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El curioso caso del pezón zanahoria

Esto ocurrió en un día de otoño de mi juventud. No consigo acordarme del año o de mi edad,
sólo que fue justo después de que mi abuela materna hubiera enfermado de repente y fallecido
en el verano pasado. Ahora vivía sólo con mi madre porque mi padre se había marchado cuando
era un bebé, o eso me habían contado siempre.

A mi abuela le gustaba pasar horas y horas en el jardín, siempre estaba plantando algo o
quitando malas hiervas, a veces yo la ayudaba. Pero desde que nos dejó el jardín se quedó
abandonado. Me daba miedo pisarlo por si veía su fantasma así que no me acercaba.

Mi madre se pasaba el día llorando en su habitación, siempre preguntándose porqué mi padre


la había dejado. Cada cinco días iba al pueblo en carruaje, siempre volvía con alimentos, cosas
para la casa o ropa nueva para mí.

Un día en que ella había salido temprano, me quedé sólo jugando en el salón, teníamos criados,
pero nunca jugaban conmigo, así que tenía que inventarme amigos imaginarios para no sentirme
sólo. Mientras enlazaba historias con mis muñecos, vi por la ventana como el árbol que teníamos
en el jardín se movía de una manera muy extraña. Me asomé despacio y asustado, pero la
curiosidad me animaba a seguir mirando.

No se veía nada fuera de lo normal, parecía que había sido el viento o mi imaginación. Pero de
repente, el cristal de la ventana se rompió. ¿Alguien había tirado algo? ¿O fue una rama del
árbol? Mi pensamiento contempló muchas posibilidades, pero no estaba preparado para lo que
mis ojos me enseñaron.

Era un ave negra, estaba todavía viva, pero lo que me horrorizó fue lo que estaba con ella.
Parecía una zanahoria, aunque nunca estuve del todo seguro. Tenía una forma muy peculiar,
como si fuera un pezón, pero ¿cómo había llegado hasta aquí, y el ave? No entendía lo que
estaba pasando.

Estuve unos minutos mirando taciturno, sin darme cuenta del tiempo o de lo que ocurría.
Cuando reaccioné pareció que el ave hubiera hablado ¡No podía ser cierto! Los pájaros no
hablan! Pensé.

Pero se acercó y volvió a decirme entre graznidos: "Entierra esta zanahoria". " Pero, ¿quién eres
tú? ¿Por qué puedes hablar? Le dije.

"Soy sólo un viejo cuervo, he venido a avisarte" En cuanto dijo eso se marchó.

No estaba seguro de hacerle caso, o si me lo había imaginado, pero decidí enterrarla en el jardín.

Me seguía dando miedo entrar allí, y ahora aún más, casi pareciera que alguien me estuviera
mirando, podía sentir sus ojos a mi espalda. También notaba un ambiente pesado, no había
salido el sol y había poca luminosidad.

En cuánto empecé a cavar junto a unas flores y malas hierbas me di cuenta de que la zanahoria
había crecido, ya no era sólo un pezón, tenía formado medio cuerpo humano! El miedo me hizo
caerme hacia un lado, y oí como varios cuervos sobrevolaban a mi alrededor chillando
"entiérrala, entiérrala!".

Temblando, cogí la pala y enterré la zanahoria lo más rápido que pude.

Esa noche no pude cenar ni dormir. Pero no volví a ver nada parecido.
Cada vez que pasaba por el jardín me asomaba hacia donde había enterrado la zanahoria con
cuerpo humano, al cabo de los años creció una zarza con pinchos de color rojo, nunca me atreví
a comer ningún fruto de los que daba.

Todavía hoy, sentado escribiendo esto, me pregunto si aquello fue real o una invención de mi
mente. Creo que nunca lo sabré.

FIN

Greg DL

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