Está en la página 1de 33

CONTEXTO SOCIAL

1. VISION GENERAL

Hablando de la complejidad y dificultad de definir un siglo Avilés Fernández se


pregunta ¿Cómo definir el siglo XVIII, más allá de la obvia acotación
cronológica? ¿Qué tuvo de particular, que no tuvieran el XVII ni el XVIII?”. En
un siglo entran múltiples elementos particulares que es necesario articularlos
en un conjunto para darles unidad, o por lo menos descubrir algunos elementos
uniformadores dentro de la gran variedad que un período tan grande de tiempo
suponen. El autor anteriormente citado sigue preguntándose “¿Cómo sería,
entonces la imagen conceptual que podríamos dar del siglo XVIII? En ella
deberían poder integrarse coherentemente realidades tan dispares -al menos
en apariencia- como la sonrisa de Voltaire y el reparto de Polonia; la limonada
que degustaban los contertulios del ‘Club del Entresuelo’ y la sangre de los
campesinos portugueses masacrados por el ejército de Pombal; las pelucas
empolvadas y el chirrido de la guillotina; las especulaciones financieras de un
burgués de Amsterdam y una porcelana rococó; el ‘Mambrú’ se fue a la guerra
y el Lafayette que volvió de ella”.

El siglo XVIII se define tópicamente como el “Siglo de las Luces” , pero ¿dónde
se encuentran éstas? Ciertamente que no entre las enormes masas de
campesinos europeos o asiáticos o africanos tan en oposición al “petimetre
amanerado de los grandes salones parisinos o londinenses. Unos y otros
pertenecen a la historia del siglo. Hay, sin embargo unas líneas de fuerza que
señalan el período. Unos cambios que se produjeron en esos cien años y que
marcaron la historia. Realidades que sus antecesores no afontaron. Esto es lo
que realmente interesa al historiador. Aquellos elementos que han pasado al
acervo cultural de una civilización o del mundo. Entre éstos podemos señalar
su música y literatura, sus pinturas y su arte en general, y también aquellos
concepciones filosóficas o logros políticos que consiguieron transformar la
realidad.

El siglo que consideramos en estos momentos es la época en la que se

1
comienza a hablar de Derechos humanos, de constituciones, de igualdad entre
los hombres, de libertad, de progreso, de vuelta a la naturaleza... Ante la
imposibilidad práctica de hacer un estudio exhaustivo del siglo XVIII, vamos a
limitarnos a algunos aspectos concretos que, por otra parte, son los más
cercanos al campo en que específicamente nos movemos nosotros. Entre
estos temas he seleccionado los siguientes: Demografía y sociedad, economía,
absolutismo, la Razón y las Luces, La Enciclopedia y la Moral.

1. BASES ECONOMICAS, POLÍTICAS Y SOCIALES

A.- Demografía.

El siglo XVIII significó un aumento de la población en el continente europeo.


Entre 1350 y 1700 la población europea apenas si había crecido en un 20%. En
cambio a partir de principios del XVIII en unos países y mediados en otros se
produce un cambio constatable principalmente en la erradicación de las cíclicas
mortalidades catastróficas que habían acompañado la vida de los europeos. Es
el llamado “ciclo demográfico antiguo”. Este descenso de la mortalidad fue la
causa principal del aumento de la población en este siglo. A esto se ha de unir
la preocupación por incorporar las innovaciones tecnológicas y sanitarias que
posibilitasen la erradicación de las pestes. A principios del siglo Europa era
fundamentalmente una sociedad rural con una alta tasa de mortalidad y una
población joven a causa de la elevada fertilidad de las parejas europeas.

a.- Nupcialidad.

La Europa preindustrial mantuvo una actitud peculiar ante el matrimonio.


Muchos no se casaban y los que lo hacían, a una edad relativamente alta.
Entre la burguesía ginebrina el 25% de la mujeres en 1700 permanecían
solteras y entre la nobleza la tasa de célibes era mayor, pudiendo alcanzar
hasta el 50%. En el campo la situación era diferente.

Las causas de esta alta tasa de célibes eran: el aprecio que del celibato se
tenía; razones económicas en las clases altas: el patrimonio familiar no se

2
dividía; religiosas; “intelectuales’, se consideraba el celibato como un estado
apto para intelectuales y eruditos. Margarita Ortega dice que” No era frecuente
encontrar en las universidades a personas no célibes”.

Al matrimonio se llegaba en edades relativamente avanzadas al intentar reducir


la tasa de fecundidad. Las mujeres de la burguesía se casaban entre los 21 y
los 26 años por término medio.

b.- Fertilidad.

La fertilidad se mantuvo en la Europa preindustrial en los límites de los


máximos biológicos; si bien la mortalidad desempeñaba un papel correctivo
muy serio para el aumento de la población y esta fertilidad fue siempre más alta
entre las poblaciones agrarias que entre las urbanas. Según esta autora, Mayo,
la Cuaresma y el verano solían ser meses de abstinencia sexual. Junto a esta
abstinencia sexual, la larga lactancia servía de regulador de la natalidad. Como
Síntesis M. Ortega dice que gracias a los avances de la demografía histórica se
han de barrer los viejos tópicos sobre el comportamiento y la organización de la
sociedad europea de finales del Antiguo Régimen.

Según estos trabajos, ni dominaba la familia patriarcal alrededor del abuelo, ni


las parejas contraían matrimonio en la pubertad, ni las madres daban a luz
cada año, ni los hijos ilegítimos eran tan corrientes. Bien al contrario, ahora
conocemos con certeza que la estructura familiar del siglo XVIII era parecida a
la actual: mononuclear, con padres e hijos tan sólo, que los varones contraían
primeras nupcias entre los 25 y los 30 años y las mujeres, en torno a los 25-27
años; que el número de célibes era muy alto, que los intervalos entre un
nacimiento y el anterior fluctuaba entre los 25 y 30 meses; que las
concepciones fuera del matrimonio no eran abundantes (recuérdese aquí lo
señala do para los siglos XVI y XVII). La verdadera arma anticonceptiva según
Chaunu fue el retraso de la edad del matrimonio.

c.- La mortalidad.

3
De ésta distinguimos entre la ordinaria y la extraordinaria. En relación a la
primera el mayor efecto venía dado por la mortalidad infantil, muertes antes de
un año de vida, y adolescente, entre 1 y 10 años. Considerando los dos grupos
como mortalidad infantil se puede pensar que morían entorno a 150-350 de
cada 1.000 niños nacidos. La razón fundamental era la escasez de cuidados
sanitarios y el bajo nivel de la medicina. Pero la mortalidad ordinaria también
desempeñaba un papel considerable. Para los que superaban la difícil barrera
de la infancia la esperanza de vida no era muy larga. La escasez de
alimentación, la falta de higiene, el exceso de trabajo, la promiscuidad con los
animales, falta de alcantarillado.., junto con la intensificación de las
comunicaciones, que favorecieron la propagación de las enfermedades de
contagio, contribuyeron a que la muerte sobreviniera en edades tempranas. No
era fácil convertirse en anciano en la sociedad europea del Antiguo Régimen.

La mortalidad extraordinaria era el gran azote de las sociedades con el


denominado ciclo antiguo y cuya superación será uno de los logros del siglo
XVIII. Hambres, peste y guerra eran la tristemente famosa tríada que
condicionó el desarrollo demográfico europeo. La que más afectó al desarrollo
demográfico fue la peste o epidemias: gripes, tifus, viruela, sarampión,
paperas... De la viruela dice el diccionario inglés general de medicina “que se
ha hecho en estos tiempos -1748- más universal que la peste y es superior a
ella por los estragos que produce”. En España, unos años antes, se le llamó el
“Herodes de los niños”

Las crisis de subsistencia fueron controladas en el siglo XVIII gracias a las


innovaciones introducidas en la agricultura en Inglaterra y los Países Bajos:
nuevos
cultivos, rotación, planteamientos fisiocráticos sobre la producción
agraria...están en la base

continente siguieron padeciendo estas crisis de subsistencia.

d. Aumento de la población

4
Con esto último llegamos a lo que se llama ciclo demográfico moderno. En
1700 Europa tenía sobre 105-115 millones de habitantes. En 1800 la población
ascendía unos 187 millones. Este rápido crecimiento señala el paso de un ciclo
a otro. Pero el crecimiento no fue uniforme en todos los países del continente.
El Norte y Centro de Europa tuvieron un notable aumento, mientras que Italia,
Francia o España el aumento fue mucho más modesto. Inglaterra y Gales
aumentaron su población en un 80% mientras que Francia en un 30 e Italia en
un 40 %. España tenía a principios del XVIII un millón y medio menos de
habitantes que a finales del XVI, sin embargo para final de siglo casi había
duplicado su población en relación a principios de siglo. Un caso espectacular
es el de Hungría que el transcurso del siglo cuadruplicó la población.

