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1. VISION GENERAL
El siglo XVIII se define tópicamente como el “Siglo de las Luces” , pero ¿dónde
se encuentran éstas? Ciertamente que no entre las enormes masas de
campesinos europeos o asiáticos o africanos tan en oposición al “petimetre
amanerado de los grandes salones parisinos o londinenses. Unos y otros
pertenecen a la historia del siglo. Hay, sin embargo unas líneas de fuerza que
señalan el período. Unos cambios que se produjeron en esos cien años y que
marcaron la historia. Realidades que sus antecesores no afontaron. Esto es lo
que realmente interesa al historiador. Aquellos elementos que han pasado al
acervo cultural de una civilización o del mundo. Entre éstos podemos señalar
su música y literatura, sus pinturas y su arte en general, y también aquellos
concepciones filosóficas o logros políticos que consiguieron transformar la
realidad.
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comienza a hablar de Derechos humanos, de constituciones, de igualdad entre
los hombres, de libertad, de progreso, de vuelta a la naturaleza... Ante la
imposibilidad práctica de hacer un estudio exhaustivo del siglo XVIII, vamos a
limitarnos a algunos aspectos concretos que, por otra parte, son los más
cercanos al campo en que específicamente nos movemos nosotros. Entre
estos temas he seleccionado los siguientes: Demografía y sociedad, economía,
absolutismo, la Razón y las Luces, La Enciclopedia y la Moral.
A.- Demografía.
a.- Nupcialidad.
Las causas de esta alta tasa de célibes eran: el aprecio que del celibato se
tenía; razones económicas en las clases altas: el patrimonio familiar no se
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dividía; religiosas; “intelectuales’, se consideraba el celibato como un estado
apto para intelectuales y eruditos. Margarita Ortega dice que” No era frecuente
encontrar en las universidades a personas no célibes”.
b.- Fertilidad.
c.- La mortalidad.
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De ésta distinguimos entre la ordinaria y la extraordinaria. En relación a la
primera el mayor efecto venía dado por la mortalidad infantil, muertes antes de
un año de vida, y adolescente, entre 1 y 10 años. Considerando los dos grupos
como mortalidad infantil se puede pensar que morían entorno a 150-350 de
cada 1.000 niños nacidos. La razón fundamental era la escasez de cuidados
sanitarios y el bajo nivel de la medicina. Pero la mortalidad ordinaria también
desempeñaba un papel considerable. Para los que superaban la difícil barrera
de la infancia la esperanza de vida no era muy larga. La escasez de
alimentación, la falta de higiene, el exceso de trabajo, la promiscuidad con los
animales, falta de alcantarillado.., junto con la intensificación de las
comunicaciones, que favorecieron la propagación de las enfermedades de
contagio, contribuyeron a que la muerte sobreviniera en edades tempranas. No
era fácil convertirse en anciano en la sociedad europea del Antiguo Régimen.
d. Aumento de la población
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Con esto último llegamos a lo que se llama ciclo demográfico moderno. En
1700 Europa tenía sobre 105-115 millones de habitantes. En 1800 la población
ascendía unos 187 millones. Este rápido crecimiento señala el paso de un ciclo
a otro. Pero el crecimiento no fue uniforme en todos los países del continente.
El Norte y Centro de Europa tuvieron un notable aumento, mientras que Italia,
Francia o España el aumento fue mucho más modesto. Inglaterra y Gales
aumentaron su población en un 80% mientras que Francia en un 30 e Italia en
un 40 %. España tenía a principios del XVIII un millón y medio menos de
habitantes que a finales del XVI, sin embargo para final de siglo casi había
duplicado su población en relación a principios de siglo. Un caso espectacular
es el de Hungría que el transcurso del siglo cuadruplicó la población.
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de los recursos y, en consecuencia, el hambre volvió a ensombrecer el
panorama europeo. En 1796 se calcula que un 5% de la población francesa
murió de hambre. Años antes la mala cosecha de 1786 sirvió para intensificar
el descontento de la Francia pre revolucionaria.
e. Las migraciones.
