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La corrupción en tiempos de COVID-19

¿Qué es la corrupción?

El concepto de corrupción refiere al acto de abuso de poder para sacar un


provecho, generalmente económico, que no responde a las funciones que ese
poder asigna. Con esto se ve la relación con el espíritu etimológico del término:
en la política, el poder debe tener un fundamento filosófico de búsqueda del
bien común, y la vulneración de eso por perseguir intereses individuales es uno
de los actos por excelencia de traición, y, por lo tanto, de corrupción.

La corrupción aparece tanto en la función pública como en la privada y tiene


consecuencias más que negativas para la mayoría de las organizaciones que
no saben combatirlo: favorece la reproducción de las burocracias, limita la
credibilidad de los gobiernos, reduce los recursos para el trabajo honesto y
naturaliza estos hechos, que perjudican sobremanera a quienes con su dinero
o con su apoyo legitiman esa organización. Incluso la justicia, la policía o el
deporte suelen estar atravesados por estas cuestiones.

El debate sobre la corrupción suele aparecer en la mayoría de las democracias


del mundo, y no faltan los partidos políticos que se consideran los paladines en
la lucha contra la corrupción. Lo cierto es que para solucionar estos problemas
se necesita un cambio en el sentido común de la sociedad y una cultura de
pertenencia a las decisiones que se toman en los estratos superiores de las
organizaciones, que esa sociedad legitima.

Tipos de corrupción:

El soborno

 Es el nombre técnico que se le da a la tristemente famosa mordida. Se


trata del servidor público que recibe un beneficio extra, y por lo tanto
ilegal, por hacer o dejar de hacer algo que era su responsabilidad. Quien
lo entrega es igualmente responsable.

Desvío de recursos

 Es utilizar los recursos públicos para un fin privado y distinto de su


objetivo inicial.
Tráfico de influencia

 Se da cuando un servidor público usa su poder para propiciar que algún


asunto tome una ruta determinada. Es esa llamada que se hace para
empujar o desatorar algo con un beneficio para quien hace la llamada.

Abuso de funciones

 Es el servidor público que se olvida de un principio básico: sólo puede


hacer aquello para lo que está legalmente autorizado.

Enriquecimiento oculto

 Los servidores públicos tienen derecho a un sueldo. También tienen


derecho a tener propiedades e incluso negocios o intereses privados
que no afecten su desempeño. Nosotros tenemos derecho a conocer
todo eso. Cuando lo ocultan o mienten, limitan uno de nuestros derechos
democráticos más elementales: el de vigilarlos y, por lo tanto, evaluarlos.

Obstrucción de la justicia

 Se da cuando un servidor público trata de evitar que un acto ilícito se


denuncie, se investigue o se sancione. Cuando en una democracia sólo
se sanciona a quienes carecen de influencia, la justicia se vuelve
selectiva.

Colusión

 Surge cuando dos empresas (o más) se ponen de acuerdo para


“sacarle” más dinero al Estado por un producto o servicio, dañando las
finanzas públicas.

Uso ilegal de información confidencial

 Sucede cuando un servidor público usa la información confidencial que


tiene a su disposición para hacer un negocio privado. Por ejemplo,
cuando los familiares de un gobernador descubren providencialmente en
dónde se ubicará la nueva zona de desarrollo del estado y compran todo
para después ganar una fortuna vendiéndolo.

Nepotismo
 El cargo público utilizado como agencia de colocación familiar.

Causas de la corrupción

La corrupción como fenómeno social, político, económico, tiene una diversidad


de causas, las cuales no deben ser analizadas de manera aislada, sino como
parte de un conjunto de situaciones por las cuales se generan condiciones
propicias para que se presente la corrupción en sus diversas manifestaciones.

Desde la social y cultural

 El hábito de beneficiar a elites o sectores.


 Falta de información y desinterés en los asuntos sociales y políticos del
país.
 Escasa formación para la participación y vigilancia ciudadana.
 Invocar a parientes que ocupan cargos de relevancia para sacar
provecho de situaciones. Crisis de valores.
 La cultura del atajo o apañamiento de la “viveza criolla”.
 Tolerancia de actos de corrupción (“robó, pero hizo obras”).

