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Al fallecer el gobernador Luis Muñoz de Guzmán se da inicio al

período que conocemos como la Patria Vieja. De acuerdo a una


disposición adoptada por Carlos IV, le correspondía asumir el mando
al militar de más alta graduación. Sin embargo, la Real Audiencia no
hizo caso de esta normativa y nombró a su regente Juan Rodríguez
Ballesteros como nuevo gobernador. En Concepción, el abogado Juan
Martínez de Rozas indujo al brigadier Antonio García Carrasco-a cargo
de la inspección de los fuertes de la frontera- a que hiciese valer sus
derechos como el oficial de más alta graduación, para ocupar el cargo
según lo dispuesto oficialmente por Carlos IV. Desde ese momento, la
Real Audiencia tuvo que aceptar el nombramiento y García Carrasco
se trasladó a Santiago junto con su secretario Martínez de Rozas.
Al poco tiempo, la aristocracia empezó a mirar con malos ojos a
García Carrasco, a quien se acusaba de no poseer aptitudes para
administrar, y de rebajar la dignidad de su cargo relacionándose sin
ningún tipo de etiqueta con la gente humilde. A todo lo anterior, se
sumaron hechos donde García Carrasco se vio involucrado, como el
asesinato de los tripulantes de la fragata inglesa “Scorpion”, y el
apresamiento de tres destacados criollos: José Antonio de Rojas, Juan
Antonio Ovalle y Bernardo Vera y Pintado.
Asume el Conde de la Conquista
Con el fin de aquietar los ánimos, la Real Audiencia solicitó la renuncia
al gobernador García Carrasco, designando en su lugar a Mateo de
Toro, decisión que dejó conforme tanto a realistas como a patriotas.
Mateo de Toro Zambrano y Ureta tenía 83 años, y gracias a una gran
fortuna, producto de sus actividades comerciales y agrícolas, pudo
adquirir el título de Conde de la Conquista. Pero su avanzada edad,
falta de carácter y desconocimiento de los negocios públicos, fueron
las razones por las cuales los dos bandos en que estaba dividida la
aristocracia colonial querían manejarlo a su antojo.
Dos de sus partidarios, Gregorio Argomedo y Gaspar Marín, lo
asesoraron para convocar a un cabildo abierto donde el pueblo
decidiera su futuro.

