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Encabezado: COLOMBIA Y LA CULTURA DEL PRETEXTO.

Colombia y la cultura del pretexto.

Julian Andres Castillo Espitia

Colegio Minuto de Dios Ciudad Verde.

Nota del autor

Julian Andres Castillo Espitia

11-02

Colegio Minuto de Dios Ciudad Verde.

Gloria Ramos Abril.

07/06/2020
COLOMBIA Y LA CULTURA DEL PRETEXTO. 2

Colombia y la cultura de pretexto.

Una realidad es demostrada de muchas fases, son en su mayoría las múltiples causas

homogéneas de la proliferación anual, que describen gráficamente la experiencia innata de un

territorio bajo condiciones demandadas por los organismos que rigen sus directrices, ¿pero

qué ocurre cuando las administraciones centrales se fijan únicamente en las necesidades

propias de su entorno y dejan de lado sus obligaciones con una nación entera?, o ¿qué sucede

especialmente con la actitud de los individuos que se ven amenazados constantemente, en un

gobierno que prima la conveniencia política, económica y militar por encima de las

insistentes aclamaciones sociales?, estas interrogantes nos permiten explorar una amplia

perspectiva que intenta resaltar varios aspectos a los que quiere llegar este texto, sin embargo

son fácilmente resueltas con otra interrogante de la misma clase, que indirectamente se

convierte en la plano central de este ensayo, púes siendo colombianos ¿Por qué al analizar

situaciones deplorables en un terreno influenciado por la corrupción, solo podemos pensar en

nuestro país así como en sus representantes a los cuales acogemos como los causantes de

todas nuestras penas y miserias?, esto precisamente es lo que nos intenta plasmar en su

ensayo William Ospina, la comprensión practica de por qué Colombia es un país que se ha

caracterizado enteramente por la fácil sumisión de sus principios, por ser una nación

entregada completamente al pretexto y sobre todo por ser tan ignorantes al no valora

verdaderamente el significado de nuestra tierra.

En primera medida, William nos adentra en una pequeña comparación internacional,

dándonos a entender que Colombia no es el único país en el que suceden actos ilegales e

injustos para su propia comunidad, pero si es el único que no hace nada al respecto, pues

seamos sinceros a nadie le interesa el acontecimiento si no existe antes una solución, sin
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embargo nosotros hemos sido tan influenciados por una cultura de silencio, que lo único que

ha hecho es engendrar en nosotros un miedo profundo que nos impide percibir más allá de

todos los eventos conflictivos, transformando a una solución en algo simplemente nulo y

dejando a los argumentos reflexivos como el punto máximo de las soluciones sociales. Esto

claramente nos demuestra que el acto revolucionario de Francia, solo es posible encontrarlo

allí, que de cierta forma los colombianos nos reducimos a lo que nos han inculcado durante

años, que nuestra fe se encuentra en una vía indefinida de extinción y que nosotros como

habitantes de esta hermosa nación, nos hemos quitado de las manos el poder ubicarnos como

una país con índices más altos de libertad, de justicia y hemos perdido por completo la

equidad que tanto hemos solicitamos, no obstante, esta interpretación analítica de los hechos

presentes que han hecho chocar claramente la autenticidad colombiana, tuvo que haber tenido

un pasado que abre una de las cuestiones más fundamentales para este texto, ¿Cómo los

sucesos pasados, influyen directamente en el pensamiento patriótico de las personas en el

presente?.

Bien, como todo lo que podemos ver, este contexto también cuenta con una historia, un

principio que nos explica sucesivamente la causa de nuestra obstinada creencia en él bien

común y a su vez nos permite comprender la actitud del “grosso modo” en un colombiano

promedio, por ejemplo temas explícitos al igual que claros cuyo origen básico se remonta en

los lineamientos directos con antecedentes largos de familias iguales, pues para nadie es un

secreto que acontecimientos como; las exportaciones, la violencia, las guerrillas, el

paramilitarismo, la dependencia económica, la degradación, la segregación, los derechos, el

racismo, la corrupción, la muerte, la prioridad sanguínea y muchos más, son temas de los

cuales no hay necesidad si quiera de explicar su procedencia, su impacto o incluso sus

consecuencia, pues lastimosamente estamos tan acostumbrados a esos sucesos que han

generado una terrible cicatriz histórica en nuestras mentes. Desde este punto se genera algo
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reconocido como el costumbrismo moderno, ¿cómo los Colombianos somos tan propensos a

desarrollar nuestras generaciones bajo los mismo ideales de los traumas anteriores?, porque

la educación nos enmarca los años de violencia como un simple acontecimiento más, cuando

realmente nos debería reflejar el verdadero dolor, el sentido patriótico que nos hace pensar y

detenernos muchas veces en todo lo que hemos hecho para llegar a tales conclusiones, me

resulta alarmante la explicación de William Ospina cuando nos manifiesta el gran desarrollo

del entretenimiento para una definida clase privilegiada, mientras otra muy diferente con

condiciones deplorables muere por desnutrición en las despiadadas selvas del cauca, o que

me dicen de todos aquellos infantes obligados a usar un arma para combatir a su pueblo, o

