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11-02
07/06/2020
COLOMBIA Y LA CULTURA DEL PRETEXTO. 2
Una realidad es demostrada de muchas fases, son en su mayoría las múltiples causas
territorio bajo condiciones demandadas por los organismos que rigen sus directrices, ¿pero
qué ocurre cuando las administraciones centrales se fijan únicamente en las necesidades
propias de su entorno y dejan de lado sus obligaciones con una nación entera?, o ¿qué sucede
gobierno que prima la conveniencia política, económica y militar por encima de las
insistentes aclamaciones sociales?, estas interrogantes nos permiten explorar una amplia
perspectiva que intenta resaltar varios aspectos a los que quiere llegar este texto, sin embargo
son fácilmente resueltas con otra interrogante de la misma clase, que indirectamente se
convierte en la plano central de este ensayo, púes siendo colombianos ¿Por qué al analizar
nuestro país así como en sus representantes a los cuales acogemos como los causantes de
todas nuestras penas y miserias?, esto precisamente es lo que nos intenta plasmar en su
ensayo William Ospina, la comprensión practica de por qué Colombia es un país que se ha
caracterizado enteramente por la fácil sumisión de sus principios, por ser una nación
entregada completamente al pretexto y sobre todo por ser tan ignorantes al no valora
dándonos a entender que Colombia no es el único país en el que suceden actos ilegales e
injustos para su propia comunidad, pero si es el único que no hace nada al respecto, pues
seamos sinceros a nadie le interesa el acontecimiento si no existe antes una solución, sin
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embargo nosotros hemos sido tan influenciados por una cultura de silencio, que lo único que
ha hecho es engendrar en nosotros un miedo profundo que nos impide percibir más allá de
todos los eventos conflictivos, transformando a una solución en algo simplemente nulo y
dejando a los argumentos reflexivos como el punto máximo de las soluciones sociales. Esto
claramente nos demuestra que el acto revolucionario de Francia, solo es posible encontrarlo
allí, que de cierta forma los colombianos nos reducimos a lo que nos han inculcado durante
años, que nuestra fe se encuentra en una vía indefinida de extinción y que nosotros como
habitantes de esta hermosa nación, nos hemos quitado de las manos el poder ubicarnos como
una país con índices más altos de libertad, de justicia y hemos perdido por completo la
equidad que tanto hemos solicitamos, no obstante, esta interpretación analítica de los hechos
presentes que han hecho chocar claramente la autenticidad colombiana, tuvo que haber tenido
un pasado que abre una de las cuestiones más fundamentales para este texto, ¿Cómo los
presente?.
Bien, como todo lo que podemos ver, este contexto también cuenta con una historia, un
principio que nos explica sucesivamente la causa de nuestra obstinada creencia en él bien
común y a su vez nos permite comprender la actitud del “grosso modo” en un colombiano
promedio, por ejemplo temas explícitos al igual que claros cuyo origen básico se remonta en
los lineamientos directos con antecedentes largos de familias iguales, pues para nadie es un
racismo, la corrupción, la muerte, la prioridad sanguínea y muchos más, son temas de los
consecuencia, pues lastimosamente estamos tan acostumbrados a esos sucesos que han
generado una terrible cicatriz histórica en nuestras mentes. Desde este punto se genera algo
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reconocido como el costumbrismo moderno, ¿cómo los Colombianos somos tan propensos a
desarrollar nuestras generaciones bajo los mismo ideales de los traumas anteriores?, porque
la educación nos enmarca los años de violencia como un simple acontecimiento más, cuando
realmente nos debería reflejar el verdadero dolor, el sentido patriótico que nos hace pensar y
detenernos muchas veces en todo lo que hemos hecho para llegar a tales conclusiones, me
resulta alarmante la explicación de William Ospina cuando nos manifiesta el gran desarrollo
del entretenimiento para una definida clase privilegiada, mientras otra muy diferente con
condiciones deplorables muere por desnutrición en las despiadadas selvas del cauca, o que
me dicen de todos aquellos infantes obligados a usar un arma para combatir a su pueblo, o
peor aún, que sucedió con todos esos campesinos desplazados de sus tierras, despojados de su
ganado, que por las múltiples circunstancias de la violencia han tenido que embarrarse el