Las causas de este incremento todavía no están suficientemente estudiadas,


sin embargo, como ya se ha indicado parece ser que la más importante es el
descenso de la mortalidad catastrófica: control de la política belicista, Utrech
consiguió un cierto equilibrio apoyado sobre la superioridad británica; la
climatología mejoró lo que contribuyó a un aumento de los rendimientos
cerealísticos; avances científicos tales como los trabajos sobre inoculación y el
descubrimiento de la vacuna de la viruela; se crearon colegios médicos;
desecación de zonas insalubres o pantanosas; alejamiento de los cementerios
de las zonas urbanas. La mejora de la alimentación fue otra de las causas del
aumento de la población. Se introdujeron y divulgaron cultivos de ciclo corto
como la patata. Hasta tal punto fue significativo este hecho que se ha calificado
a la patata como la causante de la erradicación del hambre en muchas zonas
de Europa. El maíz aunque ya se conocía en las zonas atlánticas desde el siglo
XVII se expandió a partir del XVIII. Se mejoró la tecnología gracias a los
tratados de agronomía que la revolución inglesa estaba produciendo. Se liberó
a la tierra del monocultivo cerealístico con lo que se produjo una nitrogenación
de la misma. Se roturaron nuevas tierras...

Estas innovaciones no fueron paralelas en todos los países ni en todos los


lugares dentro de un mismo país. Sólo una minoría aplicó los principios de la
revolución agraria por lo que las crisis de subsistencia siguieron
desarrollándose en Europa. A veces el aumento de la población fue superior al

5
de los recursos y, en consecuencia, el hambre volvió a ensombrecer el
panorama europeo. En 1796 se calcula que un 5% de la población francesa
murió de hambre. Años antes la mala cosecha de 1786 sirvió para intensificar
el descontento de la Francia pre revolucionaria.

e. Las migraciones.

Aunque no las conocemos con precisión por falta de datos sí sabemos que en
los siglos XVII y XVIII se intensificaron las migraciones atraídos por unas
supuestas condiciones de vida, por la benignidad del clima o por otros
condicionamientos sociales. La ciudad se pensaba que era el lugar donde
mejor se podría encontrar solución a los problemas provocados por las malas
cosechas o por la presión fiscal sobre los campesinos y aquella se llenó de
mendigos, buhoneros, aprendices.

Pero además hay otra migración provocada por la demanda de mano de obra,
mayor comunicabilidad interestatal, aumento de las rutas y medios de
transporte consecuencia del auge mercantil e industrial del siglo XVIII. Como
dato que expresa esta intensidad migratoria se constata que una tercera parte
de los recién casados parisinos en 1751 no era de esta ciudad. Europa fue
pasando progresivamente a ser una civilización urbana. El 33% de la población
francesa a finales de siglo era urbana. Más modestamente el resto de los
países europeos siguieron el mismo proceso.

La migración a ultramar también fue importante y además controlada por los


estados. España restringió la emigración hacia América a personas cualificadas
a fin de poder controlar el deficiente sistema colonial. Francia fue menos
selectiva en la emigración hacia las Indias Occidentales, Canadá o Guyana.
Millón y medio de británicos pasaron a América en este siglo. Además
200.0000 alemanes reforzaron el potencial humano de las trece colonias
británicas en Norte América. En el interior del Continente también se
produjeron migraciones importante. Federico el Grande de Prusia introdujo
300.0000 europeos en sus tierras a fin de aumentar la población y
productividad de su estado. Rusia trasladó a Siberia en torno a 575.000

6
colonos.

Estos datos son meras líneas de fuerza que orientan el sentido de la evolución
demográfica. De hecho hay diferencias importantes entre el caso inglés, el más
espectacular y brillante de todos, y el francés en cuyo territorio siguieron
existiendo crisis de subsistencia o el español en el que si bien se aplican las
líneas generales del ciclo demográfico moderno existen grandes diferencias
entre el interior y el Mediterráneo, siendo estas zonas las que conocieron un
aumento mayor, sobre todo Cataluña.

B.- Sociedad.

A pesar de la gran variedad de situaciones de dependencia y de estructuración


orgánica de las sociedades del XVIII, el elemento unificador de todas ellas es el
llamado sistema estamental. Según esto, los dos estamentos privilegiados:
nobleza y clero con ser muy minoritarios, sobre el 10% de la población, poseían
la mayor parte de la tierra y el prestigio y autoridad moral sobre el llamado
Tercer Estado al que pertenecían el resto de la población, sin atender a las
enormes diferencias que dentro de éste se producían entre unos y otros. Al
Tercer Estado pertenece lo mismo el gran mercader que el campesino más
miserable. Esta realidad apoyada por la inercia tradicional y por la legislación
se tambaleará a partir de la segunda mitad del XVIII por la fuerza de una
jerarquización apoyada en la riqueza, cualquiera que fuese el origen de ésta.

En la moral y el quehacer de los hombres, todo estaba integrado a partir de la


pertenencia de la persona a uno de los estamentos. Querida por Dios, esta
división atribuía roles y funciones a cada persona. Reprimía e integraba, al
mismo tiempo, a la persona en la sociedad y el poder elaboraba sistemas de
justificación de la desigualdad existente que, en último término, era referida a la
voluntad de Dios.

a.-El Estamento Nobiliario.

Era uno de los estamentos privilegiados. Todavía en el XVIII primaban en su

7
escala de valores el ejercicio de las armas o la actividad intelectual sobre las
actividades comerciales y productivas, que eran consideradas serviles y
degradantes y hacían perder la condición nobiliaria o impedían el acceso a la
misma, salvo que algún soberano ilustrado reformara la legislación. Igualmente
reclamaban el servicio directo a la Corona. Otros infinitos estatutos particulares
definían después el lugar de cada uno en la sociedad.

Desde el punto de vista económico el sistema se perpetúa a través del


“Mayorazgo” en España “Fideikcommis” en Austria o “derecho de
primogenitura” en Inglaterra. Este sistema llevaba anejo en muchas ocasiones
el ejercicio de la jurisdicción señorial en su doble aspecto judicial y fiscal. Pero
como es sabido que dentro del propio estamento nobiliario se producen
considerables diferencias en razón de la riqueza o de la raigambre y
antigüedad del título. Hay zonas como la Bretaña francesa en la que la mayoría
de su población se gloriaban de ser noble, pero éstos como los hidalgos
castellanos, en nada se diferenciaban de los campesinos con los que
convivían.

En el vértice de la pirámide nobiliaria tenemos a los grandes nobles cercanos al


poder monárquico o dominadores del poder local y que con frecuencia
desempeñan funciones administrativas y financieras. Esta nobleza copará los
puestos remunerados en la corte o desempolvará viejos privilegios con lo que
controlará los centros de poder produciéndose así la alianza de la nobleza de
toga y espada.

b. Los eclesiásticos.

Los eclesiásticos mostraban una mayor cohesión estamental, si bien eran muy
profundas las diferencias entre los miembros del propio estamento. Constituían
en torno al 2 ó 3% de la población de la mayoría de los reinos. Los grandes
obispados, abadías y canonjías estaban reservadas a los hijos de la nobleza y
sólo en España e Italia la carrera eclesiástica significó una posibilidad de
ascenso en la escala social.

8
c. El Tercer Estado.

Lo que los unifica es el no tener privilegios. Entre ellos las diferencias no eran
menores que entre los nobles. Había un pequeño número que competía en
gastos y riquezas con la gran nobleza y apetece el poder, eran los burócratas y
hombres de negocios. Frente a ellos tenemos a la gran mayoría de
desposeídos.

Dentro de este gran colectivo sus niveles de miseria o pobreza eran similares,
aunque geográficamente sea necesario establecer diferencias. En líneas
generales se puede afirmar que allí donde el estado consiguió hacerse fuerte
progresivamente frente a los poderes estamentales, el grado de libertad fue
mayor que en los lugares en que la debilidad del estado y el anacronismo de
las fuerzas políticas dejó amplio margen a las fuerzas señoriales. El ejemplo
más típico de libertad fue el inglés. Allí la propiedad de la tierra se liberalizó
para todo aquel que había logrado medios económicos para acceder a la
misma. De esta forma se produjo una convergencia de intereses mayor entre
todos los propietarios, independientemente del origen de los mismos. Así la
sociedad inglesa se diferenció muy claramente entre los propietarios, nobles o
plebeyos, y los asalariados que eran contratados temporalmente y
completaban sus ingresos con trabajos de manufacturas textiles o metalúrgicas
y que a finales de siglo serían los que comenzarían a formar el proletariado
urbano de las grandes urbes industriales inglesas.

