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LAS FUENTES ESCRITAS MEDIEVALES

Durante mucho tiempo, la forma de investigacion medieval ha estado vinculada estrechamente a


las fuentes escritas. Mas recientemente se han añadido los estudios sobre población y distribución
territorial, ademas de la Arqueología lo cual ha propiciado un importante avance en su análisis.

Las fuentes literarias narrativas, estaban al servicio de las clases dominantes, por lo que
contienen manipulaciones ya que eran utilizadas como instrumentos de legitimación. Para “contar”
la Historia hay que utilizar toda la información que nos ofrecen las fuentes, no limitarnos ni hacer
divisiones, aunque evidentemente la reconstrucción total de los acontecimientos no sea posible.

Los textos sobre las “crónicas” de Covadonga, nos sirven para visibilizar, como no podemos
acercarnos a la historia creyendo que los documentos que perduran equivalen a actas notariales
(García de Castro, 2018). Por un lado La Crónica de Alfonso III es una obra atribuida al monarca
asturiano (866-911) probablemente retocada por un clérigo (obispo Sebastián). Forma parte del
primer ciclo cronístico de la Reconquista y relata hechos entre el rey godo Wamba y el rey
asturiano Ordoño I (866). Reestructura luchas internas de la última etapa del reino visigodo y los
comienzos de la invasión musulmana (722), en la Península Ibérica.

Las narraciones cristianas que se conservan, son copias de las originales reescritas en épocas
posteriores, donde se evidencian paralelismos con episodios teológicos. "El número de
combatientes en Covadonga coincide con el de soldados hebreos en la Revuelta de los
Macabeos", 187.0001 no es una cifra caprichosa, asi como el relato del viaje de Pelayo por la
montaña oriental, cruzando el río Piloña, según Castro de gran carga simbólica pues sería el
equivalente "al río Jordán, como limpiador de pecados y límite geográfico de las tierras a
recuperar”, es decir, una construcción literaria la cual, cree el historiador, "ayudó a entender, en el
contexto del momento en que fue escrito, el resultado que todo el mundo esperaba”.

Por otro lado, la versión musulmana ridiculiza la actuación cristiana, de hecho tal y como lo
cuentan las más veraces crónicas árabes como el “Nafh al-tib” de al-Maqqari (s. XVII) 2 no hubiera
tenido éxito entre el auditorio. Estamos ante dos obras escritas con seis siglos de diferencia, de
carácter político, divulgativo y propagandístico, cada una dirigida a pueblos distintos, el cristiano
para ensalzar la gesta y el musulmán para ningunearla. Pero ambas confirman la recuperación
cristiana de los territorios que los musulmanes les habían quitado.

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1 Javier Zabalo Zabalegui, «El número de musulmanes que atacaron Covadonga. Los precedentes bíblicos

de unas cifras simbólicas», Historia. Instituciones. Documentos, 31, 2004, pp. 715-727.
2 Al-Maqqari (Tremecén, 1578-El Cairo, 1632) es el autor de Nafh al-tib, cuyo nombre completo es

Exhalación del olor suave del ramo verde de Al-Andalus. Tiene un gran valor histórico, al basarse en
numerosas crónicas anteriores, que detallan los sucesos ocurridos en Al-Andalus. Tiene como valor añadido
que hace referencia a antiguas obras hoy desaparecidas. Es una historia imprescindible para conocer los
primeros momentos de la conquista de España por los musulmanes.
1
Las fuentes escritas medievales tienden a mezclar lo real y lo imaginario. El historiador debe cribar
lo que realmente ocurrió y usar lo falso como rasgo cultural. Para ello es muy útil comparar los
escritos religiosos con la literatura laica, en el caso de las crónicas de Alfonso III, las cuales no
pudieron ser redactadas ex novo en la segunda mitad del siglo IX si partimos del principio, ya
formulado por Sánchez-Albornoz 3

Ambas versiones nos ayudan a establecer este acontecimiento como el punto de partida, de un
proceso (“La Reconquista”) que determinará las acciones humanas de los siguientes ochos siglos
en la Península, para en palabras de Julian Marias recuperar “ La España perdida” .

No se debe buscar un sentido profesional ya que quienes escriben no se plantean ni reflexionan la


causalidad de los hechos. Se escribe para alguien y por algo; periodos, personajes, se escribe
historia de los pueblos y modelos moralistas y pedagógicos dirigidos a que la sociedad los imite
(reyes, nobles, dioses…).

La Edad Media es un largo periodo creado por Cristóbal Cellarius en el siglo XVII del que
heredamos conceptos como Europa y sus naciones, la configuración de lenguajes, la
individualidad, la cultura occidental cristiana, la civilización islámica, bizantina, la concepción
cristiana del tiempo (G. Duby y Jacques le Goff) y la muerte, el arte (románico y gótico), la
sociedad burguesa, las instituciones políticas (cortes, parlamentos, dietas...), la imprenta,
universidades, la revolución tecnológica...

