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Calisto - Metamorfosis de Ovidio

Comparto una traducción del episodio de Calisto en el libro II de


Metamorfosis de Ovidio

Por su parte el padre omnipotente revisa las inmensas murallas del cielo, y examina que nada de lo que ha
sido debilitado por las fuerzas del fuego, pueda derrumbarse. Después de que las ve firmes con toda su
solidez, dirige su mirada a la tierra y a los trabajos de los hombres. [405] Pero es su Arcadia su más celosa
preocupación; restablece en ella las fuentes y los ríos que aún no se atrevían a correr, da césped a la tierra y
hojas a los árboles, y ordena que los bosques destruidos reverdezcan. Durante sus frecuentes idas y venidas,
[410] quedó prendado de una doncella de Nonacrís y la pasión penetra y arde bajo sus huesos. No era el
trabajo de ella suavizar la lana estirándola ni en cambiar de peinado sus cabellos; una vez que una hebilla
había recogido su vestido y una cinta blanca su cabellera descuidada, y en sus manos había tomado unas veces
la ligera jabalina, otras el arco, [415] era soldado de Febe y jamás correteó por el Ménalo ninguna más
querida que ella a la Trivia [Diana] ; pero ningún privilegio es perdurable.
Ocupaba el sol, bien alto, un lugar más allá de la mitad de su carrera, cuando ella penetró en un bosque que
jamás época alguna había talado. Quitó de sus hombros la aljaba, destensó el flexible arco y [420] se echó en
el suelo, cubierto de hierba, con el cuello descansando sobre la colorida aljaba. Cuando Júpiter la vio, cansada
y sin que nadie la custodiase, dijo: "Ciertamente mi esposa no se enterará de esta aventura; y si la descubriera,
¡sus riñas son, oh, son de tanto valor!" [425] Enseguida, toma la figura y el atuendo de Diana y dice: "Oh
doncella, parte de mí cortejo, ¿en qué cerros has estado cazando?" La muchacha se levanta del césped y dice:
"Salud divinidad, superior, en mi opinión, a Júpiter, aunque él mismo me escuche." Se ríe él y escucha y
[430] se alegra de ser preferido a sí mismo y le da besos desenfrenados e impropios de que los dé así una
doncella. Cuando ella se disponía a contarle en qué selva había estando cazando, se lo impide él con sus
abrazos y se delata no sin culpa. Ella, desde luego, por su parte y todo lo que podía una mujer [435]–¡ojalá la
hubieras visto, Saturnia [Juno]! Hubieras sido más blanda–, ella desde luego luchó; pero ¿a qué hombre podía
vencer una muchacha, y quién podía vencer al supremo Júpiter? Triunfador se encamina Júpiter al cielo; para
ella es motivo de odio aquel bosque y aquella cómplice arboleda, y al irse de allí casi se olvidó de llevarse la
aljaba [440] con las flechas y el arco que había colgado.
He aquí que acompañada de su séquito venía entrando Dictina [Diana] por el alto Ménalo, orgullosa por la
matanza de las fieras; la ve, y una vez vista la llama; a sus voces huye ella, y temió al principio que fuese
Júpiter en la figura de Diana. [445] Pero cuando vio que junto a ella iban las ninfas, se dio cuenta de que no
había engaño y se sumó al grupo. ¡Ay, qué difícil es no delatar la culpa con la cara! Apenas levanta los ojos