C. Coyuntura económica.

a. Comercio.

El comercio conoce un amplio desarrollo en el Setecientos. Inglaterra es la


principal potencia comercial y el “comercio triangular” (Europa-Costa occidental
de África-Plantaciones de América), generador de unos beneficios del 300-
400%, el nervio de la economía mundial. Europa proporciona manufacturas,
Africa esclavos, y América metales preciosos y materias primas. Esta situación

9
incide sobre el despegue de la industria textil inglesa al proporcionarle las
materias primas que necesita ( algodón). El punto de partida de todo el
engranaje es el comercio de negros que alcanza en este siglo volúmenes
desconocidos en los dos anteriores. Su punto máximo fue la década 1780-1790
con 88.600 esclavos negros llevados a América según C. Manera Erbina. Entre
1700 y 1810 llegaron a América 6 millones y medio de esclavos negros.
Inglaterra fue la principal protagonista del negocio y Liverpool el puerto de más
tráfico.

Además del comercio triangular el que se desarrolla directamente con América


del Norte gana cada vez más importancia. El auge de la potencia comercial
inglesa y de la presencia de agentes en los mercados coloniales y europeos es
debido a:

 Amplia red de puertos habilitados para los intercambios.


 Integración de un mercado nacional.
 División social del trabajo.
 Agricultura en expansión y producción manufacturera orientadas a la
comercialización.
 Desarrollo de técnicas comerciales. Banca, letras de cambio...

Junto con estos aspectos otros que impulsaron el comercio inglés, el más
desarrollado de la época, fueron la aplicación de los seguros marítimos, las
compañías comerciales que implican la división de inversiones y riesgos, la
política promovida por el parlamento inglés que favorece el intercambio.
Inglaterra es “la locomotora” del tren europeo. Su despliegue acelera el del
resto de los países de Europa ante los que no les queda otro remedio que
adoptar métodos que le permitan competir con los ingleses. De hecho la
potencialidad inglesa arruinó manufacturas continentales.

Al lado de Inglaterra las otras potencias comerciales del siglo son Holanda y
Francia. España conocerá también un importante desarrollo en este tiempo con
dos polos principales: el comercio con América y el Mediterráneo. Es un

10
comercio deficitario que se completa con los metales traídos de América. Los
gobernantes ilustrados españoles romperán con el monopolio comercial
ejercido por Cádiz y esta ciudad, junto con Barcelona, se convertirán en los
principales centros de transacción con las colonias americanas.

b. El capital mercantil.

Todo este volumen comercial conlleva una importante acumulación de capital.


Esta, según Manera Erbina, “tiene en el perfeccionamiento de las formas de
gestión financiera -bolsas de valores, banca pública y privada, instrumentos de
crédito- su razón de ser”. Pero otro motivo que impulsará la acumulación de
capital es el rápido enriquecimiento de los mercaderes y la administración
descentralizada de las transacciones. El gran comerciante actúa desde
distintos lugares del mundo, tiene corresponsales establecidos en todo el
mundo y sus inversiones se encuentran diversificadas con lo que los riesgos se
disminuyen. Pero el gran comerciante no se conforma con las transacciones y
el intercambio de las mercancías, sino que pretende controlar los sectores
productivos y eliminar de esa manera estadios intermedios que le disminuyen
las ganancias. Ante la oposición que los gremios tradicionales oponen a los
sistemas de producción del gran mercader, éste contacta con los campesinos
necesitados de unas ayudas suplementarias para poder subsistir y se ofrece a
construir “talleres domésticos rurales” -K. Bücher- . El sistema gremial queda
roto y con ello se abre una posibilidad de expansión al mismo tiempo que se
erosiona el sistema feudal.

Este es el “domestic system” que hace que campesinos y tejedores sean


propietarios de unas máquinas rudimentarias con las que fabrican las telas
para las que el mercader ha entregado previamente la materia prima.

El “Factory system” aparece posteriormente y supone una concentración de


obreros y división del trabajo más avanzado.

Pero el mercader no se conforma con penetrar en el campo a través de estos


sistemas, sino que comprará tierras o las arrendará a los aristócratas con lo

11
que elimina otro de los intermediarios. De esta forma el capital mercantil
controlará gran parte de los sectores productivos, si bien en ocasiones esta
tierra que ha sido adquirida por mercaderes será “refeudalizada”
posteriormente por sus herederos.

c. Economía agraria.

Los profundos cambios producidos en Europa durante este siglo en todos los
campos: político, jurídico, económico..., justifican el que este siglo sea
calificado como revolucionario. En el sector agrario, este concepto hay que
matizarlo. Francia, Inglaterra y España pueden ser expresión de esta
matización que es necesario hacer.

- Francia. Manera Erbina califica el siglo XVIII francés en este sector como el
del paso del “modelo feudal” a otro de tipo capitalista. El mundo feudal se
caracteriza por bajos rendimientos, técnicas agrarias rudimentarias, predominio
del cereal y uso del barbecho. Este modo de producción se encuentra inmerso
en unas relaciones entre señor y campesino que implican diferentes grados de
explotación. Consecuencia de todo esto son las crisis de subsistencia que
asolaron el país en los años de escasez.

Desde la segunda mitad del siglo aparecen multitud de tratados sobre la


agricultura junto con una preocupación por la tierra. El estado francés favorece
la roturación, desecación de terrenos pantanosos, introducción de nuevos
cultivos. El barbecho se considera enemigo de la producción y la supresión de
éste ocasiona graves problemas al pastoreo al eliminar los pastos comunales.

De hecho en Francia en este período se habla de la situación misérrima en la


que vive el campesinado y se constatan crisis de subsistencia que provocan la
mortalidad por hambre de gran parte de la población. Sin embargo se constata
un aumento de la población que sólo puede explicarse a partir de la
complementariedad de los cultivos: cereales, maíz, y patata.

Los tratados de los fisiócratas Quesnay y Mirabeau que proponen la reforma

12
del Estado y un sistema basado en la primacía de la tierra se apoyan en los
siguientes principios fundamentales:

 Un único propietario que controle grandes extensiones de tierra

 ésta debe cultivarse intensivamente y reabsorver parte de las rentas


conseguidas para mejorar las cosechas.

 El Estado debe cobrar al propietario una contribución proporcional sus


riquezas.

La Revolución Francesa, con todo el sistema jurídico que de ella emana,


supuso una mayor facilidad para acceder a la propiedad de la tierra, pero no se
verá acompañada de un progreso económico ni una evolución de la
mentalidad.

-Inglaterra. Desde finales del Seiscientos este país conocerá un desarrollo de la


producción agraria. Se inicia el cultivo de forrajes, a costa del barbecho, se
promueve la ganadería por su carne, abono y colaboración al transporte,
aumenta la producción cerealera que es ayudada por la gran demanda exterior.
A pesar de su gran desarrollo demográfico la agricultura inglesa será capaz de
alimentar la población.

Un elemento fundamental de la transformación del campo inglés fue la


“enclosure”, es decir el cambio de campos abiertos a campos cerrados. Este
Sistema supuso la mejora de la ganadería, de la producción agraria, de la
libertad en la explotación, de las técnicas de producción... pero tuvo sus
contrapartidas humanas al desplazar grandes masas de población del campo a
la ciudad de una manera forzada. Esta mano de obra liberada de la agricultura
y ganadería será absorbida por la incipiente industrialización de las ciudades
inglesas.

Volviendo al campo inglés se observan tres grandes grupos: grandes


propietarios, grandes arrendatarios y trabajadores rurales. Es el arrendatario el

13
que hace las mejoras pertinentes en el campo y concibe éste como una
empresa de la que obtener beneficios. Con frecuencia el arrendamiento es el
paso previo a la propiedad. Este sistema, brevemente descrito, llevará a la
acumulación de capital, la construcción de las fábricas y la concentración
obrera de la primera revolución industrial.