Aunque no las conocemos con precisión por falta de datos sí sabemos que en
los siglos XVII y XVIII se intensificaron las migraciones atraídos por unas
supuestas condiciones de vida, por la benignidad del clima o por otros
condicionamientos sociales. La ciudad se pensaba que era el lugar donde
mejor se podría encontrar solución a los problemas provocados por las malas
cosechas o por la presión fiscal sobre los campesinos y aquella se llenó de
mendigos, buhoneros, aprendices.
Pero además hay otra migración provocada por la demanda de mano de obra,
mayor comunicabilidad interestatal, aumento de las rutas y medios de
transporte consecuencia del auge mercantil e industrial del siglo XVIII. Como
dato que expresa esta intensidad migratoria se constata que una tercera parte
de los recién casados parisinos en 1751 no era de esta ciudad. Europa fue
pasando progresivamente a ser una civilización urbana. El 33% de la población
francesa a finales de siglo era urbana. Más modestamente el resto de los
países europeos siguieron el mismo proceso.
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colonos.
Estos datos son meras líneas de fuerza que orientan el sentido de la evolución
demográfica. De hecho hay diferencias importantes entre el caso inglés, el más
espectacular y brillante de todos, y el francés en cuyo territorio siguieron
existiendo crisis de subsistencia o el español en el que si bien se aplican las
líneas generales del ciclo demográfico moderno existen grandes diferencias
entre el interior y el Mediterráneo, siendo estas zonas las que conocieron un
aumento mayor, sobre todo Cataluña.
B.- Sociedad.
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escala de valores el ejercicio de las armas o la actividad intelectual sobre las
actividades comerciales y productivas, que eran consideradas serviles y
degradantes y hacían perder la condición nobiliaria o impedían el acceso a la
misma, salvo que algún soberano ilustrado reformara la legislación. Igualmente
reclamaban el servicio directo a la Corona. Otros infinitos estatutos particulares
definían después el lugar de cada uno en la sociedad.
b. Los eclesiásticos.
Los eclesiásticos mostraban una mayor cohesión estamental, si bien eran muy
profundas las diferencias entre los miembros del propio estamento. Constituían
en torno al 2 ó 3% de la población de la mayoría de los reinos. Los grandes
obispados, abadías y canonjías estaban reservadas a los hijos de la nobleza y
sólo en España e Italia la carrera eclesiástica significó una posibilidad de
ascenso en la escala social.
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c. El Tercer Estado.
Lo que los unifica es el no tener privilegios. Entre ellos las diferencias no eran
menores que entre los nobles. Había un pequeño número que competía en
gastos y riquezas con la gran nobleza y apetece el poder, eran los burócratas y
hombres de negocios. Frente a ellos tenemos a la gran mayoría de
desposeídos.
Dentro de este gran colectivo sus niveles de miseria o pobreza eran similares,
aunque geográficamente sea necesario establecer diferencias. En líneas
generales se puede afirmar que allí donde el estado consiguió hacerse fuerte
progresivamente frente a los poderes estamentales, el grado de libertad fue
mayor que en los lugares en que la debilidad del estado y el anacronismo de
las fuerzas políticas dejó amplio margen a las fuerzas señoriales. El ejemplo
más típico de libertad fue el inglés. Allí la propiedad de la tierra se liberalizó
para todo aquel que había logrado medios económicos para acceder a la
misma. De esta forma se produjo una convergencia de intereses mayor entre
todos los propietarios, independientemente del origen de los mismos. Así la
sociedad inglesa se diferenció muy claramente entre los propietarios, nobles o
plebeyos, y los asalariados que eran contratados temporalmente y
completaban sus ingresos con trabajos de manufacturas textiles o metalúrgicas
y que a finales de siglo serían los que comenzarían a formar el proletariado
urbano de las grandes urbes industriales inglesas.
