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Evangelio en tiempos de pandemia

Ciclo A

P. Nelson Chávez Díaz


Párroco san Juan Bautista – Curicó

Lucas 22, 14-20.

El relato de hoy narra la última cena de Jesús con sus discípulos antes de
su pascua, es decir, Jesús instituye aquí la eucaristía. El ambiente en que se
desarrolla esta eucaristía o última cena está rodeado de un clima de despedida.
Jesús habla de la “última” pero, a su vez, Jesús, a pesar de su sufrimiento,
deseaba celebrar esta cena con sus discípulos. También es posible entrever que
esta “despedida” y el clima de tristeza que allí se respira queda como “relativizado”
ante el tiempo futuro; el cumplimiento del tiempo futuro vendrá a iluminar las
situaciones del presente que todavía no logran comprenderse del todo. Los gestos
de tomar la copa y de partir el pan y distribuirlos son parte del ritual judío de la
celebración de la pascua; Jesús, sin embargo, dota a las especies de pan y de
vino de un significado nuevo que está relacionado íntimamente con la entrega de
la propia vida en favor de toda la humanidad: copa que se derrama por ustedes y
Cuerpo que se entrega por ustedes. Es posible reconocer aquí ya, con todos los
elementos esenciales, la celebración de la eucaristía.
2.¿Qué importancia tiene la eucaristía para nuestra vida cristiana? Sin duda que
todos los cristianos responderían o deberían responder que la eucaristía tiene una
importancia fundamental. Pero, aun admitiendo esta verdad, siempre es necesario
volver a replantearse la pregunta y revisar cómo se hace presente la eucaristía en
nuestra vida y también como debiéramos “vivir” la eucaristía más
existencialmente. Desde luego la eucaristía considerada, en primer lugar, como
sacramento y como rito es absolutamente necesaria para todo creyente en
Jesucristo porque es la manera más íntima de unirse al Señor Jesús. Pero de
ningún modo, también, reducir la eucaristía sólo a un rito que comienza con la
señal de la cruz y termina con la bendición final; se trata de prolongar la eucaristía
en la vida diaria. El P. Alberto Hurtado nos decía a propósito de esto: “!Mi misa es
mi vida, y mi vida es una misa prolongada¡” La pregunta será: ¿Cómo prolongo la
eucaristía en mi vida diaria? ¿Qué acciones “eucarísticas” realizo en mi vida?
Porque también la eucaristía se convierte para cada creyente en Jesucristo en una
verdadera “escuela de la fe”; si en el rito eucarístico pedimos perdón al Señor por
nuestras faltas entonces también tendré que practicar el perdón con mis
semejantes; si en la eucaristía Jesús el Señor “se comparte” en su cuerpo y en su
sangre, entonces también estoy llamado a hacer de mi vida un don para los
demás” ofreciendo mi tiempos, mis talentos, mi disponibilidad incluso a veces
sacrificando mi propio tiempo para que este se convierta en un verdadero don
para los otros. Toda la vida del Señor Jesús fue una entrega eucarística a través
de su disponibilidad absoluta hacia los más pobres, humillados y ofendidos.
Dejarse transfigurar por la gracia del sacramento eucarístico para que toda
nuestra vida se transforme en un don entregado gratuitamente a los demás.

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