- España. En la Península observamos una producción agraria baja en la


Meseta, Valle del Ebro y Baja Andalucía manteniendo técnicas de cultivo
arcaicas. La costa cantábrica y Cataluña incorporan antes mejoras técnicas
como rotación y diversificación de cultivos. “En líneas generales, la importancia
del barbecho -también utilizado para el ganado, pero limitado en las regiones
más aventajadas- predominio cerealícola, tierras incultivadas y bajos
rendimientos, son los aspectos que resumen la situación de la agricultura
española Trigo, cebada y centeno ocupan 3/4 partes del territorio español en
régimen de monocultivo. Junto a estos productos tenemos el arroz en Valencia,
que promueve un activo comercio, el maíz en la costa cantábrica y las
legumbres. Estos productos constituyen el conjunto de los cultivos en España
en el XVIII.

A partir de 1763 -1765 se produce un aumento de precios que estimula la


producción y aumenta la superficie cultivada. Años antes se ha aprobado la
libertad del tráfico del trigo en el interior. Igualmente el comercio del vino es
importante con dos mercados exteriores asegurados: Holanda e Inglaterra.
Trigo, aceite y otros cultivos de primera necesidad mantendrán precios bajo, lo
que permite un nivel de vida más alto y un crecimiento demográfico que, a su
vez acelerará la roturación de tierras por parte de los propietarios, la limitación
de los privilegios de los ganaderos y el ataque a los bienes de manos muertas.
“La semilla de las futuras desamortizaciones está sembrada”.

Cataluña y Andalucía serán las dos regiones que por su estructura agraria,
diferente grado de establecimiento de talleres y orientación del mercado
suponen los casos extremos del paso del feudalismo al capitalismo.

d. -Ascenso de la burguesía.

14
El ascenso de la burguesía en este siglo constituye uno de los factores sobre
los que se apoyan los cambios que en la economía se produjeron en este siglo.
Dentro de esta clase deben distinguirse dos grupos: la burguesía mercantil,
correspondiente al Antiguo Régimen y la Industrial relacionada con los siglos
XIX y XX. Aquí la que nos interesa es la primera.

La expansión mercantil genera el enriquecimiento o la ruina de los hombres


ligados al intercambio. Estos se hacen cada vez más amplios provocando una
competitividad entre los mismos y una preocupación por el ascenso social. El
capital mercantil llega a todas las áreas económicas y hay valores a los que se
concede gran importancia. Entre éstos: la visión del negocio, la información
constante, la admisión del riesgo. Son hombres no formados en la Universidad,
sino en la práctica de los negocios. Estos burgueses se sentirán atraídos por
las formas de vida de la nobleza e invertirán parte de sus beneficios en el
propio comercio y otra parte en propiedades rurales que les acercan al modo
de vida aristocrático, al mismo tiempo que les ofrece seguridad. Igualmente
compran títulos, cargos públicos, hacen de banqueros. El comercio es para
ellos una etapa hacia el ennoblecimiento, esta burguesía aspira superar a la
nobleza. En Francia la burguesía aspirará a los cargos políticos. En Inglaterra,
aunque compre tierras, no se desvincula de las prácticas comerciales. Pero en
general, los mercaderes enriquecidos “evitan la insegura etapa de los
intercambios y rompen con el comercio. Esta pretendida ‘traición de la
burguesía’ ( F. Braudel) dará paso a la burguesía industrial del Ochocientos”.

D.- Régimen político.

El sistema político dominante en la mayor parte de Europa en el S. XVIII es el


llamado “Absolutismo Ilustrado” . Este sistema se impone principalmente en los
países periféricos de Europa, teniendo en cuenta que en estos momentos el
epicentro es Inglaterra-Holanda-Francia. La Europa marginal estaría constituida
al Norte por Escandinavia, al Este por Prusia, Polonia y Rusia y al Sur por los
países Ibéricos y parte de Italia

15
En estas zonas periféricas, carentes de una burguesía potente fueron las
clases dominantes las que alcanzaron a expresar la necesidad de una cierta
reforma. En general se puede afirmar que incluso entre aquellos que no
deseaban liquidar el sistema feudal existente, y reemplazarlo por un sistema
burgués, sí que aparece un grupo cada vez más numeroso que deseaba
eliminar las imperfecciones de aquel. Dentro de estas zonas marginales, entre
las que se encuentra España, tenemos dos tendencias: la del absolutismo
ilustrado y la nobleza ilustrada y la de la burguesía. Los dos primeros no
pretenden la eliminación del sistema sino una cierta perfección dentro del
sistema feudal. Será en estos países marginales la primera de ellas la
triunfante.

El Absolutismo ilustrado no se presentó ni en Inglaterra ni en Holanda. Se


encuentran ciertos rasgos del mismo en Francia y se afirma en las zonas
marginales: Península Ibérica, Escandinavia, Prusia, Rusia... Estos países se
caracterizaban por una nobleza numerosa. El absolutismo ilustrado representó
“las aspiraciones de los Estados menos desarrollados de Europa que buscaban
alcanzar los niveles de los Estados del epicentro relativamente más
desarrollados. Esta tendencia que evolucionó de forma desigual, alcanzó su
apogeo hacia 1770; pero en la mayoría de los casos, se moderó e incluso
retrocedió antes incluso de que acabara, salvo en algunos países, ante la
situación creada por la revolución francesa”.

Características. El absolutismo ilustrado es necesario encuadrarlo dentro del


marco general de las ideas del siglo XVIII y en relación a las estructuras que lo
sostienen. El motor del mismo, en palabras de A. Soboul, son los monarcas y
los filósofos”. Los filósofos, a partir del racionalismo de Descartes pensaban
que la economía, la sociedad y la política comportaban, como la naturaleza,
unas reglas que era necesario conocer para poder reformarlas. Estas leyes
descubiertas por los filósofos, permitirán a los monarcas corregir las leyes
humanas. El conocimiento de las leyes permitirá denunciar los vicios y
corregirlos posteriormente.

16
De esta búsqueda se sigue la necesidad de la crítica. El filósofo es el que se
atreve a pensar por sí mismo, dice la Enciclopedia en el artículo “Eclectisme” y
el objeto del mismo es el hombre y la sociedad, y con ella la economía, el
derecho, la política que ponen los fundamentos de una sociedad nueva. Todo
esto contribuirá a despertar la conciencia de clase de la burguesía exigiendo la
puesta en práctica de esa filosofía: Tolerancia y respeto a la persona, abolición
de los privilegios, igualdad civil, acceso de todos a la dirección del estado en
función solamente de su talento, abolición de la esclavitud, movilidad de la
tierra, “laissez faire, laissez passer”, iniciativa individual.., que aumentaría la
riqueza de las naciones . Las revoluciones inglesas riel siglo XVIII eran el
modelo a imitar. Aunque nadie entre los filósofos, ni siquiera Montesquieu
preconizaba un régimen constitucional semejante al inglés.

Pero todo esto evocaba la figura de un rey filósofo. Estos deben ser los
educadores de los príncipes para instruirlos en los principios de las Luces. Sólo
un rey capaz de reflexionar sobre las reformas sería capaz de llevarlas a cabo.
El rey está sometido a la ley, el pueblo no es de su propiedad, “sino que es el
objeto de sus cuidados”. Imbuidos de esta filosofía, los reyes ilustrados tendrán
la preocupación de la eficacia y de la racionalización del estado por la cual se
enfrentarán a la tradición de los poderes municipales, provinciales la
complejidad de una administración para cuyo dominio no tenían medios. Los
reyes de la época pretenderán: reforzamiento del estado en un determinado
territorio nacional, desarrollo económico bajo la protección del estado,
desarrollo del capitalismo comercial en manos de la burguesía que alimentaba
a la monarquía de administradores y financieros. Estos tres principios, con
todo, se encontraban ya presentes en Luis XIV. Pero el rey Sol no es un
monarca ilustrado. El se servía a sí mismo y no al Estado.

Los monarcas ilustrados se esforzarían por constituir una administración


centralizada y una burocracia eficaz, practicarían un mercantilismo estricto,
acelerarían la formación de ejércitos modernos y con ello alcanzarían así sus
fines: aumentar su Tesoro, reforzar su poder militar, adquirir territorios. Otro de
los aspectos que define a las monarquías absolutas “es la difusión de otros
elementos de la civilización que se estaba elaborando en Europa occidental: la

17
constitución de un cosmopolitismo aristocrático, en el que la lengua, las letras,
las artes y los modos de Francia serían predominantes. Los monarcas
ilustrados demostraron un gusto exquisito por las cosas del espíritu, sin
preocuparse muchas veces de llegar al pueblo” Soboul, o.c. 18. Los filósofos se
volcaron en alabanzas sobre los monarcas ilustrados sobre todo porque: fueron
tolerantes en religión, permitieron la libertad de reflexión, y se preocuparon de
la investigación científica.

