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Infancia y Aprendizaje

Journal for the Study of Education and Development

ISSN: 0210-3702 (Print) 1578-4126 (Online) Journal homepage: http://www.tandfonline.com/loi/riya20

“Módulos”, dominios y otros productos del


desarrollo

María Núñez

To cite this article: María Núñez (2006) “Módulos”, dominios y otros productos del desarrollo,
Infancia y Aprendizaje, 29:3, 277-280

To link to this article: http://dx.doi.org/10.1174/021037006778148024

Published online: 23 Jan 2014.

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“Módulos”, dominios y otros productos


del desarrollo
MARÍA NÚÑEZ
Glasgow Caledonian University

Resumen
Partiendo de la idea propuesta por Karmiloff-Smith en 1992, este comentario se centra en la idea de que la
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especialización de dominios y la modularidad (re-definida) bien pueden entenderse como productos del desarro-
llo más que como artefactos del innatismo de los años 80 y 90. Destacando la idea de la especialización interac-
tiva (ver p.e., Johnson y Karmiloff-Smith, 2003) se sugiere que, desde la incipiente neurociencia del desarrollo,
la dicotomía entre teorías de dominio general y teorías de dominio específico puede empezar a verse como un deba-
te del pasado.
Palabras clave: Modularización, especificidad de dominio, especialización interactiva.

“Modules”, domains and other


developmental outcomes
Abstract
Starting from Karmiloff-Smith’s proposal (1992), this commentary focuses on the idea that domain specifi-
city and (re-defined) modularity can be understood as products of development rather than as artifacts genera-
ted by the nativist theories in the 1980s and 1990s. Emphasising the notion of interactive specialisation (see
e.g., Johnson and Karmiloff-Smith, 2003) it is suggested that, from a developmental neuroscience perspective,
the dichotomy between domain general and domain specific theories may start to be considered as a debate belon-
ging to the past.
Keywords: Modularisation, domain specificity, interactive specialization.

Correspondencia con la autora: Dept. of Psychology. Glasgow Caledonian University. 70, Cowcaddens Road.
Glasgow G4 0BA. U.K. E-mail: mnu@gcal.ac.uk.

© 2006 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0210-3702 Infancia y Aprendizaje, 2006, 29 (3), 277-280
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En el artículo de Enesco y Delval se plantean algunas críticas que son enorme-


mente pertinentes no sólo para el presente sino para el futuro de la ciencia del
desarrollo. Contra la perspectiva modularista e innatista que según los autores ha
dominado la psicología evolutiva de los 80 y 90, se lanza un alegato anti-modu-
larista haciendo uso de argumentos y datos que cada vez con mas frecuencia y
fuerza van surgiendo en las publicaciones evolutivas del nuevo milenio. Con
toda la actualidad que el debate que se presenta tiene, este no debería mirarse,
sin embargo, como el resurgir de “viejos problemas del pensamiento filosófico
occidental bajo nuevas formas… para los cuales no estamos cerca, ni mucho
menos, de una solución” como hacen los autores. Una mirada crítica pero cons-
tructiva al enorme conjunto de datos (más que a las teorías) que tanto desde la
psicología evolutiva (en particular de la primera infancia) como desde la psicolo-
gía cognitiva y la neuropsicología se han generado en los últimos 30 años, adop-
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tando la perspectiva de la incipiente neurociencia del desarrollo (véase p.e.,


