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Relato de un Náufrago-Resumen

Nicolás Gutiérrez Reyes


Afranio Rojas

Institución Educativa Técnica Soledad Medina


Castellano
Chaparral-Tolima
2020
11B°
Gabriel García Márquez-Autor

RESUMEN-RELATO DE UN NÁUFRAGO

El 28 de febrero de 1955, ocho miembros de la tripulación del destructor “Caldas”


de la marina de guerra de Colombia, cayeron al mar. Las autoridades de la dictadura
colombiana afirmaron que la tragedia ocurrió durante una tormenta. El Caldas llegó
a su destino dos horas después y la búsqueda de los náufragos inició
inmediatamente con la colaboración de las fuerzas norteamericanas en el canal de
Panamá. Al cabo de cuatro días de búsqueda, los marinos fueron declarados
muertos, pero después de una semana, apareció en una playa al norte de Colombia
un hombre moribundo que había sobrevivido diez días en el mar sin comer ni beber.
Este libro es la reconstrucción periodística de lo que el sobreviviente de la tragedia
le contó al autor para el periódico “El Espectador”. Colombia estaba entonces bajo
la dictadura militar del General Rojas Pinilla y el náufrago había permanecido en
intenso cuidado y recluido por dos semanas por el Gobierno. Las únicas personas
que pudieron entrevistarlo eran periodistas del régimen y uno de la oposición que
se disfrazó de médico.

En un principio, los editores del periódico del autor no querían comprarle la historia
que ya había sido contada en fragmentos y mercantilizada de diversas maneras,
pero gracias al instinto del director, Guillermo Cano, el autor publicó en 10
ejemplares del periódico “El Espectador” la historia de un Náufrago, la cual fue
recopilada y reeditada en los años 70’s.

El autor tuvo varias sesiones con Luis Alejandro Velasco, quien con una excelente
destreza para narrar detalló los sucesos de su aventura en el mar y demostró la
verdad del terrible accidente: el destructor iba demasiado cargado de mercancía de
contrabando para poder maniobrar debidamente y poder regresar a rescatar a los
marinos caídos. El gobierno se enfadó mucho con dichas declaraciones pero Luis
Alejandro jamás se retractó de su historia y ello le costó ser expulsado de la marina.

CAPÍTULO I

COMO ERAN MIS COMPAÑEROS EN EL MAR

Luis Alejandro y sus compañeros llevaban ocho meses de estar en Mobile, Alabama
para reparar el destructor de la marina de guerra “Caldas”, así como para recibir
entrenamiento especial. Hacían lo que todos los marinos hacen en tierra: iban al
cine con la novia, se reunían en el Joe Palooka donde tomaban wiskey y armaban
una bronca de vez en cuando.

La novia de Luis se llamaba Mary Address, a quien apodaban María Dirección.


Una semana antes de regresar a Colombia, Luis y sus compañeros fueron a ver la
película “El motín del Caine”. La escena de la tempestad en el barco los impresionó
a tal grado, que Luis se llenó de miedo y malos presentimientos. Él y su mejor amigo,
Ramón Herrera, decidieron un par de noches antes de regresar a Colombia que
abandonarían la marina a pesar de haber servido 12 años.

Los malos presentimientos y el miedo continuaron hasta el día en que partieron,


pero nadie se hubiera imaginado que ese, en efecto, sería su último viaje.

Los invitados de la muerte

El día que zarparon, Luis no pensaba en Mary Address, su novie en Mobile, sino en
la fuerza e incertidumbre del mar. El barco cruzaría el Golfo de México, peligrosa
ruta en esas fechas. Jaime Martínez Diago ocupaba el puesto de teniente, fue el
único oficial muerto en la catástrofe. Luis Rengifo fue su compañero de litera, era
estudioso y hablaba el inglés perfectamente. Había estudiado en Washington y
estaba recién casado de una dominicana.

Cuando se fueron a dormir el mar se sentía muy alborotado. Luis Reginfo se burló
advirtiendo que cuando él se mareara el mar también lo haría y ello desató los malos
presentimientos que Luyis Alejandro había olvidado.

CAPÍTULO 2

MIS ULTIMOS MINUTOS A BORDO DEL “BARCO LOBO”

El 26 de febrero, por la mañana, ya estaban en el Golfo de México y los temores de


Luis desaparecieron. El cabo Miguel Ortega volvía el estómago todo el día y su
malestar no mejoraba por la marea. Al entrar al mar Caribe, Luis sintió el mareo y la
inquietud del Caribe. Los temores regresaron y se los comentó a Luis Reginfo, pero
éste le aseguró que el barco no sufriría ningún accidente porque era un barco lobo.
Entonces los temores se agudizaron junto con el recuerdo constante de la película
“El motín del Caine”

Empieza el baile

El 27 de febrero, a la medianoche, los tripulantes recibieron la orden de pasarse al


lado de babor para hacer contrapeso y estabilizar el demoledor. Los malos
presentimientos regresaron porque el mar estaba muy picado. A las 5:30 de la
madrugada Luis hizo guardias en cubierta con sus compañeros Ramón Herrera,
Eduardo Castillo, Luis Rengifo y el Cabo Miguel Ortega. De hecho, este último no
habría muerto si hubiera permanecido en su camarote por su estado descompuesto.
Era imposible descansar con el movimiento constante del barco. A pesar de que el
día era despejado, las olas eran cada vez más altas y golpeaban fuertemente la
cubierta.

