Está en la página 1de 6

Estado de Sitio- Albert Camus (Escena)

Pág. 157 a 165.


El ciudadano (un esclavo), la Nada (un borracho), la Peste (el diablo) y su
Secretaria.
La historia se localiza en mi amada Cádiz en una época ficticia, atemporal, una madrugada en la que el
cometa que anuncia la desgracia desfila por el manto negro del cielo. Saltan, pues, todas las alarmas. La
población comienza a temerse lo peor. Los gobernantes de la ciudad intentan tranquilizar a la población
y les prohíben hablar siquiera de la estrella fugaz, bando tenaz de la malaventura, ocultando la verdad
porque no pueden hacer frente a ésta. Pronto llega el tan anunciado mal y a la mañana siguiente
empiezan a caer cuerpos muertos en las aceras del mercado. ¡Ha llegado la Peste! Pero no es una peste
cualquiera, sino una peste personificada, que se presenta como un joven corpulento acompañado por
una secretaria en el palacio de Cádiz para exigir que los alcaldes le entreguen el control de la ciudad.

Aparece en escena el ciudadano arrastrando un cuerpo (Nada), este lleva una botella en
su mano, lo levanta de los hombros, intenta erguirlo y poner a la Nada de pie, la Nada
mueve la cabeza tratando de despabilarse…

Ciudadano: Maldición! Maldita sea! … Escuchame…escúchame! Me escuchas? (se


lamenta). Estamos muertos hermano.

Nada: Pero si yo no estoy muerto!

Ciudadano (lo sacude y sigue) A partir de ahora somos nosotros y la Peste! Estamos
metidos en el dolor y hemos de dar vueltas en esta ciudad de pobreza… (piensa) Esta
pena es mayor que nuestra falta, no merecemos esta prisión! Nuestro corazón era
inocente y amábamos el mundo y sus costumbres: ¡eso debería habernos salvado!
(Pausa) Vamos a callar por mucho tiempo hermano… Pero por última vez antes de que
nuestras bocas se cierren bajo el terror, hablaremos, si…nos van a escuchar! Nos tienen
que escuchar!!!

Nada: Yo no estoy muerto…(La Nada cae al piso y queda totalmente inerte).

Ciudadano (trata de despertarlo) : Hermano, ey.. Hermano! Tenemos que irnos por
favor no me hagas esto ahora…

Entra en escena la Secretaria.

Va vestida de color rojo, tose con cara asquerosa. El ciudadano la escucha y gira la
cabeza, acto seguido se pone sobre el cuerpo de su hermano para protegerlo.

Secretaria: Quienes son ustedes y que hacen aca?!, apúrense! Las cosas marchan muy
lentas en esta ciudad, este pueblo no es trabajador. A ustedes les gusta el ocio, es
evidente. Deben terminar su trabajo de vigilancia y encender los fuegos de artificio para
mi amo.
Ciudadano: (suplicando): Por favor señorita, no le haga nada.. mi hermano solo se siente
mal y queremos ir a casa…

Secretaria (le levanta la mano y le indica que se acerque a donde esta ella, le señala) . El
ciudadano (temeroso) queda de rodillas.

Secretaria (suspira agotada) : Muestreme su certificado de existencia. Pausa.

Ciudadano: ¿certificado de existencia, para qué?

