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El conjunto merengue venció 2-1 al Submarino Amarillo, por lo que es el

nuevo monarca de España


El Real Madrid se proclamó este jueves Campeón de La Liga, con una Jornada por
disputarse, tras imponerse al Villarreal (2-1) en el estadio Alfredo Di Stéfano gracias a un
doblete del francés Karim Benzema en los minutos 28 y 77, este último de penalti.
Una pena máxima en la que el español Sergio Ramos, en el primer intento, trató de asistir
al galo para que este se mantenga en la lucha por ser el máximo goleador de la
competición, con 21 tantos a dos de Messi. El colegiado lo mandó repetir, ya que tanto
jugadores del Villarreal como Benzema entraron al área antes de tiempo, y el francés no
perdonó.

Vicente Iborra redujo distancias en el minuto 84, pero no logró el empate y el conjunto


amarillo tuvo el empate en el segundo minuto de añadido con una triple ocasión en la
que Courtois sacó los remates de Gerard Moreno y de Bruno Soriano y que, con el belga
batido, Soriano no acertó a introducir en la portería. La victoria hizo que los de Zinedine
Zidane lograran la 34ª Liga de su historia.

Coronavirus: El mapa mundial del coronavirus: más de 13,6 millones de casos


y más de 587.000 muertos en todo el mundo
El nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad COVID-19, continúa
extendiéndose por el planeta y ya ha infectado a más de 13,6 millones de personas,
mientras que la cifra global de decesos rebasa los 587.000 y la de los recuperados
supera los 7,5 millones de personas.
El país más afectado es Estados Unidos, con más de 3,5 millones de contagios y más
de 138.000 fallecimientos, seguido de Brasil, que supera los dos millones de casos y
acumula más de 76.000 muertos, y de India, donde se registran ya más de 968.000
contagios y 24.900 muertes. Por debajo se sitúan Rusia, que supera los 751.000
infectados y registra más de 11.900 muertos; Perú, que ya supera los 337.000
casos; Chile, con más de 323.000 casos; México, que roza los 318.000
casos; Sudáfrica, con más de 324.000 y el Reino Unido, con más de 292.000 contagios.
Irán, España, Pakistán e Italia rondan los 250.000 casos, al tiempo que Arabia Saudí y
Turquía y Alemania ya superan los 200.000. Por encima de los cien mil contagios
están Bangladesh, Francia, Colombia, Canadá, Qatar y Argentina. China, el epicentro
original de la pandemia en diciembre de 2019, contabiliza oficialmente poco más de
83.600 infectados.
Como resultado de la expansión del virus, más de la mitad de la población mundial ha
sido sometida a algún tipo de confinamiento, se ha impuesto el distanciamiento
social y los desplazamientos han quedado paralizados, al igual que la actividad
económica, provocando una grave recesión por todo el planeta. 
Europa, que ya ha alcanzado los 200.000 muertos, parece haber superado la fase
crítica de la epidemia y ha iniciado un proceso gradual de desescalada, al igual que
varios países de Asia y de Oceanía. El foco principal de la pandemia se sitúa ahora
en América, donde los contagios siguen creciendo de forma sostenida. Lo hace a una
velocidad que, lejos de frenarse, se acelera semana a semana en este continente, con
alrededor de 200.000 positivos diarios.

Quito enfrenta un pico de coronavirus sin camas de cuidados intensivos


disponibles

Si el espejo ante el que se mira Quito para ver cómo avanza la epidemia de covid-19 es
Guayaquil, la situación no es tan grave. Pero si se fija en su propia evolución de contagios
y en la capacidad de su sistema sanitario, la capital ecuatoriana está enfrentando su peor
momento con un pico de contagios por encima de los 1.500 en una sola semana. Ya no
hay camas de cuidados intensivos en los hospitales quiteños y la cifra de muertos de las
últimas semanas en Pichincha, provincia de la que es capital, es ya superior a la de Guayas,
donde está Guayaquil. En junio, 1.803 fallecidos de la primera frente a 1.748 de la
segunda.

Aun así, el ministro de Salud ecuatoriano, Juan Carlos Zevallos, se aferra a esa
comparación entre Quito y la ciudad costera que se ganó el símil de la Wuhan de
Sudamérica por ser una de las primeras y más afectadas cuando la pandemia llegó a la
región, para decir que no hay “drama” en la capital y que, como ha venido reiterando
desde hace días, la pandemia está bajo control en esa ciudad andina. Pese a que ya no hay
espacio en los hospitales para más pacientes con coronavirus y pese a que el alcalde
quiteño, Jorge Yunda, afirma que el sistema sanitario está “al límite”.