C. Coyuntura económica.
a. Comercio.
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incide sobre el despegue de la industria textil inglesa al proporcionarle las
materias primas que necesita ( algodón). El punto de partida de todo el
engranaje es el comercio de negros que alcanza en este siglo volúmenes
desconocidos en los dos anteriores. Su punto máximo fue la década 1780-1790
con 88.600 esclavos negros llevados a América según C. Manera Erbina. Entre
1700 y 1810 llegaron a América 6 millones y medio de esclavos negros.
Inglaterra fue la principal protagonista del negocio y Liverpool el puerto de más
tráfico.
Junto con estos aspectos otros que impulsaron el comercio inglés, el más
desarrollado de la época, fueron la aplicación de los seguros marítimos, las
compañías comerciales que implican la división de inversiones y riesgos, la
política promovida por el parlamento inglés que favorece el intercambio.
Inglaterra es “la locomotora” del tren europeo. Su despliegue acelera el del
resto de los países de Europa ante los que no les queda otro remedio que
adoptar métodos que le permitan competir con los ingleses. De hecho la
potencialidad inglesa arruinó manufacturas continentales.
Al lado de Inglaterra las otras potencias comerciales del siglo son Holanda y
Francia. España conocerá también un importante desarrollo en este tiempo con
dos polos principales: el comercio con América y el Mediterráneo. Es un
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comercio deficitario que se completa con los metales traídos de América. Los
gobernantes ilustrados españoles romperán con el monopolio comercial
ejercido por Cádiz y esta ciudad, junto con Barcelona, se convertirán en los
principales centros de transacción con las colonias americanas.
b. El capital mercantil.
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que elimina otro de los intermediarios. De esta forma el capital mercantil
controlará gran parte de los sectores productivos, si bien en ocasiones esta
tierra que ha sido adquirida por mercaderes será “refeudalizada”
posteriormente por sus herederos.
c. Economía agraria.
Los profundos cambios producidos en Europa durante este siglo en todos los
campos: político, jurídico, económico..., justifican el que este siglo sea
calificado como revolucionario. En el sector agrario, este concepto hay que
matizarlo. Francia, Inglaterra y España pueden ser expresión de esta
matización que es necesario hacer.
- Francia. Manera Erbina califica el siglo XVIII francés en este sector como el
del paso del “modelo feudal” a otro de tipo capitalista. El mundo feudal se
caracteriza por bajos rendimientos, técnicas agrarias rudimentarias, predominio
del cereal y uso del barbecho. Este modo de producción se encuentra inmerso
en unas relaciones entre señor y campesino que implican diferentes grados de
explotación. Consecuencia de todo esto son las crisis de subsistencia que
asolaron el país en los años de escasez.
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del Estado y un sistema basado en la primacía de la tierra se apoyan en los
siguientes principios fundamentales:
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que hace las mejoras pertinentes en el campo y concibe éste como una
empresa de la que obtener beneficios. Con frecuencia el arrendamiento es el
paso previo a la propiedad. Este sistema, brevemente descrito, llevará a la
acumulación de capital, la construcción de las fábricas y la concentración
obrera de la primera revolución industrial.
Cataluña y Andalucía serán las dos regiones que por su estructura agraria,
diferente grado de establecimiento de talleres y orientación del mercado
suponen los casos extremos del paso del feudalismo al capitalismo.
d. -Ascenso de la burguesía.
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El ascenso de la burguesía en este siglo constituye uno de los factores sobre
los que se apoyan los cambios que en la economía se produjeron en este siglo.
Dentro de esta clase deben distinguirse dos grupos: la burguesía mercantil,
correspondiente al Antiguo Régimen y la Industrial relacionada con los siglos
XIX y XX. Aquí la que nos interesa es la primera.
