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LECTURA 4 – EDAD MEDIA

Desarrollo temático

Como suele suceder en una disciplina tan eurocentrista como es la histórica, el


término Medioevo o Edad Media solo tienen sentido si nos referimos estrictamente
al continente europeo y sus vecinos en el norte de áfrica y el oriente próximo. En
el resto de lugares del mundo sencillamente no funciona, pues lo medieval implica
no solo un marco cronológico exacto, sino también una forma de ver el mundo
dominada por la teología cristiana y una forma de organización económica y social
que es la feudal que no siempre es exportable a otra latitudes y culturas.

Cronológicamente hablando, la Edad Media se extiende entre la caída del imperio


romano de occidente (que se dio en el 476 d.C.) y la del imperio romano de oriente
en el 1453 d.C. O si se prefiere, hasta el descubrimiento de América por Cristóbal
Colón en 1492 d.C.

Otro elemento interesante de la Edad Media es su adjetivo, media. Simplemente


significa que se trata de un periodo que se halla entre la Edad Antigua y la Edad
Moderna.

Lo que pasa en la Edad Media, comparada con las otras dos, la Edad Antigua (la
época de Grecia y la Roma clásicas) y la Edad Moderna (marcada por los grandes
hitos del Renacimiento y el Barroco), ha sido considerada tradicionalmente algo
irrelevante y desesperadamente parco y pobre. Más aún, una época tenebrosa,
dominada por el fanatismo religioso y la ignorancia. Los culpables de este juicio
tan negativo e injusto fueron en buena medida los eruditos renacentistas, para
quienes todo lo que no fuera la cultura grecorromana que estaban rescatando
tenía nulo interés.
Los inicios del cristianismo

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Resulta de capital importancia señalar que antes de la caída del Imperio Romano
de Occidente en el 476 d.C. el cristianismo ya estaba en proceso de consolidación
y expansión dentro de todo el imperio y esto fue debido a varios factores, el
primero de ellos fue le Edicto de Milán en el 313 d.C. por el cual se establecía la
libertad cultos dentro del Imperio, con esto se daba fin a la persecución de
múltiples grupos religiosos, pero en especial al cristianismo, que había sufrido el
tormento de varios emperadores.

El otro hito fundamental fue el Edicto de Tesalónica que en el año 380 d.C.
estableció el cristianismo como la religión oficial del imperio y con esto le dio el
impulso definitivo para su consolidación y expansión.

Otro elemento clave fue que a partir de los siglos IV y VIII se desarrolla
sistemáticamente la doctrina cristiana, labor adelantada principalmente por los
llamados Padres de la Iglesia, primeros teólogos de la Iglesia griega y latina,
quienes escribieron sobre los misterios y dejaron establecidos los principios
doctrinarios de la religión.
Habiendo formado legión y siendo enorme su obre, normalmente hoy solo se
recuerda a algunos de ellos, como: San Ambrosio (340 – 397), San Agustín (354 –
430), San Gregorio (540 – 604), San Isidoro de Sevilla, el último de los latinos (560
– 636) y San Juan Damasceno, el último de los griegos (700 – 754).
El más célebre e influyente de todos ellos, San Agustín, nació en Tagaste (354) y
murió en Hipona (430), ambas ciudades de Numidia, en el norte de romano de
África (hoy Argelia). La madre de San Agustín, Mónica, más tarde también santa
de la iglesia, convirtió a su marido, Patricio, al cristianismo, y habiendo enviudado,
de dedico a la educación y a la conversión de su hijo.

San Agustín sirve a la cultura de occidente, en un momento de crisis y de ruptura,


como providencial hilo conductor. “San Agustín recoge una serie de doctrinas
helénicas, sobre todo neoplatónicas, de Plotonio y Porfirio; a Platón y Aristóteles
los conoce muy poco y por vía indirecta, mucho más a los estoicos, epicúreos,
académicos y, sobre todo, a Cicerón. Este caudal importantísimo de la filosofía
griega pasa al cristianismo y a la Edad Media a través de San Agustín” (Marías,
1971, pág. 115)

San Agustín sirve de puente entre la filosofía antigua (griegos y romanos) y los
preceptos cristianos que servirían para todo el desarrollo conceptual que
dominaría la Edad Media y de la cual, en buena medida, fue arquitecto San
Agustín.

La alta edad media

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Hacia mediados del siglo XI Europa se encontraba en un periodo de evolución


desconocido hasta ese momento. La época de las grandes invasiones había
llegado a su fin y el continente europeo experimentaba el crecimiento dinámico de
la población. Renacieron la vida urbana y el comercio regular a gran escala y se
desarrollaron una sociedad y una cultura complejas, dinámicas e innovadoras.
Durante la alta edad media la Iglesia Católica, organizada en torno a una
estructurada jerarquía con el papa a la cabeza, constituyo la más sofisticada
institución de gobierno de Europa occidental. El papado no solo ejercía control
directo sobre el dominio de las tierras del centro y norte de Italia, sino que además
lo tuvo sobre toda Europa gracias a la diplomacia y a la administración de justicia
a través de numerosos tribunales eclesiásticos.
Las órdenes religiosas se multiplicaron y participaron activamente en toda la
actividad ciudadana. Los antiguos monasterios benedictinos se incorporaron de
lleno en la organización feudal.