Secretaria: Dígame, (en tono irónico) buen ciudadano… ¿Cómo prescindiría usted de un
certificado de existencia para vivir.
Ciudadano: Hasta ahora habíamos vivido muy bien sin eso.
Secretaria (se burla): Porque no estaban gobernados. En cambio ahora lo están. Y el
gran principio de nuestro gobierno es justamente que siempre sus ciudadanos cuenten
con un certificado. Uno puede prescindir de pan y de familia , pero de un certificado en
regla y que certifique cualquier cosa, ¡de eso no sería posible privarse!
Ciudadano : Hace tres generaciones que mi familia trabaja para la ciudad y el trabajo
siempre se ha hecho como Dios manda; ¡sin un papel escrito, se lo juro!
Secretaria: (comienza a pasearse alrededor de ellos): ¡Vivían ustedes en la anarquía, eso
es todo! ¡Observe que no tenemos nada contra los que trabajan, al contrario!
Secretaria (saca un cuaderno y procede a confiscarlo)-(lee). Apellidos, nombres,
condición?
Ciudadano: Antonio Galvez.
Secretaria: Documentado?
Ciudadano: No comprendo.
Secretaria: Debe usted indicar aquí los acontecimientos importantes de su vida. ¡Es una
manera de entablar conocimiento!
Ciudadano: (enojado) Mi vida me pertenece. Es algo privado, que a nadie
le importa.
Secretaria: ¡Algo privado! Se agacha y quedan enfrentados cara a cara, ella le explica
como si fuera un niño) No, no, no, no…Esas palabras no tienen sentido para nosotros.
Se trata naturalmente de su vida pública. Por lo demás, la única que le está autorizada.
Pasaré a los detalles… ¿Casado?
Ciudadano: Sí.
Secretaria:¿Motivos de la unión?
Ciudadano: ¡Motivos! ¡Pero qué motivos quiere yo que tenga! No se tiene motivos para
eso… uno se casa porque quiere.
Secretaria: Así está escrito. Yo solo cumplo órdenes de arriba. Y en lo que a mi respecta
¡Es una buena manera de hacer público lo que debe dejar de ser personal!
Ciudadano: Me casé porque es lo que se hace cuando se es un hombre.
Secretaria: ¿Divorciado?
Ciudadano: No, viudo.
Secretaria: ¿Se ha vuelto a casar?
Ciudadano: No.
Secretaria: ¿Por qué?
Ciudadano: Quería a mi mujer.
Secretaria: ¡ Que extraño! ¿Por qué?
Ciudadano: Acaso tengo que explicarle todo señorita?!
Secretaria: Esa manera de responder no esta autorizada. ¡En una sociedad bien
organizada, sí! (Pausa) (La secretaria da vuelta la hoja y prosigue) …¿Antecedentes?
Ciudadano: ¿Qué es eso?
Secretaria: ¿Ha sido condenado por robo, perjurio o violación?
Ciudadano: ¡Nunca! Siempre he servido bien a mis conciudadanos. Nunca he tratado
mal a nadie.
Secretaria: ¡Un hombre honrado, me lo esperaba! De igual manera lo tendré vigilado…
y en cuanto a su pobre amigo…
Secretaria: ¿Sentimientos cívicos?
Ciudadano: No entiendo.
Secretaria: Bueno esto se lo voy a explicar pero solo porque soy buena.. los
sentimientos cívicos, como usted sabe, son para saber si usted es un buen hombre y de
los que respetan las leyes por el solo hecho de estar escritas.
Ciudadano (se pone de pie y la mira con desprecio): Sí, cuando son justas y razonables.
Secretaria: ¡Dudoso! ¡Anoto que los sentimientos cívicos del señor son dudosos!
(sarcástica).
Última pregunta.
¿Razones de ser?
Ciudadano: Que se muera mi madre si comprendo algo de su jerga.
Secretaria (omite este comentario): Eso significa que es necesario dar las razones que
usted tiene de estar en vida.
Ciudadano: RAZONES!? ¿Qué razones quiere usted que tenga?
Secretaria: ¡Ya veo! Lo anoto, señor Galvez, el infrascripto reconoce que su existencia
es injustificable. (Arranca un hoja de su cuaderno), comprenderá claro que el certificado
de existencia que se le entrega será provisional y a plazo fijo.
Ciudadano (piensa): Provisional o no, démelo por favor para volver de una vez a mi
casa que mi familia me espera.
Secretaria (extiende su mano con el papel y antes de que el ciudadano lo tome lo tira
hacia otro lado y este cae al piso) (se da la vuelta y camina, se detiene de espaldas le
habla de costado: ¡Por cierto! Me olvidaba…antes deberá traer un certificado de salud
que le será entregado, mediante algunas formalidades, en el primer piso, división de
asuntos en curso, oficina de espera, sección auxiliar.

Entra la peste. La secretaria deja lo que está haciendo y se acerca a paso firme ante él,
su rostro cambia y se torna seria. La peste apoya su mano sobre uno de sus hombros y le
dice al oído.
Peste: Confeccione las listas y prepare los certificados de existencia y déjelos en mi
despacho, en cuanto a estos (levanta rápidamente el brazo y los señala despectivamente)
depórtelos, ya no los necesitamos.
Secretaria (risueña): Si, los deporté con otros que hacían ruido, quise ser benévola con
ellos…
En ese momento el ciudadano trata de arrastrar sigilosamente a su hermano. La peste da
un paso, el ciudadano se detiene, la secretaria se va.
Peste: Usted! , ¿qué ha hecho? El ciudadano queda sin palabras. Bueno, bueno.. Ahí
esta el corazón humano, como dicen todos… La peste vuelve a levantar el brazo y con
un movimiento de muñeca ahorca al ciudadano, este cae a un costado sin poder
respirar.
Peste: toca el cuerpo con su cetro. Lo pincha. Cosa vulgar! No te preocupes de nada (al
ciudadano) por lo visto ya encontró una cama.
El ciudadano queda apoyado a una pared. Aterrado.
Monólogo Peste:
Yo reino, esto es un hecho; es, pues, un derecho. Pero es un derecho que no se discute:
deben adaptarse. Por lo demás, no te engañes; si reino es a mi manera, y sería más justo
decir que funciono.

El ciudadano se para y comienza a caminar por la pared mientras la peste lo sigue).

Ustedes los trabajadores son un poco imaginativos y me ven de mala gana bajo la
apariencia de un rey negro o de un suntuoso insecto. ¡Necesitan patetismo, lo sé! ¡Pues
bien! Para que sepan ( los señala a ambos) Su rey tiene las uñas negras y un uniforme
estricto. No reina, preside. (locuaz) El ciudadano se tapa los oídos para no escucharlo,
no lo mira, la peste persigue su mirada. Por eso, mírame, cuando yo llego, el patetismo
desaparece…(Se ríe de sí mismo).