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En estas zonas periféricas, carentes de una burguesía potente fueron las
clases dominantes las que alcanzaron a expresar la necesidad de una cierta
reforma. En general se puede afirmar que incluso entre aquellos que no
deseaban liquidar el sistema feudal existente, y reemplazarlo por un sistema
burgués, sí que aparece un grupo cada vez más numeroso que deseaba
eliminar las imperfecciones de aquel. Dentro de estas zonas marginales, entre
las que se encuentra España, tenemos dos tendencias: la del absolutismo
ilustrado y la nobleza ilustrada y la de la burguesía. Los dos primeros no
pretenden la eliminación del sistema sino una cierta perfección dentro del
sistema feudal. Será en estos países marginales la primera de ellas la
triunfante.
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De esta búsqueda se sigue la necesidad de la crítica. El filósofo es el que se
atreve a pensar por sí mismo, dice la Enciclopedia en el artículo “Eclectisme” y
el objeto del mismo es el hombre y la sociedad, y con ella la economía, el
derecho, la política que ponen los fundamentos de una sociedad nueva. Todo
esto contribuirá a despertar la conciencia de clase de la burguesía exigiendo la
puesta en práctica de esa filosofía: Tolerancia y respeto a la persona, abolición
de los privilegios, igualdad civil, acceso de todos a la dirección del estado en
función solamente de su talento, abolición de la esclavitud, movilidad de la
tierra, “laissez faire, laissez passer”, iniciativa individual.., que aumentaría la
riqueza de las naciones . Las revoluciones inglesas riel siglo XVIII eran el
modelo a imitar. Aunque nadie entre los filósofos, ni siquiera Montesquieu
preconizaba un régimen constitucional semejante al inglés.
Pero todo esto evocaba la figura de un rey filósofo. Estos deben ser los
educadores de los príncipes para instruirlos en los principios de las Luces. Sólo
un rey capaz de reflexionar sobre las reformas sería capaz de llevarlas a cabo.
El rey está sometido a la ley, el pueblo no es de su propiedad, “sino que es el
objeto de sus cuidados”. Imbuidos de esta filosofía, los reyes ilustrados tendrán
la preocupación de la eficacia y de la racionalización del estado por la cual se
enfrentarán a la tradición de los poderes municipales, provinciales la
complejidad de una administración para cuyo dominio no tenían medios. Los
reyes de la época pretenderán: reforzamiento del estado en un determinado
territorio nacional, desarrollo económico bajo la protección del estado,
desarrollo del capitalismo comercial en manos de la burguesía que alimentaba
a la monarquía de administradores y financieros. Estos tres principios, con
todo, se encontraban ya presentes en Luis XIV. Pero el rey Sol no es un
monarca ilustrado. El se servía a sí mismo y no al Estado.
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constitución de un cosmopolitismo aristocrático, en el que la lengua, las letras,
las artes y los modos de Francia serían predominantes. Los monarcas
ilustrados demostraron un gusto exquisito por las cosas del espíritu, sin
preocuparse muchas veces de llegar al pueblo” Soboul, o.c. 18. Los filósofos se
volcaron en alabanzas sobre los monarcas ilustrados sobre todo porque: fueron
tolerantes en religión, permitieron la libertad de reflexión, y se preocuparon de
la investigación científica.
Sin embargo la alianza entre reyes y filósofos no fue total. Se rompe cuando
alguno de éstos defiende puntos de vista que no son concordes con los
intereses de los monarcas, de ahí la oposición de Federico II a la Enciclopedia
o a Rousseau.
