
ro se refería a la consolidación de una infraes
tructura adecuada en m ateria de vías, educa
4. LAS COLONIZACIONES ción y salud, previam ente a la selección y adju
dicación; el segundo alertaba sobre la priori
La historia moderna de las colonizaciones en dad que debía dársele a agricultores y ganade
Colombia, desde 1948 hasta nuestros días, se ros ya establecidos. Como m andaban los tiem
confunde con la historia y los ritmos de la Vio pos que corrían, se exigía un certificado de
lencia. buena conducta.
pietarios antes de la transacción, y algo sem e 1. En el Ariari, que se constituyó prácticam en
jante sucedía con las haciendas “ San Francis te en el centro piloto.
co’’, en Cunday, y “ Colombia” , entre Maniza- 2. En el Sarare. Norte de Santander.
les y Neira; por razones de orden público, se 3. En el Sumapaz, con particular atención en
había perdido en un ciento por ciento la inver “ Galilea” y en la tríada Núñez, Cabrera y
sión en obras en el principal núcleo de coloni Alto Sumapaz. En esta región los planes se
zación dirigida, Cimitarra, en la zona selvática facilitaban por el hecho de que la Caja Agra
entre los departam entos de Boyacá y Santan ria había recibido del desaparecido Instituto
der; se habían perdido tam bién inversiones en de Colonización los terrenos “ Pardo y Ro
carreteras, aeropuertos y m aquinaria en la co che” , con una extensión de 230.000 hectá
lonización de Puerto Asís y en el Sumapaz; reas.
había negocios turbios y tráfico de influencias 4. En Doncello y Belén, en el Caquetá.
en la compra de aviones y m aquinaria a compa
ñías extranjeras; había recibido el Instituto en A demás, a mediados de 1959, como instrum en
adjudicación y reserva la astronómica sum a de to de apoyo a la colonización se había autoriza
cuatro millones de hectáreas, que estaba en do el establecim iento de Comisariatos para San
incapacidad absoluta de parcelar (28). José de Isnos, en el Huila; San Vicente del
Caguán, en Caquetá; Huisitó y Argelia, en el
Con estos antecedentes, las funciones del Insti Cauca. Igualm ente, se habían aprobado y re
tuto le fueron asignadas a partir de 1956 a la glam entado los créditos para los nuevos colo
Caja Agraria, la cual inició a fines de 1958 la nos, con las siguientes especificaciones: cuan
realización de numerosos proyectos enm arca tía, hasta $5.000; plazo, hasta 4 años, e intere
dos dentro de los planes de la Oficina Nacional ses del 6% . Estados Unidos, a través del Punto
de Rehabilitación. El objetivo, más o menos IV y la United States Operation Mission, donó
expreso era desahogar los centros urbanos de 20 tractores en apoyo a los program as guberna
efectivos o potenciales invasores, y crear un m entales de colonización.
muro de contención a la propaganda comunis
ta (29). Aparte de las zonas del Plan de Rehabilitación,
Con mucha dedicación pero con un insignifi la Caja, con recursos propios, había iniciado
cante presupuesto de seis millones de pesos operaciones en el Urabá antioqueño y en la re
abrió frentes de colonización en las siguientes gión de Lebrija, en asocio del Comité de Colo
regiones; nización de Santander, con una financiación
garantizada de $3.800.000.
28. Anales del Congreso, noviem bre 4 de 1958, pp. 1 .5 1 9 y ss.
29. En una prem atura confesión de im potencia frente a las Visto así, en el papel, el program a resultaba
dim ensiones sociales de la Violencia, los m iem bros de la muy prom etedor, pero tam bién dem asiado
Comisión inflaron desde el prim er día de sus deliberaciones
los alcances de la influencia com unista a extrem os tales que
ambicioso, porque un plan de colonización no
evocaban los tiem pos del general Rengifo. En el acta de la se reduce al simple trám ite para el traslado de
prim era sesión se registró lo siguiente: "e n apoyo a la in campesinos de una región a otra; implica que
tervención del M inistro de Gobierno en que expresa su con ellos viajen ciertos servicios básicos del
preocupación por 'la intervención com unista en las zonas
afectadas (que dem ostró con una comunicación privada de Estado: vías, salud, educación, asistencia téc
origen eclesiástico) Gómez Pinzón m anifestó que se había nica, créditos, etc. Por otro lado, en la realiza
ido muy despacio en la lucha contra los ag en tes de esas doc ción de cualquier em presa colonizadora siem
trinas extranjeras, puesto que si hay elem entos foráneos
interviniendo deben ser expulsados del p a ís’. Informó que pre hay envueltas consideraciones políticas de
tiene datos que hacen p en sar en la posibilidad de que Rusia fondo que definen el carácter de los planes. La
reparta en nuestro territorio tanto dinero como el que pueda colonización puede ser una necesidad para los
destinar Colombia para auxilio de los perjudicados en esas
zonas y que como la forma de regalo que los propagandistas cam pesinos, o un negocio, un instrum ento de
rusos em plearán en la distribución es m ás directo y de b e valorización, de aum ento de la renta de la tie
neficio inm ediato, considera que pueden ellos obtener qui rra para los grandes latifundistas consolidados
zás m ejores efectos que el gobierno” (A ctas..., Acta No. 1,
sesión del día 8 de septiem bre de 1958). Como herram ienta en zonas incomunicadas. La Texas Petroleum
eficaz para contrarrestar esa propaganda, tanto el dirigente Company, por ejemplo, ofreció “ reg alar” en el
político Carlos Lleras Restrepo, como algunos.m iem bros de C arare un área de 6.000 hectáreas, en terrenos
la Comisión Nacional Investigadora de las C ausas de la Vio
lencia, proponían acom eter de inm ediato un program a de de la Concesión, para efectos de rehabilitación,
colonizaciones y parcelaciones. a cambio del no pago de impuestos de valoriza
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ción por la carretera que el ministro de Obras por disponer tales departam entos de abundan
Públicas, Virgilio Barco, tenia proyectada para tes tierras para la colonización (30).