Sin embargo la alianza entre reyes y filósofos no fue total. Se rompe cuando
alguno de éstos defiende puntos de vista que no son concordes con los
intereses de los monarcas, de ahí la oposición de Federico II a la Enciclopedia
o a Rousseau.

¿Cuáles son las bases políticas el absolutismo? Aunque se haya afirmado que
respondía a la alianza entre la aristocracia y la burguesía no parece sostenible
esta afirmación, según Soboul. No cabe duda de que el Absolutismo Ilustrado
favoreció, en ciertos sentido, el crecimiento de la burguesía por la protección
dada al capitalismo naciente. Pero al mismo tiempo, el absolutismo frenaba el
desarrollo de la burguesía por el mantenimiento de las estructuras tradicionales
y el control de las actividades económicas. Tanto en el absolutismo monárquico
de Luis XIV, como en el ilustrado de Federico II o Catalina II se observa, “tras la
fachada de una autoridad teóricamente absoluta, la salvaguarda de los
privilegios nobiliarios, la explotación señorial, la sociedad estabilizada. La
nobleza europea se mantuvo fiel a una monarquía que aseguraba sus
privilegios. Los monarcas absolutos del Este de Europa dieron prueba evidente
de esto al permitir la explotación de los campesinos, a través de la servidumbre
o formas cercanas, o de los artesanos o recurrir a la misma severidad de Luis
XIV ante las insurrecciones de los campesinos. En Europa Occidental aunque
la aristocracia fuera el estado privilegiado, los campesinos no estaban tan
abandonados a la merced de aquella.

La burguesía en toda Europa estuvo subordinada a la aristocracia, aunque de


forma distinta en el Este y en el Occidente. Aquí podía comprar tierras, acceder
al ennoblecimiento... mientras que en Rusia o Prusia no podía comprar tierras

18
sin autorización y el ennoblecimiento estaba legalmente dificultado.

La alianza con la aristocracia fue la condición indispensable para la existencia


del absolutismo. El caso español, con Carlos III, estudiado por P. Vilar, es
calificado de “despotismo preventivo homeopático” contra la revolución
burguesa: mediación instintiva.., no consciente, salvo quizás en el caso de
Aranda” Cit. por Soboul, o.c. 21. Persistirán los privilegios y prejuicios
nobiliarios. La burguesía que conoció un período de esplendor por el comercio
colonial entre 1750 y 1792, se sintió demasiado satisfecha como para intentar
una aventura revolucionada. “Los monarcas ilustrados no podían, sin minar los
fundamentos de su absolutismo, atacar las bases de la sociedad del Antiguo
Régimen, el privilegio aristocrático y las estructuras feudales. Cuando la
revolución francesa destruye “desde abajo” el Antiguo Régimen lo que hace es
atacar los privilegios y las estructuras feudales que posibilitaban el
mantenimiento del sistema y que los monarcas ilustrados no se atrevieron a
tocar. Se mantenían los tres órdenes, el mismo sistema de propiedad, los
mismos beneficios y prerrogativas. La revolución llevó a su plenitud las
reformas que los ministros ilustrados habían iniciado y de las que
necesariamente debían seguirse otras: poder real subordinado a la
representación nacional, abolición del privilegio e igualdad de derechos,
liberación de los campesinos y de la tierra por la destrucción de toda
servidumbre. Absolutismo y aristocracia fueron atacados en su misma raíz: sus
fundamentos económicos y preponderancia social. “La revolución francesa fue
finalmente la exaltación de la burguesía que el absolutismo lustrado, por una
contradicción inherente a su misma naturaleza no podía aceptar”.

2. EL SIGLO DE LAS LUCES.

Es de todos conocidos cómo el siglo S. XVIII es llamado “siglo de las luces”,


“siglo de la razón”, “Ilustración”... Sería una pretensión inútil querer abarcar
todos los aspectos del pensamiento de esta centuria, por eso nos vamos a
limitar a tres campos concretos: a. Intentaremos comprender lo que significan

19
“Las luces” o la razón en este siglo, b. Descubrir el papel que conceden a la
moral los pensadores del tiempo, o. Acercamos al significado de la
Enciclopedia como la obra que más difusión tuvo en este período.

A. La Razón o las luces

“Para los creyentes, la razón era una centella divina, una parcela de verdad
concedida a las criaturas mortales, esperando el día en que ellas romperían las
puertas de la tumba y verían a Dios cara a cara. Para los recién llegados esto
no será más que la quimera de una época terminada y de un momento
pasado”. Con estas palabras comienza P. Hazard el capítulo dedicado a la
razón y las Luces en su libro “La pensée européenne au XVIII siècle”, p. 36. El
pensamiento europeo de este siglo comienza por un momento de humildad
para pasar pronto a un acto de orgullo. Se confiesa incapaz de conocer la
sustancia y la esencia, situadas en una región inaccesible a sus capacidades.
“La razón es como una reina que llegando al poder toma la resolución de
ignorar las provincias en las que sabe que no reinará jamás con seguridad”. De
esta forma la razón proclama la moderación como sabiduría. ¿Qué es la razón
así limitada?

La razón es algo congénito al ser humano, se forma con el alma y se


perfecciona con ella, se confunde con esta actividad interior que, trabajando
sobre los datos de los sentidos, alimenta nuestras ideas abstractas, y se
diversifica en facultades. De aquí se pasa a la deducción que no añade nada al
conocimiento. Pero sobre todo se insiste en su valor discriminador. Ella orienta
a propósito de la conveniencia o no conveniencia de las ideas. La mayor parte
del tiempo nosotros no percibimos esta relación porque carecemos de un
término medio. Hazard pone un ejemplo para ilustrar esto. Si vemos dos
edificios alejados nos es imposible saber con precisión en qué se parecen o en
qué se diferencian. Necesitamos una cuerda y entonces establecemos las
diferencias que existen entre ambos. Tal es el papel de la razón “en presencia
de lo impreciso y de lo dudoso, ella se pone a trabajar, juzga, compara, emplea
una común medida, descubre, pronuncia. No hay función más alta que la suya,
puesto que es la encargada de revelar la verdad de la razón depende toda la

20
filosofía y toda la ciencia”. Su método favorito es el análisis. No parte de
principios a priori, como en otros tiempos, sino de la realidad. Por el análisis
distingue los elementos, los colecciona con paciencia, después los compara
para descubrir los lazos que los unen y extraer las leyes. Para la razón la
experiencia es fundamental. La experiencia preserva del error, es un remedio a
la debilidad de nuestros sentidos, a las negligencias de nuestra pereza a las
enfermedades del espíritu que las generaciones precedentes han padecido”
Ibid. 37.

La razón se basta a sí misma, quien la tiene no se equivoca jamás, la razón


enseña infaliblemente el camino de la verdad, no necesita de la autoridad, ni de
la tradición, ni de los Antiguos ni de los Modernos. “Toda aberración procede
de aquellos que han creído ciegamente, en lugar de proceder en cada
circunstancia a un examen racional”.

Otro aspecto de la razón es su carácter universal. Es idéntica en todos los


hombres. Aquellos viajeros que pretenden haber notado en países lejanos
oposiciones irreductibles entre los comportamientos variados de nuestra
especie mienten porque las diferencias entre los seres de nuestra especie son
accidentes despreciables. En todos los pueblos y en todas las razas, la
naturaleza se expresa por la voz de la razón, Esta perfeccionará las ciencias y
las artes y se multiplicarán nuestras posibilidades. También nos llevará a la
felicidad, puesto que la desgracia no es nada más que la falta de conocimiento.
Lo que el pasado había siempre prometido y no habla logrado, la razón lo
cumplirá. Equivaldrá para el filósofo lo que la gracia para S. Agustín. La razón
iluminará a todo hombre que venga a este mundo siendo la luz.

La Luz, o mejor las luces” puesto que no se trataba de un solo rayo de luz, sino
de un haz que se proyectaba sobre las grandes masas de sombra con que la
tierra estaba aún cubierta, ésta fue una palabra mágica que la época ha
repetido...”. Los hijos de este siglo se consideraban iluminados. “Ellos eran las
luminarias, la lámpara cuyo resplandor les dirigía en el curso de sus
pensamientos y de sus acciones; la aurora anunciadora; el día; el sol
constantemente uniforme; durable. Los hombres habían errado anteriormente

21
porque estaban sumergidos en la oscuridad; porque tuvieron que vivir en medio
de las tinieblas, de las neblinas de la ignorancia, de las nubes que ocultaban el
camino verdadero... Los padres habían estado ciegos, pero los hijos serían los
hijos de la luz... La luz, las luces era la divisa que escribían en sus banderas,
pues por primera vez una época escribía su nombre. Comenzaba el siglo de las
luces, comenzaba la Aufklärung.