Yo traigo la organización a esta ciudad. Quizás moleste un poco al principio, pero


terminaran por comprender que una buena organización vale más que un mal patetismo.
Y para ilustrar este bello pensamiento, comienzo por separar a los hombres de las
mujeres: esto tendrá fuerza de ley. Así lo hacen los guardias. Sus errores han tenido su
momento. ¡Ahora, a ponerse serios! Supongo que ya me han comprendido. A partir de
hoy, aprenderán a morir en orden. Hasta ahora murieron al azar, a juicio de cada uno
por así decirlo. Peste (Comienza a pasearse, pasa por encima de Nada): Sí, morían mal.
Un muerto acá, un muerto allá, pero afortunadamente este desorden se está
administrando. Una sola muerte para todos y de acuerdo con el hermoso orden de una
lista.
Resumamos. Les traigo el silencio, el orden y la absoluta justicia. No te pido que me lo
agradezcas, pues lo que hago por ustedes es muy natural. Pero exijo vuestra
colaboración activa. A partir de hoy queda proclamado el estado de sitio.

La peste levanta su cetro y queda apunto de pegarle cuando Nada suspira


profundamente y se despierta

Nada abre los ojos y queda sentado en el piso.

Nada: Ves Antonio? Al final no estaba muerto, si estuviera muerto se vería…


La peste y el ciudadano miran a Nada.

Nada (continua): Me quisiste cargar.. pero había bebido demasiado, eso es todo, la
cuestión.

Entra la secretaria. La peste queda con temple.

Secretaria (a Nada): Suprimir qué?

Secretaria: Mira al ciudadano, usted todavía acá? Que espera? Vaya a la oficina a
renovar su contrato. De lo contrario procederé a cancelarlo.

Nada (entusiasmado): ¡Todo, por supuesto! Cuanto más se suprime, mejor van las
cosas. ¡Y si se suprime todo, es el paraíso! El pueblo, mire usted: ¡me da horror!
Cuando los ciudadanos pasan delante de mí, los escupo. ¡A espaldas de ellos, por
supuesto, porque los hay rencorosos! ¡Y los niños, son unos sucios! (Se para). ¡Ah!
¡Suprimamos, suprimamos! ¡Es mi filosofía! ¡Dios niega el mundo, y yo niego a Dios!
¡Viva nada, puesto que es la única cosa que existe!

Secretaria: ¿Y cómo suprimir todo eso?

Nada (agarra la botella del piso) : ¡Beber, beber hasta la muerte y todo desaparece!

Secretaria: ¡Mala técnica! ¡La nuestra es mejor! ¿Cómo se llama?

Nada: Nada.

Secretaria: No, no .. le pregunte como se llama.

Nada: Nada.

Secretaria: que me digas tu nombre.

Nada: Ése es mi nombre.

Secretaria (sorprendida mira a la peste y sonríen): Eso sí que está bien! ¡Con semejante
nombre, tenemos que trabajar juntos! Pase de este lado. Será funcionario de nuestro
reino.

Nada se transforma y cambia de personaje, ya no es mas ciudadano. Se vende a la peste.

Entra Antonio. Quedan todos en escena, se miran.

Antonio: Hermano… que hiciste! Mira a la secretaria.

Señorita, vengo del primer piso… y me respondieron que debía llegarme aquí para
obtener el certificado de existencia sin el cual no me darán certificado de salud.

Quedan los personajes sonriendo. Se miran entre ellos.

Señorita: ¡Es típico!


Antonio: ¿Cómo, típico?

Secretaria: Sí, eso prueba que esta ciudad comienza a estar administrada. Nuestra
convicción es que ustedes son culpables. Culpables de ser gobernados, naturalmente.
Pero es necesario que ustedes mismos comprendan que son culpables. Y no se
considerarán culpables mientras no se sientan cansados. Los estamos cansando, eso es
todo. Cuando estén extenuados de fatiga, lo demás marchará solo.

Antonio (de espaldas a público con el certificado en mano). Se acerca a su hermano, lo


palpa y cachetea.

Antonio: Hermano por favor, ayúdame! Lo sacude.

Peste: Ya no te escucha, ahora sigue mis ordenes.

Nada mira al vacío, no lo reconoce, tiene la vista perdida ante lo que fue su hermano.

Antonio (desesperado) : ¿Por lo menos puedo conseguir ese maldito certificado de


existencia?

Secretaria (se acerca): En principio no, pues necesita usted primero un certificado de
salud para conseguir un certificado de existencia. (gestualiza con sus manos).
Aparentemente no hay salida.

Antonio: ¿Y entonces?

Secretaria: Entonces queda a nuestra buena voluntad. Pero es a corto plazo, como toda
buena voluntad. Le damos, pues, este certificado como favor especial. Simplemente,
sólo será válido por una semana. Dentro de una semana veremos.

La secretaria toma del brazo a la peste y salen caminando.

Antonio agarra del brazo a su hermano también: ¿Veremos qué?

Secretaria: Veremos si cabe renovárselo.

Antonio: ¿Y si no me lo renuevan?

Se va apagando la luz. Queda la imagen estática. Risas.

Secretaria: Procederemos a su ejecución.

FIN.

También podría gustarte