peor aún, que sucedió con todos esos campesinos desplazados de sus tierras, despojados de su

ganado, que por las múltiples circunstancias de la violencia han tenido que embarrarse el

espíritu con barro para aun que sea puedan obtener una pequeña porción de vida digna, ¿y

aun así el estado dice que no tienen derecho a rebelarse?, que tan retorcida esta nuestra lógica

como para no darnos cuenta de la inminente jaula en la que nos hemos hundido como patria,

mientras nos matamos por el privilegio liberal o conservador, los grandes mandatarios sacan

provecho de las situaciones y generan trampas perpetuas, que les permiten manipular las

sociedades como les plazca, a tal punto de simple mente cegarnos con el temido trauma

militar, con unas armas potentes llamadas violencia y una insistente dictadura manchada de la

sangre inocente de nuestras raíces, o ¿porque creen ustedes que un militar siempre será más

privilegiado que un doctor?. Las dudas me surgen como la corriente del rio amazonas,

¿Derecha?, ¿izquierda?, ¿centro?, ¿acaso no estamos todos en un mismo terreno que se abre a

todas las direcciones posibles?, me sigue pareciendo sorprendente que el estado haya

generado una clara herramienta de manipulación conocida como el capital o el dinero, como

genera una necesidad para que nosotros sin poner resistencia, seamos sumisos ante su

decisión, pero personalmente no hay nada que me cause más coraje, que la muerte injusta de
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millones de patriotas que han intentado promover un cambio en el estado colombiano, por

ejemplo tenemos al caudillo Gaitán un gran líder al que William hace mucha referencia, por

sus sueños de un país más digno, por su ambición comunal pero nunca individual, por su

claro llamado a la paz y su inigualable sentido patriótico, pero lastimosamente como muchos

más fue silenciado por las injustas balas de un cañón recargado, siendo lastimosamente

llevado por las mismas demandas estatales que el soñaba cambiar. Así se puede reducir gran

parte de la historia de Colombia, que lastimosamente para nosotros se replica avanzada en

nuestra actualidad, trae claramente varias cuestiones difíciles para las nuevas sociedades, sin

embargo siempre existirá una posibilidad para cambiar todo aun que no tengamos nada y

aunque mi mente inmadura quizás no pueda procesar de manera correcta todo lo que

simboliza el ahogamiento matutino de un pasado atroz, Colombia debería empezar a tomar

sus memorias no como penas, si no como fuerzas para cambiar drásticamente su mentalidad,

entre uno de los muchos sueños de William hubo uno que me llamo la atención, “Yo sueño un

país donde tantos talentosos artistas, músicos y danzantes, actores y poetas, pintores y

contadores de historias, dejen de ser figuras pintorescas y marginales, y se conviertan en

voceros orgullosos de una nación, en los creadores de sus tradiciones. “ (Ospina. 1997, p.38).

es una clara evidencia de que evidentemente podemos cambiar y en vez de dejarnos guiar

por excusas de poca comprensión, de una alternada fe y una creencia sin remedio alguno a

nuestro inevitable pesimismo colectivo, deberíamos empezar a tener un gran sentido como

sociedad, hemos estado tan marcados por esta razón que hemos olvidado el sentido

simbólico de ser un colombiano, es evidente que tenemos un gran problema como sociedad,

que somos una sociedad basada en el costumbrismo monótono cuya fuente principal se

expresa directamente con el pues como describía William en su ensayo “Colombia vive

momentos dramáticos, pero quien menos le ayuda es quien declara, por impaciencia, por

desesperación o por mala fe, que esas circunstancias son definitivas, o que obedecen a causas
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ingobernables” (Ospina, 1997, p.3).

A manera de conclusión, debemos comprender el sentido ilógico que le estamos dando al

significado de ser colombiano, pues pasamos días enteros, años enteros recalcándonos

siempre las mismas cuestiones, “que la dirigencia del país o es torpe o no nos sirve”, pero no

nos sirve de nada si de igual forma seguimos siendo arrastrados por ella, seguimos

suplicándole para que nos acoja bajo su manto, porque creemos que solo ellos son los únicos

dignos de gobernarnos, ¿acaso tanto control tienen sobre nosotros que creemos firmemente

que no tenemos derecho a aspirar?, entendamos como esos mismos 4 privilegiados de la

patria nos someten a todos y hace ver que el prestigio, el derecho y las posibilidades solo les

pertenece a ellos, entendamos que como colombianos de buena creencia, mantenemos

impune echándole la culpa a los militares, a los paramilitares, al gobierno corrupto pero

realmente jamás nos hemos puesto a pensar en el ¿Por qué no hacemos nada para detener

todo esto?, entendamos que nunca debemos olvidar el legado histórico que tenemos, mucho

de ellos a veces duelen, otro son una alegría sin final, pero primordialmente debemos

recordar siempre y en cada momento que en nuestras manos está el futuro del país, que es

evidente que habrán injusticias en muchos sectores, pero debemos mantener nuestro futuro

fijo pues como bien decía el icónico Jaime Garzón, “Si ustedes los jóvenes no asumen la

dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!” (Garzón, 1996, conferencia

en Universidad Nacional).

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