Ruiz de la Peña defiende que es un concepto artificial porque “medio” es lo que está entre dos
cosas (en este caso Edad Antigua y Moderna). Se la rodea de épocas de esplendor para valorarla
peor. Es un concepto negativo creado en la Ilustración. Se desarrolla en el siglo XIX tanto el
romanticismo como el nacionalismo, donde aparecen héroes nacionales que exaltan el pasado
(Carlomagno, Pelayo, el Imperio Germánico, las repúblicas italianas). Lo positivo de este hecho es
que recuperó las fuentes escritas del Medievo; hacia 1820 los alemanes compilaron el
“Monumenta Germanicae Historiae”, en España se recuperaron los documentos de las cortes
medievales. Esto dio una base para investigar el pasado científicamente y convertir la Historia en
una disciplina. Se comenzó a purgar lo verdadero de lo falso y el interés por el otro: musulmanes y
bizantinos, por el contrario la obsesión por la verdad histórica llevó a una excesiva erudición. En el
siglo XX se renovó la historia con nuevas tendencias, nuevos modelos teóricos y paradigmas
culturales, asi como se articularon los hechos históricos en el tiempo y en el espacio. Esto es
imprescindible para hacer historia.

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3Claudio Sánchez-Albornoz, «El relato de Alfonso III sobre Covadonga», en Claudio Sánchez Albornoz,
Orígenes de la nación española. Estudios críticos sobre la historia del reino de Asturias, Oviedo, Instituto de
Estudios Asturianos, 1974, t. 2, pp. 69-70. 


2
El tiempo es el caballo de batalla de los medievalistas (Jacques le Goff, Tiempo, Trabajo y
Cultura.), ya que la Edad Media abarca periodos flexibles de grandes transformaciones (tras la
crisis del s.III) tales como la aparición del Islam. El tiempo responde a una ideología dominante, a
una ideología de la élite que controla y marca la vida de la gente, el tiempo medieval se mide
según la religión (Génesis, Cristo o la Hégira)

En la Edad Media tenemos una sociedad analfabeta pero no acultural. Tienen su cultura y
mentalidad (sabiduría popular). Quienes escriben lo hacen para registrar los hechos que les
interesan (aquello que consideran más importante: textos sagrados, documentos reales, etc.).
Suelen mezclar lo humano y lo divino.

Tras lo expuesto, se puede concluir, que las fuentes escritas medievales han estado invisibilizadas
y segmentadas, ademas de la escasez de las mismas y que la tendencia historiográfica siempre
ha ninguneado esta etapa para superar estos impedimentos. El “buen historiador” debe evitar
hacer prejuicios ideológicos matizando y no concluyendo, no manipular para justificar hechos 4 asi
como huir de los silencios, obviando autores, obras, o documentos 5, abstenerse de idealizar el
devenir histórico y tener presente que en el oficio de historiador está implícita la obligación de
divulgar el pasado 6, huir del presentismo 7, asi como evitar interpretarla desde nuestros valores y
mentalidad. La escritura es un invento que nos sirve para recoger la memoria.

“Los medievalistas estamos subordinados a la dictadura de las fuentes” Ruiz de la Peña.

Olga Soriano Ortega

!
4 El dictador Franco, utilizó los mitos de Pelayo y el Cid para crear héroes del nacional- catolicismo, donde a
la Guerra Civil se la llamó “cruzada” (término medieval) y se aludió a los RR.CC como creadores de España.
5 Julio Caro Baroja, Las falsificaciones de la Historia
6 Julio Valdeón Baruque, En defensa de la historia.

7 “Toda historia es historia contemporánea” Benedetto Croce.

Referencias bibliográficas.

• Blázquez, Antonio, «Estudios de Historia y Crítica medioevales. Las redacciones de la Crónica atribuida a
Alfonso III», La Ciudad de Dios, 143, 1925, pp. 258-271

• Menéndez Pidal, Ramón, 1949, «La historiografía medieval sobre Alfonso II». En Estudios sobre la
monarquía asturiana. Colección de trabajos realizados con motivo del XI Centenario de Alfonso II el Casto,
celebrado en 1942. Oviedo, Instituto de Estudios Asturia- nos, pp. 10-41.

• Sánchez-Albornoz, Claudio, 1974, «Una crónica asturiana perdida de tiempos de Alfonso II». En Orígenes
de la nación española. Estudios críticos sobre la historia del reino de Asturias. Oviedo. T. 2, pp. 721-756.

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