Desde lo político

 Información escasa o de difícil acceso, segmentada, o poco entendible


sobre la gestión pública.
 Beneficio de elites políticas desde el poder.
 Financiamiento a partidos políticos y sus campañas en procesos
electorales, por intereses alternos.
 Demora en la transferencia de fondos.
 Escaso incentivo a la participación y obstaculización o bloque de
iniciativas ciudadanas.
 Exceso de discrecionalidad, en la toma de decisiones por parte de los
funcionarios o servidores.
 Escasa o nula rendición de cuentas sobre actos de los gobernantes, así
como de la ejecución de los presupuestos.

Desde lo jurídico

 Leyes sin obligatoriedad o mecanismos para su cumplimiento.


 Leyes poco claras que permiten interpretaciones y discrecionalidades no
controladas de un funcionario.
 Un ordenamiento jurídico e institucional inadecuado a la realidad
nacional.
 Grado de dependencia, parcialidad y falta de autonomía del Poder
Judicial.
 Falta de reglamentación para la participación, vigilancia ciudadana y la
rendición de cuentas.
 Falta de una clara delimitación entre lo público y lo privado.
 Falta de sanciones ejemplares a personajes corruptos.

Desde lo económico

 Falta de oportunidades en el mercado laboral.


 Grupos de poder económico con capacidad de influencia en la toma de
decisiones que los beneficie.
 La imposibilidad de competir legalmente conlleva a introducirse en el
circuito de la corrupción.
 Excesiva o incorrecta regulación de los mercados (actividades
económicas) por parte del Estado.
 De manera relativa, los bajos salarios de los funcionarios y empleados
públicos.

Consecuencias de la corrupción

Los efectos de la corrupción están marcados por el grado en el que se


presentan. No tiene la misma consecuencia el soborno a un policía por una
papeleta por exceso de velocidad, que la coima a un alto funcionario público
para la licitación de la construcción de una carretera. Pueden agruparse las
consecuencias en categorías por el impacto que generan:

Impacto social - cultural

 Violenta los derechos humanos:


 Aleja a los más pobres de la educación, la salud y los servicios básicos.
 Produce desinterés de la población para participar de la vida política y
social de la comunidad.
 Generalización, por tolerancia, de pequeños actos de corrupción, sin
sanción alguna.
 Es causa del deterioro medioambiental, al permitir el uso inadecuado de
nuestros recursos naturales.

Impacto político

 Atenta contra la democracia representativa.


 Menoscaba la legitimidad del Estado.
 Afecta el normal funcionamiento administrativo de la institución.
 Genera la pérdida de confianza en los gobernantes.
 Desabastecimiento de los servicios básicos que brinda la institución.

Impacto jurídico

 Genera normas legales con nombre propio, o que beneficien a grupos


de poder específico en desmedro de otros.
 Genera leyes inoperantes, que, en el papel, pueden ser excelentes
propuesta para el progreso de la sociedad, o crear mecanismos de
participación y vigilancia ciudadana que no se pueden aplicar.
 Pueden generar legislación beneficiosa a la sociedad, pero que no
formulan los mecanismos necesarios para su exigibilidad.

Impacto económico

 Obstaculiza el desarrollo económico.


 Desalienta la inversión nacional o extranjera.
 En una economía neoliberal, alienta las privatizaciones de las empresas
del Estado.

Corrupción en el Perú en tiempos del COVID-19

La corrupción no se ha detenido ni con el Estado de Emergencia, las muertes y


la desesperación que ha generado la COVID-19 en el país. Al contrario, esta
desgracia se convirtió en una oportunidad para aquellos que no tienen reparo
en beneficiarse con recursos del Estado, obtenidos del bolsillo de todos los
peruanos.
los presuntos casos detectados por las fiscalías anticorrupción aumentaron
hasta en 700%. La mayoría de estas investigaciones tienen que ver con delitos
por aparentes irregularidades en la adquisición y entrega de canastas de
víveres, sobrevaloración de equipos médicos y mascarillas, uso indebido de
vehículos del Estado, coimas para favorecer a los intervenidos, beneficio con el
bono de S/.380 por parte de funcionarios y sus allegados, o posesión indebida
de donaciones por parte de alcaldes. Exactamente fueron reportados 869
casos a nivel nacional.