Johnson, 1997/2000a; Johnson y Karmiloff-Smith, 2003; Karmiloff-Smith,
1998; 2002; Thomas y Karmiloff-Smith, 2002) tendría mucho mejor augurio
–y el potencial de encaminarnos hacia una vía de solución con una alternativa
viable a la dicotomía entre teorías de dominio general y de dominio específico.
Retomando algunas ideas que se han generado desde la perspectiva neo-cons-
tructivista centraré este comentario en la idea central que Karmiloff-Smith pro-
puso originalmente en su libro de 1992, argumentando que la especialización de
dominios y la “modularidad” (re-definida), lejos de ser un producto artificial de
‘insensatas tendencias innatistas’, bien pueden entenderse como el producto
natural del proceso mismo de desarrollo.
El argumento central del artículo de Enesco y Delval se organiza en torno a la
idea de que el innatismo de la psicología evolutiva de los últimos 20 años ha
resurgido con el planteamiento de una mente modular, organizada en sistemas
de procesamiento especializados en diferentes dominios. Por tanto, argumentan-
do en contra de la modularidad de la mente y de la especificidad de dominio los
autores lanzan un ataque al innatismo contemporáneo. Aún estando plenamente
de acuerdo con ellos en que muchas de las propuestas modularistas –ya sean evo-
lutivas o evolucionistas, todas ellas contagiadas del innatismo de Fodor (1983)–
extienden la modularidad a límites mucho más extremos y difusos de los que
Fodor trazó inicialmente, creo que un rechazo a la perspectiva de la mente adulta
como fundamentalmente organizada en dominios y en parte “modular” (en tér-
minos de eficiencia especializada de procesamiento) a favor de una perspectiva de
dominio general es equivocada por varias razones.
En primer lugar, por muy de acuerdo que estemos con atinadas críticas al
método de la doble disociación aplicado a los trastornos del desarrollo (ver p.e.,
Karmiloff-Smith, 1997; Karmiloff-Smith, Brown, Grice, y Paterson, 2003;
Karmiloff-Smith, Scerif, y Ansari, 2003) cuando miramos a los datos neuropsi-
cológicos de adultos con daño cerebral, encontramos de manera sistemática efec-
tos funcionales selectivos en algunos procesos pero no en otros, y este tipo de evi-
dencia habla a favor de la especialización. Así por ejemplo encontramos casos en
los que lesiones cerebrales impiden el reconocimiento de caras familiares (proso-
pagnosia) pero no afectan el reconocimiento de objetos familiares (ver p.e., De
Renzi, 1986; Farah, Levison y Klein, 1995). En el caso de procesamiento adultos
sanos encontramos dominios en los que el sistema cognitivo parece funcionar
con más precisión o eficacia que en otros aun teniendo una estructura similar.
Por ejemplo, mientras que el razonamiento condicional de reglas puramente
descriptivas (ya sean familiares o no) es una tarea ardua para al mayoría de los
adultos normales, los condicionales prescriptitos o deónticos se resuelven con
una enorme facilidad (ver por ejemplo, Manteklov, 1999 para una revisión).
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Admitir esta diferencia en la “actuación” no implica necesariamente asumir los
postulados innatistas de los psicólogos evolucionistas sobre módulos de detec-
ción de tramposos (p.e., Cosmides y Tooby, 1992) o de detección de peligros
(Fiddick, Cosmides y Tooby, 2000). Desde una postura mucho más pragmática
los efectos pueden entenderse simplemente como un producto de generación de
esquemas (o redes) específicos(as) como producto de la experiencia (Cheng y
Holyoak, 1985; Holyoak y Cheng, 1995).
En segundo lugar, los autores parecen equiparar dominios con módulos.
Como Karmiloff-Smith (1992; 1994a) defiende no debe confundirse la especifi-
cidad de dominio con la modularidad (y así asociar la especificidad de dominio
con el “innatismo radical”). Desde su postura el hecho de plantear que el conoci-
miento se organiza y adquiere (se procesa y almacena) en dominios específicos,
no implica necesariamente asumir que esto ocurra desde el principio del desarrollo
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de manera automática, encapsulada (es decir, en ausencia de conexiones con el