del suelo, y no va, como antes solía, al lado de la diosa, ni es la primera del tropel. [450] Por el contrario,
permanece callada y por su sonrojo da muestras de su honor herido; y si no fuera porque ella misma es una
doncella, se hubiera dado cuenta Diana de la culpa por mil indicios; dicen que las ninfas se dieron cuenta.
Reaparecían los cuernos de la luna en su noveno círculo, cuando la diosa, agotada por la caza bajo los fuegos
de su hermano [el Sol], [455] encontró un fresco bosque, de donde, deslizándose con murmullo, corría y
removía finas arenas. Tras alabar el sitio, tocó con el pie la superficie de las aguas; y alabando igualmente a
éstas, dijo: "Está lejos cualquier testigo, bañemos nuestros cuerpos desnudos sumergiéndolos en las
transparentes aguas". [460] Enrojeció la Parráside [Calisto]; todas se quitan las ropas: sólo una busca
demoras; a la que vacila le quitan el vestido, y una vez sin él, al mismo tiempo que el cuerpo desnudo quedó
manifiesta la falta. Mientras ella, aturdida, intentaba ocultar el vientre con las manos, le dijo la Cintia: "vete
lejos de aquí y no deshonres este sagrado manantial", [465] y le ordenó apartarse de su cortejo. 
La esposa del gran Tonante [Juno] se había enterado de esto ya hacía tiempo y había aplazado su cruel castigo
hasta el momento oportuno. Ya no había por qué esperar, y ya un niño, Arcas, había nacido de su rival (esto
mismo molestó a Juno). [470] Tan pronto como allá dirigió sus ojos y su alma furiosa, dijo: "Esto
precisamente faltaba, adúltera, que fueras fecunda y por tu parto se hiciera evidente el ultraje y quedara
atestiguado el torpe deshonor de mi Júpiter. No lo llevarás sin castigo; pues te quitaré esa figura [475] por la
que te gustas a ti misma, descarada, y gustas a mi marido". Dijo y, poniéndose frente a ella, la agarró de los
pelos de la frente y la tiró al piso boca abajo; ella estiraba sus brazos, suplicante: sus brazos empezaron a
cubrirse de negro pelaje, a curvarse sus manos, y a crecerle encorvadas uñas y [480] a cumplir el oficio de
patas, y la boca, en otro tiempo alabada por Júpiter, se deforma en grandes fauces; y, para que sus plegarias y
palabras suplicantes no sometan sus ánimos, se le arranca la posibilidad de hablar: una voz colérica y
amenazante y llena de terror sale de su ronca garganta. [485] Sus antiguos pensamientos permanecen (incluso
permanecen en la que se ha convertido en osa), y, dando testimonio de su dolor con su continuo gemido,
levanta sus manos, tal como están, al cielo y a los astros y se da cuenta de la ingratitud de Júpiter, aunque no
pueda decirlo.
¡Ah, cuántas veces no se atreviéndose a descansar en los bosques desiertos, [490] anduvo errante por los
campos enfrentados a su casa, en otro tiempo suyos! ¡Ah, cuántas veces fue empujada a través de los
roquedales por los ladridos de los perros y, cazadora, huyó de los cazadores muerta de miedo! A menudo se
escondió al ver a las fieras, olvidando qué era. Y, osa, se horrorizó con los osos vistos en los montes y [495]
temió a los lobos, aunque su padre [Licaón] estuviera entre ellos.