Hoy en día, el Perú y el mundo entero vive amenazado por la pandemia Covid-
19; sin embargo, nuestro país viene sufriendo, desde hace muchísimos años,
con otra pandemia casi tan destructiva, amenazante y dañina como el Covid-
19. Esta pandemia se llama corrupción. Con fecha 16 de marzo de 2020, el
Presidente Martín Vizcarra, declaró el estado de emergencia sanitaria en todo
el país. El citado decreto fue promulgado con motivo de prevenir la propagación
del Covid-19. Sumado a este Decreto, se han venido expidiendo diversas
normas respecto de distintos sectores como economía, agricultura, salud,
educación, defensa, etc. Sin embargo, lejos de cuestionar la necesidad de
dicho Decreto, surge una seria preocupación respecto a la alta tasa de
denuncias por delitos de corrupción que vienen suscitándose en distintas
instituciones del Estado, principalmente en el sector salud y la Policía Nacional
del Perú.
Con fecha 03 de mayo de 2020, el diario Gestión publicó el artículo titulado
“Fiscalía investiga 15 denuncias a nivel nacional por compras sobrevaloradas
para la PNP”. En dicho artículo hace una mención respecto de investigaciones
que estarían siendo conducidas por la Fiscalía Anticorrupción; entre ellas
destacan las de Chiclayo y Puno.
En la primera de estas, se investiga la compra de productos de uso sanitario
para los miembros de la Policía de Chiclayo; sin embargo, dicha compra por S/
125 mil soles, habría sido por productos (gel) adulterados y sin ningún registro
sanitario. Sumado a ello, se investiga que la empresa que se vio beneficiada
con la compra por parte del Estado, no solo tiene como Gerenta General a la
esposa del comandante de la PNP, comisario de Lambayeque; sino que
además registra que la proforma enviada por parte de la empresa a la Unidad
Ejecutroa Nº 28 de la Dirtepol Chiclayo habría sido enviada cinco días antes de
que la PNP pidiera la cotización de dichos productos.
Ante los hechos expuestos, podríamos presumir que dichos comportamientos
realizados entre la institución de la PNP en Chiclayo, así como presuntamente
su comandante, con el privado o extraneus, estarían configurando el tipo penal
del delito de colusión. En el ámbito de la contratación pública, el delito de
colusión no es un delito novedoso; ello en tanto, según la Defensoría del
Pueblo, el delito de colusión es el segundo delito de corrupción más frecuente.
Como señala Rojas, cuando la tipificación del delito se refiere a concertación se
trata de “acuerdos perjudiciales y no autorizados entre el negociador estatal y
los interesados que contratan o negocian con él. Esta concertación supone así
acuerdos ilícitos entre las partes.
Sin embargo, si bien el delito de colusión resulta ser uno de los de mayor
incidencia en el sistema anticorrupción peruano, el principal reto que afrontan
los miembros del Ministerio Público es el de probar el elemento principal del
delito, el cual es la concertación entre el funcionario público y el privado.
La expansión del covid-19 no ha evitado que ciertos funcionarios persistan en
el manejo ilegítimo de los recursos públicos.
COVID 19: Un aliado de la corrupción
Repartos irregulares de ayudas, compras sobrevaloradas, falta de
transparencia en adjudicaciones, estos son algunos casos vinculados a la
emergencia sanitaria que muestran la buena salud de unas prácticas ilegales
que todavía no han encontrado una vacuna efectiva.
Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Perú o República
Dominicana, entre otros países, han sufrido en los últimos cuatro meses unos
escándalos relacionados con corruptelas y el coronavirus, que han alarmado a
Gobiernos, autoridades internacionales y ciudadanos encerrados en
cuarentena.
Tanto es así que esta misma semana, Naciones Unidas ha creado un
Observatorio Regional de Precios de Medicamentos en América Latina para
evitar irregularidades en la compra de medicamentos e insumos médicos
durante la pandemia.
“La corrupción no solo viene por los Estados blandos, por la falta de
oportunidades, o de que las leyes no están bien hechas y permitan espacio
para la corrupción. Todo esto se puede y se debe mejorar. El tema cultural es
más complicado”, dijo Marta Lagos, la directora del Latinobarómetro, para
explicar estas malas prácticas en una región que se presenta casi ya como el
epicentro de la pandemia.
CASO PERÚ
Sin distinción por color político, el virus atraviesa las venas de los Gobiernos y
las Administraciones. En Perú, que es el sexto país en el mundo con mayor
número de enfermos (247,925 contagios), los casos de corrupción han sido
moneda corriente desde que estalló la crisis a principios de marzo. En el inicio
de junio, la Fiscalía anticorrupción tenía identificados 653 presuntos actos
ilícitos por parte de las autoridades públicas cometidos durante la pandemia.
El caso más significativo ha sido el escándalo de compra de materiales en el
seno de la Policía Nacional, que le costó el cargo al ministro del Interior y a
todo el alto mando del cuerpo de seguridad.
Según la investigación, varios oficiales del cuerpo habían adquirido materiales
de protección defectuosos para los agentes que operaban en las calles
controlando la aplicación del confinamiento. Las compras fueron irregulares, a
empresas opacas y con vínculos personales con los oficiales encargados de
adquirir los productos.
Este doble perfil de vendedor y comprador interesado, con políticos e
intermediarios buscando fondos extras del COVID-19 se ha dado en todo el
continente. Así parece suceder en Guatemala, por ejemplo, donde el
viceministro de Salud Rodolfo Galdámez, destituido el 20 de abril, está siendo
investigado al haber sido funcionario y proveedor del Estado al mismo tiempo.
En menor escala, el aprovechamiento ante la tragedia de COVID-19 también
ha inundado las calles latinoamericanas. En las primeras semanas de la
pandemia, la escasez de mascarillas y guantes provocó que los precios de
estos productos se triplicaran y vendedores de todo tipo incrementaron sus
ingresos con sobrecostes, como denunciaron sectores de la sociedad civil.
En este sentido, Marta Lagos lo tiene muy claro: “Lo más difícil son las
prácticas culturales. La corrupción está instalada en todos las partes. Hay
clientelismo. Y la coima, soborno, es lo más difícil de erradicar. Hay que
convencer que es un delito, una cosa dolosa”.
Avances contra la corrupción