Fue así como el 18 de septiembre de 1810, mientras se desarrollaba


el Cabildo de Santiago, la mayoría de los asistentes comenzó a gritar
“¡Junta queremos!”, como una forma de constituir un gobierno más
participativo para defender los intereses del pueblo y mantener la
lealtad al rey Fernando VII. Así, se estableció la Junta Gubernativa del
Reino, más conocida como la Primera Junta, un organismo transitorio
y de representatividad limitada, pues solo estaba formada por los
vecinos de Santiago. Su mandato se extendería hasta la reunión de un
Congreso Nacional que representara al resto de los habitantes del
territorio.
Esta junta creó nuevos cuerpos militares, decretó la libertad de
comercio y mantuvo contacto con la Junta de Buenos Aires. Es decir,
dio los primeros pasos de lo que hoy conocemos como Patria Vieja
(1810-1814).
Los integrantes de la Primera Junta fueron: Mateo de Toro Zambrano
como presidente; el obispo José Martínez de Aldunate como
vicepresidente; Fernando Márquez de la Plata, Juan Martínez de
Rozas, Ignacio de la Carrera, Juan Enrique Rosales y Francisco Javier
de Reina como vocales, y Gaspar Marín y Gregorio Argomedo como
secretarios.
La obra de la Junta
Pese a que la Junta declaró su fidelidad al rey, una de sus principales
tareas fue la reorganización del Ejército, ya que se temía un ataque
ordenado por el virrey del Perú, para restituir el dominio español.
De hecho, una parte del nuevo Ejército, de 2.500 efectivos, fue
enviada a ayudar a los patriotas del Río de la Plata contra las fuerzas
realistas, ante la solicitud de la Junta de Buenos Aires.
La reorganización de la milicia estuvo acompañada de nuevos
impuestos para el pago, manutención y armamento de la tropa.
Además, se suspendió la construcción de obras públicas.
Se decretó la libertad de comercio, esperando que los derechos de
aduana le proporcionaran ingresos al nuevo gobierno.
En febrero de 1811, se convocó a elecciones para la formación de un
Congreso Nacional.
Comercio exterior
Tras la formación de la Junta cesaron los envíos de mercadería desde
España. Al mismo tiempo, el nuevo gobierno requería obtener
ingresos para su sustento. Para resolver ambos problemas
(abastecimiento y recaudación fiscal), el 21 de febrero de 1811 se
dictó un reglamento que autorizaba el comercio exterior.
Los puertos de Valparaíso, Coquimbo, Talcahuano y Valdivia fueron
habilitados para el intercambio comercial con potencias amigas y
aliadas de España, y también con las neutrales.
Esta medida permitió subir la recaudación de los impuestos
aduaneros. Se liberó de pago a las mercaderías que se consideró
contribuirían al desarrollo económico e intelectual del reino.
Primer Congreso Nacional
Debido a que la representatividad de la Junta era limitada, puesto que
en su elección solo participaron vecinos de Santiago, se decidió crear
el Primer Congreso Nacional.
Este comenzó a sesionar el 4 de julio de 1811, en el palacio de la
Audiencia, en la Plaza de Armas de Santiago.
Estuvo integrado por 42 diputados, presididos por Juan Antonio
Ovalle, que juraron sostener la religión católica, obedecer a Fernando
VII y defender el reino contra sus enemigos interiores y exteriores.
Pero el gobierno del Congreso duró poco: el 4 de septiembre, José
Miguel Carrera dio un golpe militar que cambió su composición,
quedando en mayoría los exaltados (anhelaban la independencia).
Asimismo, se organizó otra Junta de Gobierno.
El 15 de noviembre, Carrera dio un nuevo golpe militar que disolvió el
Congreso e implantó una nueva Junta.
Carrera entra en escena
Luego de sofocar un motín encabezado por el coronel español Tomás
de Figueroa, el cual exigía la disolución de la junta, esta fortaleció su
poder y el Congreso Nacional inició sus sesiones el 4 de julio de 1811.
En este organismo había dos tendencias básicas: la radical, liderada
por Juan Martínez de Rozas, que no era parte del Congreso y que
deseaba la ruptura con España y la formación de una república, y la
reformista, que no quería cambios tan drásticos como los radicales.
Los permanentes conflictos entre estos grupos fueron controlados por
un golpe de Estado dirigido por José Miguel Carrera el 4 de
septiembre de 1811. Carrera cambió la composición del Congreso y
así se pudo implementar una política reformista más extrema, que se
tradujo en decisiones como la legislación creada para dar la libertad de
vientre, que consistía en declarar libres a quienes nacían en Chile, a
pesar de ser hijos de esclavos y, además, prohibía el ingreso de
nuevos.
Sin embargo, no conforme con el nuevo Congreso, Carrera ejecutó
otro golpe de Estado, que, en definitiva, puso todo el poder en sus
manos.
Durante su gobierno se editó el periódico Aurora de Chile, que
promovía las nuevas ideas políticas; se creó la primera bandera
nacional; se dictó un reglamento constitucional (1812) que, si bien
determinaba la autonomía del gobierno del país, reconocía a Fernando
VII como rey; se establecieron relaciones diplomáticas con Estados
Unidos y se sentaron las bases para la posterior fundación de la
Biblioteca Nacional y del Instituto Nacional.
Contraataque
Cansado de tantas demostraciones independistas, el virrey del Perú,
Fernando de Abascal, envió a Chile, en enero de 1813, al brigadier
Antonio Pareja, al mando de un ejército de 4.000 hombres, reclutados
en Chiloé y Valdivia, para acabar con las insinuaciones de
emancipación de Chile.
Carrera asumió el mando de las tropas que se enfrentaron a las de
Pareja en Yerbas Buenas, aunque ninguno de los dos triunfó en esa
batalla. Luego, el brigadier español se refugió en Chillán donde, a su
muerte, lo sucedió Juan Francisco Sánchez, quien resistió el sitio que
le impuso Carrera.
Con posterioridad, Sánchez atacó por sorpresa a los patriotas en El
Roble. Carrera se salvó al lanzarse al río Itata; el desastre patriota
habría sido total si Bernardo O’Higgins no hubiera reorganizado al
ejército y rechazado el ataque. Ante esta situación, la Junta reemplazó
a Carrera por O’Higgins en la comandancia del ejército.
Un nuevo contingente realista, esta vez al mando del brigadier Gabino
Gaínza, logró apoderarse de Talca. La Junta reaccionó nombrando a
Francisco de la Lastra como Director Supremo, para concentrar las
acciones de defensa.
Después del tratado de Lircay (1814), elaborado para poner fin a las
hostilidades, pero que ninguna de las dos partes respetó, José Miguel
Carrera reasumió todo el poder. Esto no fue aceptado por O’Higgins,
quien se enfrentó sin éxito a Luis Carrera en el combate de Tres
Acequias. Sin embargo, enterado O’Higgins de que el virrey del Perú
había enviado refuerzos comandados por Mariano Osorio, se puso
bajo las órdenes de Carrera para impedir el avance español.
Fin de la Patria Vieja
Las fuerzas realistas y patriotas se enfrentaron en Rancagua el 1 de
octubre de 1814. O’Higgins resistió todo lo que pudo, pero ante la
superioridad numérica debió retirarse, no sin antes atravesar las filas
enemigas con solo trescientos hombres. La derrota de Rancagua
acabó con el ejército patriota, que tuvo que retirarse a Mendoza,
Argentina, terminando así el período de la Patria Vieja.