Se presentó un amplio surgimiento intelectual. Surgieron nuevas instituciones


educativas como las escuelas catedralicias y monásticas. Se fundaron las
primeras universidades, se ofertaron graduaciones superiores en medicina,
derecho y teología, ámbitos en los que fue intensa la investigación: se recuperaron
y tradujeron escritos médicos de la antigüedad, muchos de los cuales habían
sobrevivido gracias a los eruditos árabes y se sistematizo, comento e investigo la
evolución tanto del Derecho canónico como del civil, especialmente en la
Universidad de Bolonia.

El feudalismo

Fue un sistema de relaciones políticas y militares entre los miembros de la nobleza


de Europa occidental durante la alta edad media. El feudalismo se caracterizó por
la concesión de feudos, casi siempre en forma de tierras y trabajo, a cambio de
una prestación política militar. Existía una especie de contrato sellado por un
juramento de homenaje y fidelidad entre el señor de la tierra y el vasallo.

El vasallaje era un contrato entre dos hombres libres, uno que solicitaba
protección y otro más poderoso que la concedía, el primero era el mismo vasallo y
el segundo era el señor feudal quien era propietario directo de los feudales, los
cuales mantenían sus perspectivas sobre el feudo. Esta relación se desarrolló
principalmente durante los siglos VIII y IX y su carácter era principalmente militar.
La plena edad media

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Será un tiempo de expansión europea tanto en lo social y económico, como en lo


militar y cultural. Será el tiempo de las Cruzadas. La plena Edad Media será el
tiempo que presencie el surgimiento de las monarquías nacionales; y también, del
auge de las grandes universidades y de la Escolástica.

Entre los siglos XI y XIV apareció una nueva civilización urbana. No hay otro
movimiento medieval que pueda comparársele en importancia a la aparición de las
ciudades. La aparición de las ciudades es el paso entre la edad media y la edad
moderna. Las ciudades o burgos anunciaron la destrucción del antiguo orden
agrario y el comienzo de una nueva fase de la civilización europea occidental. En
los burgos, una nueva clase social, la burguesía, hizo su aparición.

Se desarrollaron nuevas organizaciones sociales y económicas para producción


de mercancías. La industria y el comercio adquirieron una magnitud y un rango
que no habían tenido antes en occidente. La aparición de los burgos adquirió
importancia en los siglos XII y XIII.

La población urbana creció en todos los burgos. En muchos se dobló y triplico. Los
burgos medievales eran pequeñas ciudades que se fueron desarrollando al lado
de los antiguos castillos feudales.

Los comerciantes que residían en el nuevo burgo fueron llamados burgueses,


palabra de la cual procede el actual nombre de burguesía. La colonia de
comerciantes situada fuera de las murallas de la vieja ciudad romana, de la abadía
o del castillo, constituyo por lo general la célula del burgo medieval.
Los comerciantes trataron de escalar la posición social a la que se creían
acreedores por su riqueza. Los nuevos habitantes de los burgos fueron la clase
emergente independizada del dominio feudal que se fue organizando en
asociaciones voluntarias tanto de artesanos como de comerciantes para defender
sus derechos y regular sus actividades tanto industriales como comerciales.

Durante el siglo XIII estos ciudadanos realizaron numerosos intentos por acabar
con el control feudal y por conquistar su autonomía personal y patrimonial. Desde
principios del siglo XI los comerciantes más ricos, apoyados por los artesanos y
los comerciantes pequeños iniciaron su lucha por destruir el control político y
económico de la aristocracia feudal.

La baja edad media

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Es un tiempo de crisis. Crisis social política y religiosa. Serán siglos de tremendas


guerras (la guerra de los cien años, entre Francia e Inglaterra; la guerra de las dos
rosas, 1450-1485, entre las casas de York y la de Lancaster, en Inglaterra, a la
cual no se hará referencia); de hambres y pestes; de patológicas erupciones de
antisemitismo: del cisma de Occidente.

El aumento de las Universidades no estará acompañado, en este tiempo de crisis,


del notable desarrollo de la filosofía y la teología alcanzado en la Plena Edad
Media; por el contrario, podrá apreciarse una decadencia que se escuda dentro
del llamado espíritu laico. La vecindad del Renacimiento o su aparición podrá
percibirse en la eclosión del humanismo y de la vuelta entusiasmada al estudio de
los clásicos latinos.
Si la alta edad media estuvo caracterizada por la consecución de la unidad
institucional y una síntesis intelectual, la baja edad media estuvo marcada por los
conflictos y la disolución de dicha unidad.

Fue entonces cuando empezó a surgir el Estado moderno, y la lucha por la


hegemonía entre la iglesia y el Estado se convirtió en un rasgo permanente de la
historia de Europa durante los siglos posteriores.