la incorporación de la región al país, propuesta
que contó con el visto bueno de la Comisión y el La exploración inicial correría por cuenta de
rechazo de la Caja Agraria. La colonización 100 funcionarios de la Caja Agraria que in
podía ser tam bién un recurso a través del cual cluían topógrafos, cadeneros y trocheros. Adi
poderosas organizaciones grem iales, como las cionalmente, se em prendería la organización
de los ganaderos, podían poner a su servicio lo de cam pam entos (en Canaguaro, Puerto Aria
que consideraban eficaces contingentes de po ri, Avichure y M ogotes), de comisariatos (en
licía montada. Las Playas, Canaguaro, Avichure y Cubarral),
de granjas (en Iraca) y de agencias de la Caja
(en Granada).
En todo caso, los planes oficiales de coloniza
ción no actúan en terreno virgen, sino en esce Pero una cosa era lo que se proyectaba y otra lo
narios ya conflictivos. Cuando se inicia en fe que efectivam ente habría de cumplirse. Hasta
brero de 1959 el plan de colonización del Aria- diciembre de 1959 solo habían recibido parcela
ri, teóricam ente el más im portante de esta eta y créditos 251 colonos en el Ariari y 146 en el
pa, ya había establecidas en la región cerca de Caquetá, cuando lo que se había calculado para
14.000 personas, la mayoría liberales, pero con esa fecha era tener 2.447 familias de colonos
fuertes núcleos de conservadores (parte alta adecuadam ente instaladas. El plan había fra
del Ariari) e incluso de comunistas (en la cordi casado y la conclusión del Coordinador fue tan
llera) que se distribuían en poblaciones tales contundente en este caso como lo había sido a
como Santiago Pérez, Rincón de Bolívar, Cuba- propósito de las parcelaciones de haciendas en
rral, M edellín del Ariari y Granada. Este plura el Tequendama: “ El rendim iento dado por la
lismo político que en principio debía favorecer Caja en este contrato no corresponde a los de
un nuevo clima de concordia, alim entaba de seos del Gobierno, ni a la urgencia y m agnitud
hecho la m utua desconfianza, los tem ores y las de los problem as por resolver’’ (31). Aunque a
tensiones perm anentes, a tal punto que si se algunos miembros de la Comisión, incluido el
proyectaba la construcción de un puente o un ministro de Gobierno, les preocupaba sobre
carreteable había que construir tres para evitar todo el prestigio de la Caja, el Coordinador d e
acusaciones de favoritismo de parte de los jó expresam ente consignada su inconformidad
siem pre suspicaces dirigentes políticos nacio con las siguientes anotaciones:
nales o para im pedir que los recursos asigna
dos a un núcleo fueran utilizados como una “ a) La Caja no había rendido cuentas sobre la
ventaja en sus hostilidades con los otros. inversión de los fondos que se le habían
situado;
Pero el afán del momento era producir hechos. b) El costo de las obras del Ariari era consi
En la sesión del 27 de mayo de 1959 el Coordi derablem ente alto, lo mismo que el de al
nador informó que a partir de la fecha em peza gunas parcelaciones, lo cual recargaría el
costo de las parcelas;
rían a trasladarse los nuevos pobladores del
c) Hay gastos hechos por la Caja como los de
Ariari a razón de una familia diaria. Dichos
Santiago Pérez que no pueden im putarse
pobladores, procedentes de los departam entos
al contrato por no haber sido autorizados
en estado de sitio y de Cundinamarca, serían
por la Comisión;
seleccionados por las Oficinas Seccionales de
d) En la últim a cuenta que había rendido la
Rehabilitación y solo se les exigiría como con
Caja figuraba maquinaria, m uebles, ve
dición disponer de los recursos de transporte.
hículos y enseres que no se encontraban
Los cupos utilizables se repartirían en las si
discriminados ni se conocía exactam ente
guientes proporciones: un 20% para Cundina
su situación ni su destinación;
marca y Caldas, un 15% para el Tolima, un
e) La Caja había dem orado sin razón aparen
10% para el Valle, un 5% para la Caja Agraria,
te el pago del transporte de los bulldóze-
un 20% para el director de las obras de coloni
zación. El 30% restante se distribuiría según
las necesidades que se fueran presentando, 30. Actas..., Acta No. 37, sesión del día 27 de mayo de 1959.
pero por el momento se excluía a Cauca y Huila 31. Ibid. Acta No. 8, sesión del día 29 de marzo de 1960.