Texto Latino:

At pater omnipotens ingentia moenia caeli
circuit et ne quid labefactum viribus ignis
corruat explorat. Quae postquam firma suique
roboris esse videt terras hominumque labores
405perspicit. Arcadiae tamen est impensior illi
cura suae: fontes et nondum audentia labi
flumina restituit dat terrae gramina, frondes
arboribus, laesasque iubet revirescere silvas.
Dum redit itque frequens, In virgine Nonacrina
410haesit et accepti caluere sub ossibus ignes.
Non erat huius opus lanam mollire trahendo
nec positu variare comas; ubi fibula vestem,
vitta coercuerat neglectos alba capillos,
et modo leve manu iaculum, modo sumpserat arcum,
415miles erat Phoebes: nec Maenalon attigit ulla
gratior hac Triviae. Sed nulla potentia longa est.
Ulterius medio spatium sol altus habebat,
cum subit illa nemus, quod nulla ceciderat aetas.
Exuit hic umero pharetram lentosque retendit
420arcus, inque solo, quod texerat herba, iacebat
et pictam posita pharetram cervice premebat.
Iuppiter ut vidit fessam et custode vacantem,
“hoc certe furtum coniunx mea nesciet” inquit,
“aut si rescierit sunt o sunt iurgia tanti.”
425Protinus induitur faciem cultumque Dianae
atque ait: “O comitum, virgo, pars una mearum,
in quibus es venata iugis?” De caespite virgo
se levat et “salve numen, me indice”, dixit
“audiat ipse licet maius Iove.” Ridet et audit,
430et sibi praeferri se gaudet et oscula iungit
nec moderata satis nec sic a virgine danda.
Qua venata foret silva, narrare parantem
impedit amplexu, nec se sine crimine prodit.
Illa quidem contra, quantum modo femina possit
435(adspiceres utinam, Saturnia: mitior esses !),
illa quidem pugnat: sed quem superare puella,
quisve Iovem poterat? — Superum petit aethera victor
Iuppiter: huic odio nemus est et conscia silva.
Unde pedem referens paene est oblita pharetram
440tollere cum telis et quem suspenderat arcum.
Ecce, suo comitata choro Dictynna per altum
Maenalon ingrediens et caede superba ferarum
adspicit hanc visamque vocat: clamata refugit,
et timuit primo, ne Iuppiter esset in illa.
445Sed postquam pariter nymphas incedere vidit,
sensit abesse dolos numerumque accessit ad harum.
Heu quam difficile est crimen non prodere vultu!
Vix oculos attollit humo, nec, ut ante solebat,
iuncta deae lateri, nec toto est agmine prima,
450sed silet et laesi dat signa rubore pudoris;
et nisi quod virgo est poterat sentire Diana
mille notis culpam; nymphae sensisse feruntur.
Orbe resurgebant lunaria cornua nono,
cum dea venatu, fraternis languida flammis,
455nacta nemus gelidum, de quo cum murmure labens
ibat et attritas versabat rivus harenas.
Ut loca laudavit, summas pede contigit undas:
his quoque laudatis “procul est” ait “arbiter omnis;
nuda superfusis tingamus corpora lymphis.”
460Parrhasis erubuit. Cunctae velamina ponunt:
una moras quaerit. Dubitanti vestis adempta est;
qua posita nudo patuit cum corpore crimen.
Attonitae manibusque uterum celare volenti
“i procul hinc” dixit “nec sacros pollue fontes”
465Cynthia; deque suo iussit secedere coetu.

Senserat hoc olim magni matrona Tonantis
distuleratque graves in idonea tempora poenas.
Causa morae nulla est, et iam puer Arcas (id ipsum
indoluit Iuno) fuerat de paelice natus.
470Quo simul obvertit saevam cum lumine mentem,
“scilicet hoc etiam restabat, adultera” dixit,
“ut fecunda fores, fieretque iniuria partu
nota, Iovisque mei testatum dedecus esset.
Haud impune feres: adimam tibi nempe figuram,
475qua tibi, quaque places nostro, importuna, marito.”
Dixit et adversa prensis a fronte capillis
stravit humi pronam. Tendebat bracchia supplex:
bracchia coeperunt nigris horrescere villis
curvarique manus et aduncos crescere in ungues
480officioque pedum fungi, laudataque quondam
ora Iovi lato fieri deformia rictu.
Neve preces animos et verba precantia flectant
posse loqui eripitur; vox iracunda minaxque
plenaque terroris rauco de gutture fertur.
485Mens antiqua tamen facta quoque mansit in ursa,
adsiduoque suos gemitu testata dolores
qualescumque manus ad caelum et sidera tollit
ingratumque Iovem, nequeat cum dicere, sentit.
A quotiens, sola non ausa quiescere silva,
490ante domum quondamque suis erravit in agris!
A quotiens per saxa canum latratibus acta est
venatrixque metu venantum territa fugit!
Saepe feris latuit visis, oblita quid esset,
ursaque conspectos in montibus horruit ursos
495pertimuitque lupos, quamvis pater esset in illis.

Ovid. Metamorphoses. Hugo Magnus. Gotha (Germany). Friedr. Andr. Perthes. 1892.
The National Endowment for the Humanities provided support for entering this text.
Imágen: Jupiter and Callisto, 1613. Peter Paul Rubens.
Traducción mía.
Publicado por Elisa de Tiro en 9:27 

Recuperado de http://palabras-dido.blogspot.com/2012/06/calisto-metamorfosis-de-ovidio.html

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