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NOMBRE: CAMILO HERNANDO RODRIGUEZ GARAVITO

CODIGO: 201910090506 GRUPO: 3-A

KANT EL ARTICULO

El concepto de leyes prácticas es parte del núcleo más fundamental de la ética kantiana. Cuando
hablamos de leyes prácticas, hablamos de reglas de conducta tales como la prohibición de mentir
y de atentar contra la propia vida, y del mandato de ayudar a quien lo necesite. Estas reglas tienen
para Kant carácter absoluto, es decir, son válidas para todo ser racional y no admiten excepciones.
Este carácter absoluto de las reglas morales, en conjunto con la idea de autonomía moral, son las
notas esenciales del sistema moral kantiano.

A continuación, explicaré brevemente ambas nociones, que reaparecerán después como rasgos
esenciales de las leyes prácticas.

La base de la obligación, del deber ser, no puede fundarse en nada empírico, pues: aunque deba
referirse al hombre, como ser racional, no puede fundarse ni en la naturaleza humana ni en las
circunstancias humanas, sino que ha de ser a priori. De ahí la crítica de Kant a los sistemas morales
fundados en contenidos empíricos, a los que llamaremos éticas materiales.

Kant distingue un uso teórico y un uso práctico de la razón. En su uso teórico, que Kant estudia en
la Crítica de la razón pura, la razón constituye o configura el objeto que se da en la intuición,
mediante la aplicación de las categorías; en su uso práctico, que estudiará en la Fundamentación
de la metafísica de las costumbres; y en la Crítica de la razón práctica, la razón es la fuente de sus
objetos: la producción de elecciones o decisiones morales de acuerdo con la ley que procede de
ella misma.

En Colombia la gente está acostumbrada a actuar por intuición o, porque siempre pensamos en
nosotros mismos, sim importar la ética o nuestros principios. Para empezar, vemos como estamos
catalogados como el país más corrupto del mundo y esto es a razón que prima en nuestros altos
funcionarios el interés personal.

Además, no solo es en los altos funcionarios se evidencia la corrupción sino también en las clases
medias y bajas, un ejemplo claro es cuando la Sra. del supermercado del barrio me da las vueltas
más y yo me quedo cayado o cuando es al contrario y es el cliente quien le da de más y preferimos
guardar silencio, pensando en nosotros y aprovechándonos siempre del prójimo.

Bien es cierto que en Colombia la gente es muy amable y a la hora de ser solidarios son
espectaculares seres humanos, sin embargo, otro ejemplo claro es el abuso por parte del Estado
cuando de ayudas humanitarias en estos tiempos de pandemia sacan el mayor provecho
malgastando los recursos que bien pueden servir para las familias de escasos recursos.

Por otra parte, el ejemplo sale por casa dicen por ahí y, si en mi casa me educan y desde pequeña
me incluyen en mi diario vivir valores y principios yo tengo que salir a la sociedad a demostrar de
lo que soy capaz y de ser un ejemplo de que, si se puede, si se puede actuar de manera correcta,
poniendo en práctica las elecciones morales que a diario tenemos que vivir.

Todos los sistemas éticos anteriores habían partido de una determinada concepción del bien,
como objeto de la moralidad, creyendo que ese bien determinaba la moralidad, lo que debía ser.
Sin embargo, del mismo modo que el conocimiento teórico no está determinado por el objeto,
sino que éste se encuentra determinado por las condiciones a priori de la sensibilidad y del
entendimiento, el conocimiento moral tampoco estará determinado por el objeto, sino más bien
el objeto de la moralidad determinado por ciertas condiciones a priori de la moralidad.

(Del mismo modo que Kant había provocado una revolución copernicana en el ámbito del uso
teórico de la razón, provocará otra revolución similar en el ámbito del uso práctico de la razón).
Estas condiciones, siendo a priori, no pueden contener nada empírico: sólo han de contener la
forma pura de la moralidad. En consecuencia, las leyes de la moralidad han de tener un carácter
universal y necesario.

En primer lugar, todas ellas son a posteriori: de alguna manera todas ellas identifican el bien con la
felicidad, y consideran bueno el objeto hacia el que tiende la naturaleza humana considerada
empíricamente, aceptando la determinación de la voluntad por objetos ofrecidos al deseo.

Por otra parte, observamos que el progreso de la virtud es lento en el mundo, y esperamos
razonablemente que el hombre virtuoso pueda ser feliz; pero vemos que esto no ocurre, lo que
haría de la vida del hombre un absurdo si no fuera posible que ocurriera. Por ello, aunque ninguno
de los objetos de la metafísica (Dios, el alma y el mundo como totalidad) puede ser objeto de
demostración teórica, la razón práctica exige su existencia.

El hombre ha de ser libre para poder poner en práctica la moralidad; ha de existir un alma
inmortal ya que, si el hombre no puede alcanzar su fin en esta vida, ha de disponer de una vida
futura como garantía de realización de la perfección moral; y ha de existir un Dios que garantice
todo esto. Lo que la razón teórica no ha podido demostrar, la razón práctica lo tiene
necesariamente que postular. De este modo Kant se vio obligado, como dice en la introducción de
la Crítica de la razón pura, a suprimir el saber para dejar paso a la fe.

Obro; por deber, sin embargo, cuando mi actuación no persigue ningún interés particular, ni es el
resultado de una inclinación o un deseo, sino que está motivada solamente por reverencia o
respeto a la ley moral, independientemente de que mi actuación pueda tener consecuencias
positivas o negativas para mi persona.

La ley moral se basa en la noción de deber; y en la medida en que la ley moral pretende regular
nuestra conducta ha de contener alguna orden o algún mandato. Pero como la ley moral es
universal y necesaria la orden o mandato que contengan ha de ser categórico, es decir, no puede
estar sometido a ninguna condición (no puede ser hipotético). A la fórmula en la que se expresa
ese mandato u orden de la ley moral la llamará Kant imperativo categórico.

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