¿Qué es la Aufklärung? se preguntaba Kant cuando, estando los tiempos


revueltos, juzgó oportuno hacer un examen de conciencia retrospectivo. Kant.
responde que había sido una etapa de crecimiento, una crisis de conciencia, la
voluntad de salir de su infancia. Las épocas anteriores no se hablan atrevido a
servirse de la razón. Pero el hombre ha comenzado a pensar por sí mismo
“sapere aude”. Los hombres se habían dejado orientar en la ciencia, en la
moral, en medicina.., no habían tenido que hacer ningún esfuerzo personal.
Otros se habían ocupado de la desagradable función de reflexionar. La mayoría
de las criaturas habían tenido miedo a alcanzar su mayoría de edad. Es
necesario caminar solos. Es posible, es necesario, crear un público que acceda
a la filosofía de las luces. Pero esto es un proceso lento, no es una revolución
rápida, como cuando se abate un tirano.

Se trata de una reforma profunda por evolución. Y en el centro de todo esto la


libertad en la forma más pura de este concepto: libertad de hacer un uso
público de la razón. Pero aquí se levantan los gritos; el oficial dice a sus
soldados: no razonéis, y haced los ejercicios; el financiero: no razonéis, pagad;
el eclesiástico: no razonéis, creed”. La libertad, sin embargo no es ilimitada en
todo el cuerpo social. Es ilimitada en el sabio a la hora de pensar, pero no lo es
en aquellos que ejercen una función en el cuerpo social y deben cumplir su
obligación. Sería desastroso que un oficial que recibiera órdenes de sus
superiores se pusiese a razonar sobre la oportunidad de tales órdenes. Que un
eclesiástico, exponiendo el Credo a sus catecúmenos, se pusiese a exponer
las deficiencias del Credo.

“En resumen, el funcionamiento de los órganos de la máquina social debe


continuar sin cambios bruscos; al mismo tiempo, un cambio debe producirse en

22
el espíritu de aquellos que la dirigen, un cambio que les afecta en tanto que
seres pensantes, y que poco a poco substituye el estado de tutela por un
estado de libertad. Hay dos planos: el de la acción, que provisoriamente
permanece inalterable; el de la razón, donde se prepara la evolución que
terminará por dominar los actos, pues este trabajo del pensamiento tiene como
deber no detenerse”. El campo de la liberación está abierta, el hombre no
puede detenerse jamás, está en el buen camino. Así es como quería ser vista
en su forma más alta e ideal la Aufklärung.

Por último unas líneas sobre la unidad-diversidad de la luces. Dentro del Siglo
de las Luces se aprecian al mismo tiempo que una gran diversidad, una unidad
fundamental. Según D. Rosáry “la unidad de las Luces, parece explicarse en
último término por la identidad del proceso de evolución histórica de Europa y,
más en concreto, por los hechos allí acaecidos durante el período de transición
más o menos largo entre la feudalidad, el sistema de privilegios, y el
capitalismo, la sociedad burguesa. Por el contrario la diversidad resulta, ante
todo del hecho de que los diferentes países de Europa han presentado distintos
grados de desarrollo”.

En el siglo XVIII el epicentro europeo estaba en el Noroeste, la región con unas


condiciones económicas y sociales más avanzadas y dentro de esta zona
Inglaterra y Holanda eran los países en los que el capitalismo presentaba unos
rasgos más definidos. En ambos países estaba presente la ideología burguesa
resultante de las revoluciones del siglo XVII. Es en estos lugares donde
aparecieron algunos hechos transcendentales como la mecánica de Newton, la
idea de contrato social y el sensualismo. Junto con estos dos países otros
como Francia y algunas regiones de los valles del Rin y del Pó pertenecían a
este conjunto más desarrollado. “En el conjunto de estos países, epicentro de
la evolución, las Luces se afirmarían desde el fin del siglo XVII, cuando los
métodos racionales, críticos, utilizados hasta entonces únicamente en las
ciencias, comenzaron a ser aplicados a la religión, a la sociedad y a la política”.
Más allá de este epicentro encontramos las zonas marginales, periféricas en
las que el proceso sería más lento.

23
B.- La moral.

La ideas de las luces, su filosofía tenía que ponerse a prueba a través del bien
hacer, si la moral cristiana habla sido desechada era necesario encontrar otra
más pura y más alta, si no la obra habría fracasado en su totalidad.

No se acepta la moral estoica, se prefiere a Epicuro. Séneca es demasiado


austero para guiar al hombre hacia la alegría. Tampoco les interesa la moral
mundana, el hombre de pro no puede ser nuestro guía, sus cualidades se
adquieren a un precio muy bajo para que estemos envidiosos de él: demasiada
suficiencia, fortuna holgada y vicios aplaudidos constituían su patrimonio; la
virtud no entra ahí para nada, y todos los hombres de pro del mundo no valen
lo que un hombre virtuoso.

No le interesan tampoco los héroes. El héroe es vanidoso, orgulloso, temerario,


destructor, un ladrón infame un ilustre asesino. Dejemos de considerar a los
monarcas turbulentos que devastan la tierra como grandes hombres y
reservemos este hermoso nombre a” aquellos que han sobresalido en lo útil y
lo agradable (Voltaire) Los grandes hombres no son los príncipes belicosos
sino aquellos que, obligados a ponerse al frente de su ejército, después de la
victoria se han apresurado a convenirse en filósofos. El ejemplo es el Séthos
del abate Terrasson. Séthos es destronado en Egipto, perseguido y desterrado.
Este personaje “emplea el tiempo de su largo exilio en buscar pueblos
desconocidos que libera de las persecuciones más crueles y en los que se
convierte en legislador, a su vuelta salva por su valor a una poderosa república
de un enemigo que está a sus puertas y no exige por recompensa nada más
que la salvación del pueblo vencido cuyo rey o tirano le había atacado, vuelto
en fin a su patria se convierte en el bienhechor de aquellos que él tenía motivos
para considerar como su sus enemigos o sus rivales”. Este es el verdadero
heroísmo, el heroísmo pacifico cuyo ejemplo conviene a las almas ilustradas.

Según Hazard “en ninguna época ha habido número tan abundante de


moralistas; no de aquellos que estudian el corazón humano, el corazón

24
humano, se creía saber cómo estaba hecho, siempre el mismo, para todo lo
mismo, ahí no se podía descubrir nada. Se trataba de teóricos de la moral, no
de psicólogos; de aquellos que quieren dar principios a nuestra conducta, en
primer lugar. Se trataba de rehacer una moral que fue iluminada por las luces”.

Pero ¿qué se entiende por moral? Diderot la define de esta manera “se
entiende por moral lo que en un hombre de bien equivale a natural”. En otro
lugar este mismo autor afirma: si seguimos a la naturaleza en sus voluntades
manifiestas, nosotros veremos lo que es bueno, lo que tiende a la felicidad del
hombre y en esto es necesario obedecer a la ley. Se ha cometido un error
inicial, se ha creído que el hombre nacía vicioso y mentiroso, o al menos que lo
había llegado a ser inmediatamente después del pecado original. De aquí se
sigue una moral pesimista que tendía a oprimir al hombre. Favorezcamos el
instinto que nos lleva a ser dichosos y la razón que nos proporciona los medios
para llegar a serlo. La moral es la ciencia de las costumbres o vademécum de
la felicidad, escribirá K. Fr. Bahrdt, y en estas palabras toda una revolución se
ha consumado, escribe Hazard.

Las pasiones son un hecho natural, intentar suprimirlas es un error y una


imposibilidad. Son como la sabia de la plantas. Son útiles y para probarlo se
utilizaba una metáfora que se repite en todos los libros con pequeñas variantes:
los pilotos temen la calma chicha y llaman a los vientos que empujen sus
buques; de la misma forma las pasiones nos animan, corremos el riesgo de
naufragar si no estamos en guardia, pero sin ellas sería imposible navegar.

La moral dirigiendo las pasiones será el timón, el compás y el mapa que le


indica al hombre la ruta hacia la felicidad. De esta forma el placer deber ser
rehabilitado. Es un regalo que el Ser Supremo ha hecho a sus criaturas. El nos
orienta en las cosas que debemos desear y las que debemos rechazar
espontáneamente. En su forma más ardiente, la voluptuosidad está unida a la
reproducción de nuestra especie de forma que está lejos de ser incompatible
con la filosofía. Voltaire decía” yo soy un filósofo muy voluptuoso”.