La ambición de los carreristas


El 21 de marzo comenzaron a llegar las primeras noticias sobre el
desastre que los patriotas habían sufrido en Cancha Rayada. Los
rumores indicaban que tanto San Martín como O?Higgins habían
muerto en el combate, y que los realistas llegarían pronto a Santiago.
En el mando se encontraba el coronel Luis de la Cruz, en reemplazo
de O?Higgins. En ese contexto, los carreristas vieron que era la
oportunidad ideal para derribar al gobierno y adueñarse del poder. Sin
embargo, la llegada de O?Higgins, quien fue llamado rápidamente por
su ministro Miguel Zañartu, puso fin a esta situación.

Segundo y tercer golpe militar de


Carrera
José Miguel Carrera no quedó conforme con la composición del
Congreso, por lo que ejecutó un segundo golpe de estado y obtuvo la
designación de una nueva Junta de Gobierno, integrada por
representantes de las tres provincias: Gaspar Marín por Coquimbo;
José Miguel Carrera por Santiago y Juan Martínez de Rozas por
Concepción.Esta Junta no funcionó, y Carrera dio un tercer golpe de
estado, producto del cual disolvió el Congreso y quedó gobernando
con plenas atribuciones.

Campaña militar de 1814


El virrey del Perú envió a Chile un nuevo contingente de soldados, a
cargo del brigadier Gabino Gaínza, que desembarcó en Talcahuano y
avanzó hasta Talca sin que O’Higgins pudiera detenerlo. Con el fin de
centralizar las acciones defensivas, la Junta renunció y entregó el
mando a un Director Supremo, siendo elegido Francisco de la Lastra.
Las fuerzas patriotas y realistas se enfrentaron en los combates de El
Quilo y Membrillar, luego de lo cual iniciaron una marcha paralela
hacia Santiago, encontrándose en Cancha Rayada el 29 de marzo,
donde Gaínza derrotó a los patriotas. O’Higgins logró vencer en el
combate de Quechereguas, y los realistas se replegaron a Talca.

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