Un minuto de silencio

Luis Rengifo advirtió que el barco se estaba hundiendo. La orden para pasarse a
babor se repitió. Pasó alrededor de un minuto y todos se sujetaban en silencio.
Después dieron la orden de colocarse los salvavidas. Eran las 11:45 cuando una
ola enorme los envistió y arrojó al mar. Por unos segundos no había nada más que
mar, pero el Caldas salió entre las olas chorreando como un submarino y fue
entonces cuando Luis comprendió que habían sido arrojados al mar.

CAPÍTULO 3

VIENDO AHOGARSE A CUATRO DE MIS COMPAÑEROS

El destructor se encontraba a 200 metros de su locación. Las cajas y cosas que


traían de Mobile subían revueltas a la superficie. Luis trató de sostenerse a flote y
se agarró de una caja. Por un momento, perdió la noción del tiempo y de lo que
ocurría cuando de pronto escuchó a sus compañeros en la misma situación.
Eduardo castillo, el almacenista, se agarraba del cuello de Julio Amador Caraballo.
Ramón Herrera estaba en el agua, al igual que Luis Reginfo. Luis Alejandro nadó
hacia una balsa y tras tres intentos logró subir. Intentó remar hacia Ramón, pero la
fuerte brisa estaba en su contra y Ramón desapareció en el fondo del mar, al igual
que Caraballo y Castillo. Luis Reginfo continuaba nadando hacia la balsa y Luis
Alejandro intentó remar hacia él, pero a tan sólo tres metros, Luis Reginfo se
desesperó y se hundió en el mar.

Solo en el mar

Eran las 12:00 en punto cuando Luis estaba en la balsa. Estaba completamente
solo en medio del mar y calculó que en dos o tres horas vendrían a rescatarlo. Tenía
una herida profunda en la rodilla en forma de media luna que le ardía, pero había
dejado de sangrar gracias a la sal del mar. Hizo un inventario de sus pertenencias:
su reloj que funcionaba perfectamente y lo miraba cada dos o tres minutos; sus
llaves del locker en el destructor, un anillo de oro, una cadena de la Virgen del
Carmen y tres tarjetas de almacén que le dieron en Mobile durante un paseo de
compras con Mary Address.
CAPÍTULO 4

MI PRIMERA NOCHE SOLO EN EL CARIBE

La brisa movía con rapidez la balsa y Luis dedujo que sería hacia el Caribe, pues el
mar no arrojaría hacia la costa una balsa muy adentrada. Pensó que alrededor de
la 1:00 pm notarían su ausencia en el demoledor y enviarían helicópteros y aviones
para buscarlos. El sonido de la brisa le recordaba a Luis Reginfo cuando le gritaba
“Gordo, rema para este lado”. Las horas pasaban, la brisa paró, el murmullo de
Reginfo también pidiendo auxilio también, y ningún avión se aproximó.

La gran noche

Luis estuvo esperando atento a que pasaran los aviones. Cayó el atardecer y
cuando oscureció, esperaba ver las luces verdes y amarillas de los aviones en el
cielo, pero sólo vio un mundo de estrellas que trató de identificar para ubicarse
mejor. Se sentó al borde de la balsa, el pero lugar recomendado por sus
instructores, pero sólo allí se sentía seguro de las bestias y animales marinos que
pasaban debajo de la balsa. Durante cada minuto observó su reloj; lo estaba
volviendo loco la espera y el tiempo pasaba lentamente. Decidió quitárselo y
aventarlo al mar, pero al cabo de un rato, no lo hizo y siguió revisando la hora
constantemente.

Luz de cada día

No había dormido nada esperando ver las luces de los aviones y escrutando el
horizonte en busca de algún barco. Al amanecer sintió la tibia brisa, estiró su cuerpo
y le dolía la piel. Recordó el demoledor, cómo a esa hora estaría comiendo su
desayuno y le dio hambre. Comenzó a reconstruir lo sucedido, y de haber estado
en su litera y no en cubierta, ahora todo estaría bien. Pensó que todo había sido
culpa de su mala suerte y sintió angustia.

Un punto negro en el horizonte

Al mediodía recordó Cartagena y pensó que sus compañeros habrían sido


rescatados. De pronto vio un punto negro en el horizonte que se acercaba con gran
rapidez hacia la balsa. Luis se quitó la camisa para atraer su atención

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