espíritu con barro para aun que sea puedan obtener una pequeña porción de vida digna, ¿y
aun así el estado dice que no tienen derecho a rebelarse?, que tan retorcida esta nuestra lógica
como para no darnos cuenta de la inminente jaula en la que nos hemos hundido como patria,
mientras nos matamos por el privilegio liberal o conservador, los grandes mandatarios sacan
provecho de las situaciones y generan trampas perpetuas, que les permiten manipular las
sociedades como les plazca, a tal punto de simple mente cegarnos con el temido trauma
militar, con unas armas potentes llamadas violencia y una insistente dictadura manchada de la
sangre inocente de nuestras raíces, o ¿porque creen ustedes que un militar siempre será más
privilegiado que un doctor?. Las dudas me surgen como la corriente del rio amazonas,
¿Derecha?, ¿izquierda?, ¿centro?, ¿acaso no estamos todos en un mismo terreno que se abre a
todas las direcciones posibles?, me sigue pareciendo sorprendente que el estado haya
generado una clara herramienta de manipulación conocida como el capital o el dinero, como
genera una necesidad para que nosotros sin poner resistencia, seamos sumisos ante su
decisión, pero personalmente no hay nada que me cause más coraje, que la muerte injusta de
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millones de patriotas que han intentado promover un cambio en el estado colombiano, por
ejemplo tenemos al caudillo Gaitán un gran líder al que William hace mucha referencia, por
sus sueños de un país más digno, por su ambición comunal pero nunca individual, por su
claro llamado a la paz y su inigualable sentido patriótico, pero lastimosamente como muchos
más fue silenciado por las injustas balas de un cañón recargado, siendo lastimosamente
llevado por las mismas demandas estatales que el soñaba cambiar. Así se puede reducir gran
nuestra actualidad, trae claramente varias cuestiones difíciles para las nuevas sociedades, sin
embargo siempre existirá una posibilidad para cambiar todo aun que no tengamos nada y
aunque mi mente inmadura quizás no pueda procesar de manera correcta todo lo que
sus memorias no como penas, si no como fuerzas para cambiar drásticamente su mentalidad,
entre uno de los muchos sueños de William hubo uno que me llamo la atención, “Yo sueño un
país donde tantos talentosos artistas, músicos y danzantes, actores y poetas, pintores y
voceros orgullosos de una nación, en los creadores de sus tradiciones. “ (Ospina. 1997, p.38).
es una clara evidencia de que evidentemente podemos cambiar y en vez de dejarnos guiar
por excusas de poca comprensión, de una alternada fe y una creencia sin remedio alguno a
nuestro inevitable pesimismo colectivo, deberíamos empezar a tener un gran sentido como
sociedad, hemos estado tan marcados por esta razón que hemos olvidado el sentido
simbólico de ser un colombiano, es evidente que tenemos un gran problema como sociedad,
que somos una sociedad basada en el costumbrismo monótono cuya fuente principal se
expresa directamente con el pues como describía William en su ensayo “Colombia vive
momentos dramáticos, pero quien menos le ayuda es quien declara, por impaciencia, por
desesperación o por mala fe, que esas circunstancias son definitivas, o que obedecen a causas
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significado de ser colombiano, pues pasamos días enteros, años enteros recalcándonos
siempre las mismas cuestiones, “que la dirigencia del país o es torpe o no nos sirve”, pero no
nos sirve de nada si de igual forma seguimos siendo arrastrados por ella, seguimos
suplicándole para que nos acoja bajo su manto, porque creemos que solo ellos son los únicos
dignos de gobernarnos, ¿acaso tanto control tienen sobre nosotros que creemos firmemente
patria nos someten a todos y hace ver que el prestigio, el derecho y las posibilidades solo les
impune echándole la culpa a los militares, a los paramilitares, al gobierno corrupto pero
realmente jamás nos hemos puesto a pensar en el ¿Por qué no hacemos nada para detener
todo esto?, entendamos que nunca debemos olvidar el legado histórico que tenemos, mucho
de ellos a veces duelen, otro son una alegría sin final, pero primordialmente debemos
recordar siempre y en cada momento que en nuestras manos está el futuro del país, que es
evidente que habrán injusticias en muchos sectores, pero debemos mantener nuestro futuro
fijo pues como bien decía el icónico Jaime Garzón, “Si ustedes los jóvenes no asumen la
dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!” (Garzón, 1996, conferencia
en Universidad Nacional).