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Guayaquil 21 de julio de 2020

Evidencia de la lectura del documento: La libertad

Libertad sugiere independencia, apertura, autonomía, capacidad de elección, poder,


querer, amor, voluntad. Soy libre cuando elijo y cuando puedo elegir; soy libre porque
mi voluntad lo es; por ser libre puedo amar y por ser libre soy responsable. Libertad es
también apertura ante lo nuevo y falta de constricción: no estar ligado por vínculos ni
por cadenas materiales, por supuesto, pero tampoco espirituales.

Ser libre es ser abierto y capaz. Libertad es elegir. Soy libre porque puedo elegir, de entre
todas las posibilidades que se me presentan, la que deseo, la que quiero porque yo,
como última instancia absoluta, lo establezco. Max Scheler: “libre es originariamente un
atributo de la persona, no de ciertos actos (como querer) ni del individuo. Las acciones
de un hombre nunca pueden ser más libres que él mismo”

Karol Wojtyla lo ha señalado de modo certero y profundo: Libertad es la


autodeterminación de la persona a través de sus acciones; es la capacidad que tiene la
persona de disponer de sí misma y de decidir su destino a través de sus acciones. Este
es el núcleo de la libertad, su estructura esencial.

La estructura esencial de la libertad puede resumirse en la expresión: “yo quiero algo”.

Auto posesión significa que la persona es dueña de sí, independiente y autónoma, y no


está radicalmente a disposición de otro, sino de sí misma.

Según Yepes, La intimidad es un espacio interior que nadie puede poseer si uno no
quiere, y en el cual yo estoy, de algún modo, a disposición de mí mismo. Soy
independiente, autónomo, puedo entrar dentro de mí, y ahí nadie puede apresarme, ni
quitarme la libertad. Se trata de un espacio interior inviolable, que puede definirse
entonces como un poseerse en el origen, ser dueño de uno mismo, y, en consecuencia,
de las propias manifestaciones y acciones. El hombre decide de sí mediante la voluntad
puesto que se posee a sí mismo.
La libertad no consiste en independencia sino en su contrario, en la dependencia, pero
no de los objetos sino de sí mismo. La persona es libre porque depende de sí misma y
depende de sí misma porque se auto posee.
Guayaquil 21 de julio de 2020

Una última cuestión que conviene indicar es que la capacidad de autodeterminación


humana es limitada. La corporeidad no es un peso para la libertad sino, al contrario, el
medio imprescindible para que esta pueda expresarse. En definitiva, mi libertad es
autodeterminación posibilitada por mi estructura personal (corpórea, psíquica y
espiritual) y, al mismo tiempo, limitada por ella.

Soy responsable de mis acciones por el simple hecho de que son mías, porque yo las he
puesto en la existencia. Sin mí no habrían surgido y por eso soy responsable: son mis
acciones. El determinismo, en concreto, consiste en postular una primacía del objeto
sobre el hombre.

La libertad sería mera apariencia: un autoengaño sin base real. Existen diversos tipos de
determinismo según se considere una u otra causa como determinante de la voluntad:
los condicionantes sociales, la base genética, la psicología, los impulsos del placer, etc.,
pero todos coinciden en el punto clave: la subordinación de la voluntad al objeto de
elección. El determinismo es la acción voluntaria libre procede de la persona porque ella
la origina y la causa.

El proceso es el siguiente. Cuando yo decido realizar una determinada acción: Elijo una
opción posible entre muchas otras (elección, dimensión intencional); Al elegir, dispongo
de mí mismo en relación con esa opción concreta y me auto determino en una dirección
determinada. La autodeterminación es posible porque existe la libertad de elección, es
decir, porque mi voluntad es independiente de los objetos. Yo no dependo
necesariamente de ningún objeto porque dependo fundamentalmente de mí.
El bien, desde la perspectiva clásica, es lo que conviene a los entes. Cumple así una
función esencial en la ética: mostrar que existen un orden objetivo al que la persona se
tiene que adaptar para poder perfeccionarse y actuar correctamente. Si la persona sigue
ese orden hace el bien y, en caso contrario, obra mal.

Lo que sí es posible es que por deformación o por interés se generalicen actitudes o


costumbres a las que se les llama valores y que, en realidad, son contravalores: la
libertad entendida como un valor absoluto, la sexualidad considerada como mero
instrumento de placer, etc. En estos casos es cuando la noción de bien muestra toda su
utilidad puesto que recuerda que la persona tiene una naturaleza específica no
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manipulable que le impone unas líneas generales de actuación ética que no están
completamente al arbitrio de su voluntad. Bien y valor, por tanto, son dos nociones que
se complementan ya que ponen de relieve aspectos diversos de los motivos que
impulsan al hombre en su búsqueda de la felicidad.

La esencia del compromiso no es la limitación de la libertad sino el posicionamiento vital:


cierra unos caminos, pero abre otros. Soy libre aunque no lo quiera y estoy condenado
a elegir porque mi destino depende de unas decisiones que inexorablemente tengo que
tomar ya que no decidir es también una decisión.

Lo que sucede cuando tomo muchas decisiones en una misma dirección es que me auto
determino de manera estable para actuar en un determinado sentido, bueno o malo, es
decir, desarrollo lo que clásicamente se denomina virtudes (hábitos operativos buenos)
o vicios (hábitos operativos malos).

la sociedad debe permitir el ejercicio de la libertad en sus diferentes dimensiones:


expresión, desplazamiento, educación, libertad religiosa, etc. Solo si la ley permite que
las personas puedan decidir libremente en estos aspectos fundamentales se está en una
sociedad libre.

Pero para que exista libertad real no basta con que esté jurídicamente garantizada; es
necesario que se pueda ejercitar de hecho y no esté limitada en la práctica. Esa
limitación puede tener múltiples causas. Una de ellas puede ser simplemente la carencia
de medios materiales. La libertad queda entonces reducida a un mero espejismo. La
libertad es limitar la capacidad de desarrollo de las personas contrarias al régimen que
detenta el poder

El problema del control social de la libertad es el mal uso de esta, las elecciones
personales pueden chocar, la pluralidad de costumbre y mentalidades. Y el ejercicio
correcto de la libertad puede chocar o enfrentarse con otro valores esenciales: la
seguridad, la justicia, la tolerancia, etc. En las sociedades actuales, la libertad se valora
mucho, conduce a lo que se denomina permisivismo: la tendencia a permitir cualquier
tipo de conducta siempre que provenga de una decisión libre
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El paternalismo es incompatible con el autogobierno responsable y maduro de una


sociedad. Esto consiste en limitar la capacidad de autodeterminación de la persona por
considerarla menor de edad y, por tanto incapaz de decidir su destino.

Los sistemas democráticos occidentales intentan conjugar los principios de libertad y


autoridad sobre la base de la igualdad y dignidad de todas las personas. Coherentemente
con este planteamiento las democracias se caracterizan por una valoración alta del
pluralismo y por una actitud tolerante ante la multiplicidad de opciones posibles. Esta
actitud es esencialmente positiva, pero tiene como contrapartida el peligro de una deriva
relativista, es decir, de más, que solo se consideren aceptable las posiciones de quienes
admiten cualquier tipo de valores y se tilde de antidemocrático a quien sostiene posiciones
éticas sólidas.

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