Además la naturaleza, siendo razón, ha establecido entre todas las cosas

25
creadas relaciones razonables.” El bien es la conciencia de estas relaciones, la
obediencia’ lógica a las mismas; el mal es la ignorancia de esas relaciones, la
desobediencia a esas relaciones: en el fondo el crimen es siempre un falso
juicio. Así se identifican mal e ignorancia.

La razón es la gran ley del mundo, el Ser Supremo mismo está sometido a la
Verdad, que, en el orden teórico, constituye el fundamento de la moralidad.
Esta última no procede de él, sino de un poder que está más allá de él, de la
Razón eterna. La voluntad divina es inconcebible como creadora de sí misma.
Paralelamente si no hay una moralidad independiente de la divinidad, no podría
haber atributos morales de esta divinidad. “Naturaleza empírica o naturaleza
racional: la moral debía ser natural, o no ser nada”.

Para este autor las consecuencias de este principio serán divergentes, pero al
menos dos principios fueron admitidos como ciertos por la mayor parte de los
moralistas del tiempo:

En primer lugar: legitimidad del amor propio. No hay amor desinteresado. Este
amor propio nos indica los deberes hacia nuestro cuerpo y hacia nuestra alma.
En palabras de la Señora d’Épinay en una carta al P. Galiani del 29 de
Septiembre de 1769: “La primera ley es tener cuidado de sí mismo”.

Además la observación nos dice que el cristianismo y la filosofía se han


demostrado incapaces de traer la felicidad a la tierra y ello porque se han
equivocado a la hora de recomendar los motivos para ser virtuosos. Es
necesario encontrar un principio más general y más simple que el amor divino,
este principio es el amor propio, pero este amor propio no equivale a egoísmo
sin freno ya que está dirigido por la razón por la que nos separamos de los
brutos. La razón dirige los placeres razonables de aquellos que no llevarían a la
tiranía.

El vicio sería el abuso, la mala aplicación de los apetitos, de los deseos, de las
pasiones que en sí mismas son naturales, e incluso útiles y necesarias.

26
La virtud “consiste en la moderación y en el uso y aplicación de estos apetitos,
deseos, pasiones en conformidad con las reglas de la razón, y en oposición, a
menudo, a sus pulsiones ciegas”.

El segundo rasgo admitido como válido por los moralistas del tiempo de las
Luces señala el límite al primero. Según los Ilustrados, la búsqueda de mi
propio interés no debe dañar el interés del otro; y también, no hay felicidad
individual sin felicidad colectiva.

La pregunta surge inmediatamente ¿ El interés del individuo y el del grupo no


se oponen nunca? La respuestas es: jamás. “ En apariencia, el segundo
parece exigir renuncias, abandonos, sacrificios, pero éstos son siempre
provechosos para el que los consiente. El egoísta integral se castiga a sí
mismo aislándose. La reciprocidad es absoluta: trabajando por los otros, se
trabaja para sí mismo; la obligación de cada uno es la de todos”.

Otro problema que se plantea es el de la universalidad de los criterios morales.


Los viajes y descubrimientos, junto con la historia estaban demostrando que
criterios aceptados en un lugar eran negados en otros, o que valores aceptados
como tales en el siglo XVIII no lo eran entre los griegos o entre los romanos o
los egipcios, antepasados culturales de los ilustrados. La respuesta es que se
disentía en la interpretación de ciertos valores, pero no sobre la idea de lo
permitido o lo prohibido. Hay una ley general, universal inscrita en el corazón
de todos los hombres, esta ley universal probaba la universalidad de la razón.
La moral se concebía como “ciencia experimental, como una Psicología
natural”. “Desde aquí todo llegaba a ser simple y claro. No hay que seguir más
que algunas fórmulas elementales:. no hagas a otro lo que tú no quieres que
hagan contigo; ama a Dios; sé justo: entonces los malvados desaparecerán,
poco a poco; algunos obstinados liarán aún el mal, serán los incorregibles;
como se recompensará a los sabios, se les celebrará en las fiestas públicas, su
nombre aumentará de día en día, por contagio; y pronto todo el inundo será
feliz’.

27
Para la extensión de estas ideas se emplean medios como los diarios
moralizantes, la interpretación de libros de Otras religiones que coinciden con
los presupuestos éticos de los ilustrados europeos y se publican también
catecismos. Se pregunta Hazard ¿por qué no escribir catecismos filosóficos, a
fin de llegar también a los niños?. No es malo imitar los métodos de los
enemigos. Así aparecen catecismos fundados en la razón y la experiencia y no
en la fe. Estos catecismos de la humanidad y del ciudadano deberían preceder
a los de la religión. El catecismo de la humanidad enseñaría a los jóvenes los
derechos y deberes de la humanidad, el de la sociedad enseñaría a los niños
los deberes y obligaciones del país en el que han nacido. El primero habría
sido digno de Montesquieu, el segundo de Sócrates. Uno de estos catecismos
que alcanzó gran difusión fue el de Saint-Lambert, es un “Catéchisme universel
á l’usage des enfants de douze á treize ans, contient comme dans une essence
les principes de la morale du siècle .

A esta moral basada en la razón y orientada a la felicidad le corresponden unas


virtudes nuevas:

a. La tolerancia.

Piden la tolerancia en los países católicos cuando ya los protestantes la habían


implantado. Mientras Bossuet la seguía considerando como flojedad espiritual,
veneno que se expandía por la cristiandad, Locke en 1689 la había ensalzado.
La tolerancia se enriquecía y expandía. Era justicia, inteligencia puesto que
suponía la capacidad de comprender a los otros y también reconocimiento de
nuestra miseria, todos somos débiles y debemos estar dispuestos al perdón.
Igualmente la tolerancia era un valor social, sin ella los hombres se convertirían
en lobos para el hombre. También se la consideraba como el comienzo del
amor e inspiradora de las oraciones. La tolerancia significa aceptar la parte de
verdad existente en el punto de vista que uno no comparte. Como en otros
aspectos el idealismo de los Ilustrados les hace soñar que la tolerancia pronto
será un logro universal. De todas formas ellos estaban constatando algunos
signos de tolerancia, algunas victorias conseguidas después de grandes
esfuerzos; en 1781, José II da el Edicto de Tolerancia a los Luteranos, en 1787

28
Luis XVI devuelve a los calvinistas sus derechos civiles.

b. La beneficencia.

Este es un concepto nuevo en francés-Bienfaisance- elaborado por el abate de


Saint -Pierre en 1725. Este argumenta desde el abuso de la palabra “caridad”
por parte de los cristianos. En nombre de ésta los católicos han perseguido a
los protestantes y, a su vez, han sido perseguidos por otros en nombre de la
misma, por eso “yo he buscado un término que nos evoque precisamente la
idea de hacer el bien a los otros, y no he encontrado otro más propio para
hacerme entender que el término de “bienfaisance”.

c. Humanidad.

Es la virtud por excelencia de los moralistas del siglo XVIII puesto que les
recordaba constantemente la condición de hombre de la que era necesario
partir siempre y a la que se había de volver siempre, y que en consecuencia, lo
contenía todo.
C. La Enciclopedia

Se ha escrito que La Enciclopedia había sido la gran aportación del siglo, “el fin
al que tendía todo lo que le había precedido, el verdadero centro de una
historia de las ideas en el siglo XVIII”. Hazard,o.c. 200. Estas afinaciones
parecen hoy excesivas. La Enciclopedia nace de modelos ingleses, toma su
forma definitiva en París y ejercerá una poderosa influencia sobre todos los
países siendo una de las fuerzas representativas de Europa.

Ella pretende ser ciencia y vulgarización, afirmación puesta en cuestión hoy en


día. “Representa el movimiento de difusión que es conforme a la voluntad de la
época”. Lo difícil, lo secreto, no son de su gusto. No consigue penetrar el
secreto de las cosas, sino que esa burguesía ilustrada que la compone lo que
pretende es apoderarse del mundo. Hazard cita un amplio texto de B.
Groethuysen en el que se manifiesta cuál es el contenido y la pretensión de la

29
Enciclopedia: “la obra enciclopédica es la toma de posesión por parte de los
filósofos del siglo XVIII de un mundo que en sí mismo permanecerá
desconocido y que ellos aceptan como tal, renunciando a aprehender su
realidad profunda. Ellos se limitarán sabiamente a reunir hechos para
ordenarlos enseguida en un orden enciclopédico.