¿Cuáles son las bases políticas el absolutismo? Aunque se haya afirmado que
respondía a la alianza entre la aristocracia y la burguesía no parece sostenible
esta afirmación, según Soboul. No cabe duda de que el Absolutismo Ilustrado
favoreció, en ciertos sentido, el crecimiento de la burguesía por la protección
dada al capitalismo naciente. Pero al mismo tiempo, el absolutismo frenaba el
desarrollo de la burguesía por el mantenimiento de las estructuras tradicionales
y el control de las actividades económicas. Tanto en el absolutismo monárquico
de Luis XIV, como en el ilustrado de Federico II o Catalina II se observa, “tras la
fachada de una autoridad teóricamente absoluta, la salvaguarda de los
privilegios nobiliarios, la explotación señorial, la sociedad estabilizada. La
nobleza europea se mantuvo fiel a una monarquía que aseguraba sus
privilegios. Los monarcas absolutos del Este de Europa dieron prueba evidente
de esto al permitir la explotación de los campesinos, a través de la servidumbre
o formas cercanas, o de los artesanos o recurrir a la misma severidad de Luis
XIV ante las insurrecciones de los campesinos. En Europa Occidental aunque
la aristocracia fuera el estado privilegiado, los campesinos no estaban tan
abandonados a la merced de aquella.
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sin autorización y el ennoblecimiento estaba legalmente dificultado.
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“Las luces” o la razón en este siglo, b. Descubrir el papel que conceden a la
moral los pensadores del tiempo, o. Acercamos al significado de la
Enciclopedia como la obra que más difusión tuvo en este período.
“Para los creyentes, la razón era una centella divina, una parcela de verdad
concedida a las criaturas mortales, esperando el día en que ellas romperían las
puertas de la tumba y verían a Dios cara a cara. Para los recién llegados esto
no será más que la quimera de una época terminada y de un momento
pasado”. Con estas palabras comienza P. Hazard el capítulo dedicado a la
razón y las Luces en su libro “La pensée européenne au XVIII siècle”, p. 36. El
pensamiento europeo de este siglo comienza por un momento de humildad
para pasar pronto a un acto de orgullo. Se confiesa incapaz de conocer la
sustancia y la esencia, situadas en una región inaccesible a sus capacidades.
“La razón es como una reina que llegando al poder toma la resolución de
ignorar las provincias en las que sabe que no reinará jamás con seguridad”. De
esta forma la razón proclama la moderación como sabiduría. ¿Qué es la razón
así limitada?
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filosofía y toda la ciencia”. Su método favorito es el análisis. No parte de
principios a priori, como en otros tiempos, sino de la realidad. Por el análisis
distingue los elementos, los colecciona con paciencia, después los compara
para descubrir los lazos que los unen y extraer las leyes. Para la razón la
experiencia es fundamental. La experiencia preserva del error, es un remedio a
la debilidad de nuestros sentidos, a las negligencias de nuestra pereza a las
enfermedades del espíritu que las generaciones precedentes han padecido”
Ibid. 37.
La Luz, o mejor las luces” puesto que no se trataba de un solo rayo de luz, sino
de un haz que se proyectaba sobre las grandes masas de sombra con que la
tierra estaba aún cubierta, ésta fue una palabra mágica que la época ha
repetido...”. Los hijos de este siglo se consideraban iluminados. “Ellos eran las
luminarias, la lámpara cuyo resplandor les dirigía en el curso de sus
pensamientos y de sus acciones; la aurora anunciadora; el día; el sol
constantemente uniforme; durable. Los hombres habían errado anteriormente
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porque estaban sumergidos en la oscuridad; porque tuvieron que vivir en medio
de las tinieblas, de las neblinas de la ignorancia, de las nubes que ocultaban el
camino verdadero... Los padres habían estado ciegos, pero los hijos serían los
hijos de la luz... La luz, las luces era la divisa que escribían en sus banderas,
pues por primera vez una época escribía su nombre. Comenzaba el siglo de las
luces, comenzaba la Aufklärung.
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el espíritu de aquellos que la dirigen, un cambio que les afecta en tanto que
seres pensantes, y que poco a poco substituye el estado de tutela por un
estado de libertad. Hay dos planos: el de la acción, que provisoriamente
permanece inalterable; el de la razón, donde se prepara la evolución que
terminará por dominar los actos, pues este trabajo del pensamiento tiene como
deber no detenerse”. El campo de la liberación está abierta, el hombre no
puede detenerse jamás, está en el buen camino. Así es como quería ser vista
en su forma más alta e ideal la Aufklärung.