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habría de conocerse como “ Proyecto Santan unas 1.300 familias, procedentes principal
der No. 1” , que incluía a San Vicente de Chu- mente de Caldas, Tolima, Valle, Antioquia,
curí, principal productor cafetero del departa Chocó y Boyacá. Los 7.000 colonos que en la
mento, y a otros municipios de variada impor misma época se habían arraigado en la región
tancia regional como Barrancaberm eja, Vélez, del Carare, con epicentro en Cimitarra y Vélez,
Simacota y Betulia. eran m igrantes de los mismos departam entos.
El cronista de la colonización del Catatumbo
Tras el fracaso del Instituto de Parcelaciones pudo anotar sim plem ente que ésta se había
del gobierno de Rojas Pinilla, la colonización desplegado como “ un proceso continuo, espe
del río Lebrija la asumió en 1958 el “ Comité de cialmente a partir del año de 1948’’ (35).
Colonización de S antander’’, el cual a su vez la
delegó en 1959 a la Caja Agraria, asesorada Como epílogo de este desordenado haz de co
por una misión am ericana. Y sucedió lo que rrientes colonizadoras, podría m encionarse el
puede ser considerado como un desenlace típ i desplazam iento improvisado y masivo que se
co de las intervenciones tardías de las agencias produjo a partir de 1968 al sitio denom inado El
estatales. El área de colonización proyectada Retorno, en el Vaupés, el cual fue promovido
inicialmente por la Caja, que era de 509.000 por una cadena radial bajo el lema “ el retorno
hectáreas, se vio en la práctica reducida a solo al campo de los hijos de la Violencia’’, y que
55.000 hectáreas, por dos razones principales: por su propia dinámica se desintegró rápida
la prim era fue que sobre los terrenos reserva mente. A la colonización arm ada y a la coloni
dos para la ejecución del program a alegaron a zación cam pesina, estudiadas por William Ra
última hora títulos previos entidades acapara mírez Tobón y Alfredo Molano, se sum aba aho
doras de tierras, como la sociedad “ Terrenos ra la “ colonización de los desesperados’’.
Valenzuela’’, que se reclamó propietaria de
120.000 hectáreas ubicadas en la m argen dere En este panoram a, la contribución real de la
cha del río. La segunda fue que la iniciativa ofi Oficina de Rehabilitación a la solución del pro
cial se encontró con que ya se había producido blema agrario exacerbado por la Violencia, no
efectivam ente una colonización espontánea, puede calificarse más que de irrisoria, a pesar
agotada prácticam ente en el curso de un año. de que se pregonara a diario que la coloniza
La eficacia de esta última fue tal que el jefe de ción constituía una de las estrategias priorita
la División de Colonización de la Caja se vio rias del prim er Gobierno del Frente Nacional.
obligado a reconocer que, con excepción de las
grandes haciendas ganaderas que se formaron
con posterioridad a la apertura del ferrocarril 5. CONCLUSION: CRISIS DE LA COMISION
de Puerto W ilches, el resultado había sido una
distribución más o menos equitativa entre los La Rehabilitación había surgido explícitamente
4.000 colonos, que con sus familias conforma como una estrategia de acción estatal en dos
ban una población aproximada de 20.000 habi frentes: el de la asistencia social a los damnifi
tantes (34). En contraste, la Caja A graria, has cados de la Violencia y el de la reincorporación
ta noviembre de 1962 solo había aprobado 30 de los excom batientes a la vida ciudadana y al
resoluciones de titulación, 14 de las cuales to trabajo productivo. Sin embargo, desde por lo
davía sin notificar. menos mayo de 1959, algunos sectores políti
cos, con creciente audiencia pública e incluso
Siguiendo pautas similares se desenvolvió el con cierto eco dentro de la Comisión, em peza
proceso de poblamiento del río Ermitaño. Las ron a cuestionar la esencia misma de la Rehabi
vías de penetración construidas por la Texas en litación. Se quejaban de que ésta, en lugar de
busca del “ oro negro’’ abrieron una nueva favorecer a las zonas devastadas y a las vícti
frontera a los fugitivos de la Violencia. Hacia mas, estaba privilegiando a las regiones aún no
1962, el núcleo colonizador era estim ado en
35. Armando Ríaseos S. y Antonio M edina S. Estudio de la co
lonización voluntaria del río Ermitaño, INCORA, Bogotá,
34. Rafael A rciniegas A., Colonización del río Lebrija, INCO octubre de 1962.
RA, s.f.; Alberto Ceballos Arango y Gustavo Jaram illo Z., Instituto de Desarrollo de la Comunidad, La colonización
Colonización del rio Lebrija. INCORA, s.f. del Catatumbo, Bogotá, 1971.
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