Y una vez que los hayan ordenado serán aprehendidos y ellos verán
transformarse el universo de los objetos en algo conocido, en un conjunto de
datos científicos, de hechos debidamente constatados ,en algo que el hombre
tiene y que le pertenece”. En este mismo sentido se expresaba un autor del
siglo XVIII” Se ama ser sabio, pero se busca serlo sin esfuerzo: tal es
particularmente el genio de nuestro siglo” (1715). Otro autor en 1749 afirmaba
más o menos lo mismo: “Se ama saber, pero se quiere aprender sin esfuerzo y
en poco tiempo, ésta es sin duda la causa de los diferentes métodos que se
presentan hoy y la razón por la que se presentan tantos resúmenes”.

Se multiplican los “resúmenes” de toda especie, los “pensamientos” extraídos


de las obras, demasiado grandes, de los autores. El Título preferido era
“L’Esprit” del arte musical, de las naciones, de las Bellas Artes, de Montaigne...
Todo se quiere resumir, extraer de todo su esencia, su espíritu. Otra de las
obsesiones de la época fueron los breviarios, compendios, bibliotecas y
diccionarios. Cada siglo ha tenido los suyos: el Renacimiento fue la época de
los diccionarios de las lenguas antiguas, el XVII de las lenguas nacionales. En
el XVIII se pide otro tipo diccionarios de las artes, del comercio, de geografía e
igualmente se pedía que fueran capaces de satisfacer todos los gustos.
Universal y manual, era el ideal, dice Hazard, y si esto no era posible, que
fuese universal. Un logro excepcional fue la “Cyclopaedia, or Universal
Dictionary of Arts and Sciences” del inglés Ephräim Chambers, el cual reunió
en dos volúmenes in folio los conocimientos universales.

La Enciclopedia era pedida por el espíritu de la época. Diderot y D Alambert lo


comprendieron perfectamente y llevarían el fenómeno a su término. Frente a
los deseos de conocer de todas las capas sociales: cortesanos, oficiales,
hombres, mujeres... ellos les ofrecerán los conocimientos sin necesidad de una

30
gran formación previa y expondrían lo que interesaba saber de cada materia en
un lenguaje sencillo, suprimiendo y traduciendo citas y darían lugar a una obra
válida para todos los hombres, excepto para ellos, lo sabios. En ella se dan
conocimientos sobre todo y de fácil hallazgo lo que hace que la gente se lance
sobre los volúmenes y que éstos se agoten con rapidez. Esta practicidad de la
Enciclopedia queda expresada en las siguientes de palabras de un conde a su
rey “Sire, vos sois muy dichoso de que se haya encontrado en vuestro reino
hombres capaces de conocer todas las artes y de transmitirlas a la posteridad.
Todo está aquí, desde la manera de hacer un alfiler hasta la de fundir y apuntar
vuestros cañones, desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente
grande...“

La “Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des


métiers, par une société de gents de lettres” era el libro del momento. Era el
libro que hacía el inventario de todo lo conocido, el que destruía los ídolos
antiguos, el símbolo de los valores modernos.

Era también el libro que simbolizaba la libertad que los hombres reclamaban.
No pertenecía a ninguna instancia oficial. La Enciclopedia no pertenecía a
ninguna Academia en la que no tenían cabida nada más que un número
escaso de hombres. La Enciclopedia mostraría de una forma práctica, a través
de las planchas, los conocimientos de la civilización. Igualmente a través de
ella los hombres de este tiempo serían fieles a sus dioses: la razón y la
naturaleza.

Otra pretensión no menor viene expresada a través de su autosuficiencia:


aunque todos los libros desaparecieran, no se perdería nada porque el “El
Diccionario” salvaría el saber de los hombres. Igualmente la Enciclopedia
contribuiría a la felicidad y la virtud de los hombres porque los haría más
sabios. La Enciclopedia fue más que un Diccionario, fue todo un símbolo del
tiempo y ese carácter simbólico hizo que la aceptación y el rechazo fuera más
allá del valor intelectual que la obra representaba. Provocó amores y odios y
con ambos, avatares de todo tipo que contribuyeron al éxito de la obra.

31
Hazard se pregunta por la paradoja que supone el encadenamiento de los
conocimientos humanos con el análisis desordenado que el orden alfabético
impone. ¿Cuál sería el principio que debía organizar este encadenamiento?
¿Era necesario hacer un calco del pensamiento divino? En absoluto. En la
clasificación de las ciencias, la teología tiene un lugar muy pequeño y además
dividida en dos: teología natural que sólo tiene el conocimiento de Dios que le
proporciona la razón y teología revelada pero “esta última no es más que la
razón aplicada a los hechos revelados; se puede decir que la teología
pertenece a la historia por los dogmas que ella enseña, y a la filosofía por las
consecuencias que saca de los dogmas. En otros términos, dependiendo de la
razón, o no siendo más que histórica o filosófica, la teología desempeñaba la
figura de una reina destronada. Las ciencias no se ordenarían ya por sus
relaciones con la ciencia de Dios”.

Excluyendo toda transcendencia lo que prevalecerá será la primacía de lo


humano. Una religión, una ciencia y una moral nueva está surgiendo. Todo lo
que pensamos y vivimos es el resultado de nuestras sensaciones, de ellas
proceden las leyes y los deberes, la espiritualidad y el alma “ la existencia de
Dios y nuestros deberes hacia él, en una palabra, las verdades de las que
tenemos necesidad, son el fruto de las ideas reflejas que nuestras sensaciones
ocasionan”. Evitando el dolor y buscando el placer, procurando conservar
nuestros cuerpos, alejar los males... Todo nos hace ver que el hombre ha
organizado su saber y su vida. El hombre se convierte en el centro del estudio.
Ya Pope había escrito: “The proper study of mankind, is man”, y Lessing
afirmaba que el más noble sujeto de estudio para el hombre es el hombre.

Pero esto queda demasiado difuso y por eso señalan tres facultades maestras:
la memoria, la filosofía y la razón. Estas crearán las tres divisiones del orden
enciclopédico. La memoria crea la historia; la razón, la filosofía; la imaginación
las bellas artes. Estas a su vez se subdividirán en otros aspectos. Si éstas son
las tres grandes facultades en torno a las cuales se organiza la Enciclopedia,
los grandes autores serán Locke y Bacon, es decir filosofía y ciencia. Se ha
producido una inversión copernicana en el conocimiento y en la moral: el
conocimiento no viene de Dios, ni la ley de Dios es la regla de la moral. Si

32
D’Alambert había concedido un cierto papel al Ser Supremo: unión del alma y
del cuerpo, espíritu y materia, nos llevan a una inteligencia todopoderosa e
igualmente él admitía una religión revelada como suplemento de la religión
natural, Diderot en la defensa de un plan director de la obra, pondrá
resueltamente al hombre como centro del Universo. Esto lo afirmará en el
artículo “Encyclopédie” del Diccionario y también muy claramente en “Homme”:
“Es un ser que siente, reflexiona, piensa que se mueve libremente sobre la faz
de la tierra, que parece estar a la cabeza de todos los animales sobre los
cuales él domina, que vive en sociedad, que ha inventado las ciencias y las
artes, que tiene una bondad y una maldad que le son propias, que se ha dado
maestros, que ha hecho leyes...”.

Otro aspecto que Hazard plantea es la novedad que puede suponer el gran
lugar que la Enciclopedia dedica a las artes y a los oficios. Este autor rechaza
que este dato sea una novedad exclusiva de dicho libro ya que autores como
Descartes o Leibniz u otros hablan llamado la atención sobre la importancia y
utilidad de las artes mecánicas. El asombro que las máquinas de hilar y sobre
todo la máquina de vapor provocaba, habían preparado el camino para el lugar
tan importante que las artes y oficios tienen en la Enciclopedia. Esta como en
otros aspectos lo que hace es recoger un movimiento general, vulgarizarlo y
lanzarlo al gran público dignificando la técnica y a las personas que
desempeñaban las artes mecánicas. En este cambio de consideración
participan la distinta consideración sobre el lugar en el que reside la felicidad.
Esta está en el progreso material. El empirismo’transfert’ de dignidad que iba
de la especulación a la práctica, del pensamiento a la acción, del cerebro a la
mano. Diderot tomando partido por las artes mecánicas, era fiel a su doctrina, a
las ideas que él compartía con sus hermanos, al espíritu de la filosofía del
siglo”.

33

También podría gustarte