“No es grave que no haya una cama de cuidados intensivos”, defendió este lunes el
responsable de la política sanitaria asegurando que los pacientes sí están recibiendo
atención médica en UCI y en áreas de emergencia adaptadas. “Hay ocho veces menos
mortalidad de la que hubo en Guayaquil porque nos dio tiempo a responder”, justificó
Zevallos en una entrevista en televisión. Las cifras oficiales de muertos por covid-19 en
Ecuador se elevaron el lunes a 5.063 de los 68.459 contagiados, diagnosticados con
prueba PCR desde que aterrizó en febrero en el país la primera paciente que luego pasó a
ser también la primera víctima de la epidemia.

Las cifras en las que se ampara el ministro son las que dibujaron un panorama de tragedia
en Guayaquil y su provincia, Guayas, entre marzo y abril. En los meses más críticos de
epidemia en ese territorio, se inscribieron 17.200 actas de defunción según las estadísticas
provinciales del Registro Civil, que equivale a 13.200 fallecimientos en exceso respecto de
los 2.000 decesos mensuales. El Gobierno relacionó ese pico a la epidemia, pero sin
confirmar -por falta de pruebas- que eran víctimas de covid-19. Pichincha, por este
entonces, mantuvo sus registros provinciales entre los 1.100 y 1.300 muertes que suele
alcanzar cada mes. Sin embargo, en mayo y junio anotó respectivamente 1.577 y 1.803
defunciones, lo que representa un exceso cercano a 1.000 muertes.
Dista aún del impacto que tuvo el coronavirus en Guayaquil, con una crisis funeraria que
dejó cientos de cuerpos en las calles y viviendas durante días, pero la capital ha pegado un
salto alarmante al llegar julio. De los 2.672 contagiados que tenía el último día de abril
cuando Guayaquil anotaba ya 14.260 casos confirmados, ha pasado ahora a 10.681 casos
positivos. Es decir, cerca de 8.000 más, mientras la ciudad costera con la que se compara
solo ha registrado 2.300 contagios en los últimos dos meses y medio. De hecho, en solo
una semana, Quito ha detectado un pico de más de 1.500 casos que ha sido atribuido,
desde los estamentos oficiales, a la indisciplina ciudadana. Las zonas de mayor contagio
están al sur de la ciudad y son a su vez, barrios de alta concentración ciudadana donde son
habituales las escenas de aglomeraciones ante el comercio informal callejero.

El presidente Lenin Moreno insistía a inicios de julio a los quiteños -y a los ecuatorianos,


en general- que respetasen las medidas de distanciamiento social, el uso de mascarillas y
las restricciones de circulación que, pese a ser más estrictas que en Guayaquil en algunos
aspectos, son significativamente más suaves que el rígido toque de queda y el parón
laboral que se aplicó en todo el país al inicio de la pandemia. El mismo alcalde Yunda
reprobaba el sábado en redes sociales al ver los operativos contra fiestas clandestinas.
“Lamentablemente, son los padres o abuelos quienes necesitarán una cama UCI y ya no
tenemos más en Quito. ¡¡¡Ayúdennos!!!”, reprochó.

Entre médicos y epidemiólogos han surgido voces que apelan a que Quito retorne al
semáforo rojo para volver a un mayor confinamiento. Pero ese escenario es incompatible,
según ha reconocido el Gobierno de forma reiterada, con la situación económica generada
por la epidemia en todo el país y con el propósito de reactivación productiva. De hecho, el
sistema de colores -rojo, amarillo y verde, que marca la intensidad de las limitaciones- ha
ido evolucionando hacia una mayor apertura. Cuando Guayaquil y Quito pasaron al
amarillo, el toque de queda duraba 11 horas, de seis de la tarde a cinco de la mañana,
pero ahora pese a compartir el mismo color, la capital comienza a las 21.00 el horario
restringido y Guayaquil a las 23.00. Lo mismo ocurre con el aforo en locales y trabajos, en
la ciudad costera pueden llenarse a la mitad de la capacidad, pero en la urbe andina, solo
al 30 %. Y Guayaquil ya puede ir al teatro y al cine, pero Quito no. “Es evidente la
necesidad de reactivar la economía, pero debemos hacerlo con la corresponsabilidad de
todos”, puntualizó a fines de junio Agustín Albán, responsable del Comité de Operaciones
de Emergencia de Pichincha, que es el órgano que marca el ritmo de la desescalada. Habrá
más controles, dijo, que a juzgar por las imágenes de aglomeraciones y la evolución de los
contagios de dos semanas después no fueron suficientes.

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