Pueblos y ciudades continuaron creciendo en tamaño y prosperidad y comenzaron


la lucha por la autonomía política. Este conflicto urbano se convirtió además en
una lucha interna en la que los diversos grupos sociales quisieron imponer sus
respectivos intereses.

La espiritualidad de la baja edad media fue el auténtico indicador de la turbulencia


social y cultural de la época. Esta espiritualidad estuvo caracterizada por una
intensa búsqueda de la experiencia directa con Dios, bien a través del éxtasis
personal, de la iluminación mística, o bien mediante el examen personal de la
palabra de Dios en la Biblia.

En la década de 1340 Europa padeció la peste negra, que acabo con la vida de
una cuarta parte de la población de ese continente. A raíz de esta epidemia
muchas personas empezaron a cuestionarse acerca de los designios divinos y
sobre la importancia de las enseñanzas religiosas. Fue como si la fe se viera
amenazada por la obstinación de los acontecimientos que parecían más un
castigo que una casualidad.

La iglesia cristiana liderada por Roma estaba en crisis de credibilidad debida entre
otras cosas a la venta de indulgencias y a otros manejos que le hacían vulnerable
en momentos tan difíciles de la historia.
Santo Tomás de Aquino

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Tomas de Aquino fue un típico académico y clérigo del siglo XIII; su patria fue
Italia y perteneció a la nobleza napolitana. Su abuela paterna, Francisca de
Suabia, era hermana de Federico Barbarroja y Federico II fue su primo. El conde
Landolfo, su padre, por su parte, descendía de la nobleza lombarda y fue gibelino
y, como tal, partidario del Emperador en su confrontación con el Papa.

El joven Tomás de Aquino, cuando tenía quince años de edad, se desplazó del
Castillo de Roccaseca a la Universidad de Nápoles en la cual, como era lo usual
en los centros educativos de la época, se confundían la educación primaria, la
educación media y la superior. Como estudiante, y con la impronta de Pedro de
Irlanda, se empezó a adentrar en los planteamientos de Aristóteles.

Tomás estudió en la Universidad de Nápoles hasta 1239, cuando tenía 19 años, y


fue alumno muy destacado de eminentes profesores dominicos que influyeron
decididamente en su vocación por convertirse en fraile de la orden. Lo cual
implicaba pasar a la condición de mendigo; ser franciscano o dominico implicaba
renunciar a los principios de la aristocracia, apartarse de los honores propios del
supremo carde de una abadía y entregarse a la causa de la predicación.
Tomás, de clara orientación científica y académica, y con la impronta de sus
maestros dominicos, decidió al efecto desplazarse a Paris para conocer
directamente el pensamiento y la obra de un personaje muy famoso de la edad
media, como fue San Alberto Magno.
Tomás de Aquino es el más destacado representante de la Escolástica.
No hay claridad ni una posición monolítica, sobre lo que significa la Escolástica. La
palabra proviene de schola y de scholasticus, por lo que puede decirse que
etimológicamente sugiere una escuela y un maestro y, en términos aún más
amplios, un egresado de una escuela, aunque en ocasiones se ha utilizado
también con un alcance peyorativo que cuestiona su excesiva dependencia del
método y de la forma en desmedro del contenido.

La escolástica se entenderá entonces como la filosofía de la edad media, cristiana,


arábiga y judaica, en la que domina la enseñanza de las doctrinas de Aristóteles,
concertada con las respectivas doctrinas religiosas.

Sin duda, la Escolástica represento, en el ámbito medieval en que surgió, una


meritoria apelación a los clásicos de Grecia, con énfasis en Aristóteles, pero no
por ello puede desatenderse el monumental esfuerzo y el gran avance que
significó para sus maestros y seguidores la armonización de la razón y la fe, de la
filosofía y la teología, del conocimiento racional y el conocimiento sustentado en la
revelación.

Consideración final

Así muchos autores hayan calificado la Edad Media como una edad oscura, la
verdad es que durante este periodo se incubó el mundo moderno. Las
universidades nacieron en este periodo y las grandes construcciones de la época
no volvieron a repetirse. Los turistas que viajan a Europa se maravillan con las
ruinas antiguas que aún quedan de las culturas griegas y romana y con la
magnificencia de las catedrales y conventos construidos durante la edad media.
De los burgos surgieron las grandes capitales y desde esos mismos burgos
empezaron a desarrollarse los movimientos políticos y económicos que
trasformaron a la sociedad.
Bibliografía

Touchard, J. (2013). Historia de las ideas políticas. Madrid: Tecnos.

Hernández, A. (2008). Las ideas políticas en la historia. Bogotá: Universidad Externado de


Colombia.

Montanelli, I., & R. G. (2010). Histora de la edad media. Barcelona: Ramdon House
Mondadori.

Delius, C., & M. G. (2005). Historia de la filosofía. Barcelona: Könemann.

Quesada, J. (2011). Otra historia de filosofía. Barcelona: Ariel.

Marías, J. (1971). Historia de la filosofía. Madrid: Revista de Occidente.

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