Por último unas líneas sobre la unidad-diversidad de la luces. Dentro del Siglo
de las Luces se aprecian al mismo tiempo que una gran diversidad, una unidad
fundamental. Según D. Rosáry “la unidad de las Luces, parece explicarse en
último término por la identidad del proceso de evolución histórica de Europa y,
más en concreto, por los hechos allí acaecidos durante el período de transición
más o menos largo entre la feudalidad, el sistema de privilegios, y el
capitalismo, la sociedad burguesa. Por el contrario la diversidad resulta, ante
todo del hecho de que los diferentes países de Europa han presentado distintos
grados de desarrollo”.
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B.- La moral.
La ideas de las luces, su filosofía tenía que ponerse a prueba a través del bien
hacer, si la moral cristiana habla sido desechada era necesario encontrar otra
más pura y más alta, si no la obra habría fracasado en su totalidad.
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humano, se creía saber cómo estaba hecho, siempre el mismo, para todo lo
mismo, ahí no se podía descubrir nada. Se trataba de teóricos de la moral, no
de psicólogos; de aquellos que quieren dar principios a nuestra conducta, en
primer lugar. Se trataba de rehacer una moral que fue iluminada por las luces”.
Pero ¿qué se entiende por moral? Diderot la define de esta manera “se
entiende por moral lo que en un hombre de bien equivale a natural”. En otro
lugar este mismo autor afirma: si seguimos a la naturaleza en sus voluntades
manifiestas, nosotros veremos lo que es bueno, lo que tiende a la felicidad del
hombre y en esto es necesario obedecer a la ley. Se ha cometido un error
inicial, se ha creído que el hombre nacía vicioso y mentiroso, o al menos que lo
había llegado a ser inmediatamente después del pecado original. De aquí se
sigue una moral pesimista que tendía a oprimir al hombre. Favorezcamos el
instinto que nos lleva a ser dichosos y la razón que nos proporciona los medios
para llegar a serlo. La moral es la ciencia de las costumbres o vademécum de
la felicidad, escribirá K. Fr. Bahrdt, y en estas palabras toda una revolución se
ha consumado, escribe Hazard.
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creadas relaciones razonables.” El bien es la conciencia de estas relaciones, la
obediencia’ lógica a las mismas; el mal es la ignorancia de esas relaciones, la
desobediencia a esas relaciones: en el fondo el crimen es siempre un falso
juicio. Así se identifican mal e ignorancia.
La razón es la gran ley del mundo, el Ser Supremo mismo está sometido a la
Verdad, que, en el orden teórico, constituye el fundamento de la moralidad.
Esta última no procede de él, sino de un poder que está más allá de él, de la
Razón eterna. La voluntad divina es inconcebible como creadora de sí misma.
Paralelamente si no hay una moralidad independiente de la divinidad, no podría
haber atributos morales de esta divinidad. “Naturaleza empírica o naturaleza
racional: la moral debía ser natural, o no ser nada”.
Para este autor las consecuencias de este principio serán divergentes, pero al
menos dos principios fueron admitidos como ciertos por la mayor parte de los
moralistas del tiempo:
En primer lugar: legitimidad del amor propio. No hay amor desinteresado. Este
amor propio nos indica los deberes hacia nuestro cuerpo y hacia nuestra alma.
En palabras de la Señora d’Épinay en una carta al P. Galiani del 29 de
Septiembre de 1769: “La primera ley es tener cuidado de sí mismo”.
El vicio sería el abuso, la mala aplicación de los apetitos, de los deseos, de las
pasiones que en sí mismas son naturales, e incluso útiles y necesarias.
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La virtud “consiste en la moderación y en el uso y aplicación de estos apetitos,
deseos, pasiones en conformidad con las reglas de la razón, y en oposición, a
menudo, a sus pulsiones ciegas”.