input de otros sistemas de procesamiento) ni predeterminada innatamente. El
punto de partida puede limitarse a algo tan mínimo como orientar los sistemas
de entrada hacia los aspectos ambientales que provean al sistema del input nece-
sario para construir el conocimiento de un determinado dominio. El único pre-
supuesto innatista que esto conlleva es que algunas restricciones iniciales del sis-
tema acabarán siendo de dominio específico como resultado del procesamiento
de un determinado input. Esto permite, como señala Karmiloff-Smith (1998)
establecer la diferencia entre “saber algo a priori, y contar con las herramientas
para descubrir algo”.
En tercer lugar, nuevamente recordando la postura de Karmiloff-Smith (1992;
1994a y b) si aceptamos que la mente adulta está especializada en dominios, pero
que esta especialización no necesariamente está presente desde el principio, la
‘modularidad’ puede entenderse como el producto del desarrollo más que como su
punto de partida. Tres décadas de estudio sobre las preferencias visuales de los
bebés han demostrado que su atención se orienta preferentemente a estímulos que
son complejos, ofrecen contraste, tienen movimiento interno, características que
cumplen los estímulos faciales (ver p.e., Bremmer, 1994 para un resumen). Así
mismo, los estudios de Johnson y Morton (1991) demostraron que los recién naci-
dos prefieren las configuraciones estimulares que presentan el patrón de una cara.
Estos datos se podrían interpretar, y se han interpretado (ver p.e., Farah, Rabino-
witz, Quinn y Liu, 2000), en apoyo a teorías que proponen la existencia de un
módulo innato de procesamiento facial a nivel cortical. Sin embargo, los datos
sobre el desarrollo post-natal del neocortex hacen improbable que las estructuras
cerebrales que están envueltas en esas preferencias iniciales sean las mismas que las
que intervienen en adultos en el reconocimiento de caras (ver p.e., DeHaan,
Humphreys y Johnson, 2002). Curiosamente la “prosopagnosia” que ocurre tras
un daño cerebral al principio del desarrollo normalmente va asociada también a un
déficit en el procesamiento visual de objetos (p.e., Ballantyne y Trauner, 1999).
Estudios recientes que han observado la activación cortical (mediante el uso de
potenciales evocados) ante estímulos faciales a lo largo de la infancia indican que el
procesamiento de caras se va haciendo progresivamente más específico durante el
primer año de vida (ver Johnson y Karmiloff-Smith, 2003 para más detalles).
Como en el procesamiento de caras, en otras funciones el desarrollo post-natal del
neo-cortex tiende hacia una especialización progresiva (interactiva) del sistema ,
donde diferentes áreas cerebrales co-evolucionan de manera funcional, organizando
las conexiones tanto dentro de las áreas como entre ellas (Johnson, 1997/2000a;
2000b; 2001; Johnson y Karmiloff-Smith, 2003).
La idea de que la especialización ocurre de manera interactiva proporciona
una base biológica para entender la especificidad de dominio desde una perspec-
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tiva constructivista, donde los “módulos” (redes funcionales) lejos de ser “meca-
nismos encapsulados” podrían entenderse como “circuitos cerebrales organizados
funcionalmente” que contarían, eso sí, con las ventajas de eficiencia, rapidez y
especialización. Si consideramos que el desarrollo parte de un sistema fundamen-
talmente abierto y plástico (pero con sesgos atencionales hacia ciertos aspectos
del entorno) que avanza rápida e interactivamente hacia una progresiva especiali-
zación funcional (re-definidida en redes interconectadas, más que en microsiste-
mas localizados en “áreas estanco”) la dicotomía entre teorías de dominio general
y teorías de dominio específico se relativiza. Plasticidad y especialización coexis-
te en el ciclo del desarrollo.
En resumen, la especificidad de dominio puede entenderse como un producto
del desarrollo de una manera mucho mas compleja de lo que las posturas modularis-
tas de los 80 y 90 estimaban, pero a fin de cuentas tendríamos que estar de acuerdo
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con ellas en que la mente adulta es más de dominio específico que de dominio gene-
ral. Como con el desarrollo, con la ciencia y frente al viejo debate del pensamiento
occidental, parece más sensato adoptar una postura constructivista y “re-describir”
una buena parte de los datos generados durante las ultimas tres décadas.

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