En los últimos años, Perú ha realizado considerables avances para


desprenderse del legado de corrupción sistémica de etapas anteriores. Pese a
ello, algunos de los principales indicadores de gobernabilidad no han
experimentado mejoras sustanciales desde la década de los 90: el país tiene
índices de estabilidad política y de efectividad normativa relativamente bajos en
comparación con sus vecinos, así como una tasa moderada de participación
política. También el ejercicio del derecho a la transparencia y acceso a la
información enfrenta grandes desafíos, pese a la calidad técnica de su ley
marco.

Queda, por tanto, un margen importante para introducir mejoras en el ámbito


de la eficacia institucional, el compromiso ciudadano y la transparencia
efectiva.

En este sentido, hay iniciativas interesantes que pueden acelerar la mejora del
desempeño del país en aspectos de gobernabilidad. El gobierno de Perú, a
través de instituciones como la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción, CAN,
está poniendo en marcha iniciativas para prevenir y castigar la corrupción, así
como facilitar los instrumentos para su denuncia. El Plan Nacional de Lucha
Contra la Corrupción (2012 – 2016) contempla una serie de iniciativas, para los
tres niveles de gobierno, con las que se pretende reducir vulnerabilidades a la
corrupción dentro del sector público, y promover la transparencia.

Adicionalmente, distintos esfuerzos de concertación con el sector privado y la


sociedad civil (pactos de integridad, iniciativas de monitoreo social) pretenden a
unir esfuerzos para lograr un mayor impacto en las estrategias tradicionalmente
aisladas de lucha contra la corrupción.

Desde 2010 el Banco Mundial respalda los esfuerzos del gobierno de Perú por
consolidar y fortalecer sus sistemas de prevención de la corrupción, y participa
en la elaboración de nuevas estrategias de transparencia.

El futuro Observatorio de Riesgos de Corrupción es una de las actividades


principales de este proyecto y medirá, trimestralmente, en qué medida las
instituciones públicas son vulnerables a la corrupción teniendo en cuenta
dimensiones como su nivel de transparencia o el manejo de sus procesos de
adquisiciones. El Observatorio, cuyos hallazgos serán públicos, emitirá
recomendaciones de política para mejorar, en cada institución, aquellas áreas
grises en las que se pueden estar desarrollando prácticas corruptas.

El Banco Mundial también financia estudios sobre percepciones de corrupción,


y experiencias piloto de iniciativas de vigilancia ciudadana en comunidades
campesinas de difícil acceso.

Se trata de acompañar al Estado en un proceso de reflexión continuo sobre


cómo prevenir y reducir sus índices de corrupción. Asimismo, se busca
contribuir a fortalecer las iniciativas de la sociedad civil para una mayor
vigilancia y exigencia de transparencia.

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