El segundo rasgo admitido como válido por los moralistas del tiempo de las
Luces señala el límite al primero. Según los Ilustrados, la búsqueda de mi
propio interés no debe dañar el interés del otro; y también, no hay felicidad
individual sin felicidad colectiva.
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Para la extensión de estas ideas se emplean medios como los diarios
moralizantes, la interpretación de libros de Otras religiones que coinciden con
los presupuestos éticos de los ilustrados europeos y se publican también
catecismos. Se pregunta Hazard ¿por qué no escribir catecismos filosóficos, a
fin de llegar también a los niños?. No es malo imitar los métodos de los
enemigos. Así aparecen catecismos fundados en la razón y la experiencia y no
en la fe. Estos catecismos de la humanidad y del ciudadano deberían preceder
a los de la religión. El catecismo de la humanidad enseñaría a los jóvenes los
derechos y deberes de la humanidad, el de la sociedad enseñaría a los niños
los deberes y obligaciones del país en el que han nacido. El primero habría
sido digno de Montesquieu, el segundo de Sócrates. Uno de estos catecismos
que alcanzó gran difusión fue el de Saint-Lambert, es un “Catéchisme universel
á l’usage des enfants de douze á treize ans, contient comme dans une essence
les principes de la morale du siècle .
a. La tolerancia.
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Luis XVI devuelve a los calvinistas sus derechos civiles.
b. La beneficencia.
c. Humanidad.
Es la virtud por excelencia de los moralistas del siglo XVIII puesto que les
recordaba constantemente la condición de hombre de la que era necesario
partir siempre y a la que se había de volver siempre, y que en consecuencia, lo
contenía todo.
C. La Enciclopedia
Se ha escrito que La Enciclopedia había sido la gran aportación del siglo, “el fin
al que tendía todo lo que le había precedido, el verdadero centro de una
historia de las ideas en el siglo XVIII”. Hazard,o.c. 200. Estas afinaciones
parecen hoy excesivas. La Enciclopedia nace de modelos ingleses, toma su
forma definitiva en París y ejercerá una poderosa influencia sobre todos los
países siendo una de las fuerzas representativas de Europa.
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Enciclopedia: “la obra enciclopédica es la toma de posesión por parte de los
filósofos del siglo XVIII de un mundo que en sí mismo permanecerá
desconocido y que ellos aceptan como tal, renunciando a aprehender su
realidad profunda. Ellos se limitarán sabiamente a reunir hechos para
ordenarlos enseguida en un orden enciclopédico.
Y una vez que los hayan ordenado serán aprehendidos y ellos verán
transformarse el universo de los objetos en algo conocido, en un conjunto de
datos científicos, de hechos debidamente constatados ,en algo que el hombre
tiene y que le pertenece”. En este mismo sentido se expresaba un autor del
siglo XVIII” Se ama ser sabio, pero se busca serlo sin esfuerzo: tal es
particularmente el genio de nuestro siglo” (1715). Otro autor en 1749 afirmaba
más o menos lo mismo: “Se ama saber, pero se quiere aprender sin esfuerzo y
en poco tiempo, ésta es sin duda la causa de los diferentes métodos que se
presentan hoy y la razón por la que se presentan tantos resúmenes”.
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gran formación previa y expondrían lo que interesaba saber de cada materia en
un lenguaje sencillo, suprimiendo y traduciendo citas y darían lugar a una obra
válida para todos los hombres, excepto para ellos, lo sabios. En ella se dan
conocimientos sobre todo y de fácil hallazgo lo que hace que la gente se lance
sobre los volúmenes y que éstos se agoten con rapidez. Esta practicidad de la
Enciclopedia queda expresada en las siguientes de palabras de un conde a su
rey “Sire, vos sois muy dichoso de que se haya encontrado en vuestro reino
hombres capaces de conocer todas las artes y de transmitirlas a la posteridad.
Todo está aquí, desde la manera de hacer un alfiler hasta la de fundir y apuntar
vuestros cañones, desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente
grande...“
Era también el libro que simbolizaba la libertad que los hombres reclamaban.
No pertenecía a ninguna instancia oficial. La Enciclopedia no pertenecía a
ninguna Academia en la que no tenían cabida nada más que un número
escaso de hombres. La Enciclopedia mostraría de una forma práctica, a través
de las planchas, los conocimientos de la civilización. Igualmente a través de
ella los hombres de este tiempo serían fieles a sus dioses: la razón y la
naturaleza.
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Hazard se pregunta por la paradoja que supone el encadenamiento de los
conocimientos humanos con el análisis desordenado que el orden alfabético
impone. ¿Cuál sería el principio que debía organizar este encadenamiento?
¿Era necesario hacer un calco del pensamiento divino? En absoluto. En la
clasificación de las ciencias, la teología tiene un lugar muy pequeño y además
dividida en dos: teología natural que sólo tiene el conocimiento de Dios que le
proporciona la razón y teología revelada pero “esta última no es más que la
razón aplicada a los hechos revelados; se puede decir que la teología
pertenece a la historia por los dogmas que ella enseña, y a la filosofía por las
consecuencias que saca de los dogmas. En otros términos, dependiendo de la
razón, o no siendo más que histórica o filosófica, la teología desempeñaba la
figura de una reina destronada. Las ciencias no se ordenarían ya por sus
relaciones con la ciencia de Dios”.
Pero esto queda demasiado difuso y por eso señalan tres facultades maestras:
la memoria, la filosofía y la razón. Estas crearán las tres divisiones del orden
enciclopédico. La memoria crea la historia; la razón, la filosofía; la imaginación
las bellas artes. Estas a su vez se subdividirán en otros aspectos. Si éstas son
las tres grandes facultades en torno a las cuales se organiza la Enciclopedia,
los grandes autores serán Locke y Bacon, es decir filosofía y ciencia. Se ha
producido una inversión copernicana en el conocimiento y en la moral: el
conocimiento no viene de Dios, ni la ley de Dios es la regla de la moral. Si
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D’Alambert había concedido un cierto papel al Ser Supremo: unión del alma y
del cuerpo, espíritu y materia, nos llevan a una inteligencia todopoderosa e
igualmente él admitía una religión revelada como suplemento de la religión
natural, Diderot en la defensa de un plan director de la obra, pondrá
resueltamente al hombre como centro del Universo. Esto lo afirmará en el
artículo “Encyclopédie” del Diccionario y también muy claramente en “Homme”:
“Es un ser que siente, reflexiona, piensa que se mueve libremente sobre la faz
de la tierra, que parece estar a la cabeza de todos los animales sobre los
cuales él domina, que vive en sociedad, que ha inventado las ciencias y las
artes, que tiene una bondad y una maldad que le son propias, que se ha dado
maestros, que ha hecho leyes...”.
Otro aspecto que Hazard plantea es la novedad que puede suponer el gran
lugar que la Enciclopedia dedica a las artes y a los oficios. Este autor rechaza
que este dato sea una novedad exclusiva de dicho libro ya que autores como
Descartes o Leibniz u otros hablan llamado la atención sobre la importancia y
utilidad de las artes mecánicas. El asombro que las máquinas de hilar y sobre
todo la máquina de vapor provocaba, habían preparado el camino para el lugar
tan importante que las artes y oficios tienen en la Enciclopedia. Esta como en
otros aspectos lo que hace es recoger un movimiento general, vulgarizarlo y
lanzarlo al gran público dignificando la técnica y a las personas que
desempeñaban las artes mecánicas. En este cambio de consideración
participan la distinta consideración sobre el lugar en el que reside la felicidad.
Esta está en el progreso material. El empirismo’transfert’ de dignidad que iba
de la especulación a la práctica, del pensamiento a la acción, del cerebro a la
mano. Diderot tomando partido por las artes mecánicas, era fiel a su doctrina, a
las ideas que él compartía con sus hermanos, al espíritu de la filosofía del
siglo”.
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